lunes, 11 de octubre de 2021

GUISO DE CONEJO

 

GUISO DE CONEJO GRIEGO

El guiso de conejo es un alimento solo para gourmets, dulce como un pecado y deliciosos mientras lo degustamos. Aquí está la receta del “guiso de conejo perfecto”, sin vino tinto ¡Pruébalo y te acordaras de mi receta!

 

Ingredientes

1 Conejo troceado

2 Cucharadas de vinagre

2 Cucharadas de harina

Un poco de sal

Aceite de oliva virgen extra

Pimienta negra recién molida

2 Vasos de vino blanco

2 Hojas de laurel

2 Tomates picados

1 K de cebollas pequeñas limpias

 

Elaboración

Para lograr el resultado correcto, la receta requiere dejar el conejo en adobo, con el vinagre, el aceite de oliva virgen extra, el vino blanco las hojas de laurel, 2 dientes de ajos machacados, removemos y dejamos tapado en el frigorífico durante la noche, Como mínimo 5 horas.

Al día siguiente, con el conejo adobado, bien escurrido, lo salpimentamos, enharinamos uno a uno los trozos y en una sartén, con aceite de oliva, los sofreímos a fuego fuerte.

Una vez que  se colorean por todos lados, los sacamos y ponemos en otra olla, sin tirar el aceite donde hemos sofrito el conejo.

Vertimos en la sartén los trozos de tomate y las cebollas pequeñas, una vez que se transparentan las cebollas y el tomate está bien sofrito, rociamos con una cucharada de harina, y mezclamos hasta que se dore.

Agregamos una copa de vino blanco, mezclamos bien y dejamos hervir.

A continuación, apartamos las cebollas pequeñas, vertimos esta mezcla en la olla con el conejo, pasandolo  previamente por un colador el sofrito.

Ahora agregamos una copa de vino blanco, salpimentamos al gusto y dejamos hervir.

El estofado de conejo esta listo.

Servirlo en un plato grande.

Si tenemos apetito, acompañamos de unas patatas fritas.

¡Buen provecho!

GARBANZOS CON CONGIOS

 

GARBANZOS CON CONGRIO

Los garbanzos con congrio, es un plato típico de Calatayud, con una historia que se remonta a unos 5 siglos, cuando esta ciudad aragonesa era una importante industria de cabos de barcos. Estos fueron comercializados a todos los puertos de España. Uno de esos puertos, fue el de la Costa da Morte, en Galicia, de donde se volvieron a sacar anguilas marinas. Debido a que el viaje de regreso por el interior de España era largo. Hubo que hacerlo en forma seca. Esta receta esta sacada de un libro de recetas medievales.

 

Ingredientes

50 gr de garbanzos

150 gr de anguila de mara seca

2 Huevos

4 Dientes de ajos

1 Cebolla pequeña

20 gr de piñones

3-4Rebanadas de pan

Aceite de oliva virgen extra

Laurel

1 Ramita de perejil

Bicarbonato de sodio

Sal

 

Elaboración

En una cacerola grande, dejamos durante toda la noche  con un poco de bicarbonato de sodio, los garbanzos, el congrio seco en agua tibia. Si el congrio no se ha secado no será necesario meterlo en la cacerola.

Enjuagamos bien los garbanzos y llevamos a ebullición en una olla con agua limpia, junto con la hoja de laurel y la cebolla. Dejamos cocer durante aproximadamente 1 hora.

Cortamos el congrio en trozos, añadimos a la olla  y dejamos cocer durante 20 minutos más.

Mientras tanto, hervimos los huevos y freímos el pan en una sartén con un poco de aceite de oliva.

En un mortero, ponemos las rebanadas de pan, los dientes de ajos, los piñones, el perejil, majamos hasta formar una pasta homogénea.

Añadimos el majao a la olla y removemos,   y dejamos cocer por 15 minutos más., .Apartamos y rociamos con huevo duro picado.

Servir con un poco de ensalada fresca. Para acompañar.

¡Buen provecho!

SALSA DE CAVA

 

SALSA DE CAVA

Esta salsa, originaria de Francia, se denomina “salsa de champagne”, pero como estamos en España, nosotros la elaboramos con cava, eso sí, debe ser Cava Brut, que al ser seco, la salsa estará mejor que si usamos  semi seco.

 

Ingredientes

25 gr de mantequilla

½ Chalota o cebolla morada muy picada

½ Taza de fumet de pescado

1 Copa de Cava Brut

10 cl de nata liquida

Sal

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

En una cacerola, a fuego bajo, ponemos la mantequilla a derretir, sin dorar, añadimos la chalota y dejamos sudar unos minutos, o hasta que este transparente.

Luego agregamos la ½ taza de fumet de pescado, removemos bien y añadimos el Cava Brut, dejamos a fuego lento, hasta reducir durante unos minutos.

Cuando la preparación se haya reducido a la mitad, agregamos la nata liquida, la sal y la pimienta negra recién molida (al gusto), removemos suavemente.

Servimos caliente, en una salsera o directamente en platos, para cubrir el pescado o mariscos.

¡Buen provecho!

MORABITOS, ZAGÜÍAS Y RÁBITAS DEL REINO DE GRANADA

 

MORABITOS, ZAGÜÍAS Y RÁBITAS DEL REINO DE GRANADA


PUBLICADO EL 28 FEBRERO, 2019 POR FUNCI

28
Feb

Autor del artículo: Juan Cañavate Toribio

(…) Cuando Jerónimo Münzer visita Granada en octubre del año 1494, fecha en la que la ciudad apenas ha sufrido transformaciones desde su conquista, recorre sus calles describiendo sus descubrimientos y, entre ellos, hace una alusión, que no nos debe pasar desapercibida, a la cantidad de espacios religiosos que hay en la ciudad:

«Subiendo a la torre, conté tal numero de mezquitas que es difícil de creer» (3).

Con la lógica reticencia y la justificada sospecha de una más que posible exageración en la magnitud de la cifra que da el viajero, que escribe para lectores alemanes de un mundo desconocido y lejano, lo que le permitiría ciertas licencias, lo cierto es que la visión de Münzer no estaba tan alejada de la realidad.

Para confirmar esa exagerada impresión, cuando María Teresa Martínez Pérez (4) realiza su interesante estudio sobre las mezquitas de Granada en los libros de habices, contabiliza un total de 137 espacios religiosos que de forma pródiga se repartían por la ciudad y su área de influencia; fundamentalmente mezquitas, gimas o rábitas que pueden aparecer en los habices con una u otra denominación en las distintas ocasiones en que se las nombran.

137 referencias sólo de los espacios religiosos que poseían bienes habices inven tariados en los listados elaborados en los años 1505 y 1527 para poner orden en esas propiedades y derechos, por lo que es lógico pensar en la existencia de muchos otros espacios que no aparecen, simplemente porque no eran habices o porque no los tenían (5).

La lista de esos espacios religiosos que hoy conocemos y que no figuran en los habices, es también significativa pero, por poner un ejemplo, la mezquita aljama de la medina, donde posteriormente se ubicaría el Sagrario de la Catedral, no aparece en ese listado, como no aparecen las grandes rábitas o zawiyas que se ubicaban extramuros y a las que, casi en exclusiva, dedicaré este texto.

Podemos considerar, por tanto, que eran muchas más las que se distribuían por la ciudad y por áreas cercanas de la misma y aun sin olvidar, como ya se ha puesto de relieve en anteriores estudios, que el tamaño de algunas de ellas era sensiblemente pequeño, no parece lógico, en relación a su importancia, el poco espacio que ocupa en la investigación reciente sobre el entramado urbano de la medina medieval y de la posterior ciudad cristiana. 

Urbanismo medieval

De esa investigación general sobre el urbanismo medieval, es en la arqueología donde el vacío adquiere aún mayor significación porque evidencia además que, salvo en muy pocas excepciones, los investigadores no son ni tan siquiera conscientes de que pudieran estar excavando un espacio religioso, aunque haya que añadir en su descargo, que los elementos de identificación que pudieran tener los restos de estos edificios que los distinguiesen de otro tipo de inmueble, fundamentalmente viviendas, son ciertamente escasos. Sin embargo, incluso esos indicios que ya empiezan a ser importantes; ubicación, enterramientos cercanos, referencias históricas,… no son habitualmente tomados en consideración.

Sólo en los últimos años se han hecho algunas breves incursiones en la investigación arqueológica de estos espacios con las excavaciones realizadas en la ermita de San Sebastián o en la Zawiya de la carretera que une Granada con el vecino pueblo de la Zubia y ambas han sido el resultado de intervenciones preventivas por obras que afectaban a esos yacimientos y a los que me referiré más adelante. No existía, por tanto, un objetivo científico en esas intervenciones, sino de protección, por lo que, al margen de la mayor o menor calidad de las investigaciones realizadas, las limitaciones de los resultados son coincidentes con las de los objetivos.

También hay que añadir en esa lista de descargos que, de todos los espacios religiosos que existían, apenas han llegado unos pocos hasta nosotros y éstos muy modificados; la kibla, con su mihrab, del pequeño oratorio del Mexuar de la Alhambra, el oratorio del Partal, la ermita de san Sebastián, de la que también hablaremos más adelante y el oratorio de la Medersa de Yusuf I, también notablemente transformados. A estos escasísimos espacios habría que añadir los restos excavados de la supuesta zawiya de la carretera de la Zubia que, tras una azarosa investigación, fueron enterrados de nuevo para, sobre ellos, construir la ampliación de la carretera que va desde Granada a ese municipio de la vega de Granada.

La razón de ese vacío, de esa ausencia es que, desde los primeros momentos de la conquista castellana, esos espacios comenzaron a difuminarse, a desaparecer a través de procesos que sería conveniente recordar con el fin de intentar rastrear la existencia de alguno de ellos (6).

Como norma general la inviolabilidad de los bienes habices como donaciones pías, se mantuvo durante un corto periodo de tiempo, lo que permitió, en cierta medida, la pervivencia de escuelas, cementerios, morabitos y otros edificios mantenidos con ellos, dependiendo igualmente de los territorios en que se ubicaban.


«Yten es acordado e concordado que las rentas de las dichas algimas e cofradías e otras cosas dadas para limosnas e las rentas de las escuelas de avezar mochachos queden a la governaçión de los alfaquíes e que las dichas limosnas las puedan gastar e destribuyr como los dichos alfaquíes vieren que conviene y es menester. E que sus altezas no se entremetan en cosa alguna de las dichas limosnas ni ge las manden tomar ni enbargar agora ni en tiempo alguno para siempre jamás» (7).

Su mantenimiento era una exigencia que se solía plantear en los acuerdos de mudejarización inicial o en las negociaciones posteriores de esos acuerdos donde no había llegado la violenta aculturación que se produjo en el Reino de Granada tras la revuelta del 1500.

«En 1526 los moros de Valencia exigen algunas condiciones para su bautizo masivo a Carlos V, entre otras que los que habían sido alfaquíes se sustentasen en las mandas de tierras y posesiones que los moros habían hecho por vía de limosna…» (8).

Propiedades de habices

En Granada, ciertamente esta situación fue muy efímera y muy pronto

, tras la ruptura de las Capitulaciones, las propiedades y derechos sujetos a habices fueron cedidos al cabildo o a la Iglesia (9). A partir de ese momento una parte importante de esos espacios religiosos, y dependiendo casi siempre de su tamaño, fueron incorporados, de forma casi siempre ilegal, a viviendas de los nuevos ocupantes castellanos para pasar a cumplir diferentes funciones; en algunos casos simples habitaciones, pero también establos o corrales. Para desarrollar esas funciones, muchas de esas propiedades fueron simplemente derribadas, otras, sin ser anexionadas, quedaron en absoluto abandono hasta su desaparición igualmente. Otras, quizás las que más nos interesan desde el objetivo de su localización, se transformaron en espacios religiosos cristianos, aunque con tantas modificaciones que apenas son reconocibles en la actualidad.

De estos últimos, espacios religiosos modificados, las fuentes, fundamentalmente los habices, aunque también otros tipos de documentos o crónicas, nos hablan de una evolución hacia dos tipos de edificios sobre todo: ermitas e iglesias, aunque también aparecen algunos monasterios y conventos, como el de San jerónimo en el célebre morabito del Quemado en la actual ubicación del Hospital de san Juan de Dios.

Pedro de Medina narra con una sorprendente soltura el procedimiento habitual:

«… un obispo iba a la mezquita donde los moros se ayuntaban, según su seta mahomética, a hacer sus ritos y ceremonias y, entrando dentro el obispo, la bendecía y dedicaba a nuestra religión cristiana…» (10).

Aunque no siempre era tan fácil el proceso y a veces exigía algunas medidas imaginativas, como el caso que se narra en Valencia donde la mudejarización se mantuvo con algo más de normalidad que en el Reino de Granada:

«… Pretendían los moriscos que en el citado lugar de Azaneta existía la sepultura de un moro santo, a la cual desde antiguo acostumbraban concurrir con toda libertad, y «como si fuera en Fez», muchos moriscos de los pueblos comarcanos y aún de Ganada, Aragón y Cataluña, en número superior a veces a seiscientos, entre hombres y mujeres, que hacían el viaje descalzos, «como si fuera en romería». Y aconteció que, en la visita pastoral realizada en nombre del Arzobispo de Valencia por cierto Prelado, notó éste el escándalo producido por la celebración pública de las ceremo- nias mahometanas en la referida mezquita, y, por entender que su autoridad no era suficiente para ordenar el derribo de la misma, se limitó a señalar dentro del edificio algunas cruces de almagre, a fin de que, por estas señales, los moriscos en general, y los justicias y criados de D. Sancho, entendiesen que en adelante debían abstenerse de cumplir en tal lugar toda ceremonia mahometana. Al fin, la mezquita fue der ribada por orden de Felipe II» (11).

En cualquier caso, es bastante probable que la mayoría de estos espacios religiosos en el extrarradio de la ciudad y zonas rurales se convirtiesen directamente en ermitas en las que, incluso, se mantuvieron gran parte de las tradiciones islámicas existentes; sobre todo, romerías, que en tiempos islámicos solían celebrarse con el nombre de mussen, aunque también sometidas a curiosas transformaciones tendentes a su irremediable cristianización.

Desde esta consideración, es importante señalar además que, sobre esos edificios y sobre las propias prácticas que en ellos se desarrollan, se diseñaron desde los primeros momentos de la conquista castellana, pero sobre todo a principios del siglo xvii, estrategias específicas de eliminación y enmascaramiento, vinculadas a objetivos más amplios de aculturación de la sociedad granadina medieval.

Notas

·        3  Jerónimo Munzer, Viaje por España y Portugal, Madrid, 1991, pág. 288.

·        4 María Teresa Martínez Pérez, Las mezquitas de Granada en los libros de Habices. Anejo de Cuadernos de Historia del Islam, Granada, 1986.

·        5 Aunque la literatura científica sobre los bienes habices es variada, y en Granada hay lecturas imprescin- dibles a las que haremos referencia, las obras de Ana María Carballeria Debasa, Legados píos y fundaciones familiares en al–Andalus, (siglos iv/x –vi/xii), Madrid. CSIC, 2002, 416 págs. y de Alejandro Garcia Sanjuan, Hasta que dios herede la tierra: los bienes habices en al Andalus (siglos x al xv), Huelva, 2002, 492. págs., son dos textos que pueden aclarar cualquier duda al respecto. También Pedro Hernández Benito, La vega de Granada a fines de la Edad Media según la renta de los habices, Granada, 1990.

·        6  José Luis Orozco Pardo, Christianópolis. Urbanismo y Contrarreforma en la Granada del Seiscientos, Granada, 1985, pág. 67 y 68.

·        7  Miguel Garrido Atienza, Las capitulaciones para la entrega de Granada, Granada, 1910.

·        8  Pedro Longás, Presbítero, Vida religiosa de los moriscos, Madrid, 1915, pág. XLII.

·        9  Pedro Hernández Benito, La vega de Granada…, op. cit., pág. 10.

·        10   Pedro de Medina, «Del principio del reino de Granada», en Jesús Luque Moreno, La Granada del siglo

·        xvi.Testimonios de la época, Granada, 2013, pág. 191.

·        11  Pedro Longás, Vida religiosa…, op. cit., pág. LV y LVI.

Extracto del artículo Algunos morabitos, zawiyas y rábitas en el Reino de Granada.

 

domingo, 10 de octubre de 2021

CASTILLOS ANDALUSÍES DE MÁLAGA

 

CASTILLOS ANDALUSÍES DE MÁLAGA


PUBLICADO EL 6 ENERO, 2020 POR FUNCI


06
Ene

Autor del artículo: Francisco M. Romero

Fecha de publicación del artículo: 06/01/2020

Como decíamos ayer, son muy numerosos los castillos de Málaga, auténticos bastiones del pasado que resuenan en el presente, hitos de un ayer que es necesario conocer para saber por qué nos dirigimos inexorablemente hacia el futuro que parece aguardarnos con tanta saña.

Una senda de los castillos, fortalezas, baluartes, bastiones de la provincia que recorrer para recordar que nos asentamos en un vasto legado patrimonial y que la seguridad con la que contamos hoy en día no se alcanzó -sin esfuerzo ni dolor- de la noche a la mañana y que, ni mucho menos, es algo que esté garantizado por siempre.

Repartidos por toda la geografía de la provincia malagueña se localizan hasta 90 castillos, en diversos estados de conservación: desde las fortalezas restauradas y recuperadas que siempre han mantenido su utilidad, hasta el mero montón de piedras, testigos mudos del verdadero valor que la perspectiva del tiempo otorga a las cosas.

Así, diez castillos listamos en este comienzo de año en el que el peso de la fecha, 2020 d.C., hace que nos pongamos demasiado intensos y dramáticos.

Castillo de Álora

El castillo de Álora, en estado de ruina consolidada, se alza sobre un cerro vigilando la localidad desde hace siglos. Del castillo de Álora se conservan dos torres en buen estado, ya que han sido reconstruidas, y numerosos lienzos de muralla, con nichos adosados en su interior porque durante más de doscientos años ha sido empleado como cementerio.

Adosados a esta fortaleza se encuentran los restos de la antigua parroquia del pueblo, destruida por un terremoto y que hoy en día es la Capilla de Jesús Nazareno de las Torres.

La torre del homenaje del castillo de Álora está habilitada para su visita, y desde ella hay unas magníficas vistas de los alrededores.

Castillo de la Peña de Ardales

Como gran parte de las fortalezas malagueñas, el castillo de la Peña de Ardales está situado sobre un gran promontorio rocoso a 496 metros de altitud, dominando la localidad, asentada a sus pies, y la ancha llanura que se extiende en dirección a la Sierra de Peñarrubia y que constituye una de las entradas naturales hacia Málaga, de ahí su importancia estratégica.

El castillo de la Peña de Ardales está compuesto por las ruinas de un castillo medieval que data del siglo IX al XV, y una gran iglesia mudéjar del siglo XV, que contiene un impresionante artesonado y varias capillas barrocas. Se construyó durante la revuelta de Omar Ibm Hafsun y formó parte de sus dominios hasta que los Omeyas cordobeses pusieron fin a la rebelión con la conquista de Bobastro.

Esta fortaleza tiene comunicación visual con la torre almenara de la Sierra de Peñarrubia y el castillo de Turón.

A partir del siglo XIII, tras la conquista del valle del Guadalquivir por las tropas castellanas, el castillo de Ardales cobrará nuevamente importancia, pues la zona se convertirá en frontera entre Castilla y el reino nazarí de Granada, cambiando de unas manos a otras en varias ocasiones.

En la actualidad, del castillo también podemos diferenciar dos recintos amurallados. El exterior se adapta al terreno, bordeando el contorno de la peña sobre la que se edificó, configurando una planta irregular. El recinto interior, probable alcázar o residencia señorial situado en la parte más elevada de la peña, es de planta cuadrada, y tendría una torre en cada esquina.

En total se conservan nueve torres que rodean el perímetro de la peña, aunque es probable que otras hayan desaparecido. Una de ellas, quizás la del homenaje, cierra el recinto superior por el noroeste.

Castillo de Casares

Situado sobre un abrupto macizo de roca caliza y en lo más alto del pueblo, se alza el conocido como castillo de Casares. La arquitectura del castillo de Casares es irregular, adaptada al relieve, con dos entradas originales en codo, con puertas de arco, por las calles Villa y Arrabal.

Además de restos de la muralla, se conservan también parte de los muros y torres del alcázar, situados en la parte más elevada de la meseta.

Esta fortaleza servía de elemento de comunicación entre las ensenadas litorales de Manilva y Estepona, y las fortalezas, torres y aldeas del interior, así como con la ciudad de Ronda. Y es que desde su ubicación se dominan los valles, colinas y llanuras costeras que se extienden desde la serranía de Ronda hasta la bahía de Algeciras, teniendo enlaces ópticos con Jimena, Castellar y Gibraltar.

Los restos que se conservan de la fortaleza, así como los resultados de las diversas excavaciones realizadas en su solar, no arrojan datos sobre asentamientos anteriores al medievo. Así, las primeras referencias a esta fortaleza son de fuentes árabes del siglo XIII, cuando, formando parte del protectorado benimerín, Casares adquirió gran importancia como una de las fortalezas situadas entre el litoral del Estrecho y la Serranía de Ronda.

Castillo de la Duquesa, Manilva

El castillo de la Duquesa en Manilva se encuentra en la playa de La Duquesa y recibe también el nombre de Fortín de Sabinillas, por encontrarse junto a este núcleo costero.

El castillo de la Duquesa fue construido en el siglo XVIII por Francisco Paulino durante el reinado de Carlos III, con el fin de defender esta zona de las constantes incursiones de piratas y corsarios.

La fortaleza se construyó aprovechando unos viejos muros romanos y que apenas superaban un metro de altura. La estructura del castillo albergaba un destacamento para la caballería y otro para la infantería, así como un pajar, una cocina y una capilla.

Fue empleado como cuartel de la Guardia Civil durante años y, actualmente, es un lugar de encuentro de citas culturales y de ocio, además de albergar restos arqueológicos encontrados en la zona, por lo que este castillo nunca ha dejado de ser empleado.

Castillo de Lízar, Frigiliana

No se sabe con certeza cuando se construyó el castillo de Lízar de Frigiliana, si en el siglo IX -coincidiendo con la revuelta de Omar Ben Hafsun contra el emir de Córdoba- o durante el siglo XI -coincidiendo con la construcción de otros recintos similares por parte de los almorávides-.

El castillo de Lízar disponía de agua procedente de una acequia, que le llegaba a través de un pequeño acueducto y ocupó una superficie de unos 4.000 metros cuadrados. Ubicado en lo alto del pueblo, se conserva en muy mal estado: en la actualidad únicamente quedan de él restos de su cimentación y parte de la rampa de acceso.

Según las crónicas que nos han llegado de la época, esta importante defensa fue destruida por los ejércitos cristianos en el año 1569 por orden de Luis de Requesens, comendador mayor de Castilla, con el beneplácito de Felipe II, que deseaba acabar con todo lo que le recordara la rebelión de los moriscos y tampoco quería que volviera a ser refugio de sus enemigos.

No se conoce la estructura de su trama interior, pero sí la del trazado exterior, gracias a la conservación de algunos lienzos de muralla de poca altura y restos de muros. Así, la fortaleza cubriría la totalidad de la corona del cerro de Lízar. Además, se presupone que la defensa del castillo contaría con varias torres y por lo menos un acceso desde la cara sur, hacia el pueblo, aunque también pudo tener otra puerta en la cara norte, siendo un punto de acceso más fácil.

Castillo de Cártama

Sobre la agreste cumbre del cerro de la Ermita, desde la que se disfruta de inmejorables vistas de la Vega del Guadalhorce, un castillo musulmán del siglo X otea el horizonte: es el castillo de Cártama, que se erigió durante siglos como uno de los principales baluartes de la defensa de Málaga.

La ubicación estratégica de este castillo resultaba clara si tenemos en cuenta que vigila la Hoya de Málaga, el último tramo navegable del Guadalhorce, al pie de las sierras Espartales y la Llana, puerto fluvial durante la época romana.

El castillo de Cártama posee una planta rectangular, con doble recinto defensivo, de modo que el primero disponía de diez torres y, el segundo, que se acercaba a la ciudad, mantiene ocho torres y una torre albarrana.

Además, dicha fortaleza estaba preparada para soportar asedios con el apoyo, entre otras cosas, de un aljibe realizado en época califal. Este depósito está excavado en la roca, con forma cuadrangular cubierto con bóveda de cañón.

Fortaleza del Rey Chico o Castillo de Qasr Bunayra, Casarabolena

La Fortaleza del Rey Chico, también conocida como castillo de Qasr Bunayra, de Casarabolena data, en su mayor parte, del siglo X y está declarada como Bien de Interés Cultural, aunque de ella perduran pocos restos, en concreto varias torres y algunos lienzos de muralla.

Se cree que el castillo de Qasr Bunayr tiene un origen romano, aunque fueron los árabes los que le proveyeron de esplendor.

Concretamente, Umar ibn Hafsum, en el año 922, lo convirtió en su base de operaciones contra Bobastro, de modo que en esa época nazarí fue un bastión fundamental.

De hecho, es el principal exponente del antiguo asentamiento árabe en la localidad, creciendo a su alrededor la ciudad islámica amurallada, lo que acabo el día 2 de junio de 1485 cuando los castellanos entraron en el municipio y emplearon el asentamiento como fortaleza militar hasta el siglo XVIII.

Alcazaba de Ronda o Castillo del Laurel

La alcazaba de Ronda fue parcialmente destruida durante el asedio de Ronda en 1485 durante la Reconquista, trabajo que, cerca de 400 años después, terminarían las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Para rematar, además, la alcazaba de Ronda sufrió daños a principios del siglo XX como resultado de la ampliación de la calle de las Imágenes y la construcción sobre él de un internado que recibió el nombre de Castillo del Laurel.

Un viejo colegio internado que hoy en día está abandonado y cuyo patio se usa de aparcamiento. Queda muy poco de la estructura árabe original, y a pesar de que en numerosas ocasiones se ha intentado rehabilitar como hotel, la Junta de Andalucía nunca ha concedido los permisos necesarios para ello.

El posicionamiento primigenio de esta fortaleza obedecía a su una importancia estratégica para Ronda, ya que aprovechaba un espolón rocoso situado, adaptado con al menos dos líneas de murallas. En el interior, el castillo estaba protegido por un muro de torres fortificadas, encontrándose la torre del homenaje en el lado oriental frente a la ciudad.

De este modo, su situación permitía que la entrada a la ciudad y los dos arrabales pudiera controlarse desde la fortificación, formando, junto con la desaparecida Puerta de las Imágenes, un sistema defensivo casi inexpugnable, sólo vulnerable mediante asedio.

Castillo del Águila, Gaucín

En lo más alto del pueblo de Gaucín se encuentran las ruinas del castillo del Águila. Su origen es árabe y fue construido en el siglo XX.

Del castillo del Águila se conservan la muralla, la torre homenaje, los aljibes y algunos otros elementos, gracias ha que ha sido reconstruido en varias ocasiones, a lo largo de los siglos por su valor estratégico.

La última de dichas reformas tuvo lugar en el año 1808 con motivo de la Guerra de la Independencia, reforma que fue reforzada en 1842 durante la regencia del general Espartero. Hasta el siglo pasado estuvo artillado y guarnecido.

El castillo del Águila oculta un camino subterráneo de escape, obra de los árabes. Junto a la fortaleza, por la parte oriental, encontramos la ermita del Santo Niño, que en un tiempo fue habilitada como cuartel, y una de las torres del castillo, que se empleó como polvorín.

El castillo cementerio de Benadalid

Fuera del casco urbano de Benadalid, al norte de esta localidad, localizamos un viejo cementerio con torres cilíndricas que no es nada más ni nada menos que un castillo: el castillo cementerio de Benadalid.

No está claro el origen del castillo de Benadalid: no se sabe a ciencia cierta si se remonta a la época romana o a los siglos XIII o XIV porque es una de las fortalezas más extrañas en su adscripción medieval y la cita documental más antigua data del año 1286.

Su edificación es de planta regular y en forma trapezoidal, con el acceso principal en la base mayor y orientado al noroeste. Sus muros son de mampostería trabada con mortero de cal y cuenta con tres torres cilíndricas, a falta de una por causa de un derrumbe. En el centro del recinto se encuentra un aljibe subterráneo y junto al acceso hay otra torre de sección cuadrangular.

En su exterior se reviven, una vez al año que, como todo el mundo sabe, no hace daño, las luchas que debieron disputar las fuerzas moras (¿hoy en día hay que decir árabes?) y cristianas, alterando la calma y tranquilidad que reina en la zona durante la mayor parte del tiempo.