EL PROCESO DEL SAQUEO DE MEDINA AZAHARA
El año 1010 empieza la “fitna” o revolución que acaba con el califato de Córdoba. Los berberiscos o moros mercenarios del ejército, asaltan y destruyen las grandes creaciones cortesanas y acosados por el pueblo cordobés se encierran en Medina-Azahara, donde cometen toda clase de depredaciones y en un colosal incendio acaban con la maravillosa creación. En el asalto final, los últimos pobladores de Azahara se refugian en la Mezquita, donde la soldadesca degüella sin piedad mujeres y niños, y después de seis meses de saqueo y muerte, salen camino de los puertos tratando de regresar a tierra africana.
Tras
el gran incendio de la ciudad y tras el abandono de la misma por parte de los
contingentes berberiscos se inicia su saqueo y destrucción, vendiéndose como
chatarra por ineptos gobernadores de la ciudad los metales, como las chapas de
las puertas y los canales de plomo. Un siglo después, en el período almorávide,
se arrancaron columnas y piezas ricas para aplicarlas en lejanas
construcciones. Otro siglo mas tarde, los almohades siguieron utilizando los
materiales de Medina-Azahara allí donde levantaron sus grandes edificios, tanto
en Sevilla, como en Marraquech. El Alcázar de Sevilla contiene gran cantidad de
capiteles califales, que conservan las fechas y alabanzas a los califas
cordobeses. En los ventanales de la Giralda sevillana se cuentan 121 capiteles
procedentes de Medina-Azahara y solamente tres puramente almohades.
En
1555 se presenta el más antiguo proyecto de remate de la torre, proyecto que
fué rechazado por el cabildo. Era su autor el arquitecto Diego de Vergara,
Maestro Mayor de la Catedral de Málaga, y que proponía coronar la torre con un
remate piramidal, de madera de roble, forrado de “planchas de aletón morisco y
dado color dorado, lo cual relumbrará mucho tiempo”. Dos años después, en 1557,
el cabildo hispalense convova un nuevo concurso abierto entre arquitectos
españoles para solucionar el problema del definitivo remate, y el 5 de enero de
1558 se aprobó el proyecto presentado por el arquitecto cordobés Hernán Ruiz
Jimenez, el Joven, iniciándose de inmediato las obras del precioso campanario
manierista, que se remató en 1565. Esta obra arquitectónica se vió completada,
desde esta fecha, con el programa pictórico que, siguiendo las normas de
Pacheco, ejecutarón el maestro Luis de Vargas y su equipo, y del que apenas si
quedan vestigios en los paramentos de la torre.
Otro
siglo mas tarde, los almohades siguieron utilizando los materiales de
Medina-Azahara allí donde levantaron sus grandes edificios, tanto en Sevilla,
como en Marraquex. El Alcázar de Sevilla contiene gran cantidad de capiteles
califales, que conservan las fechas y alabanzas a los califas cordobeses. En
los ventanales de la Giralda sevillana se cuentan 121 capiteles procedentes de
Medina-Azahara y solamente tres puramente almohades.
Después de la conquista de Córdoba en 1236 por Fernando III el Santo, Medina-Azahara ya es solamente una lamentable ruina de la que se obtienen los sillares de sus muros para la construcción en Córdoba de iglesias, conventos, palacios y puentes. La ciudad palatina de Abderrahman había perdido hasta el recuerdo de su nombre y Ambrosio de Morales, el gran historiador y cronista de Felipe II, llegó a afirmar que las ruinas eran romanas, si bien Pedro Diaz de Rivas, cordobés contemporáneo, escribió un libro para demostrar que eran las del gran palacio árabe levantado por Abderrahman III.
Después de la conquista de Córdoba en 1236 por Fernando III el Santo, Medina-Azahara ya es solamente una lamentable ruina de la que se obtienen los sillares de sus muros para la construcción en Córdoba de iglesias, conventos, palacios y puentes. La ciudad palatina de Abderrahman había perdido hasta el recuerdo de su nombre y Ambrosio de Morales, el gran historiador y cronista de Felipe II, llegó a afirmar que las ruinas eran romanas, si bien Pedro Diaz de Rivas, cordobés contemporáneo, escribió un libro para demostrar que eran las del gran palacio árabe levantado por Abderrahman III.
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