GRANADA EN LA HISTORIA DE AL-ANDALUS
Granada
va a estar presente a lo largo de toda la historia de la España musulmana.
Territorialmente fue una de las más extensas de al-Andalus
Autor: Camilo Álvarez
de Morales y Ruiz Matas - Fuente: Escuela de Estudios Árabes (CSIC)
Granada va a estar
presente a lo largo de toda la historia de la España musulmana. Como provincia
(cora de Ilbira) dependiente de un poder central, primero los omeyas de Damasco
y los de Córdoba, como parte del imperio de los almorávides y los almohades
norteafricanos, o como reino independiente en dos ocasiones, el último de los
cuales, el Nazarí, cerró el ciclo histórico de presencia musulmana en la
Península.
La cora de Ilbira
Territorialmente
fue una de las más extensas de al-Andalus. Sus límites eran al norte la cora de
Yayyan (Jaén), al este la cora de Tudmir (Murcia) y el Mediterráneo, al sur
también el Mediterráneo y al oeste la cora de Rayya (Málaga) y Cabra.
Comparándola con la actual provincia, vemos que englobaba algunas plazas que
hoy son de Jaén (Alcalá la Real, Alcaudete, Castillo de Locubín y Huelma),
mientras que Baza y Huéscar, actualmente de Granada, formaban entonces parte de
la de Jaén. Se incluían en la cora de Ilbira gran parte de las tierras que hoy
son de Almería, con excepción de las zona norte de la Sierra de Filabres, que
se repartía entre Jaén y Tudmir. Otras dos plazas cambiaban de ubicación,
respecto a la división provincial de hoy. Eran Priego, actualmente de Córdoba y
entonces de Ilbira, y Alhama, hoy en tierras granadinas y en aquellos años
dentro de la cora de Rayya. El centro de la cora lo ocupaban las ciudades de
Ilbira y Garnata, esta última por entonces una simple aldea fortificada con una
población mayoritariamente judía. En general, se puede decir que en el siglo X
la cora estaba constituida por una zona central eminentemente agrícola, con la
Vega como máximo exponente, rodeada por tierras de explotación ganadera,
situadas, básicamente, en la costa, las Alpujarras y los Montes.
Granada se
constituye en reino por primera vez
Desde 1013 hasta
1090 Granada fue reino independiente bajo la familia beréber de los Ziríes.
Cuando cayó el califato cordobés, en un proceso que duró de 1009 a 1031, el territorio
de al-Andalus se fragmentó en diversos reinos independientes, que la historia
conoce como Reinos de Taifas. Desaparecido el poder central de Córdoba y con la
antigua capital sumida en una terrible guerra interna entre distintos grupos,
que acabó con la destrucción y el saqueo de la ciudad y de Medina Azahara, los
gobernadores de las principales ciudades de al-Andalus y los personajes más
influyentes de la antigua corte omeya se repartieron el poder.
En la antigua
cora de Ilbira se asentó la familia Zirí, beréberes norteafricanos llegados a
la Península a finales del siglo X. El nuevo territorio pasó a ser reino,
cambiando el nombre de Ilbira por el de Granada, por el traslado de la capital
del antiguo núcleo al nuevo asentamiento que llevaba este nombre.
En su momento de mayor expansión lo constituía toda la actual provincia de Granada y, además, parte de las de Málaga y Jaén. Los límites los marcaban las proximidades de Baza, Jaén, Málaga y Écija.
En su momento de mayor expansión lo constituía toda la actual provincia de Granada y, además, parte de las de Málaga y Jaén. Los límites los marcaban las proximidades de Baza, Jaén, Málaga y Écija.
Cuatro miembros
de la familia zirí ocuparon el trono. El primero fue Zawi ibn Zirí, al que
sucedió su sobrino Habus ibn Maksan, a éste su hijo Badis ibn Habus, con el que
el reino alcanzó su apogeo, siendo el último su nieto Abd Allah.
El reinado de
Badis va a estar marcado por su particular relación con la familia judía de los
Banu Nagrella y los sucesos ocurridos con los judíos granadinos. Esta familia
tuvo un importantísimo papel en la política y la economía del Reino, creando
tensas situaciones que culminaron el 1066 con un levantamiento de todo el
pueblo contra ellos y sus hermanos de religión, provocando una gran matanza.
A finales del siglo XI la presión cristiana sobre los reinos taifas obligó estos a pedir ayuda al otro lado del Estrecho, al imperio almorávide, de reciente aparición en el panorama político de su tiempo. Los almorávides vinieron a la Península dos veces entre 1086 y 1088, consiguiendo frenar el avance cristiano, volviendo, por tercera vez, en 1090 para asentarse definitivamente en al-Andalus, eliminando a los reinos taifas e imponiendo su gobierno. El primer reino que ocuparon fue el de Granada.
A finales del siglo XI la presión cristiana sobre los reinos taifas obligó estos a pedir ayuda al otro lado del Estrecho, al imperio almorávide, de reciente aparición en el panorama político de su tiempo. Los almorávides vinieron a la Península dos veces entre 1086 y 1088, consiguiendo frenar el avance cristiano, volviendo, por tercera vez, en 1090 para asentarse definitivamente en al-Andalus, eliminando a los reinos taifas e imponiendo su gobierno. El primer reino que ocuparon fue el de Granada.
El territorio
granadino durante el gobierno de los almorávides y los almohades
Al integrase en
el nuevo imperio, Granada albergó a un gobernador almorávide y tuvo un papel
importante en las operaciones militares de su época. Tras unos primeros éxitos
militares, los almorávides sufrieron varias derrotas a manos cristianas y ello,
unido a una relajación de costumbres y al descontento de la población andalusí,
condujo a su final. Mientras ocurría todo esto, en el Magreb se empezaba a
fraguar un nuevo imperio, el almohade.
Los almohades
llegaron a al-Andalus empujados por su afán expansivo y llamados por los
andalusíes ante la ineficacia de los almorávides en su lucha contra el avance
cristiano. Se puede considerar que ya desde 1146 la Península estaba ocupada
por los almohades, aunque Granada se mantuvo a favor de los almorávides hasta
1156, en que, viéndose aislada, se entregó.
Durante el
período de dominación almohade, como del almorávide, pocas son las noticias que
tenemos relativas al territorio granadino, pero hay que resaltar que Granada
siempre fue tomada como base de operaciones norteafricanas en el dominio y
control de la zona nordeste peninsular.
El Reino nazarí
Tras la marcha de
los almohades de al-Andalus, en 1228, siguió un breve período de lucha entre
varios señores musulmanes por la hegemonía de lo que quedaba de territorio
islámico. Uno de los personajes que más sobresalió fue Muhammad b. Nasr,
sublevado en 1232 en Arjona. Tras un pacto de vasallaje con Fernando III el
Santo, se consolidó en 1237 como soberano y fundador de la dinastía nazarí de
Granada, último bastión musulmán de la Península, con categoría de reino. Fue
la segunda vez que Granada ostentó este título.
El Reino nazarí,
abarcaba las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería, además de
algunas áreas pequeñas de Cádiz y Jaén. El número de gentes que habitaban
aquellas tierras se calcula en unas 300.000. Los grandes núcleos urbanos eran
Málaga, con 20.000 habitantes, Almería, con 9.000 y Guadix, con una población
que oscilaba entre 6.000 y 10.000 habitantes. Granada, la capital, tenía
50.000.
Desde los
primeros años de su existencia hasta su desaparición en 1492 en su historia los
periodos de paz alternaron con otros en los que las tensiones estuvieron
presentes, formando parte de un cuadro de luchas internas y externas. En el
exterior hizo y deshizo alianzas con Castilla, Aragón y los benimerines de
Marruecos, unas veces amigo, otras enemigo de cada uno de ellos, buscando su
supervivencia. En el interior, se vivieron graves situaciones provocadas por
las intrigas cortesanas, instigadas y mantenidas por las familias poderosas,
con los Abencerrajes, los Comixa, los Alamines y los Venegas, como más
representativos, que subían al trono o lo arrojaban de él a los soberanos según
sus intereses. Eran situaciones alentadas por Castilla en algunos casos, porque
favorecían su relación con Granada. Varios soberanos reinaron en dos ocasiones
distintas y uno, Muhammad IX, lo hizo en cuatro.
Fueron veintitrés
los sultanes de Granada. Trece llevaron el nombre de Muhammad, cinco el de
Yusuf, dos el de Ismail, uno el de Nasr, otro el de Sa`d y otro el de Abu
l-Hasan Ali. Algunos han sido más conocidos por un nombre distinto al que le
correspondía oficialmente, siendo los más destacados los de Abu l Hasan Ali,
conocido generalmente por Muley Hacén, que corresponde a la expresión árabe mi
señor Hasan, y su hijo Muhammad, el tan conocido Boabdil, equivalente a Abu
`Abd Allah.
La última guerra
civil y el fin del reino
La última guerra
civil del Reino nazarí de Granada se desarrolló entre 1482 y 1489. Los
protagonistas directos fueron, por un bando, Muley Hacén y su hermano El Zagal,
y, por el otro, Boabdil, hijo de Muley Hacen, que en 1482 huyó de Granada y se
rebeló contra su padre. Mientras, seguía la lucha contra los Reyes Católicos,
al fin los beneficiados de esta situación.
La muerte de
Muley Hacén en 1485 hizo que sus partidarios reconocieran como soberano a El
Zagal, que, al mismo tiempo que luchaba contra los cristianos, siguió su
enfrenamiento con Boabdil. Instalado el primero en la Alhambra y el segundo en
el Albacín, por las calles de Granada corrió la sangre de sus habitantes
alineados con uno u otro.
No pudiendo
mantener los dos frentes, El Zagal se entregó a los Reyes Católicos en 1489,
quedando como único soberano Boabdil. La postura de éste fue siempre ambigua.
Una política de vasallaje con los Reyes Católicos, que arrancaba de los
primeros momentos de su reinado, le llevó a una situación de alianza con ellos,
en los que las víctimas fueron los granadinos.
La figura de
Boabdil presenta un triste análisis. A lo largo de su reinado participó más
activamente en su lucha fratricida que contra los cristianos, y en las contadas
ocasiones que lo hizo contra estos siempre fue derrotado. Por sus intereses
personales comprometió la suerte de su reino en provecho de los Reyes
Católicos, sintiéndose más obligado a cumplir sus pactos con ellos que con los
musulmanes de sus tierras, a los que traicionó varias veces. Mal visto por sus
contemporáneos, de uno y otro bando, juzgado culpable por los alfaquíes,
entregado a voluntades ajenas, los granadinos más motivos tuvieron para
reprocharle que para agradecerle. A finales de 1491, a espaldas de los
habitantes, pactó con los monarcas cristianos la entrega de la ciudad, que se
hizo efectiva el 2 de enero de 1492.
Así terminaba la
presencia de territorios musulmanes con dominio efectivo y oficialmente
reconocido sobre tierras de la Península.
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