EL TORMENTO DE LA TUMBA EN EL ISLAM
Primero, los muertos son torturados por las
lamentaciones de sus parientes. Los llantos y la desesperación durante el duelo
aterran a los difuntos, por lo que fueron prohibidos por el Islam. Estos
escuchan los pasos que se alejan de los que han asistido a su entierro y se
sienten solos y abandonados a su suerte. El creyente, a partir de entonces, se
siente en un lugar espacioso, mientras que, por su parte, el infiel se
encuentra oprimido por las paredes de su tumba y la claustrofobia será su
tormento, y una serpiente del infierno lo aterra y devora hasta que tenga lugar
la resurrección.
Dos ángeles de aspecto terrible (según
algunos relatos, negros con los ojos azules), llamados Múnkar y Nakîr, hacen
sentarse al muerto en medio de su tumba y lo interrogan sobre sus creencias. El
sincero responde con palabra firme y decidida, y entonces los ángeles le
muestran el lugar del que se ha librado en el infierno y el que le aguarda en
el paraíso, y entonces se le deja descansar hasta el Día de la Resurrección.
Pero el infiel no puede responder y tartamudea y los ángeles intentan
arrancarle respuestas azotándolo con una látigo metálico que lanza llamas: sus
gritos son oídos por todas las criaturas, salvo por los hombres.
La tumba puede ser para el hombre o un
paraíso o un infierno. Los ángeles de la misericordia descienden a buscar al
espíritu del sincero, y los ángeles del castigo acuden a por el espíritu del
infiel. Las almas de los creyentes se transforman en pájaros del paraíso y se
unirán a sus cuerpos el día de la resurrección (los mártires ya están en el
paraíso).
Estos sufrimientos son de carácter espiritual
(mientras que los que corresponden al Día de la Resurrección tiene una
naturaleza física). Por ello, afectan incluso a los difuntos que no hayan sido
enterrados por una razón u otra. La tumba
(el qabr), más que el lugar de
enterramiento, es el estado en el que se encuentra todo el que ha fallecido (el
Barzaj o estado intermedio entra la vida y la resurrección), y en ese estado
tienen lugar las visiones y sufrimientos descritos de modo inconexo en varios
hadices y que hemos resumido en los párrafos anteriores. Las penalidades en la
‘tumba’ duran un tiempo indeterminado (según algunos autores, hasta el Día de
la Resurrección; según otros intérpretes de los hadices, tienen un tiempo
determinado). Esos castigos son suspendidos los viernes y son aligerados por
las ramas que se planten sobre las tumbas mientras estén verdes. Existen otros
muchos detalles: las almas de los sinceros salen fácilmente de sus cuerpos,
pero la de los infieles son arrancadas a la fuerza por ángeles terribles
causándoles así tormentos severos. El interrogatorio en la tumba dura siete
días en el caso de los sinceros, y cuarenta en el caso de los infieles (pero
los mártires, los niños y los que han cumplido ciertos actos surerogatorios son
dispensados del interrogatorio).
Algunas
fuentes distinguen entre el castigo y la sensación de opresión en la tumba: el
sincero se verá libre del primero, pero no del segundo (por ello se habla
siempre del inevitable sufrimiento en la tumba). La opresión puede ser
aligerada por actos emancipadores en vida.
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