Said al-Andalusí: una evaluación del papel de la investigación y la ciencia en al-Andalus y en el mundo
Said utiliza un método historiográfico típicamente islámico, el de las tabaqāt o generaciones siguiendo de ese modo un orden cronológico en su análisis
-Autor: Prof. Dr. Andrés
Martínez Lorca - Fuente: Web Andrés Martínez Lorca
Toledo
brilló con luz propia en la Edad Media gracias a la Escuela de Traductores que
desarrolló una fecunda labor durante los siglos XII y XIII. La enciclopedia
griega y con ella las mejores creaciones de la ciencia árabe comenzaron a
manejarse en la Europa cristiana gracias al denodado esfuerzo de un amplio
grupo de estudiosos, menos protegidos institucionalmente durante el siglo XII
de lo que se suponía. Ese trasvase del árabe al latín y más tarde del árabe al
romance representaría un giro histórico en la cultura europea.
Pero
teniendo en cuenta que Toledo brilló con luz propia en la Edad Media gracias a
la Escuela de Traductores que desarrolló una fecunda labor durante los siglos
XII y XIII. La enciclopedia griega y con ella las mejores creaciones de la
ciencia árabe comenzaron a manejarse en la Europa cristiana gracias al denodado
esfuerzo de un amplio grupo de estudiosos, menos protegidos institucionalmente
durante el siglo XII de lo que se suponía. Ese trasvase del árabe al latín y
más tarde del árabe al romance representaría un giro histórico en la cultura
europea.
Pero
teniendo en cuenta que Toledo era una ciudad fronteriza de al-Andalus,
conflictiva en sus relaciones con el poder omeya y lejana del centro de la
ilustración en su época, es decir, de Córdoba, su incorporación a la vanguardia
científica peninsular fue tardía y tuvo lugar durante la etapa de las taifas en
el siglo XI. Una feliz conjunción, el apoyo decidido del rey al-Mamún a la alta
cultura y el trabajo inteligente del juez Said al-Andalusí en el patrocinio y
coordinación de un notable grupo de sabios, explican este sorprendente cambio.
De esa semilla brotaría más tarde, ya en época cristiana, esa luz civilizatoria
que haría de la ciudad del Tajo un símbolo de la ciencia medieval. Puede
decirse, por tanto, que la Escuela de Traductores hunde sus raíces en el núcleo
de hombres de ciencia aglutinados en el siglo XI alrededor de Said al-Andalusí
y Azarquiel.
I.- Said al-Andalusí, hombre de ciencia
Said
al-Andalusí (Almería, 420 H/1029- Toledo, 462 H/1070), juez o cadí de Toledo:
además de recibir las enseñanzas literarias, jurídicas y religiosas, estudió
geometría y lógica con el maestro toledano al-Waqqasi y astronomía y
matemáticas con el científico aragonés al-Quwaydis.
La
única obra suya conservada y que le dio muy pronto merecido prestigio es el Libro de las Categorías de las naciones (Kitāb Tabaqāt al-umam), que es una
Historia de la filosofía y de las ciencias desde los orígenes históricos hasta
su época. Escribió también una obra de astronomía titulada Corrección de los movimientos de los astros,
por desgracia desaparecida. Ello ha influido en que su fama como historiador de
la ciencia haya oscurecido su valía como notable astrónomo. Con toda
probabilidad, era un tratado de astronomía en el que explicaba las teorías de
los astrónomos indios y árabes con las modificaciones que las investigaciones
llevadas a cabo en Toledo le aconsejaban introducir.
Trabajó
junto con el famoso astrónomo andalusí Azarquiel en el equipo científico que,
bajo la protección del propio cadí Said, se formó en Toledo durante el siglo
XI. Además, desarrolló una meritorio mecenazgo respecto a los científicos
toledanos, iniciándose así una verdadera escuela científica en la ciudad del
Tajo, precedente de las futuras Escuelas de Traductores, interesadas
especialmente en la transmisión a la Europa cristiana del legado científico
árabe. Tenemos un precioso testimonio de un autor judío toledano acerca de esta
valiosa labor científica que conviene ahora recordar.
“Finalmente, llegó el tiempo de los investigadores
especializados, que surgieron hacia el año 1040, como el sabio Ibn Said y sus
compañeros, que vivían en la ciudad de Toledo y en otras tierras de España,
unos doce hombres entre los que había judíos. ... Éstos se entregaron de
corazón a investigar y experimentar mediante la observación de las «señales»
celestes y no desistían hasta haber progresado en esta ciencia y esclarecido
muchos de sus principios. El mencionado Ibn Said era un sabio, un hombre
prestigioso y acomodado. Amaba la ciencia y a los que a ella se dedicaban,
trataba con ellos, compartía y ofrecía de lo que poseía a sus colaboradores,
sustentándolos y dándoles estipendios. ... Estos compañeros de investigación
instalaron en la ciudad de Toledo varios instrumentos de precisión para
observar y regular todo lo necesario para la verificación tanto de la posición
de los planetas y sus estaciones en el Zodiaco ... como de su velocidad en cada
cuadro cronológico y de la duración del año solar y del mes lunar. ... Desde
entonces hasta hoy, todos los hombres calculan el curso de los planetas para
cualquier tiempo ... según los principios que son llamados de Ibn Said y
Azarquiel” (1)
II.- Una temprana Historia de la ciencia: las Tabaqāt
Este
primer intento de Historia universal de las ciencias lo redactó en la segunda
mitad del siglo XI, poco antes de morir.
Said
utiliza un método historiográfico típicamente islámico, el de las tabaqāt o
“generaciones” siguiendo de ese modo un orden cronológico en su análisis de la
producción científica de los ocho pueblos que, según él, cultivaron la ciencia: indios, persas, caldeos, griegos, romanos, egipcios, árabes orientales y andalusíes y hebreos. El objeto de estudio lo constituyen las “ciencias de los antiguos”, es decir, la llamada desde la época helenística enciclopedia griega. Por eso, se desentiende de las “ciencias religiosas”, dejándolas de lado.
“generaciones” siguiendo de ese modo un orden cronológico en su análisis de la
producción científica de los ocho pueblos que, según él, cultivaron la ciencia: indios, persas, caldeos, griegos, romanos, egipcios, árabes orientales y andalusíes y hebreos. El objeto de estudio lo constituyen las “ciencias de los antiguos”, es decir, la llamada desde la época helenística enciclopedia griega. Por eso, se desentiende de las “ciencias religiosas”, dejándolas de lado.
1) Los orígenes de la ciencia: una valoración global
Said
concede un lugar de honor en la historia de la ciencia a la India, y así
escribe:
“La primera nación que ha cultivado la ciencia está formada
por los indios. Es una nación muy numerosa, posee un gran poder y está formada
por reinos importantes. Fue conocida por su sabiduría y todos los monarcas
precedentes y las generaciones pretéritas dan testimonio de su preparación en
las diversas ramas del conocimiento” (2).
A
la hora de concretar sus méritos, destaca su contribución en matemáticas,
astronomía y medicina:
“Los indios poseen un conocimiento perfecto de la ciencia
aritmética, dominan el arte geométrico y han adquirido un absoluto conocimiento
y conquistado un lugar preeminente en el estudio de los movimientos de los
astros, los secretos celestes y el resto de las ciencias matemáticas. Éstos,
además, son los seres que más saben del arte médico y los que mejor conocen las
propiedades de los medicamentos simples, la naturaleza de los cuerpos
compuestos y las particularidades de los seres creados” (3).
También
destaca la contribución de los caldeos a la ciencia antigua, en especial en las
ciencias propedéuticas, las matemáticas y las ciencias especulativas. Subraya
asimismo en las Tabaqāt sus elevados conocimientos en astronomía al afirmar que “se interesaron por las observaciones astronómicas” y “dominaron la ciencia de los secretos celestes” (4) .
asimismo en las Tabaqāt sus elevados conocimientos en astronomía al afirmar que “se interesaron por las observaciones astronómicas” y “dominaron la ciencia de los secretos celestes” (4) .
Sin
embargo, el modelo para el cadí toledano será la ciencia griega, tanto en las
ciencias físico-matemáticas como en las ciencias naturales. Hasta tal punto
admiraba a los griegos que llega a escribir que su lengua “es la más rica y majestuosa de todas”
(5).
El
personaje central en el amplio capítulo que le dedica a Grecia es Aristóteles,
quien, según él, “representa la culminación de la filosofía de los griegos” y es “el más ilustre de sus científicos” (6). Esa admiración de Said refleja una opinión generalizada en el mundo islámico medieval y sólo podría compararse con la fascinación que los árabes sintieron hacia Alejandro Magno, conquistador, estratega y, sobre, todo símbolo de la unión entre Oriente y Occidente.
quien, según él, “representa la culminación de la filosofía de los griegos” y es “el más ilustre de sus científicos” (6). Esa admiración de Said refleja una opinión generalizada en el mundo islámico medieval y sólo podría compararse con la fascinación que los árabes sintieron hacia Alejandro Magno, conquistador, estratega y, sobre, todo símbolo de la unión entre Oriente y Occidente.
Otros
científicos helenos que ocupan un lugar relevante en esta obra son
Hipócrates y Galeno en medicina; Apolonio de Perga, Euclides de Tiro y Arquímedes en matemáticas; e Hiparco y Ptolomeo Claudio en astronomía.
Hipócrates y Galeno en medicina; Apolonio de Perga, Euclides de Tiro y Arquímedes en matemáticas; e Hiparco y Ptolomeo Claudio en astronomía.
La
originalidad de los griegos en filosofía es justamente subrayada aquí por Said
al-Andalusí que muestra de este modo una acertada comprensión de la riqueza
intelectual de la llamada enciclopedia griega y de su fecundidad histórica.
“Los filósofos griegos son los que gozan de mayor
consideración entre todos los hombres y los sabios que ostentan una mayor
dignidad debido a su verdadero celo por todas las ramas del saber: las ciencias
matemáticas, las lógicas, las de la naturaleza y las especulativas, así como
por las ciencias políticas que tratan tanto de la familia como de la sociedad”
(7).
2) Desarrollo de las ciencias en al-Andalus
El
estudio de al-Andalus, sin duda el más extenso y original de toda la obra,
figura dentro del capítulo dedicado a la ciencia entre los árabes. Fueron éstos
quienes, en efecto, convirtieron unos siglos de ignorancia y oscurantismo en
época de recuperación, primero, de la ciencia griega y después, de notables
avances en todos los campos. Said reconoce el atraso inicial de los árabes y considera
como factor fundamental en este cambio el apoyo político de la dinastía abbasí
cuyos califas al-Mansur y al-Mamún buscaron en el imperio bizantino los libros
de los científicos y filósofos griegos para hacerlos traducir al árabe. Así fue
como, después de siglos de olvido, volvieron a leerse las obras de Hipócrates,
Galeno, Euclides, Ptolomeo, Platón y Aristóteles.
“Posteriormente, incitó a la gente a que los leyera y les
animó a estudiarlos; de este modo, se expandió el movimiento científico en su
tiempo y se alzó el imperio de la sabiduría en su época” (8).
Los
hombres de ciencia que para el cadí toledano más sobresalieron en el Islam
oriental, árabes y no-árabes, fueron Habas al Hasib, al Fargani, Ibn al-Adamí,
al-Battani y los Banu Musa en astronomía y matemáticas, a los que habría que
añadir el nombre del astrólogo persa Albumasar, quien influyó en la astronomía
renacentista; en el campo de la medicina, Ibn al-Yazzar y sobre todo, al-Razi, “el mayor médico de los musulmanes”; y en
filosofía, al-Kindi y al-Farabi, siendo este último “el mayor filósofo de los musulmanes, sin duda alguna”. No
está de más recordar ahora, cuando tanto se denigra indiscriminadamente al
mundo árabo-islámico, que las traducciones árabes del griego vertidas
nuevamente al latín, así como las traducciones latinas de muchos escritos de
estos científicos árabes, circularon durante mucho tiempo entre los estudiosos
europeos sentando las bases no sólo del Renacimiento sino también de la ciencia
moderna.
Las
páginas dedicadas a al-Andalus en las Tabaqāt
muestran la competencia de Said como historiador de la ciencia. En ellas manejó
numerosas fuentes escritas y también testimonios orales que, unido a su
conocimiento directo de al-Andalus, le permitieron una fiel reconstrucción de la
ciencia hispano-musulmana. A la hora de explicar la génesis de la ciencia
andalusí a partir de una falta de tradición ilustrada, ya que las tropas
musulmanas que ocuparon la Península eran tan ignorantes como la población
nativa, señala estos dos hechos centrales: el proceso de arabización gracias al
cual se asimilaría la ciencia oriental y la recepción de la ciencia griega.
Desde la primera traducción del griego que se hizo en al-Andalus durante el
califato de Abderramán III, el tratado Materia
médica de Dioscórides, hasta los últimos comentarios a Aristóteles
escritos por Averroes a finales del siglo XII, la enciclopedia griega
constituye el hilo conductor de la ciencia andalusí.
En
su panorámica de las diversas ciencias cultivadas en la Península presta
especial atención a la astronomía, la medicina, la geometría y la aritmética.
Las notas biobibliográficas más extensas se refieren al matemático y astrónomo
Maslama al- Mayrití, al astrónomo Azarquiel, al médico al-Kattani, al
matemático y médico al- Bagunis y al farmacólogo toledano Ibn Wafid. No se
olvida de los científicos sefardíes, entre los que sobresalen el médico Hasday
b. Saprut y el joven matemático Abu Fadl Hasday b. Yusuf, aunque los incluye en
el capítulo final de la obra que está dedicado a los sabios judíos.
La
contribución andalusí en filosofía hasta la fecha de redacción de las Tabaqāt fue objetivamente modesta. En el
bosquejo que de ella traza Said resaltan estos tres nombres: Ibn Masarra,
primer filósofo andalusí, Ibn Hazm de Córdoba, espíritu enciclopédico y
jurista, y el judío malagueño Ibn Gabirol cuyo tratado La fuente de la vida representa la obra
especulativa más ambiciosa en este campo.
III.- Conclusiones
III.- Conclusiones
1.
Para Said el modelo de ciencia es la ciencia griega.
2.
Unión entre investigación científica y trabajo historiográfico en el cadí
toledano.
3.
Búsqueda de objetividad en las Tabaqāt,
al margen de prejuicios ideológicos o religiosos.
4.
Espíritu crítico como historiador de la ciencia que le lleva a discrepar
razonadamente de algunos científicos y filósofos medievales tanto de Oriente
como de Occidente.
A
Ibn Hazm de Córdoba le reprocha que, en su oposición a determinados puntos
fundamentales de la Lógica aristotélica, lo que muestra es una débil
comprensión de ésta; a al-Razi le censura su aversión hacia Aristóteles, pues
el racionalismo del Estagirita le parece superior en el plano filosófico a su
gnosofía; en cuanto a al-Kindi, le critica haber omitido el método analítico en
sus obras de lógica; disiente del matemático y astrónomo zaragozano del siglo
XI Abd Allah b. Ahmad respecto a determinados argumentos empleados por él sobre
el sistema del Sindhind; discrepa del médico sevillano Abu Marwán b. Zuhr,
quien prohibía los baños por considerarlos perjudiciales para la salud; y
lamenta que el gran científico madrileño Maslama al-Mayrití no corrigiera los
errores de las tablas astronómicas de al-Jwarizmi.
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