LA
IDENTIDAD ANDALUSÍ (Axarquia, Guadalteba, Serrania de Ronda – Málaga)
(Pueblos blancos de Andalucía)
ولاغالبةالاالله
(wa la galiba illa allah). Divisa de la dinastía Nasrí de Garnata.
“En er fondo de un aljibe me encontré,
La tristesa que matara al rey Boaddil,
Y a la sombra de un armendro la dejé,
Por los montes de Guajar-Faragüit.
Por ver si cuando er tiempo de la mié,
La luz der pensamiento diera fló,
Y er pueblo recobrara su coló,
Verde y blanco origen berebé.
Ay niño der campo, ehpiguitah tiennah, echara corré
Desihle a la tierra, quer pobre la ehpera al amanesé,
Al amanesée, lamanesée, la tierra al amanesé.
Al amanesée, lamanesée, la tierra al amanesé.”
Carlos
Cano. Crónicas Granadinas
Con la reciente restauración del alminar existente en
la localidad de Corumbela, del término municipal de Sayalonga (Málaga), se perfila
así el que he dado en llamar “Triángulo andalusí,” compuesto por los
municipios de Salares, Archez y Sayalonga en la Axarquía malagueña, cuyos
vértices imaginarios son representados por los respectivos alminares existentes
en cada uno de ellos. Estas agujas verticales, que protagonizan la actualmente
llamada “Ruta del mudéjar”, tienen una antigüedad muy anterior a la
época en que empezara a emplearse este apelativo para los antiguos andaluces de
confesión islámica, forzadamente convertidos al catolicismo tras la conquista
del reino de Garnata. Aunque la austeridad de su construcción y decoración
indican influencia almohade, los expertos la sitúan en la época del reinado
nasrí, a partir del s. XIII. Así pues, se corresponden con época que fue de
pleno apogeo andalusí, si no ya en lo político, en que la conquista por los
reinos de Castilla y Aragón ahogó al-Andalus en el marco de las montañas
béticas, si en lo cultural y social, siendo aquella época tal vez la más
luminosa y espectacular de la arquitectura ibérica hasta día de hoy.
Pese a que algunos autores alegan la escasez de pocos
vestigios dejados por los antiguos habitantes musulmanes en las formas
populares o en las tradiciones constructivas del conjunto de España, la “sharquía”
malagueña (Alcaucín, Canillas de Aceituno, Sedella, Comares, Daimalos,
Benamocarra, Cómpeta, Frigiliana, Cútar, Benagalbón, Arenas, Archez, Salares,
Iznate, Sayalonga, Arenas, Periana, Alfarnate, Alfarnatejo) al igual que la
Serranía de Ronda (Igualeja, Pujerra, Genalguacil, Cartajima, Algatocín,
Alpandeire, Benalauria, Parauta, Casarabonela, Alozaina, Arriate, Grazalema, El
Gastor, Zahara, Benaojan, Benaocaz, Montejaque, Benadalid, Tolox, Yunquera) y
otros enclaves en las montañas béticas (Zuheros, Almedinilla, Carcabuey, Luque,
Zagrilla, Priego, Rute, Iznájar, en la provincia de Córdoba; Alhama de Granada,
Algarinejo, Montefrío, Lanjarón, Bubión, Alquife, La Calahorra, Órgiva,
Almuñécar, Bérchules, Válor, Guajar-Faragüit, Guajar-Alto, Albuñuelas,
Capileira, Pampaneira, Monachil, Cádiar, Albuñol, Laroles, Galera, Aldeire,
Ferreira, Güeneja, Trevelez, en Granada, Alcaudete, Alcalá la Real, Cazorla,
Segura, Iznatoraf en Jaén, Laujar, Alhama de Almería, Fiñana, Gádor, Bayarcal,
Andarax, Ohanes, en la provincia de Almería), además de quedar testimonio en
sus propios nombres, en su habla local y en muchas de las costumbres
criptoislámicas de sus habitantes, mantiene abundancia en representaciones
arquitectónicas humildes, procedentes de épocas anteriores a la conquista
castellana o al menos anteriores a la persecución y expulsión de la cultura
musulmana sobre suelo peninsular.
El término “mudéjar”, aunque de anterior
aparición en el vocabulario castellano (aproximadamente hacia el 1086 en que se
conquista Toledo por los castellanos), ha sustituido hoy día al más popular “morisco”,
por el que se denominaron posteriormente los antiguos habitantes de al–Andalus
de confesión islámica tras su conquista a finales del s. XV, a medida que iba
horripilando este término tanto por su semejanza al término “moro” o habitante
de berbería (el norte de África), referente de desconfianza e inestabilidad por
las incursiones de piratería y su proximidad étnico-religiosa al temible
“turco” del oriente que llegara a asolar en el s. XV el antiguo imperio de
Bizancio (las cenizas del imperio Romano), como por su irreductible condición
cultural durante decenios tras la conquista del Reino de Garnata, llegando a
desembocar en la Rebelión de 1568.
Resulta curioso como tras el sangriento aplastamiento
de aquella, no se produce el edicto de expulsión final de los moriscos hasta el
año 1609. Sus consecuencias, que a priori se suponen en la total exclusión de
suelo español, no pasó del destierro fuera de Andalucía, aunque acentuó
notablemente la persecución cultural (entendida en un sentido amplio que
incluye la religión) hasta la conversión forzosa de la mayoría de los antiguos
islámicos. “ Y es muy posible que a raíz de la expulsión quedara vedado
de un modo más o menos tácito el hablar de familias moriscas; que esto se
considerara una imprudencia de mal gusto” (CARO BAROJA). La oligarquía
musulmana, que, como en todas las sociedades viene a ser la minoría social
adinerada, bien se apegó al calor de los nuevos conquistadores, manteniendo su
privilegiada situación económica o bien marchó con sus posesiones en la medida
de lo posible a tierras del norte africano, donde la proximidad cultural era
mucho mayor y siempre esperanzados en una vuelta posterior no muy lejana. Las
aspectos más importantes de esta persecución social (que no racial) fue sin
duda la ocupación y posesión de la tierra, (en aquel tiempo la principal fuente
económica) materializada y constatable hoy día en los libros de repartimientos
de numerosos pueblos. Sus antiguos propietarios fueron desplazados u obligados
al servilismo bajo los nuevos posesores.
A ello se le acogió políticamente bajo un favorable
barniz religioso, en el que además de garantizar numerosas posesiones al
patrimonio eclesiástico, se aseguraba una pérdida de identidad que facilitase
la uniformidad y docilidad de la población, tanto ocupante como ocupada.
Hoy día, pasados ya más de veinticinco años de una
supuesta libertad religiosa, tras casi medio millar de imposición católica,
parece adecuado profundizar de manera seria en la pasada Historia de esta
tierra para ir dejando a un lado los prejuicios estereotipados que nos hablan
de una conquista armada por parte de infieles sarracenos venidos de Oriente,
con raza y cultura distintas, que sirve para justificar la conquista de los territorios
andalusíes por parte de los reinos del Norte, consiguiendo desterrarlos por
completo del solar ibérico para restaurar el antiguo sistema político
hispano-visigodo al amparo de la religión católica. No tiene sentido, que
después de obtener un estatus de autonomía, basado en los principios
nacionalistas propuestos por Blas Infante, considerado por todos “padre de la
patria andaluza”, se mantengan en los blasones heráldicos de la mayoría de los
municipios andaluces los símbolos de Castilla, León, Navarra o Aragón, en
perjuicio de los signos o símbolos propios de esta tierra y definitorios de la
identidad de nuestros pueblos. Identidad que sucesivamente pretende ser negada
por muchos, suponemos que temiendo a un posible repunte de tendencias nacionalistas,
tan mal vistas por algunos en estos tiempos que corren, pero que es clara y
definida para Andalucía. Cabe por tanto, recuperar la dignidad del nominativo “andalusí”,
al menos para aquellos elementos que en su día lo fueron, y ciertamente igual,
para aquellas conciencias que sientan el orgullo de compartir el suelo que bajo
el mejor sol de Europa fue capaz de irradiar riqueza y cultura al resto del
mundo civilizado.
“Los moriscos, pese a su voluntad de conservar sus
signos de identidad social, se sentían tan españoles como <<los
otros>>, lo que era tan legítimo como cierto; lo que no comprendían era
que aquellos <<otros>> creyeran que el ser español entrañaba el ser
cristiano viejo y no mostrar otras señas de identidad que las ya tradicionales
de los Reinos Cristianos, lo que también era cierto, pero no legítimo en su
exclusividad...
...Lo que condujo a la segregación social,
menosprecio, provocación, destierro interior, persecución y expulsión final de
los moriscos fue el tenaz mantenimiento de sus signos de identidad, que
llevaron a que fuesen considerados vicios lo que eran auténticas virtudes...
...La difícil existencia de los moriscos, las
indagaciones inquisitoriales, el desprecio, el odio, la guerra y los motines,
los destierros interiores y la amenaza permanente, hicieron que los propios
moriscos recibieran la orden de expulsión como un respiro. Dolidos, resignados,
expoliados al ser malvendidos sus bienes, asaltados en el camino y ya
embarcados, a veces mal recibidos donde fueron a refugiarse, muchos de sus
descendientes afincados en el norte de África, sobre todo los tunecinos,
guardaron sus recuerdos, incluso el lugar de su morada española y las llaves de
sus casas, hasta nuestros días. Así terminaron las últimas gentes de al-Andalus
islámico.”
(M. Cruz Hernández, El Islam de Al-Andalus, Historia
y estructura de su realidad social)
Acércate a tu Historia.
“Sierras Tejeda y Almijara”. Legado andalusí al natural
Antonio Pulido Pastor, invierno de 2.002
BIBLIOGRAFIA:
AGUADO BLEYE, P.: Manual de Historia de España.
Tomo I cap.
XXV a XXXIII, págs. 393-592, Tomo II
cap. II, págs. 29-71. Editorial Espasa Calpe 11ª edición. Madrid 1971
BASSAL, IBN: Libro de Agricultura.
Instituto Muley Hassan. Tetuán 1955
BENAVIDES-BARAJAS, L.: La Alpujarra morisca y
cristiana. La cocina y su Historia. Editorial Dulcinea. Granada 1.998
CARO BAROJA, J.: Los moriscos del reino de
Granada. Ediciones Itsmo, 5ª edición. Madrid 2.000
CORTÉS, J.: El Corán. Editorial Herder,
6ª edición. Barcelona 1.988
CRUZ HERNÁNDEZ, M.: El Islam de Al-Ándalus.
Historia y estructura de su realidad social. Agencia de Cooperación
Española. Madrid 1996
FANJUL, S.: Al-Andalus contra España: La forja
del mito. Siglo veintiuno de España editores. Madrid 2001.
FREUND, W.: Al-Andalus. Ocho siglos de guerra y
paz. Editorial Alhulia. Almuñecar. 2.000
GARCÍA MALDONADO, A.: El reino nazarí y Málaga.
En pos de un nuevo reencuentro. Diputación Provincial de Málaga. Málaga
1.985
HATTSTEIN, M. y DELIUS, P. (eds.): El Islam.
Arte y Arquitectura. Editorial Könemann. Colonia 2.001
HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J.: La Península
Imaginaria. Mitos y Leyendas sobre Al-Andalus. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Madrid 1.996
HERRERO MUÑOZ-COBO, B.: Vocabulario
español-árabe marroquí. Universidad de Almería, Servicio de
Publicaciones, Manuales Serie Menor. Almería 1.999
KARDABUS, IBN Al-: Historia de al-Andalus
(Kitāb al Iktifā’) 2ª ed. Ediciones Akal. Torrejón de Ardoz. 1.993
KHALLOUK TEMSAMANI, A.: País Yebala, Majzen,
España y Ahmed Raisuni. Univerisad de Granada-Diputación Provincial de
Granada, Serie Historia y antropología del magreb contemporáneo. Granada 1.999
MARÍN, M. y ZANÓN, J. (eds.): Estudios
Onomástico-Biográficos de Al-Andalus (Familias Andalusíes). Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. Instituto de Cooperación con el mundo
árabe. Madrid 1.992
MAKARIOU, S.: La Andalucía árabe. Editions Hazan-Institut
du monde arabe. Paris. 2.000
MÁRMOL Y CARVAJAL, LUIS DEL: Historia del
Rebelión y Castigo de los moriscos del Reino de Granada. Editorial
Arguval. Málaga 1990.
MARUGÁN GÜEMEZ, M.: El refranero andalusí de
Ibn Asim al-Garnatí. Ediciones Hiperión. Madrid 1.994
OLAGÜE, I.: La Revolución Islámica de Occidente.
Fundación Juan March. Madrid 1974
RIBERA Y TARRAGÓ, J.: La Enseñanza entre los
musulmanes españoles. Publicaciones de la Real Academia de Córdoba.
Córdoba 1925.
SIMONET, F.J.: Almanzor, una leyenda árabe.
Ediciones Polifemo. Madrid 1986
VV.AA. Colección Museo sin fronteras: El
Marruecos andalusí, El descubrimiento de un arte de vivir. Ediciones
Electa. Madrid 2.000
VV.AA. Colección Museo sin fronteras: El árte
mudéjar, La estética islámica en el arte cristiano. Ediciones Electa.
Madrid 2.000
VV.AA. Colección Museo sin fronteras: Los
Omeyas, los inicios del arte islámico. Ediciones Electa. Madrid 2.000
VERNET, J.: El Islam en España.
Editorial Mapfre. Madrid 1.993
VERNET, J.: Lo que Europa debe al Islam de
Al-Andalus. Ediciones El Acantilado. Barcelona 1.999
VERNET, J.: Los orígenes del Islam.
Ediciones El Acantilado. Barcelona 2.001
Plaza de toros de Ronda |
No hay comentarios:
Publicar un comentario