EL LEGADO ANDALUSÍ
(III)
9.3.-La difícil
pervivencia demográfica
Gran Enciclopedia
Andaluza del Siglo XXI
Tomo II páginas
283-300
( Gabriel Cano García.
y Francisco García Duarte )
Se trata
de ver qué parte de la población andalusí ( término usado por los propios
habitantes del al-Andalus para referirse a ellos mismos ) quedó asentada en el
territorio andaluz después de la conquista; englobando a musulmanes, judíos y
cristianos, porque muchas veces se olvida que todos los andalusíes no eran de
religión islámica. Desde la entrada de
las tropas castellanas en la cabecera del Valle del Guadalquivir a principios
del siglo XIII hasta la expulsión, oficialmente definitiva de 1614, transcurren
cuatrocientos años, durante los que, como veremos, hay muertes, expulsiones,
mantenimientos, regresos, asimilaciones…en un balance difícil. Y eso, por la
amplitud temporal del proceso, la
extensión del territorio andaluz, los problemas de las fuentes ( casi siempre
de tipo fiscal y, en consecuencia, no registra a la población pobre y marginada
), los errores y manipulaciones, etc.
Hay dos etapas claras, que coinciden también con dos
espacios, aunque conectados por intercambios fronterizos y de
exilios/repoblaciones: la problemática sobre la pervivencia andalusí después de
la conquista del Valle del Guadalquivir en el siglo XIII, y la población de
origen morisco que quedó en el antiguo Reino de Granada después de las
expulsiones. Sin embargo, veremos con algún detalle las fechas principales.
Primero desde la conquista de parte de
Valle hasta la revuelta mudéjar de 1264, en que arranca otro momento hasta la
caída del Reino granadino, aproximadamente las provincias actuales de Almería,
Granada y Málaga. Una tercera etapa transcurre
desde finales del XV a la rebelión de las Alpujarras en 1568-70. A continuación hay una
expulsión parcial de granadinos, parte de los cuales pasan a los Reinos
de Jaén, Córdoba y Sevilla ( más o menos las provincias de Huelva, Cádiz y
Sevilla ) y una repoblación, que en gran
medida venía a su vez de la parte
occidental andaluza, estableciéndose
una reubicación de moriscos y
descendientes de mudéjares en toda Andalucía, junto con los procedentes y
descendientes de otros lugares. Un quinto período va hasta 1614, fecha de la
última expulsión, y después veremos que
quedó tras ese largo proceso.
9.3.1.-Los mudéjares
del Valle del Guadalquivir
Se olvida que la conquista del valle del Guadalquivir se
hace contra el resto del imperio almohade, ayudados los reyes cristianos
por andalusíes hartos del dominio
norteafricano. Esta particularidad hace que muchas de las poblaciones andaluzas
lleguen a un pacto o pleitesía en virtud del cual reconocían la autoridad del rey
castellano; y, en otros casos, como en las principales ciudades donde existían
fuertes guarniciones del ejército almohade, se llega a una capitulación después
de una resistencia más o menos prolongada. Las guarniciones son expulsadas del país y los recintos
fortificados son tomados por los conquistadores, que desplazan a los musulmanes
a los arrabales.
La conquista del siglo XIII supone, a nivel demográfico, la
expulsión de la población militar almohade y sus más acérrimos aliados
musulmanes de estirpe andalusí, pero se mantuvo en sus pueblos y ciudades la
mayoría de la población, que en parte
era musulmana, pero también había cristianos y
judíos. No hay cifras de la población cristiana de al-Andalus pero sí
algunos datos que nos indican lo numerosos que eran en el siglo XII. Por
ejemplo, la incursión de Alfonso I de
Aragón por tierras granadinas, que en su
retirada se lleva consigo a más de 10.000. Los almorávides destierran al norte
de Africa a muchos de los que quedan (5.000 de éstos vuelven años más tarde a
repoblar Toledo) y después de todo eso se mantienen en Granada suficientes
cristianos como para enfrentarse al poder almohade de la ciudad años después.
Cabe pensar que la población cristiana
del valle del Guadalquivir sería también
numerosa en el momento de la conquista castellana.
En cualquier caso, hubo un descenso de la población andalusí
de la zona conquistada a raíz de la revuelta mudéjar de 1264, que solo llegan a
fraguar en algunas ciudades del bajo Guadalquivir; y la muerte o expulsión de
la población mudéjar de las que hablan las crónicas hay que circunscribirlas principalmente a esas
poblaciones y no a toda la baja Andalucía y una parte de ella fue precisamente
al Reino de Granada. La expulsión
completa de la población de una zona tan densamente poblada como Andalucía no
podía pasar tan desapercibida para la sociedad de la época; hubiese supuesto
una conmoción histórica como tiempo después pasó con la expulsión de los
moriscos en el siglo XVII. Tampoco la densidad demográfica de Castilla y León
estaba tan holgada como para una empresa de tan gran envergadura como la
repoblación del valle del Guadalquivir, que, por otra parte tenía ya extensas tierras cultivadas y se precisaba mano de obra, por
lo que, como veremos, esas campiñas
siguieron pobladas de mudéjares o convertidos. Y está documentado que
existían morerías a finales de siglo XIV
mucho tiempo después de 1264. Así se sabe de Sevilla, Córdoba, Écija, Priego,
Palma del Río, La Algaba o Archidona ( la zona de Antequera pertenecía entonces
al Reino de Sevilla y no a Málaga ).
Los mismos que
defienden que con la conquista y repoblación de Andalucía nace una “Andalucía
nueva, distinta de la hasta entonces existente y radicalmente transformada en
sus estructuras básicas -demográficas... ”(Manuel González Jiménez/ En torno a
los orígenes de Andalucía: la repoblación del siglo XIII, Universidad de
Sevilla, colección de bolsillo 1980. pág-13 ) reconocen que “no obstante, la población mudéjar existente
en Andalucía debía ser más numerosa de
lo que indican los textos que, por lo general, solo aluden a aljamas legalmente
constituidas. A esto moros habría que añadir los pequeños grupos o individuos aislados que vivían en la región
y, en especial, los que servían en las
casas y propiedades de los poderosos como criados, esclavos o libertos (
Gónzález, 1988, p. 75 ).
Y. así mismo aceptan la escasa fiabilidad de las fuentes:
“en algunos casos, del repartimiento sólo han llegado a nosotros simples
nóminas o listas de pobladores, casi todas ellas de escasa fiabilidad”....
”.(pág-24) “Nunca llegaremos a conocer,
ni siquiera de forma aproximada, el número de las personas que acudieron a
establecerse en Andalucía a raíz de su conquista en el siglo XIII”.
”.(pág-45) Incluso se reconoce el
fracaso de la repoblación oficial a la que aluden las crónicas tendenciosas de
la época: “Es evidente que puede hablarse de un cierto fracaso, todo lo
relativo que se quiera, pero fracaso al fin, de la repoblación “oficial”
realizada en tiempos de Fernando III y de Alfonso X”. (pág-156)
Hay que insistir que
la documentación o era de repartos de tierras y, por lo tanto, no se refiere a
los vencidos, o son censos fiscales que no registran a esa población. Como dice
Collantes de Terán ( ) , refiriéndose
a un Padrón de Sevilla del siglo XIV, en el que aparecen 2.613 vecinos, que superaría los 4.000, si se
sumaran los sectores más pobres, eclesiásticos, los mudéjares, los judíos y una
población más o menos flotante, imposible de evaluar. Esto es, que, aplicando el índice cinco, Sevilla
tendría unos 20.000 habitantes, de los
que unos 7.000 no estaban censados; casi la tercera parte.
Puede decirse que a
finales del siglo XV la mayor parte de
la población de la baja Andalucía provenía de la que había en las
postrimerías del siglo XIII: una minoría
mudéjar y otra judía y una mayoría de
cristianos: unos descendientes de los propios cristianos andalusíes o de
musulmanes conversos, otros de cristianos repobladores descendientes de
andalusíes que habían huido al norte durante la dominación musulmana, y otros
descendientes de cristianos repobladores castellano-leoneses.
Es lógico pensar, como hacen Domínguez Ortiz y Bernard
Vicent en Historia de los moriscos, 1978,
que después de varios siglos desde la conquista del valle del
Guadalquivir, muchos de estos musulmanes terminaran integrándose en la sociedad
cristiana " Gracias a la acción del tiempo, que difuminaría la traza de los orígenes, un
cierto número, quizás elevado, de individuos de ascendencia musulmana,
quedarían plenamente integrados a los
cristianos." Antonio Domínguez Ortiz. Bernard Vincent. Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993
(pág-90)
De hecho, todos los musulmanes convertidos al cristianismo
antes de la conquista de Granada pasaban a ser considerados jurídicamente como
cristianos viejos, así lo recogía una disposición del año 1526. Esta
consideración de "cristiano viejo " la extiende otra disposición
de 1585 a todos aquellos
"por haberse convertido sus passados a nuestra sancta fee Catholica, antes
de la conversión general o venido de Africa a receuirla..." (citada por J.
Caro Baroja en Los moriscos del Reino de Granada, 1957). Aclarar estos aspectos sobre el origen de la
población de la baja Andalucía en el
siglo XVI es importante, porque la mayoría de los repobladores del reino de
Granada son andaluces, pero antes de
hablar de la repoblación principal, luego de
la guerra de las Alpujarras, veamos la situación del Reino nazarí
9.3.2.- Los moriscos
del Reino de Granada
9.3.2.1.-La situación
antes de 1568
Tras la conquista de Granada hay un breve período en que se
permite la religión musulmana y, aunque
hubo conversos ( en 1499, 50.000
personas en Granada según Lapeyre 1986 ), la mayoría de los autóctonos se
mantienen como mudéjares. Pero las
pragmáticas de cristianización
forzosa a principios del XV ( sobre todo la de 11 de febrero del 1502 en
que se plantea conversión o exilio ), a
pesar de las capitulaciones habidas en 1492,
hacen que la mayoría adquieran la condición de morisco tras el bautismo.
Sin
embargo, algunos prefirieron huir, lo que ocurrió principalmente entre 1504 y
1507, si bien las cifras sobrepasan
apenas la centena ( Galán, 1997, p. 81
), y pronto surge algo que está presente en todo el proceso, la cuestión económica.
La repoblación tras la conquista fue escasa y hacía falta mano de obra, por
lo que aparecen autorizaciones para que se permitieran trabajadores moriscos en
zona litoral ( por el contacto con berberiscos ), como los
casos que cita Galán, 1997. Uno es la orden por cédula real de 5 de abril de
1505 para que el corregidor de Granada
autorice “ a los moriscos a
labrar las tierras que el licenciado
Zapata había comprado en Albuñol, prohibiéndole que los prendiera, siempre, eso
sí, que dejaran sus mujeres o hijos en
los lugares que ahora viven o en otros
que estén apartados del mar” ( p. 107 ).
Cuando
hablamos de población granadina en estas fechas sólo podemos referirnos a
estimaciones que según se basen en unas u otras fuentes pueden dar cifras muy
dispares. Como dice Julio Caro Baroja ( 1957 ) "Los cálculos acerca de la
población morisca del reino de Granada y sobre la población total del mismo
reino en tiempos de Felipe II no pueden ser más que aproximaciones". Caro
Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976
2ª edición. (pág-81)
Ladero Quesada, en su libro Granada después de la conquista,
repobladores y mudéjares, 1993, cifra la población del reino de Granada
antes de la conquista en unas 300.000
personas. Laredo Quesada, Miguel Angel “ Granada después de la conquista,
repobladores y mudéjares”, Diputación de
Granada-1988 (pág-242)
Después hay una fluctuación de la población; por un lado
existe una "emigración" al
norte de África, que aunque no muy numerosa, sí es significativa porque afecta
a una parte de la nobleza nazarí con la familia real al frente. Por otro lado
existe un flujo de emigrantes cristianos "andaluces en su mayoría"
como reconoce el propio Ladero Quesada (pág-7) , hacia los nuevos territorios
conquistados. Esta primera repoblación "se centra sobre los núcleos
fortificados y abandona a la antigua población musulmana buena parte de la
tierra y de los lugares abiertos". (pág-6)Por lo que debemos pensar que la
proporción de nuevos pobladores cristianos con respecto a la antigua población
nazarí no sería muy importante antes de la sublevación morisca de 1569.
Si aceptamos la cifra de 50.000 vecinos moriscos (unas
250.000 personas) que nos da en su "memorial", Nuñez Muley ( "un
hombre prudente y conocedor de la realidad" como dice Caro Baroja “Los moriscos del reino de Granada, Ediciones
Istmo, 2ª edición, Madrid-1976, pág-82
los que había en el
reino de Granada antes de la sublevación, hemos de pensar que la población
morisca era superior a la cristiana. Estudios posteriores rebajan esos datos,
pero hay bastante coincidencia en que estarían en torno a los 160.000,
cifra publicada por Domínguez
Ortiz y Bernard Vincent en 1978 (
162.000 moriscos y 155.000 cristianos viejos antes de 1568 ); Vincent, 1985,
evalúa para 1561 la población andalusí en 164. 376 y la
cristiana en 127.606; Galán, 1997, obtiene la cifra la población morisca del antiguo Reino nazarí en 31.000 vecinos, esto es,
155.000 habitantes, de los que más de
20.000 en la capital. y otros cálculos demuestran, así mismo,
números y proporciones entre
ambos grupos muy similares a éstas.
Cuando se desciende al detalle de estudios comarcales y
locales según libros de Apeo tras la guerra de las Alpujarras, aparecen cifras
más altas, a veces sorprendentes.
Así en
la Comarca de Baza había pueblos con más del 90 % de autóctonos (
Zújar 503 vecinos, más de 2.500
habitantes, y sólo 39 familias repobladoras, Cano, 1974 ); algo parecido ocurre en el Valle del
Almanzora, donde Cantoria tenía 250 vecinos moriscos y 10 cristianos viejos (
Ferre, 1979 ); Guadix contaba casi el 80 % de moriscos ( Fernández Segura, 1990 ); entre el Valle de
Lecrín y las Alpujarras había más de 30.000 musulmanes en 1504 y, según
Domínguez Ortiz y Bernard, 1978,
“en las Alpujarras sólo había dos
o tres cristianos en cada aldea “ ( p. 43 ). Noticias de viajeros ratifican
esos datos, como la del alemán Jerónimo
Munzer en 1494, que en el pueblo almeriense de Sorbas dice: “ no hay más que moros” ( citado por García
Mercadal, 1952, p. 347 ); en Tabernas, “ no vive más que un solo cristiano, en
cuya casa nos hospedamos “ ( p. 348 ); y
en Guadix “…expulsados los sarracenos, está hoy poblada por cristianos
solamente…En las aldeas del término
todos, o la mayor parte son moros…gente muy diligente…que da al año más tributo
a su señor que tres cristianos juntos y son verídicos, justos y fieles “ ( p.
351-52 ). Esta cita es importante porque ratifica las razones económicas de la
presencia y posterior transigencia hacia esta población. Y, también porque,
comparando con los datos anteriores de
Fernández Segura, viene a confirmar que una cosa es la población urbana y otra la rural. En 1524 Juan Dantisco, embajador polaco en la
corte de Carlos V, escribía sobre
Granada que les había costado
trabajo encontrar hospedaje “ pues la
mayor parte de las casas son todavía de
moros, cristianos solo de nombre, que temen mucho a los forasteros, pero
especialmente a los españoles” ( García Mercadal, 1952, p. 805 )
9.3.2.2.-Expulsiones y
regresos tras la guerra de las
Alpujarras de 1568-70
Aunque la
población autóctona fuese mayoría, los incumplimientos de los pactos reales, la
presión de los poderosos más intransigentes y las dificultades de la
convivencia llevan a la rebelión de una parte de los granadinos que se hacen fuertes en las Alpujarras
liderados por Aben Humeya, verdadero nombre de D. Hernando de Córdoba y Válor. Derrotados tras una dura guerra, se
decreta la expulsión de los moriscos del Reino de Granada ( las tres provincias orientales del litoral andaluz ),
calculando Domínguez Ortiz y Vincent
( 1978 ) la deportación de 50.000
en noviembre de 1570 hacia Andalucía y Castilla, pero antes habían
salido unos 20.000 y después unos 10.000
( Vincent, 1971 ); 80.000
en total, aunque algunos autores calculan otras cifras; la más alta
próxima a los 150.000 ( según Tomás González teniendo en cuenta la disminución de ingresos
en la Corona ), cálculos que a Lapeyre,
1986, que cita al autor anterior, no le parece “ nada seguros” ( p. 149 ).
Al comparar estas cifras
con las anteriores a 1568, obtenemos distintos balances: si escogemos
las más altas de ambas fechas ( Núñez Muley y González ), habrían quedado unos 100.000 moriscos y, si
comparamos las más aceptadas de 160.000 y 80.000, respectivamente, se
reducirían a 80.000. El criterio de restar a las más bajas de 1568, las más altas de 1571, no parece
científicamente adecuado, y aún darían saldos positivos.
Pero queremos que en
estos cálculos se olvida algo importante: el crecimiento de población, de
manera que entre las cifras de finales del XV o principios del XVI y 1570
transcurren unos 70 años, en que existe un incremento vegetativo. No es fácil
saber en qué medida, aunque caben aproximaciones: la natalidad era cercana a la biológica sin restricciones,
en torno a 40 por mil habitantes ( hoy
en Andalucía sobre el 10-11 ) y la mortalidad, bastante más alta que la de
ahora ( 8 por mil más o menos ) se situaba en los alrededores del índice 20, lo
que arroja un incremento natural del 20 por mil o 2% anual. Las cifras
anteriores a la guerra de las Alpujarras no siempre se sitúan en una fecha
concreta; los 164.376 moriscos de 1561, según Vincent, nos da ( aplicando la
tasa citada en fórmula cumulada ) una población de 196.444 en 1570 y de 200.373
en 1571, por lo que si admitimos los
80.000 expulsado, el balance es de unos 120.000.
En cualquier caso, más allá de las estadísticas, que siempre
son difíciles de comparar, la mayor
parte de los autores coinciden en que
fueron muchos los que quedaron.
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978,
dicen que en el interior del Reino de Granada “ la
comunidad morisca se incrementaba
regularmente “ y una encuesta de 1580 censaba a 8.698 “ sin contar a todos
aquellos que escaparían al censo “ ( p.
68 ) y hubo pequeñas expulsiones después de la expulsión principal; la última
en 1585 en que salieron 404 granadinos hacia Extremadura, pero “ las
autoridades no podían o querían, a pesar
de la persistente movilidad de los moriscos,
organizar nuevas deportaciones “ ( p. 69 )
Lapeyre, 1986,
menciona las preguntas hechas a corregidores después de 1571 acerca de cuantos se marcharon y quedaron, pero
aquéllos no respondían siempre a todas
las preguntas. “Particularmente pocos se
arriesgaban a decir cuantos moriscos habían partido…” ( p. 150 ). En cambio sí consignaban altas cifras de
muertos, que arroja una mortandad media del 20 %
en total en 3 o 4 meses, lo
que resulta más que sorprendente, por lo
que que algunos “ pudieron fácilmente pasar por muertos y a
los corregidores no les interesaba declarar un gran número de infracciones…” (
p. 151 ).
Los
regresos están documentados, unos a sus mismos lugares de origen, muchos a
otros próximos, con apellidos cambiados,
unos en castellano otros topónimos o nombres de lugares, contando con el
consentimiento de las autoridades y las necesidades del trabajo en el campo.
Señalan Domínguez Ortiz y Vincent, 1978,
que al poco tiempo de asentar moriscos muchos se había marchado, como el
caso de 166 granadinos deportados a
Extremadura en 1584, de los que sólo quedaban 40 al año siguiente ( p. 88 ) Los
grandes crecimiento vegetativos de
algunos pueblos ( según tasas anuales
acumuladas calculadas por Cano, 1974,
para la Comarca de Baza, que alcanzan hasta casi el 40 por mil ) revelan
importantes regresos ( p. 28 ). Y el mismo autor incluye en la página 487 una
lista de los apellidos de moriscos de Zújar, según el Libro de Apeo de 1572 ,
algunos tan irreconocibles como Ballestero,
Caballero, García, Jiménez, Martínez, Navarro o Santiago, además de topónimos de lugares del mismo reino
granadino o de Jaén, como Cazorla,
Freila, Huéscar o Tabernas.
Abundando
en los testimonios citados acerca de la tolerancia de autoridades, véase lo que
escribe Lapeyre en 1986, página 155, en relación al mismo rey Felipe II, tras
conocerse que “ gran número de moriscos granadinos había regresado a su país de origen,
infringiendo así las órdenes reales “. Hay una reacción en 1582 para aplicar medidas ( hasta penas de
galera ) que fueron decayendo paulatinamente
por la intervención de la Junta de Población de Granada y “el rigor de
las prescripciones reales se atenuó poco a poco: el 13 de febrero de 1583 se trataba únicamente de ordenar a los moriscos
vagabundos que volviesen al lugar de su residencia que les había sido atribuido
“ ( p. 155 ). Es decir, ninguna medida para los regresados que estuviesen
asentados y trabajando. Porque no
olvidemos la necesidad de campesinos
y los beneficios fiscales que reportaban,
ni que antes de 1570 , como ocurría en Baza, según Castillo, 1995, “ como un 30 a un 40 % de la
población por aquellas fechas era de
origen musulmán, la mayoría de ellos obtuvieron su sustento sirviendo de mano
de obra barata en las fincas de los cristianos como jornaleros, arrendatarios y
censatarios “ ( p. 211 ).
Ese mismo autor,
al igual que otros, recoge la
adquisición de propiedades por parte de los moriscos, lo que no es más que el
complemento necesario de los atestiguados abandonos por parte de repobladores
cristianos, que recibían el lote, lo vendían y volvían a su tierra.
Entre 1587 y 1590 aparecen en Baza “ varias haciendas completas de moriscos
de la jurisdicción entre los bienes alquilados…La explicación es que la mayoría
de estas haciendas fueron reconocidas a sus dueños moriscos que pudieron
quedar tras la expulsión, pero en la mayoría de los casos sólo pudieron gozarlas de por vida o murieron sin sucesión. Al producirse esta
contingencia no se repartieron entre las suertes de los vecinos…, sino que pasaron a engrosar el Ramo de Censos Sueltos,
más concretamente los arrendamientos, que permitían mayor rentabilidad para la
Hacienda Real. Llama la atención que muchas de
estas haciendas eran pujadas y obtenidas por parientes de los antiguos
propietarios o incluso por el
propietario mismo ( si no se le había respetado su propiedad ) “, como la
familia Alférez o Jorge Martínez Chillón ( p. 194 ). Los detalles que
proporciona Castillo para Baza son sumamente ilustrativos, pues “parte de los morisco que permanecieron
con ‘orden’ en la ciudad
acudieron a las almonedas de las
haciendas de sus antiguos
correligionarios…mientras sus anteriores fincas eran subastadas” ( p. 217 ). Y
cita a compradores moriscos, como Luis
Enríquez, Juan Adán, Diego el Purchení
( Purchena es un pueblo de Almería ), “ seise de su
Majestad”, Juan de Carmona Almorox, Diego Pérez Zaheli o Juan de Ronda
Alhaquín. Más aún, algunos moriscos ejercían de intermediarios y “ trapicheaban y controlaban los
arrendamientos, subarrendándolos a terceros “, como Francisco Ramón o Andrés de
Zaraín ( p. 218 ).
Ya en 1974 Cano aludía a algunas de esas cuestiones, dado
que las propiedades de los moriscos del Reino de Granada fueron confiscadas en febrero de 1571y
pasaron a pleno dominio del Rey, que las
reparte mediante el pago de un censo enfitéutico, que independientemente de que
los arrendatarios fuesen morisco o cristianos, estuvo gravando el antiguo reino
nazarí hasta nada menos que 1868, estableciendo una discriminación fiscal que
tiene mucho que ver con el subdesarrollo secular de la zona.
Y además de todo eso,
hemos dejado para el final de este epígrafe
que antes de los regresos, hubo una parte de la
población morisca, que no fue expulsada. Por un lado porque
en 1572 se autorizaba a que entrasen en el reparto la
quinta parte de los antiguos
musulmanes y en algunos Libros de Apeo
así consta ( Cano, p. 29 ). Por otro lado, quedaban por lo general de forma
legal los menores de catorce años y los mayores de sesenta y algunos matrimonios mixtos. El abandono de
muchos repobladores cristianos preocupa por
efectos fiscales y de cosechas, por lo que una Provisión de 30 de septiembre de
1595 permite a los “ naturales del reino” tener propiedades. Cuando se
investiga con detalle en un pueblo o comarca
aparecen discrepancias fuertes en las cifras. Así por ejemplo Ferre (
1979 ) calcula un total de unos 11.000
moriscos antes de 1570, cuando Vincent, 1970, afirma que el número de
concentrados en Vera procedentes de la comarca para su deportación era de
3.000. Así, que aun admitiendo distintas delimitaciones de la comarca, parece
demostrarse que no todos se fueron. Y, como hasta ahora hemos rozado solamente
un aspecto importante de esta historia, cual es la repoblación, la abordamos
ahora.
9.3.3.-Intercambios de
población en el conjunto andaluz a fines del XVI
Con el
título del epígrafe queremos decir que
después de 1570 se producen traslados desde el Reino de
Granada a los de Jaén, Córdoba y
Sevilla ( esto es una parte de los moriscos
expulsados ) y, después, desde éstos
a Granada como repobladores cristianos, aunque algunos no lo fueran o descendiesen de antiguos mudéjares
asimilados. Vayamos por partes.
En primer
lugar, en la parte occidental de Andalucía ( abreviaremos así lo que hoy son las
provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz ) se había producido,
luego de trescientos años, una
asimilación de la población autóctona que quedó o regresó. A ello hay que sumar
los intercambios fronterizos y antes de la guerra de las Alpujarras estaban dispersos y agrupados en las llamadas
morerías, de las que “casi no había
ciudad castellana o andaluza de alguna
importancia que no tuviera la suya “. Y
estos núcleos de “moriscos antiguos”
quedaron muy reforzados con la
llegada de granadinos (Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, p. 80 ). Y tanto estos autores ( p 81 ) como Lapeyre, 1986 ( p. 154 ) proporcionan cifras de algunas
morerías andaluzas hacia 1580: en Sevilla y sus arrabales más de
6.000, Córdoba, 4.628, Jaén 2.100, Baeza 1.116, Úbeda 1072, Cabra 662 . Y entre
las diócesis de Córdoba y Jaén su,aban
más de 15.000 moriscos granadinos ( Lapeyre, p. 154 ). Incluso Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, incorporan listas de la
procedencia de moriscos en diversos lugares ( pp. 53-54 ), con lo que a las morerías más numerosas citadas antes,
hay que añadir las de Carmona , Ecija, Estepa, Osuna, Guadalcanal y Martos. Lapeyre, 1986, adjunta en sus libro
mapas en los que se localizan la presencia de moriscos en censos desde 1581 a 1610, resultando,
nada menos que 137 lugares.
En segundo
lugar nos referimos a los repobladores que van al Reino de Granada. La teoría
tradicional -que no se basaba en conocimientos documentados- de que la mayoría
de los repobladores venían de Galicia, Asturias y Castilla-León ( porque, eso
sí, es donde se hicieron las principales llamadas, que tuvieron poco eco ) está
siendo desecha por las nuevas investigaciones. Con respecto a los primeros
repobladores que llegan al Reino de Granada,
Ladero Quesada, 1993, afirma que "la mayoría de los inmigrantes
eran andaluces". Los repobladores que llegan después de la rebelión y
expulsión de 1570, también lo eran;
Bernard Vincent, tras analizar el origen de 10.000 repobladores
comprueba que la mayoría son andaluces, seguidos de lejos por
castellano-manchegos y murcianos y algunos casos aislados de otras partes.
Tan sólo
en las zonas limítrofes con Murcia, destaca esta procedencia; es el caso del
Valle del Almanzora, a dónde sólo llegan
el 13.5 % de andaluces ( la mayoría de Jaén
) y el 45.5 del reino de Murcia. Sin embargo ya en
la Comarca Baza, cerca también de
tierras murcianas, los repobladores de ese origen tras 1570 de Cúllar y Zújar
suman el 26.6 % y los andaluces el 37.4
( casi todos de Jaén ) más el 8.1 % de originarios, lo que da casi la mitad de
andaluces, mientras los castellanos suponen el 13.8 % (
Cano, 1974, p. 26 ). Los
repobladores del Condado de Casares (Málaga) provienen en un 82% del resto de
Andalucía, especialmente de la provincia de Cádiz (Rafael Benítez
Sánchez-Blanco; "Moriscos y cristianos en el Condado de Casares"
colección de estudios cordobeses. Diputación de Córdoba-1982. pág-237-239). Los repobladores de la pequeña
población de Dólar, en el marquesado del Cenete, provienen en su gran mayoría
(62%) de la provincia de Jaén. (Ricardo y Rafael Ruiz Pérez, "La repoblación de Dólar
después de la expulsión de los moriscos" 2ª edición, Editado por
Diputación de Granada y Ayuntamiento de Dólar. pág-50
De los repobladores del pueblo granadino de Alfacar, alrededor del 80% son de Andalucía. (Manuel Barrios Aguilera, "Alfacar morisco” coedición de la Universidad y Diputación de Granada,, 1984, pág- 108).
Seguramente nuevas investigaciones incidirán en la cuestión, pero, de momento,
queda comprobado ese trasvase de población entre las dos partes de Andalucía,
lo que vendría a justificar la importancia del
legado andalusí, por un lado, y
que las diferencias históricas entre el oriente y occidente andaluz hay que matizarlas mucho.
9.3.4.-La
expulsión de 1610 y los embarques hasta
1614
A finales
del silo XVI el Reino de Granada estaba “limpio” de moriscos oficialmente,
auque ya hemos visto que no era así que, sin contar los numerosos regresos,
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, cifran
en unos 10.000 ( p.81 ) y Lapeyre, 1986 ( recordamos otra vez que la edición
francesa es de 1959 ) en 8 o 9.000 personas, según el impuesto especial de la “farda”, creado en 1603, si
bien los datos derivados de fiscalidad siempre están por debajo de la realidad.
En cuanto
a la parte occidental ( Jaén, Córdoba,
Sevilla Cádiz y Huelva ) ya hemos visto el número de morerías y la
importancia de algunas; las cifras de
principios del XVII proporcionadas por Lapeyre ( pp. 181-204) demuestra el
crecimiento de las más: destaca Córdoba con 4 o 5 .000, Jaén, 2.225,
Baeza 1986, Priego, 1768, Écija, 1.100, Úbeda 1.001, Andujar 800, Cabra 749,
Alcaudete 401, Lucena 381, Beas de Segura 350, Quesada 335, Cazorla 322,
Santisteban del Puerto 305, Baena 274, El Carpio 264, Constantina 252, Utrera
231. Pasaban de la centena las morerías
de Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Alcalá de
Guadaira, Carmona, Alcalá del Río, Adamuz, Aguilar, Puente Genil, Bailén,
Bédmar, Cambil, La Iruela, Martos, Porcuna y Villacarrillo. Y se acercaban a los
cien en Alcalá de los Gazules, Aracena y
Castilblanco de los Arroyos. Nótese, a propósito de este caso y de otros que se trata de pueblos muy pequqños donde
una centena de moriscos “ oficialmente censados “ suponían una importante parte
de la población ( la g4ran mayoría en pequños núcleos jienenses ), incluso en
Sevilla, la más importante por cierto, casi eran el 10 % de la población total.
“ Con sus
7.503 moriscos, una buena parte de los
cuales en Triana, Sevilla era pues la ciudad de España que contaba con mayor
número de ellos…El hecho, aunque poco conocido, no tiene nada de extraño, pues
Sevilla, con más de 80.000 habitantes, era la primera ciudad de España. Diego
Ortiz de Zúñiga…pretende que había pocos…La explicación, nos dice el marqués de
San Germán, es que estos moriscos sevillanos estaban muy mezclados con los
‘cristianos viejos’… y ‘los moriscos de la Andaluzía les tengo por muy
ricos y que en el traje y lengua se nos parecen mucho mas que los del Reyno de
Valencia “ ( carta de San Germán en octubre de 1609, citada por Lapeyre, 1986, p. 182 ). Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen la publicación
de Gestoso, 1904, según el cual “
moriscos eran los alfareros que bajo el disfraz de nombres cristianos poblaban
los barrios de Sevilla, siéndolos también los que en pobres viviendas producían
riquísimas telas, labrados cueros, artísticas obras de metal de cobre o de
plata, armas, jaeces de caballos y demás
objetos de arte suntuario..Los libros
bautismales de la parroquia de Santa Ana
nos muestran cada paso pruebas de la clase de pobladores del extenso arrabal de
Triana en el siglo XVI “ ( p. 117 )
El 22 de
septiembre del 1609 se hizo público el bando de expulsión, en el que se
incluían una serie de excepciones, que ahora sólo enumeramos, siguiendo a Domínguez Ortiz y Vincent, 1978: los señores tenían derecho a nombrar al 6 % de las
familias para que se quedasen, se exceptuaba
a los que desde hiciera dos años
viviera entre cristianos “ sin acudir a las juntas de las aljamas”, y a los que comulgaran con licencia de sus párrocos, se
permitía quedar a los menores de cuatro años con el consentimiento de sus
padres y se obligaba a dejar a los niños de menos de siete años si los padres marchaban a tierras mahometanas ( “ sólo en Sevilla quedaron unos 300 menores, de cuyo sustento y educación se
hizo cargo el opulento cabildo hispalense “Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 187 ). También
permanecían los matrimonios mixtos si el marido era cristiano viejo, pero si lo
era la mujer ésta podía elegir en irse con la familia o quedarse. Así mismo los
descendientes de turcos y berberiscos que hubiesen venido a a convertirse y aquellos moriscos, que, “ según certificado de sus prelados,
hubieran vivido como cristianos. A los que tenían ejecutorias, privilegios o
pleitos pendientes sobre su calidad de
cristianos viejos o exención de la farda , se estaría a lo que resultara de los
pleitos “ ( Domínguez Ortiz y Vincent,
1978, p. 187 ).
Como se ve,
de entrada la expulsión no era general y
se dejaban puertas abiertas a numerosas exenciones, que debieron ser muchas a
juzgar por las presiones que para evitar la deportación o disminuir sus efectos hicieron sobre todo
los señores y algunas autoridades, más por razones económicas, de mano de obra barata, arrendamientos, impuestos, etc.. No
podemos hacer una enumeración de casos, pero citamos el de Úbeda, donde el
Consejo y el Cabildo defienden a “ los doscientos veçinos del reino de
Granada, poco mas o menos y en xeneral an sido jente pobre y de poco trato y
caudal sustentandose con su trabajo en
la labor de los campos y algunas tiendas de
fustas y simillas de poco valor, an vivido con demostración de fieles
cristianos…” ( Lapeyre, 1986, p. 182 ).
Además
muchos autores coinciden en que en Andalucía hubo más exenciones y, para
empezar, el bando de expulsión fue
posterior ( publicado el 10 de enero de
1910 ) y con mejores condiciones en cuanto a la venta de bienes. Lapeyre, 1986,
contabiliza 1.121 embarque por Málaga en
1610 y 825 por ese mismo puerto y Almuñécar en 1611, procedentes del Reino de
Granada, cifras que extraña al autor y a Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, y aseguran que no están incluidos los
moriscos de Archidona. Pero por muchos que fueran éstos ( un lugar cercano como
Lucena con 381 aparece como una morería
importante ) sumados a los 1.946
embarcados no tiene nada que ver con las
cifras calculadas antes sobre los moriscos que quedaron en las tres provincias
después de la expulsión de 1570. Eran las siguientes:
a) 80.000, según cifras aceptadas de residentes antes de 1568 ( unos
160.000 ) y los 80.000 expulsados que se calculan. Pero, aplicando las tasas
acumuladas de crecimiento vegetativo ya mencionadas antes entre 1570 y 1610 (
40 años ) resultaría una población de
176.000
b) Haciendo lo mismo, pero aplicando esas tasas desde 1561, datos de
Vincent, en 1610 habría 264.964 moriscos
c) Aplicando las cifras más altas de salidas en 1570 ( Tomás González
casi 250.000 ) con el mismo crecimiento vegetativo, en 1610 habría 110.000
Es decir,
que los dos mil embarcados, más los de
Archidona, más los resultados de la
segunda orden de expulsión , leída en
Granada el 30 de marzo de 1611 ( de la
que no hemos visto cifras, pero que “ concernía a varias categorías de moriscos
que habían conseguido eludir las anteriores “Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 188 ) dejan más de
100.000 moriscos con los cálculos más restrictivos. Las opiniones y
noticias, como veremos, avalan esas tesis. Pues, “ a pesar de todo, muchos de ellos quedaron en el reino granadino, ya
ateniéndose a excepciones legales, ya
confundidos y mezclados con la
población cristiana vieja, y con la
complicidad e ésta , que no sentía hacia ellos el odio que se manifiesta en
otras regiones “ ( Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, p. 188 ) porque habría
que añadir que muchos de los repobladores de 1570 eran
andaluces, moriscos de otros lugares y descendientes de mudéjares, como vimos. Hay documentación de
que oficialmente quedaron en Granada “
cañeros”, conocedores de tierras, tintoreros…
CUADRO
NÚMERO DE MORISCOS EN 1609, SEGÚN LAPEYRE, 1986
Provincia
Cádiz
Córdoba
Huelva
Jaén
Sevilla
Total Oeste andaluz
Lugares
11
20
15
31
23
100
Personas
428
4.209
305
9.181
9.950
24.073
En cuanto a la parte occidental de Andalucía, Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, recogen la cifra
de 29.939 salidas, proporcionada por Lapeyre, 1986, p. 253, sumando todos los
lugares ( Sevilla, 18.471 y Málaga,
además de unos pocos en Gibraltar y Almuñécar para los de Granada ),
fechas ( desde enero de 1610 a principios de 1612
) y destinos ( de los
17.569 salidos desde Sevilla en 1610, más de 8.000 iban a Ceuta y Tánger
), a los que hemos de añadir los 133 expulsados por Málaga en 1614, última
deportación. O sea, unos 30.000, que, si aplicamos, el crecimiento acumulado
vegetativo que venimos utilizando para la época ( 20 por mil ) da una población
base en 1570 de 13.636, lo que parece
muy inferior a la parte de los 80.000 granadinos expulsados, si bien
ratificaría los regresos.
Recordemos que,
Lapeyre 1986, cartografía 137
lugares con moriscos antes de 1609
y en la relación que aparece en las páginas 202-204, junto con
el número de personas, sólo constan 100,
como puede verse en el cuadro anterior, de forma que la cifra de 24.073 no es completa. De todas maneras
da la impresión que embarcaron a la gran mayoría de los registrados como
moriscos, lo que por otra parte es
coherente con el decreto de expulsión. Sin embargo, sabemos que parte de los
andalusíes de la zona occidental ya se habían asimilado desde mediados del
XIII. Y, si aplicamos las tasas acumuladas de crecimiento vegetativo del 2 % anual
entre 1570 y 1610, resulta que los
30.000 de la última fecha serían 13.636
en la primera, cifra muy baja, ni aunque
todo los embarcados fuesen descendientes
de granadinos, como apuntan la mayoría de
tratadistas. Más aún cuando ellos mismos afirman que de los 80.000
( y no digamos si eran 250.000,
como sugiere Tomás González )
expulsados en 1570, la mayoría fueron a la parte occidental de
Andalucía. Además después de las últimas
expulsiones hubo muchos regresos, cuestión de la que nos ocupamos ahora.
9.3.5.-Los avatares
tras la expulsión
Muchos
andalusíes iban dirigidos a Ceuta y
Tánger, plazas portuguesas, pero “ la unión dinástica realizada por Felipe II y
la proximidad geográfica nos autorizan a considerar los enclaves de Marruecos
como un anejo de Andalucía…y, si bien facilitaron el desembarco de exiliados en
tierra africana, sirvieron también de parada a los regresos clandestinos” Por
eso había noticias de múltiples retornos a Andalucía, donde “las autoridades
eran probablemente más indulgentes “ (
Lapeyre, 1986, pp. 219 y 224-225 ). En
la primavera de 1611 se enviaron nada menos que tres comisionados para investigar los grupos más importantes de sustraídos a la expulsión y retornados.
Uno estaba
en la Algaba, cerca de Sevilla, con unos 400, que supuestamente fueron
embarcados en septiembre de 1611, pero
un año después aun se preguntaban a los patrones de los barcos si habían
cumplido sus compromisos; con ellos y
con los de Archidona, que tenían ejecutorias a su favor y no consta su salida. Cerca de allí se averiguó que 250
moriscos de Osuna y dos localidades
vecinas habían obtenido permiso para
volver desde Málaga en 1610. El comisionado
enviado a Córdoba y Jaén, zonas con bastantes moriscos, como vimos, “ y
donde habían conseguido quedarse algunos,
especialmente en Jaén, Quesada y Adelantamiento de Cazorla, no parece haber
sido muy fructífera…Finalmente D. Tadeo
recibió de Madrid la orden de
acabar de una vez por todas y de llevar a Málaga a los moriscos que había
descubierto. Pero éste no llevó más que
270 personas…” “ En Granada D. Francisco
de Yrarrazábal…chocó con las autoridades locales, corregidores y regidores “ (
Lapeyre, 1986, p 221 ).
Tras la
partida de los tres comisionados, todavía se encargó en 1612 a Lópe
de Zerón de expulsar a los que volvían, pero tuvo también muchos
problemas con las autoridades. Y por entonces existía la impresión de grandes cantidades de
ocultaciones y regresos, como la que recoge Lapeyre ( p. 234 ) de un Memorial
de 1612, según el cual, y de forma sin duda exagerada, “ Andalucía estaría
llena de moriscos”. Pero también noticias concretas como las de Almería o
Sevilla, citadas por Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, p. 253. En
noviembre de 1612 se retiró al conde de Salazar su omnímodo poder “por estar ya hecho lo más esencial de la
expulsión “ y todos los pleitos y diligencias se pasan al Consejo de Castilla
con el descontento de los más intolerantes que veían facilidades para la permanencia de los moriscos. En el último embarque conocido, principios de 1614
en Málaga, sólo constan 133 personas y
en febrero “ se circuló a las justicias
orden de S.M. determinando que se
dé por acabada la expulsión …y que no se
admitieran más delaciones, salvo si se les probare que había vuelto del destierro…” ( Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, p. 224 ).
Pero la
tenacidad de los deportados no parece tener límite y se suceden las opiniones y
denuncias, como la del mismo conde de
Salazar en 1615. No obstante, como
señalan Domínguez Ortiz y Vincent, con el reinado de Felipe IV, la nueva
administración mantiene una postura muy distinta a la de sus predecesores con
respecto a los moriscos que quedaron y los que vuelven. En este sentido podemos
entender una petición de las Cortes de 1623 al Rey: " que S.M. mande que
no se trate más desto ahora ni adelante, y cese cualquier averiguación que en
estas causas estuvieren pendientes y no se admitan denunciaciones, ni de los
que están hoy en estos Reinos ni de los que se dijere han vuelto". La respuesta
del Rey a ésta y otras peticiones por el estilo era el de que no convenía hacer
pragmática, pero que se mandaría a las justicias que no admitiesen denuncias, y
que “ contra los sospechosos procediesen no como moriscos, sino como vagabundos".
Aunque las noticias menudean, según estos dos mismos
autores. En Granada, referidas a
importantes familias de la seda o la supuesta conspiración de 1650 desde el Albayzín; en Sevilla
acerca de un Informe emitido por la
ciudad en 1625, sobre “ la existencia de
grandísimo número de moros y moras, que se habían retirado tierra adentro por
habérseles prohibido la estancia en los lugares marítimos. Se reunían
viviendo en grupos numerosos en corrales de vecindad…”. “ Es seguro
que en este subproletariado
había, junto con esclavos moriscos en régimen de ‘cortados’, moriscos libres
que consiguieron burlar las órdenes de expulsión disimulándose entre la masa
anónima de la gran urbe “ ( p. 266 ). Y hay noticias de informes similares en
otros lugares ( Utrera, Villamartín , Delgado, 1986, p. 19 )
Estos moros ‘cortados’
“suministraban gran parte del peonaje de Andalucía; eran un proletariado
miserable, inquieto y mal vigilado, de los que más de una vez protestaron las
Cortes; en las de 1626 don Francisco Maldonado, procurador de Granada, dijo que
eran muy grandes los inconvenientes de
permitirse en Andalucía tanto
número de moros y moras, y de ellos
bautizados, que todos ellos eran
cortados y pagan jornales ( a sus
dueños, se entiende )…y esto le es de gran ganancia que en dos años queda horro
( libre ) el que ha costado 200 ducados y dejan un resto a fin de no ser
expelidos como manda la ley “( Domínguez Ortiz
y Vincent, 1978, p. 265 ). Cuestión ésta, tan importante, citada también por Caro Baroja, 1957, que añade “ que, sin duda,
fueron absorbidos, poco a poco, por la plebe “ ( p.263 ).
Siguiendo el relato, hay una noticia interesante sobre el viaje de un embajador marroquí en
1690-91, según un manuscrito de la
Biblioteca Nacional, que aparece en el libro de García Mercadal, 1952,
sobre “ Viajes de extranjeros por España y Portugal” , donde se menciona que la
mayor parte de las poblaciones que
visita ( Jerez, Lebrija, Utrera, Andujar ) “trae su origen de los Andalus”, lo que no deja de ser una
apreciación, sin duda exagerada, pero en algunos casos proporciona
detalles; como en Lebrija, donde
“algunos habitantes nos confirmaron en
la idea de que descendían de los Andalus, por cierta señal que no pueden
enunciar más que con la ayuda de un lenguaje embozado “ ( p. 1.223 ). O,
refiriéndose a Andujar, “ Toda la
nobleza de que gozan hoy consiste para los abencerrajes convertidos en
cristianos en transmitirse por herencia el privilegio de llevar sobre el hombro
una cruz dibujada sobre el vestido...Tal
es la señal con que se distinguen entre
ellos…Su número es incalculable, los unos reivindican esa genealogía y otros
no. Hay incluso algunos a quienes horroriza el oír hablar de ella “ ( p. 1.229 ).
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen este viaje a través de una traducción del árabe por el francés Sauvaire, y
dicen que esos embajadores
marroquíes “ al salir de Andalucía cesan
tales referencias, como si en la Mancha no hubieran encontrado rastros de sus
antiguos correligionarios…La valoración de este relato es difícil, por cuanto
en él se mezclan algunas noticias que parecen ciertas con otras exageradas o
totalmente falsas. Sin embargo, una cosa parece desprenderse con certeza: a
fines del sigo XVII había bastantes
familias andaluzas que recordaban, sin
ningún complejo de inferioridad, su origen muslím, aunque practicaran
sinceramente la fe cristiana “ ( p. 263 ).
Todavía en el siglo XVIII hay noticias de viajeros, citadas
por García Mercadal, 1952. El mayor W. Dalrymple había notado en
Ronda, 1774, “ que en el interior
de las casas las mujeres conservan una costumbre que viene de los moros: es
estar sentadas en el suelo sobre una artesa, con las piernas cruzadas” ( p. 648, tomo tercero ). Y existen también
documentos sobre Autos de Fe inquisitoriales
desde el principio ( véase Domínguez Ortiz y Vincent, 1978). Así entre 1727 y 1731, 226 personas fueron
perseguidas por la justicia en Granada por profesar el Islam y en 1728 todavía existían en Granada
descendientes de moriscos que continuaban con prácticas musulmanas como se
deduce del proceso inquisitorial que se
celebró ese año en Granada contra 46 personas de posición holgada. Y, como dice
Bernard Vicent en Minorías y marginados
en la España del siglo XVI Diputación de Granada. 1987. pág-142 "Hoy día
podemos admitir que hubo una presencia constante de cristianos nuevos en la
ciudad del Darro”
Es decir, como apunta Caro Baroja Caro Baroja, Julio, “Los
moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición.
"entre las
personas dedicadas a la industria de la seda y los empleados y letrados de
regular posición existían (en las
generaciones nacidas en Granada de 1680 a 1700) mahometanos que conservaban su fe
y que encubrían su origen bajo nombres cristianos y apellidos de los que más
habían sonado en el país al tiempo de la Reconquista o algo después_ Mendoza,
Guevara,. Enríquez.." (pág-247) y
añade Caro Baroja "Durante el siglo
XVIII Granada ... en la vida privada las viejas tensiones y problemas surgen de
vez en vez. Dentro de la aristocracia e hidalguía de la ciudad eran conocidas
las familias de ascendencia islámica. Sobre esto no hay que insistir. Pero de
lo que no se habla apenas es del elemento morisco permanente, acallado, incorporado a la sociedad cristiana, de su
proporción, sus hábitos, etc" (pág-245). Incluso en uno de los sitios que
más sufrió oficialmente la expulsión de los moriscos como la Alpujarra existían
familias de reconocido linaje morisco como recoge a comienzos del siglo XIX en
su diccionario el abate Miñano: "se dice que, a pesar del rigor con que se
ejecutó la expulsión de los moriscos, no se pudo evitar que no quedasen
diferentes familias" (pág-248) (Los moriscos del reino de Granada, J. Caro
Baroja). Aun podríamos añadir que en el siglo XIX algunos viajeros anotan la presencia de mujeres tapadas en
alguna localidades andaluzas, lo que sería anecdótico, si no formara parte de
un conjunto.
9.3.6.-Los andalusíes
que quedaron en Andalucía
Hemos
visto cifras que indican permanencias,
multitud de casos que así lo afirman y otros tantos de regresos y, si hubiese
más investigación local, resultaría un panorama bien distinto al que suele
admitirse. Si bien algunos estudiosos del tema, como los ya tantas veces mencionados Domínguez Ortiz y Bernad Vicent,
se plantean el tener que revisar todo lo concerniente a las cifras de moriscos
en general: "si esta hipótesis se confirmase habría que admitir que la
asimilación había continuado actuando y que el grupo no afectado por la
expulsión fue más importante de lo que aquí se ha creído". Antonio
Domínguez Ortiz. Bernard Vincent. “Historia de los moriscos” Alianza
Universidad- 2ª reimpresión- 1993 Pág-90 Y ellos que conocen el asunto opinan,
como hemos visto, que, sobre todo en Andalucía fueron muchos los que al final
quedaron o volvieron, debido a la proximidad, otra vez la situación, con
Berbería ( de los que incluso algunos que
se fueron con indiferencia o de buen grado retornaban ante un trato poco
favorable ). Las autoridades locales actúan generalmente de defensores, sobre
todo por razones económicas, y, aunque
hubo excepciones, la actitud fue de
escaso compromiso hacia Madrid, que
acabó por desistir.
Vamos a intentar una clasificación, que sirva también de
resumen de los que quedaron. Una parte, son moriscos que quedan legalmente por
diversas razones: servicios prestados a la corona, vida de buenos cristianos
convencidos (incluso hay moriscos que se hacen sacerdotes o monjas), por
intereses diversos para la administración ( conocedores de los terrenos y las
lindes, seises, determinados oficios, etc): moriscos esclavizados por derecho
de guerra (incluso algunos se ofrecen de
esclavos para salvarse de la expulsión); niños que quedan en
"encomiendas"; moriscos que vuelven del destierro y se hacen pasar
por cristianos viejos; moriscos que se integran entre los gitanos trashumantes;
y otros casos que iremos viendo.
9.3.6.1.-Los excluidos
deliberadamente
Entre los que se quedaron excluidos de las listas de
moriscos estaban los descendientes de bautizados antes de la conversión general
de 1500 que quedaban equiparados jurídicamente a los "cristianos
viejos". Entre estos están las 32 familias descendientes de los grandes
linajes que habían colaborado en la conquista del Reino. Son familias tan
conocidas como los Zegríes o los Venegas y
Bernard Vincent también habla de
otras familias que han prestado grandes servicios al Estado en el plano
religioso o diplomático, como los Albotodo, Alonso Castillo o la familia Marín.
A ellos habría que añadir los fieles miembros de la administración como los
magistrados o los notarios. Otros muchos son avalados por los obispos, nobles,
sacerdotes u otras personas influyentes aduciendo su sincera conversión
cristiana y su asimilación "castellana". Incluso se les da
"certificado" de cristianos viejos y en esa época existen muchos
contenciosos de personas que pretenden demostrar esa condición.
9.3.6.2.-Moriscos que
quedaron legalmente
Pocos años después de la expulsión de 1570 se hacen censos
por parroquias de moriscos que quedaron "legalmente" en el Reino de
Granada. El censo de 1580 hace mención de 8.698 personas, pero lógicamente en
esos censos no estaban los que habían quedado clandestinamente o los que habían
sido excluidos deliberadamente de la lista de moriscos. Porque, podríamos
preguntarnos, como hace Vincent en
1985 ¿Qué criterios utilizaron
los curas para definir a los moriscos? ¿No hubo falsas declaraciones
facilitadas por una inmensa red de complicidad? Bernard Vicent en Minorías y marginados en la España del siglo
XVI Diputación de Granada. 1987.
pág-269. Lo mismo opina Lapeyre ( 1986, primera edición 1959 ) que se
pregunta “si entre las personas denunciadas
no había víctimas de calumnias, como sucede con frecuencia en épocas
turbulentas” ( p. 235 ). Eso incluiría en las listas a cristianos viejos, dejando en sus sitio a
moriscos.
Los propios bandos de
expulsión de 1609 y 1610 establecían multitud de excepciones como el que
"en cada lugar de cien casas quedaran seis cabezas de familia, labradores
de profesión, con sus mujeres e hijos...., los niños menores de cuatro años,
cuyos padres o tutores estuvieran conformes en dejarlos, los hijos de cristiano
viejo y morisca, las moriscas mujeres de cristiano viejo, las cristianas viejas
casadas con moriscos y los hijos de tales matrimonios menores de seis años..
Por último, también los moriscos que "de tiempo atrás considerable, como
sería de dos años, vinieran entre Christianos, sin acudir a las juntas de las
Haljamas" (Marcos de Guadalajara,
citado por Caro Baroja, 1957 Caro
Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976
2ª edición, pág-226). Según el mismo autor, en el segundo bando también estaban
exceptuados de la expulsión los que volvían del norte de África con la firme
voluntad de convertirse al cristianismo; así como los clérigos, frailes y
monjas de ascendencia morisca, o los esclavos que quedaban del tiempo de la
rebelión del Reino de Granada.(pág-231) Es decir, que había muchos resquicios
para que una gran masa de antiguos musulmanes quedara "legalmente" en
su tierra.
El número de ejecutorias
pronunciadas a favor de sospechosos es muy alta y “ sea lo que fuere, lo cierto es que algunos
millares de personas ocultas en la
fronda burocrática, resultaron más difíciles de expulsar que las masas enormes puestas en movimiento en 1609 y
1610 “ ( Lapeyre, 1986, p. 235 ). El
conde de Salazar en 1611 se refería a 716 ejecutorias favorables a los
solicitantes y 416 apelaciones
denegadas (Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 249 ).
Niños moriscos en
"encomienda".
La Encomienda era una
figura jurídica por la que los menores de edad podían quedar al amparo de otra
persona bajo una serie de condiciones recogidas en contrato. Los
"encomendados" quedaban en "libertad", normalmente al
cumplir la mayoría de edad. Como dice Nicolás Cabrillana, Cabrillana, Nicolás
“Almería morisca” Universidad de Granada-1989, 2ª edición pág-319 1982,
"este fenómeno fue muy general, si no se ha conocido hasta el
presente ha sido por lo poco que se ha investigado en nuestros archivos de
Protocolos". Y añade: "Cabe
preguntarse si la encomienda de moriscos tuvo consecuencias en la etnografía de
la comarca almeriense; el número de niños que quedaron debió ser grande, aquí
no he podido documentar más que los 156 niños registrados ante el escribano
Cosme de Quevedo, pero se ha perdido la totalidad de los registros de otros
escribanos, y además las ocultaciones debieron ser muchísimas, pues el control
era muy difícil en épocas de tanto desbarajuste."
Y en la expulsión de 1610 habían pasado 40 años de la guerra alpujarreña, por lo que
“muchos encomendados acabaron fundiéndose con la población cristiana… contraen
matrimonio con familias cristianas
viejas pues dada la crisis demográfica
y económica…nadie renunciaría a
casarse con un morisco o morisca poseedor de un mínimo de 18 o 20 ducados..”
Texto de Cabrillana, citado por Domínguez Ortiz
y Vincent, 1978, (También en el libro de cabrillana pág- 320) que
añaden: Lo más importante en orden a la fusión de razas fue que hay documentos
en los que se tacha el origen cristiano nuevo, con lo que legalmente quedaban
asimilados a los viejos. ¡ Y esto, en la época en que la preocupación por la
limpieza de sangre alcanzaba en Castilla el paroxismo ¡ ( p. 251 ) . Hechos
como ,los narrados por Cabrillana para Almería
aparecen en otras investigaciones, como la de Benítez , 1982, para
Málaga.
Los moriscos esclavos
Otra de
las figuras bajo la que quedaron también bastantes moriscos era la de esclavo.
Después de la rebelión de 1569, la reducción a esclavos de poblaciones enteras
no fue infrecuente, aunque muchos de ellos recobraron su libertad -previo pago
de un rescate-, otros que no tenían medios económicos mantuvieron su estatus de
esclavo, sirviendo de mano de obra gratis de sus "dueños". Estos
esclavos no fueron incluidos en las listas de deportados porque lesionaba los
intereses de los propietarios, dándose
el caso de algunos moriscos se ofrecieron como esclavos para escapar
de la expulsión. Ya nos referimos a los
moros “ cortados” y su abundancia en Andalucía, 1.852, nada menos, en Málaga en
1613 ( Lapeyre, p. 223 )
9.3.6.3.- Los moriscos
que quedaron clandestinamente
Los camuflados como
"cristianos viejos"
No vamos a repetir las innumerables noticias y documentos,
pero, para comprender, el por qué muchos
moriscos pudieron quedar clandestinamente entre los cristianos viejos ( presentándose incluso como repobladores en
otras zonas distintas de las que son originarios ) tenemos que hablar de la
semejanza física con los cristianos viejos, cuestión sobre la que existe mucha
información.
Caro Baroja apuntaba en 1957 Caro Baroja, Julio, “Los
moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición. pág-90
que “contra lo que pudiera imaginarse, hacia 1550
o 1560 no cabía establecer gran diferencia racial entre la población morisca y
la cristiana vieja de muchos de los pueblos de Granada, Almería y Murcia. La
distinción entre unos y otros era de tipo social, no biológico." Aranda Doncel, Juan en "Los Moriscos en
tierras de Córdoba", Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros
de Córdoba, 1984. (pág- 103
" , basado en los censos municipales de 1579 y 1583,
que dan datos sobre el aspecto físico de los moriscos desterrados del Reino
granadino, sobre una amplia muestra de 1.509 personas, dice que una amplia
mayoría de los moriscos son de talla alta,
tez blanca, (siendo más acentuada en
las mujeres), seguida de la morena y tienen los ojos negros, seguidos de
los azules. El que hubiera una importante población morisca de tez morena no es
de extrañar por la abundancia de esclavos negros en al-Andalus que lógicamente
siguieron la misma suerte que sus señores. Vincent, 1985, afirma
en Andalucía en la Edad Moderna: economía y sociedad ( pág- 313)
que "la diferencia entre las dos
comunidades no se basa en el plano físico".
Todo eso se explica
porque la gran mayoría de sus antepasados provenían de la población autóctona
bético-romana. En este sentido es muy significativa la referencia que hacen los enviados de Jaime
II al concilio de Vienne (1311) ante el papa Clemente V sobre la población
granadina del siglo XIV después de haber pasado por Granada Ziríes, Almorávides
y Almohades: "Que en aquella sazón vivían en la ciudad de Granada
doscientas mil personas, y no se hallaban quinientas que fuesen moros de
naturaleza, porque todos eran hijos o nietos de cristianos". citado en:
Rafael Gerardo Peinado Santaella y José Enrique López de Coca Castañer/ Hª de
Granada, Tomo II, La época Medieval, siglos VIII-XV. Editorial D. Quijote.
Granada 1987. pág-96 El gran pensador
andalusí Averroes dice de los habitantes de al- Andaluz que “el color de tez que comprende a estos
biotipos más equilibrados es el blanco y esclarecido y el cabello... se
aproxima más al sedoso que al lacio". Y añade:" Este color y esta
clase de cabellos son raros en Arabia."
Ibn al Jatib, natural de
Loja, describe a mediados del
XIV a los granadinos de mediana estatura, tez clara y cabellos
negros.
La idea
simplista de que los habitantes de al-Andalus eran de ascendencia árabe no
tiene base científica ya que ellos mismo no se consideran así, salvo para
justificar su "nobleza" religiosa. Todo buen musulmán que se precie,
y más si es de posición social elevada, aspira a estar entroncado con la
familia del profeta o con alguien de su entorno. Es entonces cuando aparecen
las genealogías y los más ilustres personajes andaluces recién convertidos al
Islam o descendientes de musulmanes conversos buscan sus antecedentes en las
cercanías del profeta y cuanto más alto se está en la cúspide social y política,
más alto se apunta en la genealogía . Maestros en esto de buscar genealogías a
los ilustres andaluces eran los poetas aduladores de las cortes; entre ellos
han destacado, el hijo de converso, Ibn Hazm de Córdoba, e Ibn Galib,
genealogista y biógrafo andaluz del siglo XII. Este último nos dice: "Los
andaluces son "árabes" por su ascendencia genealógica, por su orgullo
y altiva independencia....Pero a continuación añade: "son indúes por la
importancia que conceden a las ciencias.....bagdadíes por su cortesía.....griegos
por su talento para descubrir el agua...(." Henri Pérez, “Esplendor de
al-Andalus”, Libros Hiperión, 2ª edición, Madrid-1990, pág-26), de lo que se
deduce claramente el sentido figurado de la consideración de "árabes"
a los andaluces.
Es por esta semejanza
física por la que se puede entender el que muchos moriscos desterrados al
interior de la península o al norte de Africa pudieran escapar y volver,
incluso como cristianos viejos repobladores. Así lo denuncia en 1610 Pedro de
Arriola, responsable de los embarques de moriscos en el puerto de Málaga, en
una carta dirigida a Felipe III: "Muchos moriscos de los expedidos del
Andaluzía y Reyno de Granada se van bolviendo de berbería en navíos de
franceses que los echan en esta costa de donde se van entrando la tierra
adentro y he sabido que los más dellos no buelben a las suyas por temor de ser
conosçidos y denunçiados, y como son tan ladinos residen en qualquier parte
donde no los conosçen como si fuessen
christianos viejos" Aranda Doncel, Juan en "Los Moriscos en tierras
de Córdoba", Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de
Córdoba, 1984. (pág- 371)
Esta
posibilidad de pasarse por cristianos viejos es resaltada por muchos autores,
como ya hemos visto. Recordemos lo que dicen Domínguez Ortiz y Vincent:
"En Granada también debieron quedar bastantes moriscos, ya ocultos, ya
haciéndose pasar por cristianos viejos, porque la dilatada convivencia con
estos les había hecho adquirir su habla y costumbres de tal manera que era muy
difícil distinguirlos." Antonio Domínguez Ortiz. Bernard Vincent.
“Historia de los moriscos” Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993
pág-261
También
los había que quedaban "escondidos" en sus propias poblaciones o
volvían clandestinamente con la connivencia de la población de "cristianos
viejos" asentados en el pueblo. Vincent, en Andalucía en la época
moderna... nos dice que "los miles que quedaron, vieron crecer su número
por los regresos clandestinos, que no cesaron nunca".(pág- 285) Y el mismo escritor nos da la clave para
entender este fenómeno: "La explicación de la ineficacia de las medidas
reales es muy sencilla. La casi totalidad de los moriscos que permanecieron en
Andalucía Oriental no pudo hacerlo más que gracias al consentimiento de los
cristianos. La compenetración desde principios del XVI entre las dos
comunidades, más fuerte en los medios urbanos de lo que se ha querido decir hasta ahora, había
hecho que los cristianos tomasen para sí algunos elementos de la civilización
contraria y que no considerase a la comunidad morisca como un bloque".
(pág-281)
Los moriscos
camuflados como berberiscos
Los berberiscos eran los norteafricanos que emigraban a la
península y que tenían un estatus que les permitía vivir libremente como
ciudadanos en el reino de Granada. Esta es una circunstancia que hemos visto
repetidas veces; por ejemplo, como dice
Vincent Bernard Vincent, ANDALUCÍA EN LA EDAD MODERNA: ECONOMÍA Y
SOCIEDAD, Diputación de Granada-1985
pág- 272
: "algunos moriscos no dudan en utilizar esta licencia
para hacerse pasar por berberiscos y así poder permanecer en el lugar". “
El 19 de marzo de 1607 vinieron a la ciudad de Granada muhos moros e moras de
Berbería con sus criaturas..viniendo a volverse cristianos, y por mandato de S.M. se les dio cogimiento en la ciudad de
Granada. Recibieron la fe…más de cuarenta
con sus mujeres e niños, a todos los cuales el arzobispo mandó vestir a la española…y a los que eran
casados en su secta los desposaron de
nuevo “ ( texto de Henríquez de Jonquera, citado por Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, pp. 257-58
).
Los moriscos trashumantes
Otra de las formas
que escogieron muchos moriscos para escapar a la expulsión era la de tener "oficios" trashumantes que le
permitían trasladarse de un sitio a otro sin tener que censarse en ningún
pueblo y así escapar al control de la administración. Entre ellos debemos
destacar, por su importancia en Andalucía, la de los moriscos que se integraron
en bandas gitanas trashumantes. Hoy vemos cómo muchas de las características de
los gitanos andaluces coinciden con las
de los moriscos, como zambras, bodas,
oficios, aficiones musicales, etc. son indicios de la existencia entre ellos de
muchos descendientes de moriscos (Barrios, Manuel “Gitanos, moriscos y cante
flamenco” Sevilla, RC Editor, 1989). Otros autores relacionan el flamenco con la música andalusí
y, concretamente, las tonás y siguirillas con las llamadas a la oración del
almuédano ( Lefranc, 2000, pp.47 y ss. ). Es frecuente entre los gitanos
andaluces denominar a los demás,
"castellano" y utilizar poco
el término payo, más común en otras zonas. ¿y quién puede llamar
"castellano" a otro en Andalucía si no es un andaluz?.
“Los moriscos de las grandes ciudades tuvieron
más oportunidades para esquivar
la expulsión y pasar desapercibidos
mezclados entre los bajos estratos, sobre todo en las ciudades
andaluzas, donde las bandas de vagabundos y gitanos debieron acoger a no pocos
de ellos. En cuanto a los moriscos de zonas rurales, , sin negar que algunos
señores procuraron, con éxito, conservar una parte de sus vasallos…la
distinción fundamental hay que establecerla entre moriscos no asimilados y los que estaban en vías de asimilación.
Estos últimos trataron por todos los medios
de quedarse o de volver, y en no pocos casos su tenacidad se vio
coronada por el éxito “ (Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 264 ).
Dentro de
estos moriscos trashumantes también tenemos que incluir a los arrieros,
trajineros, buñoleros-churreros, y "quinquis" , como vendedores de quincalla y no la acepción
actual de "delincuente". Como dice Pita Mercé en "Lérida
morisca" Rodrigo Pita Mercé en "Lérida morisca” Citado por Elena Pezzi, "Los moriscos
que no se fueron" Editorial Cajal, Almería-1991, pág- 175): "en realidad los
"quinquis" o en catalán "adobets", según nuestra opinión,
no son más que descendientes, tras varias generaciones, de estos moriscos
nómadas, que se quedaron en España y adoptaron la vida nómada para sustraerse
al edicto de Expulsión de 1610." En cuanto a los arrieros, estas
profesiones de tipo más o menos nómada ya eran desarrolladas por los moriscos
antes de la expulsión. De hecho muchas de las palabras relacionadas con la
profesión son de origen árabe, empezando por el mismo nombre que viene del
vocablo "harre" voz imperativa que se da a los mulos o caballos y que
es trascripción del árabe harri (¡anda ligero!) (Elena Pezzi, "Los
moriscos que no se fueron"). (Elena Pezzi, "Los moriscos que no se
fueron" Editorial Cajal, Almería-1991,
pág- 179)
Esta misma autora se refiere a los "majos" (
personas con unas características especiales, tanto en su estética como
en su idiosincrasia que coincidía plenamente con los moriscos ), que vivían,
sobre todo, en la baja Andalucía y en la incipiente gran urbe que estaba
creciendo en torno al Madrid de los Austrias gracias al aluvión de inmigrantes.
9.3.7.-Conclusiones
Hemos
visto un largo proceso de cuatro siglos desde la entrada de Castilla en el XIII
a las últimas expulsiones de 1614, en la que una parte de la población
andalusí muere o es deportada, pero otra
queda como musulmanes ( mudéjares ), primero, y, después,
como cristianos nuevos ( moriscos ) En ese largo proceso tiene lugar una
lenta de asimilación, sobre todo en la parte occidental donde el tiempo de
convivencia es mayor, si bien quedaban restos como moriscos antiguos y la
influencia de la frontera es importante, manteniéndose en las campiñas
sevillanas lo que se llamó la Banda Morisca,
La conquista del Reino de Granada, o parte oriental de
Andalucía, y, sobre todo, el final de la guerra de las Alpujarras en 1568-70,
origina un doble trasvase: de
moriscos hacia occidente y de repobladores ( algunos descendientes de andalusíes, e incluso
moriscos camuflados ) hacia oriente, homogeneizando más la población andaluza.
Hasta las últimas expulsiones de 1610 y 1614 habían pasado varias generaciones desde las rebeliones granadinas
y hubo también o0ortunidades de
integración. Tales deportaciones finales exceptúan a algunos y muchos retornan, manteniéndose la noticias de
ciertas prácticas al menos hasta el
siglo XVIII. La asimilación a estas alturas
es total y nada queda en la población que recuerde esa historia, pero
una parte del legado andalusí sólo puede explicarse por esa cierta y difícil
pervivencia.
Dos cosas para terminar; siendo un proceso tan largo y
en un territorio tan extenso, como el
andaluz, no procede generalizar ni en el
tiempo ni en el espacio. Decir que una ciudad, por ejemplo en el siglo
XIII, quedó vacía de moros para que
entrase el vencedor, como un acto poco
más que simbólico, no puede llevar a la afirmación de que eso ocurre en toda Andalucía
( entre otras cosas porque en el XIII, la mitad del territorio es
islámico ) ni pararse en el tiempo.
Porque inmediatamente los musulmanes
trabajan en los campos de alrededor y hasta el siglo XVII hay noticias, como
por ejemplo el caso de Sevilla, de una
importante población morisca, auque
algunos fueran esclavos. La segunda cuestión es que, conocida
esta historia, al menos en sus líneas generales y algunos casos
concretos, es difícil hablar sólo de
datos y hechos, sustrayéndose ( no
digamos alegrándose ) de la tragedia de
este pueblo, perseguido, humillado, expulsado
( a veces separando a la familia )…y,
sin embargo, con una tenacidad tan
comprobada para permanecer y retornar.
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