SEFARAD:
LOS JUDÍOS EN ESPAÑA ANTES DE LA CONQUISTA
LOS JUDÍOS BAJO ISLAM
La invasión de los árabes en el año 711 representó una liberación para los judíos y se pusieron al servicio de los nuevos gobernantes. Hubo una fuerte inmigración de judíos entre los siglos ocho y nueve procedente del norte de Africa. Ciudades como Granada, Tarragona y Lucena fueron llamadas "ciudades judías" por geógrafos árabes (siendo siempre una minoría, sin embargo). En la Edad Media la población judía de España fue la más numerosa de toda Europa. En las ciudades hacía falta gente que se dedicara a la administración y comercio lo que no les interesaba a los árabes ni beréberes; así que los judíos llegaron a ser expertos en estas áreas.
A partir del califato de Córdoba, siglo diez, y los reinos de tarifas después, los judíos alcanzarán un alto nivel de bienestar y cultura-se hablará después de la "Edad de Oro" judía.
Sabemos algo de los judíos en el reino nazarí por las crónicas árabes y en parte por las hebreas. Su condición jurídica corresponde a la de las gentes del libro, los dimmies, a los que el Islam concedía protección; estaban sometidos a ciertas obligaciones, tanto indumentarias como fiscales. Dicen que tenían que llevar un gorro amarillo en vez de turbante y que un sultán les obligó a los del emirato granadino a llevar un signo distintivo cuya naturaleza no precisa y un vestido que les diferenciaba de los musulmanes. Esta medida adoptada entre el 1314 y el 1325 para forzar a los judíos a pagar el tributo legal obligatorio siguió vigente a lo largo del siglo catorce. A pesar de estas prohibiciones, Muhammad V mostró una actitud benevolente hacia los judíos y respectó a los de Castilla en el transcurso de sus incursiones fronterizas. Después de asolar Jaén en 1367, volvió a su emirato con trescientas familias judías, evitando así que corrieran la misma suerte que sus correligionarios caídos en manos de su enemigo, Enrique de Trastámara.
LOS JUDIOS EN LA ESPANA CRISTIANA
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Existían importantes juderías en Barcelona y en los centros comerciales del Caminode Santiago, principalmente en León (sin embargo, no les permitían vivir en la ciudad de Santiago donde estaba la tumba del santo). En los reinos cristianos los judíos tenían siempre una situación jurídica especial. Se los consideraban como algo pertenecientes al tesoro real, una propiedad personal del monarca-entre hombres libres y siervos. Muchas poblaciones judías pasaron a ser súbditos de los cristianos con la reconquista de territorio musulmán y los cristianos se aprovecharon de ellos por su conocimiento administrativo. Los judíos sirvieron en los cargos públicos, especialmente en la recaudación de impuestos. Algunos se hicieron muy ricos y se convirtieron en los financieros del reino, llegando a ser lo que hoy llamaríamos ministros de Hacienda de los reyes de Castilla y Aragón. El tesorero de Alfonso VI de Castilla (época del Cid Campeador) era Yosef ben Ferruziel, llamado, Cidello. El acceso a la corte fue facilitado también por su conocimiento del árabe y de la medicina.
A mediados del siglo trece toda la península menos el reino de Granada, estuvo bajo el poder cristiano. Ésta fue la mejor época para los judíos especialmente en los reinos de Aragón y Castilla de Alfonso X
(El Sabio), y Jaime I . Toledo llega a ser un importantísimo centro de vida judía y de vida cultural también. Allí fue importante su labor como traductores y su profundo conocimiento del hebreo, árabe y también romance. A pesar de su aparente tolerancia de los judíos y moros, en Las Siete Partidas (obra legislativa) del gran AlfonsoX, se ve su deseo de apartarlos, mantenerles separados de las comunidades cristianas, y hacerles sentir inferiores y sin algunas libertades civiles. De todos modos, estas leyes no llegaron a implementarse pero nos dicen mucho de la actitud dominante con respecto a los no cristianos. En las Cantigas de Santa María, Alfonso X incluye muchos milagros hechos por la virgen en favor de judíos que luego aceptan el bautismo, sin embargo, en las miniaturas que ilustran los versos, se ve al judío esterotipado y burlado.
La situación de los judíos siempre había sido complicada en esa época. Por un lado, ejercieron cargos públicos de mucha importancia y también ayudaron en la repoblación de los territorios recién conquistados. Sin embargo, era gente no cristiana en un país que a partir de la reconquista de Toldeo había aumentado la idea de la guerra santa o cruzada contra el enemigo pagano, el musulmán. La necesidad de recuperar la tierra goda se confunde con la de eliminar la herejía. En los fueros de los nuevos territorios, tanto como en los antiguos, se mencionan a los judíos como gente diferente con normas de conducta discriminatorias. Vivían separados en juderías y tenían su propia entidad política y jurídica separada e independiente del municipio cristiano de la ciudad donde residían. La aljamaera la institución jurídica que agrupaba a todos los judíos de un lugar y regía su vida, elaboraba sus propios estatutos u ordenanzas que, una vez aprobadas públicamente en la sinagoga y recibidas la sanción real, servían de código civil y penal para la vida interna de la judería. Estas ordenanzas se basaban en las leyes rabínicas. Los tribunales judíos tenían jurisdicción penal, incluyendo la potestad de dictar la pena capital, encargándose el Estado de ejecutar sus sentencias.
La presión de la iglesia junto con la consolidación del poder cristiano dieron lugar al aumento del antijudaísmo. Parece que los reyes intentaron protegerles por tenerlos en cargos de mucha importancia en la corte y porque apreciaron su contribución a la economía. Sin embargo, el pueblo iba mostrando una mayor enemistad, quizás por envidia de su éxito económico y político o porque eran judíos los que con frecuencia recaudaban los odiados impuestos y prestaban dinero con intereses (actividad prohibida a los cristianos). También influía el hecho de que los sacerdotes fomentaban el odio. En 1391, el clima era propicio para un pogrom. Las palabras incendiarias del arcidiano Ferrán Martínez , terminaron por llevar a los cristianos de Sevilla a asaltar la judería sevillana, causando una matanza. Rápidamente, los asaltos y persecuciones se extendieron a otras partes del país. Algunas comunidades de judíos desaparecieron en este año y nunca se recuperaron. Enfrentados a un posible martirio por su fe, algunos optaron por el bautismo cristiano.
Hubo casos de conversiones de judíos principalmente con altos cargos quizás porque querían mantener sus puestos en el gobierno (esto fue más frecuente después cuando la alternativa era el exilio). La Disputación religiosa de 1263 (un debate entre las dos sectas durante el reinado de Jaime I) entre Nahmánides, rabino judío, y el converso Pablo Cristiano no convenció a casi nadie a convertirse; sin embargo, la de Tortosa en 1412 provocó la conversión de gran número de judíos. Muchas de las conversiones fueron provocadas por el miedo a la persecución, la expropiación de bienes o el exilio, es decir, que se hicieron sin la menor intención de una creencia verdadera. A estas personas se les ha dado el nombre de marranos o criptojudíos y practicaron en secreto el judaísmo (también acusaron a muchos conversos de la misma hipocrecía).
Los cristianos temían el contagio del judaísmo y empezaron a ser severos aún con los conversos. La Inquisición establecida en 1478 acabaría de dar el golpe de gracia a los judíos persiguiéndo a los judaizantes y conversos. La decisión de expulsar a los judíos tomada por Fernando e Isabel, después llamados "Reyes Católicos" (por su celo contra los disidentes religiosos) fue tomada debido sin duda a la presión de los inquisidores. El Edicto de Expulsión firmado el 31 de marzo de 1492 y hecho público un mes más tarde daba un plazo de tres meses para que todos aquellos que no quisieran convertirse al cristianismo salieran obligatoriamente de sus reinos. En aquel momento había alrededor de cien mil judíos o 2% de la población (un porcentaje más alto en las ciudades). En 1498 tuvieron que salir también de Navarra. En este mismo reino al judío extranjero que se encontraba en su territorio se le exigía o el exilio o la muerte.
Muchos judíos fueron a Portugal, de allí serían también expulsados más tarde, otros al norte de Africa, Marruecos, Túnez y Argelia, otros a Italia, Holanda, Francia, etc. Los de esta diáspora judía se conocen como los sefardíeshasta hoy. Se mantuvieron unidos gracias a la cultura y la lengua de sus raíces peninsulares.
CONTRIBUCIONES CULTURALES DE LOS HISPANOHEBREOS
Los judíos establecidos en la Península hasta el momento de la invasión musulmana no habían llevado a cabo ninguna tarea desde el punto de vista científico y cultural de que tengamos noticia. Después del 711, las condiciones cambiaron de modo radical. Las relaciones con el Oriente les facilitaron textos y materiales religiosos. En Córdoba, la abierta capital del poderoso califa, se empezó a ensombrecer la fama de la debilitada Bagdad, la vida espiritual trasplantada de Babilonia experimentaba un auge extraordinario. Se desarrolló una Academia cordobesa de gran prestigio que en su plan de estudios figuraban junto a las ciencias sagradas (Torah y Talmud) las incipientes ciencias profanas. El período conocido como la Edad de Oro dura por varios siglos. Lo que los judíos crearon en aquellos siglos conjuntamente con los árabes fue un auténtico regalo para todo Occidente: se convirtieron en los maestros de Europa.
La comunidad judía de al-Andaluz tuvo una oportunidad singular para desarrollarse, gracias a la exraordinaria carrera política de Abu Joseph Ibn Hasday ibn Shaprut (915-970). Nacido en Jaen, fue un famoso médico y farmaceútico. Los servicios prestados a Abd al-Rahman III le colocaron en la cumbre de la influencia política. Manejaba con igual soltura el árabe, el hebreo y el latín, lo cual le convertió en el interlocutor idóneo de los embajadores que visitaban la Corte de Córdoba. También curó la obesidad de Sancho I de León, preparando la sumisión de este reino, borrando la humillación de la batalla de Simancas. Negoció en el 944 un tratado comercial con Constantino VIII de Bizancio, y aprovechó este momento para traducir al árabe el tratado médico de Dioscorides, desde una versión latina. Hasday es importante también por haber sido el creador de la gran escuela talmúdica española.
En el período del Califato, los judíos prosperaron junto a los árabes que apreciaron sus aportaciones intelectuales y se hermanaron contra el símbolo de la Cruz. Ya indentificados con los árabes, no vacilaron en vestirse como ellos, en adaptar sus costumbres y su lengua. El Califato creció también con la llegada de muchos judíos perseguidos de Oriente. Los escritores siempre pertenecían a la élite y se les conoce como poetas cortesanos.
Con sus descubrimientos y experimentos, sus investigaciones y sus atrevidas ideas, dieron un fuerte impulso al progreso espiritual de la humanidad en el campo de la filosofía y las ciencias naturales, progreso que durante siglos no se había conocido en Occidente. Las ideas de Aristóteles llegan a Europa procedente del área árabe, estudiado y comentado ya por los filósofos árabes y judíos, y sienta las bases para la Escolástica. Las ciencias exactas, la medicina, la astronomía, y las matemáticas no hicieron su entrada en la Europa central hasta que llegaron a ella los escritos y las obras científicas árabes traducidas al latín.
Llegaron entonces los poetas gramáticos como Menahem ibn Saruq, Danash ibn Labrat y Judah ibn David preparando estudios linguísticos del hebreo. Córdoba y Lucena llegaron a convertirse en focos activos de la cutura hebraica. Sefarad se convirtió en la segunda patria-nunca en la primera, pues la mirada y el pensamiento seguían puestos en Jerusalén (como se ve en mucha poesía).
De mayor importancia después del califato fueron la obra y escritos de R. Samuel ha Levi ben Josef Ibn Nagrella ha-Nagrid que nació en Mérida, estudió en Córdoba y fue a vivir en Málaga. Su conocimiento del Talmud y de los idiomas peninsulares era muy profundo: se dice que llegó a dominar siete lenguas , incluyendo el latín y el berberisco. Por su habilidad como calígrafo y compositor en árabe, llamó la atención del visir, Ibn al Arif, que lo recomendó a su rey, Habbus, de Granada. Rapidamente llegó a ser visir, jefe del ejército y desde 1027, príncipe (nagid) de los judíos. Siguió siendo visir del hijo de Habbus también. Favoreció la inmigracion judía hasta el punto de que Granada pudo llamase, "Granada de los judíos". Poeta, gramático y talmudista, de acuerdo con la tradición en que había sido educado, se conservan de él 1.742 poesías, casi todas de inspiración profana.
Cuando la sutuación de tolerancia cambió en Granada, muchos judíos se fueron a Sevilla y Zaragoza. Un poeta de mucho renombre de éste último lugar fue Salomón Ibn Gabirol. Murió probablemente en 1058 en Lucena. Lo colocan en la cumbre de la poesía hebraica que escribió siempre en árabe. Utiliza en sus obras conocimientos filosóficos, astronómicos y cosmológicos y alguna influencia qabbalística (mística).
Yehudah Ha-Levi nació en Tudela de Navarra cuando esta ciudad se encontraba aún en poder de los musulmanes. Es la personalidad más atractiva en los años de tránsito del siglo diez al once. Se han identificado 827 composiciones poéticas escritas todas en hebreo, salvo dos. Termina, pues, la influencia árabe y se afirma el nacionalismo israelita, en relación íntima con Jerusalén. Con él se establece el primer contacto frontal de la sociedad cristiana del Norte con el judaísmo. Despegándose de la influencia árabe, abandonó las premisas neoplatónicas para afirmar la superioridad de la Escritura, fuente de la certeza.
La figura de Maimonides (Cordoba,1135-Egipto,1204) en el judaísmo, puede considerarse paralela a la de Santo Tomás de Aquino en el cristianismo, por su profundidad y por haber utilizado ambos el método aristotélico. Teólogo, médico, mercader, su amplitud de conocimientos puede quedar reflejada en su compleja y abundante obra. Su obra más conocida es la Guia de los perplejos. Escribió fuera de España y en árabe, pero siempre se consideró sefardí. Hay una estatua dedicada a él en Córdoba.
Samuel Halevi fue el jefe de los recaudadores de impuestos en tiempos de Pedro I, el Cruel (1350-1369) y miembro de su consejo privado, junto con dos cristianos, y embajador en Portugal. Ganó gran renombre como constructor de una sinagoga en Toledo, su ciudad natal. Sin embargo, por razones no claras, fue mandado a Sevilla ca. 1360 donde murió torturado.
Hemos mencionado hasta aquí varios escritores judíos entre muchos otros que contribuyeron a la actividad intelectual de la península en la Edad Media. Después, hay una cantidad de autores conversos o supuestamente conversos (no lo reconocían abiertamente) cuyas obras muestran indirectamente las inquietudes de la vida del converso vigilado y oprimido. Dos obras de 1499 y 1554 que son obras maestras de la literatura española- La Celestina y la novela picaresca, Lazarillo de Tormes,-- fueron escritas sin duda por conversos. Pero aquí no vamos a entrar en este tema tan interestante por estar fuera del propósito inicial.
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