sábado, 6 de julio de 2019

LA ALHAMBRA Y LA ARQUITECTURA CASTELLANA


LA ALHAMBRA Y LA ARQUITECTURA CASTELLANA
Julio Navarro Palazón
Escuela de Estudios Árabes (CSIC)
Desde hace unos años ya podemos plantear un discurso coherente sobre la evolución de la arquitectura residencial andalusí desde Madînat al-Zahrâ’ hasta los ejemplos nazaríes. Si este objetivo se ha conseguido en gran parte, no ha sucedido lo mismo con los palacios cristianos que durante esos mismos siglos se levantaron al otro lado de la frontera con al-Andalus. No obstante, nuevos hallazgos arqueológicos nos permiten retomar el tema de la arquitectura residencial cristiana, llamada mudéjar, para intentar superar definitivamente esa visión que la percibe como mera copia de la andalusí de la que, por otra parte, sin duda es deudora. Esta imagen negativa ha creado un discurso inexacto en el que al-Andalus es el espacio cultural activo, exportador de modelos, y los reinos cristianos son meros receptores pasivos, sin capacidad de hacer una arquitectura con personalidad propia.

Nuestra hipótesis de partida, por el contrario, es reconocer que los reinos cristianos durante los siglos XII y XIII, especialmente Castilla, iniciaron un proceso de reelaboración de los modelos residenciales islámicos que tuvo su origen a finales del siglo XI cuando la reconquista posibilitó la apropiación física de algunos de los antiguos palacios taifas; esta experiencia reutilizadora es la que permitirá tomar contacto con esa tradición arquitectónica, asumiéndola y desarrollándola posteriormente con suficiente autonomía respecto a al-Andalus. Las circunstancias históricas que hicieron que Castilla terminara siendo el reino peninsular más fuerte posibilitaron que esa arquitectura, al servicio de sus élites, se desarrollara con unos medios económicos mucho mayores que los disponibles en los territorios de al-Andalus del momento. Los modelos de origen islámico fueron recreados con independencia respecto a los centros que los prestaron, llegando incluso a crear una arquitectura capaz de influir en el desarrollo del propio arte islámico de la época. Por consiguiente, esta nueva perspectiva no sólo modifica nuestra percepción de lo mudéjar, sino que también obliga a contemplar de diferente manera lo andalusí, ya que según lo expuesto, en la arquitectura de al-Andalus de la segunda mitad del siglo XIII y del XIV también habría que tener en cuenta los aportes castellanos que ahora le devolverían sus propios modelos reelaborados.

Estos nuevos planteamientos nos llevan a proponer la hipótesis de que la arquitectura andalusí, a partir de la segunda mitad del siglo XIII y sobre todo durante el XIV, no se puede entender sin las innovaciones que Castilla venía haciendo con esa tradición heredada. Para esta reflexión hemos creído conveniente seleccionar una serie de soluciones arquitectónicas que por su especial significado creemos necesario analizar en paralelo a un lado y otro de la frontera durante la segunda mitad del siglo XII y el XIII.
Asociación del salón oblongo y de la qubba
El modelo andalusí de qubba asociada a un salón oblongo con alhanías precedido de pórtico lo encontramos ya a mediados del siglo XIII en el palacio mudéjar de Don Fadrique, descubierto recientemente en el antiguo Monasterio de Santa Clara la Real de Sevilla. Será en la primera mitad del siglo XIV cuando aparezca en los palacios granadinos del Generalife y de Comares: en el primer caso sabemos que fue Ismail I (1314-1325) quien construyó una pequeña qubbaadosada al salón preexistente situado en su frente septentrional; en el segundo, la obra es de Yusuf I (1333-1354).

Aunque el modelo es islámico, resulta significativo que el testimonio más antiguo conservado pertenezca a la Sevilla castellana. Por el contrario, en los edificios andalusíes del siglo XII y primera mitad del XIII no se ha conservado esta asociación. Sin duda, lo más elocuente es observar que en ninguno de los ejemplos conocidos de la Murcia postalmorávide y la Sevilla almohade encontramos dicha asociación. Con todos estos datos es posible plantear la hipótesis de que el modelo de qubba anexa a un salón oblongo, como vemos en Comares, es deudor de la arquitectura castellana.
El patio con pórtico en sus cuatro lados
El tradicional modelo andalusí de pórticos enfrentados en los lados menores del patio, deja de utilizarse en el palacio de los Leones y en el de la almunia de los Alijares para adoptar en ellos una solución de galería períptera, distinta por completo a la tradicional andalusí que de manera ininterrumpida se había desarrollado desde el siglo XI hasta el XIV. Proponemos que fue la arquitectura mudéjar la que debió de prestar la solución de galería períptera sustentada por pilares o columnas iguales en sus cuatro lados. Tal solución la podemos ver en el Patio de las Doncellas de los Reales Alcázares de Sevilla o también en el Alcázar cristiano de Guadalajara de finales del siglo XIII, el cual venimos excavando desde el Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad (LAAC), adscrito a la Escuela de Estudios Árabes (CSIC).
Patio de crucero
Con la notable excepción del patio de los Leones y los existentes en Alijares, Generalife y en el exconvento de San Francisco de la Alhambra, en al-Andalus el patio de crucero perdió protagonismo a principios del siglo XIII una vez adoptado el modelo de gran estanque longitudinal, inaugurado en el palacio hudí de Santa Clara la Real de Murcia. Tal cambio supuso el paso de una composición compleja de dos ejes (crucero), a otra más sencilla de uno solo.
En Castilla, por el contrario, fue adoptado y se mantuvo con pujanza en los palacios que los alarifes mudéjares levantaron para los príncipes cristianos. Aparece en el patio del Alcázar Nuevo de Córdoba, que se comenzó a edificar en 1328, dotado con las características alberquillas en los frentes menores. Lo hallamos también en los Reales Alcázares de Sevilla, más concretamente en el Patio de la Casa de Contratación recientemente identificado como obra cristiana. Pero sin duda, el mejor ejemplo conocido lo proporciona el Alcázar de Guadalajara, obra probablemente de finales del siglo XIII; se trata de un jardín de crucero con alberca central rectangular (13 x 17 m) orientada según el eje mayor del palacio. Estamos ante un patio que, si bien responde a un tipo conocido, presenta una serie de particularidades para las que no tenemos parangón, pues en los precedentes andalusíes conocidos, lo habitual era que en el centro del crucero se situara un pabellón y no una gran alberca.

De este modo, es posible defender que en la arquitectura nazarí del siglo XIV se reactiva la presencia del patio de crucero por influencia castellana. Prueba de ello sería la solución adoptada en el palacio de los Alijares, en cuyo patio se combina el crucero con una gran alberca central cuyo único precedente hay que buscarlo en el patio del Alcázar de Guadalajara, pues allí a finales del siglo XIII supieron revitalizar el viejo modelo andalusí agregándole la gran alberca rectangular que sustituyó en al-Andalus a los cruceros. El caso de Guadalajara es un ejemplo de cómo en Castilla se recibieron y reelaboraron los modelos andalusíes, creando soluciones que terminaron retornando al foco exportador.
La doble axialidad compositiva de la planta
Una de las características de la arquitectura residencial andalusí más significativa es su marcada bipolaridad en la que sus frentes norte y sur constituyen el único eje compositivo de cada núcleo residencial. Esta solución se empleará ininterrumpidamente a lo largo de cinco siglos, con la excepción de algunos ejemplos nazaríes construidos en el siglo XIV. En todos ellos vemos cómo, junto al eje principal aparece un nuevo eje perpendicular, constituido por unos núcleos situados en los extremos y dotados de una qubba. Sin duda los ejemplos más significativos son los de los palacios de los Leones y de los Alijares, hallándose esta solución aunque de manera incompleta en otros palacios como el de Abencerrajes (fines del S XIII), exconvento de San Francisco y en el mismo Generalife con el mirador de poniente. Nuestra propuesta defiende que en todas estas innovaciones que venimos observando en la arquitectura nazarí del XIV tuvo un papel importante la arquitectura mudéjar del XIII y prueba de ello sería de nuevo el palacio de D. Fadrique de Sevilla en el que ya aparece el eje menor presidido por qubbas extremas.

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