LOS ITINERARIOS DE LA CONQUISTA
.
Periodo
Al-Andalus omeya
Lugar
Derechos
Dolmen WEB.ARTE-HISTORIA
Desarrollo
Los hechos que
se acaban de exponer rápidamente se han expresado, con frecuencia, en
tiempo potencial. Muchos se han establecido de forma bastante incierta.
Diferentes propuestas se han hecho, como la de Joaquín Vallvé, para situar
el desembarco de Tariq en Cartagena y la primera batalla
con Rodrigo, no entre Algeciras y Cádiz como se sitúa tradicionalmente,
sino en el Campo de Sangonera, en las proximidades de Murcia. Esta hipótesis,
que se apoya en referencias textuales efectivamente inquietantes y en
coincidencias toponímicas, suscita más problemas de los que resuelve. La
presencia de Tariq en Tánger antes de la invasión no parece suscitar dudas como
tampoco las suscitan sus relaciones con el conde Don Julián. El desembarco
en la zona del Estrecho, la batalla del Barbate, seguida por la toma de Écija,
apoyado todo ello por la literatura posterior, parecen ser, con mucho, los
hechos más verosímiles. No vemos por qué otra versión de los hechos -verídica
mientras ésta sería la falsa- habría estado oculta por la mayor parte de las
trasmisiones orales y por el conjunto de fuentes escritas hasta la
rectificación propuesta por Vallvé. Una parte de las contradicciones que parecen
existir entre algunas fuentes podría quedar resuelta con la hipótesis,
formulada por Emilio Molina López, de un desembarco musulmán distinto al de
Tariq, efectuado sobre la costa sur-oriental de la Península. No sabemos nada
de los eventuales movimientos de la flota que tuvo que traer desde Ifriqiya al
importante ejército de Musa y que no habría vuelto a Túnez hasta
100/718-719. Sin embargo, esta sugerencia no hace desaparecer todos los
problemas cronológicos y topográficos que suscitan las contradicciones entre
los textos. La accidentalidad o intencionalidad de la conquista suscitan,
posiblemente, el problema más fundamental. Para algunos autores, la ocupación
de la Península se inscribe en el plano reflexivo de la expansión del
Islam. Para otros es el resultado de una sucesión de azares históricos. La
segunda interpretación, difundida en la historiografía española de la primera
mitad de este siglo, se encuentra en retroceso gracias a diversos trabajos.
Miquel Barceló aporta argumentos numismáticos en apoyo de la primera hipótesis:
monedas de bronce o fulus, con leyendas de yihad (guerra santa) parecen haber
sido acuñadas en Tánger antes del 711: "estas series de fulus son, en
efecto, una prueba decisivo de que la invasión de Hispania ha sido concebida en
términos de yihad y llevada a cabo precisamente para acabar lo que era el
objetivo del yihad: organizar una dominación política estable bajo hegemonía
del Islam. Que Yulyan (Don Julián) haya fomentado y orientado la expedición
decisiva del 92/711, que los hijos de Witiza hayan colaborado en la
operación, que Tudmir haya capitulado rápidamente, todo esto son cuestiones que
no le quitan el sentido a la victoria del Guadalete". Asimismo,
Pedro Chalmeta observa, con razón, que la conquista de la Península
sólo se entiende en el contexto de la segunda fase del avance árabe, no
sólo deseada sino planificada en todos sus detalles por el califato de Damasco:
"no es un hecho aislado sino que se inscribe dentro de una mismo línea
política extendida a todo el imperio. No es un milagro ni una casualidad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario