miércoles, 4 de septiembre de 2019

LOS CEMENTERIOS


LOS CEMENTERIOS



Epitafio de Abraham Satabi.
Cementerio judío de Soria
(Museo Numantino)
Las aljamas judías contaban con sus propios cementerios fuera de las poblaciones, próximos a su barrio y en lugar o monte elevado, en declive y orientado hacia el Este o salida del sol. Lo normal es que estuvieran delimitados por un muro con alguna puerta y que los difuntos se colocasen boca arriba, en fosas, cámaras laterales o hipogeas, con la cabeza hacia el Oeste para no estar de espaldas a Jerusalén tras la resurrección. Aunque los había próximos a la aljama (Córdoba, Murcia, Valencia, Segovia, etc.) no faltaban ejemplos en los que se ubicaban más alejados (Zaragoza, Barcelona). En ocasiones algunas comunidades no tenían permiso para contar con sus propios cementerios y por ello debían acudir a otros de aljamas hebreas próximas. Realmente se continuaba con la tradición antigua de situar los cementerios a las afueras por motivos de salubridad, como ya hacían los romanos, incluso al igual que estos cerca de alguna de las puertas de la ciudad. Al tratarse de una minoría sus cementerios tuvieron que ser muy humildes, y tan solo una lápida o ladrillo con alguna inscripción o epitafio en hebreo podría recordar la memoria del allí enterrado, o simplemente una piedra tumular sin más (massevot) marcaba una sepultura.
Aunque tenemos constancia de bastantes cementerios es mucho lo que todavía queda por saber. No es fácil encontrar yacimientos intactos que nos den tantos datos como para realizar generalizaciones sistemáticas, y más si tenemos en cuenta el cambio de ubicación de la población judía a lo largo del último siglo de su presencia en España.
Tras su expulsión no siempre se respetaron estos lugares y al igual que sucedió con los cementerios islámicos, en ocasiones se dio licencia para la reutilización del solar donde se hallaban o para vender parte de los materiales de las sepulturas para la construcción de nuevas edificaciones. Los cementerios al igual que las sinagogas configuraban los bienes comunales, por excelencia, de las aljamas, por lo que tras la salida de la población sefardí hubo un gran interés por su apropiación por parte de los cristianos en general y de la Iglesia en particular, con la anuencia de los monarcas, que en no pocas ocasiones cedieron estos lugares para la construcción de un monasterio.

ARTE GUIA

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