LOS CEMENTERIOS
Epitafio de Abraham Satabi.
Cementerio judío de Soria
(Museo Numantino)
Cementerio judío de Soria
(Museo Numantino)
Las aljamas judías contaban con sus propios cementerios fuera de las
poblaciones, próximos a su barrio y en lugar o monte elevado, en declive y
orientado hacia el Este o salida del sol. Lo normal es que estuvieran
delimitados por un muro con alguna puerta y que los difuntos se colocasen boca
arriba, en fosas, cámaras laterales o hipogeas, con la cabeza hacia el Oeste
para no estar de espaldas a Jerusalén tras la resurrección. Aunque los había
próximos a la aljama (Córdoba, Murcia, Valencia, Segovia, etc.) no faltaban
ejemplos en los que se ubicaban más alejados (Zaragoza, Barcelona). En
ocasiones algunas comunidades no tenían permiso para contar con sus propios
cementerios y por ello debían acudir a otros de aljamas hebreas próximas.
Realmente se continuaba con la tradición antigua de situar los cementerios a
las afueras por motivos de salubridad, como ya hacían los romanos, incluso al
igual que estos cerca de alguna de las puertas de la ciudad. Al tratarse de una
minoría sus cementerios tuvieron que ser muy humildes, y tan solo una lápida o
ladrillo con alguna inscripción o epitafio en hebreo podría recordar la memoria
del allí enterrado, o simplemente una piedra tumular sin más (massevot) marcaba
una sepultura.
Aunque tenemos constancia de bastantes cementerios es
mucho lo que todavía queda por saber. No es fácil encontrar yacimientos
intactos que nos den tantos datos como para realizar generalizaciones
sistemáticas, y más si tenemos en cuenta el cambio de ubicación de la población
judía a lo largo del último siglo de su presencia en España.
Tras su expulsión no
siempre se respetaron estos lugares y al igual que sucedió con los cementerios
islámicos, en ocasiones se dio licencia para la reutilización del solar donde
se hallaban o para vender parte de los materiales de las sepulturas para la
construcción de nuevas edificaciones. Los cementerios al igual que las
sinagogas configuraban los bienes comunales, por excelencia, de las aljamas,
por lo que tras la salida de la población sefardí hubo un gran interés por su
apropiación por parte de los cristianos en general y de la Iglesia en
particular, con la anuencia de los monarcas, que en no pocas ocasiones cedieron
estos lugares para la construcción de un monasterio.
ARTE GUIA
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