LA MUJER EN AL-ANDALUS.
Manuela Marín. Taurus.
Además de la
obra de Pierre Guichard (Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad
islámica en Occidente, Barcelona, 1976) y de la obra colectiva “La mujer en
al-Andalus. Reflejos históricos de su actividad y categorías sociales”, ed. por
María Jesús Viguera, Madrid-Sevilla, 1989, esfuerzo por estudiarla a partir de
fuentes árabes. Las fuentes escritas en época árabe, diccionarios biográficos,
crónicas históricas, compendios jurídicos, etc, proporcionan una información
notable pese a que las mujeres aparecen de forma esporádica. Pero su voz no
está, las mujeres no hablan, son los autores de la historia, excepto en la
poesía.
Las mujeres en al-Andalus. Fuentes e Historiografía. Manuela
Marín, en Árabes, judías y cristianas. Mujeres en la Europa Medieval,
Feminae, Unv. Granada, 1993, 35-52. ( CSIC)
Las fuentes son fragmentarias
para aspectos sociales y económicos, y no han sido analizadas
historiográficamente en su totalidad, muchos manuscritos se han perdido, y
otros no han sido editados. Si el objeto de estudio son las mujeres o los
campesinos, se acrecientan los problemas. El de Viguera pasa revista a la
bibliografía secundaria, ella va a centrar el examen en las fuentes árabes que
divide en dos apartados, fuentes documentales y literarias. Las documentales
son más decepcionantes, no existen apenas documentos en archivos árabes
anteriores al periodo mameluco (XIII_XV), y en al-Andalus carencia absoluta. Se
conserva correspondencia diplomática desde época almohade (XIII), pero nada de
nuestro tema. Otro conjunto es el de los documentos referidos a los mudéjares y
moriscos. Ana Labarta y Camen Barceló son autoras de estudios sobre la mujer
mudéjar y morisca en la obra colectiva de Viguera. El aspecto más interesante
de esta documentación no son los personajes excepcionales, como sucede con las
fuentes literarias, se trata de mujeres del pueblo, urbanas o campesinas, que
atraen momentáneamente la atención del mundo oficial. No es posible
considerarlas como pertenecientes a al-Andalus, ya que se trata de musulmanas
que viven en entorno cristiano o de conversas forzosas al cristianismo cuando
al-Andalus ya no tenía existencia. Otro tipo de la documentación es la
epigrafía. En España no hay Corpus completo de inscripciones árabes, una
editada en Leiden en 1931 por E. Leví-Provençal, y el Repertorio de Almería
publicado por Manuel Ocaña en Madrid en 1964. De las 309, 30 se refieren a
mujeres.
Aportan información
onomástica, st las funerarias, otras son conmemorativas. Una recoge la
construcción de una fuente cuyos gastos fueron sufragados por la famosa
princesa Subh madre de Hisam II, y la llama madre del emir de los creyentes.
Otra inscripción es de un siglo después cuando ya época taifa, conmemorativa de
la construcción de un alminar en la mezquita, llamandola la gran dama madre de
al-Rasid. Una está en una caja de marfil conservada en Lonfres que dice se hizo
para la hija de la señora, la hija de Abd al-Rahman. Las mujeres de la familia real
gozan de un rango especial y las de más elevado eran las madres del heredero o
monarca. Suelen aparecer sin nombre propio, solo con el título lo que es común
a las de esta clase. En las lápidas de otros miembros femeninos de casas reales
sí constan los nombres. En algún caso una nisba o apellido, pero muy
restringido. Junto a la onomástica, algunas dan datos sobre el origen social de
algunas y su entorno familiar, un epitafio menciona a la hija de un alfaquí, de
un gobernador, o una mawlat. Escasas todas pero muy fiables.
Los estudios de las mujeres
del emir o califa a través de diccionarios biográficos si destacaron en campos
de la ciencia, y que pertenecían a familias de ulemas o sabios, de grupos
urbanos y dedicados al estudio y administración de justicia. Solo si se trata
de personas de grandes familias aparece la cadena familiar de ascendencia. La
razón, porque en la sociedad árabe clásica la mujer no transmite filiación
alguna y no es necesario conservar la memoria de su ascendencia. Pero alguna
por su importancia sí; una de las mujeres de Abd al-Rahman III, Fatima bint
al-Mundir legó a su hijo y a los descendientes de éste el apellido con que era
conocida, al-Qurasiya, pertenecer a la familia de Omeyas de tribu de Qurays, la
del Profeta. O los hijos de Banu l-Qutiya, los hijos de la Goda, descendían de
la famosa Sara la goda, sobrina de Artobás.
Como se prohibe la representación
figurativa casi no hay imágenes femeninas, algunas en miniaturas en XIII y XIV
en Bib Vaticana de la Historia de los amores de Bayad y Riyad, imágenes
femeninas en interior y jardines. Las esclavas siempre con la cabeza
descubierta y el cabello sobre los hombros, las señoras un tocado que recuerda
una tiara. Su problema es que proceden de los códigos estéticos bagdadíes, no
andalusíes, de Iraq. La iconografía para el XIII con imágenes recogidas en
obras de Alfonso X como las miniaturas del Tratado de Ajedrez, una esclava de
piel cetrina y cabeza cubierta acompaña a otra de piel clara que lleva un cesto
con comida y benida. En el Libro de los juegos sí hay tab moras con detalles,
vestidos, adornos y una con las manos pintadas con aleña. De la 1 mitad XIV son
las pinturas murales del Partal, en la Alhambra, una mujer, seguram cautiva
conducida en camello y escena de grupo de ocho mujeres celebran una fiesta
sentadas en el suelo con instrumentos. Más tardías son las miniatruas de un ms
en el Escorial que publicó Rachel Arié en Miniatures hispano-musulmanes.
Recherches sur un manuscrit arabe illustré de L’Escurial, Leiden, 1969. Se
trata probablemente de obra de un morisco del XVI: varias escenas con mujeres
con atavío semenjante, adornadas con joyas y calzando babuchas. Una se incluye
un molinero y su mujer con traje y tocado diferente a las otras y va descalza.
Otros soportes icónicos los marfiles cordobeses, pero escenas de caza o
banquetes, dos aparecen en bajorrelieves de la pila de Játiva, una poco usual
una mujer desnuda que amamanta un niño.
Es necesario recurrir a otras
fuentes escritas para informarnos de aspectos de su existencia. Las fuentes
literarias, no de carácter de documento de archivo, toda producción histórica,
poética, jurídica, científica, etc. En las crónicas históricas, la mayoría
historiografía oficial, de corte, centrada en la dinastía cordobesa de los
omeyas. Las mujeres aparecen de manera marginal, en las listas de hijos de los
emires o califas, como madres o esposas y se omite a menudo el nombre. Pero,
como en el mundo cristiano, el cronista a veces se ve compelido a incluis a
mujeres cuya personalidad o circunstancias no es posible dejar de mencionar.
Ella no cree en la pretendida libertad de la mujer andalusí, como Henri Peres,
la crónica siempre es excepcional. El verdadero protagonista de los asuntos
públicos es el hombre, y la mujer solo figura por la ausencia, de la forma que
sea, del varón. Es el caso de Subh que domina el reinado de su hijo débil e
incapaz hasta que Almanzor decide tomar las riendas. O la viuda de Almanzor,
al-Dalfa, que financia la revuelta que termina con el califato de Córdoba para
vengar la muerte de su hijo al-Muzaffar. Los textos históricos ofrecen datos
sobre alianzas matrimoniales y, con alguna frecuencia, sobre la vida de las
mujeres en el interior del Alcázar. Breves pinceladas que dan cierta idea de su
actividad, tomando parte activa en las luchas por asegurar la sucesión al
trono. De las crónicas obtenemos la imagen de la mujer situada en el entorno
del poder, su papel social de esposa y madre sobretodo. Las mujeres que asoman
en los textos no llegan al poder por sí mismas sino a través del hijo que llega
a reinar o es nombrado heredero. Con la llegada de los almorávides (XI) los
textos recogen una participación más activa de algunas de la familia reinante
en derrocaciones poder.
Los diccionarios biográficos (Mª Luisa
Avila, Las mujeres sabias de al-Andalus”), de los miles de biografías a sabios
andalusíes, 116 son de mujeres. Personalidades destacadas, mujeres fuera de lo
común. El espectro social es más amplio pero también limitado al ámbito urbano.
La mayoría estudia con sus padres o parientes, siguen sus pasos en la
dedicación a una disciplina. De todas ellas solo dos reciben el calificativo de
‘alima, sabia, aunque algunas se dedicaron al estudio de temas de la tradición
profética o el derecho, una astrónoma, médica, poetas, y katiba o secretaria,
copista y calígrafa. Ahora bien, las biografías que les dedican son distintas a
las de los hombres, incluso falta información cronológica, y los datos son
esquemáticos. Suelen corresponder a dos tipos, de mujeres de familias de
alfaquíes y ulemas, que participan así en la transmisión del conocimiento, y
esclavas especializadas en música, canto o poesía quizás incluidas por su
inteligencia y representan una cultura más profana que las otras. Las primeras
de familias acomodadas y cultas.
Los niveles cultrales a los que
pueden acceder a veces responden a las poesías, amorosas st, en versos
clásicos, y otros estróficos (muwassahat) que pueden incluir versos en romance
o jarayat, posible que vengan de esclavas cantoras del Norte o más allá
Pirineos. La otra serie de obras pertenecen al género de las anécdotas, por
temas, de tradición oriental y pese a que la cultura árabe es igual (digo YO)
no nos sirve a la hora de intentar recomponer la vida de las mujeres
andalusíes.
Las fuentes jurídicas sacadas
del fiqh, derecho islámico, aporta bastante al ocuparse de todos los temas y
aspectos de la vida individual y en sociedad. Muchas tienen carácter teórico,
pero son interesantes para normas de matrimonios, divorcios, herencias,
custodia de hijos y valorar la posición de la mujer en las leyes islámicas.
Estas reglas tienen aplicación práctica. En las biografías de jueces a veces se
habla de casos referentes a una mujer. También hay formularios notariales
(modelos compraventas, divorcios, manumisiones, conversión al Islam) Y un
tercer tipo son los casos reales de consultas al juez, controvertidos sobre los
que diversos alfaquies dieron su opinión. Disputas religiosas también,
crímenes, minorías religiosas. Relacionados con la vida cotidiana los manuales
o tratados de hisba, gobierno del zoco que tienen informaciones sobre ventas de
esclavas o prostitución. Por fin, obras de medicina, curas, interrupción
embarazo voluntaria o no, perfumes o cosméticos o actividad sexual.
Pero las carencias son
irremediables, para amplias capas urbanas y todas las campesinas.
La mujer en la legislación musulmana. Caridad
Ruiz-Almodovar; en Árabes, etc. 64-75
La principal fuente de derecho islámico es el Corán,
pero otras son la Sunna conjunto de hechos y dichos del Profeta y su manera de
proceder en tales casos, y los Hadices o relatos de algunos hechos referentes a
la sunna. La interpretación de estos textos dio lugar al fiqh o derecho
islámico establecido según varias escuelas, 4 sunnies que afectan a este tema y
la maliki que se implantó en al-Andalus. El tratamiento de la ley islámica de
hombre y mujer en cuanto a seres humanos son iguales ante Dios, mental y
espiritualmente, porque fueron creados por El. Se reconoce a la mujer su
condición humana idéntica a la del hombre cuando en la cristiana se decidía si
la mujer tenía o no alma. Consecuencia del hecho es la prohibición de la
prácticas preislámicas del infanticidio femenino y de que las mujeres formasen
parte de la herencia. Al establecer que tanto Adán como Eva fueron culpables de
la expulsión del Paraíso los identifica como iguales. Y al otorgarles los
mismos premios y castigos por sus obras en esta y la otra vida igual. O
concederles derecho a la educación en un hadiz que dice que la búsqueda del
saber es un deber para todo musulmán y musulmana, a la propiedad privada, la
herencia, el trabajo para el que no existe prohibición concreta. Pero el
tratamiento que la ley islámica hace de estos seres como personas, hombres y
mujeres si es diferente. En cuanto personas, el hombre y la mujer tienen
naturalezas diferentes y no sin iguales, con lo que no podían tener derechos y
deberes iguales. Esa desigualdad queda establecida en varias aleyas, los
hombres tienen sobre ellas preeminencia, o los hombres están por encima de las
mujeres porque Dios ha favorecido a uno respecto a otros. Este desequilibrio
entre los sexos es el reflejo de que el Islam es el producto de la sociedad
donde surge, en Arabia en el siglo VII, patriarcal, patrilineal, patrilocal, en
la que el hombre es el proveedor y protector y recaía sobre el la obligación de
mantener a la familia, y la mujer estaba en un nivel intermendio entre los
animales y el hombre ya que se consideraba una posesión más y a veces menor que
otra pieza. Al hacer suya el Corán esta desigualdad emerge el hombre favorecido
por Dios en todos los planos.
En el social, la inferioridad
de la mujer queda establecida en el valor otorgado a los testigos, porque el
testimonio femenino vale la mitad, y en la reclusión y el velo que la
jurisprudencia, con el proceso de urbanización, fue dándole forma legal, aunque
las aleyas 32 y 33 se refieren solo a las mujres del Profeta. En el plano
político la prohibición del acceso de la mujer a esta función se encuentra en
un hadiz recogido por Bujari que dice no conocerá jamás la prosperidad el
pueblo que confía sus asuntos a una mujer. En el plano económico se manifiesta
en los derechos de herencia. Aunque dio un gran paso al reconocerles el derecho
de herencia, pero en seguida lo matiza estableciendo que la mujer solo tenia
derecho a la mitad de lo que percibiese el hombre en su mismo grado de
parentesco. Se entendió también como el modo de entregar parte de los bienes de
una familia a otra ajena y se escatimó a la mujer su derecho de herencia por
distintos medios. En el plano sexual queda establecida la desigualdad cuando se
regula el matrimonio, el repudio y la poligamia.
El matrimonio es el contrato
de ambos sin límite de duración para crear una familia. No es indisoluble y no
es una institución religiosa aunque se le imprima carácter sagrado. El Corán
valora a los casados de todos modos. Debe existir el consentimiento de ambos,
una dote y no haber impedimentos. Los testigos deben ser varones, musulmanes
libres, o cada uno por dos mujeres, pero la escuela maliki no las considera
válidas para testimoniar un matrimonio. El consentimiento ha de ser oral pero
no es imprescindible que lo expresen los novios, sino que pueden estar
representados por padres o tutores. En la maliki la mujer no puede expresar su
consentimiento en persona, y lo normal es que se prescindiese del de ambos
porque los padres decidían por ellos. La dote es la suma o regalos entregada
por el novio a la novia que pasa a formar parte de la propiedad legal de la
esposa, se da un adelanto y el atraso cuando hay fallecimiento y divorcio. Los
impedimientos son las circunstancias que hacen imposible el matrimonio, como el
parentesco de sangre, leche o matrimonio. Religiosos porque no pueden casarse
con paganos si no se convierten. En los religiosos uno atañe a la mujer, no
puede casarse con cristiano o judío o sabeo. Los temporales o sociales atañen a
ambos como el repudio irrevocable y definitivo, otro al hombre, el tener ya
cuatro esposas, y otro a la mujer que es la más estricta monogamia porque en un
sistema patriarcal se requiere la certeza absoluta sobre la paternidad. Si hay
disolución la mujer no puede casar en 3 ciclos o 4 meses.
Como contrato comporta deberes y
derechos. Los del marido son consumarlo, cohabitar, mantenerla, tratarla bien,
autorizarla a recibir la visita de sus padres y parientes en grado prohibido
para el matrimonio, visitarlos y proceder con sus esposas con equidad. Los de
ella son obediencia al marido, habitar en el domicilio y fidelidad. Su
infidelidad es penada doblemente porque la adúltera está castigada con 100
azotes como el hombre y además recluida hasta que muera o se arrepienta. El
repudio es unilateral e ilimitado para el hombre, echandola de la casa sin su
consentimiento. Es su voluntad. El repudio puede ser revocable si se pronuncia
una vez, pero si se repite dos es de por vida. Aunque se dice que es un acto
permitido pero el mas odiado por Dios, se instauró. Una repudiada vivirá mal,
sin pensión y volverá con los padres, pierde la custodia de los hijos y no
tiene derecho sino a la dote atrasada. La nulidad solo se observa en caso de
enfermedad incurable del marido que haga difícil o repugnante la convivencia, o
por ausencia injustificada del marido, la maliki añade malos tratos e injurias
de palabra, negligencia en sus deberes e impago de sumas para mantener el
hogar. Esto es, la inferioridad no solo está en la legislación, sino que la
manipulación de las leyes hecha por los hombres la aumentó.
La vida cotidiana de la mujer en al-Andalus y su
reflejo en las fuentes literarias, Nadia Lachiri 102-
Tres tipos de mujeres, la que es honesta, humilde y
musulmana, la que es un recipiente para los hijos y la tercera es una atadura
que Dios pone alrededor del cuello de sus siervos. Pese a que la poesía habla
de ellas a veces como infieles y ligeras, la verdad es que la cosa no era así.
A través de estas fuentes se sabe que las niñas no
iban a las escuelas coránicas, muchos fatwas desaprobaban eso, aunque algunos
alfaquies educaban a la mujer y consideran indispensable que sepan leer para
saber su religión, pero en casa por padres o parientes. Solo si casaban con
intelectuales tenían oportunidad de aprender, por la tarde podían ir a la
mezquita a recibir dictámenes de los religiosos, o por maestras si bien no es
lo normal.
Los manuales de hisba dictaminan que hasta las
prostitutas no deben salir sin la cabeza cubierta, y exigían la clausura de
ventanas de las habitaciones altas y de las puertas que daban a los cementerios
porque allí se podía verlas a cara descubierta. Se ve mal que alguna princesa
reciba sin estar cubierta incluso. Walada fue la primera que dejó de llevar
velo pero era princesa y pudo influir en las otras. Algunas eran maestras con
título, poetisas, ciencias coránicas y fiqh, cálculo, calígrafas, y algunos
aprendieron de ellas detrás de una cortina.
Otras se dedican al canto y la música, esclavas
educadas para ello. Otras profesiones eran la de aplicadora de ventosas,
corredora de objetos, peinadora, plañidera, adivinadora, mandadera, hilandera y
tejedora. Comadronas y parteras. La prostitución también se ejercía a pesar de
ser imperdonable por la sociedad, vivían en posadas y a ellas acudían tb
cristianos y judíos dicen los versos. Aunque la más frencuente era la de
esclavas.
En los versos tampoco se ve bien la poligamia por
ellas, mejor irse a la tumba que a casa de otra dice uno de ellos.
Y como puede suponerse el control sobre las de la
realeza era superior al de las otras. Pero en los harenes eran ellas las que
mandaban y se hacía a título honorífico. Las de la clase media y baja salían a
ala calle, solas, para ir al mercado, se paraban a hablar en la calle, se
visitaban, incluso hablan con hombres.
Aperçus sur la femme dans l’Espagne musulmane, Rachel Arié.
Bien, hemos visto como
el Coran los coloca igual,incluso no se le prohibe el estudio de la ciencia
religiosa, pero en el terreno político y jurídico son inferiores, está excluída
de oficios públicos, de ser juez, presidir plegaria, predicar, ni tutoras de
niños. En derecho penal el precio de la sangre es la mitad que el del hombre.
Pero su vida es variada. La actividad aquí como en
Oriente se desarrolla en el medio familiar porque segun los hadit ello es lo
propio de las mujeres.
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