lunes, 27 de enero de 2020

ABU YAHYA MUHAMMAD AL-MUTASIM, REY DE LA TAYFA DE ALMERIA


ABU YAHYA MUHAMMAD AL-MUTASIM, REY DE LA TAIFA DE ALMERIA
Javier Iglesia Aparicio

[Almería, 1037 – Almería, 1091] En árabe المعتصم بالله والواثق بفضل الله أبو يحيى محمد بن معن بن صمادح التجيبي
Llamado Almotacín en la crónicas cristianas.

Rey de la taifa de Almería (1052-1091)
Hijo de Ma’n ben Sumadih, sucedió a su padre con solo catorce años en el año 1052. Durante su gobierno tomó los títulos de Mu’izz ad-Dawla (El que refuerza la dinastía), ar-Rasid (Bien Encaminado) y al-Mu’tasim bi-llah (El que confía en la bondad de Dios).
Durante los tres primeros años ejerció la regencia su tío Abu Utba Sumadih. Una vez en el gobierno, la opinión de los cronistas es generalmente positiva. Esta es la semblanza de Ibn Idari en al-Bayan al-Mugrib:
Este joven Abu Yahya siguió con sus hombres el curso de la mejor conducta en relación con su ejército y su grey. Sus días fueron buenos y su estado prosperó. Entre las gentes de cultura y de ciencia fue [considerado] culto e inteligente. Los poetas tenían junto a él un zoco bien abastecido, por lo que acudieron a él muchos de ellos. Permaneció como rey de la ciudad de Almería y sus distritos un largo período de tiempo, que repartió entre sus guerras y sus placeres, pues fue su duración [como soberano] de cuarenta y un años.
Ibn Idari: al-Bayan al-Mugrib, trad. por Felipe Maíllo Salgado en La caída del Califato de Códoba y los Reyes de Taifas, pp. 145-146
Ibn Bassam, citado por Ibn Idari, lo describe así:
Este Abu Yahya no fue, entre los reyes de la sedición, [alguien] que se inclinase a la vida tranquila; se libró de la estrechez mediante el esfuerzo; se limitó al palacio que él edificó y se dedicó a conservarlo, se apoderó del hipódromo de los placeres y superó a sus iguales en él. Sin embargo, era muy hospitalario, generoso en dar, indulgente en [derramar] sangre y [con] las gentes. Las esperanzas [de los que le conocieron] lo rodearon y se extendieron en su elogio los discursos.
 bn Idari: al-Bayan al-Mugrib, trad. por Felipe Maíllo Salgado en La caída del Califato de Códoba y los Reyes de Taifas, p. 151
Ya en el gobierno efectivo, a partir del 446H (1054/55) al-Mu’tasim emprendió una serie de conflictos contra los reinos de taifas vecinos.

En los comienzos de su reinado tuvo conflictos con la taifa de Valencia. ‘Abd al-Aziz de Valencia instigó a Ibn Shabib, gobernador de Lorca, a que se rebelara contra el rey de Almería. al-Mu’tasim logró derrotar esta rebelión. Cuando falleció ‘Abd al-Aziz y fue sucedido por su hijo ‘Abd al-Malik (1061), se dirigió a conquistar una fortaleza de la cora de Tudmir en manos de los valencianos. Pidió el apoyo de Badis ben Habbus, rey de Granada, aduciendo su alianza bereber pero parece que no tuvo éxito en la empresa.
En 1054 perdió el territorio de Los Vélez a manos del rey Al-Mutamid de Sevilla.
La tradicional alianza con los reyes granadinos que había comenzado su padre empezó a disolverse más adelante. Parece que por la acción del judío José ben Samuel, consejero de Badis ben Habbus de Granada.
Según las Memorias de ‘Abd Allah, el último rey zirí de Granada, en el 1066 José ben Samuel ofreció Granada a al-Mu’tasim. Este avanzó con sus tropas y se instaló cerca de Granada. Pero los granadinos se rebelaron y mataron a José. Aún así, Guadix y su territorio quedaron en manos de al-Mutasim.
Badis entonces pidió ayuda a Yahya al-Mamum de Toledo para recuperar los territorios ocupado por los almerienses, consiguiendo que Guadix volviera a pertenecer a los ziríes.
El enfrentamiento continuó tras la muerte de Badis con su hijo ‘Abd Allah contra quien parece que perdió algunos territorios en la zona de Las Alpujarras. En concreto Baza y otros castillos gobernados por ‘Abd al-Malik ben Malhan de forma autónoma aunque con el soporte de al-Mu’tasim. Finalmente lograron un acuerdo fronterizo.
No todo fueron enfrentamientos. al-Mu’tasim también estableció relaciones matrimoniales con otros reyes taifas. Se casó con una hija de Alí ben Muyahid de Denia.
Al-Mu’tasim y los almorávides
Al final de su reinado, al-Mu’taṣim hubo de enfrentarse, como los restantes soberanos de su época, a la presencia de los almorávides. El almeriense no fue de los que participaron en la petición de auxilio a la dinastía norteafricana. Pero cuando Yusuf ben Tasufin desembarcó en Algeciras se apresuró a agasajarlo con regalos y a enviarle tropas, excusándose en su avanzada edad para justificar el no acudir en persona a la campaña que acabaría en la memorable victoria de Sagrajas (1086), a la que sí concurrieron, sin embargo, los efectivos almerienses al mando de su hijo Mu’izz al-Dawla.
En cambio, sí participó personalmente en el 1089 en el asedio de la plaza de Aledo, donde rivalizó con los restantes soberanos por atraerse el favor del emir almorávide. Sin embargo, el destino de la taifa almeriense, como el de las restantes, quedó sellado tras este episodio.
Tras la caída de Granada, la primera taifa conquistada por los almorávides, le siguió, poco tiempo después, la de Almería, ya que al-Mu’tasim se había demorado en acudir en ayuda de los almorávides y además era aliado de los ziríes granadinos.
El soberano almeriense falleció mientras las fuerzas almorávides se encontraban ya acampadas ante los muros de la alcazaba, en fecha que Ibn Idarí sitúa en rabí I de 484H/23 de abril-22 de mayo de 1091.
Al-Mu’tasim fue sucedido por su hijo Ahmad Mu’izz al-Dawla.
La corte almeriense de al-Mu’tasim
Durante su gobierno, Almería adoptó la apariencia de las principales taifas, incluyendo el mecenazgo a los literatos y las construcciones palaciegas.
En su corte acogió a poetas como ‘Abd Allah ben al-Haddad, Ibn ‘Ubada e Ibn as-Sahid o su sierva Gayalmana; médicos, historiadores (Aben Abilfayad y Aben Modair), maestros (al-Zafadí) y geógrafos (al-Udri, al-Bekrí), a quienes pagaba pensiones en plata.
Pero fue en la faceta constructora donde, sin duda, más destacó al-Mu’tasim.
Entre sus obras más importantes destaca la residencia de recreo situada en las cercanías de la capital almeriense llamada en las fuentes árabes Sumadihiyya, de la que el cronista y geógrafo almeriense al-‘Udri nos ha dejado una breve pero interesante descripción. Estaba constituida por un parque o jardín guarnecido de palacios y en ella se cultivaban plantas tropicales, como el plátano y la caña de azúcar, y gran variedad de especies vegetales. En el centro se situaba un amplio estanque rodeado de salones pavimentados de mármol blanco. El concepto de estos jardines principescos es de estirpe oriental, rasgo que se refuerza con sus atributos ornamentales y por el propio acondicionamiento vegetal, caracterizado por el exotismo de las especies introducidas. Junto a la construcción de esta finca de recreo, cabe mencionar los considerables trabajos de acondicionamiento realizados en la vieja alcazaba, con el fin, principalmente, de elevar cantidades suficientes de agua hasta el jardín situado sobre la altura ocupada por la fortaleza.

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