miércoles, 23 de abril de 2025

SEFARAD. CRISOL DE CULTURAS

 

SEFARAD

CRISOL DE CULTURAS

Con la caída del Imperio Romano y las invasiones bárbaras a comienzos del siglo V d.C., comienza una nueva etapa en la historia de Andalucía, pues el pueblo que terminó por imponerse y asentarse en en el sur de la península Ibérica fue el visigodo. No obstante, su definitiva dominación del territorio fue lenta y progresiva, y no se culminó hasta la muerte del rey Leovigildo, a finales del siglo VI. Mientras se producía esa unificación, las costas andaluzas y amplias zonas del interior oriental andaluz estaban controladas por el Imperio Bizantino, heredero del Imperio Romano, que nombró a esta provincia Spania.

Malaca y Asidonia fueron dos de las grandes ciudades bizantinas andaluzas de este periodo. Y de la Andalucía visigoda, caben destacar varios personajes a nivel religioso: San Isidoro de Sevilla y San Hermenegildo quien, a pesar de nacer en Medina del Campo, fue gobernador de la Bética visigoda y con su conversión fue uno de los grandes artífices del abandono del arrianismo y la adopción del catolicismo como religión oficial.

Si bien todos los periodos son importantes en el conjunto de la historia de Andalucía, no exageramos si decimos que la invasión árabe a partir del 711 supuso un auténtico momentum. Y es que fue una una conquista que, paradójicamente, supuso un gran impulso para la región, a todos los niveles, especialmente a nivel cultural. Propició una convivencia, no siempre pacífica, entre hebreos, cristianos y árabes, con dominio de estos últimos, que llamaron genéricamente al sur peninsular Al-Andalus.

La primera entidad política que aquí se organizó fue el Emirato de Córdoba, inicialmente dependiente del Califato omeya de Damasco y posteriormente independiente del Califato abbasí de Bagdad, a partir de Abderramán I. Una independencia civil que posteriormente se convirtió también en religiosa, pues Abderramán III instituyó el Califato de Córdoba en 912, proclamándose de esta manera califa, es decir, sucesor mismo de Mahoma. La mezquita de Córdoba o el complejo palaciego de Medina Azahara son algunos de los mejores ejemplos de este periodo.

La expansión árabe fue tan grande que alcanzó casi toda la península ibérica, pero a partir del siglo IX comenzó un paulatino retroceso, fruto del avance reconquistador de los reinos cristianos del norte. Paralelamente, las divisiones internas propiciaron la caída del Califato en 1031, dando lugar a una descomposición territorial en diferentes reinos, conocidos como los Reinos de Taifas, siendo la Taifa de Sevilla una de las más importantes.

A finales del s. XI y durante el XII, se produjeron dos invasiones bereberes procedentes del otro lado del Estrecho de Gibraltar (primero almorávides y posteriormente almohades) que trataron de dar una mayor unidad a los reinos Taifas.

A comienzos del siglo XIII se produce un importante avance cristiano, cuyo principal hito fue la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), episodio fundamental en la historia de Andalucía y de España en general, por haber supuesto la unión de los diferentes reinos septentrionales (Castilla, Aragón y Navarra). Como consecuencia de esa victoria surgieron posteriormente los reinos cristianos de Sevilla, Córdoba y Jaén, bajo dominio castellano aunque con cierta autonomía, mientras que bajo dominio musulmán quedó solo el de Granada, que había nacido con la dinastía zirí en el s. XI y que a partir de entonces estaría gobernada por los nazaríes.

Esta situación geopolítica, en la que la actual Andalucía quedaba dividida entre cristianos (noroeste) y musulmanes (sureste), se mantuvo durante aproximadamente dos siglos. En el lado cristiano, destacaron reyes como Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, ambos enterrados en la catedral de Sevilla, que muestra en sí misma esa mezcla de culturas de la Andalucía medieval: un templo gótica iniciado a comienzos del siglo XV, cuyo campanario era el minarete de una mezquita musulmana del siglo XII. Y en el lado musulmán, la gran joya que ha llegado hasta nosotros es la Alhambra de Granada, símbolo del esplendor de la dinastía nazarí.

1492 es otro momento destacado de esta breve historia de Andalucía, como también lo es para España y para el mundo en general. Es la época del reinado de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y la fecha en la que tomaron tres importantes decisiones, fraguadas precisamente en lo que hoy es Andalucía.

En primer lugar, termina la Guerra de Granada con la toma de la ciudad el 2 de enero, tras el acuerdo con el rey nazarí Boabdil. Esta guerra, que había comenzado mucho antes y que tuvo otros capítulos destacados (como la Batalla de Málaga en 1487) se considera el último episodio de la Reconquista. Meses después se produjo la expulsión de los sefardíes (judíos de Castilla y Aragón), ampliamente asentados en lo que hoy es Andalucía, como atestiguan importantes juderías (Córdoba, Jaén o Lucena). Y por último, la llegada de Cristóbal Colón, bajo bandera castellana, a América. Un viaje que se organizó en gran medida en la provincia de Huelva, como da cuenta de ello la ruta de los Lugares Colombinos.

De esta manera, se inaugura la Edad Moderna, con un papel central de España, y en particular de lo que hoy es Andalucía. Entramos así en una nueva etapa para la historia de Andalucía: la de la dinastía de los Austrias, con Carlos I y Felipe II como grandes exponentes del poder del nuevo imperio. Y aunque Felipe II estableció la capital en Madrid, los puertos andaluces mantuvieron un tráfico inusitado, especialmente el de Sevilla. Esto la convirtió en una de las ciudades más cosmopolitas y ricas del continente, gracias al establecimiento aquí de la Casa de Contratación, para fomentar los viajes a Ultramar y acaparar el monopolio de su comercio.

Otra consecuencia palpable en esta y otras muchas ciudades fue la proliferación de conventos y templos religiosos, impulsados precisamente por la misión evangelizadora en el Nuevo Mundo y por los recursos que de él llegaban. La fuerte defensa de la religión católica se extendió también a la relación con los moriscos que aún habitaban en territorio andaluz, como da cuenta de ello la crisis de la rebelión de las Alpujarras (1570-72) o la definitiva expulsión en 1609.

El mejor exponente de esta época dorada de la historia de Andalucía es el arte, en particular:

  • La arquitectura, con su esplendoroso Renacimiento (catedral de Jaén, monumentos de Úbeda y Baeza) y su exuberante barroco (cartuja de Jerez de la Frontera y numerosas capillas). Un estilo que, por cierto, es aún más importante por su exportación a América Latina (catedral de Cuzco o catedral de México DF, entre otras)
  • La pintura: es la época en la que surgen algunos de los más grandes pintores españoles, como Velázquez y Murillo
  • La escultura: es el periodo de trabajo de importantes nombres como Pedro de Mena o Alonso Cano


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