¿HUBO BARRIOS DE JUDÍOS Y DE CRISTIANOS EN LAS
CIUDADES ANDALUSÍES?
Aunque se han venido utilizando los
términos de “juderías” y “barrios” o “arrabales de mozárabes” para nombrar a
los barrios de las ciudades andalusíes poblados por judíos o por cristianos, en
el estado actual de nuestros conocimientos nada indica que tales barrios
existieran, y mucho menos guetos donde estas personas vivieran marginadas
Christine Mazzoli-Guintard
Nantes Université
Detalle de la arquería de la
sinagoga de Santa María la Blanca, s. XII (Toledo) .@Christine
Mazzoli-Guintard, nov. 2017
El tópico de la presencia de
barrios confesionales en las ciudades de al-Andalus sigue difundido, en
particular en la red mundial del conocimiento compartido. La página «Judería»
de Wikipedia dice lo siguiente:
«La presencia de judíos en España
se testimonia desde época romana y visigoda, aunque no consta que vivieran en
barrios separados. Surgieron con el crecimiento de las ciudades musulmanas de
al-Ándalus, que se estructuraron espacialmente con criterios étnico-religiosos
(una medina árabe-musulmana —en torno a la alcazaba y la mezquita— y arrabales
de distinta composición, particularmente de mozárabes —es decir, cristianos
sometidos— y judíos). […] La consolidación o creación de juderías en las
ciudades cristianas fue realizándose esporádicamente a lo largo de la Edad
Media, habitualmente al reordenar los espacios urbanos tras las sucesivas
reconquistas y repoblaciones […] mientras que los judíos confirmaban o
reubicaban su localización».
Ahora bien, ¿cómo se elaboró ese
tópico? Cabe buscar en la indefinición de ambos términos, juderías y barrios de
mozárabes, uno de los factores de la persistencia del tópico hasta la fecha. Y,
por fin, ¿qué dicen las fuentes a propósito de barrios religiosos en las
ciudades de al-Andalus?
¿Cómo se elaboró el tópico de la presencia de
barrios de judíos y de cristianos en las ciudades andalusíes?
El tópico aparece en la primera
mitad del siglo XX, bajo la pluma de los maestros del orientalismo y del
medievalismo. Fue creado a partir de datos muy parcos y muy aislados, muchas
veces solamente la presencia de un edificio de culto: en Sigüenza, se supone
que los cristianos vivían agrupados en torno a una iglesia situada dentro de la
ciudad como sugiere su nombre, Santa María de Medina. En Murcia, se supone la
ubicación del barrio mozárabe alrededor de la iglesia Santa María de la
Arrixaca; en Zaragoza, estaba situado en el ángulo noroeste de la ciudad,
porque estaba allí la iglesia principal de Santa María. El tópico fue creado
también a partir de datos muy tardíos, en particular la presencia de judíos o
de juderías en las ciudades de los reinos cristianos: de la mención de judíos
en el privilegio que Alfonso VI concede a la ciudad de Santarém en 1095,
concluyó E. Ashtor que había una comunidad judía en época musulmana. En el
reino de Aragón, la judería de Zaragoza ocupaba el ángulo sureste del espacio
murado y J. M. Lacarra suponía que ocupaba el mismo emplazamiento en época
andalusí. Pasa lo mismo con la judería de Toledo, y otras más.
Fig. 1. Plano de Zaragoza según É.
Lévi-Provençal, Histoire de l’Espagne musulmane, Paris, 1953
Por otro lado, el cliché sobre los
barrios religiosos de las ciudades andalusíes se alimentó con las observaciones
que hicieron los sabios orientalistas en el Magreb en la primera mitad del
siglo XX: para É. Lévi-Provençal, la fisonomía general de la ciudad de Fez en
esa época apenas había variado con el transcurso de los siglos, es decir que
«la ciudad musulmana», como se la designaba entonces, había conservado la misma
fisonomía desde el medioevo. É. Lévi-Provençal y otros orientalistas de la
época no tardaron en establecer un paralelo entre los mellahs de
las ciudades marroquíes que pudieron observar, y las juderías de al-Andalus,
sobre las cuales tan pocos datos tenían.
Por fin, el tópico de los barrios
religiosos en las ciudades andalusíes se configuró con lecturas a veces
apresuradas de los textos medievales: en la ciudad de Toledo, según É.
Lévi-Provençal, los judíos moraban en un barrio aparte, nombrado ‘ciudad de los
judíos’ (madīnat al-yahūd), tal y como aparece en una fuente del siglo
XI, el Muqtabis de Ibn Ḥayyān, a propósito de una rebelión del
año 820. Lo que narra en realidad Ibn Ḥayyān es lo siguiente: cuando los
toledanos se rebelaron contra el emir de Córdoba, el jefe de la revuelta sitió
la «ciudad de los judíos» antes de venir a Toledo, donde permaneció algún
tiempo. Si bien no sabemos de qué ciudad de los judíos se trata, ya que varias
ciudades andalusíes fueron llamadas así, lo que queda claro es que no se trata
de un barrio judío de Toledo.
Fig. 2. Plano de Toledo según É.
Lévi-Provençal, Histoire de l’Espagne musulmane, Paris, 1953
La presencia de barrios de judíos y
de cristianos en las ciudades andalusíes es un lugar común que se fundamenta en
bases frágiles, datos demasiados tardíos o una concepción ahistórica de la
ciudad islámica, que no tiene apoyo ni en el tiempo ni en el espacio. Y el
tópico debe su persistencia hasta la fecha a la indefinición que lo rodea:
convirtió las juderías y los barrios mozárabes de las ciudades
andalusíes en barrios invisibles, porque no se habían fijado con claridad
sus rasgos.
Juderías y barrios cristianos de las ciudades
andalusíes: barrios indefinidos e invisibles
Los barrios religiosos de las
ciudades andalusíes, donde se agrupaba la gente que compartía la misma fe,
permanecen sin definir en varios aspectos. Primero, en la realidad misma de la
existencia del barrio, con datos distintos según el grupo religioso, como
recuerda el léxico: en el Diccionario de la Real Academia, «judería» significa
barrio de los judíos y conjunto de los judíos, mientras que «mozarabía» solo
hace referencia a la gente mozárabe. La existencia de barrios judíos está, en
efecto, mucho más afirmada que la de barrios cristianos, según afirmó L. Torres
Balbás en los años 1950, sin que se hayan debatido sus propuestas desde
entonces. Los cristianos «vivían unas veces mezclados con el resto de la
población y otras en comunidades, en barrios o arrabales independientes, ya
dentro de la madina, ya exteriores […] En casi todas las ciudades de la
España islámica los judíos vivían en comunidad, separados de los musulmanes, en
arrabales o barrios a ellos destinados. Apartadas de las calles de tránsito de la
urbe islámica, las juderías formaban núcleos aislados en su interior, con uno o
pocos ingresos». Se mencionan barrios de cristianos en Zaragoza, Tudela o
Calatayud, cristianos que vivían mezclados con los musulmanes en Córdoba,
Toledo, Écija, judíos que, en Granada, tuvieron su barrio propio en el centro
de la ciudad mientras que algunos de ellos vivían en varios arrabales de
Granada: la implantación topográfica de los grupos religiosos presenta en
realidad un amplio panel de situaciones. En el caso de las juderías, se plantea
además la cuestión de su cierre por murallas: ¿fueron siempre encastilladas las
juderías, como la de Lucena, descrita a mediados del siglo XII por al-Idrīsī, o
como la judería de Lorca (ss. XIV-XV), que se excavó hace veinte años?
Fig. 3. Lucena, cementerio judío.
@Claude Guintard, feb. 2023
Por otro lado, los barrios
religiosos de las ciudades andalusíes permanecen sin definir en cuanto a su
localización: hubo barrios de cristianos intramuros en Toledo o Écija,
extramuros en Valencia, Alcira, Murcia o Granada según se ha escrito, mientras
que hay discrepancias a propósito de Córdoba para saber si quedaron iglesias, y
por tanto barrios de cristianos, dentro del recinto de la medina. Ahora bien,
estamos de nuevo ante una cuestión de léxico sobre la cual no se ha
reflexionado: ambos términos que designan las unidades topográficas de las
ciudades, barrio y arrabal, tienen historia compartida en su etimología árabe,
y en su campo semántico. Barrio, según el DRAE es «Cada una de las partes en
que se dividen los pueblos y ciudades» y el «arrabal o barrio fuera del recinto
de una población». Cuando el geógrafo al-Ḥimyarī (m. c. 1325) indica que Écija
tenía varios arrabales y que en uno de ellos se encontraban la mezquita mayor y
la iglesia, ¿qué quiso decir? L. Torres Balbás hizo de este rabaḍ el
núcleo de la ciudad, distinto de la alcazaba urbana, situada en el sureste del
recinto, es decir que el rabaḍ era un barrio intramuros. Y
nosotr@s, historiador@s del siglo XXI, ¿qué estamos examinando al ubicar
intramuros o extramuros un barrio? ¿Cierta proximidad con el espacio del
poder, tradicionalmente fortificado y, por supuesto, intramuros? ¿Un momento de
la formación de la ciudad?
Por último, los barrios religiosos
de las ciudades andalusíes permanecen sin definir en cuanto, precisamente, a su
historia, ya se trate del momento de su aparición o de su permanencia o
desplazamiento a lo largo de los siglos: ¿el barrio de cristianos de Calatayud
existía antes del año 1120, cuando el rey de Aragón conquistó la ciudad, o se
formó después de la expedición del año 1125? En Córdoba, en el arrabal de
Cercadilla, queda constancia de la presencia de dhimmíes cristianos
desde el siglo VIII hasta la época almohade, con un hiato poblacional en el
siglo XI, debido a la fitna. Se suele pensar que las juderías de
Córdoba y Toledo permanecieron en el mismo lugar después de la conquista
castellana, mientras que las de Sevilla y Granada fueron desplazadas. De manera
que los barrios religiosos en las ciudades andalusíes resultan ser barrios
indefinidos en varios aspectos —ubicación, recinto, evolución en el tiempo,
realidad social— y, por lo tanto, quedan invisibles. Ahora bien, desde hace
unos veinte años, el análisis de nuevas fuentes, jurídicas, ha aportado un
enfoque nuevo del tema, mientras que los métodos de análisis de las fuentes
literarias, renovados, hacen hincapié en la arqueología de los
textos.
Fig. 4. Plano de Sevilla según É.
Lévi-Provençal, Histoire de l’Espagne musulmane, Paris, 1953.
¿Qué dicen las fuentes medievales sobre los barrios
religiosos?
La documentación medieval aporta,
ya, la palabra que designa el barrio, es decir la unidad básica de la ciudad,
realidad a la vez espacial y social, puesto que los habitantes del barrio
mantienen relaciones de vecindad: ḥawma en la obra de Ibn
Sahl, jurista cordobés del siglo XI que compila casos judiciales de época omeya
y taifa; rabaḍ en la obra de Ibn Baškuwāl, cordobés también,
que en el siglo XII redactó un diccionario biográfico. En ambas listas, los
barrios llevan el nombre de un elemento arquitectónico de la ciudad, una
mezquita a menudo, una calle, una puerta, una almunia, un baño (ḥammām),
etc., con más diversidad léxica en época almohade. Pero jamás aparece asociado
al término ‘barrio’ una palabra que podría hacer referencia a una comunidad
religiosa. En el léxico, pues, no hay constancia de la existencia de barrios
religiosos.
En la obra de Ibn Sahl, sin
embargo, figuran siluetas de cristianos y judíos en ciertos casos judiciales:
¿sabemos algo de su lugar de vida, de su barrio? Pues sí: vivían en barrios
mixtos, mezclados con musulmanes. En la Córdoba de los años 1030, se denuncia a
un almuédano que molesta a su vecindario al subirse de noche al techo de la
mezquita para rezar en voz alta. Uno de los muftíes consultados contesta que el
demandante en este caso judicial puede hablar en nombre de «todos los que están
en las proximidades de la mezquita, los musulmanes y los demás, en caso de que
ellos le hayan designado como su representante»: claramente, moraban en
la ḥawma del almuédano mañanero musulmanes y dhimmíes. Cuarenta
años más tarde, se presentan delante del juez dos vecinos de Córdoba que se
disputan un edificio arruinado situado entre sus propias casas, que están en
la ḥawma de la mezquita de Ṣawāb, en la medina de Córdoba. Uno
es musulmán, el otro, es un judío que representa los bienes habices de la
sinagoga y defiende una casa constituida en habiz en provecho de la sinagoga:
en la ḥawma de la mezquita de Ṣawāb, en los años 1070, la
propiedad de un musulmán lindaba con otra que pertenecía al edificio de culto
israelita. En la Córdoba del siglo XI que figura en la obra de Ibn Sahl, no hay
rasgo de barrios religiosos, sino de barrios donde vivían mezclados musulmanes
y dhimmíes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario