ISMAIL I
Ismācīl I: Abū l-Walīd Ismācīl b. Faraŷ b Ismācīl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Naṣr b. Qays al-Jazraŷī al-Anṣārī. Granada, 17.X. H./3.III.1279 –
26.VII.725 H./8.VII.1325. Emir de al-Andalus ‘1314-1325), quinto sultán de la
dinastía de los Nazaríes de Granada ‘precedido por Naṣr y sucedido por Muḥammad
IV).
Sultán nazarí
Biografía
Nació
antes del amanecer del viernes 17 de šawwāl de 677/3 de marzo de 1279, casi con
toda probabilidad en Granada, pues su padre Abū Sacīd
Faraŷ estuvo al servicio de Muḥammad II (1273-1302) en la capital hasta
que el emir lo envió a Málaga como gobernador tras recuperar esta ciudad, hasta
entonces rebelde, el 27 de ramaḍān de 677/11 de febrero de 1279, por lo que
cabe suponer que su esposa Fāṭima, hija de dicho emir y a punto de dar a luz al
futuro Ismācīl I, se quedase en la Alhambra al menos hasta que su
marido estabilizase el poder nazarí en la población malagueña.
La
entronización de Ismācīl I supone una desviación o cambio en la
línea dinástica nazarí que había ocupado el poder hasta ese momento. El nuevo
emir pertenecía a otra rama de los Banū Naṣr, la que descendía de su
abuelo Ismācīl, uno de los tres hermanos del fundador Muḥammad I.
El
padre de Ismācīl I, el mencionado arráez Abṭū Sacīd,
fue uno de los más poderosos e influyentes hombres de al-Andalus. Gozó de un
gran prestigio por su importantísima actividad militar en la lucha por las
plazas del Estrecho (Algeciras, Gibraltar, Tarifa) y la trascendental conquista
de Ceuta, además del buen gobierno de Málaga, región difícil por haber sido
centro de rebeldía de los Banū Ašqīlūla y área de influencia benimerín
durante muchos años. Por otro lado, Abū Sacīd había estrechado
su ya cercano parentesco con Muḥammad II (eran primos hermanos) aún más
casándose con una hija de este, Fāṭima, mujer singular y destacada por sus
conocimientos científicos y cualidades personales que le permitieron ejercer
una considerable influencia política durante su larga vida —murió nonagenaria y
vivió bajo los emiratos de su padre, sus dos hermanos Muḥammad III (1302-1309)
y Naṣr (1309-1314), su hijo Ismācīl I y sus
nietos Muḥammad IV (1325-1333) y Yūsuf I (1333-1354)—. Sin embargo y por un
incomprensible intento de huir de al-Andalus, Abū Sacīd fue
destituido de su cargo de gobernador de Málaga y arrestado, y cuando Ismācīl
I alcanzó el trono lo recluyó en Salobreña hasta su fallecimiento el 14 de rabīc I
de 720/24 de abril de 1320, si bien fue enterrado con todos los honores en el
cementerio de la Sabīka, junto a la Alhambra.
Con
tan ilustres, poderosos e inteligentes padres, no es de extrañar que Ismācīl,
que, además, se había criado disfrutando de la preferencia de su abuelo
materno, el sultán Muḥammad II, acabara accediendo al emirato a pesar de no
hallarse en la línea dinástica establecida hasta entonces.
El
proceso por el que Ismācīl accedió al trono se inició cuando su
padre Ab Sacīd se declaró independiente en Málaga el 17 de
ramaḍān de 711/27 de enero de 1312 frente al emir Naṣr, su cuñado y sobrino
segundo; pero Abū Sacīd, en lugar de proclamarse sultán él
mismo, decidió proclamar a su hijo Ismācīl, que tenía mejor
legitimidad dinástica ya que era nieto materno de Muḥammad II. Una vez
proclamado en Málaga, Abū l-Walīd atacó y sometió los castillos próximos y
otras ciudades como Antequera, Marbella y Vélez Málaga, incluso recurriendo a
artillería, como en el caso de Vélez, contra el que utilizó un almajaneque.
Desde
el primer momento contó con el apoyo de las tropas de guzāt,
combatientes de la fe norteafricanos, y de su jefe en Málaga, el
influyente cUṯmān b. Abī l-cUlà, que odiaba al emir
Naṣr; además, cUṯmān había sido encargado por el anterior emir,
Muḥammad III el Destronado, de la jefatura de un contingente de combatientes de
la fe para defender Málaga y su región occidental, la Algarbía, aunque siempre
sometido a las órdenes de Abū Sacīd. También contó Ismācīl
con el apoyo de otro jefe meriní, al-cAbbās b. Raḥḥū.
Sin
embargo, una gran parte de los combatientes de la fe norteafricanos conformaban
la pieza fundamental del ejército nazarí estacionado en Granada y se
mantuvieron leales al emir. Por ello y para evitar una guerra abierta, Naṣr
envió a Málaga para negociar y resolver el conflicto diplomáticamente a su
visir Muḥammad Ibn al-Ḥāŷŷ, que, sin embargo, era detestado por la aristocracia
granadina, que lo acusaba de cristianizante y de actuar con injusticia y
violencia. Pero Ismācīl y su padre encarcelaron al visir, a pesar
del salvoconducto que lo protegía y aseguraba su inmunidad. En respuesta a esta
acción, Naṣr retuvo a su propia hermana Fāṭima, esposa de Abū Sacīd
y madre de Ismācīl.
Tras
ello, las fuerzas de Ismācīl, dirigidas por los jefes meriníes cUṯmān
y al-cAbbās, atacaron y corrieron la Vega de Granada en marzo de
1312 sin que el ejército de Naṣr se atreviera a presentarles batalla al
comprobar la superioridad de las fuerzas malagueñas.
Aunque
Naṣr solicitó la ayuda que Castilla se había comprometido a prestarle cuando lo
necesitara en virtud del tratado firmado en 1310, Fernando IV el Emplazado
aprovechó la situación para atacar el territorio andalusí e intentar implicar
en la ofensiva a Aragón, aunque Jaime II eludió la intervención directa. Así,
el 10 de marzo de 1312 el monarca castellano envió a su hermano el infante don
Pedro a atacar la zona de la frontera a pesar de la tregua vigente.
Poco
tiempo después, unos dos meses, Ismācīl emprendió una nueva campaña
militar contra su primo segundo (por línea paterna) y tío (por línea materna)
Naṣr. Desde Málaga, se dirigió a la Vega de Granada y
acampó en la alquería de al-cAṭšā’ (¿El Alitaje?) el 1 de muḥarram
de 712/9 de mayo de 1312. Esta vez Naṣr, consciente ya de que no podía esperar
ayuda de Castilla, sí le hizo frente con un buen ejército y la batalla tuvo
lugar el 13 de muḥarram/21 de mayo. El resultado fue la derrota de las fuerzas
granadinas y una clara victoria de Ismācīl sobre el emir, cuya
integridad física llegó a peligrar pues su caballo tropezó en el cauce de la
acequia de una de las hazas de la zona, aunque pudo superar el incidente y
entrar en la población.
A
pesar del triunfo militar, Ismācīl no pudo rentabilizar su éxito
pues la prolongación del enfrentamiento tenía un costo y mantenimiento que le
obligaron a él y a su padre Abū Sacīd a firmar un armisticio
con el sultán el mes de rabīc I de 712/7 de julio-5 de agosto
de 1312 y entregarle los impuestos que Abū Sacīd había
retenido.
Mientras
tanto, el infante don Pedro, que estaba en la zona de la frontera,
supuestamente para apoyar a Naṣr, había empezado a atacar los territorios del
emir violando abiertamente el tratado firmado en 1310. Durante más de dos
meses, el infante estuvo asediando Alcaudete sin éxito, por lo que el mismo rey
Fernando IV acudió personalmente al sitio de la plaza, poco antes del 20 de
agosto de 1312.
Para
frenar el ataque, Naṣr intentó negociar con Fernando IV, pero Abã Sacīd, el padre de Ismācīl,
también hizo lo mismo y envió al campamento cristiano a al-cAbbās,
aunque sin resultado, pues el emir de Granada alcanzó un acuerdo con el
castellano. El pacto no evitó, sin embargo, la entrega por rendición de
Alcaudete el lunes 5 de septiembre de 1312 al infante don Pedro (Fernando IV,
ya delicado de salud, había sufrido una dolencia tan grave que había sido
evacuado del real urgentemente a Jaén unos días antes).
El
monarca castellano falleció el día 9 de septiembre (o el 7, según su Crónica),
pero el día anterior planeó con el infante don Pedro, llegado ya a Jaén tras la
rendición de Alcaudete, atacar a Abū Sacīd y a su hijo Ismācīl
contando con la colaboración de tropas del emir Naṣr. Su repentina muerte le
impidió realizar estos planes y la minoridad de su sucesor, Alfonso XI el
Justiciero, abrió un nuevo periodo de agitación interna en Castilla que la
alejó de los asuntos de al-Andalus.
Esta
situación favorecía los intereses de Ismācīl, que también se vio
beneficiado por el descontento de los granadinos con el emir Naṣr, que
desembocó en una sublevación de la aristocracia de la capital en el mes de
ramaḍān de 713/20 de diciembre-18 de enero de 1314 que pedía la restauración de
Muḥammad III el Destronado, hermano del emir. La revuelta fracasó y provocó la
muerte del Destronado, pero los sublevados huyeron a Málaga y reiteraron a Ismācīl
su petición de que tomara el poder, a lo que accedió e inició una nueva marcha
hacia Granada.
En
el camino, conquistó Loja y cuando llegó a Granada el ejército de Naṣr salió a
hacerle frente. Aunque con más dificultades que en su anterior batalla de 1312,
Ismācīl venció y, aclamado por la población de Granada, entró por la
Puerta de Elvira, tras romper sus cerrojos.
El
emir se refugió en la Alhambra con su familia, el tesoro y la alta nobleza
mientras que Ismācīl era proclamado y se establecía en la
Alcazaba Qadīma, la antigua fortaleza zīrí situada en el Albaicín,
el jueves 27 de šawwāl de 713/14 de febrero de 1314 (es posible que la otra
fecha de proclamación que dan las fuentes, dos semanas después, el jueves 12 de
ḏū l-qacda de 713/28 de febrero de 1314, corresponda a una
ceremonia áulica más general, en la Alhambra).
Desde
allí entabló negociaciones con Naṣr, que, tras haber solicitado
infructuosamente ayuda al infante don Pedro, tuvo que claudicar, aunque para
ello Ismācīl debió concederle el gobierno independiente de Guadix y
una cantidad de dinero y tesoros, entre otros beneficios.
Establecido
el acuerdo, Ismācīl tomó posesión de la Alhambra a mediodía del
sábado 29 de šwwāl/16 de febrero. Antes de que pasaran tres días, Naṣîr, acompañado de su familia y sus jefes meriníes
leales, partió hacia Guadix, la noche del martes 3 de ḏū l-qacda
de 713/19 de febrero de 1314.
De
esta manera, con casi treinta y cinco años accedió al trono el nuevo sultán,
ahora ya Ismācīl I. Además de cualidades más o menos habituales de
los emires, las fuentes lo describen con luenga barba, entre negra y pelirroja,
aficionado a la caza y destacan que era abstemio. De hecho, manifestó
particular celo en el castigo y aplicación de las penas y persiguió el consumo
de bebidas alcohólicas, además de prohibir la aparición ante hombres de
esclavas cantoras (qaynāt) en los banquetes y limitó las actuaciones
musicales de estas mujeres a gente de su misma clase social, todo ello en la
línea de ortodoxia jurídico-religiosa que manifestó y que se plasmó también en
el rigor que aplicó contra las innovaciones heterodoxas, en la protección de
los descendientes de la familia del Profeta o en la imposición de los signos
distintivos a los judíos protegidos de acuerdo con la ley islámica (norma que,
sin embargo, en la práctica no se solía cumplir). En este mismo sentido, también
se podría, quizás, contemplar su actitud beligerante y activa en la lucha
contra los reinos cristianos enemigos, frente a la política relativamente más
defensiva y subordinada de los últimos años de su predecesor Naṣr.
Designó
secretario a una de las más destacadas figuras de la poesía nazarí, Ibn
al-Ŷayyāb, maestro del género epigráfico cuyos poemas decoraron las estancias
de la Alhambra, en la que, además, Ismācīl I realizó algunas
construcciones (la rauda o cementerio real y ciertas transformaciones en el
Generalife).
En
el ámbito de la economía cabe destacar la acuñación de moneda que realizó en la
ceca de Granada, como atestiguan los bellos ejemplares de dinar de oro
conservados a su nombre.
Los
primeros años de su gobierno fueron particularmente agitados. La presencia de
un sultán derrocado —que se intitulaba “rey de Guadix” en la correspondencia
con los reyes cristianos— en una ciudad cercana e importante como Guadix,
tradicional feudo de rebeldes y sublevados, ejerciendo un gobierno
independiente y con el apoyo de Castilla, suponía una amenaza latente para la
estabilidad del trono que enseguida se manifestó completamente real y hasta
acuciante.
Así,
inmediatamente después de llegar a Guadix, Naṣr escribió una carta comunicando su expulsión de la
Alhambra al infante don Pedro, que en esos momentos se dirigía desde Córdoba
hacia Granada en auxilio del emir vasallo. A pesar de que ya era innecesaria su
presencia, el infante, tutor de Alfonso XI, decidió aprovechar el viaje y entró
en tierras del emirato andalusí para conquistar Rute en tres días de asedio.
El
15 de muḥarram de 715/21 de abril de 1315, Naṣr encabezó la oposición de un
grupo de sus parientes y servidores de su padre que se habían unido a él. Ante
ello, Ismācīl I, a primeros [1] de ṣafar de 715/primeros [7] de
mayo de 1315, asedió Guadix durante cuarenta y cinco días, aunque no consiguió
someterlo y hubo de retirarse a Granada, no sin antes destruir todos sus campos
y tierras de abastecimiento.
Por
su parte, Naṣr solicitó ayuda a Castilla, Aragón y Tremecén y llegó a ofrecer a
cambio al infante don Pedro la ciudad de Guadix. Afortunadamente para Ismācīl
I, los tratos con estos estados y entre Castilla y Aragón, que, incluso
buscaron la ayuda del Papa, no llegaron a una alianza conjunta para atacar el
territorio andalusí con el pretexto de apoyar a Naṣr, pero Castilla sí
emprendió diversas actuaciones militares. Una de estas se inició con el envío
por el infante don Pedro de una recua de víveres a Guadix para abastecer al
sultán derrocado, lo que provocó la respuesta de Ismācīl I, que
envió a cUṯmān b. Abī l-cUlà al frente del ejército.
La batalla tuvo lugar en Wādī Furtūna, el río Guadahortuna, a la altura de
Alicún de Ortega en el mes de ṣafar de 716/abril-mayo de 1316. Pero los
cristianos, con la ayuda de Naṣr, infligieron una aplastante derrota a los
granadinos, de los que murieron 700 caballeros (1540 según las fuentes
cristianas) llenando de tristeza al-Andalus. Tras ello, el infante don Pedro
aprovechó nuevamente la oportunidad para apoderarse de las plazas andalusíes
que pudo, en esta ocasión Cambil, Belmez, Mata Begid, Tíscar y, al parecer,
Rute, que habría sido recuperado por los musulmanes (varias de estas plazas
cambiaron de manos repetidamente durante estos años).
En
cambio, ese mismo año de 716/1316, Ismācīl I se benefició del apoyo
indirecto que supuso el ataque realizado por el gobernador cazafí
de Ceuta, Yaḥyà b. Abī Ṭālib (m. 719/1319) contra Gibraltar, que cercó y tras
varios días de asedio logró entrar en el arrabal, aunque tuvo que abandonar el
sitio ante los preparativos de auxilio castellanos.
Animados
por la victoria de Guadahortuna, los infantes de Castilla don Pedro y don Juan,
tutores de Alfonso XI, acometieron la acción más ambiciosa y de mayor
envergadura desde la coalición internacional contra al-Andalus en 1309. Fue una
gran ofensiva preparada desde 1318, dirigida a la capital granadina en 1319 y
que llegó incluso a las murallas de la ciudad. Tras un breve asedio, se
desencadenó la famosa batalla de la Vega, en la que, a pesar de tener
superioridad numérica, el ejército cristiano fue totalmente derrotado el 5
de ŷumādà I 719/24 junio 1319. Los jefes castellanos, los infantes Pedro y
Juan, murieron. La victoria andalusí, en la que fue decisiva la actuación
militar del šayj al-guzāt (jeque de los
combatientes de la fe norteafricanos), cUṯmān b. Abī l-cUlà,
fue celebrada y difundida internacionalmente hasta Oriente.
Esta
derrota, junto a otra infligida por el ejército de Málaga a los cristianos el
día de la fiesta de cāšūrā' (10
de muḥarram) de 820/21 de febrero de 1320, forzó a los concejos y regiones de
la frontera cristiana a entablar negociaciones con Ismācīl I para
solicitar la paz, que acabó aceptando el emir granadino y se firmó el 18 de
junio de 1320.
La
misma situación se produjo con respecto a Aragón. Con el fin de proteger su
frontera, dado que la castellana estaba asegurada por el tratado recién
firmado, Jaime II solicitó la paz a Ismācīl I. Las negociaciones se
prolongaron más de un año, durante el cual el rey aragonés jugaba al mismo
tiempo la baza de la ayuda del Papa para atacar al emirato andalusí, pero al no
obtenerla tuvo que aceptar el tratado de paz y amistad que Ismācīl I
exigía: condiciones de equilibrio y reciprocidad entre ambos estados (al
contrario que tratados anteriores, más desfavorables para los Nazaríes) y,
además, libertad de emigración para los mudéjares aragoneses que quisieran
trasladarse al territorio andalusí sin pagar más que los derechos
acostumbrados, cláusula incluida por primera vez y que sirvió de precedente en
treguas posteriores. El tratado, conservado en versión árabe y catalana
romance, lo firmó Ismācīl I para un periodo de cinco años el 17 de
rabīc II de 721/16 de mayo de 1321.
Alcanzaba
así el emir granadino una situación de paz exterior que, junto a las disputas
internas de Castilla, le permitieron consolidar y recuperar posiciones en la
frontera.
En
el interior del emirato también logró estabilizar la situación política, pues
gracias a los tratados firmados con Castilla y Aragón, Naṣr ya no podía contar
con ayuda exterior, y, para facilitar más aún las cosas a Ismācīl I,
el rebelde falleció prematuramente en 722/1322, tras ocho años transcurridos
entre combates, treguas y conspiraciones para recuperar el trono desde Guadix,
ciudad que se sometía así, por fin, a la autoridad del emir de la Alhambra.
En
los años siguientes Ismācīl I pudo recuperar diversas plazas de la
frontera, como Huéscar, Orce y Galera. En el asedio de Huéscar, este emir
utilizó la pólvora por primera vez en al-Andalus, provocando los proyectiles de
hierro ardientes lanzados por un enorme cañón la inmediata rendición de la
fortaleza el 24 de raŷab de 724/17 de julio de 1324; tras ello, el sultán
procedió a reparar las defensas de la plaza conquistada y llegó a trabajar con
sus propias manos en la construcción del foso.
Otra
expedición importante fue la algazúa de Martos, que se desarrolló entre el 10 y
24 de raŷab de 725/22 de junio y 6 de julio de 1325, durante la que taló los
campos y penetró por la fuerza en la ciudad y la alcazaba. Durante el asalto,
el sultán apenas pudo controlar a la tropa y los soldados realizaron una gran
matanza que los cronistas árabes lamentan y condenan.
Sin
embargo, cuando Ismācīl I se hallaba en esta situación de
prosperidad, con estabilidad interior y exitosas campañas exteriores, fue
inesperadamente asesinado en unas insólitas circunstancias. El autor del crimen
fue uno de sus arráeces, pariente suyo, llamado Muḥammad, que era hijo de su
primo hermano Ismācīl, quien entonces era conocido como el señor de
Algeciras, el lunes 26 de raŷab de 725/8 de julio de 1325.
Las
causas del asesinato, en principio, fueron la venganza por una afrenta
personal: al tercer día tras el regreso de la citada algazúa de Martos, el emir
reprendió a este Muḥammad, al que humilló e hirió tan profundamente en su amor
propio que acabó cometiendo el asesinato. Los cronistas cristianos indican que
la causa del conflicto fue una cautiva cristiana traída de Martos por el arráez
que se negó a entregar al emir cuando este se la pidió; a esto añaden la
implicación de cUṯmān, que estaría resentido con el emir por la
muerte de un nieto suyo en la algazúa de Martos —pero también tenía móviles
políticos contra el emir, en cuya entronización había sido apoyo fundamental— y
que instigó al arráez y organizó el complot para el asesinato.
El
crimen se perpetró cuando Ismācīl I se dirigía a un salón de
audiencia, en público (las fuentes cristianas lo sitúan en solitario en una
calleja de la Alhambra). El arráez lo apuñaló y aunque el visir intentó
defenderlo, los compañeros del traidor arremetieron contra él, pero la gente
pudo liberar al sultán y los conjurados fueron perseguidos y muertos, sus
parientes y otros sospechosos ejecutados y sus casas saqueadas por la multitud.
El
emir, aunque sobrevivió al ataque gracias a que el turbante taponó la herida de
la puñalada en la carótida y fue trasladado rápidamente a una de las
habitaciones del palacio, los médicos no pudieron salvarlo y murió enseguida.
Tras
más de once años de gobierno muy activo y beligerante que llevó a al-Andalus a
una situación más fuerte frente a sus enemigos, Ismācīl I murió a
los cuarenta y seis años de edad. Fue enterrado en la rauda (rawḍa), el
cementerio familiar de la dinastía nazarí situado en los jardines contiguos al
Palacio Real, a levante de la mezquita mayor de la Alhambra, al lado de su
abuelo, aunque tras la conquista de Granada en 1492 sus restos fueron
trasladados, junto con los de otros miembros de la familia real, por Muḥammad
XI, Boabdil, a Mondújar, en las posesiones que a este le concedieron los Reyes
Católicos.
Dejó
seis hijos, cuatro varones y dos mujeres. De su concubina cristiana cAlwa,
que fue su favorita hasta que al final de su vida se apartó de ella por un
asunto de insolencia, tuvo cuatro: Muḥammad (IV), el primogénito y príncipe
heredero, que le sucedió; Faraŷ, segundo hijo, que tras la muerte de su hermano
recorrió diversos lugares de al-Andalus y acabó muriendo encarcelado en Almería
el año 751/1350-1351, asesinado por orden de su hermano; Fāṭima y Maryam, que
fueron casadas por su hermano Yūsuf (I) con dos parientes. Posteriormente, de
su sierva Bahār (Primavera/nombre de planta), tuvo a Yūsuf (I), que accedió al
poder a la muerte de su hermano. Por último, tuvo de su sierva Qamar (Luna) el
cuarto y menor de los varones, Ismācīl, que en su juventud sufrió
terrible prisión, durante el gobierno de su hermano Yūsuf I, aunque en tiempos
de su sobrino Muḥammad V (1354-1359 y 1362-1391) fue liberado e instalado en un
palacio del patrimonio real en Salobreña y más tarde huyó a refugiarse al
Magrib durante el exilio de este sultán en Fez.
Leer menos
Bibliografía
al-Qalqašandī, Ṣubḥ
al-acšà fī ṣinācat al-inšā', El Cairo, Wizārat al-Ṯaqāfa, s. f., vol. VI, págs. 261-262 (trad. parcial L.
Seco de Lucena, Valencia, 1975, pág. 78)
Ibn
Ḥaŷar al-cAsqalānī, al-Durar al-kāmina fī acyān
al-mi'a al-ṯāmina, ed. M. S. cAbd al-Ḥaqq, El Cairo, Umm
al-Qurrà, s. f. (reimp. de Cairo, 1966), vol. I, págs. 401-402, n.º 948,
vol. V, pág. 165, n.º 4938
P.
de Gayangos, The history of Mohammedan dynasties in Spain, vol. II,
Londres, 1843 ‘reimp. Nueva York, Londres, Johnson Reprint, 1964), 350 ss.
P.
de Gayangos, “De los Beni Nasr ó Naseríes de Granada”, en Ilustraciones
de la Casa de Niebla por Alonso Barrantes Maldonado, Memorial Histórico
Español, X, Madrid, Real Academia de la Historia, 1857, vol. II, apéndice B,
págs. 542-543
E.
Lafuente y Alcántara, Inscripciones árabes de Granada, precedidas de
una reseña histórica y de la genealogía detallada de los reyes Alahmares,
Madrid, Imprenta Nacional, 1859 (ed. López García, (comp.), Textos y
obras clásicas), págs. 32-33, 217-221
al-Bunnāhī
(al-Nubāhī), Nuzhat al-baṣā’ir wa-l-abṣār, ed. y trad. parciales E.
Lafuente Alcántara, Inscripciones árabes de Granada, Madrid,
Imprenta Nacional, 1859 (ed. B. López García, (comp.), Textos y obras
clásicas sobre la presencia del Islam en la historia de España, CD-ROM,
Madrid, Fundación Histórica Tavera, 1998), págs. 62-63 (65-66 trad.)
F.
Guillén Robles, Málaga musulmana, Málaga, Navarro, 1880 (ed. facs.
Málga, Arguval, 1994), vol. I, págs. 182-185
A.
Giménez Soler, “La expedición a Granada de los infantes D. Juan y D. Pedro en
1319”, en Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, 11 (1904),
págs. 353-360, 12 (1905), págs. 24-36
A.
Giménez Soler, La Corona de Aragón y Granada. Historia de las
relaciones entre ambos reinos, Barcelona, Imprenta Casa Provincial de
Caridad, 1908, 186-227
É.
Lévi-Provençal, Inscriptions arabes d'Espagne, Leiden, Brill,
París, E. Larose, 1931, vol. I, págs. 151-153, n.º 165
M.
M. Antuña, “Una versión árabe compendiada de la Estoria de España de
Alfonso el Sabio”, en Al-Andalus, 1 (1933), págs. 105-154
Los
documentos árabes diplomáticos del Archivo de la Corona de Aragón, ed. y tr. M. A. Alarcón y Santón y R. García de
Linares, Madrid, Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada, 1940, págs.
29-36, doc. n.º 13-15
Crónica
de don Alfonso el onceno,
en Crónicas de los Reyes de Castilla desde don Alfonso el Sabio hasta
los Católicos don Fernando y doña Isabel, ed. C. Rosell, Biblioteca de
Autores Españoles, 66, Madrid, Atlas, 1953, vol. I, págs. 180-184, 206-207,
caps. 8-14, 54-55, passim
Ibn
al-Jaṭīb, Acmāl al-aclām, ed. E.
Lévi-Provençal, Beirut, 19562, págs. 294-295
al-Maqqarī, Nafḥ
al-ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb, ed. I. cAbbās, Beirut,
Dār Ṣādir, 1968, vol. I, págs. 449-452
Historia
de la Casa Real de Granada,
ed. J. de Mata Carriazo, “La “Historia de la Casa Real de Granada”, anónimo
castellano de mediados del siglo XVI”, en Carriazo, En la frontera de
Granada. Homenaje al profesor Carriazo: I, Sevilla, Facultad de Filosofía y
Letras, 1971 ‘reimp. de Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos,
6 [1957], págs. 7-56), págs. 160-162
Ibn
al-Qāḍī al-Miknāsī, Laqṭ al-farā’id min lufāẓat ḥuqaq al-fawā’id,
ed. M. Ḥaŷŷī en M. Ḥāŷŷī, Alf sana min al-wafayāt fī ṯaātat
kutub, Rabat, Dār al-Magrib li-l-Ta’līf, 1976, págs. 174, 183
M. cA.
A. cInān, Nihāyat al-Andalus wa-ta’rīj al-carab
al-mutanaṣṣirīn, El Cairo, Laŷnat al-Ta’līf wa-l-Tarŷama wa-l-Našr, 1987,
págs. 117-121
R.
Arié, L’Espagne musulmane au temps des naṣrides (1232-1492), París,
De Boccard, 1973, (reimp. con addenda, 1990), págs. 93-98
Ibn
al-Jaṭīb, al-Iḥāṭa fī ajbār Garnāṭa, ed. cA.
A. cInān, El Cairo, Dār al-Macārif bi-Miṣr, 1973-1977, vol. I, págs. 377-397
C.
Torres Delgado, El antiguo reino nazarí de Granada (1232-1340),
Granada, Anel, 1974, págs. 248-263
M.ª
J. Rubiera Mata, “El arráez Abã Sacīd Faraŷ b. Ismācīl
b. Naṣr, gobernador de Málaga y epónimo de la segunda dinastía naṣrī de
Granada”, en Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, 11
(1975), págs. 127-133
Ibn
Jaldūn, Kitāb al-cibar, Beirut, Dār al-Fikr, 1979, vol.
IV, págs. 173-174 (trad. parcial M. Gaudefroy-Demombynes, “Histoire des
Benou’l-Ahmar, rois de Grenade”, en Journal Asiatique, 90 serie, 12 [1898]) págs. 412-413
J.
E. López de Coca Castañer, “El reino naṣrī de Granada”, en Historia de
Andalucía. II. La Andalucía dividida (1031-1350), dir. A. Domínguez Ortiz,
Madrid, Cupsa, Barcelona, Planeta, 1980, págs. 331-335
Ibn
al-Jaṭīb, al-Lamḥa al-badriyya fī l-dawla al-naṣriyya, ed. A. cĀṣī y M. D. al-Jaṭīb, Beirut, Dār al-Āfāq al-ŷadīda, 1980, págs. 78-90 (trad. J. M.ª
Casciaro, Historia de los reyes de la Alhambra. El resplandor de la
luna llena [al-Lamḥa al-badriyya], estudio preliminar E. Molina López,
Granada, Universidad, El Legado Andalusí, 1998, págs. 81-95)
al-Watā’iq
al-siyāsiyya wa-l-idāriyya fī l-Andalus wa-šimālī Ifrīqiya
64-897/683-1492. Dirāsa wa-nuṣūṣ,
comp. M. M. Ḥammāda,
Beirut, Mu’assasat al-Risāla, 19863, págs. 454-463, doc. n.º 288-293
M.ª
T. Ferrer i Mallol, La Frontera amb l’Islam en el segle XIV. Cristians
i sarraïns al País Valencià, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), 1988, págs. 105-124
M.
Á. Ladero Quesada, Granada. Historia de un país islámico, Madrid,
Gredos, 19893, págs. 147-149
L.
P. Harvey, Islamic Spain, 1250 to 1550, Chicago, London, University
Chicago Press, 1990, págs. 180-187
M.
Á. Manzano Rodríguez, La intervención de los Benimerines en la
Península Ibérica, Madrid, CSIC, 1992, págs. 199-201, 348-349
M.
de Ximena Jurado, Historia, o anales del mvnicipio albense vrgavonense,
o villa de Arjona, ed. R. Frías Marín, Arjona, Ayuntamiento, Caja
Provincial de Jaén, 1996, págs. 247-248, 253
Ibn
Abī Zarc, al-Anīs al-muṭrib bi-rawḍ al-qirṭās
fī ajbār mulūk al-Magrib wa-ta’rīj madīnat Fās, ed. de cAbd
al-Wahhāb Benmanṣūr, Rabat, al-Maṭbaca al-Malikiyya, 19992,
pág. 528 (trad. A. Huici Miranda, Rawḍ al-qirṭās, Valencia, 1964,
vol. II, págs. 727)
F.
Vidal Castro, “Entre Castilla y el Magreb. La cuestión del Estrecho (ss.
XIII-XIV)” (“Historia política”, cap. II), en M.ª J. Viguera Molins,
(coord.), El Reino Nazarí de Granada (1232-1492). Política,
instituciones. Espacio y economía, Historia de España Menéndez Pidal, vol.
VIII-III, Madrid, Espasa Calpe, 2000, págs. 122-124
F.
Vidal Castro, “El asesinato político en al-Andalus: la muerte violenta del emir
en la dinastía nazarí (s. XIV)”, en M. Fierro (ed.), De muerte
violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus, EOBA, 14, Madrid,
CSIC, 2004, págs. 370-381
Autor/es
- Francisco
Vidal Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario