EL AGUA Y LOS BAÑOS EN AL-ANDALUS
El agua estaba presente en todas partes, en las curtidurías y alfarerías, en
los baños públicos, en el entorno de las mezquitas, así como en las propias
casas y huertos.
Los lugares destinados al baño, bastante numerosos,
ocupaban un lugar destacado en la vida cotidiana de población andalusí. Los había públicos y privados,
lujosos y humildes, pero todos proporcionaban a sus usuarios la necesaria
higiene personal y espiritual, además de
ser lugares de encuentro y reunión. Hombres y mujeres se alternaban en su uso y
disfrute siendo esta actividad una de las escasas oportunidades que la mujer
andalusí tenia para relacionarse y salir del entorno domestico. En la Córdoba
califal llegaron a existir más de seiscientos.
En ellos, la clientela no solo se lavaba, sino también
se relajaba y se dejaba masajear enérgicamente. Para ello se contaba con
distintas dependencias. La tarde estaba destinada al turno de las mujeres, que
se acicalaban, charlaban e incluso merendaban.
Estaban divididos en una serie de estancias en las
que la temperatura varía de forma progresiva. La diferente temperatura se
consigue mediante una conducción subterránea de aire calentado por grandes
calderas de leña. Las bóvedas horadadas por lucemas de forma geométricas proporcionaban luz creando un ambiente tenue
y acogedor. Se abrían y cerraban para regular el vapor de las salas.
Con frecuencia los baños se abastecían del agua de
los aljibes (depósitos de agua para
consumo vecinal). En el barrio del Albaicín de Granada se conserva casi intacta la red de aljibes
andalusí que se mantuvo en uso hasta la instalación del agua corriente en los
años cincuenta.
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