LAS APORTACIONES DE AL-
ÁNDALUS A LA
ASTRONOMÍA
El
granadino Ibn Tufayl y el toledano, afincado en Córdoba durante algunos años,
Azarquiel, tuvieron un papel clave en los avances de la ciencia de la
Astronomía durante los siglos XI y XIII
Autor: Rebeca Alcántara Garrido - Fuente: andaluciainvestiga.com
El
granadino Ibn Tufayl y el toledano, afincado en Córdoba durante algunos años,
Azarquiel, tuvieron un papel clave en los avances de la ciencia de
La historia de la
astronomía es casi tan antigua como la historia del ser humano. El hombre ha
necesitado desde sus inicios calcular el tiempo y para ello resultó
imprescindible mirar al cielo para saber distinguir las estaciones, dato
imprescendible para la agricultura. Más tarde y, de acuerdo al ansia de
conocimiento propia de la especie, su curiosidad se amplió y quiso aprender a
contar los meses y los años. De hecho, en torno a 1.700 a .C., en Babilonia,
se crearon los primeros calendarios. Detrás de todos estos descubrimientos, que
hoy forman parte del día a día, estaba la ciencia astronómica.
Aunque a lo largo
de la historia no se ha dado especial relevancia a la importancia que tuvo en
el desarrollo de esta ciencia en la época musulmana, al-Andalus dio algunos de
los nombres propios que marcarían el desarrollo de la Astronomía. El
investigador del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA-CSIC), Antonio Claret, repasa algunos de los personajes más
importantes de este período.
Es el caso de
Azarquiel, que nació en Toledo en 1029 y murió en Córdoba en 1087. Según el
investigador del IAA, es considerado como el
astrónomo más importante de al-Andalus. Este orfebre, que adquirió sus
conocimientos de la ciencia de los astros en la Corte, se atrevió incluso a
desafiar la obra de Ptolomeo, científico griego, heredero de la concepción del
Universo heredada de Platón y Aristóteles, para los que el Universo era una
esfera perfecta integrada por otras esferas también perfectas.
Sin embargo,
Azarquiel, en su obra El Tratado de las
laminas de los siete planetas, apuntaba que la órbita resultante de
la composición de los movimientos que seguía al planeta Mercurio no era
circular, contradiciendo las teorías aristotélicas. Era la primera vez que un
astrónomo sugería la posibilidad de que la resultante de los movimientos
planetarios no fuera un círculo perfecto, sino que tuviera una forma más
achatada. Copérnico tuvo en cuenta en sus publicaciones algunas de las ideas de
este científico.
Mejoras en el
astrolabio
Sin embargo, ésta
no fue la única aportación de Azarquiel a la ciencia de los astros. El
especialista señala que este astrónomo musulmán fue el responsable de una
importante mejora en el astrolabio, un instrumento que sirve para determinar
las posiciones de las estrellas. Este ingenio se aplicó a la navegación o
incluso para calcular el tiempo. Por ejemplo, los marineros musulmanes lo
usaban a menudo para calcular el horario de oración y encontrar la dirección
hacia la Meca. El problema es que era imprescindible utilizar una placa de
coordenadas distinta para cada latitud. Azarquiel consiguió que con una misma
azafea -así se denominó esta evolución del astrolabio- permitiera la
observación astronómica en cualquier latitud terrestre. “Por primera vez se
asistía, gracias a este científico, a un trasvase de información desde
Occidente a Oriente y se empezó a caer en la cuenta de que desde España se
hacía una astronomía de calidad”, apunta Claret.
El astrónomo
musulmán plasmó en su obra más influyente, las Tablas Toledanas, sus conocimientos sobre esta ciencia y, de
hecho, durante más de un siglo estos escritos fueron utilizados para establecer
el movimiento de los planetas.
No obstante, para
Claret hay otro científico andalusí que destaca en la historia de la
astronomía, el granadino Ibn Tufayl. Este médico, filósofo, científico y poeta
vivió entre 1105 y 1185 y legó importantes aportaciones tanto en la cultura
como en la ciencia. Para el investigador del IAA, Tufayl hizo el primer intento
de acercarse a la astrofísica al preocuparse no de cómo estaban colocados los
astros, sino de por qué se movían los cuerpos celestes. En su obra, al igual
que ocurre con Azarquiel, aparecen también críticas a las obras de Ptolomeo.
Desafortunadamente, esta obra, si ha existido, se ha perdido.
Alfonso X
Un rey español,
Alfonso X el Sabio, también aportó su granito de arena en la historia de la
astronomía. Según Claret, el monarca se convirtió en lo que hoy se conocería
como un editor de obras literarias y científicas. Las traducciones de obras
astronómicas del árabe y del hebreo tuvieron gran relevancia. Además, destaca
la puesta en marcha de observaciones coordinadas, una iniciativa que partió del
rey y que comenzaron cuando decidió enviar a un astrónomo a Mongolia.
En cuanto a su
aportación al lenguaje científico, Alfonso X y su equipo de traductores redactaban
sus textos en romance (una especie de castellano antiguo), algo poco usual en
la época. Además, traducían a este idioma las obras de astronomía que llegaban
a sus manos en árabe, latín o hebreo, las lenguas más usadas para este tipo de
escritos. En estos textos, se utilizaban términos astronómicos de nueva
creación que no tenían traducción, por lo que fue necesaria la introducción de
palabras de nuevo cuño en castellano.
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