HISTORIA: ALGECIRAS
La sociedad
española del Siglo VIII, estaba en pleno caos, pobreza moral y económica,
guerras civiles, luchas continuas que se acentuaban en los momentos en que
había que elegir nuevo rey, o se quería deponer al anterior. Como el sistema de
sucesión era electivo, fomentaba la ambición y la lucha por el poder entre las
familias pertenecientes a la nobleza visigoda, sobre todo, en los momentos de
sucesión, en los que se recrudecían violentamente los conflictos para conseguir
el trono, lo que agravaba más la situación social. A partir del año 648, con el
reinado de Wamba, fue constante la guerra civil. No es de extrañar, porque lo
reyes visigodos, bárbaros e ignorantes, se guiaban más por sus propios
intereses personales que por una moral-religiosa o cualquier ética de tipo
humano.
En el año 710 la
Península Ibérica se encontraba con fuertes luchas internas, D.Rodrigo,
descendiente de Chindasvinto, era quien gobernaba, pero un grupo del linaje de
los Áquila (descendiente de Wamba), trataba de hacerse con el poder como fuera,
de tal forma que de acuerdo con el conde D.Julian, -una especie de gobernador
de la plaza de Septem (Ceuta)- y ante el hecho de la pobreza y represión en que
se encontraba el pueblo unido a la propia ambición real, pidieron ayuda a los
árabes que ya habían conquistado el Magreb y les facilitaron la entrada en la
península. La primera expedición estuvo formada por unos 400 hombres, al mando
de Tariq, que entra sin dificultad y se se asienta en Tarifa (que toma su
nombre y lo conserva en la actualidad).
En abril o Mayo
del 711 desembarcan unos 7000 hombres, unos pocos árabes, muchos bereberes y
algunos libertos. Ayudados por la flotilla del Conde Julián, se asientan en lo
que sería más tarde Gibraltar. Don Rodrigo, estaba, en ese momento, sofocando
una rebelión en Navarra, ante los hecho regresó con gran celeridad. Solo una
pequeña batalla árabe-visigoda (Batalla de Guadalete) -en la que murió
D.Rodrigo- y fueron derrotados los reyes hispanos. Tariq, de esta forma se
introdujo en Andalucía sin ninguna dificultad. Toledo, la capital del reino,
aunque amurallada, no ofreció ninguna resistencia, y dejó pasar tranquilamente
a los musulmanes. Un hecho muy importante, y que sin duda cambió la historia,
es que Áquila y su hermano, renunciaron en el 714 a sus derechos al trono
visigodo en favor del califa de Damasco al-Walid (701-717). Precisamente por
obra y gracia de esta renuncia, al-Walid es considerado el heredero legítimo de
los reyes visigodos.
En Junio entró
Nusayr, conquistó Sevilla y Mérida, también sin resistencia, se unió a Tariq y
juntos marcharon hacia Zaragoza.
Los musulmanes,
dueños ya de la península, acabaron con las luchas civiles, no impusieron su
religión, no hubo persecuciones ni mártires, sino que lograron convivir con las
otras religiones monoteístas de la península, judíos y cristianos, en pacífica
convivencia. Un versículo coránico puede dar luz sobre este hecho “No hagáis violencia a los hombres en materia de
religión” (Corán 2,256) o el que recomienda no discutir “No discutáis con la gente de la Escritura (judíos y
cristianos), salvo en términos de moderación y amistad y decid (Creemos en lo
que se nos ha revelado a nosotros y en lo que se os ha revelado a vosotros.
Nuestro Dios y Vuestros Dios es Uno y nos sometemos a Él “ (Corán
29,46). Crearon, en todos los órdenes, una mayor estabilidad que favorecía a
todos, por eso los cristianos, se convirtieron en masa a la nueva religión;
esto es comprensible y además se justifica por el hecho de que los reyes de
procedencia germánica, o sea los visigodos, habían arrebatado a los
hispano-romanos todas sus posesiones, lo que unido a las frecuentes guerras y
atropellos, hicieron favorable el cambio; con los musulmanes disfrutaban de
mejor status y de mayor prosperidad. Así los convertidos formaron los núcleos
más importantes, en cuanto al número, de los musulmanes andalusíes. Se les
llamó muladíes.
Por eso el Islam
no es nada ajeno a los oriundos de España, es más verosímil, que los españoles
actuales descendamos de un islámico que de un cristiano, porque la gente que
entró en la península, era insuficiente para repoblar un país y cambiarlo por
la fuerza; si el número de visigodos venidos se cifraron en unas 100.000
personas y no lograron cambiar el tipo de población, raramente se podía lograr
sólo con unos 8.000 musulmanes, a no ser por las conversiones en masa de la
mayoría de las gentes hispano-romanas. Precisamente y debido a esta
retractación, nuestro antepasado número 32 o 33, profesaba la fe del Islam y
era hispano. Hay más posibilidades de que fuera así que el contrario. Es un
error identificar a los cristianos católicos con los cristianos de este tiempo,
o tratar de antiespañoles a quienes profesaban la fe musulmana. Creo que el
equívoco data del siglo XVI cuando se identificaron dos palabras “cristiano-España”. Como dato curioso
señalar que algunos reyes cristianos se vestían a la usanza árabe y escribían y
firmaban en esta lengua. Señalar entre otros a “Alfonso II de Aragón” o “Enrique IV de Castilla”.
Quienes no quisieron
abrazar la nueva religión, pudieron seguir practicando el cristianismo, y se
les denomino con el nombre de “mozárabes”.
Disfrutaron de gran prosperidad, siguieron celebrando culto en sus propias
Iglesias, que no fueron destruidas, tuvieron una organización jurídica y
eclesiástica propia de acuerdo con la tradición visigoda, incluso en Toledo
tenían un arzobispo y seis parroquias intramuros. Núcleos importantes se
encontraban en zonas rurales, que con el paso del tiempo se fueron convirtiendo
poco a poco al Islam. Aquellos que se asentaron en zonas urbanas se dedicaron,
principalmente, al comercio y a la artesanía, especialmente al trabajo de la
plata. Un hecho muy curioso es que, musulmanes y cristianos, llegaron incluso a
compartir el mismo lugar para orar y celebrar culto; baste como ejemplo la
Basílica de San Vicente de Córdoba. Bien es verdad que cuando Abd al Rahman I
entra en la ciudad, debido al gran número de conversos y a las gentes venidas
con él, compró a los cristianos la parte reservada a ellos, pero les autorizó a
construir otra nueva iglesia extramuros. Los hispanos que no quisieron abrazar
el Islam ni convivir con quienes profesaban la fe islámica, emigraron hacia el
norte y con el tiempo se constituyeron en reinos, y fueron los que dieron
comienzo a lo que la historia llamó Reconquista.
Se deduce de esta
manera que la península se islamizó, que no hay que confundir con “arabización”; es decir se hizo musulmana,
adoptó la nueva fe, que nada tiene que ver con la raza, etnia, clan. Árabes vinieron
muy pocos, y los norteafricanos, que fueron muchos más, se casaron con
hispanas, lo que dio lugar a un mestizaje cultural y físico que influyó,
notablemente, en la población, e hizo que fueran muy pocas las gentes de raza
pura, árabe o bereber, que habitaban al-Andalus.
Los visigodos de
procedencia germánica, eran antisemitas, por ello los judíos eran perseguidos y
desprovistos de toda clase de bienes; pues bien el Islam permitió que
continuaran ejerciendo su religión y su culto. Fueron muy respetados y
alcanzaron tal status cultural, que durante los Reinos de Taifas, ayudaron a
los reyes musulmanes en la gobernación, incluso algunos se arabizaron:
adoptaron la legua árabe y algunos como Ibn Paquda, se vistieron al uso
musulmán.
A partir de aquí
la vida en Al- Andalus evolucionó, hacia un progreso como no ha habido otro
igual en España: se disfrutaba de una gran tolerancia y respeto, la industria
se desarrolló a índices desconocidos hasta entonces; la agricultura y la
ganadería recibieron un fuerte impulso, esta última con la cría de ganado
caballar. Se dio un gran empuje a la medicina, astronomía, matemáticas etc., y
merece un lugar destacado la “Falsafa”
(filosofía islámica) que dio personas tan ilustres como Averroes, “falasifa” universal, que tradujo para
occidente obras de Aristóteles y las comentó, sus teorías se discutían en el
siglo XIII en la universidad de París, dando lugar a interesantes
controversias. Y no puedo dejar de lado al insigne místico Ibn Arabi, murciano
universal, que inspiro a todos los grandes místicos posteriores. La lista de
personas ilustre es muy larga: Tufayl, Ibn Masarra, Ibn Hamz y muchos más.
Este esplendor
que conocemos a través de los documentos históricos, se vivía durante el
Califato de Córdoba y durante las Taifas, mientras tanto la cultura cristiana,
permanecía sin desarrollar en el norte de España. Según el filosofo Doctor D.
Joaquín Lomba Fuentes en su libro “La raíz
semítica de la Europeo”, “la cultura musulmana es la base de la cultura
europea, no puede comprenderse Europa sin lo islámico”
Esta península no
fue invadida por el Islam, sino conquistada, y desarrollada a través de ellos,
lo que a todas luces es diferente; los musulmanes fueron llamados para poner
orden y se les facilitó la entrada y la gobernación. No impusieron la religión,
aunque quienes no abrazaron el Islam tuvieron que pagar un impuesto especial,
que todos, judíos y cristianos abonaban sin ningún tipo de animosidad, porque
la prosperidad, la cultura, el progreso y la paz habían sustituido a las luchas
y miserias del tiempo de los reyes visigodos. La historia, nuevamente, nos da
una lección que debería hacernos reflexionar a la vista de la sociedad
multirreligiosa y multicultural que se esta configurando, para lograr la
convivencia armónica y pacífica, presente y futura.
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