miércoles, 29 de agosto de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus. Marbella, repoblar el Señorio


MARBELLA: REPOBLAR EL

  

SEÑORÍO


En Marbella coexistían tres formas jurídicas de posesión de la tierra: el realengo, o tierras del rey, el señorío y otra de tipo mixto


- Autor: Catalina Urbaneja - Fuente: www.diariosur.es

 

Vista de Benahavis. (Foto: museocruzherrera.com).
Vista de Benahavis. (Foto: museocruzherrera.com).
 
Hace días me preguntaron sobre el origen de los nativos de esta zona. Y me sorprendió comprobar que, para el resto de los españoles, nuestra procedencia islámica queda fuera de toda duda. Somos lo que los demás piensan de nosotros o como decía mi padre cría fama... Me pareció buen tema para la reflexión pues la realidad es que se ha escrito mucho sobre el pasado musulmán y morisco de nuestros pueblos, sin embargo se omite con excesiva frecuencia el periodo que siguió a su expulsión. Y ello pese a que es el origen de la población actual.

Tras la rebelión de 1569, los moriscos fueron expatriados al interior peninsular y cientos de pueblos quedaron deshabitados. Pueblos fantasmas con casas destruidas, iglesias quemadas y campos yermos, generaron un intencionado vacío demográfico que escasamente se encontrará en otras etapas de la Historia.

Al tiempo que deportaba a los moriscos, Felipe II trató de propiciar la ocupación de las antiguas alquerías con gente de fuera del Reino de Granada. En cada pueblo instalarían la mitad de los vecinos del periodo morisco, cristianos viejos por supuesto, de los que trató de filtrar a vagos, maleantes y gente de mal vivir.

Asentar a treinta familias donde hubieron cien supone un reajuste de infraestructura que fue resuelto con comodidad, pues demolieron las casas y reutilizaron sus materiales en reparar las restantes. Una medida que influyó decididamente en el trazado urbano.

El proyecto no consiguió los fines esperados. Los pobladores tardaron en llegar, no fueron tantos como se esperaba e, incluso, muchos de ellos desertaron al poco tiempo. Las causas deben buscarse en la situación de los campos, con unos cultivos poco conocidos para la mayoría de los españoles; las duras condiciones que suponían ocupar pueblos en los que no había nada; en la lejanía y en la pestilencia que asoló esta zona hacia 1582. Además de la presencia de monfíes en las sierras y el riesgo de transitar los caminos debido a sus continuos asaltos.

En Marbella coexistían tres formas jurídicas de posesión de la tierra: el realengo, o tierras del rey, el señorío y otra de tipo mixto en el que el propietario era un particular aunque la jurisdicción dependía del rey. El único señorío lo integraban Benahavís y Daidín, otorgado en 1492 al conde de Cifuentes. En 1532 su heredero lo vendió a la familia Villegas para pagar parte de los seis millones de maravedíes en que se valoró la dote de su hermana María.

Las condiciones impuestas a los recién llegados fueron las mismas para realengo y señorío, con la salvedad de que en éstos el señor podía elegir a los colonos que, en este caso procedieron de Portugal, el Norte peninsular, León, Toledo y Andalucía Occidental. El contingente más numeroso era de Gibraltar, diez personas que llegarían incentivadas por los Villegas cuyas conexiones en esa ciudad eran importantes. Las imposiciones de los señores hicieron imposible la convivencia y muchos colonos se marcharon voluntariamente.

Para hacernos una idea del descenso poblacional originado tras el extrañamiento de los moriscos, solo tenemos que ver los vecindarios. Si en 1551 Benahavís contaba con 105 vecinos, aproximadamente unas 370 personas, en 1584 solo eran 33, más el beneficiado y el sacristán. Los 40 vecinos de Daidín fueron sustituidos por 20, los cuales trasladaron su residencia a Marbella para no enfrentarse a los caprichos de Andrés de Villegas.

¿Qué se encontraron al llegar a estos pueblos? Desolación sin ninguna duda. Algo mitigada en Benahavís donde, «por aver estado presidio de soldados en la dicha villa durante el alçamiento, la dicha yglesia no la quemaron los moros como las demás de aquella comarca». Viviendas inhabitables y viñedos cubiertos de monte. Solo quedaba asegurado el aprovisionamiento de agua por una fuente situada «junto a el camino que sale a Ronda, de la qual bebían en la dicha villa e gastavan para el serviçio de todo el lugar».

Más problemática se presentaba la tierra, pues el regadío pertenecía en exclusiva a los Villegas y a los recién llegados solo se les repartieron el secano y los viñedos.
Apenas transcurrida una década de la colonización, una epidemia hizo estragos entre los pobladores. Fallecieron nueve cabezas de familia, dos mujeres y un número de menores sin determinar. Asustados por la enfermedad, tres de las viudas y otros cinco pobladores se marcharon del pueblo, originando un vacío alarmante pues solo quedaron 19 vecinos. Las tierras abandonadas tuvieron que ser cultivadas por el concejo. Y es que debían pagar un censo anual mancomunadamente y la economía estaba supeditada a la producción agraria.

No obstante hablamos de una despoblación ocasional pues en 1585 ya se habían cubierto las ausencias y el pueblo volvía a recuperar su nivel de ocupación.

El proceso repoblador, y en especial la sociabilidad que surge de él, es una incógnita por desvelar. Debieron consensuarse los diversos aspectos de una convivencia en común, enriquecida con las diferentes experiencias acumuladas por unas personas de origen heterogéneo que, al menos así lo considero, constituyeron las bases de la sociedad actual.

 

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