Poder
escrito en la Málaga islámica
Mª Antonia
Martínez es una de las pocas investigadoras del legado musulmán a través de las
inscripciones contenidas en la Alcazaba
01/02/2009 - Autor: Rocío Armas - Fuente: Málaga hoy
.
La alcazaba de Málaga.
En la Edad Media los símbolos del poder se extendían
por la ciudad de Málaga como seña de la majestuosidad que imperaba sobre trono.
Las inscripciones en árabe contenidas en objetos mobiliarios, vestigios
arquitectónicos, palacios y tumbas ofrecían una información tanto o más valiosa
que otras fuentes textuales. En la Alcazaba, en construcciones de Vélez-Málaga
y Ronda la recuperación de esta documentación epigráfica ha sido posible
gracias a la ingente labor de la profesora de la UMA MªAntonia Martínez, una de
las pocas expertas en España en este tipo de legado musulmán.
Frente a otros testimonios como crónicas o fuentes
bibliográficas, las inscripciones epigráficas "son casi los únicos
documentos directos que han llegado desde la Edad Media", afirma Martínez.
Se trata de un tipo de caligrafía "restringida a
las clases dominantes", diferente a la utilitaria, "con un problema
mayor para la descodificación", y que se utilizaba también para las copias
del Corán. Esta expresión de poder llegó a su máximo esplendor en la última
fase del dominio islámico en la península. "Cada dinastía musulmana
adoptaba un tipo de grafía propia, como un medio más de propaganda",
sostiene la profesora.
Por el expolio "sistemático" de ese tipo de
materiales, hoy en la provincia tan sólo se conserva "una pequeña parte de
lo que debió existir", expresa la experta. El material expropiado se
empleó desde los primeros años de la conquista cristiana en la construcción de
nuevos edificios, sobre todo iglesias.
La colección que existe en Málaga de epigrafía árabe
tiene diferentes orígenes. Una parte deviene del coleccionismo privado, como la
del marqués de la Casa Loring fechada en el siglo XIX y que hoy se conserva en
el Museo de Málaga. "Son inscripciones de una gran importancia histórica",
revela Martínez. Incluía entre las epigrafías árabes algunas de Málaga y el
resto de Córdoba y de Almería. Entre estas formas de estelas introducidas por
los almorávides y conservadas en el Museo se encuentran las más arcaicas de
al-Andalus.
Otro lote patrimonial se compone de escrituras que
aparecieron en los muros de La Alcazaba cuando se procedió a su restauración y
a la recuperación del yacimiento arqueológico, a principios del siglo XX.
Algunos de estos vestigios se conservan in situ, mientras otros, como
fragmentos de zócalos de mármol procedían de distintas zonas del palacio y
pertenecen ahora a la colección del Museo.
El resto de los vestigios lo conforma una serie muy
heterogénea de inscripciones. Entre ellas se incluyen las halladas en la
ciudad, bien de forma fortuita o en excavaciones arqueológicas (algunas son
casos únicos, como la mqabriyy almohade de 1221), y las adquiridas mediante
compra por el propio Museo, entre las que se cuentan las yeserías procedentes
de Ronda.
Junto a la escritura decorativa, coexistió la
funeraria, que abarcaba a un ámbito mayor de población, aunque con
restricciones. "Se podían permitir labrarse estelas con epitafios las
clases acomodadas, los grandes personajes de la administración, y los propios
soberanos", apunta la profesora. Junto a los datos básicos del fallecido y
frases coránicas, el epitafio incluía la profesión de fe musulmana.
Esta ostentación en ciertas sepulturas contradecía las
prescripciones de los doctores de la ley islámica, que "condenaban
unánimemente" la ornamentación de las tumbas, especialmente en los
cementerios públicos, pues nada debía indicar el rango o la fortuna del
difunto. "Eso explica que no hayan llegado apenas epitafios de ningún
califa y sí de soberanos de los reinos de taifas", comenta Martínez.
Algunas de las reconstrucciones llevadas a cabo en La
Alcazaba por los sultanes nazaríes se han detectado gracias a los vestigios
epigráficos, como la del siglo XIV en el pórtico de acceso al palacio cuyos
textos repiten la galiba, el lema de la dinastía nazarí. De esta etapa datan
las estelas funerarias denominadas de orejas (por sus apéndices ) propias de
los enterramientos de Málaga, que solían reproducir eulogias y frases piadosas.
Un ejemplar único en epigrafía funeraria nazarí es el hallado
recientemente en unas excavaciones en el casco urbano de Málaga. Reproduce el
epitafio de una mujer, Fátima perteneciente a una prestigiosa familia de origen
yemení.
Mª Antonia Martínez ha llevado a cabo para La Real
Academia de la Historia de Madrid la catalogación de toda la documentación
epigráfica árabe del siglo XVIII.
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