más lujosos estaban además bordados con
hilos de plata y oro, y las telas iban ceñidas a la cintura y la cabeza
cubierta.
Del mismo modo, eran muy comunes los adornos y
complementos que, al igual que hoy en día, Los árabes dejaron en nuestro país
una profunda huella, no sólo en el ámbito lingüístico o artístico, sino también
en lo social.
Edmundo Fayanas Escuer31
de Mayo de 2017 (12:26 h.)
Los árabes dejaron en nuestro país una
profunda huella, no sólo en el ámbito lingüístico o artístico, sino también en
lo social. Cuando se produce la reconquista de los territorios de Al
Andalus por parte del mundo cristiano, ésta no borró su cultura y sus formas,
sino que existieron rasgos hasta incluso después de la expulsión de los
moriscos en el siglo XVI.
León Francois Comerre
Córdoba era en aquella época histórica
una de las capitales mundiales con mayor relieve social y cultural. La sociedad
andalusí podía compararse, e incluso superar, a la de Bagdad.
Si seguimos la hisba, que era un Tratado de
Costumbres, la relajación de la época se daba tanto en musulmanes, como en
judíos y cristianos. En la Granada nazarí era práctica habitual la
prostitución, el abuso del vino, así como la sodomía. Esto se producía en todos
los niveles sociales.
El Islam no encuentra objeción al
principio doctrinal o moral del placer sexual. El Islam no admite “el
pecado original” tal como se da en el mundo cristiano. Los escritores
medievales comparan las costumbres musulmanas, a las que se daban en la época
de Roma. Es decir, existía el prejuicio medieval de considerar la ética
musulmana como un torrente de pasiones sexuales y hedonistas que hacen recordar
al mundo heleno y romano.
Para entender la grandeza de la época
califal Córdoba nos sirvan estos datos, llegó a tener ochenta colegios, más de
cuatrocientas mezquitas, cuatro mil comercios y unos seiscientos baños
públicos. Las mujeres andalusíes tras el velo lograron cotas de libertad muy
superiores a las de otras zonas musulmanas. Podemos encontrar mujeres médicas,
comadronas, profesores, poetisas…
El mundo andalusí no era diferente del
resto de territorios árabes. El modelo patriarcal y poligámico que se da en Al
Andalus, es similar al que se daban en otras zonas dominantes del islamismo. Lo
mismo podemos decir respecto al trato de la mujer y de la situación familiar.
Las costumbres y leyes en Al Ándalus
permitían el harén como modelo ideal de familia. El hombre podía tener hasta
cuatro esposas, aunque el poder económico de la familia era realmente el que
determinaba cuantas mujeres podía mantener el varón.
LA FAMILIA
Algunas familias nobles contaban con
concubinas esclavas, muchas de las cuales eran de origen cristiano convertidas
al islamismo. El número de ellas podía llegar a ser muy extenso, pero sólo las
que daban un hijo varón al sultán, alcanzaban el codiciado título de princesa
madre que les daba derecho a tener fortuna personal y a emanciparse al morir su
señor. Por ello, en la realidad del día a día, era el dinero y no la tradición,
la que en la mayoría de los casos describía a la familia andalusí.
Francesco Pablo Michetti (1851-1920. Odalisque
Tanto si las estirpes eran monógamas o
polígamas, una cosa compartían en común todas ellas: la solidaridad
desarrollada entre las mujeres de la familia. Este hecho es considerado como
uno de los sistemas de solidaridad y ayuda mutua más estudiados a lo largo de
la Historia de las Mujeres, ya que debido a la presencia de tantas mujeres en
el mismo hogar, entre ellas se desarrollaba un apoyo y cooperación poco común
en otras sociedades.
Las tareas domésticas se repartían de
forma equitativa y cuando surgían problemas entre ellas, se buscaban acuerdos
comunes en la resolución del mismo. El cuidado de los hijos propios y de los de
su marido, así como las tareas del hogar, son trabajos y obligaciones diarias.
Las labores de la mujer andalusí no eran
distintas a las cristianas. Su clase social y poder económico determinaban si
debían ser ellas mismas las que las realizasen o por el contrario, podían
disponer de servicio doméstico, formado principalmente por las esclavas, las
que cumpliesen con esos tediosos trabajos.
En estos hogares tan amplios podía
convivir el varón junto con su esposa o esposas, hijos y sirvientes. En el
domicilio pasaban los primeros años de su vida las mujeres, hasta que se
casaban pasando a formar parte de la familia de su marido. Los varones
permanecían en casa hasta que el padre los consideraba suficientemente mayores
como para educarles él mismo.
Los hombres acudían a la mezquita a
recibir las nociones necesarias para su pleno desarrollo como ser humano,
mientras que la instrucción de ellas era recibida directamente por las madres,
quienes las educaban según la clase social. La mujer noble se preocupaba por la
cultura y aunque podían ser minoría, hubo mujeres que sabían leer y escribir
con el fin de consultar y recitar El Corán.
Las esclavas pudieron a su vez enseñar a
otras niñas, recibiendo así el status o reconocimiento de maestras. Nos puede
llamar la atención, pues tenemos una idea muy diferente de lo que supusieron
las esclavas de las elites, ya que fueron un grupo muy poderoso y con una gran
cultura, ya que en el mundo árabe la cultura es sinónimo de placer. Por tanto,
aquellas que debían entretener y hacer menos pesadas las veladas, habían sido
instruidas en las artes y las ciencias, la música y la poesía.
La mayor parte de las mujeres en la
España árabe tenían una profunda religiosidad. Aunque no era muy común verlas
en las mezquitas, ya que la religiosidad de la mujer árabe es más privada que
la practicada por las cristianas.
La mujer al pasar tanto tiempo dentro de
los hogares, contaba con amplios espacios, siendo común que las casas tuviesen
dos pisos distribuidos a partir de un patio porticado. En uno de sus lados,
había una escalera, por la que se subía al piso superior, reservado a las
mujeres. El patio era el centro de la vida familiar, donde las mujeres podían
estar largo tiempo, sin miedo a que alguien pudiese observarlas.
LOS BAÑOS PÚBLICOS
En Al-Ándalus, la mujer de las clases más
altas tenía una obligación principal y era cuidar su aspecto exterior, con el
fin de gustar a su esposo, el único autorizado para verla plenamente. Eran las
mujeres más privilegiadas, las que podían cuidar su aspecto. Todas las mujeres
acudían una vez por semana a los baños públicos siempre y cuando tuviera
realizada todas sus obligaciones. Los baños públicos era el lugar donde se
repartían tiempos y espacios distintos para hombres y mujeres.
Además de lavarse, aquellas que lo podían
pagar, recibían cuidados especiales como masajes con ungüentos cremosos y
olorosos así como atención al cabello. Las mujeres solían tener una cabellera
larga, espesa y muy negra. Incluso han llegado hasta nosotros testimonios que
aseguraban que en la España musulmana, las mujeres se depilaban con fines
estéticos.
En estos baños, podían olerse magníficos
perfumes que manaban por sus ventanas, siendo por todos conocidos los
excepcionales perfumes y esencias del mundo árabe. Gracias a los maestros
perfumistas, las mujeres poseían distintos frascos, que utilizaban en las
diversas ocasiones de la vida cotidiana y realmente disfrutaban con la
fragancia de dulces e intensos aromas.
La coquetería de la mujer andalusí
continuaba con la ropa que se vestía. Solía ser de colores vivos, los buscaban
resaltar la belleza de las mujeres. Las joyas más comunes eran los collares y
brazaletes de piedras preciosas. Se sabe que usaban frecuentemente diademas o
broches de oro, plata y perlas.
LOS HARENES
Siguiendo la ley islámica, un musulmán
podía tener hasta cuatro esposas si su poder económico se lo permitía. Podía
convivir con más mujeres y poseer un harén.
Los harenes andalusíes estaban repletos
de mujeres y alguno alcanzó fama, como el harén de Medina Azahara, en la época
del califato omeya que llegó a contar con 6.300 mujeres contando a las
esclavas. Otro harén muy famoso fue el del rey sevillano Al-Mutamid de la taifa
de Sevilla, que llegó a tener unas ochocientas mujeres.
El prestigio de un soberano en Al Andalus
también se media por el número de mujeres que tenía su harén. Muchas veces en
él estaban mujeres que habían pertenecido a su antecesor.
El sexo en los harenes andalusíes no era
el oficialmente pensado, sino que se sabe que existían otras prácticas
alternativas. Debemos saber, que muchas mujeres que estaban en el harén nunca
tendrían sexo con su dueño.
Estas mujeres convivían con otras mujeres
y con los eunucos y era frecuente que tuvieran relaciones con ellos, no para
copular, pues no podían al estar castrados, pero sí hacían sexo oral por medio
del cunnilinguis.
Las mujeres de clase alta, denominadas jassa, llevaban una vida
basada en la opulencia, pero vivían encerradas en los alcázares y debían
cumplir el código de honor islámico. Se le exigía guardar la honorabilidad de
la familia, estando totalmente apartadas de las miradas ajenas. Sus relaciones
e daban exclusivamente en el ámbito familiar.
La privacidad de estos alcázares a veces
era no se cumplía pues las mujeres eran observadas desde los alminares, que
eran lugares altos y en el que era frecuente mantener conversaciones desde la
distancia.
HOMOSEXUALIDAD MASCULINA Y FEMENINA
La llegada de los musulmanes a la
Península Ibérica, hace que surja una poesía homoerótica llamada mudakarat. Este tipo de poesía, se
mezclaba con la poesía báquica y nos aparece la figura del copero o
escanciador. Veamos el siguiente poema.
¡Cuántas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel
las manos de un corzo que me compromete!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel
Escrito por Abi-l-Husayn
La práctica de la homosexualidad era
cuestión de los califas omeyas cordobeses. Se sabe que Abderramán III, Al-Hakem
II, el emir Abd Allah de Granada y el rey Al Mutamid de Sevilla escribieron
poesía homoerótica. Se conoce por ejemplo, que el califa omeya Al Hakem II
hacía que la esclava navarra Subh se disfrazara de efebo para tener relaciones
con ella.
Se sabe que el lesbianismo no era
aceptado por Mahoma, pero no era igual su práctica si la mujer era casada o
soltera. El lesbianismo para una mujer soltera que lo practicaba suponía ser castigada
con un azote y el destierro durante un año. Sin embargo, para una mujer casada
estas prácticas lésbicas suponía recibir cien azotes y posteriormente se le
practicaba la lapidación hasta la muerte.
Hay constancia de que algunos autores de
estas poesías homoeróticas eran abiertamente homosexuales como son Ibn Quzman o
Ibn Shuhayr ambos pertenecientes a la elite andalusí.
Como estamos viendo la homosexualidad
femenina a los largo de la historia del sexo queda muy poco reflejada. Tenemos
dos historias lésbicas en Al Andalus, la primera es la princesa Wallada que
aparece en los poemas del escritor andalusí Ibn Zaydun, donde llora su ausencia
en Medina Zahara.
La princesa omeya Wallada (1025) con tan
solamente dieciséis años abrió su palacio para ofrecer instrucciones a hijas de
familias poderosas e instruir a esclavas en la poesía y en el arte amatorio.
Tuvo una relación amorosa con el poeta
Ibn Zaydun, que nos dejar bellos poemas de amor y otros satíricos, cuando fue
traicionada por él.
A pesar de sus méritos, Ibn Zaydun ama
las vergas que se guardan en los calzones
se hubiera visto en las palmeras
se habría convertido en pájaro ababil.
Sin embargo, también hubo poetisas como la cordobesa Muhya que criticó a Wallada.
Ha dado a luz y no tiene marido
se ha desvelado el secreto, ha imitado a María
más la palmera que la virgen
sacudiera para Wallada es un pene erecto.
las vergas que se guardan en los calzones
se hubiera visto en las palmeras
se habría convertido en pájaro ababil.
Sin embargo, también hubo poetisas como la cordobesa Muhya que criticó a Wallada.
Ha dado a luz y no tiene marido
se ha desvelado el secreto, ha imitado a María
más la palmera que la virgen
sacudiera para Wallada es un pene erecto.
Esta princesa jamás se casó y se dice que
fue una de las primeras feministas en la historia. Cuando su padre muere,
recibe una gran herencia que le permite vivir con todos los lujos y en
consecuencia de forma independiente, sin las ataduras del matrimonio. Mantuvo
una intensa relación lésbica con la hija de un vendedor de higos cordobés,
llamada Muhya bint al –Tayyani a la cual cuidó y educó con gran esmero y que
llegó a ser una gran poetisa.
La segunda historia lésbica cuenta que
una de las hermanas Ziyab de Guadix, no se sabe cuál de las dos fue, vio un día
bañarse a una esclava en un río y le escribió lo siguiente:
Las lágrimas revelan mis secretos en un
río
Donde hay tantas señales de belleza;
Es un río que rodea jardines
y jardines que bordean el río;
Entre las gacelas hay una humana
que posee mi alma y tiene mi corazón.
Esa es la razón que me impide dormir:
cuando suelta sus bucles sobre el rostro
parece la luna en las tinieblas de la noche;
Es como si a la aurora se le hubiese muerto un hermano
y la tristeza se hubiese vestido de luto.
Es un río que rodea jardines
y jardines que bordean el río;
Entre las gacelas hay una humana
que posee mi alma y tiene mi corazón.
Esa es la razón que me impide dormir:
cuando suelta sus bucles sobre el rostro
parece la luna en las tinieblas de la noche;
Es como si a la aurora se le hubiese muerto un hermano
y la tristeza se hubiese vestido de luto.
Fue escrito por Banat Ziyad de Guadix.
En el mundo andalusí era frecuente
encontrarse con las llamadas “celestinas”. El famoso poeta andalusí
Ibn Hazn dice que las mujeres ancianas con báculo, rosario y vestido encarnado
que visitaban las casas o se acercaban a las mujeres en la calle, hacían de
correo entre los amantes.
La visión islámica de la sexualidad es
total. La sexualidad se integra de modo absoluto en el día a día. Dentro de su
extendida uniformidad, existen variantes dependiendo que se viva en ciudad o en
el medio rural y por supuesto de la disponibilidad de riqueza.
LA PROSTITUCIÓN
Los lugares más frecuentes donde se
producía la prostitución eran las tabernas y en las ventas. En los pueblos se
ejercía en la alhóndiga. En las ciudades importantes había locales destinados a
tal fin y recibían en nombre de jaray.
Las casas jaray estaban fuera de la
medina y si seguimos a Ibd Abdin se situaban cerca de los templos cristianos.
Decía al respecto dicho escritor “Debe impedirse a las mujeres
musulmanas que entren en las abominables iglesias, porque los clérigos son unos
libertinos, fornicadores y sodomitas. Asimismo debe prohibirse a las mujeres
francas, que entren en la iglesia, solamente en días de función o fiestas,
porque allí comen, beben y fornican con los clérigos y no hay uno de ellos que
no tenga dos o más mujeres con que acostarse”.
Las prostitutas andalusíes estaban
totalmente controladas y debían pagar impuestos a la Hacienda por ejercer dicho
profesión. Socialmente eran mujeres marginadas y rechazadas en todas las
actividades públicas. Como en todo, siempre hay un excepción, así se conoce la
historia de la prostituta Rasis, la más famosa de Córdoba que participó en un
desfile oficial de Abd al- Rahman III.
Las prostitutas debían cumplir con una
serie de obligaciones como podemos ver en el texto de Ibd Abdin que dice: “Deberá
prohibirse que las mujeres de las casas llanas se descubran las cabezas fuera
de la alhóndiga, así como que las mujeres honradas usen los mismos adornos que
ellas. Prohíbaselas que usen la coquetería cuando estén entre ellas y que hagan
fiestas, aunque se les haya autorizado. A las bailarinas se les prohibirá que
se destapen el rostro”.
Una figura muy conocida era el de la
tabernera, cantora o bailarina que no eran reconocidas como prostitutas, pero
que también solían ofrecer servicios sexuales
LAS QIYAN
Eran esclavas que tenían una educación
muy esmerada en las artes, destacando en música, poesía, lectura y la danza
entre otras. La qiyan eran pues esclavas muy apreciadas en la sociedad
andalusí. Al mismo tiempo, también habían sido educadas en las prácticas del
amor. Se puede considerar, que eran cortesanas de lujo, pudiéndose comparar con
las hetairas griegas.
Las qiyan estaban en muchos casos al
servicio de la Corte y se les destinaba también para educar a los hijos de las
elites andalusíes. Dentro de la qiyan destacaban las esclavas que pertenecían a
las grandes familias, y las destinaban dada su belleza a una prostitución con
menos refinamiento.
Estas qiyan tenían muchas veces casa
propia y sus clientes exclusivos se trasladaban a su casa para oírlas recitar
poesías y cantar, para posteriormente tener relaciones sexuales.
Como vemos, estas destacaban por su
juventud, su belleza y su preparación cultural Además de todo esto se vestían
de forma muy elegante con vestidos muy llamativos a siempre adornadas de joyas.
Sus vestidos eran diferentes a las mujeres libres, ya que las qiyan usaban
telas muy exquisitas.
Algunas qiyan eran compradas y sus
dueños, les podían dar dos utilidades, aquellas que eran compradas para su
disfrute personal y la segunda opción era comprarlas con la finalidad de
volverlas a vender para obtener un gran beneficio económico.
Si hacemos un repaso a la historia de las
qiyan podemos ver tres periodos claros:
o
En la época
preislámica, se les enseñaban exclusivamente música, canto y baile.
o
En la época califal
debemos unir que también se les educaba en el estudio de las Ciencias, junto a
las anteriores.
o
En la época abasí, se
le educaba totalmente con filosofía, el cante y recitación del Corán,
astrología, juegos malabares, narradoras de cuentos y leyendas, teatro de
sombras…
EL COLLAR DE LA PALOMA
Es un libro escrito por Ibn Hazm en el
año1022 y fue editado en Játiva. Era un Tratado amoroso medieval. Tanto el
mundo cristiano como el judío lo rechazan. Sin embargo, Ortega y Gasset lo
considera el libro más ilustre sobre el teme del amor en la civilización
humana. Veamos tres pasajes de dicho libro:
1º “Tenía el amor señales que
persigue el hombre avisado y que puede llegar a describir un observador
inteligente. Es la primera de todos, la insistencia en la mirada, que deja ver
sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. Así, verás que
cuando mira el amante, no pestañea y que se muda su mirada adonde el amado se
muda, se retira adonde él se retira, y se inclina adonde él se inclina”.
2º “Cuando dos amantes se
corresponden y se quieren con verdadero amor, se enfada con frecuencia sin
venir a qué; se llevan la contraria, aposta; en cuanto dicen; se atacan
mutuamente por la cosa más pequeña, y cada cual está al acecho de loque va a decir
el otro para darle un sentido que no tiene… La distinción entre estos enfados y
las verdaderas rupturas o enemistad, nacida del odio y de la animosidad
enconada de la querella, es la prontitud con la que se reconcilian”.
3º “Yo no paró de maravillarme de
todo aquel que pretende haberse enamorado por una sola mirada, ni atino a darle
crédito, ni tengo su amor sino como una especie de apetito carnal. No puedo
concebir, en mi opinión, que tal amor llegué a lo más secreto del alma ni
penetre las entretelas del corazón. Jamás amor alguno prendió en mis entrañas,,
sino tras de mucho tiempo, luego de haber convivido largamente con una persona
y de haber compartido con ella chanzas y veras”.
Ahora ya podemos tener una idea más clara
de cómo era la sexualidad del mundo musulmán en la Península Ibérica donde
permanecerán ocho siglos, dejándonos numerosos restos de arte, costumbre…
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