Abû-l-Kâsim al-Zahrâwi
Khalf ibn ‘Abbâs.
Médico andalusí.
Nació en Madînat
Al-Zâhyra, cerca de Córdoba, en el 936. Murió en el año 1013.
Al-Zahrâwi –conocido en Occidente por Abulcasis por
derivación de su nombre Abû-l-Kâsim-, médico de la corte de Al-Hakam II, se
hizo famoso sobre todo como autor de tratados de cirugía. Sus obras fueron
traducidas ya en la Edad Media al latín, provenzal y hebreo, e impresas
repetidas veces durante el Renacimiento. De hecho la cirugía árabe se hallaba
considerablemente adelantada con respecto a la latino-europea; los árabes ya
practicaban la autopsia desde época temprana y conocían tanto la narcosis como
los antisépticos.
Tomado de wikipedia
Posible hijo del propio Abderramán III (nació dentro del harem de Medina Zahara), Abulcasis fue uno de los médicos más eminentes de Al Andalus.
Su vida transcurre durante el
periodo del Califato, educándose en las
madrasas creadas por los propios califas a los que termina por servir como
médico personal (como también lo será de Almanzor y su sucesor)
A la herencia grecolatina aprendida,
Abulcasis unió las más modernas técnicas aprendidas en sus viajes (Fez, Oriente en su peregrinación a la Meca,
visita, ya en plena vejez, a Avicena) y una constante investigación. Todo ello le convirtió en uno de los más afamados cirujanos de la Edad
Media, cuya influencia en el Renacimiento fue poderosa a través de sus escritos
(reunidos en los más de 30 volúmenes Al Tasrif).
Entre sus numerosas aportaciones se podría destacar la operación de cataratas y diversos tumores,
nuevos métodos de anestesia, sutura y cauterización, los forceps para los
partos, las trepanaciones, el tratamiento del famoso cólico miserere...
También ideó una amplísima
gama de instrumental quirúrgico, siendo muchos de sus diseños utilizados aún.
Es el principal tratadista andalusí de medicina
quirúrgica, que constituye precisamente el tema de su obra más
importante, Al-Tasrîf. El amplio relieve que se da en ella a las
heridas de guerra, hacen suponer que su autor fue cirujano militar.
Al-Tasrîf es una vastísima enciclopedia en treinta libros,
que es, por lo general, una obra de recopilación de los conocimientos de sus
sucesores –sobre todo de Al-Râzî-, pero importante por las observaciones
originales sobre las enfermedades del oído y de la garganta, y sobre las
técnicas operatorias.
La primera parte de la obra trata, en especial, de la
cauterización de las intervenciones quirúrgicas, en las apoplejías y en la
epilepsía. El segundo libro trata de cirugía, recordando al operado la santidad
de su obra, inspirada en Allah y que, por consiguiente, no debe ser comenzada
con fines lucrativos, sin un planteamiento maduro y sin conocimiento de las
causas de la enfermedad y de la anatomía de ni la zona afectada. No
debe usarse la cirugía antes de tener la prueba de que todos los demás remedios
no producen efectos. De ningún modo se debe realizar una operación por
desesperación, ya que la cirugía sólo es admisible cuando el estado general del
enfermo hace probable el deseado éxito de la misma. Si el médico no ha
reconocido de antemano la naturaleza de la dolencia, si no ha sido capaz de reconocer
su causa verdadera y si tiene en su conciencia alguna duda acerca de ella,
sería un crimen intentar una operación que pueda poner en peligro la vida de un
prójimo.
Se describe a continuación las intervenciones que
deben realizarse cuando se trata de heridas de abdomen, de la litotomía, de la
trepanación del cráneo, de las amputaciones, de las operaciones de hernia, de
las fístulas, etc. Se aconsejan las prótesis de hueso de buey y el uso del
catéter de plata en las enfermedades de la vejiga.
El tercer libro trata de las luxaciones y fracturas.
Otros capítulos tratan extensamente de farmacología. El último libro es el más
interesante para la historia de la cirugía, y que puso a su autor a la altura
de Hipócrates y Galeno. Contiene una descripción bastante clara de las técnicas
operatorias y una preciosa reproducción del instrumental quirúrgico de la
época. La obra fue traducida al latín por Gerardo de Cremona en 1181, y al
hebreo por Sem Tob.
Otra obra suya es su libro Liber
Servitoris –sólo ha llegado hasta nuestros días la traducción latina
de Pablo de Egina-, donde describe la preparación de medicamentos a base de
plantas, minerales y animales. Para Al-Zahrâwî, como para el resto de los
médicos andalusíes, el equilibrio exacto de los alimentos constituía el
fundamento de la salud. Clasifica los medicamentos simples –con arreglo a sus
cualidades: calientes, fríos, secos o húmedos:
El higo es de naturaleza caliente y húmeda de
primer grado. La mejor clase es el blanco con la boca abierta. Es empleado para
los riñones, cuyos cálculos disuelve. Su inconveniente es que llena y ceba;
ello se pede contrarrestar tomando caldo salado y bebida de vinagre.
La ciruela es de naturaleza fría en primer
grado. La mejor es la ciruela pasa dulce. Se emplea para evacuar la bilis.
Tiene el inconveniente de perjudicar al estómago. Esto se contrarresta tomando
azúcar de rosas.
La pera es de naturaleza fría en primer grado y húmeda
en segundo. Las mejores son naturalmente las pasas. Se emplean en casos de
debilidad de estómago. Tienen el inconveniente de producir cólicos. Esto se
contrarresta tomando después de la peras frutas de otra clase.
La violeta es de naturaleza fría en primer grado y
húmeda en segundo. La mejor clase es de color azul, como el lino, con muchas
hojas. El olor a violeta adormece y un jarabe fabricado a base de ella fomenta
la evacuación de bilis. Sus inconvenientes es que enfría y produce catarros.
Esto se contrarresta utilizando grano de sauco y clavos.
Las lentejas son de naturaleza fría y seca en segundo
grado. Las mejores son las rojas, gordas. Se emplean para aliviar la acidez de
la sangre y fortalecer el estómago. Tienen el inconveniente de dificultar el
coito y de disminuir la visión. Esto se contrarresta comiendo berros y tomando
duchas.
El melocotón es de naturaleza fría y húmeda en segundo
grado. La clase mejor es la que huele a almizcle. Los melocotones se emplean en
casos de fiebre ardiente. Tienen el inconveniente de descomponer los humores;
esto se contrarresta con vino aromático.
La albahaca que huele a limón es de naturaleza
caliente en segundo grado. La mejor es la fresca, roja y cultivada. Disuelve la
gota, pero perjudica al cerebro. Esto se contrarresta con un remedio preparado
de almendras y vinagre...
Un simple estudio estadístico, acerca de la esperanza
de vida que alcanzaban los andaluces –cuando en el continente europeo apenas si
se llegaba a los 30 años- era de una media de 70 años, lo que nos debe hacer
pensar tanto en las condiciones sanitarias de las ciudades andaluzas como en el
nivel alcanzado por la medicina en este período. Cuando leemos relatos acerca
de los éxitos andalusíes en sus curaciones, debemos suponer la exactitud de sus
métodos e hipótesis, pues éstos, y en general todos los médicos musulmanes,
entendían que la constitución del cuerpo humano formaba parte de un todo
indivisible.
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