ALMANZOR. ABI AMIR MUHAMMAD
Cuando Al-Hakam II falleció dejó el trono cordobés a un muchacho de once años sin ninguna experiencia política llamado Hisam. El joven califa tenía el apoyo del todopoderoso ministro Yafar al-Mushafi, quien contaba con el beneplácito de la madre del califa, la concubina Subh de Navarra. Al-Musafi contó con la estrecha colaboración de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, miembro de una familia árabe con posesiones en Algeciras que se trasladó a Córdoba para estudiar jurisprudencia y literatura. Este Abi Amir será el temible Almanzor cuando en el año 981 se titule "al-Mansur bi-Allah" (el victorioso de Dios), denominación que cristianizada ha dado el nombre por todos conocido. Abi Amir inició su carrera política como escribano y secretario del qadí Ibn al-Salim. Sus aptitudes administrativas motivaron que fuera recomendado al chambelán al-Mushafi, quien le nombró primero administrador de la sultana Subh y después del joven Hisam.
De esta manera Abi Amir estrechaba sus lazos con la familia gobernante. A
la muerte de Al-Hakam II recibe el nombramiento de visir y tutor del joven
califa por lo que Almanzor y su protector al-Mushafi empiezan a enfrentarse
abiertamente. En el año 978 aparta totalmente a al-Mushafi del entorno del
califa, gracias al apoyo de su suegro, el general Galib, y tres años más tarde
consigue que el joven Hisam le otorgue públicamente los poderes absolutos del
gobierno, dedicándose el califa a la vida piadosa. Con el poder político en sus
manos, la fuerza militar se le resistía ya que Galib aún era fuerte gracias a
cierto apoyo de los reinos cristianos. Dando muestras de su sagacidad, Almanzor
hizo venir de Africa a otro general con tropas beréberes para convertirlas en
su guardia personal, provocando el enfrentamiento con Galib. Este salió
derrotado y Abi Amir recibía, a su regreso a Córdoba, el título de
"al-Mansur bi-Allah". Desde ese momento y durante más de 20 años
ejerció el poder absoluto en al-Andalus. Puso en marcha un
programa de reformas tanto en la administración civil y militar y supo atraerse
a las clase populares con una política de intensa actividad militar contra los
cristianos del norte.
Las crónicas hablan de 57
expediciones victoriosas con las que extendió el dominio musulmán a buena parte
de la península, imponiendo fuertes tributos a los monarcas de Navarra y León.
Incluso forzó a éstos a la entrega de sus hijas para imponer la paz en sus
dominios. Los ataques de Almanzor llegaron hasta Barcelona (985), Coimbra
(987), los monasterios leoneses de Sahagún y Eslonza (988), Santiago de
Compostela (997) y Pamplona (999). Estas campañas motivaron la creación de una
alianza cristiana contra al-Andalus que salió contundentemente derrotada en el
año 1000. En estas últimas correrías Almanzor atacó el monasterio de San Millán
de la Cogolla (1002) y de regreso a Córdoba falleció, en las cercanías de
Medinaceli (Soria). La fortaleza con la que Almanzor dirigió los designios de
al-Andalus se manifiesta en el intenso programa de construcciones que llevó a
cabo, ampliando la mezquitade Córdoba y edificando
un nuevo palacio llamado Madinat al-Zahira, donde trasladó la administración
para evitar que Hisam tuviera tentaciones de dirigir el gobierno. Designó a su
hijo Abd al-Malik como sucesor, estableciendo
una dinastía de gobernantes que acabó con su otro hijo Sanchuelo. El gobierno dictatorial de Almanzor
se considera como una de las causas que motivaron el estallido de la Gran Fitna
y la guerra civil entre los años 1009 y 1031.
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