LOS VIAJES DE ESTUDIOS DE LOS ANDALUSÍES:
"ERASMUS" EN LA EDAD MEDIA
A su retorno, portaban
consigo las principales tendencias en moda, costumbres y, sobre todo, en
saberes y conocimientos de muy diferente naturaleza
Abdenour Padillo Saoud - Escuela de Estudios Árabes (EEA/CSIC)
14/11/2019 - 20:41h
Los estudios en el
extranjero a través de programas y becas de intercambio como el programa
Erasmus se han convertido en la actualidad en una parte importante de la
formación del alumnado universitario. En algunos ámbitos profesionales la
necesidad de demostrar experiencia internacional es un requisito indispensable.
Resulta obvio pensar
que esto responde a las necesidades propias de una sociedad cada vez más
globalizada. Sin embargo, hubo otro periodo en la historia de la península
ibérica donde la importancia de adquirir conocimiento en los principales
centros del saber fue fundamental en el currículum de las personas que
aspiraban a tener éxito a nivel profesional. Por sorprendente que pueda
parecernos, concretamente, nos estamos refiriendo a más de 1000 años atrás, al
periodo islámico de la península ibérica.
Con la conquista
islámica del año 711 y tras una primera etapa de consolidación de este poder,
los viajes a Oriente con el objetivo de adquirir conocimiento fueron creciendo
exponencialmente hasta convertirse en un factor determinante en la carrera
profesional de los intelectuales de este periodo.
Desde el nacimiento del
islam a principio del s. VII se fueron conformando una serie de valores que
promovían la adquisición de conocimiento como algo inherente a la fe. Un dicho
que se atribuye al Profeta de esta religión y que recogen los textos jurídicos
más antiguos dice: “Busca el conocimiento aunque te lleve a China, pues la
búsqueda de conocimiento es una obligación para todo musulmán”.
En al-Andalus esta
tradición fue seguida hasta sus últimas consecuencias. Generalmente quienes
aspiraban a alcanzar una posición intelectual relevante en la sociedad
comenzaban su formación a nivel local. Una vez adquiridos los conocimientos a
los que tenían acceso en su localidad, se trasladaban a los centros culturales
más importantes de la península, como Córdoba. Tras un periodo estudiando en
estas ciudades, comenzaba una etapa de formación en el extranjero con el
objetivo de estudiar directamente con los maestros que se encontraban en las
ciudades orientales.
Las rutas que seguían
estos andalusíes durante su formación podían ser por tierra, cruzando el norte
de África hasta llegar a Oriente o por mar, embarcando en los principales
puertos de la península, como era el caso de Almería, hasta los puertos más
orientales del mediterráneo, como Alejandría. Una vez en Egipto, continuaban su
viaje hasta La Meca para cumplir con el precepto de la peregrinación. A su paso
por las diferentes ciudades aprovechaban su estancia para estudiar con los
maestros más reputados del lugar. Al finalizar sus estudios, estos maestros les
concedían la licencia que acreditaba su conocimiento sobre un tema concreto.
Una vez finalizado este periplo, estos andalusíes volvían a sus tierras donde
disfrutaban del prestigio que sus estudios en el “extranjero” les
proporcionaban.
Intelectual autorizado
El afán por acumular
estos certificados, dio lugar a muchas irregularidades que podían desvirtuar la
finalidad última de estos viajes, la adquisición de conocimiento. Un sabio
oriental afirmaba en relación a la “titulitis” de algunos de sus estudiantes:
“si la licencia es la única validez, el viaje no tiene mérito”. Aparte de lo
anecdótico de este hecho, poder acreditar haber estudiado con especialistas en
diferentes materias continuó siendo una condición necesaria para convertirse en
un intelectual autorizado.
Una de las figuras más
eminentes en derecho del s. IX, el cordobés Yahya al-Laythi viajó a Oriente
para estudiar con los juristas más reputados de su tiempo persuadido por un
maestro cordobés, el cual le insistía: “Los maestros de quien trasmitimos el
saber religioso aún viven, cuídate de estudiar con quien esté por debajo de ellos”.
El valenciano Ibn al-Abbar, autor de una importante obra sobre biografías de
sabios, afirmaba entre dos hermanos cordobeses con la misma formación que uno
de ellos estaba por encima por el hecho de haber estudiado fuera.
Las fuentes árabes
medievales recogieron de manera detallada la importancia de estos viajes. Los
diccionarios biográficos, género característico de la literatura árabe
medieval, documentaban los saberes de estos intelectuales mencionando de manera
explícita si estos habían viajado o no, además de incluir qué ciudades
visitaron y con qué maestros habían estudiado como factor diferencial en la
formación de un individuo.
Estos viajes también
contribuyeron a la penetración de la cultura árabe cuyo centro irradiador eran
las ciudades orientales del imperio islámico como Bagdad, Damasco, El Cairo o
La Meca. Los andalusíes, a su retorno, portaban consigo las principales
tendencias en moda, costumbres y, sobre todo, en saberes y conocimientos de muy
diferente naturaleza.
Finalmente, los viajes de estos
andalusíes a Oriente en busca de conocimiento contribuyeron a afianzar una
identidad global islámica pese a la fragmentación política de esta civilización
en la edad media. Los andalusíes a pesar de pertenecer a un contexto local y
periférico se identificaron con unos valores y creencias compartidos que
transcendieron las diferencias culturales de una región a otra, en cierto
paralelismo con uno de los objetivos subyacentes del Proyecto Europeo Erasmus.
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