EL JARDIN HISPANOMUSULMAN
TITO ROJO, José y CASARES PORCEL, Manuel, El jardín
hispanomusulmán: Los jardines de al-Andalus y su herencia, Granada, Editorial
Universidad de Granada, 2011, 497 pp.
Los estudios sobre Historia del Jardín, en general, y sobre el
Jardín en la Edad Media, en particular, están recibiendo cada día más interés
por parte de los investigadores. El tema ha sido enfocado durante los últimos
años desde campos profesionales muy diferentes: arqueólogos paisajistas,
botánicos, ingenieros agrónomos, historiadores del arte, filólogos,
arquitectos, etc. Cada una de esas perspectivas ha tenido sus puntos fuertes,
pero también ha adolecido de la parcialidad de una visión reducida. Los autores
de este libro, que ejercen la docencia e investigación en el ámbito del
Departamento de Botánica y del Jardín Botánico de la Universidad de Granada, han
conseguido reunir los saberes y habilidades propios de varias de las
disciplinas citadas. Estudian los antiguos jardines desde el punto de vista
arqueológico, para comprender mejor su historia, aunando sus conocimientos
botánicos a los propios de los restauradores y diseñadores de estos espacios,
actividades que también desarrollan frecuentemente. La obra, que alcanza las
quinientas páginas, se presentó en la primavera de 2012, aunque lleva el
Depósito Legal del año anterior. Se plantea como la reedición de una docena de
artículos publicados en revistas y libros aparecidos en España, Italia, Reino
Unido, Portugal y los Estados Unidos de América durante la primera década del
siglo XXI, convenientemente revisados y actualizados. Al mismo tiempo, para
facilitar la llegada a un público más amplio, se publican ahora todos en
español. Su propósito es exponer cómo eran esos jardines de al-Andalus, qué
papel ocupaban en aquella sociedad y cómo han evolucionado en el transcurso del
tiempo. Según indican en la Introducción, otro de los objetivos buscado por los
autores es combatir los tópicos erróneos sobre dichos jardines, tales como que
eran una metáfora del paraíso, que eran al mismo tiempo huerto y jardín, que
carecían de fuentes y surtidores altos, que los trazados eran de origen persa,
etc. Al emplear en el título del libro la expresión «jardín hispanomusulmán»,
poco utilizada en la producción científica actual, tratan de analizar esa
invención teórica de mediados del siglo XX, heredera del orientalismo, que no solo
lo
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reinterpretaba, sino que sirvió además de modelo para la
construcción de jardines regionalistas en clave «arábigo-andaluza», dentro y
fuera de España. Se debe tener presente que la temática tratada, salvando los
trabajos sobre aspectos, periodos o ejemplares más especificos, se ha prestado
mucho en nuestros tiempos a divulgaciones basadas en escasa bibliografía,
muchas veces anticuada o errónea. Este libro se sitúa en un nivel completamente
diferente a aquellas. Los artículos se han agrupado en tres bloques con
afinidad temática. El primero, titulado Sobre jardines de al-Andalus y su
historiografía, reúne cinco trabajos y trata de definir las características y
tipos de dichos jardines, de analizar su relación con la poesía de la época y
de estudiar la historiografía existente en los siglos XIX y XX. El segundo,
Estudios sobre un caso concreto: El Generalife, cuenta con igual número de
artículos, y se dedica al análisis de este excepcional jardín, que ha mantenido
su uso ininterrumpido desde hace más de siete siglos y en cuya reciente
investigación y recuperación participaron los autores. El último bloque, La
herencia de los jardines andalusíes: Evolución, permanencias y recreaciones, consta
solo de dos trabajos que tratan sobre los nuevos jardines que Leopoldo Torres
Balbás diseñó en la Alhambra durante los años en que fue su arquitecto
conservador (1923-1936), así como de las características que se han mantenido
de los jardines andalusíes, o bien se han recreado, en los diseñados en
Andalucía desde el siglo XVIII. La autoría de los diversos textos presenta
todas las variaciones posibles. José Tito es autor solitario de cinco de ellos,
que se concentran mayoritariamente en el primer bloque, donde se profundiza en
los aspectos teóricos generales. Manuel Casares firma individualmente el
dedicado a la historia de los jardines del Generalife, mientras que como pareja
científica presentan tres y cuentan, además, con diversos colaboradores en los restantes,
con objeto de complementar aspectos archivísticos, así como análisis
palinológico y edafológico: Esther Cruces Blanco, Oswaldo Socorro Abreu, Rafael
Delgado CalvoFlores, Juan Manuel Martín García, Julio Calero González y Gabriel
Delgado Calvo-Flores. Con independencia de estas diferentes autorías, todo el
trabajo es fruto de una investigación común de Tito y Casares, que se extiende
más allá del campo teórico en una práctica conjunta en la restauración de
jardines históricos y en el diseño de nuevos parques y jardines en varios
países. Los autores aportan numerosos ejemplos de poesía andalusí que definen
el jardín como el lugar del amor y del placer, también de la tertulia, del ocio
y de la fiesta. Los recintos estaban dotados de árboles, valorados sobre todo
porque producían frescor con su sombra, y de flores olorosas y llamativas. De
este modo, tratan de refutar las ideas que sobre estos jardines se generaron
durante el siglo XX, basadas principalmente en los trabajos de Francisco
Prieto-Moreno, arquitecto conservador de la Alhambra (1936-1978) y, después, de
James Dickie (Yaqub Zaki). Ambos coincidían en ver el jardín andalusí con una
fuerte carga religiosa, como símbolo, metáfora o recuerdo del Paraíso coránico,
con mezcla de plantas útiles y bellas, dando lugar a la extendida denominación
de «huerto-jardín».
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Por otra parte, descubren muchos rasgos comunes entre los
jardines andalusíes y los medievales europeos, como es el prado florido, que
aparece frecuentemente en la iconografía antigua. No obstante, señalan como
elemento diferenciador el uso del agua en aquellos, que constituye el principal
eje de simetría axial en su diseño general. El líquido elemento tiene su
presencia en láminas más o menos extensas y en acequias de movimiento pausado,
pero también en surtidores de diferentes alturas y sonoridades. Mediante
numerosos ejemplos desmontan la idea de que los surtidores y las fuentes en
al-Andalus eran exclusivamente bajos y silenciosos. El artículo dedicado a la
clasificación tipológica de los jardines de al-Andalus recoge con minuciosidad
una gran parte de los jardines conocidos, que en muchos casos se encuentran en
el interior de patios de edificios que se han conservado, o han aparecido en
excavaciones arqueológicas. Aunque toda clasificación lleva un grado se
subjetividad, la propuesta en este caso resulta bastante fundamentada y busca
los orígenes de muchos de los tipos en la Antigüedad y, sobre todo, en el mundo
romano. En él encuentran antecedentes de todos los modelos de jardines de
patios presentes en al-Andalus, menos del de crucero. Quizás por su mayor
extensión es en este trabajo donde aparece alguna cronología dudosa, dentro de
un libro cuya redacción es muy cuidada y precisa. El trabajo dedicado a la
construcción teórica del jardín hispanomusulmán hace una interesante
recopilación de las distintas etapas historiográficas: la visión del árabe
sensorial y amante del lujo propia del romanticismo decimonónico dio paso al místico
de mediados del siglo XX, siendo sustituida en la actualidad por la del
hortelano, que se limita a ajardinar discretamente los huertos. Como ejemplo se
expone la evolución de la Fuente de los Leones en la Alhambra que, con dos
tazas superpuestas, se adecuaba al gusto dominante en la primera mitad del
siglo XIX, pero era ya totalmente contradictoria con la teoría de la taza baja
y el surtidor silencioso elaborada en el siglo XX, lo que llevó a desmontar la
segunda taza en dos fases durante las décadas de 1940 y 1960, sin que apenas se
generasen discusiones entre los intelectuales del momento. José Tito indica,
con una buena dosis de ironía, que «paradójicamente era más fácil cambiar la
realidad que dudar de la teoría». El bloque dedicado al Generalife representa
un gran avance en el conocimiento de estos singulares jardines medievales,
respecto a lo publicado hasta ahora. Su historia y evolución son analizadas
mediante una inteligente interpretación de los textos antiguos, casi todos
posteriores a la Capitulación de Granada, y de un importante aparato gráfico de
planos, bocetos, grabados y fotografías. La participación de todo su equipo en
el proyecto de estudio y restauración del jardín del Patio de la Acequia ha
permitido realizar investigaciones arqueológicas y análisis técnicos sobre los
suelos y la flora medieval y moderna. Gracias a ellos este espacio ha podido
recuperar una imagen bastante parecida a la que pudo tener en la etapa nazarí.
Los autores llegan a la conclusión de que el empleo de la técnica ornamental de
la topiaria era una
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de las características esenciales del jardín. Por otra parte,
sitúan hacia el año 1800 la introducción del boj en sustitución del arrayán
para delimitar los cuadros de cultivo en los jardines de nueva creación,
posiblemente siguiendo una moda que habían importado de Francia los jardineros
de Felipe V. También analizan cómo la reforma de los jardines del Generalife
realizada entre 1854 y 1856 sirvió de modelo para establecer el patrón de
jardín granadino, seguido durante más de un siglo. En el último bloque se
incluye el interesante artículo “Leopoldo Torres Balbás, jardinero”, en el que
por primera vez se profundiza en el estudio de los recursos utilizados por este
arquitecto en los numerosos jardines que diseñó en la Alhambra: el vegetal como
generador de formas arquitectónicas y el vegetal como adorno. También se
analiza su intervención sutil en las restauraciones de los jardines del Patio
de los Leones y del Patio de la Acequia. La valoración global de sus
intervenciones es altamente positiva, pues parte de la tradición jardinera
local, tanto la del romanticismo de fines del siglo XIX como la del
regionalismo de principios del XX. Juega con unas técnicas y especies
conocidas, que respeta y utiliza, para crear formas nuevas. He tratado de hacer
un breve resumen de las numerosas aportaciones y novedades que este libro
realiza en su conjunto para clarificar cómo pudieron ser los jardines
andalusíes, qué elementos han podido pervivir en la jardinería posterior y cómo
han sido reinterpretados hasta nuestros días. Su abundante documentación
textual y gráfica así como su exquisita redacción, al mismo tiempo precisa y
fácil de comprender, lo hacen sumamente atractivo y recomendable, tanto para el
especialista como para cualquier lector interesado por estos temas.
Antonio Orihuela Uzal
ZACK, Liesbeth y SCHIPPERS, Arie (eds.), Middle Arabic and Mixed
Arabic. Diachrony and Synchrony, Leiden-Boston, Brill, 2012, 349 pp.
El presente volumen reúne 17 aportaciones científicas presentadas
en la II Conferencia de la Association Internationale pour l’étude du Moyen
Arabe (AIMA) celebrada en la Universidad de Ámsterdam en 2007. Aunque los temas
aquí presentados puedan parecer de lo más variado, han quedado magistralmente
contextualizados gracias a la introducción de Johannes den Heijer, “Middle and
Mixed Arabic, A New Trend in Arabic Studies” (pp. 1-25). Como se sabe, en la
lengua árabe conviven, desde hace más de un milenio, un registro alto o culto y
otro bajo o popular. Esta relación viene llamando la atención de los
especialistas desde las últimas tres décadas. La situación lingüística anterior
a época moderna se conoce como «Árabe Medio» (destacando los trabajos de Blau)
y a la de época moderna «Árabe Mixto
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