jueves, 19 de marzo de 2020

EL JARDIN HISPANOMUSULMAN


EL JARDIN HISPANOMUSULMAN

TITO ROJO, José y CASARES PORCEL, Manuel, El jardín hispanomusulmán: Los jardines de al-Andalus y su herencia, Granada, Editorial Universidad de Granada, 2011, 497 pp.


Los estudios sobre Historia del Jardín, en general, y sobre el Jardín en la Edad Media, en particular, están recibiendo cada día más interés por parte de los investigadores. El tema ha sido enfocado durante los últimos años desde campos profesionales muy diferentes: arqueólogos paisajistas, botánicos, ingenieros agrónomos, historiadores del arte, filólogos, arquitectos, etc. Cada una de esas perspectivas ha tenido sus puntos fuertes, pero también ha adolecido de la parcialidad de una visión reducida. Los autores de este libro, que ejercen la docencia e investigación en el ámbito del Departamento de Botánica y del Jardín Botánico de la Universidad de Granada, han conseguido reunir los saberes y habilidades propios de varias de las disciplinas citadas. Estudian los antiguos jardines desde el punto de vista arqueológico, para comprender mejor su historia, aunando sus conocimientos botánicos a los propios de los restauradores y diseñadores de estos espacios, actividades que también desarrollan frecuentemente. La obra, que alcanza las quinientas páginas, se presentó en la primavera de 2012, aunque lleva el Depósito Legal del año anterior. Se plantea como la reedición de una docena de artículos publicados en revistas y libros aparecidos en España, Italia, Reino Unido, Portugal y los Estados Unidos de América durante la primera década del siglo XXI, convenientemente revisados y actualizados. Al mismo tiempo, para facilitar la llegada a un público más amplio, se publican ahora todos en español. Su propósito es exponer cómo eran esos jardines de al-Andalus, qué papel ocupaban en aquella sociedad y cómo han evolucionado en el transcurso del tiempo. Según indican en la Introducción, otro de los objetivos buscado por los autores es combatir los tópicos erróneos sobre dichos jardines, tales como que eran una metáfora del paraíso, que eran al mismo tiempo huerto y jardín, que carecían de fuentes y surtidores altos, que los trazados eran de origen persa, etc. Al emplear en el título del libro la expresión «jardín hispanomusulmán», poco utilizada en la producción científica actual, tratan de analizar esa invención teórica de mediados del siglo XX, heredera del orientalismo, que no solo lo
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reinterpretaba, sino que sirvió además de modelo para la construcción de jardines regionalistas en clave «arábigo-andaluza», dentro y fuera de España. Se debe tener presente que la temática tratada, salvando los trabajos sobre aspectos, periodos o ejemplares más especificos, se ha prestado mucho en nuestros tiempos a divulgaciones basadas en escasa bibliografía, muchas veces anticuada o errónea. Este libro se sitúa en un nivel completamente diferente a aquellas. Los artículos se han agrupado en tres bloques con afinidad temática. El primero, titulado Sobre jardines de al-Andalus y su historiografía, reúne cinco trabajos y trata de definir las características y tipos de dichos jardines, de analizar su relación con la poesía de la época y de estudiar la historiografía existente en los siglos XIX y XX. El segundo, Estudios sobre un caso concreto: El Generalife, cuenta con igual número de artículos, y se dedica al análisis de este excepcional jardín, que ha mantenido su uso ininterrumpido desde hace más de siete siglos y en cuya reciente investigación y recuperación participaron los autores. El último bloque, La herencia de los jardines andalusíes: Evolución, permanencias y recreaciones, consta solo de dos trabajos que tratan sobre los nuevos jardines que Leopoldo Torres Balbás diseñó en la Alhambra durante los años en que fue su arquitecto conservador (1923-1936), así como de las características que se han mantenido de los jardines andalusíes, o bien se han recreado, en los diseñados en Andalucía desde el siglo XVIII. La autoría de los diversos textos presenta todas las variaciones posibles. José Tito es autor solitario de cinco de ellos, que se concentran mayoritariamente en el primer bloque, donde se profundiza en los aspectos teóricos generales. Manuel Casares firma individualmente el dedicado a la historia de los jardines del Generalife, mientras que como pareja científica presentan tres y cuentan, además, con diversos colaboradores en los restantes, con objeto de complementar aspectos archivísticos, así como análisis palinológico y edafológico: Esther Cruces Blanco, Oswaldo Socorro Abreu, Rafael Delgado CalvoFlores, Juan Manuel Martín García, Julio Calero González y Gabriel Delgado Calvo-Flores. Con independencia de estas diferentes autorías, todo el trabajo es fruto de una investigación común de Tito y Casares, que se extiende más allá del campo teórico en una práctica conjunta en la restauración de jardines históricos y en el diseño de nuevos parques y jardines en varios países. Los autores aportan numerosos ejemplos de poesía andalusí que definen el jardín como el lugar del amor y del placer, también de la tertulia, del ocio y de la fiesta. Los recintos estaban dotados de árboles, valorados sobre todo porque producían frescor con su sombra, y de flores olorosas y llamativas. De este modo, tratan de refutar las ideas que sobre estos jardines se generaron durante el siglo XX, basadas principalmente en los trabajos de Francisco Prieto-Moreno, arquitecto conservador de la Alhambra (1936-1978) y, después, de James Dickie (Yaqub Zaki). Ambos coincidían en ver el jardín andalusí con una fuerte carga religiosa, como símbolo, metáfora o recuerdo del Paraíso coránico, con mezcla de plantas útiles y bellas, dando lugar a la extendida denominación de «huerto-jardín».
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Por otra parte, descubren muchos rasgos comunes entre los jardines andalusíes y los medievales europeos, como es el prado florido, que aparece frecuentemente en la iconografía antigua. No obstante, señalan como elemento diferenciador el uso del agua en aquellos, que constituye el principal eje de simetría axial en su diseño general. El líquido elemento tiene su presencia en láminas más o menos extensas y en acequias de movimiento pausado, pero también en surtidores de diferentes alturas y sonoridades. Mediante numerosos ejemplos desmontan la idea de que los surtidores y las fuentes en al-Andalus eran exclusivamente bajos y silenciosos. El artículo dedicado a la clasificación tipológica de los jardines de al-Andalus recoge con minuciosidad una gran parte de los jardines conocidos, que en muchos casos se encuentran en el interior de patios de edificios que se han conservado, o han aparecido en excavaciones arqueológicas. Aunque toda clasificación lleva un grado se subjetividad, la propuesta en este caso resulta bastante fundamentada y busca los orígenes de muchos de los tipos en la Antigüedad y, sobre todo, en el mundo romano. En él encuentran antecedentes de todos los modelos de jardines de patios presentes en al-Andalus, menos del de crucero. Quizás por su mayor extensión es en este trabajo donde aparece alguna cronología dudosa, dentro de un libro cuya redacción es muy cuidada y precisa. El trabajo dedicado a la construcción teórica del jardín hispanomusulmán hace una interesante recopilación de las distintas etapas historiográficas: la visión del árabe sensorial y amante del lujo propia del romanticismo decimonónico dio paso al místico de mediados del siglo XX, siendo sustituida en la actualidad por la del hortelano, que se limita a ajardinar discretamente los huertos. Como ejemplo se expone la evolución de la Fuente de los Leones en la Alhambra que, con dos tazas superpuestas, se adecuaba al gusto dominante en la primera mitad del siglo XIX, pero era ya totalmente contradictoria con la teoría de la taza baja y el surtidor silencioso elaborada en el siglo XX, lo que llevó a desmontar la segunda taza en dos fases durante las décadas de 1940 y 1960, sin que apenas se generasen discusiones entre los intelectuales del momento. José Tito indica, con una buena dosis de ironía, que «paradójicamente era más fácil cambiar la realidad que dudar de la teoría». El bloque dedicado al Generalife representa un gran avance en el conocimiento de estos singulares jardines medievales, respecto a lo publicado hasta ahora. Su historia y evolución son analizadas mediante una inteligente interpretación de los textos antiguos, casi todos posteriores a la Capitulación de Granada, y de un importante aparato gráfico de planos, bocetos, grabados y fotografías. La participación de todo su equipo en el proyecto de estudio y restauración del jardín del Patio de la Acequia ha permitido realizar investigaciones arqueológicas y análisis técnicos sobre los suelos y la flora medieval y moderna. Gracias a ellos este espacio ha podido recuperar una imagen bastante parecida a la que pudo tener en la etapa nazarí. Los autores llegan a la conclusión de que el empleo de la técnica ornamental de la topiaria era una
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de las características esenciales del jardín. Por otra parte, sitúan hacia el año 1800 la introducción del boj en sustitución del arrayán para delimitar los cuadros de cultivo en los jardines de nueva creación, posiblemente siguiendo una moda que habían importado de Francia los jardineros de Felipe V. También analizan cómo la reforma de los jardines del Generalife realizada entre 1854 y 1856 sirvió de modelo para establecer el patrón de jardín granadino, seguido durante más de un siglo. En el último bloque se incluye el interesante artículo “Leopoldo Torres Balbás, jardinero”, en el que por primera vez se profundiza en el estudio de los recursos utilizados por este arquitecto en los numerosos jardines que diseñó en la Alhambra: el vegetal como generador de formas arquitectónicas y el vegetal como adorno. También se analiza su intervención sutil en las restauraciones de los jardines del Patio de los Leones y del Patio de la Acequia. La valoración global de sus intervenciones es altamente positiva, pues parte de la tradición jardinera local, tanto la del romanticismo de fines del siglo XIX como la del regionalismo de principios del XX. Juega con unas técnicas y especies conocidas, que respeta y utiliza, para crear formas nuevas. He tratado de hacer un breve resumen de las numerosas aportaciones y novedades que este libro realiza en su conjunto para clarificar cómo pudieron ser los jardines andalusíes, qué elementos han podido pervivir en la jardinería posterior y cómo han sido reinterpretados hasta nuestros días. Su abundante documentación textual y gráfica así como su exquisita redacción, al mismo tiempo precisa y fácil de comprender, lo hacen sumamente atractivo y recomendable, tanto para el especialista como para cualquier lector interesado por estos temas.

Antonio Orihuela Uzal
ZACK, Liesbeth y SCHIPPERS, Arie (eds.), Middle Arabic and Mixed Arabic. Diachrony and Synchrony, Leiden-Boston, Brill, 2012, 349 pp.
El presente volumen reúne 17 aportaciones científicas presentadas en la II Conferencia de la Association Internationale pour l’étude du Moyen Arabe (AIMA) celebrada en la Universidad de Ámsterdam en 2007. Aunque los temas aquí presentados puedan parecer de lo más variado, han quedado magistralmente contextualizados gracias a la introducción de Johannes den Heijer, “Middle and Mixed Arabic, A New Trend in Arabic Studies” (pp. 1-25). Como se sabe, en la lengua árabe conviven, desde hace más de un milenio, un registro alto o culto y otro bajo o popular. Esta relación viene llamando la atención de los especialistas desde las últimas tres décadas. La situación lingüística anterior a época moderna se conoce como «Árabe Medio» (destacando los trabajos de Blau) y a la de época moderna «Árabe Mixto

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