UN WAL I D E MÁLAGA
Narciso Diaz de Escovar
La historia no ha llegado á legarnos el nombre de un Wali de
Málaga, que escaló tan honorífico puesto, gracias á una casualidad y á un deseo
oportunamente expresado, en sus dias de estudiante. En la época brillantísima
del califato deCórdoba,asistían á una de las Escuelas de aquella ciudad, cinco
jóvenes bastante aplicados, llenos de entusiasmos y ambiciones. De solo uno
conocemos el nombre. Se llamaba Mohammed abi Amer, había nacido en la Provincia
de Málaga, en un pueblo llamado Terquex, á orillas del Río Guadiaro, que
algunos autores consideran como nuestro actual Cortes de la Frontera. Descendía
del esforzado Abdelmelik, uno de los pocos asiáticos que acompañaron á Thavic
ben Ziyad al posesionarse de España, aprovechando la ñaqueza y rencillas de los
Godos y la falta de previsión de su Re y don Rodrigo. Otro de los estudiantes
había nacido en Málaga y era un hijo orgulloso de su madre patria, á quien no
deslumhraban los encantos y riquezas de la ciudad de los califas. Según refiere
Dozy y traslada Guillen Robles, habían celebrado un convite bajo las enramadas
de frondosos jardines. Cuando tal vez el vino había calentado sus cabezas,
agigantando sus aspiraciones, tras un instante de meditación, levantóse
Mohammed abi Amer y exclamó:—Compañeros, tengo la convicción de que algún dia
he de ser el dueño de este país. Sonriéndose añadió. —Pedidme para entonces lo
que queráis. Los cuatro amigos tomaron á risa la pretenciosa propuesta de
Mohammed, pero en su broma siguiéronle la corriente y le acompañaron en sus
ilusiones de estudiante soñador. El malagueño levantando su vaso dijo: 2^4
NAKCISO DÍAZ DE ESCOVAR —Los higos que vienen de Málaga son mi mayor delicia
(1) y aquella ciudad, que es mi patria, el cariño de mi alma. Hazme Wali de
Málaga para que pueda vivir en ella y comer aquellos higos siempre que guste.
Otro de los compañeros añadió: —¡Oh, gran Mohammed! los buñuelos que hemos
comido son deliciosos y al recordarlos solo se me ocurre desear que cuando seas
Señor de Córdoba me nombres Inspector del Mercado, pues con eso los comeré á
pasto y de valde. El tercer estudiante, no quiso ser menos, y con tono más
burlón que el de sus colegas expresó: —Estos hermosos jardines me encantan. Nómbrame
Gobernador de la ciudad para que pueda gozar de ellos á mi placer. Silencioso
escuchó á sus condiscípulos el cuarto estudiante y en vano esperaban aquellos
que formulase su petición. Notando que seguía callando, le interpeló Mohammed.
—¿Y tú eres tan resignado que nada pides? Levantándose prorrumpió: —Yo solo
digo, miserable fanfarrón, que si alguna vez llegas á ser lo que tu orgullo
sueña, consiento y te pido ordenes se me monte desnudo y untado de miel en un
asno, para que me piquen las moscas y me hieran con sus aguijones las abejas y
así me saques á la vergüenza por las calles y plazas de Córdoba. Contrarió á
Mohammed aquella salida inesperada de su amigo, que puso término á la broma, y
poco después regresaron á la ciudad los estudiantes. Acabados sus estudios
aquellos cinco amigos se separaron. Siguiendo distintos caminos pocas veces se
vieron. Mohammed logró introducirse en la corte de los califas y ayudado por su
talento, solo comparable á i>u fortuna, venció difíciles obstáculos y
derribó enemigos poderosos, hasta ocupar elevado puesto. En múltiples combates
destrozó á sus enemigos, ondeando siempre victorioso el pendón cordobés y
cubriendo de sangre las campiñas cuyos habitantes fueron hostiles. Poderosos
castillos fueron asaltados por Mohammed que se hizo temible y logró gran
popularidad. (1) Los higos de Málaga tuvieron gran fama en la época árabe. El
li - terato Almaccasi dice que no los había mejores en toda la tierra. Se
esportaban á la Arabia, á la India }' á Africa. El poeta Abul Hachag, hijo del
Xeque malagueño Albalawi,les dedicó sentidas estrofas—Hist. de Málaga por
Guillen, pag. 215.
CURIOSIDADES MALAGUEÑAS 2/5 Llegó el día en que obtuvo los
más altos puestos, fué Señor de Córdoba y el Consejero, siempre oido, de los
Califas, respetado por los cortesanos y adorado por el pueblo. La historia le
conoció y recuerda por el nombre de Almanzor, ó el Victorioso. (2) Entonces
recordó aquél convite, aquella promesa y aquellos deseos de sus condiscípulos y
fiel á su palabra sacó á la pública vergüenza montado en un rocín á su
atrabiliario amigo, hizo usufructuario de los jardines al que se los pidió y
nombró Inspector General del Mercado al aficionado á los buñuelos. No olvidó
tampoco al hijo de Málaga, quien llamado á su presencia le hizo Wali de esta
ciudad y le envió á posesionarse de su cargo. Esta curiosa anécdota la refieren
autores de gran veracidad, entre ellos Aben Aljathib, en su Ihata (M. S. del
Sr. Gayangos fólio ÍÍ7) Adehoahid,-pág-. 18 y 19 y el inolvidable Simonet en
sus leyendas ärabes
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