LA CONQUISTA DE BAEZA
María Antonia Carmona Ruiz Universidad de Sevilla
El desmoronamiento del poder musulmán facilitó a Fernando III la
conquista definitiva de Baeza en 1226. Pero esta no era la primera vez en que
los cristianos habían intentado su asalto, y de hecho, en ocasiones anteriores,
y con muy distinta suerte, ya había sido objetivo de las tropas castellanas. De
hecho, coincidiendo con las complicadas circunstancias que se vivieron en
al-Andalus tras la desaparición del califato en el siglo XI y el nacimiento de
los primeros reinos de Taifas, se produjo un lento pero seguro avance de los
reinos cristianos hacia el sur1 , que fue momentáneamente detenido con la
invasión almorávide a partir de 10862 , a la par que se producía una importante
crisis política en Castilla3 . Sin embargo la dependencia de al-Andalus de este
imperio norteafricano duró relativamente poco, ya que el nacimiento en 1125 del
movimiento almohade en la región del Atlas, y su posterior expansión a 1 Tras
la muerte de Almanzor en 1002 se desencadenó en al-Andalus una guerra civil que
supuso la aparición de territorios independientes, denominados Reinos de Taifa,
así como la definitiva desaparición del califato en 1031. Baeza estuvo, desde
1019 y sucesivamente, en manos de los taifas de Murcia, Almería y Denia hasta
1057, en que los ziríes de Granada la tomaron después de un largo asedio. Poco
antes de 1075 los toledanos ocuparían Baeza, hasta que finalmente cayeron en
manos de los abadíes de Sevilla, contra los cuales los baezanos se sublevaron
sin mucho éxito, ya que en 1084 fueron incorporados de nuevo al reino de
Sevilla. Cfr. J. Aguirre Sadaba. “El distrito de Baeza en época musulmana” en
Historia de Baeza. (coord. J. Rodríguez Molina). Granada, 1985, pp. 89-90. 2
Las guerras de expansión entre los Reinos de Taifa y la presión cristiana,
protagonizada principalmente por Alfonso VI de Castilla, los puso en una
situación tan complicada que, después que Alfonso VI conquistara Toledo en 1085
buscaron como solución la ayuda de los almorávides, que después de prestarles
ayuda en la batalla de Zalaca (Sagrajas) de 1086, definitivamente iniciaron la
conquista de al-Andalus a partir de 1090. Baeza fue anexionada al imperio
almorávide por el qaid Bati b. Ismail en 1091. Cfr. J. Aguirre Sadaba. “El
distrito de Baeza…” op. cit. p. 90. 3 La muerte del infante don Sancho,
heredero de la corona castellana en la batalla de Uclés de 1108, y las
dificultades posteriores del reino al morir Alfonso VI sin descendencia
masculina, sumergieron a Castilla y León en una importante crisis interna en el
primer cuarto del siglo XII. costa de los almorávides, obligó a sus
gobernantes a centrar su interés en el Magreb, permitiendo que las disensiones
existentes en al-Andalus debido a su intransigente política crecieran,
provocando la desintegración de su poder. El rey Alfonso VII aprovechó esta
situación y realizó varias incursiones contra al-Andalus, en medio de su
política de desgaste contra los musulmanes, que tenía como finalidad mostrarles
que los almorávides habían dejado de ser efectivos como defensa frente a los
cristianos. Su intención era que se constituyera un poder islámico peninsular
sometido tributariamente a Castilla-León, y mientras, aprovecharse de las
divisiones internas del Islam, anexionándose algunas plazas. El reyezuelo
“elegido” por Alfonso VII para realizar esta labor fue Zafadola (el último de
los descendientes de los reyes taifa de Zaragoza destronados por los
almorávides), quien, como rey vasallo del castellano, había sido reconocido como
señor por los musulmanes de Murcia, Orihuela y Valencia, y tuvo cierto dominio
en Baeza, Úbeda y Jaén con ayuda de algunas tropas cristianas que le envió
Alfonso VII. Sin embargo, terminó enfrentándose a sus aliados cristianos
muriendo en 1146. Un año después, los almohades iniciaban la conquista de
Al-Andalus. El último gobernador almorávide, Ibn Yahyà b. Gāniya, reaccionó
inmediatamente prestando vasallaje a Alfonso VII, por lo que continuó
gobernando en Córdoba, Úbeda y Baeza bajo la protección del castellano. LA
PRIMERA CONQUISTA DE BAEZA El cambio en la situación política llevó a Alfonso
VII a realizar una gran expedición en 1147cuyo fin era intentar controlar
Almería, y con ella las costas y las rutas marítimas mediterráneas frente a la
piratería musulmana y, sobre todo, frente a la potente flota almohade. Era un
proyecto excesivamente ambicioso, para el que contaba con la ayuda de Pisa,
Génova, Ramón Berenguer de Barcelona y Guillermo de Montpellier. La expedición,
que se inició en Toledo en el mes de mayo, y después de ocupar Calatrava,
penetró lentamente por el alto Guadalquivir, asegurando el dominio de las
plazas por las que pasaban a fin de cubrir su avance hacia Almería. Así, entre
mediados de julio y mediados de agosto, Alfonso VII tomó Andújar y Baños de la
Encina, y asedió Baeza, hasta que finalmente Ibn Yahyà b. Gāniya, se la entregó
junto con Úbeda, a cambio de respetar su dominio en Jaén. La leyenda achaca la
conquista de Baeza a la maravillosa intervención de San Isidoro de Sevilla, quien
se apareció al rey la noche anterior, prometiéndo- le su ayuda en la batalla
y su victoria4 . En agradecimiento a este favor, Alfonso VII creó la Real
Cofradía del Pendón de San Isidoro en la colegiata de San Isidoro de León, que
custodiaba el pendón de las tropas castellanas utilizado en el cerco de Baeza,
y que, según Ambrosio de Morales, había mandado bordar el propio monarca para
que los llevara a la victoria5 . Esta cofradía aún existe, custodiando un
pendón de fondo morado que lleva bordada la efigie ecuestre del Santo que
blande la espada y enarbola la cruz. De una nube surge el brazo de Santiago
empuñando una espada. Además está bordado el blasón de castilla y León, una
estrella y pequeños castillos y leones distribuidos en la parte superior6 . Desde
Baeza, el ejército se dirigió a Almería, dejando posiblemente retenes a lo
largo del camino, para finalmente, y después de un largo asedio tanto por mar
como por tierra, conquistar la ciudad almeriense el 17 de octubre de 11477 .
Poco conocemos sobre la organización de Baeza tras la conquista cristiana.
Suponemos que buena parte de la población musulmana debió permanecer, y sabemos
que se encargó de su tenencia, y por lo tanto de su organización y 4 Esta
leyenda se recoge por primera vez en el siglo XIII por Lucas de Tuy en su libro
De Miraculis Sancti Isidori, narrando así el suceso: “Y viendo el noble rey que
él y los suyos, por ser muy pocos, no podrían resistir el ímpetu y fuerza de
los contrarios comenzaron a llamar a Dios en su ayuda, porque es misericordioso
y redimió el linaje de los cristianos y a los que en él esperan salva
misericordiosamente… Como los cristianos temiesen mucho de tan gran multitud de
infieles, estando aquella noche el sobredicho rey Don Alfonso sentado en su
tienda le vino un poco de sueño y se le apareció una visión maravillosa, en que
vio venir hacia sí un varón muy honrado, con sus canas muy fermosas, vestido
como obispo de pontifical y su rostro resplandecía como el sol muy claro, y
cerca de él venía andando paso a paso así como él andaba una mano la cual tenía
una espada de fuego de ambas puntas aguda y llegando aquel santo varón cerca
del rey comenzó a hablarle… Y dijo: Yo soy Isidro, Doctor de las Españas,
sucesor del Apóstol Santiago por la gracia de le predicación. Esta mano que
anda conmigo es del mismo apóstol Santiago, defensor de Españas; dichas estas
palabras desapareció la visión”. J. Pérez Llamazares. Vida y milagros del
glorioso San Isidoro Arzobispo de Sevilla y Patrono del Reino de León, León,
1947. La leyenda fue recogida posteriormente, indicándose además la
participación directa de San Isidoro en la batalla en la Primera Crónica
General ed. R. Menéndez Pidal. Madrid, 1955, pp. 660-661. G. Argote de Molina.
Nobleza de Andalucía. (reed. Jaén, 1991), p. 57. 5 A. de Morales. Viaje a los
reinos de León y Galicia y Principado de Asturias; Madrid, 1765, (Reimp.
Oviedo, 1977), pp. 50 y 51. 6 Un estudio de este pendón lo realiza E. Fernández
González. “Iconografía y leyenda del pendón de Baeza”. Medievo hispano: estudios
in memoriam del Prof. Derek Lomax. Madrid, 1995, pp. 141-157. Vid. también J.
Rodríguez Díez. El pendón isidoriano de Baeza y su Cofradía. León, 1972. 7 Se
puede ver con más detalle la expedición y conquista de Almería en M.A. Ladero
Quesada. “El imperio de Alfonso VII”. La reconquista y el proceso de
diferenciación política (1035-1217). Historia de España Menéndez Pidal, vol.
IX. Madrid, 1998, pp.423-ss. gobierno, el conde Manrique Pérez de Lara8 . Su
labor era fundamental para asegurar la comunicación de Almería con Castilla.
Del mismo modo y a través de varios documentos realizados por Manrique Pérez de
Lara, aunque firmadas por el rey, sabemos que Baeza disponía de un concejo, que
se nombraron a dos merinos (Martín Yáñez de Roda y Cristóbal de Burgos), a un
sayón (Cabeza de Auengamma), posiblemente de origen andalusí, y a un alcaide de
la fortaleza, Pedro García, al que se benefició en 1156 con la mitad de las
aldeas de Tierzo y Bosuegra9 . Este último acometió la empresa de repoblar
parte de de su territorio, principalmente la zona de los accesos a la Sierra,
con el fin de asegurar su control y defensa10. Asimismo, el resto de las
fortalezas del término de Baeza debieron contar con sus propios alcaides.
Además tenemos noticias de otro de los beneficiados en la zona, un tal
Abdelaziz Aboalil, vecino de Baeza, y posiblemente uno de los caudillos locales
que aceptaron someterse al monarca cristiano, y a quien se define en los
documentos como “populator Baecie” a quien Alfonso VII donó en 1151 la aldea de
Daralmouz y casa en Albarracín11, en 1155 la localidad de Baños12 y en 1156 las
de Bailén y Segral, situada esta última sobre el río Guadalimar13. Asimismo,
sabemos que, en memoria de la ayuda prestada por San Isidoro en la conquista
edificó en Baeza un convento de regulares bajo su advocación, que adornó con
muchas riquezas14. Este santo, considerado lugarteniente de 8 Además de la
tenencia de Baeza, Alfonso VII concedió a Manrique Pérez de Lara la tenencia,
en diferentes fechas, de Almería, Atienza, Ávila, Extremadura, Madrid,
Medinaceli, Osma, San Esteban de Gormaz, Segovia y Toledo. Un estudio detallado
en A. Sánchez de Mora. Los Lara. Un linaje castellano de la Plena Edad Media.
Burgos, 2007. 9 L. Sánchez Belda. “Notas de diplomática. En torno a tres
diplomas de Alfonso VII”. Hispania, XI, 42 (Madrid, 1951), pp. 59-61. P.
Rassow. Die Urkunden Kaiser Alfons’VII von Spanien. Berlín, 1929, p. 465. Pedro
García recibió media torre en la aldea de Tierzo y un molino en Bosuegra. 10 J.
Aguirre Sadaba. “El distrito de Baeza…” op. cit. pp. 90-91 11 1151, julio 11.
Alfonso VII dona a su servidor ‘Abd al-‘Azīz Aboalil la aldea de Daralmouz y
casa en Albarracín en compensación de cierto viaje que realizara en su nombre a
Granada y otros servicios que le prestó fielmente. F. Martínez Llorente.
“Introducción” del Fuero de Andújar. Estudio y Edición. (Jaén, 2006). p. 19, n.
24. P. Rassow. Die Urkunden Kaiser Alfonso’VII von Spanien. op. cit., p. 452.
12 1155, junio. Andújar. P. Rassow. Die Urkunden Kaiser Alfons’VII von Spanien.
op. cit., p. 462. F. Martínez Llorente. “Introducción” op. cit. pp. 19-20. 13
L. Sánchez Belda. “Notas de diplomática. En torno a tres diplomas de Alfonso
VII”. Hispania, XI, 42 (Madrid, 1951), pp. 47-61. P. Rassow. Die Urkunden
Kaiser Alfons’VII von Spanien. op. cit. p. 464- 465. 14 “E por ell miraglo et
por la virtud que el Señor sant Esidro alli ficiera all emperador don Alffonso,
fizol y luego ell emperador don Alffonso en Baesça una iglesia a onrra de Dios
et de Sant Esidro, et la iglesia llamaronla Sant Esidro; et ordenola ell
emperador de conuento de canoonigos reglares, et dioles sus donadíos grandes et
buenos et las dezimas todas de la villa Santiago, se convirtió en el primer
patrón la ciudad, apareciendo en los pendones que utilizó en posteriores
conquista15. Sin embargo no duró mucho tiempo Baeza en manos cristianas, ya que
el avance almohade truncó el sueño de Alfonso VII, y pese a los intentos del
monarca cristiano por ampliar sus conquistas en al-Andalus16, en verano de
1157, perdía Almería frente al sayyid Abū Sa’īd ‘Utmān, hijo del califa ‘Abd
alMu’min, que había sido nombrado gobernador de Granada. Una vez rendida la
alcazaba de Almería, las tropas almohades fueron en persecución del enemigo y
llegaron ante Baeza, cuya población musulmana los acogió como libertadores. En
la alcazaba, una parte de la guarnición cristiana intentó resistir, pero la
actitud de los habitantes la forzó a huir a Úbeda, contra la cual fueron
también las tropas granadinas, ocupándola rápidamente, así como muchos
castillos de la región17. Poco después, Alfonso VII moría cuando regresaba a
Toledo, después de cruzar el puerto del Muradal –Despeñaperros–, en la aldea de
Fresneda (debajo de una encina), enfermo y abatido al ver cómo su proyecto
había fracasado. LAS NAVAS DE TOLOSA Y SUS CONSECUENCIAS El empuje almohade
consiguió acabar con los diferentes focos de disensión en al-Andalus, y atacar
a los cristianos, en una época en que los problemas internos y las disensiones
entre los portugueses, leoneses y castellanos, debilitaban notablemente su
situación. En cualquier caso, ninguno descuidaba la actividad bélica en la
frontera, destacando especialmente Alfonso VIII de Castilla, quien después de
una complicada minoría, retomaría la ofensiva contra el Islam con la suficiente
virulencia como para que el califa almohade Abū et de todos sus términos en que
uisquiessen bien et onrradamientre et siruiessen allí a Dios et a San Esidro;
et paro ell la iglesia muy apuesta et muy onrrada de cruzes et de calçes et de
encenssarios et de uestimentas et de cortinas de seda colgadas por la iglesia,
et de otras aposturas assi como eran mester”. Primera Crónica General op. cit.
p. 661. G. Argote de Molina. Nobleza de Andalucía. op. cit. p. 57. 15 Así, en
la conquista de Antequera de 1410 los pendones que representaban a Baeza
llevaban los pendones de Santiago y San Isidoro. J. Rodríguez Molina. La vida
de moros y cristianos en la frontera. Alcalá la Real, 2007. p. 186. Por otro
lado, es muy probable que la cruz arzobispal que corona el escudo de la ciudad
sea la de San Isidoro Arzobispo, como así lo recoge el Padre Vilches. F.
Vilches. Santos y Santuarios del obispado de Jaén y Baeza. Madrid, 1653, fol.,
97, aunque otros, como Argote de Molina, lo identifica con el signo del Espíritu
Santo. G. Argote de Molina. Nobleza de Andalucía. op. cit. p. 144. 16 Así, en
1150 asedió Córdoba y en 1152 Jaén sin éxito. En 1153 conquistaba Guadix y en
1155 Andújar, Pedroche y Santa Eufemia. 17 A. Huici Miranda. Historia política
del imperio almohade. Tetuán, 1956, pp. 178-179. Yūsuf al-Mansūr viniera a
al-Andalus con un gran ejército que en 1195 venció estrepitosamente al
castellano en la batalla de Alarcos. Este fracaso no amedrentó al rey
castellano, y después de una época de treguas con al-Andalus, que los
cristianos utilizaron básicamente para limar sus asperezas, Alfonso VIII, sin
esperar que esas treguas expirasen, inició hostilidades en 1209 y desde Toledo
el rey se dirigió contra Jaén y Baeza, mientras que los calatravos atacaron
Andújar, haciendo ambos un gran botín18. Estos ataques tenían como finalidad
intentar controlar los pasos de Sierra Morena con el fin de intentar realizar
un ataque a fondo en territorio andalusí. De hecho, estas acciones por sorpresa
y dentro del periodo de paz, motivaron las protestas del califa almohade, Abū
‘Abd Allāh Muhammad al-Nāsir, sin mucho éxito, por lo que éste empezó a reunir
un formidable ejército que en 1211 se encontraba ya dispuesto en al-Andalus.
Este mismo año, tropas castellanas protagonizaron numerosas algaras por tierras
de Andújar, Baeza y Jaén, mientras el rey atacaba por Levante hacia Játiva19.
La reacción almohade supuso la conquista de Salvatierra, sede principal de la
orden de Calatrava, sin que los cristianos pudieran hacer nada por evitarlo20.
Esta serie de acontecimientos no eran más que la manifestación de una situación
que sólo se podía resolver mediante el enfrentamiento frontal de los dos
ejércitos, por lo que ambos bandos se empezaran a preparar para una gran
batalla. De hecho, el impacto e la caída de Salvatierra llevó a Alfonso VIII a
solicitar al papado la predicación de una Cruzada contra los almohades,
petición que el papa Inocencio III aceptó, iniciándose en enero de 1212 el
llamamiento a cruzada por todas las diócesis de Francia, consiguiéndose
movilizar un importante contingente de cruzados en Poitou, Gascuña y Provenza.
Junto a ello, el Pontífice empezó a movilizar a los arzobispos y monarcas
peninsulares21, reuniéndose en La Península un amplio contingente de tropas en el
que participaron en mayor o menor medida todos los reinos cristianos22. Por
otro 18 Id. p. 416. 19 J. Aguirre Sadaba y Mª C. Jiménez Mata. Introducción al
Jaén islámico. Jaén, 1979, p. 220. 20 Esta plaza había sido ocupada en 1198 por
los calatravos, que se había convertido en nueva sede de la orden después de la
pérdida de Calatrava en 1195. 21 Todos los pormenores de estas movilizaciones
en F. García Fitz. Las Navas de Tolosa. Barcelona, 2005, pp. 144 y ss. 22 Así,
mientras que el rey Alfonso IX de León y Alfonso II de Portugal, que estaban en
guerra, no se adhirieron a la cruzada, sin embargo muchos caballeros de ambos
reinos se incorporaron a ella; Sancho VII de Navarra, después de ciertas
vacilaciones, accedió a colaborar con el rey de Castilla. Por su parte, Pedro
II de Aragón aceptó desde el primer momento a participar en la campaña. Sobre
la composición del ejército cristiano y número vid. F. García Fitz. Las Navas
de Tolosa, pp. 183 y ss. y 476 y ss. lado, Al-Nāsir había concentrado en
Sevilla un inmenso ejército23. Mientras que el califa almohade iniciaba el 22
de junio de 1212 el movimiento desde Sevilla hacia Jaén, los cristianos
empezaron sus ofensivas contra al-Andalus, ocupando varias fortalezas24, aunque
sufriendo el contratiempo del abandono de los cruzados ultramontanos. En Jaén
Al-Nāsir tuvo noticias de la situación, por lo que decidió continuar más
adelante, hacia Baeza, ordenando que se ocuparan los pasos más importantes de
la Sierra, mientras que él establecía su campamento en Santa Elena. Por su
parte, los cristianos penetraron por la Sierra, con el riesgo de ser atacados
por alguno de los contingentes almohades que vigilaban la zona. En este
contexto se produjo la milagrosa intervención de un pastor que guió a las
tropas cristianas por un camino que había escapado de la vigilancia de los
almohades, el Puerto del Rey, a través del cual pudieron llegar a las Navas de
Tolosa25. La famosa batalla se produjo el 16 de julio de 1212, en la que los
cristianos consiguieron una clamorosa victoria, a consecuencia de la cual los
restos de las tropas almohades se dispersaron en todas direcciones, perseguidos
por los combatientes cristianos. Al-Nāsir se salvó del desastre huyendo a
Baeza, donde, aunque los vecinos le pedían consejo para actuar, sólo se detuvo
para cambiar de montura, llegando esa misma tarde a Jaén26. De allí se dirigió
a Sevilla con destino a Marraquech, donde falleció a finales del siguiente año.
Los días siguientes a la batalla los cristianos se apoderaron de Vilches, Baños
de la Encina, Tolosa y Ferral. Los de Baeza, al conocer el desastre, y temiendo
la llegada de los cristianos, evacuaron la ciudad, refugiándose en Úbeda.
Aquéllos que no pudieron huir, principalmente los viejos y enfermos, se
refugiaron en la mezquita aljama, donde perecieron abrasados cuando los
cristianos entraron en la ciudad, robando y destruyendo todo lo que pudieron.
Posteriormente asaltaron y saquearon la vecina Úbeda, siendo asesinados o
reducidos al cautiverio sus habitantes. No sabemos si por las desavenencias que
se produjeron entre las tropas por el reparto del inmenso botín, como 23 Sobre
la composición y número del ejército cristiano vid. F. García Fitz. Las Navas
de Tolosa, pp. 301 y ss. y 476 y ss. 24 Malagón, Calatrava, Alarcos,
Piedrabuena, Benavente y Calatrava. 25 R. Jiménez de Rada. Historia de los
Hechos de España. Ed. J. Fernández. Madrid, 1989. Libro VIII, cap. VII, p. 317.
Crónica Latina de los Reyes de Castilla, p. 31. L. de Tuy. Crónica de España.
Ed. J. Puyol. Madrid, 1926, pp. 412-416. Primera Crónica General, p. 698.
Ninguna de las crónicas del siglo XIII da el nombre del pastor. Será
posteriormente Argote de Molina quien nos diga que este pastor se llamaba
Martín Alhaja. G. Argote de Molina. Nobleza de Andalucía. Jaén, 1991, cap. XXXVII,
p. 75. 26 Primera Crónica General, p. 702. sugiere al-Himyarī27, o por una
epidemia que se declaró en el campamento de los cristianos, como indica la
Primera Crónica General28, éstos no retuvieron Baeza y Úbeda, regresando a
Castilla. Esta circunstancia permitió que los almohades recuperaran estas dos
ciudades para atacar a continuación el resto de las fortalezas que los
castellanos habían conquistado, aunque recuperaron tan sólo Baños. Al año
siguiente, Alfonso VIII continuó con sus campañas, conquistando Alcaraz después
de un largo asedio. Posteriormente, y aunque se acercaba el mal tiempo, el
monarca castellano puso cerco a Baeza. Sin embargo la resistencia de los
baezanos, y el duro invierno y el hambre que asolaba a los sitiadores, le
obligaron a desistir, y después de firmar unas treguas con los almohades, en el
mes de febrero de 1214 regresaba a Castilla29, donde moriría poco después,
dejando una complicada situación en el reino que impedía continuar con su
política ofensiva frente al Islam30. LA CRISIS DEL IMPERIO ALMOHADE Después de
una década en la que los problemas internos del reino de Castilla prácticamente
imposibilitaron cualquier intento de ataque al imperio almohade, las
circunstancias políticas cambiaron de tal manera que permitieron a los
cristianos iniciar una ofensiva de tal magnitud que permitió a los castellanos
iniciar un periodo de expansión sin parangón. Y la ocasión viene dada por la
conjunción de una serie de acontecimientos que posibilitaron a Fernando III la
recuperación de la política de expansión que sus antecesores habían
desarrollado. De hecho, la situación era perfecta hacia 1224, cuando, después
de la inestabilidad política que se había producido en Castilla tras la muerte
de Alfonso VIII en 1214, el reino iniciaba un periodo de paz, tras conseguir
Fernando 27 Al-Himyarī. Kitāb al-Rawd al-Mi’tār fī habar al-aktār, (trad. Mª P.
Maestro), Valencia, 1963. p. 34. 28 Primera Crónica General, p. 704. 29 Primera
Crónica General, p. 706. 30 Su sucesor, Enrique I, era un niño de diez años
cuando llegó al trono, situación que fue aprovechada por el linaje de los Lara
para controlar el poder, provocando su enfrentamiento con el resto de la
nobleza. El joven monarca falleció en 1217, por lo que el reino pasó a manos de
su hermana Berenguela, que renunció a favor de su hijo Fernando III. La
oposición de Alvar Núñez de Lara impulsó al rey Alfonso IX de León a iniciar la
invasión de Castilla, sin éxito, debido a la resistencia de las villas. Los
conflictos del nuevo rey con la nobleza continuaron hasta aproximadamente 1224,
precisamente el momento en que Fernando III empieza su intervención en
al-Andalus. Cfr. M. González Jiménez. Fernando III el Santo. El rey que marcó
el destino de España. (Sevilla, 2006). III acabar con los últimos focos de
disensión interna. Pero es probable que el empuje castellano no hubiera sido
tan fructífero si el imperio almohade no hubiera dado claras y evidentes
muestras de debilidad. Su excesiva extensión, su complejidad étnica y la
oposición de buena parte de la población al rigorismo religioso que
practicaban, eran factores suficientes para que se hubiera producido su
desintegración. Sin embargo el detonante final lo provocó la grave crisis
dinástica producida a la muerte del califa Abū Ya’qūb Yusuf alMustansir sin
descendencia, que desembocó en luchas y disensiones entre los miembros de la
dinastía aspirantes al trono. A consecuencia de ello, una parte imperial optó
por nombrar como nuevo califa al-Wahid al-Majlū, que no fue reconocido por su
sobrino ‘Abd Allāh, gobernador de Murcia, donde inició una sublevación e inició
su expansión por al-Andalus, con el beneplácito de sus hermanos, los
gobernadores de Córdoba, Granada y Málaga, consiguiendo ser proclamado califa
con el sobrenombre de al-‘Ādil. ‘ABD ALLĀH B. MUHAMMAD AL-BAYYĀSĪ, EMIR DE
BAEZA En medio de esta situación aparece la figura de ‘Abd Allāh b. Muhammad
al-Bayyāsī. Miembro de la familia real, conocido, al igual que sus hermanos
como “al- Bayyāsī”, o “el Baezano”, por su vinculación de su padre con esta
ciudad31, había sido gobernador de Sevilla desde 122232, mientras que en 1224
era gobernador de Jaén33. En un principio al-Bayyāsī apoyó la sublevación de
al-‘Ādil, quizás porque el califa al-Wahid al-Majlū lo había destituido de su
cargo en Jaén, colaborando activamente con él, al conseguir algunas adhesiones
como la del gobernador de Sevilla ‘Abd al-‘Azīz. A consecuencia de ello,
al-Bayyāsī fue nombrado gobernador de Córdoba. No duró mucho esta alianza, ya
que, pocos días después de su nombramiento, el Baezano dejó de reconocerle y,
como su hermano Abū Zayd que controlaba Valencia, se 31 Su padre era Abū ‘Abd
Allāh Muhammad b. Umar, nieto a su vez del primer califa almohade ‘Abd
al-Mu’min. Este Abū ‘Abd Allāh Muhammad fue gobernador de Málaga, Bugía, Magrib,
Mallorca y Valencia. Tuvo diez hijos, llamados los “Bayyāsíes” o Baezanos,
debido a que su padre debió vivir mucho tiempo en Baeza, quizás como
gobernador. De estos hijos tuvieron especial protagonismo en la desmembración
del imperio el mayor, ‘Abd Allāh, y Abū Zayd, que fue gobernador de Valencia.
A. Huici Miranda. Historia política del imperio almohade. op. cit. p. 617. J.
Aguirre Sadaba. “El distrito de Baeza en época musulmana” op. cit. p. 92. J.
Aguirre Sadaba y Mª C. Jiménez Mata. Introducción al Jaén islámico. pp.
226-227, n. 669. Es muy posible que los hijos de este personaje fueran
conocidos como los Baezanos porque debió de ocupar también el cargo de
gobernador de Baeza durante algún tiempo. J. Aguirre Sadaba. “El distrito de
Baeza en época musulmana” op. cit. p. 92. 32 A. Huici Miranda. Historia
política del imperio almohade. op. cit. pp. 451-452. J. González. Reinado y
Diplomas de Fernando III. vol. I. Córdoba, 1980, p. 289. 33 J. Aguirre Sadaba y
Mª C. Jiménez Mata. Introducción al Jaén islámico. p. 226. declaró
independiente con el sobrenombre de Al-Zāfir (el Victorioso), en un territorio
que comprendía Córdoba, Jaén, Baeza, Úbeda y otras fortalezas de la Frontera
Media34. No están muy claras las causas de la sublevación de al-Bayyāsī. Quizás
fuera porque empezara a desconfiar de las intenciones de al-‘Ādil hacia él, o
porque se sintiera postergado ante el nombramiento de Abū-l-‘Ulà al-Ma’mūn
–hermano de al-‘Ādil– para el puesto de gobernador de Sevilla, al que
posiblemente aspiraba en lugar del de Córdoba, o por otras razones que
desconocemos35, en cualquier caso la reacción de al-‘Ādil no se hizo esperar, y
después de quitarle todos sus dominios a excepción de Baeza, donde al-Bayyāsī
se refugió con la ayuda de sus habitantes, encargó a Abū-l-‘Ulà que atacara al
rebelde. El gobernador de Sevilla actuó rápidamente dirigiendo un ejército
contra Baeza, sitiándola durante algunos días. No duró mucho el asedio, ya que
por un lado el rebelde estaba dispuesto a pactar, ofreciéndole a Abū-l-‘Ulà,
como muestra de su buena voluntad y adhesión a al-‘Ādil, un hijo suyo como
rehén. Por otro lado, Abū-l-‘Ulà, posiblemente debido a las abundantes lluvias
que se estaban produciendo, temía una crecida del río Guadalquivir que podía
dificultar su retirada, o por el miedo a la intervención de tropas guarniciones
castellanas que podían aparecer en cualquier momento36 en virtud al pacto que
el Baezano había establecido con Fernando III, del cual hablaremos más
adelante, aceptó la propuesta de al-Bayyāsī, levantando el cerco y regresando a
Sevilla, lo que no debió ser del agrado de su hermano, ya que se le trató de
cobarde y se despreció su negligencia. El Baezano no debió cumplir sus
promesas, como demuestra el hecho de que inmediatamente al-‘Ādil volviera a intentar
reducirlo, encargando otra expedición al nuevo gobernador de Jaén, ‘Utmān b.
Abī Hafs, quien, tras cruzar el Guadalquivir, puso su campamento a cinco millas
al sur de la ciudad. Un nutrido ejército compuesto por un centenar de jinetes
musulmanes y algunos cristianos que estaban a sueldo de al-Bayyāsī37 hicieron
una salida contra los sitiadores, quienes al verlos se dieron a la fuga sin
entablar combate38. Después 34 J. Aguirre Sadaba y Mª C. Jiménez Mata.
Introducción al Jaén islámico. pp. 226-227. 35 J. González. Reinado y Diplomas
de Fernando III, p. 290. J. Aguirre Sadaba. “El distrito de Baeza en época
musulmana” op. cit. p. 93. 36 Al-Himyarī. Kitāb al-Rawd al-Mi’tār fī habar
al-aktār… op. cit. pp. 122-123. 37 Es posible que entre ellos estuviera Gonzalo
Núñez de Lara, quien después de la muerte de su hermano Álvar Núñez de Lara
quien se había exiliado a León y había participado en algunas de las intrigas
políticas protagonizadas por la nobleza contra Fernando III. En 1224 había
regresado a Castilla, aunque ese mismo año se puso al servicio de al-Bayyāsī,
posiblemente con la autorización del rey. M. González Jiménez. Fernando III el
Santo… op. cit. p. 69 38 Al-Himyarī Kitāb al-Rawd al-Mi’tār fī habar al-aktār…
op. cit. p. 123-124. A. Huici de ese nuevo fracaso al-‘Ādil no volvió a
intentar ninguna otra ofensiva contra el Baezano. Empezaba el año 1225 y el
nuevo califa almohade era incapaz de unificar un imperio que empezaba a
agonizar. LOS ACUERDOS DE AL-BAYYĀSĪ CON FERNANDO III Las noticias de la complicada
situación que se estaba viviendo en al-Andalus no tardaron mucho en llegar a
Castilla, y rápidamente entendieron que era la ocasión perfecta para intervenir
en los asuntos andalusíes y reanudar la política de expansión. Por ello, en los
primeros días del mes de junio de 1224 Fernando III convocó en Muñó una curia
extraordinaria, en la que, aprovechando que recientemente habían expirado las
treguas concertadas con los almohades, y viendo la favorable coyuntura
existente, el monarca castellano consiguió que los magnates del reinos
aceptaran iniciar inmediatamente la guerra contra los musulmanes. Por ello se
convocaron a todas las fuerzas del reino en Carrión donde al mes siguiente se
celebraría una nueva reunión en la que se ratificó el acuerdo y se determinó
que el ejército se concentrase en Toledo a principios de septiembre39. La
decisión de iniciar una campaña al final del verano –fecha en que habitualmente
éstas se terminaban– puede responder al deseo de Fernando III de aprovecharse
de la situación, aunque es muy posible que se debiera a la petición desesperada
de ayuda que al-Bayyāsī le había formulado después de su sublevación contra
al-‘Ādil40. Así pues a finales de septiembre de 1224 Fernando III se dirigió
desde Toledo hacia Andalucía con la clara intención de participar en el
conflicto almohade. Tan pronto atravesó el puerto del Muradal fue a recibirle
el rey de Baeza con el que mantuvo una entrevista en el castillo de Baños de la
Encina41, con quien hizo un pacto en el que el Baezano entregó en prenda de su
cumplimiento a su primogénito42. Miranda. Historia política del imperio
almohade. op. cit. pp. 454. 39 Crónica Latina de los Reyes de Castilla, pp.
62-63. 40 J. González. Reinado y Diplomas de Fernando III, p. 293. M. González
Jiménez. Fernando III el Santo… op. cit. p. 89 41 J. Aguirre Sadaba y Mª C.
Jiménez Mata. Introducción al Jaén islámico. p. 229. 42 Primera Crónica
General, 720a-b. Este hijo se llamaba Muhammad Abdelmón, quien continuó al
servicio de Fernando III después de la muerte de su padre, y fue bautizado como
Fernando, en honor a su padrino, que fue el propio rey castellano. Uno de los
premios por sus servicios fue la entrega, tras la conquista de Sevilla, de unas
casas allí y que fueron conocidas desde entonces como “Casas del rey de Baeza”,
lo que puede indicar que, aunque ya no ejerciera como tal, los cristianos
reconocían quien había sido. En el Repartimiento de Sevilla recibió la
propiedad de Machar Azohiri, en término de Alcalá de Guadaíra, a la que el rey
puso el nombre de “Baeza” en la que había 1930 aranzadas de olivar e higueral,
y diez yugadas de Después de la entrevista con el Baezano, y posiblemente
con acuerdo de éste43, Fernando III se dirigió contra Quesada, arrasándola y
reduciendo al cautiverio a todos sus pobladores, destruyendo igualmente las
defensas de algunos castillos cercanos que habían sido abandonados por sus
habitantes ante la llegada de los castellanos. A continuación se encaminaron
hacia Jaén, saqueando sus alrededores. No duraría mucho más esta campaña, y no
se prolongaría más allá de noviembre, ya que el invierno se aproximaba, por lo
que regresaron a Castilla. En Baeza debieron quedar algunas tropas cristianas
que ayudaron a al-Bayyāsī a defenderse de los ataques de al-‘Ādil. En el verano
de 1225 hubo una nueva campaña en territorio giennense, pactada previamente con
al-Bayyāsī, para la cual Fernando III había solicitado al papa Honorio III una
bula de cruzada. Previamente al inicio de la empresa el rey castellano se
entrevistó con el Baezano en Las Navas donde Fernando III recibió el vasallaje
efectivo del rey de Baeza. Este acuerdo suponía el reconocimiento del rey
castellano de la soberanía protegida del baezano, al que debía ayudar en las
campañas que desarrollara en al-Andalus, mientras que al-Bayyāsī se comprometía
a acompañar al monarca castellano en las operaciones militares que éste llevara
a cabo. A consecuencia de él, ambos monarcas desarrollaron una larga campaña
contra Jaén, Priego de Córdoba, Loja Alhama, la Vega de Granada y la comarca de
Huelma. Finalizada la campaña y cumpliendo lo pactado, el rey de Baeza entregó
a Fernando III los alcázares de Andújar y Martos y algunas tenencias menores44,
volviendo a Castilla con un importante botín. Por su parte al-Bayyāsī consiguió
hacerse con el control de Córdoba, que lo reconoció como rey, dirigiendo
posteriormente sus tropas hacia Sevilla con la ayuda de las tropas castellanas
dejadas por Fernando III en Andalucía a las órdenes de Alvar Pérez de Castro,
consiguiendo la ocupación tierra de labor (unas 300 ha), en Notias, en la
campiña de Utrera. Cfr. J. González. Repartimiento de Sevilla, II, (Madrid,
1951), p. 32. G. Argote de Molina. Nobleza de Andalucía. op. cit. p. 139-140.
43 Los autores árabes afirman que al-Bayyāsī entregó Quesada al Fernando III,
opinión que sigue Julio González (J. González. Reinado y Diplomas de Fernando
III op. cit., p. 293). Sin embargo J. Aguirre Sadaba y Mª C. Jiménez Mata
consideran que no debió participar activamente en esta campaña ya que suponen
que debería estar pendiente de las intenciones de al-‘Ādil respecto a Baeza.
(J. Aguirre Sadaba y Mª C. Jiménez Mata. Introducción al Jaén islámico. p.
230). Sin rechazar los argumentos de estos autores pienso que,
independientemente de su intervención personal en este ataque posiblemente
ayudara a los cristianos aportando tropas y pertrechos. 44 Fernando III encargó
de la tenencia de estas fortalezas a Alvar Pérez de Castro, junto al que
permaneció el maestre de Calatrava, Tello Alfonso de Meneses, así como otros
caballeros que se encargaron del control y defensa de los castillos y
poblaciones que se habían ocupado. de la mayor parte de las fortalezas del
Aljarafe y del territorio situado entre Sevilla y Córdoba45. Poco después, en
otoño de 1225 Fernando III volvió a tierras giennenses ante el cerco del
castillo de Garciez, que estaba en manos de Martín Gordillo. Sin embargo su
intervención no tuvo éxito y la plaza fue conquistada por las tropas de
al-‘Ādil. El monarca castellano aprovechó la ocasión para posteriormente
entrevistarse en Andújar con el rey de Baeza y exigirle, en cumplimiento del
pacto de Las Navas la entrega de algunas fortalezas entre las que destacaba
Salvatierra, Boriolamel46 y Capilla, quedando en manos del castellano la
alcazaba de la ciudad de Baeza en tanto no se hiciera efectiva esta donación.
El maestre de Calatrava, Gonzalo Ibáñez de Novoa, se encargó de la custodia del
alcázar baezano, ya que Capilla se negó a cumplir las órdenes de al-Bayyāsī. EL
OCASO AL-BAYYĀSĪ Y LA CONQUISTA CRISTIANA DE BAEZA. La resistencia de Capilla
era una muestra del inicio del declive del rey de Baeza y Córdoba, y después de
una época de victorias y conquistas empezaba a manifestar signos de debilidad.
De hecho, en febrero de 1226 al-Bayyāsī pudo experimentar una sonora derrota
frente a Abū-l-‘Ulà, contra el que se enfrentó con el deseo de conquistar la
ciudad de Sevilla. Mientras, Fernando III empezaba a organizar una nueva
campaña que se iniciaría con el cerco de Capilla. Al-Bayyāsī se encontraba en
Córdoba cuando en el mes de junio las tropas castellanas sitiaron la fortaleza
de Capilla. Desde allí el Baezano enviaba a los sitiadores gran cantidad de
víveres y pertrechos, lo que despertó la indignación de los cordobeses quienes,
envalentonados ante la reciente derrota que había sufrido en Sevilla, y quizás
temiendo que en cualquier momento podía entregar su ciudad a los cristianos, se
sublevaron contra él con la intención de 45 Vid. el desarrollo de esta campaña
en M. González Jiménez. Fernando III el Santo… op. cit. pp. 90-ss., J.
González. Reinado y Diplomas de Fernando III. op. cit., pp. 296-ss. J. Aguirre
Sadaba y Mª C. Jiménez Mata. Introducción al Jaén islámico. pp. 230-ss. 46 La
Crónica Latina dice que le prometió entregarle “Salua Terra et Boiriolamel et
Capellam” (p. 70). Numerosos autores han identificado Boriolamel con
Burgalimar, y por lo tanto con Baños de la Encina. Sin embargo Julio González
ha señalado que Boriolamel no es Baños de la Encina, puesto que en un documento
de Alfonso VIII de 1213 se sitúa en la Sierra, en el límite de la diócesis de
Toledo por la montaña desde Alcaraz “usque Muradal, et per Borialamel, per
confinia castri Dominarum et Salvaterre”, es decir entre el Muradal y los
castillos de Salvatierra y las Dueñas se encontraba Boriolamel en el camino que
va de Baños a Salvatierra, en la parte del río Pinto. Cfr. J. González. Reinado
y Diplomas de Fernando III. op. cit., n. 166, pp. 302-303. matarlo. Ante
ello, el reyezuelo almohade huyó a Almodóvar del Río perseguido por los
cordobeses. Sin embargo, cuando subía la cuesta de acceso a la fortaleza su
visir Ibn Yabūrak lo traicionó y lo mató. Posteriormente enviaron la cabeza al
califa almohade. Cuando éste la recibió, golpeó con la vara que llevaba a la
vez que profería palabras injuriosas en su deshonra y en la de toda su
parentela47. Tan pronto como la población de Baeza conocieron la trágica muerte
de su rey decidió expulsar del su alcázar la guarnición cristiana que, al mando
de Gonzalo Ibáñez Noboa, maestre de calatrava, permanecía en él desde el año
anterior. Por ello pidieron ayuda al señor de Jaén ‘Umar b. ‘Īsà b. Abī Hafs b.
Yahyà, que acudió con sus tropas en compañía de Muhammad b. Yūsuf alMasakdālī.
Los cristianos que se encontraban fuera del alcázar fueron vencidos fácilmente por
la superioridad numérica de los musulmanes, mientras que los que lo ocupaban
resistían todo intento de asalto. Sin embargo, no podían haber aguantado estos
ataques por mucho tiempo ya que disponían de pocos víveres y las tropas
cristianas que acudían en su ayuda aún estaban lejos y no podían acudir en su
ayuda48. Sin llegar a tomar el alcázar, el gobernador de Jaén decidió abandonar
la empresa y regresar. Posiblemente le habían llegado noticias de que se
acercaba Fernando III con un fuerte destacamento y no estaba preparado para
hacerle frente. Por ello instó a los baezanos a que evacuaran la ciudad antes
de enfrentarse a ellos, por lo que a éstos no les quedó otra opción que
marcharse, dispersándose por otras localidades andalusíes, con lo que a la llegada
de las tropas cristianas no quedaba población musulmana49. Las crónicas
musulmanas dan como fecha de la conquista de la ciudad el 1 de diciembre,
mientras que las cristianas el 30 de noviembre de 122650, siendo esta última la
que ha 47 Así se indica en la Crónica Latina de los Reyes de Castilla. Por su
parte, La Crónica General, de menos fiabilidad, indica que el rey de Sevilla
(Abu-l-Ula al-Mamum) mandó cortar la cabeza a los que llevaron la de
al-Bayyasi, por la traición que hicieron a su señor. 48 J. González. Reinado y
Diplomas de Fernando III. op. cit., p.305. 49 Al-Himyarī. Kitāb al-Rawd
al-Mi’tār fī habar al-aktār… op. cit. pp. 122 y 126. Ibn Jaldun. Kitab al-Ibar.
Ed. Slane. París, 1926. II, p. 230. Crónica de los Veinte Reyes, ed. J.M. Ruiz
Asencio, Burgos, 1991. Libro XIV, cap. XIII, p. 303. 50 La Primera Crónica
General, op. cit., t. II, cap. 1036, no hace referencia a ningún año exacto de
conquista, tan sólo a la estación del año: “Ya pasado el yuierno”. G. Argote de
Molina, ya muy tardíamente da, sin ninguna justificación el año 1227 como el de
la conquista, fecha que han seguido numerosos historiadores posteriores. Sin
embargo, los estudios realizados por Julio González , Ambrosio Huici de Miranda
y Manuel González Jiménez, (op. cit.) en que se analizan pormenorizadamente los
movimientos de las tropas cristianas y almohades, han podido comprobar que la
fecha de conquista de Baeza es 1226. prevalecido en la tradición. Este baile
de fechas puede deberse a un error de cómputo o al hecho de que pudiera haberse
terminado la salida de la población musulmana la noche del día 3051. Es muy
probable que la conquista de Baeza fuera tan sencilla como lo refieren las
crónicas. Sin embargo, la leyenda ha querido complicarla, y como en otros
casos, mezclarla con apariciones milagrosas. Así, tradicionalmente, y a grandes
rasgos, se cuenta que en medio del asedio, los castellanos decidieron abandonar
el alcázar, pero que, cuando partían, al volver la vista atrás, vieron una cruz
iluminada entre los torreones de su puerta principal. Eso les hizo retornar con
los caballos herrados al revés, para que se pensara que habían huido. Su
resistencia se vio pronto premiada. La llegada de D. Lope Díaz de Haro, señor
de Vizcaya y alférez real, con quinientos infanzones a la fortaleza, les
permitió realizar un ataque por sorpresa y sin piedad a los moros de la ciudad.
Aquellos que pudieron salvarse huyeron a lugares vecinos52. En cualquier caso,
la muerte de al-Bayyāsī fue transcendental en la política cristiana con respecto
a Baeza. Así, Fernando III quedaba libre de todos los compromisos contraídos
con el reyezuelo almohade, y por lo tanto con plena libertad para atacar sin
ningún tipo de contraprestación los territorios pertenecientes a su antiguo
aliado, por lo que tenía plena libertad para ocupar la ciudad de Baeza. Pocos
días después de la conquista de Baeza, Fernando III abandonaba la ciudad53,
confiando su tenencia a Lope Díaz de Haro, quien se encargaría de su gobierno y
organización los años posteriores a su conquista. Entre 1227 y 1229 se
completaba la conquista con la toma de Sabiote, Jódar y Garciez. Poco después
Fernando III procedió a la organización de Baeza, dotando a la ciudad de un
amplio alfoz, que, según queda expresado en el documento de concesión de términos
de 1231 fijaba sus límites en el puerto de Muradal, el río Rumblar hasta el
Guadalquivir y desde allí hasta Torres, que quedaba incluida, sierra de Bedmar
y Jódar hasta Jandulilla, volviendo al Guadalquivir, los límites con Úbeda,
Vilches, Santisteban, Torre de Albar y sierra de Muradal54. 51 J. González.
Reinado y Diplomas de Fernando III. op. cit., p.305. 52 Leyenda recogida por
Argote de Molina y a partir de él por todos los historiadores posteriores. G.
Argote de Molina. Nobleza de Andalucía. op. cit. pp. 140-142. No se sabe
exactamente cuándo surge la leyenda, pero está claro que en el siglo XV ya
circulaba, como lo atestiguan las quintillas elaboradas por Gratia Dei, y
recogidas igualmente por Argote de Molina, relacionando la tradición con la simbología
del escudo de la ciudad. 53 El 10 de diciembre se encontraba ya en Toledo, como
lo demuestran un privilegio conservado de esa fecha en que confirma unos fueros
presentados por el concejo de Escalona. J. González. Reinado y Diplomas de
Fernando III. op. cit., tomo II, doc. 220, p. 265. 54 “Dono, itaque, vobis et
concedo terminos per loca inferius nominata, videlicet, per por- Unos años
más tarde, en 1243, el mismo monarca lo amplió con la donación de los castillos
de Vilches, Baños y de la Torre de Estiviel, además de los castillos de Huelma
y Bélmez, cuando se conquistaran, y de Chincóyar y Ablir (Neblín), que habían
sido concedidos de modo vitalicio a Sancho Martínez de Jódar55. En 1254 Alfonso
X otorgaba al concejo de Baeza la aldea de Arquillos56 y Recena57. La última
donación fue la extraña que el infante don Sancho (futuro Sancho IV) realizó de
Jódar, en 128358. Paralelamente a la conformación del término de Baeza se
produjo el asentamiento de nuevos pobladores, así como la organización del territorio
y la restauración eclesiástica, algo imprescindible para su integración plena
en el dominio del reino de Castilla. tum de Muradal, sicut aque currunt versus
Baeciam et quomodo vadit per summitatem serre usque ad directum ubi caedit
Ferrumbral in Guadalquivir et de Ferrumbral per Guadalquevir ad sursum usque ad
Torres, sicut dividit terminum cum Jahen. Et do vobis Torres cum suo termino,
et deinde, quomodo vadit per summitatem serre de Bedmar et de Xodar, sicut aque
currunt usque Baeciam et de serra de Xodar quomodo descendit directe ad
Xandoliellam; et Xandoliellam cum suo termino sicut tenet usque Guadalquevir,
et deinde sicut Baecia dividit terminum cum Ubeta, et deinde quomodo Bilche
dividit terminum cum Sancto Stephano et cum Turre de Alber, et deinde quomodo
vadit directe usque ad summitatem serre de Muradal et per inde sicut tornat ad
ipsum portum de Muradal”. 1231, mayo 19. Burgos. Archivo Histórico Municipal de
Baeza, 1/1/1. Edit. J. Rodríguez Molina Colección Documental del Archivo
Municipal de Baeza, (Jaén, 2002). 55 1243, abril 6. Valladolid. AHMB, 1/1/2.
Edit. Colección Documental, doc. 3. 56 Antes perteneció a Úbeda, pero Alfonso X
se la cambió por las aldeas de Cabra y San Esteban. 57 1245, febrero 20.
Toledo. Doc. 5 M. González Jiménez (Ed.) Diplomatario Andaluz de Alfonso X
(Sevilla, 1991) (en adelante DAAX) 58 1283, agosto 26. Logroño. DAAX doc. 11.
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