CAMINANDOPORLAHISTORIA 2
El nacimiento del Reino Nazarí, los señores de la Alhambra de Granada.
La Alhambra de Granada es año tras año
uno de los lugares históricos más visitados de España. Los visitantes llegan a
la misma atraídos por los palacios y jardines que mejor recuerdan el esplendor
andalusí. De ahí que hoy nos surja la necesidad de acercarnos un poco más al
curioso nacimiento de la dinastía de los nazaríes, los señores que durante más
de dos siglos y medio construyeron sobre la pequeña colina de la sabika la
espectacular Alhambra de Granada.
Tras la derrota de la
Navas de Tolosa.
El Imperio Almohade que había ejercido el
control sobre al-Ándalus hasta el año 1212, se desmoronaba a pasos agigantados.
Los almohades habían fomentado dicho dominio gracias a su fuerza militar
llegada de África. Con ella, habían sometido a los pequeños reyezuelos
andalusís, y gracias las razias contra los cristianos del norte habían
conseguido contentar al pueblo, ya que tras conseguir amplios botines acometían
bajadas de impuestos. Pero la derrota en la Batalla de Las Navas de Tolosa
produjo un gran giro de los acontecimientos.
Mientras los cristianos celebraban la
navidad del año 1213, an-Násir el califa almohade que había sido derrotado en las
Navas de Tolosa, era asesinado por sus propios hombres en el alcázar de
Marrakech. El reinado de su hijo, al-Mustansir que llegó al poder con solo 15
años, hace precipitar las emancipaciones en el seno de al-Ándalus. Este último
califa corre la misma suerte que su padre, y como no hay dos sin tres, su
sucesor al-Majlú, completa la terna de califas asesinados en su propio palacio
por sus sirvientes al servicio de las diferentes opciones políticas almohades.
La llegada de al-Ádil, un murciano
convertido en califa almohade en 1224, con el apoyo de sus hermanos en Málaga,
Córdoba o Granada parece que lleva un cierto control a los territorios
andalusís, Un espejismo, ya que muere tres años después corriendo una suerte
parecida a la de sus predecesores. Su reinado fue la última oportunidad de los
almohades en la Península, ya que tras su muerte se inicia una cruenta guerra
civil entre andalusís y magrebíes por el control del califato.
Pero el error más grande de los almohades
fue pedir ayuda a Fernando III, ya que al rey castellano le pusieron un
caramelo en la boca, con la cesión de varios castillos a cambio de apoyo
militar en África. Ese fue el momento clave para el nacimiento del último gran
reino moro de la Península Ibérica, el reino nazarí de Granada, que como
veremos fue producto del saber estar en el sitio adecuado, en el momento
adecuado.
Los hudíes en Murcia.
A principios del siglo XIII la gran
dinastía de los hudíes, que había comandado los destinos de las grandes taifas
de Zaragoza o Lérida en el pasado, estaba prácticamente desaparecida. De ahí
que a la historiografía le sea complicado encontrar el origen de Ibn Hud, que
aseguraba ser descendiente de dicha dinastía y que por algún motivo ejercía de
gobernador en Murcia en el año 1228, momento en el que inicia su aventura.
Desde allí, ante el desmembramiento almohade, inicia una serie de conquistas
por al-Ándalus, pronto los gobernadores andalusís ven en él una tabla de
salvación. Se unen al nuevo proyecto político andalusí los gobernadores de
Almería y Málaga y pronto el murciano pone sus ojos en las dos joyas de
al-Ándalus, Córdoba y Sevilla.
Pero el valle del Guadalquivir pasaba en
aquellos momentos por ser las zonas más interesantes de la Península Ibérica,
sus fértiles tierras y la posibilidad de conectar Castilla con el mediterráneo
no pasó desapercibida para Fernando III. Tampoco podemos olvidar que León, y
sobre todo Portugal, eran rivales cristianos en la zona a conquistar. El
primero pronto iba a ser controlado, en definitiva, la herencia leonesa de
Alfonso IX recalaría tras su muerte en el año 1230 en Fernando III de Castilla,
por lo que solo habría que esperar la unión de las dos coronas. Portugal, a
priori era un rival más cualificado, las dotes de guerrero de Sancho II, su rey
desde 1223, hacía presagiar mayores conflictos, su gran inconveniente los
problemas con el Papado, que hicieron menguar sus posibilidades de conquista
centradas en exclusiva en la zona del Algarve.
Estaba claro, Fernando III tenía una
magnífica oportunidad de hacerse con los territorios occidentales de
al-Ándalus, pero para ello debía controlar a Ibn Hud. Que mejor forma para
llevarlo a cabo, que generar un conflicto interno entre los propios musulmanes
de la Península, exactamente fue lo que hizo. El rey castellano buscó un socio
en Al-Ándalus para conseguir sus propósitos, ese fue nuestro protagonista de
hoy y que acabará fundando el Reino de Nazarí de Granada.
Muhammad Ibn Nasr.
Su lugar de nacimiento, la localidad
jienense de Arjona, marcó su carácter guerrero. Cuando los almohades fueron
derrotados en la cercana a Batalla de las Navas de Tolosa, nuestro protagonista
cumplió los 18 años. Desde ese momento la línea fronteriza entre los reinos
cristianos y musulmanes se desdibujó por completo, convirtiéndose en un lugar
de oportunidades para un aventurero con ganas de batalla. Los años siguientes
fue labrando su fama como Sultán de Arjona, de ahí que Fernando III lo eligiera
como el contrapunto de poder de Ibn Hud.
Las tierras de lo que hoy sería la
provincia de Jaén se convirtieron en sede del conflicto entre Ibn Hud y
Muhammad Ibn Nasr. Ante el desorden organizado con continuas algaradas y
saqueos entre los propios musulmanes, Fernando III dirige sus tropas en el año
1233 a la rica localidad de Úbeda, que rápidamente conquista ante las
desavenencias musulmanas.
Los reproches fueron continuos y la
guerra civil andalusí estaba servida. Ambos contendientes ponen la vista en
Sevilla, el que obtuviera su control, tendría en sus manos al-Ándalus. Ente
1233-1234 la ciudad pasa de mano en mano entre ambos, los gobernadores juran
fidelidad a uno u otro, mientras Fernando III se frota las manos. El rey
castellano sigue instigando a Muhammad Ibn Nasr, a acabar con Ibn Hud, y más
desde que este obtiene desde Siria el título de emir de al-Ándalus. Gracias a
este apoyo el del Arjona conquista Guadix, Baza y pone rumbo a Granada.
El nacimiento del Reino
de Granada.
En el año 1238 muere en Almería Ibn Hud,
por lo cual Muhammad Ibn Nasr, el protegido de Fernando III se convierte en el
único rey moro de la Península. Sus dominios abarcaban las actuales provincias
de Málaga, Granada y Almería, es decir los territorios al sur del Guadalquivir.
El resto, el objeto del deseo de Fernando III, pronto quedará en manos
cristianas, a Córdoba, ya conquistada dos años antes, se sumarán Jaén tras un
duro asedio en 1246, y Sevilla en 1248 cuando nació la flota castellana que
descendió desde el Cantábrico para llegar a Sevilla por el Guadalquivir.
El centro de ese reino que quedó en manos
del vasallo musulmán de Fernando III, era una pequeña localidad de 4.000
viviendas musulmanas en torno a las empinadas callejuelas del Albaicín. Sus
habitantes recibieron a Muhammad Ibn Nasr como el vencedor del islam, pronto
comenzaron a denominarlo Ibn al-Ahmar, gracias a sus enormes barbas rojas.
Entre los castellanos se conoció como Alhamar.
En un principio Alhamar fijó su
residencia en los mismos palacios que la antigua dinastía de los ziríes poseían
en el nombrado barrio del Albaicín. Pero pronto las características de la
colina de la Sabika llamaron la atención del primer rey de Granada. En la misma
ya existían antiguos asentamientos defensivos tanto romanos, como visigodos y
musulmanes. Pero lo mejor estaba por llegar, la dinastía que acababa de nacer
hizo de aquella montaña roja la más espectacular ciudad palatina andalusí. O al
menos así nos lo parece hoy día, tras las destrucciones sufridas en Córdoba
tras la caída de su potente califato.
Más inflo:
Historia de España de la Edad Media, Cood. Vicente
Ángel Álvarez Palenzuela, Ed. Ariel, 2011.
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