CASTILLO DE “BAÑOS DE LA
ENCINA”
La
impresionante silueta del castillo de Bury al-Hammam o Burgalimar, cuyo
significado es el de Castillo de los Baños, domina el paisaje rural de la villa
de Baños de la Encina, ubicada en Sierra Morena, cerca del río Guarromán, y
evidencia, ya desde la lejanía, la belleza de su intrincado urbanismo y la
riqueza de su patrimonio cultural.
Mandada
levantar por el califa cordobés Al-Hakam II, hijo y sucesor de Abderramán III,
y finalizada en el año 968 d.C., la fortaleza califal de Baños de la Encina es
una de las fortalezas musulmanas mejor conservadas de Europa, pues mantiene
prácticamente el recinto original al haber sufrido pocas transformaciones en
época cristiana.
El
castillo se encuentra sobre el Cerro del Cueto visible desde decenas de kilómetros,
en el antiguo camino del Puerto del Muradal, que se usaba antes de que
Despeñaperros se convirtiera en el paso desde La Mancha a Andalucía a finales
del siglo XVIII.
Datos históricos
Baños de
la Encina tuvo asentamientos humanos desde la Edad del Cobre, como se desprende
de los yacimientos arqueológicos que hay en el interior del recinto amurallado.
En el
castillo se ha encontrado un epitafio sepulcral que se encuentra en el Museo
Arqueológico Nacional y una lápida fundacional, en la que puede leerse:
“Mandó edificar esta fortaleza el
siervo De Dios Alhacam Almostánsir bilá Emir Almuminín, cuya vida Dios guarde.
Medió su cliente y gobernador militar suyo Maysur Benalhacam.
Acabóse, mediante el poder de Dios y de su ayuda.
Y esto fué en el mes de Ramadán del año trescientos cincuenta y
siete.”
La fecha
que aparece en la inscripción se corresponde con el año 357 después de la
Hégira del calendario musulmán, por lo tanto se trata del año 968 del
calendario cristiano.
Los
almohades reforzaron las defensas levantando un doble cerco de murallas para
resistir el acoso cristiano que este castillo árabe, como otros del valle del
Guadalquivir, sufrió en los siglos XI y XII.
El
castillo fue conquistado por Alfonso VII en 1147, aunque, tras su muerte,
volvió a manos de los musulmanes. De nuevo, en 1189, sería tomada la fortaleza
de Baños de la Encina, aunque también de forma efímera, por las tropas de
Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León.
En el
año 1212, después de la batalla de las Navas de Tolosa, es conquistado de nuevo
por los reyes Alfonso VIII, Pedro I de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra,
sin embargo la conquista definitiva fue realizada por Fernando III en 1225,
incorporándola a la ciudad de Baeza.
En la
segunda mitad del siglo XV, la villa y su castillo tuvieron gran importancia
durante los enfrentamientos entre los partidarios de Enrique IV y los del
Marqués de Villena y don Pedro Girón, primer señor de Utrera y Osuna, que
pretendió casarse con la que sería más tarde reina de Castilla, doña Isabel la
Católica.
Durante
el reinado de Enrique IV, el castillo se convierte en escenario de continuos
enfrentamientos entre los partidarios del rey comandados por don Miguel Lucas
de Iranzo, y los maestres de Calatrava y Santiago, partidarios del príncipe
Alfonso.
En 1458,
por decisión regia, junto con Linares, Baños de la Encina pasó a ser señorío
del Condestable Iranzo, aunque por poco tiempo.
Durante
la guerra de la independencia el castillo sufrió las consecuencias de su
ocupación y desde entonces hasta 1828, el patio del castillo serviría de
cementerio parroquial.
Fue
declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico en 1931 y está incluido en el
Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Desde 1969 tiene el
privilegio de ondear en su torre del homenaje la bandera azul coronada de
estrellas del Consejo de Europa, privilegio otorgado con motivo de la
celebración del milenio de la construcción del castillo, y del que sólo dos
castillos europeos tienen este privilegio, el de Baños de la Encina y el de
Florencia en Nápoles.
Descripción
El
castillo ocupa la cumbre de un monte con una forma elíptica y está construido
en tabiyya o tapial rojizo, material típicamente árabe realizado a base de una
mezcla de arcilla, arena, cal y piedras muy menudas, un procedimiento de
construcción mucho más rápido y barato que las cuidadas obras de mampostería o
sillares, lo que evidencia su originaria función eminentemente militar,
destinado al acuartelamiento de las tropas beréberes alistadas para las
campañas anuales contra los cristianos, cuyo lugar de concentración final, ya
en la frontera, era la fortaleza de Gormaz (Soria).
Dispone
de catorce torreones rectangulares y uno pentagonal, que adopta esta forma por
la necesidad de adecuarse al quiebro que realiza la muralla en esta zona. Las
torres apenas sobresalen de la silueta de la muralla.
Sobre
una de las torres originales se introdujo la principal modificación cristiana,
la Torre de Homenaje, también conocida como Almena Gorda, de la que carecen los
castillos musulmanes fue construida en el siglo XV. La torre, de estilo gótico,
está construida en mampostería irregular y tiene forma semicilíndrica al
exterior, está estructurada en dos cuerpos cubiertos por bóveda de cañón
apuntada y esquinas exteriores redondeadas para eludir los efectos de la
artillería. La torre no mira hacia la campiña sino hacia el interior de la
población para su control e intimidación, lo que indica su transformación con
el discurrir de los años en un edificio señorial.
Las
torres, muy salientes, son de planta rectangular casi cuadrada, cubiertas con
bóveda de cañón y tres pisos: el primero a la altura del patio de armas y el
más elevado a la del adarve, con otro intermedio. Las torres están huecas
aunque se piensa que originalmente eran macizas, siendo en época cristiana
cuando se les abrieron huecos. Cada planta tiene su puerta independiente,
mientras que desde la planta superior se podía subir a la terraza mediante una
escalera interior. El suelo de cada piso debía ser de madera apoyada en vigas,
como se deduce de las hendiduras visibles ahí donde descansaban. En cada planta
se abren saeteras, faltando a veces en la planta baja.
Al gran
patio de armas se accede por una puerta que mira al este y que se abre entre
dos grandes torres que la defienden. Está cubierta por un gran arco de
herradura y protegida por un gran matacán que la reforma realizada durante la
restauración ha ocultado.
En su
patio interior se contempla un aljibe dividido en dos naves separadas por
pilares y cubierto por una bóveda de medio cañón. Igualmente, se observa la
otra modificación de la época cristiana: la construcción de un alcazarejo
mediante la creación de una muralla interior compuesta por un poderoso torreón
circular, del que hoy sólo se conserva la base, y dos lienzos que unían ésta
con los muros laterales, de los que hoy sólo queda parte de uno de ellos.
El
conjunto estaba enlucido con mortero de arena y cal sobre el que se grabaron
pinturas que recubrían los muros, imitando fuertes sillares de piedra, con el fin
de ocultar su pobre material e impresionar al enemigo. Todo el recinto iba
coronado de almenas, de las que quedaron algunas en las torres y también en los
lienzos, de tipo prismáticas, sin remates piramidales y sin saeteras debajo de
los merlones.
El castillo
de Baños de la Encina dispone de dos accesos, uno en cada frente. En el
noroccidental se abre un postigo de poca altura, sólo para el paso de personas,
del que había que descolgar alguna escalera de mano para salir y entrar. La
puerta principal está en el frente opuesto, hacia el sureste, es recta,
flanqueada por las dos torres más apretadas del castillo, con las que forma
unidad. Se abría hacia el exterior con un gran arco de medio punto, actualmente
de herradura, a modo de hornacina, de dovelas con despiece radial.
Curiosidades
Existe
la tradición de que estando la Reina en el castillo de Baños de la Encina, allá
por el año 1189, dio a luz allí a su primogénito Fernando, conocido después por
Fernando III el Santo.
El
castillo de Baños de la Encina es también conocido con el nombre de "la
fortaleza de los siete reyes", pues por ella pasaron en diferentes épocas,
Alfonso VII, Alfonso VIII, Alfonso IX, Pedro II, Sancho VII, Fernando III y
Fernando el Católico.
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