CÓRDOBA DEL AÑO 1000, LA CIUDAD MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO
·
por Jose Mari
· 10 julio, 2018
El pasado 1 de julio de
2018, Medina Azahara fue proclamada Patrimonio de la Humanidad, la noticia,
aunque esperada causó una gran alegría en especial entre los cordobeses y por
extensión a todos los que amamos la historia. Aunque debemos señalar que dicho
palacio, que fue mandado a construir por Abderramán III, solo fue la
punta del iceberg de la ciudad más importante del mundo en el año 1000, a lo
sumo solo Constantinopla pudo estar a su altura.
Desafortunadamente hoy día
son escasos los vestigios que han quedado en la ciudad de Córdoba de dicha
época, aunque los que podemos visitar son impresionantes, a parte de la
nombrada Medina Azahara, y su célebre mezquita, algunos baños árabes como por
ejemplo los del califa Al-Hakam II, o el pequeño alminar de San Juan. A la
espera de que la arqueología nos muestre algunos más, vamos a intentar hacer el
ejercicio de cerrar los ojos; para a través de las crónicas de la época viajar
a la ciudad más bella y especialmente cultural de todas las que el mundo
musulmán llevó a cabo en Europa.
El Califato de Córdoba
(929-1031)
Cinco siglos pasaron
los andalusíes en la capital cordobesa, pero será a partir del mandato de
Abderramán III, cuando la ciudad andaluza se convierta en la capital del mundo
árabe de Occidente.
Abderramán III se convirtió en emir de Córdoba en el año 912, en su mente restituir el antiguo poder que los omeyas cordobeses habían atesorado a su llegada a la Península Ibérica en el siglo VIII, y perdido a finales del siglo IX a manos de múltiples usurpadores del poder central. Nada más llegar al poder sometió a las ciudades de Algeciras, Sevilla y especialmente Bobastro, que se halla en la actual provincia de Málaga y que se convirtió en la capital de Ben Hafsún, el mayor rival el emir cordobés.
La corte de Abderramán III
Aunque el golpe de
efecto de nuestro protagonista llegó en el año 929. Precisamente tras acabar
con Ben Hafsún, Abderramán III se proclama Califa de Córdoba, y príncipe de los
creyentes. Es decir, el Califato de cordobés pasó a ser independiente del
mundo árabe en el aspecto religioso, poniéndose a la altura de los abasís de
Bagdad, o del poder emergente de los fatimíes del norte de África. Tras ello
inicia la construcción de Medina Azahara desde donde ejercerá el poder absoluto
del recién nacido Califato de Córdoba, rodeándose de una aristocracia palatina
que llevará el esplendor a la corte califal, hasta su muerte en el año 969.
Medina Azahara
De sus descendientes
destacan su hijo Al-Hakam II y su nieto Hishan II. Aunque durante el reinado de
este último, un niño de 11 años, unos cuantos generales con Almanzor a la
cabeza dirigirán los designios del califato, para agrandar sus dominios hasta
el rio Duero y más al norte del río Ebro. Pero tras la muerte de Almanzor, el
califato que quedó en manos de los hijos de este último, se irá desintegrando
hasta que el año 1031, donde ya solo aparece difuminado en múltiples reinos de
taifas
Un paseo por la Córdoba
del año 1000.
Una ciudad comercial.
Hasta 250.000
habitantes pudo tener la ciudad de Córdoba alrededor del año 1.000, los cuales
le situaban, junto a Constantinopla, en una de las ciudades más pobladas del
mundo conocido en la Edad media. Dichos habitantes se distribuían en 21 barrios
cada uno de ellos con vida propia, todos contaban con diferentes mezquitas,
mercados y baños públicos, que le conferirán la fisonomía de pequeñas ciudades
autosuficientes.
La ciudad al amparo de
los califas se convirtió en el centro de un gran mercado internacional. Los
productos llegaban por vía marítima al puerto de la cercana Almería, que
sustituyó al de Pechina como más importante del sur peninsular, y
desde allí a través de las antiguas calzadas romanas al centro de la capital
cordobesa. De tal manera que sus calles servían para el intercambio de
productos entre cristianos y musulmanes, los zocos de la ciudad eran un
hervidero comerciantes y clientes. Si los cristianos comerciaban con pieles,
metales y armas, los musulmanes contaban con el oro de Sudán y los esclavos del
sur del Sahara, sin olvidar las sempiternas especias orientales, u los
tradicionales productos de lujo.
Zoco de la ciudad de Tetuán.
Pero como en cualquier
época del antiguo régimen, la agricultura seguía siendo la actividad principal
de la sociedad, y evidentemente los productos más demandados en los mercados
cordobeses. En al-Andalus se plantaban gran cantidad de productos agrícolas, ya
que el clima del sur peninsular animaba a la plantación de productos de otros
lares, como las palmeras, los cítricos, o el azafrán. Junto a ellos la
tradicional triada mediterránea: Trigo, vid y olivo, y otros productos como las
moreras para potenciar el nacimiento de una floreciente industria textil en la
ciudad de Córdoba.
La sociedad de la
ciudad de Córdoba.
Pese a que ya habían
pasado dos siglos desde la salida de los visigodos de la ciudad de Córdoba, a
la llegada de Abderramán III, el sustrato seguía siendo romano y visigodo, al
cual se le habían ido sumando sucesivas oleados de musulmanes algunos de ellos con
diferentes costumbres. Bien pudieron tener más problemas entre estos últimos,
que entre árabes y cristianos propiamente. Sin duda detrás de ellos la búsqueda
del poder económico y político, evidentemente en manos árabes y no cristianas.
Pero sin duda uno de
los aspectos más llamativos fue la rápida conversión de los visigodos al islam,
conocidos como muladíes se
materializarán pronto como el principal grupo social de Córdoba. Su proceso de
arabización llevó a la práctica desaparición de los nombres cristianos, en
verdad el aspecto económico fue transcendental, debido al diferente trato
fiscal entre árabes y cristianos. Entre estos últimos hubo quién decidió no
renegar a su fe cristiana y junto a los judíos se convirtieron en minorías
religiosas, que se mantuvieron en el tiempo debido a la actitud tolerante de
los dirigentes musulmanes.
De este modo Córdoba se
convirtió en un verdadero crisol de culturas, pasar de un barrio a otro
significaba encontrarte con realidades opuestas. Cada uno de ellos bajo la supervisión
de sus propios representantes, por ejemplo un judío podía ser juzgado por
delitos menores por un propio judío. Por lo demás era habitual ver por sus
calles desde esclavos negros a germanos descendientes de godos, en definitiva
una sociedad multicultural, no muy diferente a la que podemos encontrar en
pleno siglo XXI, salvando las distancias.
Córdoba como foco
cultural más importante de Europa.
Verdaderamente el aspecto más importante de la Córdoba del año 1000. Entre otros motivos porqué tuvo una de las bibliotecas más importantes de la Edad Media. Esto sucedió en tiempos de Califa Al-Hakam II (961-976), aunque se piensa que las cifras que se barajan de 400.000 ejemplares puedan ser exageradas, sin duda fue de las más grandes de la época. Junto a la misma pudo haber un taller de escribas y copistas al servicio de Califa más próximo a la cultura de todos los que pasaron por Medina Azahara. Destacar el enorme papel que los califas cordobeses concedieron a las mujeres árabes, colocándolas en puestos destacados, como por ejemplo la directora de la biblioteca, de nombre Fátima, e incluso la secretaria personal de Al-Hakam II, Lubna. Sin olvidar que la mayoría de estas copistas eran féminas, estas trascribieron y copiaron los textos de manuscritos árabes rescatados por los emisarios de Al-Hakam II enviados a Oriente.
Dinar de oro de los tiempos de Al-Hakam II,
demostración de las riquezas del Califato de Córdoba
Pero en la Córdoba del
siglo X además de las trascripciones, encontramos una rica creación literaria.
Destacar la gran proliferación de poetas entre las clases dirigentes del
califato cordobés, como al-Mushafi el gran visir de Al-Hakam II. Así como la rica
tradición de poetas de transmisión oral que trataban los temas más cercanos al
pueblo. Tampoco debemos olvidar a los ricos historiadores árabes surgidos
durante el Califato, como Ahmad al-Razi, que nos presentó la obra la
Historia de los Reyes del Al-Andalus.
Más de 30 escuelas
públicas sirvieron para la transmisión del saber en la ciudad de Córdoba. La
enseñanza entre los más pequeños se convirtió en obligatoria y entre las
asignaturas destacan por encima de todo las ciencias que convirtieron a los
árabes cordobeses en grandes expertos en astronomía, matemática, farmacología o
medicina.
Entre las grandes obras
de la época podemos destacar la ampliación que todavía subsiste hoy día de la
mezquita de Córdoba dotándola de la exquisita decoración a base de mármoles y
vidrios, sin olvidar el precioso minarete que hoy día podemos contemplar. La
renombrada Medina Azahara, la ciudad palatina de Abderramán III o la
tristemente desaparecida y arrasada Medina Zahira, comenzada por Al-Hakam II y
concluida en tiempos de Almanzor
Todo este enorme
patrimonio histórico quedó destruido por la guerra civil del mundo islámico
hispano, sumido en enormes luchas el poder amparado en las riquezas que llegó a
atesorar. Afortunadamente no ocurrió igual con su legado cultural ya que los
califas cordobeses habían sentado los mimbres para el nacimiento de
algunos de los más destacas personajes de la Edad Media. Entre ellos por
nombrar algunos, el filósofo Averroes, o el médico Maimónides, que recogerán en
los siglos venideros el fruto de la ciudad más importante del mundo en el año
1000.
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