EL NACIMIENTO DEL REINO NAZARÍ, LOS SEÑORES DE LA ALHAMBRA DE GRANADA
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por Jose Mari
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21 junio, 2019
La Alhambra de Granada es año tras año uno de los lugares históricos más visitados de España. Los visitantes llegan a la misma atraídos por los palacios y jardines que mejor recuerdan el esplendor andalusí. De ahí que hoy nos surja la necesidad de acercarnos un poco más al curioso nacimiento de la dinastía de los nazaríes, los señores que durante más de dos siglos y medio construyeron sobre la pequeña colina de la sabika la espectacular Alhambra de Granada.
Una maravilla, la Alhambra de Granada.
Tras la derrota de la Navas de Tolosa.
El Imperio Almohade que
había ejercido el control sobre al-Ándalus hasta el año 1212, se desmoronaba a
pasos agigantados. Los almohades habían fomentado dicho dominio gracias a su
fuerza militar llegada de África. Con ella, habían sometido a los pequeños reyezuelos
andalusís, y gracias las razias contra los cristianos del norte habían
conseguido contentar al pueblo, ya que tras conseguir amplios botines acometían
bajadas de impuestos. Pero la derrota en la Batalla de Las Navas de Tolosa
produjo un gran giro de los acontecimientos.
Mientras los cristianos celebraban la navidad del año 1213, an-Násir el califa almohade que había sido derrotado en las Navas de Tolosa, era asesinado por sus propios hombres en el alcázar de Marrakech. El reinado de su hijo, al-Mustansir que llegó al poder con solo 15 años, hace precipitar las emancipaciones en el seno de al-Ándalus. Este último califa corre la misma suerte que su padre, y como no hay dos sin tres, su sucesor al-Majlú, completa la terna de califas asesinados en su propio palacio por sus sirvientes al servicio de las diferentes opciones políticas almohades.
La llegada de al-Ádil,
un murciano convertido en califa almohade en 1224, con el apoyo de sus hermanos
en Málaga, Córdoba o Granada parece que lleva un cierto control a los
territorios andalusís, Un espejismo, ya que muere tres años después corriendo
una suerte parecida a la de sus predecesores. Su reinado fue la última oportunidad
de los almohades en la Península, ya que tras su muerte se inicia una cruenta
guerra civil entre andalusís y magrebíes por el control del califato.
Pero el error más
grande de los almohades fue pedir ayuda a Fernando III, ya que al rey
castellano le pusieron un caramelo en la boca, con la cesión de varios
castillos a cambio de apoyo militar en África. Ese fue el momento clave para el
nacimiento del último gran reino moro de la Península Ibérica, el reino nazarí
de Granada, que como veremos fue producto del saber estar en el sitio adecuado,
en el momento adecuado.
al-Ándalus en el año 1230, tras la unión de Castilla y
León.
Los hudíes en Murcia.
A principios del siglo XIII la gran dinastía de los hudíes, que había comandado los destinos de las grandes taifas de Zaragoza o Lérida en el pasado, estaba prácticamente desaparecida. De ahí que a la historiografía le sea complicado encontrar el origen de Ibn Hud, que aseguraba ser descendiente de dicha dinastía y que por algún motivo ejercía de gobernador en Murcia en el año 1228, momento en el que inicia su aventura. Desde allí, ante el desmembramiento almohade, inicia una serie de conquistas por al-Ándalus, pronto los gobernadores andalusís ven en él una tabla de salvación. Se unen al nuevo proyecto político andalusí los gobernadores de Almería y Málaga y pronto el murciano pone sus ojos en las dos joyas de al-Ándalus, Córdoba y Sevilla.
Hipotética reconstrucción del Castillo de Ricote,
morada de Ibn Hud.
Pero el valle del
Guadalquivir pasaba en aquellos momentos por ser las zonas más interesantes de
la Península Ibérica, sus fértiles tierras y la posibilidad de conectar
Castilla con el mediterráneo no pasó desapercibida para Fernando III. Tampoco
podemos olvidar que León, y sobre todo Portugal, eran rivales cristianos en la
zona a conquistar. El primero pronto iba a ser controlado, en definitiva, la
herencia leonesa de Alfonso IX recalaría tras su muerte en el año 1230 en
Fernando III de Castilla, por lo que solo habría que esperar la unión de las
dos coronas. Portugal, a priori era un rival más cualificado, las dotes de
guerrero de Sancho II, su rey desde 1223, hacía presagiar mayores conflictos,
su gran inconveniente los problemas con el Papado, que hicieron menguar sus
posibilidades de conquista centradas en exclusiva en la zona del Algarve.
Estaba claro, Fernando
III tenía una magnífica oportunidad de hacerse con los territorios occidentales
de al-Ándalus, pero para ello debía controlar a Ibn Hud. Que mejor forma para
llevarlo a cabo, que generar un conflicto interno entre los propios musulmanes
de la Península, exactamente fue lo que hizo. El rey castellano buscó un socio
en Al-Ándalus para conseguir sus propósitos, ese fue nuestro protagonista de
hoy y que acabará fundando el Reino de Nazarí de Granada.
Muhammad Ibn Nasr.
Su lugar de nacimiento, la localidad jienense de Arjona, marcó su carácter guerrero. Cuando los almohades fueron derrotados en la cercana a Batalla de las Navas de Tolosa, nuestro protagonista cumplió los 18 años. Desde ese momento la línea fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes se desdibujó por completo, convirtiéndose en un lugar de oportunidades para un aventurero con ganas de batalla. Los años siguientes fue labrando su fama como Sultán de Arjona, de ahí que Fernando III lo eligiera como el contrapunto de poder de Ibn Hud.
Estatua de Ibn Nasr en su ciudad natal de Arjona.
Las tierras de lo que
hoy sería la provincia de Jaén se convirtieron en sede del conflicto entre Ibn
Hud y Muhammad Ibn Nasr. Ante el desorden organizado con continuas algaradas y
saqueos entre los propios musulmanes, Fernando III dirige sus tropas en el año
1233 a la rica localidad de Úbeda, que rápidamente conquista ante las
desavenencias musulmanas.
Los reproches
fueron continuos y la guerra civil andalusí estaba servida. Ambos contendientes
ponen la vista en Sevilla, el que obtuviera su control, tendría en sus manos
al-Ándalus. Ente 1233-1234 la ciudad pasa de mano en mano entre ambos, los gobernadores
juran fidelidad a uno u otro, mientras Fernando III se frota las manos. El rey
castellano sigue instigando a Muhammad Ibn Nasr, a acabar con Ibn Hud, y más
desde que este obtiene desde Siria el título de emir de al-Ándalus. Gracias a
este apoyo el del Arjona conquista Guadix, Baza y pone rumbo a Granada.
El nacimiento del Reino
de Granada.
En el año 1238 muere en
Almería Ibn Hud, por lo cual Muhammad Ibn Nasr, el protegido de Fernando III se
convierte en el único rey moro de la Península. Sus dominios abarcaban las
actuales provincias de Málaga, Granada y Almería, es decir los territorios al
sur del Guadalquivir. El resto, el objeto del deseo de Fernando III, pronto
quedará en manos cristianas, a Córdoba, ya conquistada dos años antes, se
sumarán Jaén tras un duro asedio en 1246, y Sevilla en 1248 cuando nació la
flota castellana que descendió desde el Cantábrico para llegar a Sevilla por el
Guadalquivir.
El centro de ese reino
que quedó en manos del vasallo musulmán de Fernando III, era una pequeña
localidad de 4.000 viviendas musulmanas en torno a las empinadas callejuelas
del Albaicín. Sus habitantes recibieron a Muhammad Ibn Nasr como el vencedor
del islam, pronto comenzaron a denominarlo Ibn al-Ahmar, gracias a sus enormes
barbas rojas. Entre los castellanos se conoció como Alhamar.
El reino de Granada en al año 1264
En un principio Alhamar
fijó su residencia en los mismos palacios que la antigua dinastía de los ziríes
poseían en el nombrado barrio del Albaicín. Pero pronto las características de
la colina de la Sabika llamaron la atención del primer rey de Granada. En la misma
ya existían antiguos asentamientos defensivos tanto romanos, como visigodos y
musulmanes. Pero lo mejor estaba por llegar, la dinastía que acababa de nacer
hizo de aquella montaña roja la más espectacular ciudad palatina andalusí. O al
menos así nos lo parece hoy día, tras las destrucciones sufridas en Córdoba
tras la caída de su potente califato.
Mas info:
Historia de España de
la Edad Media, Cood. Vicente Ángel Álvarez Palenzuela, Ed. Ariel, 2011.
¡Santiago y cierra, España!, José Javier Esparza, Ed. Esfera de los libros, 2013.
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