APROVECHAMIENTOS
HIDRÁULICOS: DE ROMA A AL-ANDALUS
PUBLICADO POR FUNDACIÓN DE CULTURA ISLÁMICA
08
Ago
Autor del artículo: Rafael Frochoso
La ciudad de Córdoba
desde el periodo romano, tuvo una importante red de abastecimiento de agua
potable, la cual era suministrada a través de los acueductos que la
conducían desde las estribaciones de la sierra hasta intramuros de la ciudad,
abasteciendo las fuentes públicas, las termas y la amplia red de saneamiento.
El más antiguo de estos acueductos era el denominado Aqua Augusta Vetus. Fue
construido entre los años 19 y 14 a C., iniciado por Agripa e inaugurado por
Augusto, siendo subterráneo en la mayor parte de su recorrido. Entraba a la
ciudad por la puerta Praetoria (puerta del Osario). Este acueducto
posteriormente fue denominado Acueducto
de Valdepuentes.
Con la expansión urbana
de la ciudad en la época flavia se amplió la red de suministro con nuevas
captaciones de agua, así como su distribución, a través de el Aqua Nova Domitiana Augusta por
el N.E. y de un segundo acueducto
en la zona Occidental.
Estos acueductos
estuvieron largo tiempo en uso. El Aqua Augusta pudo quedar inutilizado en
parte por un terremoto de mediados del siglo III; no obstante, las captaciones
de agua romanas al pie de la sierra y los antiguos y nuevos ramales de los
acueductos siguieron suministrando agua a la ciudad y a las explotaciones
agrícolas establecidas entre la urbe y la sierra.
Desde la llegada de los
musulmanes a Córdoba tenemos noticias de la utilización de estas conducciones,
que se mantuvieron y ampliaron adaptándose a los criterios de los nuevos
gobernadores. La primera noticia de su uso la encontramos a finales del año 711
durante la conquista de Córdoba ( NAFH I pp. 261– 263), en el asedio a la
iglesia de la parte Occidental dedicada a S. Acisclo, a la cual llegaba el agua
por debajo de la tierra desde una fuente que había en la falda del monte. En
dicha iglesia se habían refugiado unos 400 cristianos con su gobernador. Durante
el asedio hicieron prisionero a un esclavo negro llamado Rabbah, al que lavaron
para ver si estaba teñido o cubierto de una sustancia negra. Éste sin embargo
pudo escapar e informar a Mugit sobre la situación de una cañería por donde
recibían el agua los cristianos, la cual fue cortada, acelerándose de esta
forma la rendición de los mismos.
Pozos en las casas
Durante el periodo
musulmán los habitantes de Córdoba se proveían de agua de los pozos excavados
en los patios de sus casas y de algunas fuentes públicas en uso desde el
periodo romano, como es la fuente de Qubbas en el arrabal Occidental. Otras
fuentes estuvieron promovidas por los propios califas, como el caso citado por
Ibn Idari, el cual nos dice que en Octubre del 964 fueron robados los fondos destinados
a la construcción de una fuente pública que se custodiaban en la sala del
tesoro de la mezquita..
Se ha comprobado en
algunas zonas que los nuevos canales de distribución se construían con paredes
de mampuesto de caliza y calcarenita dispuestos en seco sin revestimiento, lo
cual permitía las filtraciones del agua y favoreciera la captación de agua en los
pozos de sus proximidades. Este sistema tenía el inconveniente de poder llegar
a ser contaminados por los pozos negros, problema que se generalizó en el siglo
XIX causando numerosas epidemias.
Las conducciones
promovidas por los emires o los califas sirvieron para llevar el agua a los
centros del poder político o religioso tales como la almunia de la Rusafa,
al-Zahra, el Alcázar y la Mezquita Aljama.
Dice al Razi que Abd al
Rahman I compró la almunia al Rusafa
a Razin al-Barnisi, fue comparada con la Rusafa de Siria a la que:
“Sobrepasó en belleza
por los altos edificios que hizo construir en ella, el vasto campo que hizo
alisar en su parte delantera, la corriente de agua dulce que hizo desviar hacia
ella con la que regó los preciosos árboles que plantó en ella… era su sitio predilecto
y vivió allí la mayoría de su tiempo”. (Muqtabis II pp 244r – 245v).
Hoy día no sabemos el
emplazamiento exacto de la almunia; en un principio se creía que estuvo en el
lugar que ocupa el actual Parador de Turismo, situado a su vez en el solar del
antiguo convento de S. Francisco
de la Arruzafa, el cual se abastecía del agua procedente de un pozo
de origen romano todavía en uso, localizado en una casa de la colonia del
Patriarca. Esta fuente fue el caput aquae del ramal que
llegaba hasta la estación de autobuses de Córdoba.
Otra posibilidad del
emplazamiento de la Rusafa es que estuviera por debajo del Parador, en una zona
donde se ha detectado en el subsuelo muros de un antiguo edificio en cuyo caso
si pudo abastecerse del agua suministrada del pozo de origen romano citado
anteriormente, el cual tiene en sus proximidades unas piscinas limarias
romanas.
La tercera posibilidad
sobre el emplazamiento de la Rusafa es en el Tablero Alto, donde ha aparecido
un gran muro con contrafuertes en la c/ Jurista Otbi. Posteriormente, en la
C/Valdelomar Pineda, se ha excavado un edificio con muros de sillería de muy
buena labra con contrafuertes, orientado como los principales edificios
andalusíes. Este edificio tiene situado al Sur una zona que estuvo dedicada a
huerta, la cual estaba regada “desde antiguo” por una acequia que venía desde
el Cañito de Bazán.
Después de su jura, de
lo primero que se ocupó Hisam I fue de terminar la construcción de la aljama
que había iniciada su padre, y de la instalación de una pila de abluciones de
uso público, dotándola de agua corriente (Dirk p127). Lógicamente, para llevar
allí el agua utilizaría las antiguas conducciones existentes.
Tuberías de plomo
Abd al Rahman II, según
al Maqqari, llevó el agua desde la serranía de Córdoba por medio de enormes
tuberías hasta el alcázar. Así, el agua corría a través de tuberías de plomo
por cada patio y salía al exterior a través de diferentes formas que eran de
oro, plata y cobre, llenando los estanques y maravillosos zafareches con
pilones de mármol romano de bellísimos dibujos.
Para el abastecimiento
de agua al alcázar A. Ventura interpretó que este canal había servido
originalmente para abastecer al centro de poder tardoantiguo, y que
posteriormente Abd al Rahman II lo modificó para adaptarlo al nuevo alcázar.
Abd al Rahman III
ordenó en el año 306 H (918 dC) que se construyera un pilón en la fuente de
caño que había entre la esquina del alcázar y la puerta de éste, llamada puerta
de la Celosía, poniéndole tres tazas alimentadas de agua para comodidad de
quienes venían por ella.
A finales del 329 H
(dic-940) construyó un qanat para aumentar el caudal de agua
que llegaba al alcázar. De esta construcción se conserva una lápida
conmemorativa en el Museo Arqueológico de Córdoba.
Con respecto a Madina al Zahra (Nihaya p
33) vemos que Abd al Rahman III hizo conducir el agua hasta ella y en Dirk pp
172 – 177 se nos describe cómo era la pila esculpida y dorada que trajo Ahmad
al-Yunani de parte del señor de Constantinopla, así como la pila verde
esculpida, que fue traída por el filósofo Ahmad b. Karam. En esta última había
grabados y esculturas antropomórficas y no tenía precio. Al Nasir ordenó que
fuera instalada en el centro del salón oriental llamado al-Mu`nis, y se le
añadieron doce figuras de oro y plata con piedras preciosas, que echaban por la
boca el agua que se vertía en la pila.
La ciudad fue
construida con gran solidez, perfección y belleza, con sus mármoles y sus
columnas, con el agua abundante que por allí corría y regaba los jardines que
la rodeaban.
En el Bayan II p
256 encontramos que Al Hakam II en el año 356 (967) construyó una conducción
para llevar el agua a los aljibes y a las dos fuentes de abluciones de la
Mezquita Aljama situadas en sus lados oriental y occidental. Era un agua pura
que provenía de una fuente situada en la montaña de Córdoba. Para realizar esta
obra derivó el agua procedente de un acueducto romano, y sus restos han sido
encontrados en la nueva estación de autobuses de Córdoba. Tras la conquista de
la ciudad, Fernando III donó a la fábrica del templo las aguas que poseía la
mezquita, llamándose Aguas de la Fábrica de la Santa Iglesia, la cual se
mantuvo en uso hasta mediados del siglo XX.
A través de esta rápida
presentación hemos podido comprobar cómo partiendo de las captaciones de agua
romanas del pie de la sierra, su mantenimiento y su ampliación según las necesidades
de la ciudad, se llega al periodo andalusí, en el que se siguen utilizando y
ampliando las antiguas conducciones de agua romanas, adaptándolas a los
criterios de los gobernadores omeyas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario