IBN MASARRA
Abū Abd Allāh Muḥammad b. Abd
Allāh b. Masarra, al-Ŷabalī (el Montañés). Córdoba, 883 – 931.
Místico, gnóstico y filósofo.
Considerado como el primer filósofo
andalusí, sin embargo, su pensamiento está más cerca de la mística y del gnosticismo
que de la filosofía.
Son diversas las fuentes que han transmitido
datos sobre su vida, pero se conocen pocos datos ciertos sobre su biografía. Se
le supone de estirpe hispana, por su rostro rubicundo, descendiente de
cristianos y entroncado con el priscilianismo. Su padre fue al parecer un
comerciante que, en viajes por Oriente, conoció las doctrinas de los teólogos
musulmanes, además de ser amigo de un célebre teólogo andalusí, el cordobés
Jalīl b. ‘Abd al-Malik b. Kulayb, más conocido como Jalīl al-Gafla.
Ibn Masarra aprendió estas doctrinas teológicas por la enseñanza de su padre y
de su hermano Ibrāhīm, quienes también le introdujeron en las doctrinas bāṭiníes y
le iniciaron en la vida ascética. Estudió con Muḥammad b. Waḍḍāḥ, alfaquí de la
escuela mālikī, y con el tradicionista Muḥammad b. ‘Abd al-Salām
al-JuŠanī. Estos dos maestros, que estuvieron en Oriente, fueron ascetas que
debieron de transmitir algunas ideas místicas a Ibn Masarra. En el año 899,
cuando contaba diecisiete años de edad, murió su padre en La Meca.
Pronto comenzaron a difundirse noticias
sospechosas sobre sus opiniones, atribuyéndosele las ideas teológicas del libre
albedrío, de la justicia divina y del cumplimiento de la retribución de premios
y castigos en la otra vida. El alfaquí Aḥmad b. Jālid, conocido como Ibn
al-Ŷabbāb y prestigioso jurista, escribió un libro para refutar estas
ideas. Abandonó al-Andalus, poniendo como excusa la peregrinación a La Meca.
Acompañado de dos de sus discípulos, se detuvo en Qayrawān, donde estudió
Derecho Islámico; pasó después a La Meca, donde conoció a un discípulo del gran
místico al-Ŷunayd, que escribió un libro refutando las opiniones de Ibn
Masarra. Pudo encontrarse aquí con el místico Abū Ya’qūb al-Nahra’ūrī y haber
tenido noticias de las teorías sufíes de ū l-Nūn al-Miîrī, que dejaron
honda huella en el pensamiento masarrí. En Medina visitó los lugares en que
vivió el Profeta, especialmente la casa de Maryam, la madre del hijo varón del
Profeta muerto al poco de nacer. Luego reconstruyó el plano de esta casa en su
ermita de la sierra de Córdoba.
Se desconoce en qué fecha regresó a
al-Andalus, pero pudo ser poco después de la subida al trono de ‘Abd al-Raḥmān
III, quien realizó gestos esperanzadores que inauguraron una política de tolerancia.
Hacia los años 912-914, los biógrafos ya lo sitúan en Córdoba, rodeado de
discípulos. Aquí se mantuvo alejado de la vida ciudadana, retirado en la
sierra, por lo que fue apodado al-Ŷabalī (el Montañés, el
Serrano). Llevó una vida ascética, afirmada quizá contra el mundo de los
juristas, siempre comprometidos con el poder. Impartió sus enseñanzas de forma
secreta, según el decir de los biógrafos; se servía de símbolos y de alusiones,
con un lenguaje bello pero tras el que ocultaba conceptos e ideas. Predicó la
realización del examen de conciencia que en Oriente había sido practicado por
el místico al-Muḥāsibī. Las doctrinas que enseñaba despertaron de nuevo las
sospechas y los más ortodoxos alfaquíes lograron que el califa condenara por
tres veces —en 952, en 956 y en 957— a los seguidores de Ibn Masarra. Pero,
para entonces ya hacía años que había muerto en la paz de su sierra cordobesa.
Fue calificado de bāṭinī por
algunas fuentes posteriores, pero no se sabe con certeza a qué aluden con este
término. En general, suele referirse a los Šī’íes ismaelíes
por afirmar el sentido oculto (bāṭin) del Corán. Pero también se usó
para designar a los sufíes por acentuar el aspecto interior y oculto de la
religión. Dozy convirtió a Ibn Masarra en un emisario de los ismailíes, pues,
según el arabista holandés, los fāṭimíes trataron de fundar
una logia en España y se sirvieron del “filósofo Ibn Masarra, panteísta de
Córdoba que había estudiado principalmente las traducciones de ciertos libros
griegos que los árabes atribuían a Empédocles”. Como no está documentada ni
probada esta filiación, se puede suponer que se le aplicó el término bāṭinī por
su vinculación con el misticismo islámico, entendido como una forma de
gnosticismo, entroncado con la tradición gnóstica que se había formado en el
Islam. Podría corroborar esto el hecho de que en una de sus obras, el Kitāb
jawāîî al-ḥurūf, se le llame ‘ārif, “gnóstico”. Al-Ḥumaydī
le atribuye, incluso, iŠārāt îūfiyya, “alusiones sufíes”.
Asín Palacios fue el primero que dio a
conocer las ideas principales de Ibn Masarra reconstruidas a partir de fuentes
posteriores, sin conocer los textos masarríes. Después, se han intentado
algunas lecturas distintas de su pensamiento, siempre sin base documental
directa. Fue en 1978 cuando se publicó por vez primera el texto de dos obras de
Ibn Masarra. Su lectura permite precisar muchas de las afirmaciones de Asín
Palacios.
Obras de ~: Libro de las
propiedades, verdaderas naturalezas y principios de las letras (Kitāb
jawāîî al-ḥurūf wa-ḥaqā´iqi-hā wa-uîuli-hā), s. l., s. f. (ed. de
M. K. I. Ŷa’far, Min qaḍāyā l-fikr al-islāmī. Dirāsa wa-unîūî, El
Cairo, Maktabat Dār al-’Ulūm, 1978, págs. 311-344); Epístola de la
reflexión (Risālat al-i’tibār), s. l., s. f. (ed. de M. K. I.
Ŷa’far, Min qaḍāyā l-fikr al-islāmī. Dirāsa wa-unîūî, op.
cit., págs. 346-360); La Unicidad de Dios de los que están
convencidos (Tawḥīd al-mūqinīn), s. l., s. f.; Libro de
la exposición (Kitāb al-tabyīn), s. l., s. f.
Bibl.: M. Asín Palacios, Abenmasarra
y su escuela. Orígenes de la filosofía hispano-musulmana. Discurso leído en su
recepción por D. Miguel Asín Palacios [...], Madrid, Real Academia de
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Dordrecht–Heidelberg–London–New York, Springer, 2011, págs. 492-494.
Rafael Ramón Guerrero
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