¿HUBO UN PRECEDENTE CRISTIANO EN EL ORIGEN DE LA MEZQUITA DE CÓRDOBA?
www.alandalusylahistoria.com
El tópico de la
suplantación de los espacios sagrados, surgido sin base empírica, se esfuma
cuando se ha excavado
FERNANDO ARCE SAINZ
BIBLIOTECA TOMÁS NAVARRO TOMÁS (CCHS-CSIC)
Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba. Wikimedia Commons.
Con la información disponible (documental y arqueológica) se puede afirmar
que la gran mezquita de Córdoba se levantó en tiempos, y por impulso, de
Abderramán I (756-788). No está claro, dentro de esas fechas, cuándo arrancó el
proyecto. En algunos de los relatos que hacen alusión al origen del edificio se
menciona el año 170 de la Hégira (784-785 a. d.), si bien los textos que la
proclaman, aparte de ser tardíos (del siglo XII en adelante), suelen contener
noticias desacreditadas desde otras fuentes informativas. Es del todo
improbable, como se dice en esas fuentes, que la obra se ejecutara en un solo
año.
La mezquita no es una consecuencia directa e inmediata de la conquista.
Aparece cincuenta años después de ella. A mediados del siglo VIII, Abderramán
Ibn Muawiya, nieto del califa omeya Hisam, ha conseguido escapar de la
violencia abasí y establecer, en la Península Ibérica, una entidad
político-territorial independiente sobre la legitimidad de su pertenencia a la
estirpe de los conquistadores de al-Andalus. La aparición del emirato
independiente significa el arranque de la dinastía omeya andalusí. Siguiendo
modelos ensayados, la naciente dinastía impulsa espacios monumentales desde los
que proyecta su poder e ideología a la sociedad. Uno de ellos es la aljama,
una mezquita promocionada por el poder político en la que la comunidad de
creyentes, con el sultán a la cabeza, se reúne para el rezo colectivo. Hasta
que llegó Abderramán a Córdoba el rezo común no se desarrollaba en un edificio
construido, una mezquita, sino en musallas, espacios al aire libre
someramente señalizados en el suelo en los que se congregaban los creyentes.
Las explanadas abiertas y despejadas usadas como musallas solo
se podían encontrar fuera de unos límites urbanos llenos de obstáculos físicos.
La obra de la aljama, frente a las musallas, significaba un fuerte impacto
en la trama urbana. Al levantarse dentro de las antiguas murallas romanas era
necesario, en primer lugar, preparar un enorme solar en un sector de la ciudad
secularmente urbanizado. ¿Por qué se eligió ese entorno? ¿Qué se tuvo que
eliminar? En este punto entra en juego una vieja discusión respecto al pasado
inmediato de la mezquita. Desde Francisco Javier Simonet, un arabista del siglo
XIX, se habla de una presencia cristiana bajo la forma de una iglesia que fue
necesario eliminar para dejar sitio a la mezquita. Se apoya Simonet en una
tradición literaria musulmana según la cual, cuando la ciudad fue conquistada,
se derribaron todas las iglesias menos una que, además, fue obligada a
compartir para dar cabida al rezo musulmán. Décadas después, según ese relato,
cuando Abderramán I decide emprender la construcción de la aljama, se entra en
negociación con los cristianos para conseguir su mitad del templo. Estos
últimos abandonarán el lugar tras recibir una indemnización económica y obtener
el permiso para rehabilitar las iglesias que fueron destruidas. Una de las
versiones de esta tradición literaria menciona, como escenario de los hechos, a
la iglesia de Sant B.n.y.n.t, nombre que tradicionalmente se
identifica con San Vicente.
Francisco Javier Simonet (1829-1897 ). Wikimedia Commons.
Se fue forjando así un mito histórico que ha hecho que la mezquita de
Córdoba sea habitual escenario de batallas historiográficas, políticas, ideológicas
y patrimoniales. Actualmente, la discusión sobre el pasado cristiano de la
mezquita ha dado un salto cualitativo y cuantitativo por parte de los
defensores de dicho pasado. Parece haberse abandonado la idea una solitaria
iglesia (la basílica de San Vicente). Ahora se habla de todo un barrio
episcopal integrado por diversos edificios, tanto religiosos como residenciales
y de servicio. ¿Estaba el complejo episcopal visigodo en el lugar donde se
erigió la aljama?
Una respuesta afirmativa reforzaría la lectura más conservadora que dice
que la implantación musulmana sería, más bien, una suplantación simbólica y
material. Los poderes locales derrotados y sometidos fueron obligados a dejar
sus espacios representativos para ser usados por los conquistadores. Sin ir más
lejos, el caso de Córdoba con la supuesta basílica de San Vicente, ha dado
origen a un persistente tópico historiográfico que consiste en afirmar que las
catedrales preislámicas fueron expropiadas para erigir sobre ellas las
mezquitas principales de las ahora medinas.
Pasemos a valorar los orígenes de la mezquita desde el análisis de las
fuentes informativas disponibles, documentales y arqueológicas. En conjunto, el
dosier documental ofrece más bien confusión. Aparte de la famosa tradición
literaria sobre la iglesia primero compartida y luego comprada hay otras que,
de forma injustificada, no suelen ser manejadas. Reunidas todas, siempre
procedentes del canal documental árabe, se ofrecen situaciones diversas,
irreconciliables. Unas dicen que Abderramán I construyó su mezquita sobre una
mezquita anterior que se remontaba a los tiempos de la conquista. Otras que
había una iglesia pero que no estaba siendo compartida. Luego, como no, la de
la iglesia de San Vicente, y otra que dice que el templo cristiano que se
derribó no estaba en la sala de oración sino en lo que pasó a ser el patio de
la aljama. Si ordenamos cronológicamente las fechas de elaboración de las
fuentes que dan noticias sobre el origen de la mezquita comprobamos que son,
las más tardías, aquellas que incluyen la presencia de iglesias. Autores de los
siglos X y XI como al-Razi, Ibn Hayyan (quien dice tomar la noticia del
anterior) o Ibn al-Qutiya muestran escenarios de exclusividad musulmana: el
emir levanta la mezquita sobre otra anterior erigida por los conquistadores. Es
a partir del siglo XII (Ibn Idari) cuando asoma el templo compartido en lo que
parece ser una clara adaptación, a Córdoba, de una tradición literaria que
tenía por escenario Damasco.
Tejado de la mezquita de Córdoba. Wikimedia Commons.
En cuanto al registro arqueológico, no han sido muchas las
excavaciones realizadas en la mezquita, aunque sí suficientes para poder
descartar que este sector urbano contara con algún edificio religioso que fuera
necesario eliminar como paso previo a la construcción de la aljama. Esto vale
tanto para iglesias como para mezquitas ya que, no lo olvidemos, hay relatos
que hablan de templos cristianos mientras que otros aluden a mezquitas. Las
campañas excavatorias más extensas y ambiciosas se desarrollaron en los años 30
del siglo pasado, siendo impulsadas por Manuel Gómez-Moreno y dirigidas por
Félix Hernández. Los resultados fueron del todo desmitificadores ya que, según
sus propios testimonios, nada apareció que pudiera asimilarse a la basílica
esperada. Los últimos niveles de uso, aquellos que tuvieron que ser arrasados
para hacer el solar, presentaban estructuras arquitectónicas lejos de los
estándares monumentales y, además, no definían espacios litúrgicos mínimamente
coherentes. Había que bajar hasta los niveles más profundos, romanos,
sepultados por los anteriores, para encontrar restos de cierta monumentalidad y
calidad ejecutoria. Algunos de ellos pueden ser contemplados a través de un
cristal en el suelo de la mezquita, a unos tres metros por debajo de él. Se le
dice al visitante que son parte de la basílica de San Vicente. Falso. Se trata
de un ámbito doméstico, residencial, erigido en torno al siglo IV.
Localización de las estructuras
encontradas por Félix Hernández. Plano realizado a partir de la información de
Félix Hernández revisada por Pedro Marfil y Antonio Fernández-Puertas,
publicado en José Manuel Bermúdez, “El atrium del complejo
episcopal cordubensis. Una propuesta sobre la funcionalidad de las estructuras
tardoantiguas del patio de la mezquita de Córdoba”, Romula,
nº 9 (2010), pp. 315-341.
Excavaciones acontecidas tiempo después (años 90 y 2017) arrojan la misma
secuencia, al tiempo que siguen sin aportar evidencias de un centro de culto
arrasado. No es ninguna sorpresa que bajo la aljama cordobesa no aparezcan
iglesias amortizadas. El tópico de la suplantación de los espacios sagrados (de
catedrales a aljamas), surgido sin base empírica, se esfuma cuando se ha
excavado. En Córdoba, pero también en Zaragoza y Toledo, bajo cuyas catedrales
medievales encontramos los oratorios islámicos pero, si continuamos
profundizando, no aparecen por ningún lado las catedrales visigodas.
Cuando Abderramán I, emir independiente de al-Andalus, comienza a gobernar
en Córdoba hereda una ciudad emanada de la conquista. El área en la que se
levantará la aljama contaba ya con una rotunda presencia musulmana: un potente
edificio fortificado junto a la muralla, el alcázar, que era la residencia de
los gobernadores vicarios que se fueron sucediendo en los anteriores cincuenta
años. Las excavaciones de la mezquita han aportado interesante información
sobre lo que estaba pasando en esta parte de la ciudad en la primera mitad del
siglo VIII. En el patio se excavó un suelo de empedrado en el que aparecieron
un buen número de monedas musulmanas de plomo (llamadas feluses),
un tipo de numerario que se usaba de forma cotidiana en las pequeñas
transacciones. Cronológicamente todos los feluses corresponden al emirato
dependiente (primera mitad del siglo VIII). Son monedas perdidas por gentes que
se muen e interactúan, con sus dineros, en esta parte de la ciudad. En la
puerta de San Esteban, Félix Hernández excavó un pozo ciego, sellado por la
construcción de la mezquita, que arrojó materiales cerámicos propios de
ambientes domésticos que presentaban las primeras novedades respecto a la
tradición alfarera local tardorromana. Las cosas, sin duda, estaban cambiando
en la ciudad y en la vida de sus residentes.
Arquería de la mezquita de Córdoba. Wikimedia Commons.
Esta medina en ciernes dará un salto adelante con la aparición del emirato,
empezando por la construcción de la mezquita aljama ¿De qué manera pudieron
verse afectadas las iglesias cordobesas en este nuevo escenario? Pues
seguramente de ninguna. En la zona de la mezquita no había ningún templo que
perder, ni antes ni después de hacerse la aljama, por lo que nada hay que decir
al respecto en esta parte de la ciudad. Miremos mejor donde tenemos evidencias
materiales de iglesias preislámicas que se enfrentaron a un nuevo tiempo que
empezó tras la toma de la ciudad. Hoy por hoy solo conocemos, con garantías
arqueológicas, tres de las iglesias cordobesas tardoantiguas y altomedievales.
Las tres se localizan en Cercadilla, un arrabal en el oeste de la ciudad, y
funcionan sin solución de continuidad más allá de la conquista. Una de estas
iglesias, identificada con la basílica de San Acisclo de las fuentes
árabo-cristianas, estuvo con seguridad en activo hasta inicios del siglo XI.
Lo que tenemos es un modelo de implantación antes que de suplantación. Las
ciudades en las que se instalan los que llegan seguirán teniendo los mismos
habitantes. Unos habitantes que se han quedado donde están porque las élites
que dominaban y articulaban las sociedades locales han llegado a un pacto con
el poder entrante. La ciudad, con sus moradores, va redefiniendo su topografía,
pero no de una manera arbitraria o conflictiva. El poder musulmán naturalmente
impone sus intereses pero no va a disputar, a los que han pactado, sus espacios
de representación. La legitimidad del acuerdo, respaldada por la fuerza,
permite a los musulmanes actuar de forma decidida en ciertas partes de la
ciudad, como se ve en la parte sur, donde primero apareció el alcázar y más
tarde la mezquita. Al mismo tiempo, otras partes de la ciudad siguen
manteniendo, sin ser cuestionados, sus referentes religiosos previos
(cristianos). Este es el caso de Cercadilla, donde las iglesias ni son
destruidas ni son desafiadas colocando, cerca, mezquitas. La primera mezquita
acreditada arqueológicamente en este arrabal aparece en el siglo X y es
consecuencia de un contexto (el explosivo crecimiento de la ciudad en época
califal) que nada tiene que ver con lo que ocurría en el siglo VIII.
Este modelo de implantación no es algo original de al-Andalus. Lo
encontramos en otros territorios de conquista. La gran mezquita de Damasco,
aljama de los Califas Omeyas, se levanta dentro de los límites de un colosal
templo pagano, sin restos de iglesias intermedias. La Cúpula de la Roca y la
mezquita al al-Aqsa, en Jerusalén, se alzan en la Explanada del Templo, un
barbecho urbano deliberadamente mantenido bajo la dominación bizantina como
humillación al colectivo judío. En Amán, una de sus colinas que albergaba un
conjunto de ruinas romanas vio surgir un gran complejo palatino omeya además de
una mezquita y un mercado.
La implantación, sin duda, supuso una solución de continuidad en la
historia de las ciudades, pero no se hizo a costa de provocar desplazamientos
forzosos, sino con la intención de generar nuevos polos de desarrollo urbano
propiamente musulmanes. Desde esta perspectiva pensemos de nuevo en el tópico
historiográfico sobre las catedrales y las aljamas: ¿se imaginan que en todas y
cada una las ciudades de al-Andalus que siguieron teniendo obispados (cerca de
veinte) los mitrados tuvieran que hacer las maletas para dejar atrás su
catedral y trasladarse a otra iglesia? De momento no tenemos ningún dato,
documental o arqueológico, que acredite estas mudanzas.
Mihrab de la mezquita de Córdoba. Fototeca del Patimonio Histórico.
Terminemos preguntando por el edificio que lleva rato sobrevolando estas
líneas ¿Dónde estaba la catedral cordobesa? Al no existir pruebas de traslados
(bajo la mezquita no hay iglesias y mucho menos un complejo episcopal) tenemos
que pensar que siempre estuvo en el mismo lugar, desde época preislámica hasta,
por lo menos, finales del siglo X, momento en el que sabemos con seguridad que
seguía existiendo el obispado cordobés (colofón de la Biblia Hispalense,
escrito por el entonces obispo de Córdoba, Juan, en 988). Existe un conjunto de
obras literarias debidas a escritores cristianos cordobeses de mediados del IX
(Eulogio, Álvaro y Sansón) en las que se dan bastantes noticias sobre la
actualidad del momento. Vemos desfilar por ellas a muchas personas y, también,
a muchos establecimientos religiosos que van desde la ciudad hasta sus
alrededores. Alguna de ellas tenía que ser necesariamente la catedral. El
problema es que ninguno de los tres escritores usa el término catedral para
referirse a una iglesia en concreto. Entre todas las iglesias mencionadas, por
lógica y casuística, la catedral tiene que ser una de las ubicadas en el medio
urbano cordobés: San Acisclo, San Zolio, Los Tres Santos. Todos estos centros
religiosos se localizan en diferentes suburbios que iban más allá de los
límites marcados por las murallas romanas, lo que no significa que no formen
parte efectiva de la ciudad de Córdoba. Dentro de sus murallas, por cierto, no
encontramos información sobre la presencia de iglesias. Ni en los textos de
época visigoda ni en los textos árabe-cristianos hay referencias a
iglesias intramuros, presentes o pasadas. En cuanto a las
propuestas hechas desde el registro arqueológico (la basílica de San Vicente en
la mezquita y la iglesia del Convento de Santa Clara) carecen de bases
argumentales solventes.
Entre las candidatas a catedral tal vez sea San Acisclo la que tenga más
opciones: hay obispos enterrados en su necrópolis (lápida del obispo Lampadio
muerto en 549, anillo del obispo Sansón sin fecha); la información textual
árabe-cristiana muestra una fuerte vinculación entre esta iglesia y autoridad
episcopal. Sea o no San Acisclo la catedral, lo importante es que la ciudad a
la que llegan los musulmanes tenía, fuera del viejo recinto romano, sus
principales edificios religiosos. Esta circunstancia, consecuencia de unas
dinámicas históricas previas que son comunes a los núcleos urbanos postclásicos
hispanos, jugó a favor de los que vinieron, permitiéndoles ocupar unos espacios,
antes centrales, que han perdido dinamismo pero que ofrecen escenarios en los
que desarrollar los nuevos discursos monumentales. La verdadera suplantación
llegará más adelante, cuando los poderes cristianos medievales van conquistando
las grandes medinas de al-Andalus: las aljamas se transforman en catedrales,
los alcázares en fortalezas-palacio cristianos, las mezquitas de barrio en
parroquias, los zocos en mercados.
PARA AMPLIAR:
- F. Arce Sainz, “La supuesta basílica de San Vicente en Córdoba: de
mito histórico a obstinación historiográfica”, Al-Qantara,
36, nº 1, 2015, p. 11-44.
- B. Rosa y J. Jover-Báez, “Contested urban heritage: Discourses of meaning and
ownership of the MosqueCathedral of Córdoba, Spain”, Journal
of Urban Cultural Studies, 4, nº 1-2, 2017, p. 127-154.
- D. Fernández Cabrera, E. León y R. Ortiz, Memoria preliminar.
Puerta-celosía nave 17, conjunto monumental mezquita-catedral de Córdoba,
2017.
- A. Fernández-Puertas, Mezquita de
Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX, Granada, 2009.
- A. León y J. F. Murillo, “Las comunidades dhimmis
cristianas en la Córdoba omeya. Posibilidades y límites de su visibilidad
arqueológica”, Al-Mulk,
15, 2017, p. 141-174.
No hay comentarios:
Publicar un comentario