IBN AL-LABBANA, POETA DE LA CORTE
DE SEVILLA – SIGLO XI
by Elisa Simón
En este artículo los quiero acercar
a uno de los poetas andalusíes más sobresalientes del siglo XI. Su nombre era
Abu Bakr ibn Isa ad-Daní, más conocido con el sobrenombre de:
Ibn al-Labbana, «el hijo de
la lechera».
Nació en Denia hacia 1044 en el
seno de una familia humilde. De su padre sólo se sabe su nombre, ´Isa, al
parecer su madre enviudó muy joven con dos hijos pequeños a los que crió ella
sola. Ella consiguió una posición económica suficiente, para que sus hijos
pudieran estudiar. Les dio una buena educación con el esfuerzo de su trabajo
como lechera. De esta manera sacó a sus hijos adelante, quienes aunque no
pudieron contar con la enseñanza de prestigiosos maestros, sí aprendieron los
conocimientos fundamentales como lengua, bellas letras, poesía, etc.
La ausencia de la figura paterna se
reflejará en su poesía y marcará su carácter, buscando siempre una persona que
lo proteja, era una ser muy sensible, casi frágil. sentiría que lo
infravaloran, sólo encontró llenar el vacío de su padre, cuando estuvo en la
corte de Sevilla del rey al-Mu´tamid.
Ibn al-Labbana sintió preferencia por la poesía y su hermano se
enfocó más bien hacia el comercio. Acerca de su aspecto físico sólo sabemos que
era bajito y flaco. Debido a su difícil infancia, su carácter se fraguó en la
realidad de la vida, sin grandes ambiciones. Buscaba en sus mecenas una
protección paterna, ofrecía su sincera amistad, su forma de ser sencillo,
franco, con fuertes valores.
Era un hombre tranquilo, que basaba
su relación con los demás en la fidelidad y gratitud. Deseaba ser aceptado y
tratado tal como era él.
Yo
soy como el espejo brillante y sincero,
y
reconozco a la gente de la misma manera,
que
ellos lo hacen conmigo.
Yo
soy como el agua
que
muestra su color
como
aquella que se encuentra debajo.
Infancia en Denia
Cuando ellos vivían en Denia
gobernaba Alí Iqlab al-Dawla, el hijo de Muyahid, quien no sólo había
expandido sus dominios hasta incluir las Islas Baleares, sino que convirtió
a al-Daniyya en un enclave comercial y marítimo importante en el Mar
Mediterráneo. Los barcos de la flota de Denia compartían el espacio con los
genoveses, venecianos, alejandrinos, etc. El comercio de todo tipo de
productos y el intercambio cultural llenaban aquellos navíos, que surcaban el
Mediterráneo de punta a punta.
A la edad de veinte años, ibn
al-Labbana decidió dejar su ciudad natal hacia 1064.
Inicio de su periplo por
Al-Andalus
Comenzó así un viaje por al-Andalus
en busca de un mecenas a quien dedicar su poesía. Recaló primero en la taifa de
Almería, donde reinaba al-Mu´tasim, poeta y amante de la belleza, hombre
de paz, que se rodeó de poetas y sabios. Ibn al-Labbana logró entrar en su
corte de poetas, debiendo dar lo mejor de sí para estar a la altura de las
exigencias de al-Mu´tasim. Entre los poetas cortesanos había una cruda
competencia, la envidia de uno hizo que ibn al-Labbana decidiera dejar aquella
corte antes del año 1069.
Se dejaba seducir por la belleza en
todas sus acepciones. Le gustaban las mujeres y hombres hermosos, le gustaba
los placeres de las fiestas, el vino, la música.
Intentó suerte en la taifa de
Sevilla. Sin embargo, llegó en el peor momento. Al-Mu´tadid vivía su último
año, atormentado y enfermo, no fue capaz de ver en el poeta de Denia su
potencial. Por lo que prosiguió su viaje por al-Andalus hasta que llegó a la
taifa de Badajoz, justo cuando al-Mutawakkil había asumido el
gobierno en el año 1072. Allí fue acogido, se le reconoció su valía. Durante un
tiempo se sintió cómodo, manteniendo una buena y cordial relación con el
rey. A lo largo de unos diez años permaneció ibn al-Labbana al servicio
de este rey componiendo versos en su honor. A lo largo de esos años sus
conocimientos fueron aumentando y él fue madurando como poeta.
Una vez más, ibn al-Labbana fue
víctima de la envidia de ciertos cortesanos, que hicieron lo imposible por
enfrentarlo al rey, hasta que éste le retiró su amistad y dejó de pagarle. El
poeta entró en problemas económicos, por lo que casi sin dinero abandonó la
taifa y decidió volver a probar suerte en Sevilla.
Ibn al-Labbana llega a la taifa de
Sevilla
Llegó a la corte hacia el 1078,
cuando gobernaba al-Mu´tamid, el poeta que reinó en Sevilla. Se inició así
los momentos más intensos y cruciales en la vida de ibn al-Labbana. No sólo fue
poeta al servicio del rey, sino que fue su amigo fiel hasta el fin de sus
días.
La amistad entre el rey de Sevilla,
al-Mu´tamid, e ibn al-Labbana fue in crescendo, quizá porque cuando ingresó a
la corte, contaba con un estable grupo de poetas de alto nivel, como ibn ´Ammar
o ibn Wahdun, entre los cuales él aún no destacaba. En un inicio en un segundo
plano, siguió aprendiendo y madurando en los conocimientos y arte de la poesía.
El poeta de Denia se caracterizó por su discreción, en un inicio. Sin
embargo, en la corte sevillana terminó de forjarse el poeta, allí rodeado de los
mejores siguió aprendiendo y madurando tanto como poeta como persona. Se sentía
cómodo en la corte de Sevilla, había encontrado su lugar y su entorno. El trato
con el rey se fue estrechando, demostrando una firme fidelidad hacia los banu
´Abbad. El tiempo de disfrute y tranquilidad no duró mucho, ya que los
acontecimientos políticos y económicos no lo permitieron. Ibn al-Labbana, vivió
junto al rey las intrigas de la corte y la traición de ibn ´Ammar, amigo,
compañero, poeta, visir, hombre de suma confianza del rey al-Mu´tamid. La única
vez que se sabe de un arrebato de furia fue cuando el rey supo de la traición
de Ibn ´Ammar. Su violenta reacción fue acabar con su vida con tus propias
manos. Poco tiempo después, ocurrió la conquista cristiana de Toledo por el rey
Alfonso VI en el año 1085. Dicho acontecimiento desencadenó una serie de
decisiones, buenas o menos buenas, que diseñaron el devenir de la taifa de
Sevilla y la vida del rey al-Mu´tamid. El dilema y final decisión de pedir
apoyo militar a los almorávides, abrió las puertas de al-Andalus a un inmenso
contingente de beréberes bajo las órdenes de Yusuf ibn Tashufin. Sonada fue la
victoria andalusí con ayuda almorávide de la batalla de Zallaqa en
las afueras de Badajoz, en el año 1086. En aquella ocasión, Ibn al-Labbana
luchó junto al rey, sable en mano como el más valiente.
No
había entre tus manos, durante la batalla,
más
que yo, los sables y las lanzas
que
se rompían contra las armaduras.
Unos años después fue testigo del
lamentable episodio del sitio de Aledo, en Murcia, donde quedó en evidencia la
desunión de los reyes taifas. El rey al-Mu´tamid hizo lo imposible por evitar
que Yusuf ibn Tashufin se diera cuenta de los entresijos políticos entre las
taifas. La incapacidad de los dirigentes andalusíes, provocó que sólo un año
después, en el 1090, las tropas almorávides cruzaran el Estrecho por tercera
vez y esta vez para destronar a todos ellos y salvar así la unidad de
al-Andalus.
En Septiembre del 1091 a ibn
al-Labbana se le rompió el corazón, cuando vio que al-Mu´tamid no tuvo otra
salida que rendirse ante los Almorávides. Uno de los poemas más famosos de ibn
al-Labbana describe aquella despedida del rey al-Mu´tamid y su partida como
prisionero hacia el Magreb. Una vez establecidos los almorávides en la
Península, muchos poetas no encontraron lugar donde seguir escribiendo sus
poemas, ya que los nuevos dirigentes no sentían ningún interés en la literatura
y mucho menos en la poesía.
Ibn al-Labbana después del rey
al-Mu´tamid
Cada poeta buscó su refugio donde
pudo y como pudo, y eso le ocurrió a ibn al-Labbana, que sentía un enorme pesar
por la situación de su amigo el ya depuesto rey al-Mu´tamid, que ahora era un
prisionero en Aghmat, al sur de Marraquech. Le envió al rey el siguiente poema:
Cuando
pienso en los tiempos de luz luminosa,
que
ya ha pasado,
la
luz del día se vuelve oscura.
Me
asombra que el cielo hace aparecer sus estrellas,
mientras
que la luna está en eclipse.
Aunque
la catástrofe haya sido grande,
tus
virtudes las son más aún.
Tu
eres como una lanza, que ha perforado tanto,
que
se ha roto
como
el sable que ha golpeado tanto,
que
se ha roto
Que
las nubes lloren lágrimas por los banu ´Abbad
Muhammad
y sus hijos
Es
tan agradable a mi corazón decir:
quizá
sus moradas se acerquen a las nuestras, quizá.
Hacia el 1092 ibn al-Labbana
decidió emprender el duro viaje hasta allí para visitarlo.
Se sabe que permaneció un tiempo
junto al rey, se estableció en Aghmat y visitaba a al-Mu´tamid en su celda. No
queda claro en las fuentes si el poeta de Denia vivió allí hasta la muerte del
rey o si se marchó antes.
Se cuenta que, cuando ibn
al-Labbana le dedicó un poema a quien fuera su señor, al-Mu´tamid ordenó que se
le entregara 20 monedas de oro y dos trajes como recompensa por las poesías. El
rey al-Mu´tamid compuso para la ocasión un poema excusándose del poco valor de
los regalos. Sin embargo, ibn al-Labbana, rechazó los regalos, aludiendo que
aquellos versos los hizo desde la amistad, no con la intención de recibir algo
a cambio.
La cuestión es que cuando el rey
al-Mu´tamid murió en el año 1095, su poeta amigo quedó sin consuelo. Nunca se
recuperó de esa pérdida, no sólo lamentaba la muerte del rey, sino la
imposibilidad de volver a vivir el tiempo de felicidad que disfrutó en Sevilla,
los días de paz y gloria, en una elegía lo expresó así:
Es
el fin de la tierra y de sus habitantes:
la
tierra no es más que un desierto,
la
gente no son más que cadáveres.
Dile
a la gente de este mundo,
a
los de allí abajo,
que
el espíritu del mundo superior
está
confinado en Aghmat.
Solo, sin rumbo en el Magreb, viajó
a Bugía donde reinaban los banu Hammad. Allí vio, con gran tristeza, las
pésimas condiciones en las que vivían los que un día habían sido los señores de
Almería. Tanta carga emocional lo forzó a continuar su camino, atravesó el
Estrecho de Gibraltar, regresando a al-Andalus de los almorávides. Deambuló por
algunas ciudades, como Almería, donde vivió un tiempo y al parecer allí
escribió algunos libros relatando la historia del rey al-Mu´tamid y la de los
banu ´Abbad. Lamentablemente dichos libros se han perdido.
Sevilla
parecía una tierra cubierta de antorchas,
cuyas
flores surgían de los espíritus que la iluminaban.
En
la orilla de su río, había jardines esparcidos
entre
colinas cubiertas de olmos que daban sombra.
Escribió un segundo poema de 56
versos donde expresa el vacío que le dejó la partida del rey
El
dolor de los que fueron cubiertos
de
la generosidad y la virtud de los banu ´Abbad.
Todo
ha terminado para el poeta,
el
soldado debe entregar sus armas
y
regresar a sus pagos,
aquellos
que buscan ayuda y seguridad
deben
encontrarla desesperadamente …
…
no nos queda más remedio
que
pedir ayuda a Dios,
aquellos
tiempos pasados,
cada
día era un día de fiesta y disfrute.
Ellos
eran la montaña, con sus cuevas, grutas,
para
aquellos que buscaban abrigo: ellos eran la llanura
para
aquellos que buscaban la fertilidad
Qué
malvado universo que nos ha torturado,
no
fueron, sin embargo, incrédulos !
Ibn al-Labbana en Mallorca
Hacia el año 1096 encontró su nuevo
lugar en la única taifa que aún sobrevivía libre del dominio de los
almorávides, la taifa de Mallorca.
Allí gobernaba Nasir
al-Dawla Mubassir ibn Sulayman, un antiguo esclavo de al-Mu´tarda, quien se
alzó con el poder a la muerte del rey. Ibn al-Labbana fue acogido con
generosidad. Para entonces ibn al-Labbana era un hombre maduro, su poesía y sus
conocimientos fueron muy valorados en aquella corte, también por haber sido
poeta de la corte sevillana. Eso suponía un gran prestigio. A pesar de todo ibn
al-Labbana sentía una profunda tristeza, un inmenso vacío en su interior que
nadie podía llenar. Volcó aquellas emociones en versos y poemas de gran
calidad.
Se
quejaron contigo hasta el sol y la luna
y
las estrellas más bellas empezaron a esparcirse
el
viento soplaba sin exhalar aroma,
y
el jardín aparecía sin el rocío que cubría sus flores
la
umbrosidad había desaparecido, para nosotros esta primavera,
y
el jardín estaba a punto de arder por el calor
el
agua era escasa, no manaba ya el manantial,
ni
fluía el río en su lecho …
Su poesía de elogio al príncipe
esta llena de expresiones artificiales e hipócritas. Sus versos de amor, al
vino y a los amigos tenían una técnica y estilo magníficos, sin embargo,
estaban vacío de alma, sin pasión.
Un poema dedicado al rey de
Mallorca, Nasir al-Dawla Moubassar describe la fiesta de
Nayrouz, que era la celebración del Año Nuevo en al-Andalus, se hacía una
fiesta con intercambio de regalos.
El
amor, que estaba apagado, volvió a ella,
cuando
los pájaros rompieron a cantar y lloró
me
recordaba mi juventud, aquella paloma que zureaba,
envuelta
en una de sus alas;
las
gotas de rocío la habían mojado
y
sacudía sus plumas como si fuesen un chal de brocado;
bajo
su color gris, las ramas tiernas brotan
sobre
las grandes dunas;
la
brisa le da a beber su vino, y embriagada,
se tambalea y zurea;
Es
igual que aquélla que alegra mi corazón,
allí
donde se encuentre;
me
daba a beber el vino de su saliva,
y
me lo representaba con la frescura de las margaritas de sus dientes
¡Oh
aquél que alancea a los caballeros en el combate,
cuando
le alancean senos, debe arrojar las armas!
¡cuando
atacan negras pupilas,
nada
pueden hacer las blancas espadas!
Nada
queda en mí sino el recuerdo de aquella mirada perversa,
que
sin embargo, encerraba un bien;
¡Gracias
a Dios, soy un hombre que se ha arrepentido
de
todo, menos de amar a las bellas!
En otro fragmento del poema hace
alusión a la fiesta de Nayruz,
Si
aún tuviese el vigor de mis años mozos,
no
dejaría pasar el día de Nayruz, sin beber hasta el amanecer;
es
un día suave y poético, cuya blancura se extiende ya,
sobre
los alcores y los valles;
es
un día en el que juegan las muchachas
y
se contonean como las ramas bajo el soplo de la brisa;
cuando
se sientan, parecen colinas sobre tierra húmeda,
cuando
caminan,
parecen
antílopes en el aprisco;
tienen
cuellos esbeltos, y sus vestidos,
con
ceñidores, arrastran largas colas;
son,
a la vez, cultivadas y silvestres,
sus
rostros son, a la vez, serios y alegres;
silenciosas,
en su interior, hay una voz que
habla
y grita por ellas;
cada
una tiene un cumplido caballero como servidor,
de
rostro vergonzoso y corazón desvergonzado;
no
tienen miedo a las heridas del combate,
pero
las miradas hieren sus rostros;
la
espada es fuego, la loriga, agua,
entre
los dos extremos, está el acuerdo.
En otro poema dedicado al soberano mallorquín en
ocasión de otra fiesta pagana que se celebraba en al-Andalus, el Mihrayan o
solsticio de verano.
¡Bienvenido
sea el día de al-Mihrayan!
¡Como
tú lo celebras, es un día lleno de esplendor!
Sobre
la bahía hay una flota tan numerosa
como
sus aguas
¡Ambas
son desbordantes!
Vuelan
las hijas de la mar, las naves;
sus
plumas son como las del cuervo,
pero
en realidad son halcones;
van
los hijos de h guerra sobre las naves
que
corren como corceles ganadores;
llenan
guerreros armados sus puentes y bodegas
y
así parecen nubes cargadas de lluvia;
se
sumergen en la Bahía navegando
y
parecen las camellas de un espejismo;
Es
maravilloso, yo no imaginaba antes de verlas,
que
los barcos pudiesen ser feroces leones;
agitan
los remos hacia ti,
como
de un ojo que parpadea ante el espía indiscreto,
o
como los cálamos del escriba real, que traza
sus
alargados rasgos sobre el papel.
Una vez más, afloraron las envidias
y los celos dentro de la corte y nuestro poeta comenzó a sentirse incómodo. Se
lo acusaba de excederse en las fiestas, incumpliendo así la ley del Islam. Le
dedicó este breve poema a sus enemigos:
Digo
¡Hola!, pero es un adiós;
me
quiero engañar, pero es inútil;
Yo
tranquilizo a mi corazón,
dejándole
creer que logrará sus deseos,
pero
no se tranquiliza;
dejo
a mis vecinos y digo
“Me
han perdido, pero qué hombre han perdido!”
No
han estimado mi valor, ni mi literatura.
¡Ni
mi pluma ni mi espada eran suficientemente largas!
Los
días me han vendido muy barato,
yo
creía que los tesoros no se vendían.
Después de varias rencillas,
decidió abandonar Mallorca, terminó escribiendo estos versos a Mubassir:
La
lluvia suave que cae en el río.
termina
siendo torrente;
huyo,
aunque Mallorca se convirtiese
en
Egipto y tus dones, en el Nilo.
sin embargo, la muerte lo encontró
antes de poder marcharse. Había cumplido unos 70 años, fue enterrado en la isla
junto a abu al-Arab as-Siqillí.
Su gran sensibilidad, sus valores,
como la amistad, la lealtad, la fidelidad no encajaban en una sociedad frívola
e hipócrita que intentaba sobrevivir el eclipse de la poesía y literatura que
vivió al-Andalus bajo el Imperio Almorávide.
La
Poesía de ibn al-Labbana
Realizó sus estudios de primaria y
básico tanto en ciencias como literatura, poseía una cualidad innata, un
talento natural, para la creación de versos.
En su poesía no vemos expresiones
eruditas, ni composiciones complicadas, ni metáforas o expresiones
sofisticadas. sin embargo, eso no significa que su valor poético sea pobre. El
dominio literario que poseía era el suficiente para guiarlo en el camino de la
buena poesía y se ganó así un lugar preeminente entre los mejores
literatos.
El aprendizaje y experiencia que
fue adquiriendo junto a los literatos en las diversas cortes, hizo que se
desarrollara sus conocimientos que más tarde le sirvieron para redactar obra de
historia de la literatura y ejercer como profesor de literatura.
Sus versos están llenos de
naturalidad, de espontaneidad, se expresa en versos sin artificios.
BIBLIOGRAFÍA:
–Biblioteca de al-Andalus, vol. V,
Fundación Ibn Tufayl de estudios árabes
–«El poeta ibn al-Labbana de Denia
en Mallorca» de María Jesús Rubiera de Epalza, Bolletí de la Societat
Arqueológica Juliana nr. 39 (1983) ppgg. 503-510
–Poetas árabes del País Valenciano,
Margarita Lachica, Universidad de Alicante
–Papers de Benissa, Cuaderns de
Cultura Benissença, «Un benissero ilustre: el poeta árabe ibn al-Labbana» de
María Jesús Rubiera de Epalza. En archivo pdf
–«La vie litteraire a Sevilla au
XIe siecle», Salah Khalis – SNED Editions Nationales Algeriennes
–«Al-Mu´tamid y los Abadíes, El
esplendor del reino de Sevilla», Pilar Lirola Delgado – Fundación Ibn Tufayl de
estudios árabes
–«Esplendor de al-Andalus», Henri
Pérès – libros Hiperión
–«Al-Mu´tamid ibn ´Abbad – Poesías,
María Jesús Rubiera Mata – Instituto Hispano-Arabe de Cultura – Madrid
1987
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