Para posibilitar su supervivencia,
el Emirato hubo de hacer un importante esfuerzo para aumentar las fuentes de
riqueza agraria y mercantil a través de aprovechamiento máximo de las técnicas
de regadío mediante una minuciosa regulación del uso y reparto del agua en las
vegas y hoyas granadinas. Así, estas proporcionaban una gran abundancia de
productos hortícolas y frutícolas destinados tanto para el mercado interior
como el exterior, compensando el déficit en cereales del emirato que, en
ocasiones, tenían que importar. La economía se complementaba con la ganadería
en las zonas montañosas, la pesca en las costeras, los recursos mineros de
sureste, así como la cerámica y sobre todo la artesanía textil de la seda, base
de la vida económica urbana y del comercio exterior.
Comercio
Uno de los elementos básicos de la economía granadina era el comercio. El
control cristiano del Estrecho de Gibraltar desde la Batalla del Salado (1340)
y la conquista de Algeciras (1344), cortó al Reino de Granada el auxilio
militar desde el Norte de África, pero también estimuló un comercio entre la
Europa atlántica y el Mediterráneo del que los Nazaríes se beneficiaron
enormemente. Sus puertos se convirtieron en escalas básicas para los
comerciantes, al tiempo que sus productos se abrieron a otros mercados:
Catalanes y, especialmente Genoveses, establecieron consulados en Málaga,
Almería, Adra o Almuñécar, los principales puertos del Reino. El comercio con
el Magreb y el Norte de África alcanzó una gran importancia, a la que luego
seguirían las redes comerciales con la Corona de Aragón: Cataluña, Valencia y
Mallorca. El control castellano del Estrecho de Gibraltar revalorizó el valor
de los productos granadinos, sobre todo la seda, azúcar, frutos secos y las
anchovetas. A partir de entonces el comercio con la Corona de Castilla,
especialmente con Sevilla, adquirió una gran importancia. La exportación de la
seda, que tuvo sus principales centros en Granada, Málaga, Vélez-Málaga o
Ronda, se convirtió en uno de los principales productos de manufactura, y su
importancia fue tal que los Reyes Católicos establecerían después de 1492 la
llamada "Renta de la seda de Granada". También se producían
intercambios comerciales a lo largo de la frontera terrestre granadina, a
menudo realizados de forma ilegal
Sociedad
Columnas nazaríes del Patio de los Leones, en el Palacio de la Alhambra de
Granada.
Conforme avanzaba la Reconquista cristiana, muchos musulmanes decidían huir
hacia el sur de la península. Así, cuando cayeron en manos cristianas los
reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y Murcia, algunos habitantes decidieron
marcharse al Reino Nazarí de Granada. Las minorías judía y mozárabe, que habían
sido abundantes en periodos anteriores en la zona del Reino Nazarí, casi habían
desaparecido durante la dominación almohade. Sin embargo, tan pronto como se
consolidó el Reino de Granada, volvieron los judíos, traídos por los mercaderes
cristianos que establecieron sus consulados en las principales poblaciones
granadinas. La presencia de mozárabes se redujo a grupos sueltos, refugiados
políticos y mercaderes, que fueron autorizados a practicar su religión en
privado. Se calcula en 500.000 los musulmanes que abandonaron el valle del
Guadalquivir camino de Granada o hacia el Norte de África.
Se podían distinguir dos grupos principales: la vieja población autóctona y la
nueva población venida de las tierras reconquistadas; y dos reducidos: los
voluntarios africanos y los elches y cautivos. Las circunstancias en las que
vivieron los habitantes nazaríes, hace que castellanos y aragoneses influyan
sobre todo en la indumentaria, la comida y la bebida.
Publicado por al-Andalus
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