miércoles, 18 de enero de 2012

Recetas. Curry de ave

CURRY DE AVE

Ingredientes

  • 1 y ½ K. de pollo
  • 1 cucharada de curry
  • ¼ litro de nata
  • 2 cebollas
  • ¼ L. de caldo de ave
Elaboración

Troceamos el pollo y salteamos en aceite de oliva (poco), junto  con las cebollas cortadas finas y el curry, cubrimos por completo con el caldo de ave. Agregamos un ramillete de finas hierbas, tapamos y dejamos cocer. Reducimos el fondo de  cocción y ligamos con  la nata.

Recetas. Crema tostada

CREMA TOSTADA

Ingredientes

  • 1 L. de leche
  • 75 gramos de maicena
  • 4 Huevos
  • 1 Cáscara de limón
  • 25 gramos  de mantequilla
  • 250 gramos de azúcar
  • 1 Ramita de vainilla
Elaboración

En un cazo mezclamos la maicena, las yemas  y 150 gramos de azúcar, batimos con la varilla y se agrega poco a poco la leche previamente hervida con la  cáscara de limón y la ramita de vainilla. Volvemos a poner al fuego y cuando rompa a hervir se separa y  se bate suavemente para que pierda el calor, se le agrega la mantequilla y cuando esté templada se vierte en cazuelitas de barro.

Una vez completamente frías, se cubre con una capa de azúcar (50 gr.) y se tuesta con el soplete (hoy los venden en muchas tiendas y baratos), hasta que presente un color de caramelo oscuro.

Se baten dos claras, añadiendo al empezar unas gotas de limón, y cuando estén a punto de nieve fuerte, se le agrega el resto del azúcar, batiéndolas nuevamente. Colocamos en una manga pastelera de boquilla rizada y se hace un adorno alrededor de la fuente y un detalle en el centro.

Recetas. Costrada Navarra


COSTRADA NAVARRA

Elaboración

  • 300 GRAMOS DE PAN PARA SOPA
  • 4 Cebollas
  • 4 zanahorias pequeñas
  • 1 Vaso de aceite de oliva
  • 4 huevos
  • 150 gramos de chorizo de Pamplona
  • 1 y ½ L de caldo de carne o pollo

Elaboración

Tostamos el pan, previamente cortado en rodajas, en  el horno. Freímos el chorizo, partido en rodajas muy finas. Con la zanahoria y las cebollas peladas y cortadas finamente, agua y sal y un chorreón de aceite, haremos un puré espesito.

En una cazuela de barro  por persona (4), pondremos una capa de pan tostado, otra capa de chorizo frito, y otra capa de puré de zanahorias y cebolla. La última capa será de pan. Añadimos el caldo caliente y un poco de grasa que nos habrá sobrado de freír el chorizo. Metemos la cazuela en el horno con un huevo cascado encima de la sopa, y estará hecha así que veamos que los huevos estén cuajados.





Recetas. Budin de merluza con salsa de marisco

BUDIN DE MERLUZA CON SALSA DE MARISCO

Ingredientes:

  • 1 K. de merluza
  • 200 gr. De migas de pan
  • 50 gr. De mantequilla
  • 5 huevos
  • 1 y ½ vaso de  leche caliente
  • Nuez moscada
  • Sal
Elaboración

Cocemos la merluza en agua fría con sal y retiramos cuando el agua empiece a hervir y dejamos templar. Sacamos entonces el pescado, quitamos la piel y las espinas, desmenuzamos muy fino.

En un bol ponemos las migas de pan con leche hirviendo y cuando este bien embebida mézclela con el pescado y macháquelo bien, hasta que este todo integrado. Añadimos la mitad de la mantequilla, que se deshaga bien, y luego añadimos las yemas de los huevos, la sal y un poco de nuez moscada, y al final las claras montadas a punto de  nieve. Untamos un molde con el resto de la mantequilla y vertemos el contenido de la mezcla dentro del molde. Encendemos el horno y ponemos  a 180ºC, una vez caliente el horno metemos el molde del budín en baño Maria con agua hirviendo, y mantenerlo en el mismo al menos una hora a una temperatura d  140ºC.


Elaboración de la salsa de marisco

En una sartén ponemos a calentar con 25 gramos de mantequilla unas cabezas de langostinos sazonados con sal y pimienta a fuego vivo durante 5 minutos, retiramos y reservamos. En esa misma  grasa ponemos la cebolla muy picadita, así como 300 gramos de tomate rallado, hierbas aromáticas, una pizca de cayena en polvo, perejil muy picado, y rehogamos todo unos 5 minutos, añadiéndole un vasito de vino blanco, dejamos cocer unos 10 minutos a fuego suave.

 Aparte rehogamos las colas de los langostinos que servirán de adorno. Pasamos la salsa por el chino después de batida.

Cuando este el budín, desmoldamos  con cuidado en una fuente para servir. Cubrimos con la salsa y adornamos con las colas de langostinos.

martes, 17 de enero de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus. Comportamiento y habitos en la mesa en Al-Andalus

COMPORTAMIENTO Y HABITOS EN LA MESA EN AL-ANDALUS


 Los andalusíes eran amantes de la vida y de sus placeres, a través de las fiestas, de la música, de la poesía, de la comida y la bebida. La refinada mujer andalusí, en la cocina se hacia virtuosa y se esmeraba preparando sabrosos alfajores y pestiños, albóndigas con comino, gachas de carne y sémola, cuscús, empanadas de guisantes y merluza, pescado al cilantro verde o berenjenas rellenas.
AGUAMANIL
Los animales rellenos con otras piezas más pequeñas, volaterías, frutas o verduras, constituían una sofisticada exquisitez. Es el caso del carnero con el vientre abierto y vaciada sus entrañas, al que se rellena con gallinas, palomas, perdices y migas de pan (pan que esta riquísimo, lo he probado las veces que he estado en Marruecos y es extraordinario u blandito), acompañando de albóndigas, longanizas y huevos, se cose el vientre y se pone todo en el horno.


Habitualmente, la comida diaria era más austera, sobre todo entre los menos pudientes que, como en todas las épocas, eran los más. La carne era un lujo para las familias humildes, reservadas solo para las fiestas religiosas.
En invierno se tomaban sopas u otras féculas con carne picada. Mas popular era una papilla de carne picada y trigo cocido con grasa, los purés de lentejas, garbanzos o habas, y las sopas de verduras bastantes especiadas.


Cuenta un texto medico de la época respecto al consumo de lentejas, garbanzos, altramuces o habas que todas ellas engendran ventosidades y son productivas de esperma, por lo que incitan a fornicar.


En el verano, se inclinaban por las ensaladas y los entremeses fríos, con fuertes salsas, y frutas variadas. El pescado se tomaba en cualquier época del año, cuando había ocasión.
La clase alta se distinguía, además de por sus posesiones y nivel de vida, por el arte que emanaba de su cocina. Con varias cocineras multirraciales, su alimentación era plural y refinada, siempre en busca de nuevos y sorprendentes platos.


Existían, como complemento, abundantes libros de recetas (algunos de los cuales se conocen actualmente) y el aporte continuo de platos traídos de otros rincones del mundo islámico como las albóndigas de carne y algunos dulces iraquíes.
La vida domestica se desarrollaba en los barrios fortificados de la Medina que, para mayor seguridad, se cerraba de noche mediante dos puertas.


Las viviendas, austeras y sobrias en su exterior, podían ser muy lujosas en su interior. Se organizaban en torno a un patio, en el que se ubicaba una alberca o un pozo (si la familia se lo podía permitir). Las alcobas, salones, la cocina y la sala para comer se abrían a este espacio y se distribuyan también en torno a la galería superior.


El comedor contaba con esteras y cojines, donde se sentaban a la morisca, alrededor de una mesa poco elevada. Las herramientas en la mesa eran una escudilla de loza para cada comensal y una simple cuchara, generalmente de madera, jarras también de barro y vasos o copas de cristal transparente, que sustituyeron a las antiguas copas de oro y plata, que seguían utilizando los nuevos ricos.
Palangana
El primer europeo que descubrió la formula para fabricar el vidrio fue un hispanomusulmán de Cabra, llamado Aben Firnas (S.IX). Este hallazgo, convirtió a Al-Andalus en fabricante y exportadora de objetos de cristal. También fue popular en estas tierras la loza vidriada, artesanía que sigue viva aun en el levante español. En el siglo XV era habitual el traslado de esta cerámica morisca a las casas de los nobles de Flandes e Italia.


Las fuentes y los platos estaban bellamente labrados y ornados con  motivos naturales. Los manteles que cubrían la mesa eran de cuero fino (córdoban) y no de lino burdo, como en el resto de Europa.


La carne llegaba ya troceada a la mesa, facilitando su asimiento con dos o tres dedos. El padre de familia comía primero en una poderosa soledad, quien elegía los mejores bocados, seguidamente se sentaban a la mesa sus hijos varones y, a su término, las mujeres de la casa; sus mujeres e hijas.
En todas las clases sociales se cocinaba con muchas especias (jengibre, azafrán, cilantro, canela, pimienta, comino) y se consumía gran cantidad de pasta (fideos, macarrones) y de  arroz. La típica paella valenciana proviene de aquellos antepasados y el arroz con leche era habitual tras sus comidas.


La gastronomía andaluza de hoy –no nos cansamos de repetir- tiene profundas huellas de la cocina árabe de Al-Andalus. Su refinamiento, desconocido en Europa, transformo muchas costumbres anquilosadas.


Fueron los andalusíes los que crearon la sala de comer o comedor y el actual orden de servicio de los platos.
Fuente llana de oro
Ziryab, arbitro de la elegancia cordobesa y famoso músico venido de  Bagdad, propone el orden en que han de servirse los alimentos en la comida: “sopas y caldos primero, entradas de carne y aves sazonadas después y, finalmente, postres azucarados, dulces y pasteles de nueces.”. También,  como  los romanos, Abu Nuwa fijo el numero ideal de comensales: “menos de tres en soledad y mas de cinco es el bazar”.


Cuando en las tierras de Al-Andalus se ponía la mesa para cualquier celebración, el perfume de las esencias podía dejar en trance a los comensales. Allí se daban cita el laurel, el ajo, el cilantro, el comino, la pimienta y la canela, que ejercía de reina de toda  esa perfumada corte, sin desdeñar las hierbas como el hinojo, la hierbabuena, el tomillo y el romero.
La comida debía estremecer a los cinco sentidos. Era importante la  distribución de los distintos alimentos en la mesa, sus colores y su aroma, su textura y su gusto, al igual que el sonido de una fuente próxima o el de una música agradable que se filtra amorosa entre las celosías y los tapices.


En invierno, como es natural, se comía caliente, cocidos y guisos especialmente pesados. Este menú se iba relajando conforme avanzaba la primavera con ligeros platos conformados con aves y verduras, para acabar con frutas y manjares frescos a la llegada del estío.


Del mismo modo, según la edad de los comensales, las reglas tacitas de al-Andalus dictaban que el niño debía ser amamantado hasta los dos años. A partir de ahí, y siempre con una evolución lógica, el infante debía ser alimentado con comidas sólidas, hasta los diez años, a partir de los cuales, con sabia moderación, ninguna comida estaría vedada, a no ser por prescripción medica o religiosa.
Como precepto general se impone pensar que cada individuo debía consumir lo suficiente según sus necesidades y dependiendo de sus posibilidades. Para los ancianos, la norma aconsejaba moderación y una dieta a base de verduras y frutas a ser posible.


Como en todas las sociedades acomodadas, en al-Andalus surgió la figura del aprovechado, del buscavidas que no dejaba pasar una ocasión para comer gratis. En la ciudad de Córdoba, en  el siglo X, Abd Rabí escribía:


“entre las costumbres censurables se encuentra la de la gorronería, que consiste en apuntarse al convite al que uno no ha sido invitado. La primera especie de gorrón, del que todos toman nombre, es el gorrón de banquete de bodas. Uno de estos decía a sus colegas: “cuando uno de vosotros entre a un banquete de bodas, no debe mirar a un lado y a otro dudando; antes bien debe escoger inmediatamente el lugar donde va a sentarse. Si hay en el convite muchos comensales, que pase y no se quede mirando a la gente, para que la familia de la mujer crea que es pariente del novio y este piense que es uno de los invitados de la novia. Si hubiera en la entrada un  portero grosero e insolente, comience al punto por él, ordenándole o prohibiéndole algo, sin enfadarse, sino entre buenos consejos y educados modales”


Pero los buenos usos y costumbres relativos a la alimentación no afectan solo a la mesa o a la familia en concreto, sino a toda la comunidad. Se recoge en el primer volumen de la Historia de Andalucía de Editorial Planeta, en palabras de Ib Abd al.Rauf, algunas normas de convivencia en las ciudades:


Nueve reglas básicas:


Es interesante relacionar aquí las reglas básicas de comportamiento en la mesa, que todo musulmán debía observar:


  • En primer lugar, como hemos visto,  era menester lavarse las manos, antes y después  de las comidas.
  • Seguidamente, era de buen creyente, mencionar cualquiera de los noventa y nueve nombres de Ala (dios) al comenzar la comida (Bismilah es lo mas común y correcto, significa, en el Nombre de Dios”), dándole las gracias a su terminación por haber hecho posible, con su infinita bondad, el alimento de ese día.
  • En caso de reunión, todos los comensales debían sentarse al mismo tiempo y esperar para levantarse hasta que el último hubiera acabado.
  • La cuarta norma dictaba tomar la comida con la punta de los tres principales dedos de la mano derecha (puesto que la izquierda se reservaba para otros menesteres), tratando de apresar la menor cantidad posible de alimento.
  • Era un buen comensal prolongar la masticación deslizando el bolo alimenticio lentamente (algunos pueblos orientales comentan que el bocado se debe masticar hasta cien veces).
  • Con la fuente centrada en la mesa, como sexta regla, se debe uno servir de la parte más próxima a su plato y, en caso de que la fuente contenga especias variadas, debe abstenerse de hacer selección alguna.
  • Es absolutamente impropio, por otra parte, soplar la comida o la bebida por muy caliente que esté.
  • El participante en el almuerzo debe permanecer sentado en actitud reposada, es inadmisible acodarse en la mesa o molestar con su cuerpo a las personas que se hallen a ambos lados.
  • Por ultimo, es impropio de una persona educada escarbarse los dientes, limpiarse las uñas, escupir o sonarse en la mesa. En el caso de que fuera imprescindible estornudar, toser, o sonarse la nariz,  debe hacerse doblando la cabeza hacia atrás.


Sin ir más lejos, el Corán afirma que la higiene es una parte inseparable de la práctica de la fe. De tal manera, tanto en la cocina como en los hábitos de la vida diaria, el musulmán debe procurar ser limpio y mantener actitudes saludables.


Bibliografía:


Extractos de  “Herencia de la cocina andalusí” de Jorge Fernández Bustos y José Luís Vázquez González.






Recetas. Carrilleras de ternera guisadas

CARRILLERAS DE TERNERA GUISADAS
Ingredientes

  • 2 carrileras de ternera
  • 2 cebollas
  • 2 tomates
  • 2 puerros
  • 2 dientes de ajos pelados
  • 3 pimientos rojos asados
  • Harina
  • 1 huevo
  • Sal
  • Aceite de oliva
Elaboración

En una cacerola con agua, un puerro y una cebolla, ponemos a cocer las carrileras limpias. Cuando pase una hora aproximadamente las sacamos, las dejamos enfriar un poco y las cortamos en láminas o rodajas. Las  rebozamos en harina y huevo  y la freímos.

El caldo de cocción lo colamos. En una sartén rehogamos la otra cebolla y el otro puerro junto con los ajos. Cuando se estén haciendo, incorporamos los tomates sin y troceados. Dejamos que se vaya haciendo este refrito.

Vertemos el caldo de la cocción y los pimientos rojos asados y cortados en tiras. También las carrilleras. Dejamos que se haga todo unos 15 minutos.

Recetas. Pastel de pollo

PASTEL DE POLLO
Ingredientes

  • 4 pechugas de pollo
  • 150 gramos de champiñones laminados
  • 1 Cebolla
  • 2 Huevos
  • Pan rallado
  • Perejil
  • Aceite
  • Sal

Elaboración

Rehogamos en una cazuela los champiñones laminados y la cebolla muy picada. Cuando estén hechos lo reservamos.

Picamos el pollo en pedazos muy pequeños y lo mezclamos con los champiñones, la cebolla los dos huevos batidos, un poco de pan rallado y un poquito de perejil picado. Lo salamos.

En un molde untado con aceite de oliva, vertemos el preparado anterior, lo cubrimos con papel plata y lo ponemos en el horno precalentado unos 45 minutos a 200ºC. Una vez pasado ese tiempo sacamos del molde y lo dejamos enfriar, aunque también puede comerse templado.

Podemos acompañar con una salsa de tomate.

Recetas. Costillas de cerdo asadas

COSTILLAS DE CERDO ASADAS
Ingredientes

  • 1 y ½ de costillas de cerdo carnudas
  • 1 vaso de vino tinto
  • 1 vaso de vino blanco
  • Caldo de carne
  • Cebollas
  • Patatas
  • Harina fina de maíz
  • Tomillo
  • Laurel
  • Aceite de oliva
  • Pimienta
  • Sal
  • Zumo de limón
Ingredientes

Comenzamos haciendo la guarnición. Torneamos las patatas y las freímos, mientras mezclamos en un  cuenco mantequilla fundida, tomillo, sal y pimienta con zumo  de limón. Una vez fritas las patatas las colocamos en una fuente de horno y las bañamos con la mezcla anterior, de hornean hasta que estén tiernas.

Para el plato principal, usaremos las costillas cortadas a lo largo, las colocamos en una fuente, la salpimentamos, las regamos con un vaso de vino blanco y un vaso de vino tinto. Picamos en juliana muy fina las cebollas y cubrimos con ellas las costillas. Incorporamos unas ramas de tomillo, un par de hojas de laurel y lo dejamos todo macerando durante un par de horas.

Las colocamos en una fuente de horno, la introducimos en el previamente calentado,  mientras reducimos el líquido de maceración y lo espesamos con harina fina de maíz.

Se añade el jugo resultante del horneado a la salsa espesada y se presentan las costillas junto con las patatas asadas.

Recetas. Nidos de patatas

NIDOS DE PATATAS

Ingredientes

  • 1 k. de patatas
  • 30 gramos de mantequilla
  • 2 cucharadas de leche
  • 1 huevo
  • 250 gramos de carne picada
  • 100 gramos de cebolla
  • 1 vaso de vino blanco
  • 2 cucharadas de pan rallado
  • 3 Cucharadas de aceite de oliva
  • Sal
  • Pimienta
  • Nuez moscada
  • Ajo
Elaboración

Preparamos primero el relleno. En una sartén se calienta el aceite y se echa la cebolla muy picadita, el ajo muy picado, rehogamos un poco y agregamos la carne picada, el vino y dejamos cocer lentamente, removiendo de vez en cuando para que se vayan integrando los ingredientes, salpimentamos, añadimos u n  pizca de nuez moscada y agregamos el pan rallado.

Ponemos a cocer las patatas con  la piel y cuando estén cocidas se mondan y se pasan por el tamiz o pasapurés. Se añade la mantequilla derretida, la leche y la yema del huevo y amasamos bien el puré.


Se hacen doce bolas y se aplastan un poco, haciéndoles un hueco en el centro. En dicho hueco se pone un par de cucharaditas del relleno y se van colocando en una placa enharinada. Cuando estén todos los nidos hechos se bate la clara de huevo a punto de nieve y con una cucharadita se va poniendo un montoncito encima d cada nido, metemos en el horno previamente calentado y cuando estén doradas se sacan.