viernes, 28 de noviembre de 2025

ABD ALLAH AL-MUZAFFAR AL-NASIR

 

'ABD ALLAH AL-MUZAFFAR AL-NASIR

‛Abd Allāh al-Muẓaffar al-Nāṣir. Abū Muḥammad ‛Abd Allāh b. Buluggīn b. Bādīs b. Ḥabūs b. Māksan b. Zīrī b. Manād al-Ṣinhāŷī. Granada, ḏū l-qa‛da 447 H./I.1056 C. – Āgmāt (Magreb), post. 488 H./1095 C. Último rey de la taifa de Granada (467 H./1075 C. - raŷab 483 H./IX.1090 C.)

Rey de Taifa

Biografía

El menor de los nietos conocidos del rey Bādīs era ‛Abd Allāh, que residía en Granada cuando murió su abuelo, en 467 H./1075 C., y, según precisa su biógrafo Ibn al-Jaṭīb, los “funcionarios palatinos” (juddām dawlati-hi) y los jeques inhāŷa (ašyāj qabīlati-hi), pese a su juventud, unos diecinueve años, le prefirieron sobre su tío Māksan, que regía Jaén, y sobre su hermano mayor Tamīm, que regía Málaga, y le invistieron del poder, bajo la tutoría de uno de ellos, Simāŷa, que durante casi dos lustros ejerció como todopoderoso visir. Su padre era uno de los dos hijos conocidos de Bādīs, y se llamaba BuluggīSayf al-Dawla (“Espada de la dinastía”), que había muerto envenenado, en 1064, a los 25 años de edad. Es curioso que las fuentes árabes no coincidan en fechar la muerte de Bādīs y el acceso al trono de ‛Abd Allāh, oscilando entre 465 H./1073 C., 469 H. /1077 y la más probable: 467 H./1075 C.

Escribió sus Memorias, entre 1094-1095, conservadas en manuscrito único en la Qarawiyyīn de Fez, que son un extraordinario documento de su historia, y acción insólita entre los soberanos medievales; aunque redactadas después de ser depuesto por los Almorávides, ya en Āgmāt (Magreb), y debiendo halagarles, contienen las pistas esenciales sobre los deterioros de las taifas, entre ellas la de Granada: pugnas dinásticas, conflictos administrativos, heterogénea población, ataques entre taifas, acoso militar y tributario cristiano [...] el emir ‛Abd Allāh no pudo enderezar tanto problema: “cobarde [...]. asustadizo, dado a los placeres, y que confiaba los visiratos a sinvergüenzas”, le retratan algunas fuentes árabes, sobre las cuales comentarán los especialistas modernos, como E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, al introducir su traducción de las Memorias o autobiografía de ‛Abd Allāh, su extraño destino y su falta de cualidades: “un tiranuelo impopular” que, ya en su destierro africano, “irá precisándose en su pensamiento la necesidad de reaccionar contra la opinión de su contemporáneos, que hasta entonces lo han tenido por un mentecato y un traidor al Islam.... [y escribirá sus Memorias] como una justificación de su conducta”. Las tituló al-Tibyāan al-ḥādita al-kā’ina bi-dawlat Banī Zīrī fī Garnāṭa (Exposición de los sucesos acaecidos en el Estado de los Zīríes de Granada). En sus Memorias muestra su arabización cultural.

Adoptó el sobrenombre pseudo-califal de al-Muẓaffar, “el Triunfante”, que también había llevado su abuelo, y que además contenía referencias al ejercicio del poder por parte de los chambelanes Āmiríes, pues así se tituló el primero de los hijos de Almanzor en sucederle, ‛Abd al-Malik al-Muaffar, y ahora, exhibido dos veces por los beréberes Zīríes de Granada, parece sobre todo un reto al partido pro-‛Āmirí de las taifas eslavas, con quien tanto pugnaban. Pero las pretensiones de este ‛Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, aún volaron más alto, pues para mostrar que no se amilanaba frente a las reminiscencias omeyas de que alardeaban las taifas “andalusíes”, también enemigas de los Zīríes, y especialmente entre ellas la taifa de Sevilla, este ‛Abd Allāh duplicó su titulatura con al-Nāṣir (“el Triunfador”), como había llevado el primer Califa de Córdoba ‛Abd al-Raḥmān al-Nāṣir, y que sólo se atrevió a adoptar otro rey de taifas, unos años antes que él: Muḥammad ibn ‛Īsà al-Nāṣir de los Banū Muzayn de Silves. Sin embargo, el emir ‛Abd Allāh sólo acuñó monedas de plata, y en esos dirhemes no consta su lugar de ceca.

Su emirato se inició con el agrio sabor de la presión cristiana. Alfonso VI y su aliado el rey al-Mutamid de Sevilla le cogieron parte del territorio jiennense, incluso Jaén, en 1074, alzándole la cuña del castillo de Belillos, desde donde algareaban la Vega granadina. ‛Abd Allāh perdió plazas, tuvo que entregar otras y pagar parias. Hacia 1082 empezó a ocuparse el emir granadino más directamente de todo, y el visir Simāŷa se trasladó a Almería, alentando allí algún conflicto territorial entre ambas taifas. Al poco, su hermano Tamīm de Málaga empezó a atacarle, por Almuñécar y Jete; contraatacó el emir de Granada, y al cabo ambos hermanos pactaron el reparto de varios enclaves, “aunque le privé de otros territo­rios, de cuyos habitantes era de temer que, instigados por él, perturbaran mis dominios”, según confiesa en sus Memorias, es decir, las rebeldías locales estaban latentes: aún tuvo que reducir ‛Abd Allāh las de Archidona y Antequera, y seguir aplacando conjuras en su misma corte.

El final se precipitó. En muarram 478 H./mayo de 1085 C., Alfonso VI conquistó Toledo. Antes de aquel mayo de 1085, en que al-Andalus retrocedió hasta el centro de la Península, ya se habían entablado contactos con los Almorávides, sobre todo por iniciativas aisladas e individuales, e incluso a veces por razones personales, según cuenta el emir ‛Abd Allāh en sus Memorias: que su hermano Tamīm de Málaga, pidió ayuda a los Almorávides contra él, aunque ellos no le hicieron caso, pero después de tan alarmante fecha, el recurso a los Almorávides fue oficial y por intereses generales, protagonizado tal recurso incluso por los reyes de las taifas de Sevilla, de Badajoz y de Granada, en realidad sólo entonces unidos en una acción conjunta, tan crítica la situación resultaba. Con cadíes de esas taifas, y algún otro personajes significativo, partió entonces una embajada para pedir auxilio a los Almorávides, cuyos ideales de Guerra Santa, requeridos también por sus planteamientos ortodoxos, armonizaban con su intervención en al-Andalus, adonde llegaron por primera vez en 1086, para ayudar a las taifas, venciendo a Alfonso VI en Sagrajas o Zallāqa. El pujante movimiento político-religioso les llevó a formar un Imperio por el Occidente y Centro del Magreb, originado por reciente reacción de los beréberes inhāŷa, oriundos los Almorávides del Occidente del Magreb, pero contríbulos de los zīríes granadinos, que eran inhāŷa de Ifrīqiya o Túnez.

Tras esa victoria, en 1086, el emir Yūsuf ibn Tāšufīn regresó al Magreb, pero la incapacidad política, militar y económica de las taifas continuaba, e incluso seguían en tratos con Alfonso VI, que atacó por Aledo, y el emir almorávide decidió apoderarse de las taifas, comenzando por Granada. El apoyo de alfaquíes y ulemas, el inicial entu­siasmo de los andalusíes por los Almorávides, y su predicada ortodoxia política y fiscal, les facilitó en parte su conquista de las taifas andalusíes, cuya fragmentación contrariaba además la política ortodoxa de unión centralizada, que los Almorávides propugnaban. No faltan versos políticos (como los de al-Sumaysir, traducidos en la revista Al-Andalus (1936: 125), que critican al señor de Granada, el emir Abd Allāh: “El señor de Granada es un necio / que se cree el hombre más sabio. / Trata con Alfonso y los cristianos, / ¡vaya juicio más discreto!, / y fortifica edificios, desobedeciendo / a Dios y al emir [almorávide]”.

El propio emir Abd Allāh, incapaz de resistir tantos conflictos, detalla su crítica situación y el final de su reino en sus Memorias: Yūsuf ibn TāšufĪn avanzó sobre Granada, donde la población le esperaba alborozada, y ‛Abd Allāh salió a entregarle el poder, el domingo 8 de septiembre de 1090. Un mes después, los Almorávides ocuparon la taifa de Málaga, en parecidas circunstancias. Ambos reyes hermanos, ‛Abd Allāh y Tamīm, que eran de origen beréber inhāŷí como el mismo emir almorávide, tratados con bastante miramiento, fueron deportados al Magreb, adonde regresó también el emir almorávide, dejando a su sobrino Sīr al frente de sus nuevos territorios y de los siguientes proyectos de conquista, realizados con planificación militar excelente, proponiéndose a continuación acabar con la extensa taifa de Sevilla.

Sobre la heterogénea población de la taifa granadina hay valiosas, aunque aisladas, referencias en las Memorias de Abd Allāh, pues, por ejemplo, documenta aún la importancia del poblamiento cristiano en algunos enclaves, al señalar cómo: “Riana y Jotrón, cuyos habitantes eran cristianos, por estar situados entre ambos territorios [la taifa de Granada y la de Málaga] no podían rebelarse contra ninguno de los dos”. El párrafo alude también a la condición “levantisca” atribuida con frecuencia por las fuentes a las poblaciones, sobre todo rurales, de cristianos andalusíes, que se encontraban ya en minoría dentro del conjunto de la población andalusí. También los judíos de Granada disminuyeron desde la segunda mitad del siglo XI, por conversión real o figurada y por emigraciones. El detonante fue el alzamiento contra el todopoderoso cortesano de Granada José ibn Nagrela y contra los demás judíos granadinos, en diciembre de 1066, muriendo muchos. Una famosa casida del alfaquí Abū Isḥāq de Elvira prendió la mecha: “Ve y di a todos los inhāŷa, lunas de su tiempo, valientes leones / las palabras de uno que les quiere y cree que un consejo es prueba de amigos y deber sagrado. / Vuestro señor [Bādīs de Granada] ha caído en un error grave que a los maldicientes les ha dado tema: / pudiendo elegirle entre los musulmanes, nombró a un infiel [judío] secretario suyo. / Con él los judíos se han vuelto altaneros, siendo antes los más despreciados...”. En sus Memorias, el emir ‛Abd Allāh no menciona estos famosos versos, pero no deja de comentar estos sucesos, ocurridos en tiempos de su abuelo y antecesor, pues a José ibn Nagrela le responsabiliza del envenenamiento de su propio padre, Buluggīn ibn Bādīs, en 1064. Sobre estas tensiones, las Memorias detallan también la rebelión de los judíos de Lucena, y el conflicto con los Zanāta. Al emir ‛Abd Allāh le correspondieron quince años de crítico reinado, sobre los cuales y sobre sus antepasados proyectó una inaudita luz en su inusual autobiografía.

Es notable que ‛Abd Allāh, dejando su Granada como cuatro siglos después tuvo que hacer Boabdil, también comparte algún protagonismo con su madre, según cuenta él mismo, incluyendo de ella varias referencias, como la de su partida conjunta mientras entraban los Almorávides: “al salir de Granada, en efecto, la idea de que podía ser encarcelado me hizo temer verme separado de mi madre, si la dejaba en el alcázar, y salí con ella, sin cuidarme de la suerte de nadie más”. Pinceladas humanas de un autorretrato excepcional, pero atiéndase al significativo comentario (G. Martínez Gros, 1986: 375): “notons enfin que les femmes n’apparaissent qu’avec la crise de la monarchie”.


Obras

Muḏakkirāt, āgmāt (Magreb), siglo XI (ed. de E. Lévi-Provençal, en Al-Andalus, III [1935], págs. 233-344

IV [1936-1939], págs. 29-145

VI [1941], págs. 1-63

Muḏakkirāt al-amīr ‛Abd Allāh, ed. E. Lévi-Provençal, El Cairo, 1955

trad. de E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, El siglo XI en 1.ª persona. Las “Memorias” de ‘Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, destronado por los Almorávides (1090), Madrid, Alianza Editorial, 1980 [reimprs. post.]

ed. y trad. inglesa de A. T. Ṭībī, Leiden, Brill, 1986 y 1997: The Tibyan: Memoirs of Abd Allah B. Buluggin, Last Zirid Amir of Granada

y ed. Rabat, 1995).

Bibliografía

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Ibn Sa‛īd, al-Mugrib, al-Andalus, s. XIII (ed. de J. al-Manṣūr, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 1997, 2 vols.)

Ibn ‛Iḏārī, al‑Bayān al‑mugrib, Magreb, s. XIV (vol. IV, trad. de A. Huici Miranda, Nuevos fragmentos almorávides y almohades, Valencia, Caja de Ahorros, 1963)

Ibn al‑Jaṭīb, Acmāl al-Aclām, al-Andalus, s. XIV (ed. de S. K. Ḥasan, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 2002

trad. de W. Hoenerbach: Islamische Geschichte Spaniens, Zürich-Stuttgart, 1970)

Ibn al-Jaṭīb, al‑Iḥāṭa fi ajbār Garnāṭa, al-Andalus, s. XIV (ed. de Y. al-Ṭawīl, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 2002)

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M. Q. Ṭawīl, Mamlakat Garnāṭa fī ‛ahd Banī Zīrī al-barbar, Casablanca-Beirut, Maktabat al-waḥda al-‛arabiyya, 1414 H./1994

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A. Ben Abdesselem, La vie littéraire dans l’Espagne musulmane sous les mulūk al-ṭawā’if, Damasco, IFPO, 2001, págs. 107-129

E. M. Gerli, “Abdallāh ibn Bullugīn [sic], King of Granada”, en E. M. Gerli (ed.), Medieval Iberia. An Enciclopedia, Londres, Routledge, 2003, pág. 3

J. Lirola Delgado, “Ibn Buluqqīn [sic], ‛Abd Allāh”, en J. Lirola Delgado y J. M. Puerta Vílchez (dir.), Enciclopedia de al-Andalus. Diccionario de Autores y Obras andalusíes, Granada, Fundación El Legado Andalusí, s.a. [c. 2002], I, págs. 669-671

A. Canto y T. Ibrahim, Moneda andalusí. Colección del Museo Casa de la Moneda, Madrid, Fundación Real Casa de la Moneda, 2004

D. Porrinas González, “La percepción de los castillos en las Memorias de ‛Abd Allāh”, en V Estudios de Frontera: “Funciones de la red castral fronteriza”. Actas del Congreso celebrado en Alcalá la Real (2003). Homenaje a don Juan Torres Fontes, ed. de F. Toro Ceballos y J. Rodríguez Molina, Jaén, Diputación, 2004, págs. 617-630

R. Lardizábal, M. de Epalza, “La obra del Emir ‛Abd Allah de Granada (siglo XI): un alegato en un dramático proceso judicial”, Hesperia, 8 (2008), 151-156

J. Lirola Delgado, “Ibn Zīrī, ‛Abd Allāh”, en J. Lirola Delgado (dir. y ed.), Biblioteca de al-Andalus, Almería, Fundación Ibn Tufayl, 2009, VI, págs. 313-317

B. Sarr, “‛Abd Allāh b. Buluqqīn, semblanza y fin del último sultán Zīrí a través de la Iḥāṭa de Ibn al-Jaṭīb”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 62 (2013), 177-199

Mª J. Viguera Molins, “La autojustificación en la autobiografía: las Memorias de ‛Abd Allāh”, (en prensa).

 

ABD AL-AZIS AL-BAKRI

 

'ABD AL-AZIZ AL-BAKRI

‘Abd Al-‘Azīz Al-Bakrī. ‘Izz al-Dawla. ?, f. s. X – Sevilla, 450 H./1059. Soberano de la taifa de Huelva y Saltés.

Rey de Taifa

Biografía

Carecemos por completo de datos respecto a la biografía de este personaje, de tal forma que sólo disponemos de alguna información relativa a su actuación como soberano de la minúscula y efímera taifa que, con centro en las ciudades de Huelva y Saltés, gobernó entre los años 403-443/1012-1051.

El texto más completo para el estudio de la taifa Bakrí es aquél en el que el cronista cordobés Ibn Ḥayyān narra la conquista de la misma por el soberano de la taifa sevillana al-Mu‘taḍid b. ‘Abbād en el año 443/1051. Ibn Ḥayyān se ocupa únicamente del momento final de la taifa Bakrí, pero aun así se trata, del documento más importante para el conocimiento de su evolución e incluso constituye el texto cronístico más completo y detallado sobre hechos políticos acaecidos en la Huelva andalusí a lo largo de todo su devenir.

Al igual que la mayoría de los restantes reinos de taifas de la zona del Occidente de al-Andalus (Sevilla, Niebla, Mértola, Silves y Faro), el de Huelva y Saltés fue gobernado por un linaje de origen árabe, los Bakríes, cuyo miembro más célebre fue, sin duda, el geógrafo Abū ‘Ubayd ‘Abd Allāh b. ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī, hijo del ahora biografiado. Las fuentes árabes sitúan el ascenso de los Bakríes onubenses durante los últimos tiempos del califato de Córdoba, en la época de gobierno de Almanzor. Sabemos que Ayyūb b. ‘Umar al-Bakrī (m. 398/1008), fue titular de la magistratura de apelaciones en Córdoba y cadí de Niebla. Asimismo, Almanzor encargó a su hermano Abū-l-Qāsim Muḥammad b. ‘Amr b. Muḥammad b. Ayyūb al-Bakrī fortificar las fronteras y la dirección de una embajada para el establecimiento de la paz con los reyes y condes cristianos. Ambos hermanos participaron como testigos en la redacción del documento por el que el califa Hišām II al-Mu’ayyad cedió el poder a Almanzor, lo que refuerza la impresión del estrecho vínculo que unía a éste último con los Bakríes. En definitiva, se trataría, por lo tanto, de una familia que cabría incluir dentro de la denominada “élite ‘āmirí”, la nueva aristocracia del poder ascendida a los puestos de mando de la mano de Almanzor y a la cual se debe la fundación de varias taifas.

La preeminencia de los Bakríes onubenses es subrayada por Ibn Ḥayyān en su texto de la conquista de la taifa. Así, en relación al gobernante depuesto por al-Mu‘taḍid en 443/1051, Abū Zayd ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī, Ibn Ḥayyān pone de relieve la alta alcurnia y prominente posición del linaje en relación a la figura de su padre, a quien no cita explícitamente por su nombre. Son dos los elementos que Ibn Ḥayyān destaca en los Bakríes. Primero, su relevancia social y económica, que afirma al describirlos como familia noble, de abolengo, gloria y prosperidad. Segundo, su significación política, que justifica en base a la existencia de antiguos vínculos con el poder central de Córdoba y a relaciones familiares y de poder con los ‘Abbādíes de Sevilla. Para rematar su caracterización del linaje, Ibn Ḥayyān señala que los Bakríes eran superiores en mérito y nobleza a los Yaḥṣubíes, gobernantes de la taifa iliplense.

Respecto al origen de la proclamación de ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī dependemos del texto de la Crónica anónima, único que aporta datos relativos al momento de constitución de la taifa. En el año 403 H/1012, ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī, señor de Huelva y Saltés, recibió el juramento de proclamación, ceremonia mediante la que quedaba convertido en soberano de dicha zona. Desde el punto de vista cronológico, la taifa de Huelva y Saltés representa uno de los más tempranos movimientos de secesión respecto al centralismo califal, contándose entre los primeros territorios en abandonar la obediencia de Córdoba.

Uno de los problemas existentes en torno a la taifa Bakrí es el relativo a la existencia de uno o dos soberanos al frente de dicha taifa, íntimamente relacionada con el de la identidad de ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī, a quien todas las fuentes coinciden en señalar como el gobernante de la misma en el momento de su conquista por al-Mu‘taḍid b. ‘Abbād. En cambio, no existe la misma unanimidad en las fuentes a la hora de designar la relación de paternidad (kunya) de dicho personaje, lo cual suscita ciertas dudas acerca de su identidad y, en segunda instancia, obliga a plantear la cuestión de la posible existencia de dos gobernantes Bakríes al frente de la taifa onubense. Ello, junto al carácter “heredado” que Ibn Ḥayyān atribuye al poder del Bakrí depuesto en 443 H/1051, permite plantear la hipótesis de la existencia de dos gobernantes sucesivos al frente de la taifa onubense. Esta posibilidad surge a partir de un análisis detenido y pormenorizado de las fuentes textuales de que disponemos, aunque su contrastación es problemática debido, como ya hemos indicado, al carácter a menudo contradictorio de los datos que las mismas suministran.

Sin embargo, lo cierto es que ningún texto alude de forma explícita a la existencia sucesiva de dos gobernantes en la taifa onubense. Al contrario, en algunas fuentes se asume de manera implícita la existencia de uno sólo y, por lo tanto, la inexistencia de sucesión en la cabeza del poder. No obstante, si bien es verdad que en ninguna parte se alude, ni si quiera de forma indirecta, a la existencia de más de un soberano al frente de la taifa de Huelva, no es menos cierto que en ningún texto se afirma explícitamente que hubiese un sólo gobernante ni tampoco que ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī fuese el único soberano de dicha taifa.

La taifa Bakrí da bastantes muestras de haber poseído una escasa consistencia política, entre las que pueden mencionarse las referencias que aluden a un reconocimiento, fuese momentáneo o permanente, de la autoridad de los Yaḥṣubíes de Niebla, así como la ausencia de acuñación de moneda, uno de los dos principales símbolos de soberanía en el Islam. Pese a ello, las fuentes describen en tono elogioso la actuación del soberano Bakrí, señalando que fue bienhechor, virtuoso y generoso y que su reinado fue una continua fiesta por la baratura de los precios y por la seguridad de los caminos.

Esas informaciones se complementan con los datos que va proporcionando la arqueología, que indican que el siglo XI coincide con una fase de actividad urbanística. Así, tenemos constancia de la realización de obras de acondicionamiento durante el siglo XI en el acueducto de Huelva, de origen romano, lo que revela un interés por el mejoramiento de las infraestructuras urbanas. De otro lado, recientes intervenciones realizadas en la zona de la Iglesia de San Pedro, el área de más antiguo poblamiento de la ciudad, llevan a afirmar que la fase comprendida entre el siglo XI y la primera mitad del XII se corresponde con el momento de ocupación más potente de todo el período islámico. Por todo ello, en virtud de la independencia política alcanzada y de los testimonios relativos al desarrollo urbanístico, puede decirse que la etapa Bakrí representa la época de apogeo de la Huelva islámica.

Leer menos

Bibliografía

R. Dozy, “Notice sur les Becrites, seigneurs d’Huelva et de Djezirat Schaltisch, et sur la vie et les ouvrages du célèbre Abou Obaid al-Becri”, en R. Dozy, Recherches sur l’histoire et la littérature de l’Espagne pendant le Moyen Âge, Leiden, 1849, págs. 292-307

F. Maíllo Salgado, Crónica anónima de los reyes de taifas, Madrid, 1991

La caída del califato de Córdoba y los Reyes de Taifas, Salamanca, Universidad, Estudios Árabes e Islámicos, 1993

A. García Sanjuán, La Huelva islámica, una ciudad del Occidente de al-Andalus, Sevilla, Ateneo de Sevilla, 2002.

Autor/es

  • Alejandro García Sanjuán

 

IDRIS II AL-ALI


IDRIS (II)

Idrīs (II): Abū l-‘Ulā’ Idrīs b. Yaḥyà b. ‘Alī b. Ḥammūd. ?, p. s. XI – Málaga, 446 H./1054-1055 C. Califa de al-Andalus, rey taifa de Málaga (en dos ocasiones).

Rey de Taifa

Biografía

Hijo del califa ḥammūdí de Al-Andalus Yaḥyà b. ‘Alī b. Ḥammūd al-Mu‘talī. Era aún menor de edad a la muerte de su padre, lo que pudo ser la causa de que tanto él como su hermano Ḥasan b. Yaḥyà fueran desplazados en la línea sucesoria por su tío Idrīs I al-Muta’yyad bi-llāh (427/1035).

Idrīs b. Yaḥyà acompañó a su hermano Ḥasan, gobernador de Ceuta, cuando éste cruzó el Estrecho de Gibraltar para ser reconocido como califa en Málaga. En una fecha imprecisa, Idrīs fue encarcelado en el alcázar malagueño, según algunas fuentes, por orden de su hermano el recién proclamado califa; según otras, ya tras la muerte de éste, por orden del caíd Abū al-Fawz al-Naŷā’ al-‘Alawī, quien intentaba así usurpar el poder. Al-Naŷā’ al-‘Alawī sería asesinado por un antiguo esclavo del difunto califa al-Qāsim b. Ḥammūd, tras un vano intento de conquistar Algeciras. Su muerte fue el detonante de la sublevación popular que terminaría con la vida de al-Saṭīfī, su hombre de confianza, y con la liberación de Idrīs b. Yaḥyà. Puesto éste en libertad, fue proclamado califa y tomó el título de al-‘Ālī (el Excelente), y fue reconocido como tal en Granada y Carmona (434/1042-1043).

Durante el gobierno de Idrīs II b. Yaḥyà al-‘Ālī, según Ibn Ḥayyān, al-Andalus se encontraba dividida en dos grandes bandos: el de los que le invocaba a él como califa, liderado por el emir bereber Bādīs b. Ḥabbūs al-Ṣinhāŷī, señor de Granada; y el de los andalusíes, a cuyo frente se encontraba Ibn ‘Abbād de Sevilla, que invocaban al supuesto Hišām II.

En un momento dado, Idrīs II encarceló en el castillo de Airós (Ayruš), cercano a Málaga, a sus primos Ḥasan y Muḥammad b. Idrīs [I]. Éste último sería liberado, protagonizando el levantamiento que lograría expulsar de Málaga a Idrīs [II] y traería como consecuencia la proclamación de Muḥammad b. Idrīs como califa, con el título de al-Mahdī (438/1047). Según algunas fuentes, Idrīs II sería encarcelado a su vez en Airós, y liberado posteriormente por un grupo de beréberes opuestos al nuevo califa de Málaga por su política antibereber. Política responsable de que algunos de ellos conspiraran contra al-Mahdī, ofreciendo a su tío Muḥammad b. al-Qāsim b. Ḥammūd el califato en Algeciras; califato que asumió con el título también de al-Mahdī (439/1047-1048). Esta proclamación supuso que, además de un supuesto califa omeya (Hišām II) alzado en Sevilla por los ‘abbādíes, tres califas ḥammūdíes fueran invocados al mismo tiempo en las mezquitas de al-Andalus: Muḥammad b. Idrīs en Málaga, Muḥammad b. al-Qāsim en Algeciras e Idrīs II b. Yaḥyà en Bobastro. Allí fue donde, según otras fuentes, Idrīs II se había refugiado tras ser expulsado de Málaga y desde donde intentó inútilmente recuperarla, con el apoyo de Bādīs b. Ḥabbūs de Granada. Ante la imposibilidad de recobrar el poder en Málaga, abandonaría el castillo de Bobastro dirigiéndose con su séquito a Ceuta, donde sería recibido por su gobernador Suqqūt Sawāŷŷāt al-Bargawātī. En todo caso, tras permanecer un tiempo indeterminado en Ceuta, regresó a la Península, instalándose, según unos en Comares, según otros en la corte de Abū Nūr b. Abī Qurra al-Īfranī de Ronda, donde sería reconocido como califa. Probablemente durante este período tuvo lugar en Málaga el magnicidio del califa Muḥammad b. Idrīs al-Mahdī (444 o 445/1053) y la subida al poder de su sobrino y sucesor Idrīs III al-Sāmī.

Parece ser que, tras la desaparición de la escena política de Idrīs III al-Sāmī, el mismo año de su subida al poder (444 o 445/1053), su tío Idrīs II al-‘Ālī fue reconocido por segunda vez como califa en Málaga, y como tal tomó, en esta ocasión, el título de al-Ẓāfir (el Victorioso). Allí debió de permanecer hasta que falleció de muerte natural (446/1054-1055), aunque algunas fuentes sitúan su muerte en Ceuta (444/1053). Le sucedió en el califato Muḥammad b. Idrīs al-Musta‘lī.

Las fuentes árabes le retratan como un hombre bondadoso y caritativo. Por su parte, la historiografía ha destacado su gran debilidad de carácter como la responsable de la cesión de varias fortalezas, e incluso, la entrega de su hombre de confianza, el visir Mūsā b. Affān, al emir Bādīs b. Ḥabbūs de Granada quien lo reclamaba para darle muerte. Idrīs II b. Yaḥyà al-‘Ālī destacó por sus conocimientos y dotes poéticas, así como por su labor de mecenazgo a literatos y poetas, entre los destacaron Abū Zayd ‘Abd al-Raḥmān b. Muqāna al-Ušbūnī y Abū ‘Abd Allāh b. al-Ḥannāṭ.

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Bibliografía

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Autor/es

  • Almudena Ariza Armada

 

martes, 25 de noviembre de 2025

SOPA MORUNA

 

SOPA MORUNA

Ingredientes

250 gr de cordero, picada

100 gr de mantequilla, o manteca de cerdo

250 gr de lentejas

4 huevos

250 gr de cebollas

4 dientes de ajos

1 limón

Sal

Cilantro

Perejil

azafrán en hebras

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

En una sartén, con la mantequilla sofreímos la carne picada junto con la cebolla y los dientes de ajos picados, removemos bien hasta que finalmente esta dorada.

Cocinamos las lentejas en agua hirviendo durante 4 minutos. Luego cambiamos el agua y cocinamos con la carne previamente chamuscada.

Añadimos un poco de agua fría de vez en cuando durante el tiempo de cocción y sazonamos con un poco de pimienta negra recién molida, cilantro, perejil, azafrán y sal.

Cuando las lentejas estén tiernas, añadimos poco a poco los huevos batidos, removemos bien y retiramos del fuego cuando este cuajado e integrando en la sopa. Agregamos unas gotas de limón y servimos con picatostes si lo deseas, yo así lo hice.

¡Buen provecho!