jueves, 25 de julio de 2024

ALBARO DE CÓRDOBA

 

ALBARO DE CÓRDOBA

Álbaro de Córdoba. ?, c. 800 − Córdoba, c. 863. Teólogo y escritor.

Este intelectual mozárabe afincado en Córdoba, según algunos de origen judío, fue sin duda educado en el cristianismo. Ambrosio de Morales postuló, sin pruebas sólidas, su ascendencia nobiliaria. De lo que no cabe duda es que era muy rico, ya que siendo un laico casado y probablemente con hijas pudo dedicarse sin problemas al estudio.

Álbaro es sobre todo conocido porque una parte de su vida corre pareja a los importantes hechos acaecidos en Córdoba a mediados del siglo ix: la muerte de cristianos que insultaban públicamente la fe musulmana para alcanzar de ese modo la salvación mediante el martirio, y la polémica desatada dentro de la iglesia en torno a esta práctica (había quienes la fomentaban y quienes la desaprobaban, e incluso la juzgaban pecaminosa).

Partícipe en dicha polémica religioso-política del lado de quienes apoyaban los martirios, Álbaro escribe el Indiculus luminosus. Su primera parte está dedicada a defender a los mártires voluntarios y la segunda al desprestigio de Mahoma mediante su asimilación con el Anticristo. Igualmente, inmerso en estos sucesos, cuando se consuma el martirio de su amigo Eulogio (11 de marzo de 859) emprende la redacción de una Vita Eulogii al hilo de cuya composición va produciéndose su decadencia física y anímica. Recibe el sacramento de la penitencia en 861, pero no debió de morir hasta más de un año después. En esta época, quien recibía dicho sacramento y no moría en breve debía llevar una vida prácticamente religiosa. Es precisamente en este lapso de tiempo cuando escribe suConfessio. Su muerte se produjo en 863 o muy poco antes. Pronto debió de ser aclamado como santo por el pueblo, porque en el calendario de Recemundo (961) el 7 de noviembre está dedicado a su memoria.

Además de las tres obras citadas, se conservan de Álbaro catorce cartas (doce en su epistolario, con ocho contestaciones de sus corresponsales; y otras dos copiadas junto a las obras de su amigo Eulogio), varios poemas y algunas notas quizá autógrafas escritas en los márgenes de sus lecturas personales. Gracias a estos documentos se pueden conocer otros aspectos de su vida.

Las cartas reunidas en su epistolario, cuya cronología no está unánimemente fijada por los especialistas, tienen los siguientes remitentes, destinatarios y temas: las epistulae I-VI son correspondencia retórico-teológica con Juan de Sevilla (un seglar, no el homónimo arzobispo sevillano vivo en 839). Pudieron haber sido escritas entre 848 y 851. Las VII y VIII (¿escritas en torno a 840?) se cruzan entre Álbaro y Esperaindeo (maestro de Álbaro y de Eulogio). La carta IX va dirigida al médico Romano, a propósito de una fundación patrocinada por Álbaro, hecho que prueba su riqueza, y debe probablemente datarse después de 861.

Suele aceptarse que la décima carta, anónima (“de un obispo a otro obispo”), está relacionada con las cartas XI-XIII, cruzadas entre Álbaro y el obispo Saulo, con sede en Córdoba del 850 al 861. Las seis debieron de escribirse en esos años. Las últimas cartas (de la xiv a la xx) son el intercambio epistolar de Álbaro con el judío Eleazar. Probablemente este Eleazar sea el diácono germano Bodo, de origen noble, quien en 839 se convirtió al judaísmo, cambió su nombre por el de Eleazar, se casó con una judía y marchó a vivir primero a Zaragoza y luego a Córdoba. De ser así, podrían fecharse en torno a 840.

Al margen de su epistolario se conservan otras dos cartas de Álbaro, que, por estar dirigidas a su amigo Eulogio en respuesta a las que éste le envió con motivo de la aparición de sus Memoriale Sanctorum Documentum martyriale, se copiaron junto a tales obras. También han llegado hasta nosotros bajo el nombre de Álbaro once poemas (Carmina), escritos en torno al año 850, y se atribuyen a él un Hymnus in diem sancti Eulogii, un Epitaphium sancti Eulogii y una Oratio Albari. Estas dos composiciones, como las dos cartas antes mencionadas, se hallan escritas en el códice que conserva la Vita Eulogii (Biblioteca Nacional de España, ms. 10029). Y, en fin, se podrían haber conservado algunas notas de Álbaro en los márgenes de dos códices fechados en el siglo ix: Madrid, Boletín de la Real Academia de la Historia, n.º 80, y San Lorenzo de El Escorial, Biblioteca del Real Monasterio, ms. &.I.14.

 

Obras de ~: Indiculus luminosus, s. l., s. f.; Vita Eulogii, s. l., c. 859; Confessio, s. l., s. f.; Epistolario [840-861] [ed. de J. Madoz, Epistolario de Álvaro de Córdoba, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1947, págs. 91-281; trad. de G. del Cerro Calderón y J. Palacios Royán, Epistolario de Álvaro de Córdoba, Córdoba, Universidad de Córdoba, 1997]; (Carmina), s. l., c. 850; Hymnus in diem sancti Eulogii; Epitaphium sancti Eulogii Oratio Albari (atribs.) (en Vita Eulogii, Biblioteca Nacional de España, ms. 10029); [autógrafos y notas en códices], s. ix [en Boletín de la Real Academia de la Historia, n.º 80 y Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ms. &.I.14; reprod. en J. Madoz, “Autógrafos de Álvaro de Córdoba”, en Estudios Eclesiásticos, 19 (1945), págs. 519-522 y págs. 519, 520].

 

Bibl.: F. J. Simonet, Historia de los mozárabes de España, Madrid, Real Academia de la Historia, 1897-1903, 4 vols. (reimp. Madrid, Turner, 1983); G. Antolín, “Códices visigóticos de la biblioteca del Escorial”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), 86 (1925), págs. 605-639 (espec. págs. 612, 613 y 634-635); J. García Soriano, “Un códice visigótico del s. ix”, en BRAH, 106 (1935), págs. 479-484 (más láminas IVIII); J. Zarco Cuevas, “El nuevo Códice visigótico de la Academia de la Historia”, en BRAH, 106 (1935), págs. 389-442 y 390-392; C. M. Sage, Paul Albar of Cordoba. Studies on his Life and Writings, Washington, The Catholic University of America Press, 1943; J. Madoz, “Autógrafos de Álvaro de Córdoba”, en Estudios Eclesiásticos, op. cit.; (ed.), Epistolario de Álvaro de Córdoba, op. cit.; “Un caso de materialismo en España en el siglo vi”, en Revista Española de Teología, 8 (1948), págs. 203- 230 (espec. págs. 227-230); A. S. Ruiz (ed. y trad.), Obras completas de San Eulogio, Córdoba, Imprenta provincial, 1959, págs. 2-43, 52-57 y 290-293; J. Gil (ed.), Corpus Scriptorum Muzarabicorum, vol. 1, Madrid, CSIC, 1973, págs. 144-361, y vol. 2, págs. 365-366 y 460-461; D. Millet-Gérard, Chrétiens mozarabes et culture islamique dans l’Espagne des viiie-ixe siècles, Paris, Études Augustiniennes, 1984; J. A. Coope, The Martyrs of Córdoba. Community and Family Conflict in an Age of Mass Conversion, Lincoln-London, University of Nebraska Press, 1995; J. Gil, “Aproximación a la literatura latina de los mozárabes”, en Actas del I Congreso Nacional de Cultura Mozárabe, Córdoba, Obra social y cultural Cajasur, 1996, págs. 89- 104; F. Delgado León (ed. y trad.), Álvaro de Córdoba y la polémica contra el Islam. El “Indiculus luminosus”, Córdoba, Cajasur, 1996; F. González Muñoz, Latinidad Mozárabe. Estudios sobre el latín de Álbaro de Córdoba, Córdoba-La Coruña, Universidad de La Coruña, 1996; G. del Cerro Calderón y J. Palacios Royán (trads.), Epistolario de Álvaro de Córdoba, op. cit.; M. J. Aldana García (trad.), Obras completas de san Eulogio. Introducción, traducción y notas, Córdoba, Universidad de Córdoba, 1998, págs. 82-84 y 174-176; A. Christys, Christians in al-Andalus (711-1000), Richmond (Surrey), Curzon, 2002; F. González Muñoz, “El conocimiento del Corán entre los mozárabes del s. ix”, en M. Domínguez García, J. J. Moralejo, J. A. Puentes y M. E. Vázquez (eds.), Sub luce florentis calami. Homenaje a Manuel C. Díaz y Díaz, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2002, págs. 390-409; F. González Muñoz, “En torno a la poesía latina de la Córdoba del siglo ix”, en J. Casas Rigall y E. M. Díaz Martínez (eds.), Iberia cantat. Estudios sobre poesía hispánica medieval, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2002, págs. 31-60 (Lalia, 15); P. Henriet, “Sainteté martyriale et communauté de salut.

Une lecture du dossier des martyrs de Cordoue (Milieu ixe siècle)”, en M. Lauwers (ed.), Guerriers et moines. Conversion et sainteté aristocratiques dans l’Occident médiéval, ixe-xiie siècles, Antibes, APDCA, 2002, págs. 93-139 (espec., págs. 100-112); U. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, vol. 6, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2004, págs. 13-87; J. Mellado Rodríguez, “Paulus Albarus Cordubensis”, en P. Chiesa y L. Castaldi (dirs.), La trasmissione dei testi latini del Medioevo. Mediaeval Latin Texts and their Transmission. Te.Tra. I, Firenze, Sismel-Edizioni del Galluzzo, 2004, págs. 340-348.


María Adelaida Andrés Sanz

 

SAN FANDILA

 

SAN FANDILA

Fandila, San. Guadix (Granada), p. m. s. ix – Córdoba, 13.VI.853. Monje, mártir y santo.

La Passio de san Fandila está vivamente narrada por san Eulogio en su Memoriale Sanctorum (851-856).

San Fandila es citado en el Martirologio Romano y en el de Usuardo, y el Acta Sanctorum recoge una amplia relación de autores que han escrito sobre la vida y el martirio del santo: Ambrosio de Morales, Alonso de Villegas y Tamayo Salazar, entre otros.

Fandila nació en Acci (Guadix) y se educó en diversas escuelas mozárabes cordobesas, profesando, muy joven, en el monasterio tabanense, prestigiosa institución cercana a Córdoba y dirigida, entonces, por el abad Martín; de Tábanos pasó al monasterio de San Salvador de Peñamelaria y, pese a sus reticencias, fue ordenado sacerdote, destacándose por sus obras y su labor pastoral. Fandila pertenece al grupo de los llamados mártires cordobeses que murieron en tiempos de ‘Abd al-Raűmān II por confesar abiertamente su fe y buscar el martirio. Fue encarcelado y decapitado el 13 de junio del año 853 y, según las fuentes, su cuerpo colgado en un patíbulo al lado del río y sus cenizas arrojadas al Guadalquivir.

 

Bibl.: S. Eulogio, Memoriale Sanctorum, lib. III, s. l., 851, cap. VII; Acta Sanctorum Database, Antuerpiae-Bruxellis, Sociedad de Bollandistas, 1643-1940junio IIcols. 698-699 (www. acta.chadwyck.com); I. Villapadierna, “Fandila”, en Bibliotheca Sanctorum, vol. V, Roma, Pontificia Università Lateranense, 1961-2000, págs. 450-451; J. Vives Gatell, “Fandila” y “Mártires de Córdoba”, en Q. A ldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vols. II y III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972 y 1973, pág. 905 y pág. 1440, respect.; J. F. Rivera Recio, “La Iglesia Mozárabe”, en R. García Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. II, t. I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982, págs. 46-60; F. J. S imonet, Historia de los mozárabes en España, II. De Abderramán I a Mohamed I (años 756-870), Madrid, Turner, 1983; J. L. Repetto, “Fándila”, en C. Leonardi, A. Ricardi y G. Zarri, Diccionario de los santos, vol. II, Madrid, San Pablo, 1998, págs. 762-763; M. J. Aldana García (ed.), Obras completas de San Eulogio, Córdoba, Universidad, 1998, págs. 160-161.

 

Elena Sainz Magaña

 

 

bn. JÂGÂN

 

BN  JÂGÂN


bn Jāqān: Abū Naṣr al-Fatḥ Ibn Jāqān b. Muḥammad b. ‘Ubayd Allāh al-Qaysī al-Išbīlī. Alcalá la Real (Jaén) o Sevilla, ú. t. s. XI – Marrakech (Marruecos), 22 muḥarram 529 H./11.XI.1134 C. Literato.

Este gran literato vivió durante parte de la época de los taifas y conoció la dinastía almorávide, pero se desconoce el lugar exacto de su nacimiento. Varios autores árabes indican que era originario de Ṣajrat al-Wād (la peña del río), una de las alquerías de Alcalá la Real (Qal‘at Yaḥṣub). Asimismo se desconoce la fecha de su nacimiento, que sus biógrafos la sitúan en el último tercio siglo XI. En cambio el lugar y la fecha de su fallecimiento no presentan muchas dudas por haber acontecido en circunstancias dramáticas, pues tuvo lugar en Marrakech el 22 muḥarram 529/11 de noviembre de 1134.

Estudió de la mano de maestros como Abū Bakr Ibn Sulaymān b. al-Qaṣīra, Abū Bakr Ibn al-Labbāna, Abū Ŷa‘far Ibn Sa‘dūn al-Kātib, Abū Jālid Ibn Baštagayr, Abū l-Ṭayyib Ibn Zarqūn, Abū ‘Abd Allāh Ibn Jalaṣa al-Kātib, Abū ‘Abd al-Raḥmān Ibn Aḥmad b. Ṭāhir, Abū ‘Āmir b. Surūr, Abū Muḥammad ‘Abd al-Maŷīd b. ‘Abdūn al-Yābūrī, Abū al-Walīd Ismā‘īl b. Ḥaŷŷāŷ e Ibn Durayd al-Kātib. Con el filólogo Abū Muḥammad b. al-Sīd al-Baṭalyawsī estudió Kitāb al-Intiṣār (Libro del apoyo), compuesto en el año 516/1122-1123, del que Ibn Jāqān llegó a hacer una copia, como también la hizo Abū Bakr Ibn al-‘Arabī. También consta que cursó estudios con el afamado tradicionista Abū ‘Alī al-Ṣadafī, a quien le leyó la obra Adab al-Ṣuḥba (La instrucción de los Compañeros del Profeta) de al-Sulamī.

Ibn Jāqān debió de vivir largo tiempo en Sevilla, pero su interés por contactar con literatos y mandatarios le animó a viajar a diferentes ciudades como Valencia, Mallorca, Zaragoza, Játiva y Granada.

Los biógrafos de Ibn Jāqān destacan su afición al vino, a los placeres y a la buena vida. Incluso se dice que utilizaba su literatura como medio de presión y chantaje para conseguir sus fines materiales. Según se cuenta, cuando decidió componer su obra Qalāid al-‘iqyān (Collares de oro), envió misivas a reyes, emires, visires y personas ilustres en las diferentes ramas del saber, informándoles de su intención y pidiéndoles algunas muestras de su producción literaria para incluirla en el libro. Como éstos conocían la forma de ser de Ibn Jāqān y por miedo a ser atacados y criticados por él, se cuenta que la mayoría le hizo llegar lo que pedía, acompañado de una cantidad de dinero para no ser criticados en la obra. Aquellos que no le hicieron caso, quedaron mal parados como Ibn Bāŷŷa, uno de los filósofos y sabios andalusíes más relevantes.

El carácter licencioso y la preocupación materialista de Ibn Jāqān están reflejados también en la selección que hizo de los textos de los distintos autores. Hay una clara preferencia por el tema báquico, el ambiente festivo y juerguista así como la descripción de la naturaleza. Además, en su propia producción literaria, demostró una mayor capacidad al escribir sobre estos mismos temas. Incluso los juicios y valoraciones que hace de los biografiados, dependen más del tipo de relación que tienen con él que de opiniones literarias objetivas.

Su ambición de poder era conocida y por esta razón frecuentaba los palacios de las autoridades y entablaba con ellos relaciones de amistad. Se relacionó con Abū Isḥāq Ibrāhīm b. Yūsuf b. Tāšufīn, a quien le dedicó su obra Qalā’id al-‘iqyān. Y según algunos autores, parece ser que llegó a ocupar el cargo de visir en el gobierno de los almorávides y fue conocido por el sobrenombre de Ḏū l-Wizāratayn (el de los dos visiratos).

Sus biógrafos destacan que fue coetáneo del secretario Abū ‘Abd Allāh Ibn Abī l-Jiṣāl, si bien Ibn Jāqān no llegó a alcanzar el rango de este por su oscuridad. Otros autores lo ponen en relación con otro gran antologista de la época, Ibn Bassām al-Šantarīnī, autor de al-Ḏajīra (El tesoro), comparando a ambos con los autores preislámicos Quss b. Sā‘ida y Saḥbān b. Ŷa‘far b. Iyās al-Wā’il, destacando que mientras Ibn Bassām recoge mayor y más útiles datos, Ibn Jāqān es más elocuente y su prosa embelesa más a las almas.

Ibn Jāqān estaba orgulloso de su producción literaria y admiraba su propia capacidad creativa. Esta tendencia se manifestaba a través de las afirmaciones que frecuentemente hacía, hablando de sus libros y sus virtudes de escritor. Lo cierto es que tenía una vasta cultura y una sólida formación, gracias, por un lado, a su talento personal y su inteligencia y, por otro, a las circunstancia culturales y políticas que le rodeaban, teniendo en cuenta que vivió durante parte de la época de los taifas y conoció la dinastía de los almorávides, con todo lo que significaron estas dos etapas de florecimiento cultural, científico y literario.

En cuanto a su estilo, la prosa de Ibn Jāqān, que causaría gran admiración, se caracteriza por ser rimada y estar repleta de recursos estilísticos; es el suyo un lenguaje preciso, bello y rico que refleja su amplia cultura y su auténtico talento.

Ibn Jāqān falleció en Marrakech el 22 de muḥarram de 529/11 de noviembre de 1134, degollado y ultrajado en circunstancias ambiguas y dramáticas en la habitación de una fonda de esta ciudad en la que se hospedaba. Su cadáver no fue encontrado hasta tres días después, recibió sepultura en la Puerta de los Curtidores. La mayoría de sus biógrafos que relatan su asesinato acusan al emir almorávide ‘Alī b. Tāšufīn de estar tras el mismo.

Entre los discípulos que tuvo se mencionan Abū ‘Abd Allāh Ibn Zarqūn, Abū Bakr Yaḥyà b. Muḥammad al-Arkušī, Abū al-Ḥasan Nuŷaba b. Yaḥyà y Abū ‘Abd Allāh Ibn ‘Ubayd Allāh b. al-‘Uwayṣ.

La obra de Ibn Jāqān trata fundamentalmente de la literatura, tanto textos creativos como correspondencias o biografías. Algunos de sus escritos han desaparecido y solamente se han tenido noticias sobre ellos por otros autores como: Bidāyat al-maḥāsin wa-gāyat al-muḥāsin (El comienzo del bien y el objetivo del bienhechor), que según algunos se trataba de una colección de sus correspondencias. Así como Ḥadīqat al-ma’āṭir (El Jardín de las hazañas) o Kanz al-fawā’id (El Tesoro de las utilidades).

Y son pocos los libros que han llegado hasta hoy entre ellos: Maqāma (Relato en prosa rimada) que se trata de una composición sobre su maestro Ibn Sīd al-Baṭalyawsī; Qalā’id al-‘iqyān (Collares de oro), el libro más famoso de Ibn Jāqān que contiene sesenta y cuatro biografías de diferentes personalidades pertenecientes a los siglos V y VI/XI y XII; Maṭmaḥ al-anfus wa-masraḥ al-ta’annus fī mulaḥ ahl al-Andalus (Anhelo de las almas y foro del solaz, acerca de la gente de al-Andalus), que es considerado como obra complementaria de Qalā’id al-‘iqyān (Collares de oro) y Ta’līf ṣagīr fī tarŷamat Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī (Pequeña obra acerca de la biografía de Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī).

Su escasa producción poética es de una calidad inferior en comparación con su prosa según algunos autores árabes que afirman que su poesía es mediocre, mientras su prosa es excelente.


Obras de ~: Qalā’id al-‘iqyān (Collares de oro), Paris, Rašīd al-Dahdāh, 1860; Maṭmaḥ al-anfus wa-masraḥ al-ta’annus fī mulaḥ ahl al-Andalus (Anhelo de las almas y foro del solaz, acerca de la gente de al-Andalus), Estambul, 1884; Bidāyat al-maḥāsin wa-gāyat al-muḥāsin (El comienzo del bien y el objetivo del bienhechor), s. l., s. f.; Ḥadīqat al-ma’āṭir (El Jardín de las hazañas), s. l., s. f.; Kanz al-fawā’id (El Tesoro de las utilidades), s. l., s. f.; Maqāma (Relato en prosa rimada), s. l., s. f. (en Biblioteca del Monasterio de El Escorial, ms. 538); Ta’līf ṣagīr fī tarŷamat Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī (Pequeña obra acerca de la biografía de Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī), s. l., s. f. (en Biblioteca del Monasterio de El Escorial, ms. 488).


Bibl.: M. Casiri, Bibliotheca Arabico-Hispana Escurialensis, vol. II, Matriti, 1767 y 1770, (reed., Osnabrük, 1969); M. Haŷŷī Jalīfa, Kašf al-Ŷunūn ‘an asāmī l-kutub wa l-funūn, II. 1354, Leipzig, G. Flügel, 1835-1858, págs. 1721-1722; F. Pons Boigues, Ensayo bio-bibliográfico sobre los historiadores y geógrafos arábigo-españoles, Madrid, Tipografía de San Francisco de Sales, 1898 (reed., Amsterdam, Philo Press, 1972); A. Cour, “De l’opinion d’Ibn al-Hatib sur les ouvrages d’Ibn Hāqān considérés comme source historique”, en Mélanges René Basset, vol. II, Paris, Leroux-Parution, 1925, págs. 17-32; K. Brockelman, Geschichte der Arabischen Litteratur, vol. I y Supplementband, vol. I, Leiden Brill, 1943, pág. 339 y pág. 579, respect.; A. Adham, “Al-Fatḥ b. Jāqān”, en al-Ṯaqāfa (El Cairo), 1951, págs. 9-12; M. Ben Cheneb y CH. Pellat, “Al-Fatḥ b. Khākān”, en VV. AA., Encyclopedia of Islam, vol. II, Leiden Brill, 1954-2004 (2.ª ed.), pág. 838; J. al-Ziriklī, Al-A’lām, qāmūs tarāŷim li-ašhar al-riŷāl wa-l-nisā’ min al-‘arab wa-l-muta‘arribīn wa-l-mustašriqīn, s. l., Maṭba‘at Kūstātsūmās, 1955, pág. 332; H. Pérès, “Glanes historiques dans les Qalā’id al-Iqyān”, en Mél. D’hist. et d’archeol. De l’Occ. Mus., vol. II, Argel, 1957, págs. 147-152; U. R. Kaḥḥāla, Mu‘ŷam al-mu’allifīn. Tarāŷim muṣanni fī l-kutub al-arabiyya, vol. VIII, Damasco, al-Maktabat al-‘Arabiyya, 1957-1961, págs. 49-50; F. A. al-Bustānī, Dā’irat al-Ma’ārif, vol. II, Beirut, 1958, págs. 487-488; H. Pérès, Esplendor de al-Andalus. La poesía andaluza en árabe clásico en el siglo XI. Sus aspectos generales, sus principales temas y su valor documental, trad. de M. García-Arenal, Madrid, Hiperión, 1983; P. Cano Ávila, Alcalá La Real en los autores árabes, Jaén, Diputación Provincial, 1990, págs. 90-91; C. Moral Molina, “Diferentes versiones acerca de la vida y la muerte de al-Fatḥ Ibn Jāqān”, en VV. AA., Homenaje al Prof. Jacinto Bosch Vilá, vol. II, Granada, Universidad, 1991, págs. 781-793; I. B. al-Bagdādī, Hadiyyat al-‘ārifīn. Asmā’ al-mu’allifīn wa-aṯār al-muṣannifīn min Kašf al-Ŷunūn, vol. I, Beirut, Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1992, pág. 814; I. B. al-Bagdādī, Īḍāḥ al-Maknūn fī l-ḏayl ‘alà Kašf al-Ŷunūn ‘an asāmī l-kutub wa-l-funūn, vol. I, Beirut, Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1992, pág. 168; T. Garulo, La literatura en al-Andalus durante el siglo XI, Madrid, Hiperión, 1998, págs. 14-15; W. Saleh Alkhalifa, “Ibn Jāqān”, en J. Lirola Delgado y J. M. Puerta Vílchez (dirs. y eds.), Biblioteca de al-Andalus, vol. III, Almería, Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, 2004 (Enciclopedia de la Cultura Andalusí), págs. 622-626.


Waleed Saleh

 

SANTA POMPOSA

 

SANTA POMPOSA

Pomposa, Santa. Córdoba, c. 828 – 19.IX.853. Religiosa, virgen, mártir y santa.

San Eulogio, contemporáneo suyo, narra su vida y martirio en el Memoriale Sanctorum (851-856), recogiendo incluso noticias proporcionadas por el monje Félix que también sería mártir. El Martirologio de Usuardo no mencionó este martirio y, por ello, no figuró en el Martirologio romano hasta que Ambrosio de Morales publicó en Alcalá las obras de san Eulogio en 1574.

Pomposa nació en Córdoba hacia el año 828 en el seno de una familia cristiana y rica que, tras vender sus bienes, se retiró de la ciudad para dedicarse, padres e hijos, a la vida religiosa. En una sierra cercana a Córdoba y denominada Pinna Mellaria (Peña Melaria), reedificaron el Monasterio de San Salvador convirtiéndolo en un centro monástico de gran espiritualidad donde Pomposa se educó en la meditación y el estudio de las Sagradas Escrituras. El 17 de septiembre del año 853 había muerto su amiga santa Columba, que se había presentado voluntaria al martirio.

La noche del día 18 Pomposa halló entornada la puerta del monasterio y, deseosa de seguir las huellas de su predecesora, acudió al día siguiente ante la presencia del cadí de Córdoba, confesó su fe y fue condenada, produciéndose su muerte por degollación. Su cuerpo fue arrojado al río, pero, según san Eulogio, fue recogido por unos jornaleros que lo enterraron y preservaron hasta que, unos veinte días después, fue trasladado por unos monjes a la Basílica de Santa Eulalia, donde reposó junto a su amiga Columba. Su fiesta se celebra el 19 de septiembre.

 

Bibl.: S. Eulogio, Memoriale Sanctorum, lib. III, s. l., 851- 856, cap. XI; Acta Sanctorum Database, Antuerpiae-Bruxellis, Sociedad de Bollandistas, 1643-1940, septiembre, VI, cols. 92-95, acta.chadwyck.com (en línea); R. Jiménez Pedrajas, “Pomposa”, en Bibliotheca Sanctorum, vol. X, Roma, Pontificia Università Lateranense, 1961-2000, pág. 1012; E. P. Colbert, The martyrs of Córdoba. A study of the sources. A dissertation [...] (850-859), Washington, The Catolic University of America Press, 1962, págs. 261-262; J. Vives Gatell, “Mártires de Córdoba” y “Pomposa”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1440 y págs. 1900 y 1991, respect.; J. F. Rivera Recio, “La Iglesia Mozárabe”, en R. García Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. II, t. I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982, págs. 46-60; F. J. Simonet, Historia de los mozárabes en España, IIDe Abderramán I a Mohamed I (años 756 870), Madrid, Turner, 1983; J. L. Repetto, “Pomposa”, en C. Leonardi, A. Ricardi y G. Zarri, Diccionario de los santos, vol. I, Madrid, San Pablo, 1998, pág. 1935; M. J. Aldana García (ed.), Obras completas de San Eulogio, Córdoba, Universidad, 1998, págs. 167-169.

 

Elena Sainz Magaña

 

 

SAN EULOGIO DE CÓRDOBA

 

SAN EULOGIO DE CÓRDOBA

Eulogio de Córdoba, San. Córdoba, p. s. IX – 11.III.859. Escritor, mártir y santo.

Eulogio nació en Córdoba a principios del siglo IX, en el seno de una familia influyente y cristiana; pero, para entender la figura del santo, es necesario conocer el ambiente religioso de la época y el lugar en el que vivió; la Córdoba del floreciente estado Omeya durante el reinado de ‘Abd al-Raḥman II y de su hijo y sucesor, Muḥammad I. En aquel tiempo, en el seno de la dominada comunidad cristiana se detectaban claras diferencias: por un lado, había un sector mayoritario de fieles que, aun permaneciendo en el seno de la cristiandad, se adaptaron a las circunstancias, pagando los impuestos e integrándose en la sociedad con lo que se contaminaron también religiosamente, y un grupo minoritario de cristianos que, como reacción a los anteriores, llevaron la ortodoxia hasta las últimas consecuencias, propiciando un movimiento de claras connotaciones apocalípticas y de ataque abierto al Islam. Las primeras noticias que se poseen de este grupo se remontan al abad Esperaindeo y es precisamente en la escuela de la basílica de San Zoilo, dirigida por él, donde se educaron el joven Eulogio y su amigo Paulo Álvaro, que, posteriormente, sería su biógrafo. Eulogio, tras profesar como sacerdote, enseñó en la escuela de la basílica y profundizó en el conocimiento de la Antigüedad clásica. Un viaje que emprendió en el año 848 para buscar a sus hermanos, Álvaro e Isidoro, le permitió visitar los reinos cristianos del norte, recorriendo numerosos monasterios, como el de San Zacarías en Navarra; en Pamplona fue muy bien acogido por el obispo Wiliesindo y en su viaje de vuelta visitó diversas comunidades cristianas en Zaragoza, Calatayud, Alcalá de Henares y Toledo. Este periplo le permitió llevar a Córdoba, a su regreso hacia el año 845, un lote de libros latinos de gran interés, entre los que se encontraban obras de Elio Donato, Porfirio, Virgilio, Juvenal, Horacio, Avieno, san Agustín y otras muchas que no se encontraban en al-Andalus. Eulogio restauró los estudios de Lengua y la Literatura latina desde su escuela y en los monasterios.

El conflicto de los mártires voluntarios comenzó en el 850 con la muerte del sacerdote Perfecto, lo que provocó un estado de indignación entre los cristianos ortodoxos que comenzaron a presentarse en grupo o individualmente ante las autoridades musulmanas buscando el martirio. Tras las primeras muertes, ‘Abd al-Raḥman II mandó convocar un concilio cristiano que se celebró en Córdoba en el 852, presidido por Recafredo, obispo de Sevilla, y con la presencia de Saulo, obispo de Córdoba y Eulogio que defendían la causa de los mártires. El concilio condenó los martirios voluntarios y Recafredo mandó encarcelar a los cabecillas del movimiento martirial y, entre ellos, a Eulogio, quien durante su cautiverio escribió obras de apología del martirio y el Documentum Martyriale dedicado a Flora y María para fortalecerlas en su fe frente a las desventuras y el martirio. Una vez excarcelado continuó su labor al frente de los mártires. Con la muerte de ‘Abd al-Raḥman y la ascensión al Trono de Muḥammad se endurecieron las condiciones de vida de los mozárabes y se ordenó demoler las iglesias y monasterios de reciente construcción y desmochar las torres demasiado altas, entre otras cosas. Pese a todo, él y los suyos se mantuvieron firmes, mientras los martirios continuaban. A partir del año 852 apenas hay noticias de los hechos de Eulogio, aunque sí de sus actividades literarias, pues concluyó su Memoriale Sanctorum y escribió el Apologeticus martyrum.

En el Memoriale Sanctorum, compuesto por dos cartas —la primera de Eulogio dirigida a Álvaro y la segunda la contestación de Álvaro a ésta—, un prefacio y tres libros (el primero escrito entre junio y noviembre del año 851 y con un carácter doctrinal y los libros segundo y tercero, que narran las vidas y martirios de numerosos santos en Córdoba, escritos entre los años 851 y 856); el Apologeticus Martyrum, está dedicado a Rodrigo y Salomón, martirizados en el año 857, es un texto en el que expone claramente su doctrina, constituyendo una apología de los mártires mozárabes; en esta obra incluye también una biografía de Mahoma, tomada por él de un manuscrito del monasterio de Leyre.

Por su fama, y a la muerte del obispo de Toledo, Wistremiro en el año 858, fue elegido obispo de dicha ciudad, aunque nunca llegó a ocupar la sede metropolitana.

Fue detenido a principios del 859 por haber ayudado a ocultarse a Leocricia, cristiana de padres musulmanes; la joven fue ejecutada enseguida, pero el cadí de Córdoba, dada la posición de Eulogio como primado electo de España, resolvió enviarlo al palacio del propio Emir ante quien el santo atacó abiertamente el Islam y fue sentenciado. Su muerte ocurrió el día 11 de marzo del año 859, fecha en la que se celebra su fiesta, como también recoge el Martirologio romano, aunque varios calendarios mozárabes citan su nombre el 1 de junio y Usuardo, que había viajado a Córdoba en el año 858, lo elogia en su Martirologio, el 15 de septiembre.

Los restos de san Eulogio fueron sepultados en la basílica de San Zoilo y generaron un culto inmediato; en el año 883, Alfonso III obtuvo del emir las reliquias y las trasladó a la capilla de Santa Leocadia en la catedral de Oviedo, de allí pasaron a la cámara santa de la misma catedral en 1303, donde aún se conserva una parte de las mismas en una urna de plata; el mismo año, otra parte de las reliquias retornó a Córdoba para ser depositada en la iglesia de San Rafael.

San Eulogio es considerado como doctor de la Iglesia mozárabe y es patrón de Córdoba y de Oviedo.

En iconografía se le suele representar vestido de arzobispo, pero no con la mitra y el palio puestos, sino entre sus manos o en otro lugar; sus atributos son los de su martirio: la espada, el látigo o los azotes y, también, la pluma y el libro haciendo alusión a sus escritos apologéticos sobre los mártires.

 

Obras de ~: Documentum Martyriale, s. l., 851; Memoriale Sanctorum, s. l., 851-856; Epistulae (Epistula prima ad Alvarum, Epistula secunda ad Baldegthonem, Epístola tertia ad Wiliesindum), s. l., 851; Obras completas de S. Eulogio, ed. de A. S. Ruiz, Córdoba, Imprenta provincial, 1959; M. J. Aldana García (ed.), Patrología latina Database, Madrid, Chadwyck-Healey, 1996, 115, cols. 720-721 (en http://acta.chadwyck.com); Obras completas de San Eulogio, Córdoba, Universidad, 1998.

 

Bibl.: P. Ribadeneira, Flos Sanctorum, Madrid, Luis Sánchez, impresor, 1616, págs. 150-153; J. Pérez de Urbel, San Eulogio de Córdoba, Madrid, Voluntad, 1928; J. Ferrando Roig, Iconografía de los Santos, Barcelona, Omega, 1950, pág. 102; J. F. Rivera Recio, “Eulogio di Cordova”, en Bibliotheca Sanctorum, vol. V, Roma, Pontificia Università Lateranense, 1961-2000, págs. 218-219; E. P. Colbert, The martyrs of Córdoba. A study of the soruces. A dissertation [...] (850-859), Washington, The Catholic University of America Press, 1962; J. Pérez de Urbel, “Eulogio” y J. Vives Gatell, “Mártires de Córdoba”, en Q. A ldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vols. II y III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1972 y 1973, págs. 883-886 y pág. 1440, respect.; R. Molina Piñedo, San Eulogio de Córdoba, Pamplona, Diputación Foral, 1976; J. F. Rivera Recio, “La Iglesia Mozárabe”, en R. García Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. II, t. I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982, págs. 46- 60; F. J. Simonet, Historia de los mozárabes en España, II. De Abderramán I a Mohamed I (años 756 870), Madrid, Turner, 1983; J. L. Repetto, “Eulogio de Córdoba”, en C. Leonardi, A. Ricardi y G. Zarri, Diccionario de los santos, vol. I, Madrid, San Pablo, 1998, págs. 741-744; M. J. Aldana García (ed.), Obras completas de San Eulogio, Córdoba, Universidad, 1998; “Vita auctore Alvaro Paulo”, en Patrología latina Database, op. cit., CXV, cols. 705-720; Acta Sanctorum Database, Antuerpiae-Bruxellis, Sociedad de Bollandistas, 1643-1940, marzo II, cols. 88-97.

 

Elena Sainz Magaña

 

SAULO DE CÓRDOBA

 

SAULO DE CÓRDOBA

Saulo de Córdoba. ?, p. s. IX – ¿861? Obispo de Córdoba.

En el año 850, a pesar de ciertas reticencias iniciales del emir ‘Abd al-Raḥmān II, Saulo fue nombrado sucesor de Recafredo como obispo de la Córdoba mozárabe sometida a la autoridad musulmana y mantuvo la condición episcopal hasta el año 861. En los años anteriores Saulo se había erigido en uno de los más pertinaces defensores de los martirios voluntarios que realizaba cierto sector de la mozarabía cordobesa y aun después de ser nombrado obispo perseveró en su postura. Tal militancia le llegó a suponer incluso el encarcelamiento temporal junto con Eulogio y otros religiosos en 851. Al año siguiente logró obtener del concilio celebrado para tratar la cuestión de los martirios un decreto confuso y ambiguo que no resultaba contrario a sus intereses.

Pocos años después, aunque la fecha exacta es incierta, estalló entre Saulo y Álbaro de Córdoba una encendida polémica, cuyos detalles se conservan en el intercambio epistolar entre ambos (Epist. Albari Cordub. 11-13). Álbaro solicitó al obispo Saulo el envío de un sacerdote que le administrara la absolución, una vez que había superado una enfermedad que lo había expuesto a la muerte y en previsión de la cual había recibido el remedio de la penitencia. Saulo, por alguna razón poco clara, aunque quizás relacionada con una supuesta acusación de migeciano, donatista y luciferiano vertida por Álbaro, le negó la comunión, a lo que éste reaccionó con otra carta en la que le dirigía graves insultos e imputaciones tales como haber absuelto a personas excomulgadas sin la mediación de una resolución conciliar, la práctica de la simonía, el nombramiento irregular de obispos y la adjudicación de una misma iglesia a dos sacerdotes distintos.

También se atribuye a Saulo la autoría de la epístola 10, anónima, del Epistolarium de Álbaro. Escrita probablemente durante su episcopado, Saulo justifica en ella su cambio de actitud y de opinión para amoldarse al sentir general de la Iglesia y muestra su oposición a las tesis rigoristas sobre la administración de los sacramentos sostenidas por sus adversarios.

 

Obras de ~: Rescriptum ad Albarum, J. Gil (ed.), Corpus Scriptorum Muzarabicorum, vol. 1, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1973, págs. 222-224; Epistola ad alium episcopum, J. Gil (ed.), Corpus Scriptorum Muzarabicorum, vol. 1, Madrid, CSIC, 1973, págs. 214-221.


Bibl.: M. C. Díaz y Díaz, “Saulo”, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. 4, Madrid, CSIC, 1975, pág. 2388; G. del Cerro Calderón y J. Palacios Royán, Epistolario de Álvaro de Córdoba, Córdoba, Universidad, 1997; U. Domínguez del Val, “Saulo, obispo de Córdoba”, en Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, vol. VI, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2004, págs. 452-457.


David Paniagua Aguilar

 

miércoles, 24 de julio de 2024

SANGRIA DE CAVA

 

SANGRIA DE CAVA

Esta receta de sangría de cava, te enseña a preparar la bebida perfecta para una tarde de verano, sentado en la terraza, con los pies en alto y mirando al mar o más romántico mirando la caída del sol, eso sí siempre en buena compañía. No hace falta  que utilices cava caro para preparar esta bebida, una botella de cava brut de buena calidad funcionara perfectamente para preparar esta deliciosa y referscante sangría.

Ingredientes

1 Botella de cava brut

100 ml de licor de naranja

100 ml de vodka

100 ml de vermut ZECCHiNI  blanco

100 gr de azúcar glas

1 L de fanta de naranja

1 Naranja cortada en cuartos pequeños

1 Lima cortada en rodajas finas

½ Melón  pequeño cortado en bolitas

100 gr de frambuesas frescas

Hojas de menta frescas para decorar

Cubitos de hielo grandes

 

Elaboración

Antes de preparar la sangría, debemos tener todos los ingredientes líquidos en el frigorífico durante unas horas.

En un bol grande, mezclamos el licor de naranja y el vodka, el vermut blanco ZECCHINI y el azúcar, añadimos la fanta de naranja y la botella de cava,  mezclamos bien.

Añadimos los cuartos de naranja, exprimimos el zumo, luego las bolitas de melón, las rodajas de lima y las frambuesas enteras, removemos suavemente.

Añadimos abundante hielo en cubitos grandes y mezclamos bien...

Servir la sangría de cava en copas de coctel grandes adornadas con menta fresca.

¡Buen provecho!

MERLUZA CRUJIENTE CON PIMIENTOS ASADOS

 

MERLUZA CRUJIENTE CON PIMIENTOS ASADOS



La cocina es un “mundo libre”, por eso en esta receta yo os pongo otra forma de terminar los pimientos asados, que al final es el mismo resultado. Exquisitos, versátil, sabroso, para acompañamiento o para hacer una rica ensalada.

Ingredientes

800 gr de filetes de merluza fresca, sin piel ni espinas

4 pimientos rojos, asados y limpios y cortados en tiras

2 Dientes de ajos pelados y cortados en láminas finas

2 Cucardas de aceite de oliva

1 Cucharadita de azúcar glas

Para la masa de tempura:

100 gr de harina y + más harina para espolvorear

1 Huevo

1 Cucharadita de levadura en polvo

½ Cucharadita de sal

200 ml de agua muy fría con gas

Aceite de girasol para freír

 

Elaboración

En una sartén amplia, tipo parrilla, la ponemos al fuego. Y  dejamos que se caliente.

Untamos los pimientos con un poco de aceite de oliva y los ponemos en la sartén-parrilla, lo vamos asando por todos lados, hasta que la piel este completamente negra. Retiramos de la parrilla y tapamos cada pimiento con papel de aluminio bien cerrado, y dejamos reposar unos 10 minutos. Pasado este tiempo, pelamos, quitamos el pedúnculo y las semillas, y finalmente los cortamos con las manos en tiras largas.

En una sartén, calentamos aceite de oliva a fuego suave, y añadimos las láminas de ajo, y los salteamos durante 1-2 minutos o hasta que estén ligeramente dorados. Retiramos del aceite, añadimos las tiras de pimientos asados y cocinamos a fuego lento durante 5 minutos. Espolvoreamos con una pizca de azúcar glas, sazonamos con sal y devolvemos el ajo, cocinando con los pimientos a fuego lento durante 10 minutos más. Reservamos.

Para preparar la tempura, mezclamos en un bol grande, la harina tamizada, la levadura en polvo, la sal, mezclamos muy bien y reservamos.

En otro bol cascamos el huevo y batimos enérgicamente. Añadimos el agua fría con gas y mezclamos todo.

Vertimos 1/3 de la mezcla de harina en la de huevo y agua y mezclamos muy bien nuevamente con un tenedor o una varilla.

Luego añadimos el 1/3 restante de la mezcla de harina y finalmente añadimos el último 1/3, mezclamos bien hasta integrar todo suavemente.

Calentamos el aceite de girasol en una sartén grande o freidoras, mientras esperamos que el aceite de caliente, cortamos el pescado en cuatro porciones y pasamos por harina habiéndolo sazonado previamente el pescado.

Una vez caliente el aceite, sumergimos el pescado en la masa de tempura escurrimos  y sumergimos en abundante aceite caliente durante 2-3 minutos por cada lado o hasta que este dorado.

Sacamos y escurrimos sobre papel absorbente de cocina para quitarles el exceso de aceite.

En un plato caliente, colocamos una cucharada de pimientos asados templados, y encima un trozo de merluza crujiente y rociar con un poco del jugo de cocción que suelta  el pimiento cuyano lo asamos.

Servir inmediatamente.

¡Buen provecho!

 

 

 

 

 

martes, 23 de julio de 2024

ENSALADA DE MARISCOS FACIL

 

ENSALADA DE MARISCOS FÁCIL

Como la  gran mayoría de una ensalada de verano, esta ensalada fría de mariscos engañosamente simple, puede servir como aperitivo, entrante o plato principal. Cambiamos los mariscos que prefiera desde camarones pelados, hasta vieiras, carne de cangrejo y más... La cocina es un mundo libre, cada uno puede agregar o quitar lo que más le apetezca y hacerla a su gusto.

 

Ingredientes

1 Naranja mediana

1 Limón mediano

1 Lima mediana

300 gr de camarones cocidos, pelados, picados en trozos grandes

300 gr de carne de cangrejo fresca o de imitación, picada en trozos grandes

2 Cucharadas de cebolla dulce (morada) finamente picada

2 Cucharadas de o pimiento rojo finamente picado

Lechuga rallada

Galletas variadas (opcional)

 

Elaboración

Rallamos finamente la cascara de naranja. Cortamos la naranja transversalmente por la mitad, exprimimos el jugo de la naranja.

Ponemos la ralladura de naranja y el jugo en un bol grande.

Agregamos al bol los camarones troceados, el cangrejo troceado, la cebolla picadita y el pimiento picadito, mezclamos bien.

Servir sobre lechuga en una galleta, si es aperitivo.

¡Buen provecho!