sábado, 29 de noviembre de 2025

BOCADITOS DE HOJALDRE CON RELLENO DE QUESO ROQUEFORT Y PERAS GUISADAS

 

BOCADITOS DE HOJALDRE CON RELLENO DE QUESO AZUL Y PERAS GUISADAS

Ingredientes

1-2 hojaldres rectangulares

125 gr de peras frescas guisadas

Vino Pérez Ximénez

140 gr de queso roquefort

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 180º.

Despegamos el hojaldre del papel, recortamos en cuadrados, y formamos rectángulos y con ellos hacemos bandejitas. Metemos en el horno colocados sobre una bandeja de horno previamente forrada con papel de horno. Pintamos con huevo, y horneamos hasta que las cestitas o bocaditos de hojaldre estén dorados y estén voluminosos. Dejamos encendido y abierto el horno.

Cortamos el queso Roquefort en dados, y colocamos sobre los bocaditos de hojaldre

 Y horneamos durante 5 minutos en el centro del horno. Retiramos la bandeja del horno y dejamos enfriar.

Guisamos las peras peladas en una pizca de agua, 1 vaso o copa de vino Pérez Ximénez y un poco de azúcar. Guisamos hasta que estén al dente y haya cogido el sabor del vino. Una vez frías las peras , las sacamos, dejamos enfriar y cortamos en cubitos. Reservando el caldo de cocción.

Hervimos el caldo de cocción de las peras durante 5 minutos hasta obtener un almíbar espesito.

Dividimos los trocitos de pera sobre lo bocaditos de hojaldre, y vertemos el almíbar con una cucharita en finas tiras en zigzag sobre los bocaditos de hojaldre.

Dejamos atemperar.

¡Buen provecho!



 

PLATIJA EN COSTRA DE ACEITUNAS Y ALBAHACA

 

PLATIJA EN COSTRAS DE ACEITUNAS Y ALBAHACA

La Platija, o Solla, también se puede sustituir por filetes de lenguados.

 

Ingredientes

Filetes de platija o Solla

100 gr de aceitunas negras deshuesadas

1 manojo de albahaca

4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra

2 rebanadas de pan duro o tostadas

Sal

1 pizca de pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 200º.

Colocamos los filetes de platija en una fuente de horno.

Enjuagamos y retiramos las hojas de albahaca, bien escurridas.

Cortamos el pan en trozos pequeños.

Mezclamos todos los ingredientes y los ponemos en el vaso de la batidora, los trituramos hasta obtener una mezcla gruesa y espesa. también se puede majar en un mortero.

Extendemos esta mezcla sobre los filetes de platija.

.Pimienta negra recién molida al gusto sobre los filetes de platija y horneamos.

No es necesario salar los filetes de platija ,, pues ya las aceitunas están saladas.

Metemos.

Servir caliente

¡Buen provecho!

 

SOPA DE ALMENDRAS ALPUJARREÑA

 

SOPA DE ALMEDRAS ALPUJARREÑA

La cocina tradicional andaluza tiene rango de arte culinario autóctono. Del mar, de la huerta, de la caza, de la granja…….. por no hablar de sus excelentes dulces y postres. Platos heredados de generación en generación, basados en la saludable dieta mediterránea, que toman los sabores y aromase los productos del campo, del mar y de la montaña, los riegan con aceite de oliva virgen extra y los acompañamos con el magnífico vino andaluz.

Una cocina viva, llena de sabores y aromas, como esta Sopa de Almendras de la abuela alpujarreña de Pampaneira (Granada)

 

Ingredientes

500 gr de almendras

2 dientes de ajo

1 rebanada de pan asentado

1 litro de caldo

Aceite de oliva virgen extra

Sal

Huevo duro

Jamón serrano picado (opcional)

 

Elaboración

En una cacerola, llevamos el caldo a ebullición.

En una sartén, calentamos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, y freírnos en los dientes de ajo, partidos por la mitad sin pelar, una vez en su punto, sacamos y reservamos.

En el mismo aceite, freímos las almendras con su piel para que conserven sus propiedades y evitar que se quemen la grasa de las almendras. Sacamos y reservamos.

En la misma sartén freímos las rebanadas de pan, vertiendo un poco mas de aceite si es necesario.

 

En un mortero grande, ponemos, la sal, llos dientes de ajos fritos sin piel, las almendras, y la o las rebanadas de pan, majamos muy bien hasta que formen una pasta, añadimos un cucharon de caldo para diluirlo, y a continuación lo añadimos a la cacerola con el caldo, removemos bien para que el majado se disuelva bien en el caldo hirviendo, y condumios cocinando durante unos 10 minutos aproximadamente.

Cortamos el huevo duro en rodajas.

Servimos en cazuelas de barro o en platos soperos, al cual añadimos rodajas de huevo duro y parta rematar esta exquisita sopa de almendras , podemos añadirles jamón serrano de la Alpujarra, picado (opcional).

Servir muy caliente

¡Buen provecho!



ABD AL-MALIK B. MUHAMMAD B YAHWAR

 

'ABD AL-MALIK B. MUHAMMAD B. YAHWAR

‘Abd Al-Malik b. Muḥammad b. Ŷahwar. ?, s. X-s. XI – Saltés (Huelva), 15 šawwāl de 462 H. (27.VII.1070). Tercer y último soberano de la taifa cordobesa de los Banū Ŷahwar.

Rey de Taifa

Biografía

‘Abd al-Malik b. Muḥammad b. Ŷahwar fue el tercero y último soberano de los Banū Ŷahwar, familia cordobesa de origen árabe perteneciente a la aristocracia local, algunos de cuyos miembros fueron visires de la dinastía omeya.

Su acceso al poder se produjo de la mano de su padre, Abū-l-Walīd Muḥammad b. Ŷahwar, llamado al-Rašīd, segundo soberano de la dinastía, quien en el año 456 H/1064 elevó a sus dos hijos, ‘Abd al-Raḥmān y ‘Abd al-Malik, para ayudarse de ellos en las tareas de gobierno. Sin embargo, movido por su ambición, ‘Abd al-Malik apartó a su hermano ‘Abd al-Raḥmān del poder y lo recluyó en su casa, convirtiéndose en el “hombre fuerte” del régimen.

A diferencia de sus dos antecesores, su padre y su abuelo, cuya actuación se habría caracterizado por una actitud prudente y conciliadora en el intrincado mundo de los reinos de taifa, la imagen que las crónicas transmiten de ‘Abd al-Malik es de signo negativo. Su ambición le llevó a tratar de emular a los antiguos califas, adoptando títulos como Ḏū-l-siyādatayn (“el de las dos soberanías”), al-Manṣūr bi-llāh (“el victorioso por Dios”) y al-Ẓāfir bi-llāh (“el vencedor por la gracia de Dios”) y ocupando en la mezquita la macsura reservada a los soberanos omeya. A ello se añadió un ejercicio autoritario del poder, acompañado de actuaciones arbitrarias y confiscaciones de bienes.

Pese a su impopularidad, el fin de ‘Abd al-Malik y de la dinastía Ŷahwarí no vino del interior, sino de fuera, siendo la cordobesa una más de las taifas del Occidente andalusí que quedaron englobadas en el expansionismo de los Abadíes de Sevilla. La ocasión vino dada por el ataque de al-Ma’mūn sobre la antigua capital omeya, episodio inscrito en la rivalidad entre los soberanos de Toledo y Sevilla por el dominio de Carmona. Careciendo de fuerzas propias suficientes para hacerle frente, ‘Abd al-Malik hubo de pedir ayuda a al-Mu‘tamid, quien le envió un contingente de mil trescientos caballeros que lograron alejar a los atacantes toledanos. Sin embargo, este hecho determinó el fin de la dinastía Ŷahwarí.

La deposición de Ibn Ŷahwar fue resultado de una conspiración de los propios cordobeses, quienes se coaligaron con las tropas sevillanas para librarse de él. ‘Abd al-Malik trató de refugiarse en el alcázar, donde fue cercado y se rindió, mientras su padre, al-Rašīd, quien, al parecer, se encontraba enfermo de hemiplejía, se escondió con sus hijas en la macsura de la aljama, siendo capturado por las fuerzas cristianas que actuaban al servicio de los Abadíes, quienes los despojaron de sus bienes.

Siguiendo una práctica relativamente habitual en la época taifa, la vida del soberano depuesto fue respetada, aunque se le obligó al exilio, marchando con su familia a la isla onubense de Saltés, donde hasta el año 443/1051 habían gobernado los Bakríes, asimismo derrocados por los Abadíes. Allí sólo logró sobrevivir durante un mes, falleciendo el 15 de šawwāl de 462/27 de julio de 1070.


Bibliografía

A. Huici, “Djahwarids”, Encyclopédie de l’Islam, vol. II, Leiden, 1965, pág. 389

K. Soufi, Los Banū Ŷahwar en Córdoba 1031-1070 de J.C. 422-462 H., Córdoba, 1968

J. Bosch y W. Hoenerbach, “Los taifas de la Andalucía en la obra histórica de Ibn al-Jaṭīb. Los Banū Ŷahwar de Córdoba”, en Andalucía Islámica. Textos y Estudios, I (1980), págs. 65-104

D. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party-Kings: Politics and Society in Islamic Spain 1002-1086, Princeton, 1985

M.ª J. Viguera, Los reinos de taifa y las invasiones magrebíes, Madrid, 1992

Autor/es

  • Alejandro García Sanjuán

 

ABDUN B. JIZRUN

 

ABDUN B. JIZRUN

‘Abdūn b. Jizrūn: ‘Abdūn b. Muḥammad b. Jizrūn. ?, s. XI – Sevilla, 1053-1054. Rey de la taifa de Arcos (1029-1053 o 1054).

Rey de Taifa

Biografía

Segundo gobernante, con el título de ḥāŷib, de la dinastía jizrūní de la taifa de Arcos. Este grupo de procedencia bereber, de la tribu Yarniyyān, pertenecientes al gran grupo Zanāta, se asentó en al-Andalus al mando de Muḥammad b. Jizrūn para engrosar el gran contingente de tropas bereberes enrolado por al-Manṣūr b. Abī ‘Āmir. Tras la guerra civil y el subsiguiente hundimiento del califato de Córdoba, los jizrūníes se apoderan de la región de Sidonia, incluyendo Qalšāna (Calcena), Cádiz, Jerez y Arcos (c. 1012). Debido a la extraordinaria posición defensiva de esta última plaza y a la inestabilidad política imperante, trasladaron la capitalidad del territorio a Arcos.

 ‘Abdūn sucedió a su padre en el trono en el año 420/1029-1030. Las crónicas andalusíes, siguiendo el criterio establecido por Ibn Ḥayyān, describen de manera muy desfavorable a ‘Abdūn: blando, afeminado y cobarde, astuto y traicionero. Sin embargo, los hechos parecen contradecir esta descripción, pues sus súbditos estaban muy satisfechos de él, cosa muy poco común entre los reyes de taifas y su muerte no parece corresponder con la de una persona astuta.

Mantuvo una política de alianzas con los bereberes de al-Andalus, tanto con los del occidente de al-Andalus (Carmona, Morón y Ronda) como con el gran reino bereber de Granada, principal valedor de los primeros ante la expansiva taifa de Sevilla, y no reconoció al falso califa Hišām cuando los ‘abbādíes de Sevilla intentaron utilizarlo como medio de expandir su influencia; en cambio reconoció como califa a Muḥammad al-Qāsim b. Ḥammūd al-Mahdī (439/1039-1040), hecho que podemos inscribir en la pertenencia de este personaje al partido bereber de al-Andalus.

Tras varios años de combates intermitentes entre los sevillanos y los reinos bereberes, el rey al-Mu‘taḍid  los invitó a acudir a Sevilla, para afianzar la paz, y una vez allí los agasajó y los hizo asesinar emparedándolos en un baño (445/1053-1054), en una narración con indudable sabor literario, muy posiblemente con antecedentes orientales. Su cabeza quedó expuesta por al- Mu‘taḍid en su alcázar, y no recibió sepultura hasta la conquista de Sevilla por los almorávides (1091).

La desaparición de los régulos de Morón y Ronda condujo a la entrega de ambas poblaciones al Rey de Sevilla. A ‘Abdūn le sucedió su hermano Muḥammad, que mantuvo las hostilidades con la taifa de Sevilla, en las que no llevó la mejor parte.

La obra de ‘Abdūn es difícil de evaluar, pues las fuentes apenas nos dan pie a ello. Sin embargo, el hecho de que sólo su reino se mantuviera a su muerte, y gozara del respaldo de la población local, indica un grado de integración extraordinario en el territorio bajo su gobierno, que fue en muchas ocasiones el punto débil de los reinos beréberes, como señaló en su día el rey Bādīs de Granada.

Fuentes

Ibn Bassām, Al-Ḏajīra fī mahāsin ahl al-Ŷazīra, p. s. XII (ed. de I. ‘Abbās,  vol. III, Beirut, 1979, págs. 28, 39-40)

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb a‘māl al-a‘lām, m. s. XIV (ed. de E. Lévi-Provençal, Beirut, 1956, págs. 238-240)

Ibn ‘Iḏārī, Al-Bayān al-Mugrib, f. s. XIV (ed. de E. Lévi-Provençal, vol. III, Paris, 1930, págs. 206, 215, 220, 230, 231, 271, 273)

Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb, p. s. XVII (ed. de I. ‘Abbās, vol. I, Beirut, 1968, pág. 429)

Bibliografía

J. Vallvé, La división territorial de la España musulmana, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, pág. 325

J. Sánchez Herrero, Cádiz, la ciudad medieval y cristiana, Cádiz, Cajasur, 1986, págs. 26 y ss.

F. Maíllo (est. y trad.), Crónica anónima de los reyes de taifas, Madrid, Akal, 1991, págs. 27, 67

Mª. J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992, págs. 121-123

F. Maíllo (est. y trad.), La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas, Salamanca, Universidad, 1993, págs. 174, 180, 184, 192, 225

Mª. J. Viguera Molins, “Las taifas”, en La España Musulmana de los siglos XI al XV, I. Los reinos de Taifas Al-Andalus en el siglo XI, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. VIII. Madrid, Espasa Calpe, 1994, págs. 42, 50-52

Autor/es

  • José Ramírez del Río

 

viernes, 28 de noviembre de 2025

SOLOMILLO DE CERDO ENVUELTO EN TOCINO Y PASAS

 

SOLOMILLO DE CERDO ENVUELTO EN TOCINO Y PASAS

Ingredientes

Solomillo de cerdo

Lonchas de tocino ibérico

Pasas

2 tazas de agua

2 tazas de azúcar morena

1 copa de Pedro Ximénez

Elaboración

En un cazo, ponemos 2 tazas de agua y 2 tazas de azúcar moreno, ponemos al fuego y llevamos a ebullición.

Bajamos el fuego y cuando comience a ponerse de un color oscuro echamos 1 copa de Pedro Ximénez, removemos bien.

Bajamos el fuego, y dejamos que espese, si es necesario, añadimos un poco de maicena disuelta en agua, removemos bien , para que espese.

Luego agregamos el solomillo de cerdo en rodajas, envuelto en lonchas de tocino ibérico muy finas y las pasas. Dejamos unos minutos para que se haga el solomillo con el tocino, y dejamos reposar unos 10 minutos aproximadamente, tiempo suficiente para que el solomillo este en su punto y haya cogido todos los sabores.

¡¡¡Y listo!!!

Servir caliente.

¡Buen provecho!




ABD ALLAH AL-MUZAFFAR AL-NASIR

 

'ABD ALLAH AL-MUZAFFAR AL-NASIR

‛Abd Allāh al-Muẓaffar al-Nāṣir. Abū Muḥammad ‛Abd Allāh b. Buluggīn b. Bādīs b. Ḥabūs b. Māksan b. Zīrī b. Manād al-Ṣinhāŷī. Granada, ḏū l-qa‛da 447 H./I.1056 C. – Āgmāt (Magreb), post. 488 H./1095 C. Último rey de la taifa de Granada (467 H./1075 C. - raŷab 483 H./IX.1090 C.)

Rey de Taifa

Biografía

El menor de los nietos conocidos del rey Bādīs era ‛Abd Allāh, que residía en Granada cuando murió su abuelo, en 467 H./1075 C., y, según precisa su biógrafo Ibn al-Jaṭīb, los “funcionarios palatinos” (juddām dawlati-hi) y los jeques inhāŷa (ašyāj qabīlati-hi), pese a su juventud, unos diecinueve años, le prefirieron sobre su tío Māksan, que regía Jaén, y sobre su hermano mayor Tamīm, que regía Málaga, y le invistieron del poder, bajo la tutoría de uno de ellos, Simāŷa, que durante casi dos lustros ejerció como todopoderoso visir. Su padre era uno de los dos hijos conocidos de Bādīs, y se llamaba BuluggīSayf al-Dawla (“Espada de la dinastía”), que había muerto envenenado, en 1064, a los 25 años de edad. Es curioso que las fuentes árabes no coincidan en fechar la muerte de Bādīs y el acceso al trono de ‛Abd Allāh, oscilando entre 465 H./1073 C., 469 H. /1077 y la más probable: 467 H./1075 C.

Escribió sus Memorias, entre 1094-1095, conservadas en manuscrito único en la Qarawiyyīn de Fez, que son un extraordinario documento de su historia, y acción insólita entre los soberanos medievales; aunque redactadas después de ser depuesto por los Almorávides, ya en Āgmāt (Magreb), y debiendo halagarles, contienen las pistas esenciales sobre los deterioros de las taifas, entre ellas la de Granada: pugnas dinásticas, conflictos administrativos, heterogénea población, ataques entre taifas, acoso militar y tributario cristiano [...] el emir ‛Abd Allāh no pudo enderezar tanto problema: “cobarde [...]. asustadizo, dado a los placeres, y que confiaba los visiratos a sinvergüenzas”, le retratan algunas fuentes árabes, sobre las cuales comentarán los especialistas modernos, como E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, al introducir su traducción de las Memorias o autobiografía de ‛Abd Allāh, su extraño destino y su falta de cualidades: “un tiranuelo impopular” que, ya en su destierro africano, “irá precisándose en su pensamiento la necesidad de reaccionar contra la opinión de su contemporáneos, que hasta entonces lo han tenido por un mentecato y un traidor al Islam.... [y escribirá sus Memorias] como una justificación de su conducta”. Las tituló al-Tibyāan al-ḥādita al-kā’ina bi-dawlat Banī Zīrī fī Garnāṭa (Exposición de los sucesos acaecidos en el Estado de los Zīríes de Granada). En sus Memorias muestra su arabización cultural.

Adoptó el sobrenombre pseudo-califal de al-Muẓaffar, “el Triunfante”, que también había llevado su abuelo, y que además contenía referencias al ejercicio del poder por parte de los chambelanes Āmiríes, pues así se tituló el primero de los hijos de Almanzor en sucederle, ‛Abd al-Malik al-Muaffar, y ahora, exhibido dos veces por los beréberes Zīríes de Granada, parece sobre todo un reto al partido pro-‛Āmirí de las taifas eslavas, con quien tanto pugnaban. Pero las pretensiones de este ‛Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, aún volaron más alto, pues para mostrar que no se amilanaba frente a las reminiscencias omeyas de que alardeaban las taifas “andalusíes”, también enemigas de los Zīríes, y especialmente entre ellas la taifa de Sevilla, este ‛Abd Allāh duplicó su titulatura con al-Nāṣir (“el Triunfador”), como había llevado el primer Califa de Córdoba ‛Abd al-Raḥmān al-Nāṣir, y que sólo se atrevió a adoptar otro rey de taifas, unos años antes que él: Muḥammad ibn ‛Īsà al-Nāṣir de los Banū Muzayn de Silves. Sin embargo, el emir ‛Abd Allāh sólo acuñó monedas de plata, y en esos dirhemes no consta su lugar de ceca.

Su emirato se inició con el agrio sabor de la presión cristiana. Alfonso VI y su aliado el rey al-Mutamid de Sevilla le cogieron parte del territorio jiennense, incluso Jaén, en 1074, alzándole la cuña del castillo de Belillos, desde donde algareaban la Vega granadina. ‛Abd Allāh perdió plazas, tuvo que entregar otras y pagar parias. Hacia 1082 empezó a ocuparse el emir granadino más directamente de todo, y el visir Simāŷa se trasladó a Almería, alentando allí algún conflicto territorial entre ambas taifas. Al poco, su hermano Tamīm de Málaga empezó a atacarle, por Almuñécar y Jete; contraatacó el emir de Granada, y al cabo ambos hermanos pactaron el reparto de varios enclaves, “aunque le privé de otros territo­rios, de cuyos habitantes era de temer que, instigados por él, perturbaran mis dominios”, según confiesa en sus Memorias, es decir, las rebeldías locales estaban latentes: aún tuvo que reducir ‛Abd Allāh las de Archidona y Antequera, y seguir aplacando conjuras en su misma corte.

El final se precipitó. En muarram 478 H./mayo de 1085 C., Alfonso VI conquistó Toledo. Antes de aquel mayo de 1085, en que al-Andalus retrocedió hasta el centro de la Península, ya se habían entablado contactos con los Almorávides, sobre todo por iniciativas aisladas e individuales, e incluso a veces por razones personales, según cuenta el emir ‛Abd Allāh en sus Memorias: que su hermano Tamīm de Málaga, pidió ayuda a los Almorávides contra él, aunque ellos no le hicieron caso, pero después de tan alarmante fecha, el recurso a los Almorávides fue oficial y por intereses generales, protagonizado tal recurso incluso por los reyes de las taifas de Sevilla, de Badajoz y de Granada, en realidad sólo entonces unidos en una acción conjunta, tan crítica la situación resultaba. Con cadíes de esas taifas, y algún otro personajes significativo, partió entonces una embajada para pedir auxilio a los Almorávides, cuyos ideales de Guerra Santa, requeridos también por sus planteamientos ortodoxos, armonizaban con su intervención en al-Andalus, adonde llegaron por primera vez en 1086, para ayudar a las taifas, venciendo a Alfonso VI en Sagrajas o Zallāqa. El pujante movimiento político-religioso les llevó a formar un Imperio por el Occidente y Centro del Magreb, originado por reciente reacción de los beréberes inhāŷa, oriundos los Almorávides del Occidente del Magreb, pero contríbulos de los zīríes granadinos, que eran inhāŷa de Ifrīqiya o Túnez.

Tras esa victoria, en 1086, el emir Yūsuf ibn Tāšufīn regresó al Magreb, pero la incapacidad política, militar y económica de las taifas continuaba, e incluso seguían en tratos con Alfonso VI, que atacó por Aledo, y el emir almorávide decidió apoderarse de las taifas, comenzando por Granada. El apoyo de alfaquíes y ulemas, el inicial entu­siasmo de los andalusíes por los Almorávides, y su predicada ortodoxia política y fiscal, les facilitó en parte su conquista de las taifas andalusíes, cuya fragmentación contrariaba además la política ortodoxa de unión centralizada, que los Almorávides propugnaban. No faltan versos políticos (como los de al-Sumaysir, traducidos en la revista Al-Andalus (1936: 125), que critican al señor de Granada, el emir Abd Allāh: “El señor de Granada es un necio / que se cree el hombre más sabio. / Trata con Alfonso y los cristianos, / ¡vaya juicio más discreto!, / y fortifica edificios, desobedeciendo / a Dios y al emir [almorávide]”.

El propio emir Abd Allāh, incapaz de resistir tantos conflictos, detalla su crítica situación y el final de su reino en sus Memorias: Yūsuf ibn TāšufĪn avanzó sobre Granada, donde la población le esperaba alborozada, y ‛Abd Allāh salió a entregarle el poder, el domingo 8 de septiembre de 1090. Un mes después, los Almorávides ocuparon la taifa de Málaga, en parecidas circunstancias. Ambos reyes hermanos, ‛Abd Allāh y Tamīm, que eran de origen beréber inhāŷí como el mismo emir almorávide, tratados con bastante miramiento, fueron deportados al Magreb, adonde regresó también el emir almorávide, dejando a su sobrino Sīr al frente de sus nuevos territorios y de los siguientes proyectos de conquista, realizados con planificación militar excelente, proponiéndose a continuación acabar con la extensa taifa de Sevilla.

Sobre la heterogénea población de la taifa granadina hay valiosas, aunque aisladas, referencias en las Memorias de Abd Allāh, pues, por ejemplo, documenta aún la importancia del poblamiento cristiano en algunos enclaves, al señalar cómo: “Riana y Jotrón, cuyos habitantes eran cristianos, por estar situados entre ambos territorios [la taifa de Granada y la de Málaga] no podían rebelarse contra ninguno de los dos”. El párrafo alude también a la condición “levantisca” atribuida con frecuencia por las fuentes a las poblaciones, sobre todo rurales, de cristianos andalusíes, que se encontraban ya en minoría dentro del conjunto de la población andalusí. También los judíos de Granada disminuyeron desde la segunda mitad del siglo XI, por conversión real o figurada y por emigraciones. El detonante fue el alzamiento contra el todopoderoso cortesano de Granada José ibn Nagrela y contra los demás judíos granadinos, en diciembre de 1066, muriendo muchos. Una famosa casida del alfaquí Abū Isḥāq de Elvira prendió la mecha: “Ve y di a todos los inhāŷa, lunas de su tiempo, valientes leones / las palabras de uno que les quiere y cree que un consejo es prueba de amigos y deber sagrado. / Vuestro señor [Bādīs de Granada] ha caído en un error grave que a los maldicientes les ha dado tema: / pudiendo elegirle entre los musulmanes, nombró a un infiel [judío] secretario suyo. / Con él los judíos se han vuelto altaneros, siendo antes los más despreciados...”. En sus Memorias, el emir ‛Abd Allāh no menciona estos famosos versos, pero no deja de comentar estos sucesos, ocurridos en tiempos de su abuelo y antecesor, pues a José ibn Nagrela le responsabiliza del envenenamiento de su propio padre, Buluggīn ibn Bādīs, en 1064. Sobre estas tensiones, las Memorias detallan también la rebelión de los judíos de Lucena, y el conflicto con los Zanāta. Al emir ‛Abd Allāh le correspondieron quince años de crítico reinado, sobre los cuales y sobre sus antepasados proyectó una inaudita luz en su inusual autobiografía.

Es notable que ‛Abd Allāh, dejando su Granada como cuatro siglos después tuvo que hacer Boabdil, también comparte algún protagonismo con su madre, según cuenta él mismo, incluyendo de ella varias referencias, como la de su partida conjunta mientras entraban los Almorávides: “al salir de Granada, en efecto, la idea de que podía ser encarcelado me hizo temer verme separado de mi madre, si la dejaba en el alcázar, y salí con ella, sin cuidarme de la suerte de nadie más”. Pinceladas humanas de un autorretrato excepcional, pero atiéndase al significativo comentario (G. Martínez Gros, 1986: 375): “notons enfin que les femmes n’apparaissent qu’avec la crise de la monarchie”.


Obras

Muḏakkirāt, āgmāt (Magreb), siglo XI (ed. de E. Lévi-Provençal, en Al-Andalus, III [1935], págs. 233-344

IV [1936-1939], págs. 29-145

VI [1941], págs. 1-63

Muḏakkirāt al-amīr ‛Abd Allāh, ed. E. Lévi-Provençal, El Cairo, 1955

trad. de E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, El siglo XI en 1.ª persona. Las “Memorias” de ‘Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, destronado por los Almorávides (1090), Madrid, Alianza Editorial, 1980 [reimprs. post.]

ed. y trad. inglesa de A. T. Ṭībī, Leiden, Brill, 1986 y 1997: The Tibyan: Memoirs of Abd Allah B. Buluggin, Last Zirid Amir of Granada

y ed. Rabat, 1995).

Bibliografía

Ibn Bas­sām, al-Dajīra, al-Andalus, s. XII (ed. de I. ‛Abbās, Beirut, 1979, 8 vols.)

Ibn Sa‛īd, al-Mugrib, al-Andalus, s. XIII (ed. de J. al-Manṣūr, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 1997, 2 vols.)

Ibn ‛Iḏārī, al‑Bayān al‑mugrib, Magreb, s. XIV (vol. IV, trad. de A. Huici Miranda, Nuevos fragmentos almorávides y almohades, Valencia, Caja de Ahorros, 1963)

Ibn al‑Jaṭīb, Acmāl al-Aclām, al-Andalus, s. XIV (ed. de S. K. Ḥasan, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 2002

trad. de W. Hoenerbach: Islamische Geschichte Spaniens, Zürich-Stuttgart, 1970)

Ibn al-Jaṭīb, al‑Iḥāṭa fi ajbār Garnāṭa, al-Andalus, s. XIV (ed. de Y. al-Ṭawīl, Beirut, Dār al-kutub al-‛ilmiyya, 2002)

A. Prieto y Vives, Los Reyes de Taifas. Estudio histórico-numismático de los musulmanes españoles en el siglo V de la Hégira (XI d. de J.C.), Madrid, Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1926 (reed. con láminas y suplemento por T. Ibrahim y A. Canto, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2003)

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