domingo, 2 de noviembre de 2025

PATATAS ALIÑAS GADITANAS

 

PATATAS ALIÑAS GADITANAS

Ingredientes

800 gr de patatas

1 cebolla roja

220 ml de aceite de oliva virgen extra

2-3 cucharadas de vinagre de Jerez

1 manojo de perejil fresco

1 pizca de sal

1 lata de atún

1 huevo cocido

Aceitunas negras sin hueso

 

Elaboración

Lavamos ,las patatas y las colocamos en una cacerola con agua, las ponemos a fuego alto y cocemos hasta que estén tiernas, unos 25 minutos aproximadamente. Pinchamos con un cuchillo para comprobar si están bien cocidas y tiernas, de ser así, las retiramos. Las dejamos enfriar mientras preparamos el resto de la receta.

Vertemos el aceite de oliva virgen extra en una ensaladera, el vinagre de Jerez y la sal, mezclamos muy bien para que todos los ingredientes se integren para formar una vinagreta. Pelamos y picamos la cebolla roja y el perejil. Pelamos las patatas cocidas y cortamos en trozos medianos.

Añadimos las patatas a la ensaladera con el aderezo mientras aún están caliente para que absorban bien el sabor de la vinagreta. Agramaos la cebolla y el perejil. Mezclamos bien y añadimos un poco mas de aceite si vemos que las patatas o necesitan.

Podemos servir las patatas solas o añadir una lata de atún, yo la he añadido. Removemos bien suavemente para que todos los ingredientes se integren y cojan los sabores de la vinagreta.

Servimos las patatas aliñas a temperatura ambiente con el huevo duro cortado en gajos y las aceitunas negras.

¡Buen provecho!

HUEVOS REVUELTOS CON ESPARRAGOS

 

HUEVOS REVUELTOS CON ESPARRAGOS

¿Puede haber una receta más sencilla? Como siempre se dice menos, es más, y esta receta de huevos revueltos con espárragos lo demuestra. No todos los platos tienen que estar repletos de ingredientes caros, requerir habilidades culinarias sofisticadas, ni ser un chef experto. A veces necesitamos relajarnos y apreciar las cosas sencillas de la vida. Este clásico plato de huevos revueltos con espárragos es facilísimo de elaborar, lleva pocos ingredientes y es increíblemente satisfactorio.

Ingredientes

5 huevos

10 tallos de espárragos frescos

2 cucharadas de aceite de oliva

Perejil fresco

Sal

Elaboración

En una sartén de tamaño mediano, ponemos al fuego a temperatura media, añadimos una cucharada de aceite de oliva.

Cortamos los espárragos en rodajas de 1,5 a 2 centímetros de grosor.

Una vez que el aceite este caliente, añadimos una pizca de sal a la sartén y agregamos los espárragos.

En un bol mediano, cascamos los huevos , añadimos un poco de sal y los batidos ligeramente.

Removemos los espárragos de la sartén, y cocinamos durante unos 8 minutos, los añadimos al bol con los huevos batidos.

Mezclamos los huevos con los espárragos .

Calentamos de nuevo la misma sartén a fuego medio-bajo y añadimos aproximadamente una cucharada de aceite de oliva, y una vez caliente el aceite, añadimos la mezcla de huevos y espárragos, y removemos ligeramente sin parar para asegurarnos de que todo el huevio se cocine.

después de unos 2-3 minutos, cuando los huevos están cuajados, apagamos el fuego y pasamos los .huevos con los espárragos a un plato.

Espolvoreamos con perejil fresco picado por encima (opcional) .

¡Buen provecho!

ISMAIL I

 

ISMAIL I

Ismācīl I: Abū l-Walīd Ismācīl b. Faraŷ b Ismācīl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Nar b. Qays al-Jazraŷī al-Anṣārī. Granada, 17.X. H./3.III.1279 – 26.VII.725 H./8.VII.1325. Emir de al-Andalus ‘1314-1325), quinto sultán de la dinastía de los Nazaríes de Granada ‘precedido por Naṣr y sucedido por Muḥammad IV).


Sultán nazarí

Biografía

Nació antes del amanecer del viernes 17 de šawwāl de 677/3 de marzo de 1279, casi con toda probabilidad en Granada, pues su padre Abū Sacīd Faraŷ estuvo al servicio de Muḥammad II (1273-1302) en la capital hasta que el emir lo envió a Málaga como gobernador tras recuperar esta ciudad, hasta entonces rebelde, el 27 de ramaḍān de 677/11 de febrero de 1279, por lo que cabe suponer que su esposa Fāṭima, hija de dicho emir y a punto de dar a luz al futuro Ismācīl I, se quedase en la Alhambra al menos hasta que su marido estabilizase el poder nazarí en la población malagueña.

La entronización de Ismācīl I supone una desviación o cambio en la línea dinástica nazarí que había ocupado el poder hasta ese momento. El nuevo emir pertenecía a otra rama de los Banū Naṣr, la que descendía de su abuelo Ismācīl, uno de los tres hermanos del fundador Muḥammad I.

El padre de Ismācīl I, el mencionado arráez Abṭū Sacīd, fue uno de los más poderosos e influyentes hombres de al-Andalus. Gozó de un gran prestigio por su importantísima actividad militar en la lucha por las plazas del Estrecho (Algeciras, Gibraltar, Tarifa) y la trascendental conquista de Ceuta, además del buen gobierno de Málaga, región difícil por haber sido centro de rebeldía de los Banū Ašqīlūla y área de influencia benimerín durante muchos años. Por otro lado, Abū Sacīd había estrechado su ya cercano parentesco con Muḥammad II (eran primos hermanos) aún más casándose con una hija de este, Fāṭima, mujer singular y destacada por sus conocimientos científicos y cualidades personales que le permitieron ejercer una considerable influencia política durante su larga vida —murió nonagenaria y vivió bajo los emiratos de su padre, sus dos hermanos Muḥammad III (1302-1309) y Nar (1309-1314), su hijo Ismācīl I y sus nietos Muḥammad IV (1325-1333) y Yūsuf I (1333-1354)—. Sin embargo y por un incomprensible intento de huir de al-Andalus, Abū Sacīd fue destituido de su cargo de gobernador de Málaga y arrestado, y cuando Ismācīl I alcanzó el trono lo recluyó en Salobreña hasta su fallecimiento el 14 de rabīc I de 720/24 de abril de 1320, si bien fue enterrado con todos los honores en el cementerio de la Sabīka, junto a la Alhambra.

Con tan ilustres, poderosos e inteligentes padres, no es de extrañar que Ismācīl, que, además, se había criado disfrutando de la preferencia de su abuelo materno, el sultán Muḥammad II, acabara accediendo al emirato a pesar de no hallarse en la línea dinástica establecida hasta entonces.

El proceso por el que Ismācīl accedió al trono se inició cuando su padre Ab Sacīd se declaró independiente en Málaga el 17 de ramaḍān de 711/27 de enero de 1312 frente al emir Naṣr, su cuñado y sobrino segundo; pero Abū Sacīd, en lugar de proclamarse sultán él mismo, decidió proclamar a su hijo Ismācīl, que tenía mejor legitimidad dinástica ya que era nieto materno de Muḥammad II. Una vez proclamado en Málaga, Abū l-Walīd atacó y sometió los castillos próximos y otras ciudades como Antequera, Marbella y Vélez Málaga, incluso recurriendo a artillería, como en el caso de Vélez, contra el que utilizó un almajaneque.

Desde el primer momento contó con el apoyo de las tropas de guzāt, combatientes de la fe norteafricanos, y de su jefe en Málaga, el influyente cUṯmān b. Abī l-cUlà, que odiaba al emir Naṣr; además, cUṯmān había sido encargado por el anterior emir, Muḥammad III el Destronado, de la jefatura de un contingente de combatientes de la fe para defender Málaga y su región occidental, la Algarbía, aunque siempre sometido a las órdenes de Abū Sacīd. También contó Ismācīl con el apoyo de otro jefe meriní, al-cAbbās b. Raḥḥū.

Sin embargo, una gran parte de los combatientes de la fe norteafricanos conformaban la pieza fundamental del ejército nazarí estacionado en Granada y se mantuvieron leales al emir. Por ello y para evitar una guerra abierta, Naṣr envió a Málaga para negociar y resolver el conflicto diplomáticamente a su visir Muḥammad Ibn al-Ḥāŷŷ, que, sin embargo, era detestado por la aristocracia granadina, que lo acusaba de cristianizante y de actuar con injusticia y violencia. Pero Ismācīl y su padre encarcelaron al visir, a pesar del salvoconducto que lo protegía y aseguraba su inmunidad. En respuesta a esta acción, Naṣr retuvo a su propia hermana Fāṭima, esposa de Abū Sacīd y madre de Ismācīl.

Tras ello, las fuerzas de Ismācīl, dirigidas por los jefes meriníes cUṯmān y al-cAbbās, atacaron y corrieron la Vega de Granada en marzo de 1312 sin que el ejército de Naṣr se atreviera a presentarles batalla al comprobar la superioridad de las fuerzas malagueñas.

Aunque Naṣr solicitó la ayuda que Castilla se había comprometido a prestarle cuando lo necesitara en virtud del tratado firmado en 1310, Fernando IV el Emplazado aprovechó la situación para atacar el territorio andalusí e intentar implicar en la ofensiva a Aragón, aunque Jaime II eludió la intervención directa. Así, el 10 de marzo de 1312 el monarca castellano envió a su hermano el infante don Pedro a atacar la zona de la frontera a pesar de la tregua vigente.

Poco tiempo después, unos dos meses, Ismācīl emprendió una nueva campaña militar contra su primo segundo (por línea paterna) y tío (por línea materna) Nar. Desde Málaga, se dirigió a la Vega de Granada y acampó en la alquería de al-cAṭšā’ (¿El Alitaje?) el 1 de muḥarram de 712/9 de mayo de 1312. Esta vez Naṣr, consciente ya de que no podía esperar ayuda de Castilla, sí le hizo frente con un buen ejército y la batalla tuvo lugar el 13 de muḥarram/21 de mayo. El resultado fue la derrota de las fuerzas granadinas y una clara victoria de Ismācīl sobre el emir, cuya integridad física llegó a peligrar pues su caballo tropezó en el cauce de la acequia de una de las hazas de la zona, aunque pudo superar el incidente y entrar en la población.

A pesar del triunfo militar, Ismācīl no pudo rentabilizar su éxito pues la prolongación del enfrentamiento tenía un costo y mantenimiento que le obligaron a él y a su padre Abū Sacīd a firmar un armisticio con el sultán el mes de rabīc I de 712/7 de julio-5 de agosto de 1312 y entregarle los impuestos que Abū Sacīd había retenido.

Mientras tanto, el infante don Pedro, que estaba en la zona de la frontera, supuestamente para apoyar a Naṣr, había empezado a atacar los territorios del emir violando abiertamente el tratado firmado en 1310. Durante más de dos meses, el infante estuvo asediando Alcaudete sin éxito, por lo que el mismo rey Fernando IV acudió personalmente al sitio de la plaza, poco antes del 20 de agosto de 1312.

Para frenar el ataque, Naṣr intentó negociar con Fernando IV, pero Abã Sacīd, el padre de Ismācīl, también hizo lo mismo y envió al campamento cristiano a al-cAbbās, aunque sin resultado, pues el emir de Granada alcanzó un acuerdo con el castellano. El pacto no evitó, sin embargo, la entrega por rendición de Alcaudete el lunes 5 de septiembre de 1312 al infante don Pedro (Fernando IV, ya delicado de salud, había sufrido una dolencia tan grave que había sido evacuado del real urgentemente a Jaén unos días antes).

El monarca castellano falleció el día 9 de septiembre (o el 7, según su Crónica), pero el día anterior planeó con el infante don Pedro, llegado ya a Jaén tras la rendición de Alcaudete, atacar a Abū Sacīd y a su hijo Ismācīl contando con la colaboración de tropas del emir Naṣr. Su repentina muerte le impidió realizar estos planes y la minoridad de su sucesor, Alfonso XI el Justiciero, abrió un nuevo periodo de agitación interna en Castilla que la alejó de los asuntos de al-Andalus.

Esta situación favorecía los intereses de Ismācīl, que también se vio beneficiado por el descontento de los granadinos con el emir Naṣr, que desembocó en una sublevación de la aristocracia de la capital en el mes de ramaḍān de 713/20 de diciembre-18 de enero de 1314 que pedía la restauración de Muḥammad III el Destronado, hermano del emir. La revuelta fracasó y provocó la muerte del Destronado, pero los sublevados huyeron a Málaga y reiteraron a Ismācīl su petición de que tomara el poder, a lo que accedió e inició una nueva marcha hacia Granada.

En el camino, conquistó Loja y cuando llegó a Granada el ejército de Naṣr salió a hacerle frente. Aunque con más dificultades que en su anterior batalla de 1312, Ismācīl venció y, aclamado por la población de Granada, entró por la Puerta de Elvira, tras romper sus cerrojos.

El emir se refugió en la Alhambra con su familia, el tesoro y la alta nobleza mientras que Ismācīl era proclamado y se establecía en la Alcazaba Qadīma, la antigua fortaleza zīrí situada en el Albaicín, el jueves 27 de šawwāl de 713/14 de febrero de 1314 (es posible que la otra fecha de proclamación que dan las fuentes, dos semanas después, el jueves 12 de ḏū l-qacda de 713/28 de febrero de 1314, corresponda a una ceremonia áulica más general, en la Alhambra).

Desde allí entabló negociaciones con Naṣr, que, tras haber solicitado infructuosamente ayuda al infante don Pedro, tuvo que claudicar, aunque para ello Ismācīl debió concederle el gobierno independiente de Guadix y una cantidad de dinero y tesoros, entre otros beneficios.

Establecido el acuerdo, Ismācīl tomó posesión de la Alhambra a mediodía del sábado 29 de šwwāl/16 de febrero. Antes de que pasaran tres días, Naṣîr, acompañado de su familia y sus jefes meriníes leales, partió hacia Guadix, la noche del martes 3 de ḏū l-qacda de 713/19 de febrero de 1314.

De esta manera, con casi treinta y cinco años accedió al trono el nuevo sultán, ahora ya Ismācīl I. Además de cualidades más o menos habituales de los emires, las fuentes lo describen con luenga barba, entre negra y pelirroja, aficionado a la caza y destacan que era abstemio. De hecho, manifestó particular celo en el castigo y aplicación de las penas y persiguió el consumo de bebidas alcohólicas, además de prohibir la aparición ante hombres de esclavas cantoras (qaynāt) en los banquetes y limitó las actuaciones musicales de estas mujeres a gente de su misma clase social, todo ello en la línea de ortodoxia jurídico-religiosa que manifestó y que se plasmó también en el rigor que aplicó contra las innovaciones heterodoxas, en la protección de los descendientes de la familia del Profeta o en la imposición de los signos distintivos a los judíos protegidos de acuerdo con la ley islámica (norma que, sin embargo, en la práctica no se solía cumplir). En este mismo sentido, también se podría, quizás, contemplar su actitud beligerante y activa en la lucha contra los reinos cristianos enemigos, frente a la política relativamente más defensiva y subordinada de los últimos años de su predecesor Naṣr.

Designó secretario a una de las más destacadas figuras de la poesía nazarí, Ibn al-Ŷayyāb, maestro del género epigráfico cuyos poemas decoraron las estancias de la Alhambra, en la que, además, Ismācīl I realizó algunas construcciones (la rauda o cementerio real y ciertas transformaciones en el Generalife).

En el ámbito de la economía cabe destacar la acuñación de moneda que realizó en la ceca de Granada, como atestiguan los bellos ejemplares de dinar de oro conservados a su nombre.

Los primeros años de su gobierno fueron particularmente agitados. La presencia de un sultán derrocado —que se intitulaba “rey de Guadix” en la correspondencia con los reyes cristianos— en una ciudad cercana e importante como Guadix, tradicional feudo de rebeldes y sublevados, ejerciendo un gobierno independiente y con el apoyo de Castilla, suponía una amenaza latente para la estabilidad del trono que enseguida se manifestó completamente real y hasta acuciante.

Así, inmediatamente después de llegar a Guadix, Nar escribió una carta comunicando su expulsión de la Alhambra al infante don Pedro, que en esos momentos se dirigía desde Córdoba hacia Granada en auxilio del emir vasallo. A pesar de que ya era innecesaria su presencia, el infante, tutor de Alfonso XI, decidió aprovechar el viaje y entró en tierras del emirato andalusí para conquistar Rute en tres días de asedio.

El 15 de muḥarram de 715/21 de abril de 1315, Naṣr encabezó la oposición de un grupo de sus parientes y servidores de su padre que se habían unido a él. Ante ello, Ismācīl I, a primeros [1] de ṣafar de 715/primeros [7] de mayo de 1315, asedió Guadix durante cuarenta y cinco días, aunque no consiguió someterlo y hubo de retirarse a Granada, no sin antes destruir todos sus campos y tierras de abastecimiento.

Por su parte, Naṣr solicitó ayuda a Castilla, Aragón y Tremecén y llegó a ofrecer a cambio al infante don Pedro la ciudad de Guadix. Afortunadamente para Ismācīl I, los tratos con estos estados y entre Castilla y Aragón, que, incluso buscaron la ayuda del Papa, no llegaron a una alianza conjunta para atacar el territorio andalusí con el pretexto de apoyar a Naṣr, pero Castilla sí emprendió diversas actuaciones militares. Una de estas se inició con el envío por el infante don Pedro de una recua de víveres a Guadix para abastecer al sultán derrocado, lo que provocó la respuesta de Ismācīl I, que envió a cUṯmān b. Abī l-cUlà al frente del ejército. La batalla tuvo lugar en Wādī Furtūna, el río Guadahortuna, a la altura de Alicún de Ortega en el mes de ṣafar de 716/abril-mayo de 1316. Pero los cristianos, con la ayuda de Naṣr, infligieron una aplastante derrota a los granadinos, de los que murieron 700 caballeros (1540 según las fuentes cristianas) llenando de tristeza al-Andalus. Tras ello, el infante don Pedro aprovechó nuevamente la oportunidad para apoderarse de las plazas andalusíes que pudo, en esta ocasión Cambil, Belmez, Mata Begid, Tíscar y, al parecer, Rute, que habría sido recuperado por los musulmanes (varias de estas plazas cambiaron de manos repetidamente durante estos años).

En cambio, ese mismo año de 716/1316, Ismācīl I se benefició del apoyo indirecto que supuso el ataque realizado por el gobernador cazafí de Ceuta, Yaḥyà b. Abī Ṭālib (m. 719/1319) contra Gibraltar, que cercó y tras varios días de asedio logró entrar en el arrabal, aunque tuvo que abandonar el sitio ante los preparativos de auxilio castellanos.

Animados por la victoria de Guadahortuna, los infantes de Castilla don Pedro y don Juan, tutores de Alfonso XI, acometieron la acción más ambiciosa y de mayor envergadura desde la coalición internacional contra al-Andalus en 1309. Fue una gran ofensiva preparada desde 1318, dirigida a la capital granadina en 1319 y que llegó incluso a las murallas de la ciudad. Tras un breve asedio, se desencadenó la famosa batalla de la Vega, en la que, a pesar de tener superioridad numérica, el ejército cristiano fue totalmente derrotado el 5 de ŷumādà I 719/24 junio 1319. Los jefes castellanos, los infantes Pedro y Juan, murieron. La victoria andalusí, en la que fue decisiva la actuación militar del šayj al-guzāt (jeque de los combatientes de la fe norteafricanos), cUṯmān b. Abī l-cUlà, fue celebrada y difundida internacionalmente hasta Oriente.

Esta derrota, junto a otra infligida por el ejército de Málaga a los cristianos el día de la fiesta de cāšūrā' (10 de muḥarram) de 820/21 de febrero de 1320, forzó a los concejos y regiones de la frontera cristiana a entablar negociaciones con Ismācīl I para solicitar la paz, que acabó aceptando el emir granadino y se firmó el 18 de junio de 1320.

La misma situación se produjo con respecto a Aragón. Con el fin de proteger su frontera, dado que la castellana estaba asegurada por el tratado recién firmado, Jaime II solicitó la paz a Ismācīl I. Las negociaciones se prolongaron más de un año, durante el cual el rey aragonés jugaba al mismo tiempo la baza de la ayuda del Papa para atacar al emirato andalusí, pero al no obtenerla tuvo que aceptar el tratado de paz y amistad que Ismācīl I exigía: condiciones de equilibrio y reciprocidad entre ambos estados (al contrario que tratados anteriores, más desfavorables para los Nazaríes) y, además, libertad de emigración para los mudéjares aragoneses que quisieran trasladarse al territorio andalusí sin pagar más que los derechos acostumbrados, cláusula incluida por primera vez y que sirvió de precedente en treguas posteriores. El tratado, conservado en versión árabe y catalana romance, lo firmó Ismācīl I para un periodo de cinco años el 17 de rabīc II de 721/16 de mayo de 1321.

Alcanzaba así el emir granadino una situación de paz exterior que, junto a las disputas internas de Castilla, le permitieron consolidar y recuperar posiciones en la frontera.

En el interior del emirato también logró estabilizar la situación política, pues gracias a los tratados firmados con Castilla y Aragón, Naṣr ya no podía contar con ayuda exterior, y, para facilitar más aún las cosas a Ismācīl I, el rebelde falleció prematuramente en 722/1322, tras ocho años transcurridos entre combates, treguas y conspiraciones para recuperar el trono desde Guadix, ciudad que se sometía así, por fin, a la autoridad del emir de la Alhambra.

En los años siguientes Ismācīl I pudo recuperar diversas plazas de la frontera, como Huéscar, Orce y Galera. En el asedio de Huéscar, este emir utilizó la pólvora por primera vez en al-Andalus, provocando los proyectiles de hierro ardientes lanzados por un enorme cañón la inmediata rendición de la fortaleza el 24 de raŷab de 724/17 de julio de 1324; tras ello, el sultán procedió a reparar las defensas de la plaza conquistada y llegó a trabajar con sus propias manos en la construcción del foso.

Otra expedición importante fue la algazúa de Martos, que se desarrolló entre el 10 y 24 de raŷab de 725/22 de junio y 6 de julio de 1325, durante la que taló los campos y penetró por la fuerza en la ciudad y la alcazaba. Durante el asalto, el sultán apenas pudo controlar a la tropa y los soldados realizaron una gran matanza que los cronistas árabes lamentan y condenan.

Sin embargo, cuando Ismācīl I se hallaba en esta situación de prosperidad, con estabilidad interior y exitosas campañas exteriores, fue inesperadamente asesinado en unas insólitas circunstancias. El autor del crimen fue uno de sus arráeces, pariente suyo, llamado Muḥammad, que era hijo de su primo hermano Ismācīl, quien entonces era conocido como el señor de Algeciras, el lunes 26 de raŷab de 725/8 de julio de 1325.

Las causas del asesinato, en principio, fueron la venganza por una afrenta personal: al tercer día tras el regreso de la citada algazúa de Martos, el emir reprendió a este Muḥammad, al que humilló e hirió tan profundamente en su amor propio que acabó cometiendo el asesinato. Los cronistas cristianos indican que la causa del conflicto fue una cautiva cristiana traída de Martos por el arráez que se negó a entregar al emir cuando este se la pidió; a esto añaden la implicación de cUṯmān, que estaría resentido con el emir por la muerte de un nieto suyo en la algazúa de Martos —pero también tenía móviles políticos contra el emir, en cuya entronización había sido apoyo fundamental— y que instigó al arráez y organizó el complot para el asesinato.

El crimen se perpetró cuando Ismācīl I se dirigía a un salón de audiencia, en público (las fuentes cristianas lo sitúan en solitario en una calleja de la Alhambra). El arráez lo apuñaló y aunque el visir intentó defenderlo, los compañeros del traidor arremetieron contra él, pero la gente pudo liberar al sultán y los conjurados fueron perseguidos y muertos, sus parientes y otros sospechosos ejecutados y sus casas saqueadas por la multitud.

El emir, aunque sobrevivió al ataque gracias a que el turbante taponó la herida de la puñalada en la carótida y fue trasladado rápidamente a una de las habitaciones del palacio, los médicos no pudieron salvarlo y murió enseguida.

Tras más de once años de gobierno muy activo y beligerante que llevó a al-Andalus a una situación más fuerte frente a sus enemigos, Ismācīl I murió a los cuarenta y seis años de edad. Fue enterrado en la rauda (rawḍa), el cementerio familiar de la dinastía nazarí situado en los jardines contiguos al Palacio Real, a levante de la mezquita mayor de la Alhambra, al lado de su abuelo, aunque tras la conquista de Granada en 1492 sus restos fueron trasladados, junto con los de otros miembros de la familia real, por Muḥammad XI, Boabdil, a Mondújar, en las posesiones que a este le concedieron los Reyes Católicos.

Dejó seis hijos, cuatro varones y dos mujeres. De su concubina cristiana cAlwa, que fue su favorita hasta que al final de su vida se apartó de ella por un asunto de insolencia, tuvo cuatro: Muḥammad (IV), el primogénito y príncipe heredero, que le sucedió; Faraŷ, segundo hijo, que tras la muerte de su hermano recorrió diversos lugares de al-Andalus y acabó muriendo encarcelado en Almería el año 751/1350-1351, asesinado por orden de su hermano; Fāṭima y Maryam, que fueron casadas por su hermano Yūsuf (I) con dos parientes. Posteriormente, de su sierva Bahār (Primavera/nombre de planta), tuvo a Yūsuf (I), que accedió al poder a la muerte de su hermano. Por último, tuvo de su sierva Qamar (Luna) el cuarto y menor de los varones, Ismācīl, que en su juventud sufrió terrible prisión, durante el gobierno de su hermano Yūsuf I, aunque en tiempos de su sobrino Muḥammad V (1354-1359 y 1362-1391) fue liberado e instalado en un palacio del patrimonio real en Salobreña y más tarde huyó a refugiarse al Magrib durante el exilio de este sultán en Fez.

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Bibliografía

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C. Torres Delgado, El antiguo reino nazarí de Granada (1232-1340), Granada, Anel, 1974, págs. 248-263

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L. P. Harvey, Islamic Spain, 1250 to 1550, Chicago, London, University Chicago Press, 1990, págs. 180-187

M. Á. Manzano Rodríguez, La intervención de los Benimerines en la Península Ibérica, Madrid, CSIC, 1992, págs. 199-201, 348-349

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F. Vidal Castro, “El asesinato político en al-Andalus: la muerte violenta del emir en la dinastía nazarí (s. XIV)”, en M. Fierro (ed.), De muerte violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus, EOBA, 14, Madrid, CSIC, 2004, págs. 370-381

Autor/es

  • Francisco Vidal Castro

 

LA BATALLA DE GUAZALETE

 

LA BATALLA DE GUAZALETE.


   Al advenimiento de Muhammad, y como ya era una costumbre cuando un nuevo emir se sentaba en el trono de Córdoba, los toledanos comenzaron a agitarse. Desde 837 se habían mantenido, más o menos en calma, a pesar de haber apoyado los mozárabes de la población el descabellado movimiento de Eulogio. Tenían rehenes en Córdoba como garantía de que se iban a portar bien, junto a otros detenidos políticos de zonas por igual de conflictivas. Vivían, nada mal por cierto, en la llamada " casa de los rehenes ".


   Unos días después de la entronización de Muhammad I, los toledanos apresaron al gobernador omeya de la ciudad y no lo soltaron más que cuando supieron que sus rehenes habían sido liberados en Córdoba. Este éxito les animó y enseguida estuvieron dispuestos a levantar tropas con las que se dedicaron a correr el campo en dirección a Calatrava, cuya guarnición tuvo que ser evacuada ante la presión de los revoltosos toledanos. El emir no iba a dejar impune estas provocaciones. En el verano de 853 el propio hermano de Muhammad I, al-Hadam, recupero Calatrava y la fortificó. Pero los toledanos se volvieron atrevidos y asolaron las riberas del río Jándula, haciendo caer al ejército emiral en una emboscada, cerca de Andújar. Las tropas leales tuvieron que huir, abandonando armas y bagajes.

Los toledanos fueron los primeros sorprendidos por este éxito, pero temiendo la reacción del emir, pidieron ayuda a ORDOÑO I. El monarca asturiano era el primer interesado en que surgiera la guerra civil entre los propios musulmanes y no dudó en armar un fuerte ejército, al mando de uno de sus parientes, Gastón, conde del Bierzo, que partió en auxilio de los de Toledo.



Muhammad se puso al frente de sus tropas y llegó a una llanura situada al sudoeste de Toledo, por la que transcurre un pequeño afluente del Tajo, el Guazalete. El emir omeya emboscó sus tropas en los repliegues del terreno y se lanzó al ataque con el resto. Esta estratagema, no por vieja, dejó ser eficaz y las tropas toledano-asturianas sufrieron una derrota espantosa. Crónicas latinas y árabes coinciden en las cifras: los asturianos tuvieron 8.000 muertos y los toledanos, 12.000. Los vencedores, como era habitual, amontonaron las cabezas de las víctimas de aquella matanza, y desde lo alto de esa macabra torre, rezaron a Alá y le agradecieron la victoria.

   Sin embargo, Muhammad no le sacó partido a este triunfo, pues en lugar de ir a tomar Toledo, prefirió contemporizar, mientras que los destrozados toledanos, odiaron, aún más, al régimen cordobés. Continuaron alborotando en 856 y 858, hasta que el propio Ordoño los abandonó. Solicitaron una amnistía a Muhammad I que les fue concedida, y por espacio de diez años estuvieron tranquilos. En 875 otra vez tuvo el emir que ir a por ellos. Les exigió rehenes y les impuso como gobernador a su hijo AL-MUTARRIF. No levantarían cabeza hasta el advenimiento de AL-MUNDHIR.

Publicado por al-Andalus 

 

sábado, 1 de noviembre de 2025

ROSCOS DE VINO DE MÁLAGA

 

ROSCOS DE VINO DE MÁLAGA

Los roscos de vino de Málaga son dulces navideños típicos con forma de rosquillas; su masa es similar a la de los polvorones y mantecados, aunque un poco mas firme y menos quebradizo.

En Málaga, son uno de los dulces mas emblemáticos. además, la calidad de los vinos de DOP de Málaga explica la popularidad de este vino dulce de la región; se puede elegir entre Moscatel y un Pedro Ximénez. Esto permite preparar roscos de vino con ingredientes tradicionales de alta calidad. Tiene una característica capa blanca en la superficie gracias al azúcar glas.

 

Ingredientes

300 gr de harina

120 gr de manteca de cerdo a temperatura ambiente

120 ml de vino dulce o Moscatel

40 gr de semillas de sésamo

60 gr de azúcar glas

1 cucharadita de anís dulce

½ cucharadita de canela molida

50 gr de almendras en polvo

Mucha azúcar glas para decorar los roscos

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 160º.

En un bol grande , mezclamos la harina, con las semillas de sésamo y colocamos sobre una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado, extendiéndola uniformemente.

Cuando el horno este caliente, colocamos la bandeja dentro del horno y horneamos durante 20-25 minutos, hasta que la mezcla esta tostada. Removemos de vez en cuando, con cuidado de que no se queme la harían.

Retiramos la bandeja del horno cuando la harina esta tostada y dejamos enfriar.

Una vez fría, la volcamos en un bol grande y añadimos las almendras en polvo, mezclamos bien para que se integre, amasándola con las manos para eliminar los grumos. Añadimos la canela y el azúcar glas y seguimos mezclando con las manos.

A continuación, añadimos la manteca de cerdo, que debe estar blanda, junto con el vino dulce y el anís. Mezclamos muy bien hasta que todo este bien integrado y forme y una masa homogénea. No amasamos, pero presionamos con firmeza para conseguir una consistencia unciforme.

Precalentamos el horno a 180º.

Colocamos la masa sobre papel sulfurizado y, con la ayuda de un rodillo, extendemos la masa uniformemente hasta que tenga un grosor de 1-1.5 centímetros de espesor. Luego cortamos en círculos con un cortador de pasta y hacemos un agujero en el centro con otro cortador de pasta as pequeño. Juntamos los trozos de masa restante y volvemos a extender la masa para hacer los roscos de vino.

Colocamos todos los roscos de vino en una bandeja de horno, forrada con papel sulfurizado, metemos en el horno y dejamos hornear entre 12-15 minutos, hasta que estén dorados.

Una vez listos, sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla y pasamos por abundante azúcar glas para darle su color tradicional.

Solo queda servirlos y disfrutar de este dulce navideño tan malagueño-

¡Buen provecho!