Mostrando entradas con la etiqueta Historia de los judíos en al-Ándalus.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historia de los judíos en al-Ándalus.. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de agosto de 2012

Historia de los judios en al-Ándalus. Aspectos sociológicos de la mujer sefardi en el meioevo



ASPECTOS SOCIOLÓGICOS DE LA MUJER SEFARDÍ EN EL MEDIEVO



En las comunidades hebreas de la Edad Media el núcleo básico de organización social es la familia, entendida en sentido riguroso o también definida como familia nuclear. Aun cuando no existen suficientes datos que aseguren con certeza absoluta, se puede generar la hipótesis, que desde la más remota antigüedad  la familia judía se organizaba según un estricto “régimen patriarcal”, llevándonos a una escasa existencia documental medieval conservada sobre la familia judía, como en las referencias genealógicas y onomásticas.

El varón, ejerciente de la autoridad suprema de la familia judía, desplaza a la mujer al desempeño de las obligaciones derivadas de su condición de esposa y madre, así como a la ejecución de los trabajos domésticos, quedando mostrado la existencia de una inferioridad jurídica de la mujer en la sociedad judía medieval. Podemos pensar, que las mujeres judías vivían en condiciones parecidas a las de sus vecinas musulmanas. Las leyes y costumbres judías, incluyendo las relativas a las mujeres y el matrimonio, se vieron influenciadas en gran manera por las leyes y costumbres de los musulmanes.

Las jóvenes judías contraían a una edad muy temprana matrimonio, y por el mismo tenían poco tiempo para estudiar, aunque aprendían en su casa muchas prescripciones bíblicas y rabínicas que incluían un cierto nivel cultural. El rabino de Cremona, Jacob ben Moseh Molin (Maharil, m. 1427), afirmaba que era un error enseñar a las mujeres. I. Abrahams[1] reconoce que en época medieval tardía las mujeres cristianas recibían mejor educación que las judías, pero no por eso se indica que la mujer judía fuese una ignorante. La educación a la que se hace referencia, estaba centrada en la enseñanza domestica transmitida por sus padres y hermanos. M. Kayserling (1879) y Nehida Remy (1896) hacen referencia a algunas mujeres de prestigio a las que se llamaba “señoras rabinas”, aunque por regla general, la mujer no aprendía a escribir, aunque existieron extraordinarias pendolistas que ayudaban a sus maridos.

Entre estas mujeres excepcionales podríamos hacer referencia a la hija de Samuel ben Ali de Bagdad. Hypatia era experta en la Biblia y en el Talmud, según R. Petachia ben Jacob (s. XII), aunque no hay certeza de este dato. Otra maestra, según M. Kayserling[2], habría dirigido un colegio, aunque en la instrucción publica apenas apareciese la mujer. Así pues, y en virtud del carácter patriarcal de la vida familiar, el varón ejercía la autoridad suprema de la familia judía, quedando el papel de la mujer prácticamente limitado al cumplimiento de las obligaciones derivadas de su condición como esposa y madre.

En el ámbito legal, quedaba la mujer sometida a la autoridad del padre o tutor en ausencia de este mismo. En el caso de contraer matrimonio, quedaba bajo la autoridad del marido. Del mismo modo, las mujeres  casadas no tenían capacidad para realizar donaciones de bienes sin la autorización de su marido. Estas leyes de carácter obsoleto quedaban aun recogidas en la doctrina jurídica española hasta el siglo XX, calificándose esta acción como “alieni iuris[3]”. No obstante, a través de las relaciones familiares es fácil apreciar algunos rasgos de la manifiesta inferioridad jurídica de la mujer en el seno de la sociedad judía medieval. 

La religión judía contemplaba el matrimonio como el estado social óptimo, pues así, la mujer judía al igual que la mujer cristiana era educada principalmente para el matrimonio y para la maternidad, teniendo en cuenta que en el mundo medieval era esencial la perpetuación del linaje. La esterilidad de una esposa dentro del matrimonio era causa de deshonra para la mujer, pudiendo ser motivo de la disolución del vínculo matrimonial contraído con anterioridad. El matrimonio se apoyaba en la “ketubah” o contrato nupcial  otorgado por el futuro marido a la novia, en la que se regulaban todas las condiciones del matrimonio, con el fin de proteger a la contrayente.

La mujer sefardí se ve inmersa en una cultura e ideología, que determinara un papel determinado en la sociedad Medieval. Comprender los conceptos hasta ahora planteados implicaría un análisis de la vida cotidiana, costumbres y tradiciones que se plasman en instituciones y que van dando carácter, personalidad e identidad a la mujer. Con el cumplimiento de las labores del hogar, la mujer cumple la misión de ser el eslabón entre la religión y la costumbre. Ella será la responsable de seguir las tradiciones alimenticias (Kosher) según marca la Ley, efectuará el encendido de las velas del viernes y, cuidara y orientara la educación de los hijos dentro de los parámetros judíos.

Volviendo a la relación de la mujer judía casada con la ley, esta no era propietaria de ningún tipo de bienes, ya que todos pertenecían al marido. Sin embargo, las leyes judías castellanas eran en este aspecto bastante más benévolas para la mujer que la legislación hebrea en general. Así, en la legislación judía castellana sobre el régimen de sucesión de bienes hallamos ciertas disposiciones visiblemente favorables para la  mujer que se podrían resumir así:

 1.“Alcanzada la pubertad, a los doce años y medio, la mujer tenía pleno derecho a recibir en propiedad lo que le correspondiera por herencia o por otro título legal.

 2.Si un judío fallecia dejando un hijo varón y una o varias hijas sin casar, tendrían derecho a la herencia por partes iguales, y sólo si el varón era el primogénito tendría derecho a una porción doble en virtud del precepto bíblico que favorece la primogenitura. No obstante, a la muerte de la madre las hijas no tendrían ya ningún derecho a la herencia. Por el contrario, si falleciera antes la madre, las hijas tendrían los mismos derechos a la sucesión que los hijos, recibiendo también a la muerte  del padre su parte correspondiente.

 3.Si un judío fallecía dejando sólo hijas, éstas tendrían todas los mismos derechos a la sucesión, sin distinción alguna entre casadas y solteras[4]”.

Desde el punto de vista del derecho penal, los pleitos y causas se resolvían siempre según riguroso orden de presentación, existiendo una cierta prelación, de forma, ya que el pleito presentado por el menor de edad debía ser visto antes que el de la viuda; el de la viuda antes que el del sabio; el del sabio antes que el del ignorante; y el de la mujer antes que el del hombre. Eran penados severamente los delitos sexuales, tales como el adulterio o violación. El adulterio se castigaba con la pena de azotes si la mujer era judía y soltera; si, por el contrario, era casada o pagana el hombre era castigado con la pena de muerte. Los delitos de violación, por su parte, eran castigados con la pena de azotes.

En lo referente a la vida religiosa, la mujer sefardí estaba obligada a cumplir la ley ritual desde los doce años, quedando exenta de realizar determinadas oraciones, participar en las oraciones comunitarias o cumplir con las ceremonias de las diversas festividades judías. En este sentido, en una relación de los trascendentales ritos y prácticas religiosas judías, desarrollada para uso de inquisidores, se dice textualmente:

“Las mugeres no heran obligadas a cosa alguna de rrezar, ni por ninguna manera se juntaban con los onbres, ni gient mugeres balían para cumplir el número tanto como un niño de teta, e las que heran devotas bellas se tenían su cámara junta a la sinoga para que estublesen e un rrabi que les rreszase en rromanze todo lo que en la sinoga se rregava en hebrayco; entre ellas no avía obligagión de número[5]”.

En la Biblia no existe referencia alguna donde se ordene instruir a las mujeres en la Ley religiosa. Por su parte, el Talmud se muestra absolutamente contrario a la erudición religiosa femenina, manteniéndose esta opinión a lo largo de toda la Edad Media. La exención de la mujer judía para el acatamiento de los mandatos religiosos, no obedece en modo alguno a razones de índole antifeminista, sino al principio talmúdico de que quien está implicado en un acto religioso está eximido de otro simultáneo, siendo considerados los quehaceres y labores domésticas un acto propiamente religioso.

En la vida publica fuera de las aljamas, sufría la mujer las mismas inclemencias que los hombres, en particular a las referentes a la indumentaria, para facilitar su condición de judíos y evitar los contactos con los cristianos, quedando penado con la pena de muerte los contactos sexuales entre cristianos y judíos.  A lo largo de toda la Edad Media, múltiples constituciones eclesiásticas lucharon por imposibilitar que los cristianos tomaran como barraganas a mujeres judías o mudéjares, lanzando la pena de excomunión contra los infractores.

Las disposiciones de Cortes eran algo más condescendientes con la indumentaria de la mujer sefardí, permitiéndole la utilización de paños tintos y pieles blancas, aun cuando le prohibían también tajantemente el uso de pieles de calidad, de adornos de oro y de zapatos dorados.


En el ámbito de las actividades socio -  profesionales, tenía la mujer una participación muy similar a la de la mujer cristiana, aunque existían algunas diferencias. No era inusual encontrarse con mujeres judías que gestionaban bienes económicos, bien ellas solas o en compañía de su marido. Los trabajos en el servicio domestico o como nodriza eran realizados en casas judías o de judeoconversos. Las labores de carácter artesanal se realizaban en el sector textil, aunque ejercían igualmente labores de carácter mercantil, médicas o de prestamistas. Igualmente hay que citar en este abanico de profesiones las plañideras, prostitutas, barraganas, hechiceras y curanderas, terreno este en el que jugaron un importante papel, ya que continuaban conservando y transmitiendo costumbres y ritos judíos.


Hoy en día, la sociedad judía se manifiesta casi completamente modificada. Hace aparición el “hombre nuevo” y la mujer emancipada, estando la vida hogareña en un estatus igualitario, donde se comparten muchas tareas. Aun así, los aspectos rituales de la antigua división, junto con algunos rasgos sociales, han resultado ser notablemente resistentes al cambio. Continua siendo habitual, ver a la madre encender las luces del Shabbat y el padre decir los kiddush, mientras los niños desempeñan su papel en la comida ceremonial de Pascua y se espera de ellos, que estudien hebreo, aprendan historia y religión judía, bien sea en clases en la sinagoga o en la escuela judía.


María José Arévalo Gutiérrez

Historia de los judios en al-Ándalus. Los mercaderes judios en el siglo XIV


LOS MERCADERES JUDÍOS EN EL SIGLO XIV



María José Cano











De todos es conocido el papel desempeñado por los judíos en el sistema comercial a lo largo de la historia, y cómo ese papel se convierte en protagonista, cuando el escenario es el Mediterráneo y la época es la Edad Media.


Durante el siglo XIV, como en los siglos anteriores y posteriores, el buen desarrollo de las transacciones comerciales dependía, en gran medida, de las relaciones personales de los mercaderes, pues la precariedad de las redes comerciales exigía una confianza plena en todos y cada uno de los nudos de la red.
 

Un próspero negocio familiar y correligionario


Jerusalem


Las relaciones familiares en el amplio sentido semítico –casi tribal y clánico– eran las grandes protagonistas, pero cuando éstas fallaban, eran suplidas por las relaciones de correligionarios. En el caso de los judíos eran tan frecuentes las unas como las otras, cosa lógica si entendemos que en todos los lugares constituían una minoría religiosa en un universo dominado por las religiones. En consecuencia, las redes comerciales estaban integradas por miembros de una misma tradición religiosa: judíos con judíos, cristianos con cristianos y musulmanes con musulmanes, si bien esto no impedía que los negocios se pudieran realizar entre miembros ajenos a la propia comunidad religiosa en sus fases inicial y final. Concretamente, el comercio entre la Europa cristiana y los países musulmanes dependía, en gran medida, de los mercaderes judíos asentado en las riberas norte y sur del Mediterráneo, que comerciaban en los puertos del sur con mercaderes musulmanes, y en el norte con cristianos. La ética comercial entre los individuos de las tres religiones abrahámicas era muy similar, lo que facilitaba las transacciones comerciales ‘interreligiosas’.

La mayoría de los mercaderes judíos pertenecían a un grupo que se podría denominar como profesionales, que estaba integrado por los grandes mercaderes, los delegados, los representantes y los agentes o intermediarios. También se dedicaban a la mercadería, de forma esporádica, viajeros que emprendían una peregrinación a lugares santos, sobre todo a Jerusalén, o estudiosos que acudían a aprender con eruditos famosos, y que aprovechaban el largo camino para comerciar y, con las ganancias, costearse parte del viaje. Unas veces los negocios eran suyos propios, aunque en la mayoría de los casos, eran por cuenta ajena, siempre eran transacciones de menor envergadura que las de los mercaderes profesionales.

La abundante documentación conservada sobre los mercaderes judíos muestra cómo, no todos ellos pertenecían a la misma clase social, pero también evidencia cómo existía un espíritu de igualdad, sólo explicable por la responsabilidad compartida entre todos los actores de una transacción comercial. Los documentos –contratos, cartas, libros de viajes, etc. – muestran cómo el comercio estaba marcado por la inseguridad y la lentitud de las comunicaciones de las rutas comerciales que, fundamentalmente, se realizaban en barco y en caravanas. Un buen resultado en el negocio dependía de saber mantener un frágil equilibro entre los compradores, los vendedores y los intermediarios, que comenzaba al adquirir la mercancía en los lugares de origen y concluía con una buena venta en el lugar de destino. Pero ese equilibrio dependía sobre todo de las etapas intermedias en las que los productos esperaban su siguiente destino, eran negociados –se vendían para comprar otras mercancías– o se perdían. En consecuencia, la confianza entre todos los integrantes de la red comercial, era fundamental.

Las redes estaban formadas sobre todo, por familiares de los grandes comerciantes, como eran los hijos, los yernos y personas muy próximas, que actuaban de delegados o agentes. Estos eran los encargados de comprar y vender las mercancías y solían residir en los enclaves comerciales más importantes. A principios del siglo XIV, los mercaderes judíos más importantes procedían del mundo musulmán, así era frecuente encontrar redes donde, por ejemplo, un comerciante judío de El Cairo tuviera delegados residentes en enclaves situados en el Occidente musulmán, que mantenían la ruta entre Sijilmasa-Fez-al-Andalus, desde donde se adentraban en los reinos cristianos hispanos peninsulares, o hacia Qairawán-Sicilia. Desde Sicilia se volvía a bifurcar la ruta, marchando una hacia Europa por Italia, otra al Levante mediterráneo y otra a El Cairo, sede central de la red, donde a su vez, se recibían mercancías de la India a través de Adén y el Nilo, que se importaban a la Europa cristiana  y al occidente musulmán.


Auténticas sociedades mercantiles

Las relaciones entre los mercaderes y sus agentes y representantes, se solía mantener de por vida e, incluso, perduraba de generación en generación. Estas relaciones consolidadas, a veces convivían con otras esporádicas que se establecían para una única transacción comercial. Hasta principios del siglo XIV, los grandes comerciantes judeo-árabes disponían de capital suficiente para financiar sus negocios y expediciones comerciales, y todos los intermediarios recibían un porcentaje de los beneficios de las transacciones.

Era frecuente que lo grandes mercaderes se asociaran con otros comerciantes, creando auténticos ‘monopolios’. Estas sociedades se reforzaban con alianzas matrimoniales, si bien las sociedades estaban por encima de esas alianzas, como se puede ver en algún caso de divorcio, en el que la sociedad perdura una vez disuelto el matrimonio. Las sociedades mercantiles repartían beneficios y financiaban operaciones conjuntamente, pero las propiedades de los socios permanecían separadas. Esta costumbre se aplicaba incluso a los hijos; su estricto cumplimiento varió de unos lugares a otros y de unas épocas a otras, si bien en el norte de África se practicó, casi sin variantes, desde la época romana hasta bien entrada la Edad Moderna.

Durante el siglo XIV, como en el resto del medioevo, los judíos, al ser comunidades minoritarias, se regían por sus propias leyes tanto en los reinos cristianos como musulmanes, sometiéndose a la jurisprudencia central sólo en los casos de litigios mixtos, es decir con cristianos o musulmanes. Esta situación confería uniformidad a la legislación que regía la vida de los judíos desde Oriente a Occidente, lo que facilitaba y fomentaba las relaciones mercantiles entre judíos. Con frecuencia, en la Edad Media, los grandes rabinos legislaron sobre cuestiones mercantiles.


Mitos sobre los mercaderes judíos

El hecho de que los judíos mantuvieran unas férreas redes comerciales, con un carácter bastante endogámico, y que éstas estuvieran regidas por sus propias leyes, que eran desconocidas y extrañas a los gentiles, dio lugar a la aparición de leyendas en torno a los comerciantes judíos, como eran la mítica riqueza de los comerciantes o su dedicación a la usura, pero no todos eran grandes mercaderes ni prestamistas. Lo que sí es cierto es que las legislaciones de los países gentiles, en las que se les prohibía la posesión y cultivo de tierra, ejercer cargos en la administración y la mayoría de las profesiones liberarles, abocaron a los judíos a ejercer los oficios de comerciante y prestamista como únicos medios de poder conseguir una mínima calidad de vida.

Otra de las leyendas sobre los mercaderes judíos era su dedicación al comercio de los artículos de lujo. Es cierto que había mercaderes judíos que controlaban gran parte del mercado de objetos ornamentales –perlas, gemas, abalorios, lapislázuli, nácar, coral…– por cuanto que la relación precio volumen era muy favorable, y en caso de persecución, algo demasiado usual, era fácil de ocultar y transportar. Por ejemplo, estas eran las mercancías con las que comerciaban preferentemente los viajeros peregrinos y los estudiosos debido a ‘su comodidad’. Lo cierto es que los judíos comerciaban con todo tipo de género, siendo muy activos en el mercado de minerales, que era el caso contrario, pues era necesario comerciar con grandes cantidades: el hierro lo importaban desde la India a Arabia y desde allí, a los países del Mediterráneo, donde otros judíos tenían industrias de transformación. El cobre, el estaño, la plata y el plomo, los exportaban desde al-Andalus. El mercado del oro fue otro en el que los mercaderes judíos jugaron un papel importante desde los primeros siglos de la Edad Media, este preciado metal lo traían del África subsahariana vía Sijilmasa, y a partir del siglo XII, solían importarlo desde Sudán.

El por qué de la elección de una u otra mercancía se debía, en primer lugar, a la demanda del mercado pero, en gran medida, también se debía a las actividades de la comunidad a la que pertenecía el mercader, pues una práctica frecuente entre los judíos fue el comerciar con productos relacionados con industrias de transformación en manos de correligionarios. Por ejemplo, era muy frecuente que los judíos de al-Andalus comerciaran con seda y productos relacionados con la industria textil, como era el llamado tinte rojo de la India, que importaban desde India y Yemen a Granada para, después, exportar la seda tejida y tintada. También el lino egipcio lo exportaban a Túnez y Sicilia para su tratamiento y, tras el proceso, volvía a ser importado a otros países, incluido Egipto.
 

Venecia y Génova controlan el comercio marítimo


A mediados del siglo XIV, las rutas tradicionales antes descritas, comenzaron a declinar, y el comercio con el Levante Mediterráneo experimentó un gran auge; es en ese momento cuando las repúblicas marítimas italianas de Génova y Venecia, comienzan a controlar el comercio en detrimento de los países musulmanes del Mediterráneo occidental. A este cambio contribuyó la expansión y consolidación –aunque la toma de Constantinopla no se produjera hasta 1453– del Imperio Otomano, que daría un nuevo ritmo al comercio en esa zona. Los genoveses y venecianos se vieron forzados a extender sus rutas hacia Siria, Egipto y Constantinopla. Como grandes enclaves comerciales continuarían las ciudades egipcias de Alejandría y El Cairo, y los puertos sicilianos; a la vez, surgirán otras nuevas bases comerciales como las islas de Corfú, Rodas, Chipre, los enclaves griegos de Salónica, Corinto o Constantinopla o las ciudades sirio-libanesas de Trípoli, Alepo, Damasco, etc. Es notorio cómo la población judía de esos lugares aumentó considerablemente: los judíos, atraídos por la prosperidad comercial de esas ciudades emigraron desde Occidente, sobre todo desde Italia y Sefarad. Por ejemplo, cuando en 1391 se dieron los brotes de antijudaísmo en los reinos de Castilla y Aragón, muchos judíos que mantenían contactos comerciales con comunidades hebreas del Levante, optaron por emigrar allí, ya que el naciente imperio otomano les ofrecía mayores oportunidades y más protección y libertad.
Génova, en un grabado de 1493
El hecho de que el dominio del comercio en el Mediterráneo pasara de manos musulmanas a manos cristianas, afectó profundamente a los mercaderes judíos, pues la diferente consideración en la que eran tenidos –pueblo del Libro unos y pueblo deicida otros– se refleja en las relaciones con los mercaderes cristianos plasmada en las leyes. Tal es el caso que se dio en la legislación marítima veneciana que, durante los siglos XIV y XV, consideraba a los mercaderes judíos rivales y, por tanto, propuso excluirlos de su sistema comercial. Aunque estas normas nunca llegaron aplicarse, si limitarían su libertad de movimientos, así en el siglo XIV, los mercaderes judíos no podrán ser dueños o fletar sus propias naves, sino que serán obligados a usar los servicios marítimos de los países dominantes del comercio marítimo, que ese momento eran  fundamentalmente Venecia y Génova. Pero incluso en el supuesto de que fueran aceptados tenían problemas, algunas veces eran las propias leyes religiosas judías –dietéticas, pureza, festividades…– las que dificultaban sus travesías en naves gentiles; otras eran los puertos cristianos a los que arribaban, en los que podrían ser considerados proscritos y perseguidos. Unos de los grandes males de los mercaderes judíos en este siglo va a ser el de la piratería; este problema, que afectaba a todos los comerciantes, era especialmente duro para los judíos, que eran asaltados con más saña y no eran defendidos con la excusa de la religión. Era frecuente observar cómo el número de cautivos judíos era significativamente mayor que el de los cristianos, indiferentemente a la religión de los corsarios.


Confinados en ghettos

En las ciudades cristianas, incluso en las de las colonias, los comerciantes judíos, como otros ‘extranjeros’, eran obligados a recluirse con sus mercancías durante la noche en hospederías o fondacos, separados de los mercaderes cristianos, pero esta separación era especialmente enfatizada en el caso de los judíos, que debían pernoctar en fondas o albergues ubicados en los barrios judíos. La existencia de posadas u hospicium exclusivamente judíos en la Alta Edad Media está bien documentada: un hospicium en el call de Tortosa en 1328, un hospitium ventura hebrei en Bolonia a finales del siglo XIV o un fondaco perteneciente a la corona en el Nápoles de 1317 del rey Roberto.

Un ejemplo claro de la actitud hacia los comerciantes judíos a finales del siglo XIV, es el de Venecia: Durante todo el medioevo, los venecianos mantuvieron  reservas con los judíos, pero nunca hubo persecuciones, e incluso en el siglo XIV se les concede  el derecho de residencia estable en el barrio del Véneto, y total libertad para ejercer sus negocios. La bonanza comercial de la ciudad hizo que se asentaran numerosos comerciantes judíos, entre ellos algunos llegados de Sefarad. Se les continuó autorizando a vivir dentro de la ciudad hasta 1513, pero ya circunscritos a la isla que se conoció como Ghetto Nuevo, donde, a partir de 1516, se les obligó a vivir sin que pudieran abandonar el barrio después de la puesta del sol.

A pesar de todas las dificultades con las que tenían que bregar los judíos en los territorios cristianos, cuando en las postrimerías de medioevo las instituciones europeas desarrollaron un comercio más moderno, basado en la implicación de inversores, muchos mercaderes judíos adoptaron este nuevo sistema y prosperaron notablemente, frente a los colegas que continuaron con el sistema de negocios musulmán, mucho más personalista. Los mercaderes cristianos asentados en la zona del Levante, hicieron uso de su condición de minoría para que sus negocios se rigieran por la leyes de sus países de origen, lo que fue reconocido por las autoridades musulmanas. Los judíos hicieron uso de ese derecho y se acogieron a las leyes mercantiles que les eran más favorables, ya fueran judías, musulmanas o de cualquier país cristiano.

La relación con los mercaderes cristianos hizo que los mercaderes judíos cambiaran muchos de sus hábitos; por ejemplo, a partir del siglo XIII cambiaron la ruta del comercio de diamantes traídos desde la India, que hasta aquella época se distribuía desde Egipto pero que, desde entonces, va a pasar por Venecia, donde judíos venecianos comenzaron con la industria de la talla de diamantes. El arte moderno del corte del diamante se originó entonces.

En resumen, se puede decir que durante el siglo XIV, los mercaderes judíos no sólo continuaron  protagonizando el mismo papel prominente en el sistema comercial de Occidente que habían desempeñando durante los siglos anteriores, sino que se abrieron a nuevos horizontes, como eran los territorios eslavos.






lunes, 6 de agosto de 2012

Historia de los judíos en al-Ándalus. Jerez, tiempos pasados, historias curiosidades, recuerdos y anécdotas


JEREZ, TIEMPOS PASADOS, HISTORIAS, CURIOSIDADES, RECUERDOS Y ANÉCDOTAS

La aljama, los conversos y el fonsario de los judíos ( I )


Un centenar de familias fueron las primeras pobladoras de la judería jerezana, según el Libro del Repartimiento mandado confeccionar en 1266 por Alfonso X el Sabio, tras la reconquista de la ciudad. El doble se convertirían al cristianismo, años después, adoctrinadas por los frailes predicadores del convento de Santo Domingo.

Juan de la Plata | actualizado 31.07.2012

ALLÁ por las postrimerías del siglo XIV, la aljama de los judíos jerezanos se hallaba en su máximo esplendor. Los numerosos habitantes de la misma ocupaban sin duda los mejores puestos de la vida económica de la ciudad. Cambistas, usureros y cobradores de arbitrios ostentaban los mejores puestos, a la cabeza de sederos, tejedores y alfayates, o sastres. Una comunidad bien avenida con los cristianos mayoritarios, reconquistadores de Xerez, con los que realizaban toda clase de contratos y negocios; trabajando incluso en tiendas propias o ajenas, dentro del sector cristiano-

La aljama o judería estaba establecida, aproximadamente, en una zona que podríamos delimitar, aproximadamente, entre la parte final de la calle Larga, parte de la Tornería y Puerta de Sevilla, teniendo a sus afueras, pasadas las murallas y cerca de la huerta de los PP. Dominicos, su fonsario o cementerio, para los de su raza y religión, que venía a situarse, aproximadamente, donde actualmente existe la calle Honsario - modernización del antiguo vocablo fonsario - , en el barrio de San Pedro.

Dicha aljama adquiriría, el 3 de marzo de 1383, unas tierras baldías que poseía cerca de dicho fonsario, Pedro García, hijo de Juan García del Faro, vecino de la collación de San Dionisio, que se las vendió a dicha aljama, representada por el judío de la misma Moysé Esamay.

Estas tierras, según el contrato de compraventa de las mismas, firmado por los citados ante el escribano público Juan Martínez, eran cosa así como de dos aranzadas, y se encontraban, al decir del historiador Hipólito Sancho de Sopranis, "entre el muro de Jerez y la frontera huerta del convento de Santo Domingo, y entre las puertas del Real y de Sevilla, más próxima a la primera que a la asegunda, ya que lindaba con la carrera de Arcos".

Esta cercanía de la judería con el convento de los padres dominicos llevaría a estos a ejercer una cierta influencia sobre los judíos, a los cuales, durante mucho tiempo, trataron de convertir a la religión cristiana, consiguiéndolo en bastantes casos. Hasta el punto de que, el 20 de agosto de 1391, un grupo de estos conversos, en acto celebrado ante el mismo escribano, Juan Martínez, hicieron cesión solemne de las tierras lindantes con su fonsario - que parece seguían baldías - al convento de Santo Domingo, de las cuales tomaron posesión en el mismo día los procuradores de la orden fray Pedro Sánchez y fray Rodrigo, penetrando en ellas, según consta en documento, "por su propio pie".

Estas tierras, con el tiempo, los dominicos fueron parcelándolas y vendiéndolas para construir casas, en todo lo que hoy es calle Honsario y sus alrededores, en el barrio de San Pedro, perteneciente entonces a la collación de San Miguel.

LOS CONVERSOS ALCANZARON LOS 200

El historiador Hipólito Sancho de Sopranis nos da una lista bien completa de los conversos que cedieron a los frailes de Santo Domingo la llamada parte del fonsario de los judíos que, al parecer, no había sido utilizada como tal desde que la aljama la compró a su antiguo propietario, en 1383.

Estos conversos, dice el citado investigador, fueron en su mayor parte "personas modestas, menestrales que por sus oficios debieron de tener bastante contacto con los cristianos". Aunque apunte que, entre ellos, había dos familias de conversos bien acomodadas: los Alemany y los Carmoní.

En total eran cuarenta y nueve conversos, los que con sus respectivas familias sumarían alrededor de unos doscientos individuos, aproximadamente. Entre ellos, cuyos nombres omito por no hacer excesivamente largo este trabajo, anotamos un albardero -fabricante o vendedor de albardas para caballerías -; cuatro alfayates - o sastres -; cuatro sederos; tres tejedores; un tintorero, un chapinero, un jubetero, dos botoneros, un herrero, dos corredores y un curtidor.

No es mucho lo que se ha escrito sobre los judíos jerezanos. Quizás lo más importante sea lo que escribiera el sabio jesuita P. Fidel Fita Colomé, sobre la situación de nuestra judería, en 1266, publicado en el Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1887; y lo que Hipólito Sancho de Sopranis del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, diera a conocer, el año 1951, en la revista 'Sefarad' del Instituto Arias Montano del CSIC, como su especial 'Contribución a la historia de la Judería de Jerez de la Frontera' y que, a nosotros, en ambos casos, nos han servido como fuentes fidedignas para escribir este trabajo.

En su artículo, también citado por don Hipólito, el P. Fita se refiere más que nada a la partición concedida a los judíos en el Libro del Repartimiento de la ciudad, mandado hacer por Alfonso X el Sabio; en cuya relación se incluyen 101 vecinos hebreos, cabezas de familia y, como nota curiosa, refiriéndose al año 1887, en que escribió y publicó su artículo sobre nuestra judería, nos dice: "Aún ahora existe en Jerez, hacia el ángulo Nordeste y dentro del recinto de la antigua muralla, la calle de la Judería sin salida, pero con entrada por la calle de San Cristóbal. Suntuosa morada, casi regia, parque y magníficos jardines, propiedad de doña Victorina, viuda e hijos de don Manuel González, y otros edificios creados por la opulencia vinícola o industrial, cobija la planta de los descritos por el Repartimiento del año 1266; el cual nos ha dado a conocer un ome bono de la aljama, o concejo hebreo, y varios doctores de la madrisa o escuela; la alfondiga de la farina, con su alamín; el almacén o casa de la Merced, la entrada de la puerta de la judería, la contigua muralla de la ciudad y una o más sinagogas"

Todo, más o menos, como aún hoy se conserva, en este año de 2012. Aunque los propietarios ya no sean los mismos y todo haya cambiado en algunos aspectos.

El artículo habla de que los judíos se convirtieron voluntariamente y eso no fue así. La inmensa mayoría se convirtió a la fuerza por miedo a las revueltas de los cristianos contra ellos. De muestra en el mismo año 1391 el arcediano de Écija levantó a los cristianos contra los judíos y murieron asesinados miles de ellos en todos los reinos peninsulares, sólo en Sevilla capital fueron asesinados 4. 000. Por eso se produjeron conversiones masivas, por miedo y no por convicción.

Historia de los judíos en al-Ándalus. Musica sefardi



MUSICA SEFARDI


Ya en el siglo VII, San Isidoro de Sevilla compiló en sus Etimologías todo el conocimiento que se tenía sobre la música en territorio hispano, dos siglos mas tarde aparece el tratado de música de Alfarabí en el que se
detallan los instrumentos musicales utilizados por los árabes y su temperamento.
Estos mundos lejanos y casi opuestos confluirán en Al-Andalus y darán lugar a una cultura mestiza que tendrá en la lengua romance su punto de conexión. Los judíos sefardíes por su parte, adoptan las
melodías y los instrumentos de los árabes y cantan sus canciones en romance. Parece seguro que algunos elementos judíos participaron en la vida musical de la España medieval junto con árabes y cristianos, encontrándose en las cuentas de algunas casas reales juglares judíos a sueldo de la Corona.

También el músico y cantor judío Al-Mansur tuvo un papel importante en la llegada de Ziryab, cantor de la corte de Bagdad, a la cordobesa de Alhaquem I. A Ziryab, quien fundara la primera escuela de música en AI-Andalus e introdujera importantes novedades en la teoría y en la práctica musical, paradigma de la elegancia y el refinamiento árabes se le atribuye la creación de la Nuba; forma musical desarrollada por los árabes en Al-Andalus y que hoy es considerada como la música clásica de los países del Magreb.

A finales del siglo IX y comienzos del X aparece la figura de Mucádam ben Muafa el Cabrí, un poeta de Cabra (Córdoba), al que se le atribuye la creación de la moaxaja. Se trata de un genero que consistía en fundir la poesía árabe clásica con las coplas cantadas en romance por la población nativa. Según la RAE se trata de una “Composición poética medieval, escrita en árabe o hebreo, que termina con una jarcha en mozárabe.” La jarcha se nos aparece ligada a la moaxaja y también según la RAE es una “Canción tradicional, muchas veces en romance, con que cerraban las moaxajas los poetas andalusíes árabes o hebreos”. Junto a la moaxaja y la jarcha, el zéjel fue un género poético de origen mozárabe atribuido a Ibn Bayya y que alcanzó su máxima perfección con el gran poeta cordobés Ibn Quzman. Posteriormente se desarrolló en forma de canción y fue cultivado sobre todo por los poetas hebreos.

Dos siglos después, Alfonso X, el Rey sabio reunió en su corte a sabios y eruditos de las tres religiones peninsulares, creando escuelas de investigadores y traductores en Murcia, Sevilla y especialmente, Toledo. Su labor ayudó a transmitir al Occidente cristiano importantes elementos de la cultura oriental y dejó una abundante obra escrita, tanto literaria y musical (Cantigas de Santa María) como histórica (Crónica general, Grande e General Estoria) y científica (Libros del saber de astronomía, Lapidario…)

Las vidas de estos personajes históricos y a la vez legendarios junto con la mezcla de lenguas, estructuras musicales e influencias recíprocas son las bases de la filosofía principal del proyecto de una música global para una convivencia global.

lunes, 30 de julio de 2012

Historia de los judíos en al-Ándalus. Maimonides






MAIMONIDES



Moshé ben Maimón o Musa ibn Maymun (en hebreo: משה בן מימון‎, y en árabe, موسى بن ميمون), también llamado desde el Renacimiento Maimónides (“hijo de Maimon”) o RaMBaM (el acrónimo de sus iniciales en hebreo, רמב”ם), conocido entre los cristianos como Rabí Moisés el Egipcio (1135, Córdoba – 1204, Fustat, Egipto),[1] fue el médico, rabino y teólogo judío más célebre de la Edad Media. Tuvo una enorme importancia como filósofo en el pensamiento medieval.

Nació en Córdoba, al-Ándalus, el 30 de marzo de 1135,[1] en el seno de una distinguida familia de jueces rabínicos, estudiosos y dirigentes comunitarios, documentada desde el siglo X y que pretendía descender del Rabí Yehudá ha-Nasí, de la (segunda mitad del siglo II), redactor de la Mishná. Su familia materna, por el contrario, era de humilde condición; su madre era la hija de un carnicero que murió al darle a luz, y su padre se volvió a casar. Era éste un erudito formado en Lucena por Rabí Yosef ha-Leví ibn Migash. Inició ya de pequeño sus estudios bíblicos y talmúdicos en la ciudad de Córdoba, pero en 1148 una ola de fanatismo almohade hizo que su familia tuviera que aparentar su conversión al Islam y cambiar a menudo de residencia por la España musulmana. Vivió en la ciudad de Almería, donde dio cobijo en su casa a su maestro Averroes, hasta trasladarse en 1160 con sus hijos a Fez. Allí residió durante sólo cinco años, debido a la intolerancia almohade que les obligó a exiliarse, primero durante unos meses, en Palestina y finalmente en Egipto. Maimónides residió allí el resto de su vida junto a su familia, en la ciudad de Alejandría y después en Fustat (hoy El Cairo, Egipto), donde se ganó la vida ejerciendo la medicina en la corte del visir Saladino, y luego en la del visir al-Fadl, hijo mayor de Saladino. Con este oficio obtuvo una gran fama y admiración popular. En 1177 fue nombrado dirigente de la comunidad judía de Egipto. Murió en Al-Fustat el 13 de diciembre de 1204. Posteriormente su tumba fue trasladada a Tiberíades, en Israel.

Su fama en la cultura europea se debe a su obra filosófica. Aunque ésta fuera muy discutida por el judaísmo, entre otras razones por su fuerte oposición al misticismo de los cabalistas y su influencia aristotélica, se le considera la mayor figura posbíblica (según el proverbio “De Moisés a Moisés no hubo otro Moisés”). En ciertos ámbitos más conservadores se le llegó a considerar hereje de su religión, en especial, por ser el responsable de convencer a los caraístas de apartarse de sus prácticas originales, y acercándolos al judaísmo rabínico.

Fue muy conocido por sus coetáneos como médico, dejando una importante huella en la tradición popular que muestra a Maimónides, sobre todo, como un médico a quien se atribuyen milagros que le elevan al nivel de santo, un sabio juez y un rabino.

En su juventud escribió poesías religiosas y una epístola en árabe.

Sobre sus conocimientos en medicina escribió un buen número de tratados, como el que dedicó al sultán Saladino, el Tratado sobre los venenos y sus antídotos el año 1199, al hijo del sultán, Al-Fadl, Guía de la buena salud (1198) y la Explicación de las alteraciones (1200).

Sus obras mayores de tema rabínico (talmúdico) son dos: un comentario en árabe de la Mishná, El Luminar (1168), también titulado Libro de la elucidación, y la Segunda ley o Repetición de la ley del año 1180, que constituye su obra magna y consiste en una amplia y minuciosa recopilación por materias de todas las leyes y normas religiosas y jurídicas de la vida judía (es decir, del Talmud).

Estas obras tuvieron mucha fama y le otorgaron numerosos discípulos. También es autor de obras filosóficas de gran peso en el pensamiento medieval, escritas durante los últimos años de su vida, como el Tratado sobre la resurrección de los muertos (1191).

La guía de perplejos (1190), mal apodada Guía de los descarriados, es la clave de su pensamiento filosófico y ejerció una fuerte influencia en círculos tanto judíos como cristianos y sobre todo escolásticos.

En ella establece una conciliación entre la fe y la razón dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban, demostrando que no hay contradicción en los puntos en que fe y razón parecen oponerse. Es decir, una conciliación entre el sentido literal de las escrituras y las verdades racionales, acudiendo a la interpretación alegórica en casos de conflicto.

Fue así que surgieron polémicas por parte de “antimaimonistas” —básicamente, por parte de un grupo de musulmanes que pretendían una lectura literal del Corán, los mutallajim— que lo tacharon de racionalista. A pesar de ello fue una obra muy comentada y de gran influencia en el mundo musulmán y la escolástica cristiana, por ejemplo en Santo Tomás de Aquino.

Como judío en territorio islámico tuvo una vasta formación en ambas culturas: la tradicional judía y la árabe profana (con sus incorporaciones de la griega), a partir de las enseñanzas de su erudito padre Maimum, por lo que escribió obras tanto en hebreo como en árabe, en una prosa que se caracteriza sobre todo por la sistematización y la claridad expositiva.

De Maimónides surge el movimiento intelectual judaico de los siglos XIII y XIV que se extendió por España y el sur de Francia. Partidario del realismo teológico ha llegado a ser considerado precursor de las ideas de Spinoza, pero filosóficamente no se le considera muy original por seguir básicamente a Aristóteles, apartándose de él en puntos que parecen contradictorios a las creencias y tradiciones judías. Por lo tanto, su carácter es conciliador.
 

Libros
 

Sefer Korbanot

Sefer Mishpatim

Sefer Nezikim

Sefer Shofetim

Sefer Avodah

Sefer Zeraim

  

Copyright © 2010 La Mishneh Torah en Espaol

Historia de los judíos en al-Ándalus. Respuesta de Isaac Abravanel al Edicto de expulsión de los judíos por los reyes Catolicos


RESPUESTA DE ISAAC ABRAVANEL AL EDICTO DE EXPULSIÓN  DEL EDICTO DE EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS POR LOS REYES CATOLICOS



Sus Majestades:

Abraham Senior y yo agradecemos esta oportunidad para hacer nuestra ultima expresión en palabras llevando la voz de las comunidades Judías que nosotros representamos, condes, duques y marqueses de las cortes, caballeros y damas no es un gran honor cuando un judío es llamado a asistir por el bienestar y seguridad de su pueblo.

Pero es una mayor desgracia cuando el Rey y la Reina de Castilla y Aragón y por supuesto de toda España tiene que buscar su gloria en gente inofensiva.

Encuentro muy difícil comprender como todo hombre judío, mujer y niño

pueden ser una amenaza la fe Católica.

Muy fuertes pero demasiados fuertes cargos.

¿Es que nosotros lo destrozamos?

Es todo lo opuesto. ¿No estáis Vos admitiendo en este edicto a confinar a todos los Judíos en lugares restringidos y de tantas limitaciones en nuestros privilegios legales y sociales sin mencionar obligándonos a usar disturbios humillantes? ¿No fueron suficientes las opresiones impuestas, no nos aterrorizo con su diabólica Inquisición? Déjeme hacer esta materia perfectamente dura para todos los presentes no dejare callar la voz de Israel en este día.

Escuchad Oh los cielos y adjudique escuchar, Rey y Reina de España por mi Isaac Abravanel dirigirme a Vos yo y mi familia somos descendientes directamente del Rey David verdadera sangre real la misma sangre del Mesías corre por mis venas. Es mi herencia y yo lo proclamo en nombre del rey de Israel.

En nombre de mi pueblo, el pueblo de Israel, los escogidos por Dios declaro son inocentes y sin culpa de todos los crímenes declarados en este abominable edicto. El crimen y la transgresión es para Vos no es para nosotros soportar el decreto sin justicia que Vos habeis proclamado hoy será su derrota y este año en el cual imagina como el año de la gran gloria será la vergüenza más grande de España. Siendo como recompensa de esta virtud individual, siendo bien reconocido que la palabra de honor es su cometido apropiado para las buenas obras nobles de modo adicional cuando un acto inapropiado se cometiera que la reputación de la persona sufriría. Y cuando los Reyes y Reinas cometen hechos dudosos se hacen daño a ellos mismos. Y como bien se dice entre más grande la persona que comete un error el error es mayor.

Errores si son reconocidos temporalmente pueden ser corregidos y el ladrillo que soporta la estructura endeble puede ser vuelto a colocar en la posición correcta. Así mismo un edicto errado si es cambiado a tiempo puede ser corregido pero objetivos religiosos han aventajado la razón y malos consejos han precedido justo razonamiento. El error de este edicto será irreversible lo mismo que estas obligaciones que proclama el Rey y la Reina míos, escuchadme bien: error ha sido su error profundo e inconcebible como España nunca haya visto hasta ahora. Vos sois los únicos responsables como armas del poder de una nación como las artes y letras dan las pautas de sensibilidades mas refinadas si Vos habeis aplacado el orgullo del Infiel Musulmán con la fuerza de su ejercito dando muestras de conocimiento del arte y la guerra por que de su estado interno de su conciencia ¿Con qué derecho sus Inquisidores recorren los campos quemando libros por miles en piras publicas?

¿Con qué autoridad los miembros de la Iglesia desean ahora quemar la inmensa biblioteca Arábica de este gran palacio moro y destruir sus preciosos manuscritos? porque, es por su autoridad mi Rey y mi Reina. En lo más profundo de sus corazones Vuestras Mercedes han desconfiado del poder del conocimiento, y Vuestras Mercedes han respetado solo el poder. Con nosotros los Judíos es diferente. Nosotros los Judíos admiramos y estimulamos el poder del conocimiento. En nuestros hogares y en nuestros lugares de rezo, el aprendizaje es una meta practicada por toda una vida. El aprendizaje es nuestra pasión que dura mientras existimos; es el corazon de nuestro ser; es la razon de acuerdo nuestras creencias para los cuales hemos sido creados. Nuestro agresivo amor a aprender pudo haber contrabalanceado su excesivo amor al poder. Nos pudimos haber beneficiado de la protección ofrecida por nuestras armas reales y Vos os pudieseis haber beneficiado de nuestros adelantos de nuestra comunidad y el intercambio de conocimientos, y digo que nos hubiésemos ayudado mutuamente.

Así como se nos ha recordado de nuestra falta de poder de modo que su nación sufrirá de las fuerzas de un desequilibrio que Vuestras Mercedes han dado su inicio. Por centurias futuras, vuestros descendientes pagaran por sus apreciados errores del presente. Vuestras Mercedes verificaran y la nación se transformara en una nación de conquistadores. Buscando oro y riquezas, viviendo por la espada y reinando con un puño de acero.

Y al mismo tiempo os convertiréis en una nación de iletrados, vuestras instituciones de conocimiento, amedrentadas por la continuación herética de extrañas ideas de otras tierras y otras gentes, no serán respetados. En el curso del tiempo el nombre tan admirado de España se convertirá en un susurro ente las naciones. España, que siempre ha sido pobre e ignorante, España la nación que mostró tanta promesa y que ha completado tan poco. Y entonces algún día, España si preguntara a sí misma: ¿que ha sido de nosotros? ¿Por qué somos el hazme reír entre las naciones? Y los Españoles de esos días miraran a su pasado porque sucedió esto. Y aquellos que son honestos señalaran a este día y a esta época lo mismo cuando esta nación se inicio. Y la causa de su decadencia no mostrara a nadie mas que a sus reverenciados soberanos Católicos, Fernando e Isabel, conquistadores de los Moros, expulsores de los Judíos, fundadores de la Inquisición y destructores de inquisitivas mentes de los Españoles.

El edicto es testimonio a la debilidad Cristiana. Esto ha demostrado que los Judíos son capaces de ganarle a los siglos. Argumento viejo sobre estas dos creencias. Esto explica el porque existen falsos Cristianos: estos los Cristianos cuyas creencias han sido sacudidos por los argumentos de que el Judío que conoce mejor. Esto explica porque la nación Cristiana se perjudicara como dice que lo ha sido. Deseando silenciar la oposición Judía, la mayoría Cristiana ha decidido no seguir argumentando eliminando la fuente del contra argumento. La oportunidad hacia el Judío no se le otorgó.

Después de hoy esta es la ultima oportunidad a traer este tema en tierra Española. En estos últimos momentos de libertad otorgada por el Rey y la Reina, y yo como representante de la Judería Española, reposara en un punto de la disputa teológica. Yo lo dejare con un mensaje de partida a pesar de que a Vuestras mercedes no os guste.

El mensaje es simple. El histórico pueblo de Israel, como se ha caracterizado por sus tradiciones es el único que puede emitir su juicio si Jesús y sus demandas de ser el Mesías, y como Mesías su destino fue de salvar a Israel, de modo que debe venir de Israel a decidir cuando debe salvarlo. Nuestra respuesta es la única respuesta que importa, o si acaso Jesús fue un falso Mesías. Mientras el pueblo de Israel exista, mientras las gentes de Jesús continúen en rechazarlo. Su religión no puede ser validada como verdadera. Vuestras Mercedes pueden convertir a todas las gentes, a todos los salvajes del mundo, pero mientras no convierta al Judío, Vuestras Mercedes no han probado nada excepto que Vuestras Mercedes pueden persuadir a los que no están informados.

Lo dejamos por este confortante conocimiento. Por que Vuestras Mercedes pueden disponer de sus poderes, nosotros poseemos la verdad por lo alto. Vuestras Mercedes podrán desposeernos de individuos, pero no podrán desposeernos de nuestras almas sagradas y la verdad histórica la cual es el único testigo nuestro.

Escuchad Rey y Reina de España, en este día Vuestras Mercedes han engrosado la lista de fabricantes de maldades contra los remanentes de la Casa de Israel si Vuestras Mercedes se empeñan en destruirnos, todos han fracasado. Mas, sin embargo, nosotros prosperaremos en otras tierras lejanas. Y doquiera que iremos, el Dios de Israel estará con nosotros. Y a Vuestras Mercedes Rey Fernando y Reina Isabel la mano de Dios los atrapara y castigara por la arrogancia de sus corazones.

Hágase a Vuestras Mercedes autores de esta iniquidad, por generaciones a venir, será relatado repetidamente como su fe no fue benevolente y como su visión fue cegada. Pero más de sus actos de odio y fanatismo, el coraje del pueblo de Israel será recordado por haberse enfrentado contra el poderoso Imperio Español y nos hemos apegado a las herencias religiosas de nuestros padres, resistiendo a los argumentos inciertos.

Expúlsennos, arrójennos de esta tierra que hemos querido tanto como Vos, per los recordaremos Rey y Reina de España como los que figuran en nuestros santos libros como aquellos que buscaron nuestros daños. Nosotros los Judíos con sus hechos en las paginas de la historia, y de los recuerdos de nuestros sufrimientos e incurrirán en mayor daño a sus hombres mas que el mal que nos ha causado.

 Nosotros les recordaremos y a su vil edicto de Expulsión por siempre.

Historia de los judíos en al-Ándalus. Religión y costumbres judías

RELIGIÓN Y COSTUMBRES JUDÍAS



Para un judío, el ritual religioso comienza casi con el nacimiento: a los ocho días el niño es circuncidado según el pacto establecido entre Ha-Shem y Abraham. A los trece años, el muchacho celebra en la sinagoga suBar-Mitzbá, ceremonia por la que es admitido como miembro de la comunidad con sus derechos y obligaciones. Las niñas celebran una ceremonia a los doce años pero de carácter privado (Bat-Mitzbá).

Otra fiesta religiosa importante es sin duda el matrimonio, que consta de dos partes: elnissí m o ceremonia y laKetubá o contrato.

La sinagoga es el templo judío. Está situada hacia Oriente, hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas. Las mujeres asisten a los oficios en una tribuna, separadas de los hombres. Aparte de las fiestas, el día sagrado es el sábado. En las ceremonias se lee la Torá y el oficio está dirigido por los rabinos ayudados por elcohen. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

La comida judía sigue un complicado ritual basado en la observancia de la Ley. En la Torá se especifica cuáles son los animales puros o impuros, los que no se deben comer, como la liebre o el cerdo. La prohibición de comer sangre obliga a desangrar a los animales en la carnicerías y también está prohibido mezclar la carne con la leche. Para cumplir con estos ritos existen restaurantes y tiendas de alimentaciónka sher.

Las fiestas tienen gran importancia para los hebreos y conservan una  significación religiosa. El Rosh ha Shaná; (  ) o día de Año Nuevo, cae en otoño, la sinagoga se viste de blanco y se hace sonar elshofar. Es una fiesta alegre que contrasta con la de Yom Kipur, el día del Perdón. En ella se guarda un ayuno de veinticuatro horas y se pide perdón a D-os y a los hombres por las faltas cometidas.

Otras fiestas menores son las deShavuot, o Pentecostés, en la que se lee la Torá y se medita la Ley, la deShukot o Tabernáculos, en la que se conmemora la estancia de los hebreros en el Sinaí y la deHanuká o de las Luces, que recuerda la purificación del Segundo Templo tras la victoria de los Macabeos. La dePurím o Suertes es una fiesta profana con ambiente festivo. Otra fiesta es la del Año Nuevo de los Árboles o Tu B’Shevat, que se celebra el 15 de Shevat (aproximadamente febrero) y que marca el comienzo de la Primavera en Eretz Israel, cuando florecen los árboles frutales.

Pero la fiesta más importante para los judíos es sin duda la de Pesah o Pascua. En ella tiene lugar la celebración delSéder o cena pascual en la que se  come el cordero, las hierbas amargas y el pan ácimo. Se recuerda en ella la salida de los hebreos de Egipto mandados por Moisés.

Los sefardíes, descendientes hoy de aquellos judíos expulsados por los Reyes Católicos, conservan como un tesoro su idioma castellano, sus viejas tradiciones y los cantos y bailes transmitidos en la Diáspora. Los viejos romances judeo- españoles, las tradiciones sefardíes, se han visto enriquecidos por las músicas y costumbres de los países que les acogieron. Todo ello forma el sustrato único e irrenunciable de la cultura sefardí.

Historia de los judíos en al-Ándalus. Juderias, sinagogas y arte

JUDERÍAS, SINAGOGAS Y ARTE

De las antiguas juderías y calles de las ciudades medievales quedan pocos restos, diseminados por casi toda España. Repasaremos aquellas que todavía conservan huellas visibles en parte de sus barrios, estructura de sus calles o restos monumentales.

Una de las juderías más importantes fue la de Cordoba, entre las murallas y la mezquita. La puerta de Almodóvar da paso a la antigua aljama cordobesa tras la que serpentean las estrechas callejas. En la calle Judíos se encuentra la sinagoga, una de las tres que quedan en España, y se accede a ella a través de un portón y un patio. Fue edificada en 1315 y tras la expulsión sirvió como hospital y cofradía de zapateros. En 1885 fue declarada Monumento Nacional. En la parte superior se encuentra la tribuna de las mujeres y conserva una decoración de atauriques con arcos polilobulados e inscripciones hebraicas en los muros.

De la importante judería de Toledo aún se conserva un arquillo de la cerca y se sitúa entre Santo Tomé y la puerta del Cambrón. Sus calles retienen todavía en su ambiente el espíritu de los judíos que las habitaron. La que hoy es Casa Museo de El Greco fue en tiempos el palacio de Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla y constructor de la sinagoga llamada del Tránsito. Frente a los muros del jardín se encuentra la sinagoga, con un exterior sencillo y sobrio que contrasta con la exuberante decoración del interior.

La otra sinagoga que posee Toledo es la llamada Santa María la Blanca, edificada entre los siglos XII y XIII, asaltada por fanáticos y cristianizada tras las predicaciones de san Vicente Ferrer, aunque parece que recuperó su culto judío y lo mantuvo hasta la expulsión. En 1550 fueron construidas tres capillas que transformaron realmente la arquitectura del templo.

El tercer monumento judío de Toledo es el Museo Sefardí, abierto en las dependencias contiguas a la sinagoga del Tránsito en 1971. Es un museo único en España y guarda en sus salas objetos de culto y hallazgos arqueológicos.

Otros restos de juderías pueden encontrarse en Besalú, con un importante baño ritual, Gerona, Mallorca, Agreda, Hervás, con estructura urbana muy respetada, Ribadavia, Segovia, Tudela, Tarazona... y Sevilla, cuya judería está situada en el actual barrio de Santa Cruz.

La religión marca todos los acontecimientos de la vida de un judío. Su principal aportación a la Historia de la Humanidad es la creencia en un solo Dios, monoteísmo. El Judaísmo dio origen al Cristianismo y al Islam.

 Las juderías en la Historia: Las ciudades

Sevilla albergó una importantísima colonia hebrea que ya estabafirmemente asentada en tiempos visigóticos. Tuvo momentos de especial esplendor cuando, destruido el Califato, muchas familias destacadas de Córdoba la eligieron como refugio y nuevo habitáculo, en los inicios del siglo XI.

 Ver también: «El caso de los judíos de Sevilla 1248-1492»

ToledoSantuario y meta de los que buscan el recuerdo judío inmediato. Aquí podrán tenerlo con creces, tanto en los restos como en la historia.

Lucena. Lucena es una visita obligada, una peregrinación triste. Porque habiendo sido en el pasado la ciudad judia por excelencia en la España musulmana, las presiones de los almohades de Texufín hicieron desaparecer de Lucena todo resto y todo rastro de sus judios.

Córdoba. Los judíos cordobeses estaban establecidos en la ciudad desde tiempos muy remotos. Hubo hebreos en la Córdoba romana y en la ciudad visigoda. Y en los siglos IX y X, en pleno auge del Califato, fue la metrópoli más próspera de Al Andalus.

Granada. GranadaRecientes investigaciones parecen haber dado como resultado el hecho de que la fortaleza de la Alhambra pudiera haber sido el palacio- fortaleza que se hizo construir el ministro judío Yosef Ibn Nagrella, hijo de Samuel Ibn Nagrella, que sirvió al rey Bassis de la Taifa Granadina.

Málaga. Conquistada la ciudad poco antes que Granada por los Reyes Católicos, había conservado una importante comunidad judía bajo dominación árabe durante la Edad Media. No queda más que el recuerdo de aquella aljama, situada entre lacalle de San Agustín, donde hoy se encuentra el museo de Bellas Artes, y la llamadaAlca zab illa. Por el norte, estaría limitada por la plaza de la Aduana.

Historia de los judíos en al-Ándalus. La solución final de los judíos en al-Ándalus: Conversión o expulsión

LA SOLUCIÓN FINALDE LOS JUDIOS EN AL-ÁNDALUS: CONVERSIÓN O EXPULSIÓN


El año1391 ve desatarse las crueles e injustas matanzas que asolan las juderías de Castilla, Cataluña y Valencia, en las que perecen miles de judíos. La presión antijudía se concreta con violencia en el siglo XV y se obliga a los judíos a llevar distintivos en la ropa. Las predicaciones de san Vicente Ferrer, la disputa de Tortosa entre judíos y cristianos y la Bula de Benedicto XIII, el papa Luna, contra los judíos, aceleran la destrucción del judaísmo español. Las predicaciones del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, fanatizan a las turbas que asaltan las juderías y dan muerte a miles de judíos. En 1476 se establece el Tribunal de laInquisición en Sevilla. Siete años más tarde, fray Tomás de Torquemada es nombrado Inquisidor General. Las persecuciones habían producido una oleada de conversiones forzosas. La Inquisición actuó con dureza contra los conversos y acentuó la presión sobre los judíos: los hebreos eran obligados a escuchar las predicaciones de los dominicos en las sinagogas, tras lo cual se producían las conversiones.


Los Reyes Católicos, ocupados en la guerra de Granada, habían aceptado la financiación ofrecida por don Isaac Abravanel y don Abraham Senior, Contador Mayor de Castilla y Rabino Mayor del reino para sufragar los gastos de la guerra, lo que no les impidió firmar el 31 de marzo de 1492 el Edicto de expulsión. Las súplicas de don Isaac Abravanel en favor de sus hermanos fueron rechazadas por los Reyes Católicos. La política real basada en la unidad dinástica, el poder real y la unidad religiosa se apoyó en la Inquisición y en fray Tomás de Torquemada para conseguir la conversión de los judíos. Todos aquellos que no aceptasen el bautismo deberían abandonar España en el plazo de cuatro meses dejando todos sus bienes. Unos 100.000 judíos abandonaron España. Se distribuyeron principalmente por Grecia, Turquía, Palestina, Egipto y Norte de Africa. Sus descendientes son los sefardíes, que conservan aún el idioma de Castilla. En su Diáspora por todo el Mediterráneo llevaron en su corazón dos nombres: Sefarad y Jerusalén.

Historia de los judíos en a´-Ándalus. La cultura judía en los reinos cristianos


LA CULTURA JUDÍA EN LOS REINOS CRISTIANOS.



La sociedad judía de los siglos X, XI y XII corre pareja con la cristiana. En esta época se mantiene una cierta estabilidad social y, por tanto, el matrimonio constituye la base de la familia judía, pudiendo practicar libremente sus ritos religiosos y sus costumbres tradicionales. El nacimiento de un varón sigue siendo un acontecimiento importante para la familia judía. No obstante, lacircuncisión es una de las grandes contradicciones de la convivencia, pues mientras los cristianos celebran la circuncisión de Jesús, condenan la práctica de este rito entre los judíos como pertinaz desafío religioso.

Para los judíos españoles, lasinagoga sigue siendo el centro de la comunidad. La autoridad moral de los rabinos se constituyó en la guía espiritual del pueblo pero las normas prescritas en laTorá sobre la comida ritualkasher motivó que numerosas legislaciones prohibiesen a judíos y cristianos sentarse juntos a la mesa.

La vida familiar giraba en torno a las mujeres de la casa. En las familias modestas trabajaban y se ocupaban del hogar y los hijos, mientras que entre la élite dirigente podían equipararse a las nobles damas cristianas. Las grandes familias judías vivían en la Corte y formaban la clase dirigente de las aljamas gracias a su poder económico e influencia con los monarcas, sobre todo en los siglos XIII y XIV; los Caballería, Benveniste, Santángel, Orabuena o Abravanel formaban con sus familias una casta aristocrática y privilegiada, rodeada en ocasiones de su propia corte. Las costumbres de las clases dirigentes eran a veces tan relajadas que contrastaban con la estricta moral del pueblo llano.

Hasta el siglo XIII, muchos judíos fueron ricos terratenientes y otros muchos basaban su economía en el campo, aunque algunas legislaciones les prohibiesen poseer tierras. Pero pequeños propietarios agrarios hubo hasta la expulsión, destacando como viñadores y enseñando algunas particularidades de este cultivo a los cristianos. Pero la gran mayoría se dedicaba al comercio y la artesanía, se constituían en gremios y ocupaban determinadas calles de la ciudad.Una de las profesiones que ejercieron mayoritariamente, sobre todo en Aragón, fue la de tintoreros, destacando también como guarnicioneros, sastres, zapateros, joyeros y comerciantes en paños, lo que les proporcionaba un desahogado medio de vida aunque, evidentemente, no todos los judíos eran ricos. Fueron pequeños comerciantes, intermediarios y tenderos. Los reyes suprimían y otorgaban privilegios a sus comunidades y los obispos y la nobleza los gravaba con impuestos. Algunos judíos actuaban como recaudadores de las rentas reales, lo que les granjeaba el odio de los cristianos. Las disposiciones legales eran cambiantes : unas veces cobraban los impuestos reales y otras se les prohibía hasta el comercio con cristianos.

Una de las profesiones en que destacaron notablemente fue la medicina. Yosef Ferruziel fue médico de Alfonso VI, don Meyr Alguadés lo fue de Enrique III de Castilla y Abiatar ben Crescas de Juan II de Aragón. La ciencia árabe influyó en el estudio de la Astronomía, significándose en esta ciencia Abraham ben Daud, Abraham ben Ezra y Yehudá Cohen entre otros. Deseoso de contactar con las comunidades hebreas de la Diáspora, Benjamín de Tudela recorrió Europa y Oriente, llegando a Jerusalén. La obra que escribió en su patria al regreso de sus viajes es un auténtico compendio de geografía e historia.

Otros muchos judíos destacaron en el campo de las ciencias, como el rabí Azag, que organizó los regadíos de Tudela, Abraham Annasí, difusor de la ciencia hebrea y musulmana en Europa, Abraham Zacuto, autor del Almanaque perpetuo, y los geógrafos mallorquines Yehudá y Abraham Cresques, autor el primero del llamado Atlas Catalán.

Los judíos escalaron puestos en la administración de los reinos: recaudaban los impuestos, actuaban como financieros e influían en la política. En este campo destacaron Samuel ha-Leví, tesorero de Pedro I el Cruel, y Abraham Senior, financiero de los Reyes Católicos.

Los judíos pagaban impuestos especiales y eran considerados como propiedad de la Corona. En algunos casos, la multa por herir o matar a un judío no se pagaba a su familia, sino al rey. La aljama era el municipio administrativo de los judíos. Los dayaním o jueces equivalían al cargo de alcaldes y el Rabino Mayor tenía autoridad sobre todos los judíos del reino, mientras que la judería era el lugar que habitaban los judíos dentro de la ciudad, generalmente cerca de las murallas, el castillo o la catedral.Las aljamas gozaban de amplia autonomía. Los pleitos entre los judíos se resolvían según sus propias leyes y tribunales.

En Castilla se celebraron asambleas de los representantes de las aljamas del reino para tratar de los intereses comunes de los judíos. La aljama vigilaba el cumplimiento religioso, cobraba impuestos, se ocupaba de la enseñanza y de los pobres y perseguía a los malsines o delatores. A las afueras de la judería se encontraba el cementerio. Algunas tumbas se conservan aún, como las del fonsario de Segovia. Las sinagogas, como Santa María la Blanca en Toledo, fueron transformándose en iglesias cristianas o desapareciendo ante las terribles presiones del siglo XV.

Junto a las sinagogas existían baños rituales de purificación, de los cuales, el mejor conservado es el de Besalú, en Gerona. Al estar las juderías situadas junto a  las murallas, los castillos o los puentes, los judíos fueron, en ocasiones, los encargados de su defensa y protección, lo que da idea del importante papel que jugaron en la España medieval.