martes, 25 de noviembre de 2025

MUHAMMEAD VI

 

MUHAMMAD VI

Muḥammad VI: Abū cAbd Allāh Muḥammad b. Ismācīl b. Muḥammad b. Faraŷ b. Ismācīl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Naṣr b. Qays al-Jazraŷī al-Anṣārī, al-Gālib bi-[A]llāh, al-Mutawakkil calà Allāh, Abū Sacīd. El Bermejo. Granada, 1.VII.733/18.III.1333 – Sevilla, 2.VII.763/27.IV.1362. Emir de al-Andalus (1360-1362), décimo sultán de la dinastía de los Nazaríes de Granada (precedido por Ismācīl II y sucedido por Muḥammad V).

Sultán nazarí Usurpador

Biografía

Nació el 1 de raŷab de 733/18 de marzo de 1333, con toda probabilidad en Granada. Fue conocido como el arráez (tratamiento aplicado a los miembros de la familia real, análogo al infante castellano) Abū Sacīd con el sobrenombre de el Bermejo, nombre de procedencia cristiana —al parecer, debido al color de su pelo y barba— pero que llegaron a utilizar también los autores árabes. Por su parte, cuando accedió al poder adoptó dos laqab-s (sobrenombre honorífico): al-Gālib bi-Llāh (el Vencedor por Dios) y el de al-Mutawakkil calà [A]llāh (el que Confía en Dios).

Era primo segundo de Muḥammad V (1354-1359 y 1362-1391) y de Ismācīl II (1359-1360), su abuelo Muḥammad había sido hermano de Ismācīl I (1314-1325), Sultán que inició una nueva rama o línea dinástica dentro de la gran familia nazarí. Además, su tío segundo Yūsuf I (1333-1354) le concedió en matrimonio a una de sus hijas habida con su concubina Maryam, matrimonio que debió de celebrarse antes de la muerte del Sultán en 1354 y que, oficialmente, tenía por objetivo elevar el linaje del arráez, aunque también tenía la finalidad de estrechar vínculos con una rama de la familia en la que las pretensiones al trono ya habían aflorado anteriormente e, incluso, habían llegado a materializarse en la proclamación —aunque facticia e ilegítima— en Andarax del arráez Abū cAbd Allāh Muḥammad (el abuelo de Muḥammad VI) en 727/1327, durante la sublevación contra Muḥammad IV (1325-1333). Sobre su familia también se puede agregar que tuvo una hija que se casó con Ibn al-Mawl, matrimonio del que nació el futuro sultán Yūsuf IV b. al-Mawl (Abenalmao), que gobernó y murió en 1342.

Por tanto, con estos antecedentes familiares no es extraño que el arráez Abū Sacīd el Bermejo tuviera a los veintiséis años una ambición y falta de escrúpulos que le iban a llevar a la cumbre del poder tras dos usurpaciones sucesivas y sangrientos acontecimientos que acabarían precipitando rápidamente su propio final, también cruento.

Su carrera hacia el poder se inició cuando la citada Maryam, viuda —aunque no sabemos si llegó a ser desposada— de Yūsuf I y mujer intrigante y ambiciosa, empezó a conspirar e instigar a su yerno el arráez Abū Sacīd para que urdiera un complot que derrocara al joven Muḥammad V y entronizara a su hijo Ismācīl, que había sido relegado de su condición de príncipe heredero en favor de su hermano primogénito pocos días antes de la muerte de su padre común Yūsuf I.

Cuando fue proclamado Muḥammad V en 1354 con quince años, él y su visir Riḍwān recluyeron a su hermanastro —no compartían la madre— Ismācīl en un suntuoso palacio, junto con las hermanas uterinas y la madre de este. Pero Maryam, la citada madre de Ismācīl, no se resignaba a esta situación y ambicionaba convertir a su hijo en sultán. Así y aunque recluida en su encierro, encontró la ocasión para llevar a cabo sus propósitos ya que se le permitía salir para visitar a su hija casada con el arráez Abū Sacīd, visitas que empezó a frecuentar y aprovechó para ir urdiendo la confabulación. Para llevar adelante el proyecto, utilizó las cuantiosas riquezas del tesoro real de las que se había apoderado el día que murió Yūsuf I, pues se dio la circunstancia de que los visires no se habían preocupado de vigilar el tesoro del Emir, que se hallaba en su vivienda bajo la custodia de Maryam. Así es cómo pudo entregar una elevada suma de dinero a su yerno, el arráez Abū Sacīd, que, como ya se ha comentado, albergaba las aspiraciones y capacidad de maquinación necesarias para tal empresa.

Organizada la sublevación, el asalto se realizó una noche de verano, el 28 de ramaḍān de 760/23 de agosto de 1359, día que fue señalado al arráez como el propicio para el levantamiento por un astrólogo, autor también de una predicción posterior que anticipó la recuperación del Trono por Muḥammad V. Alrededor de un centenar de conjurados que Abū Sacīd había captado entre descontentos y codiciosos de poder, se reunieron en el arco interior del río Darro que da a la ciudad, pegado al lado que sube desde ella a la Alhambra. Aprovechando una brecha que había en la muralla y cuyas obras de reparación no se habían terminado, pusieron una escalera preparada para su propósito y subieron por ella. Tras reducir a la guardia, un grupo de ellos se dirigió a casa del visir Riḍwān y lo mataron delante de su familia mientras que el otro grupo se dirigía a casa de Ismācīl, al que proclamaron.

Muḥammad V huyó a Guadix y luego se exilió a Fez mientras su débil hermanastro Ismācīl II ejercía un efímero y nominal gobierno, pues el poder efectivo fue detentado por su primo y cuñado el arráez Abū Sacīd. No satisfecho con actuar a su completo arbitrio, permitir desmanes a sus seguidores y hacer la vida imposible a Ismācīl II, el arráez decidió pronto suplantarlo completamente, tan solo a los nueve meses de haberlo entronizado él mismo.

La noche del 27 de šacbān de 761/13 de julio de 1360, rodeó al Emir en uno de sus palacios, se apoderó de él y lo encarceló; aunque Ismācīl II se ofreció a volver a su antiguo encierro, el arráez no se apiadó y lo ejecutó. Su cabeza fue arrojada al pueblo y su hermano Qays, un niño de corta edad, también fue ejecutado. Los cadáveres de ambos fueron arrojados cubiertos solo por unos harapos y al día siguiente fueron enterrados en el cementerio familiar de la Alhambra.

El usurpador Abū Sacīd el Bermejo se convirtió así en Muḥammad VI. Las crónicas oficiales nazaríes, claramente hostiles al nuevo Emir y partidarias del derrocado, lo descalifican y aseguran que ni sus modales ni su porte eran los de un soberano, además de señalar todos sus defectos: era un hombre carente de oratoria, descuidado en el vestir (solía ir con la cabeza desnuda y las mangas arremangadas), con tics nerviosos (movía continuamente la cabeza de un lado para otro) y aficionado a la caza con perros, además de algunas referencias al consumo de hachís en la capital durante su gobierno. Pero lo que quizás provocara más el rechazo de las cultas y refinadas clases elevadas de Granada —que en reuniones sociales ironizaban acerca de los ademanes groseros del nuevo Emir, de su traje, de su tipo o de sus costumbres— fuera su nepotismo y ejercicio tiránico del poder. Incluso, sus delirios de grandeza le llevaron a adoptar los dos laqab-s o sobrenombres honoríficos ya citados, mientras que su primo Muḥammad V, el mayor sultán de la dinastía, solo llegó a adoptar uno y tras una serie de importantes campañas victoriosas. Resultado de todo ello fue el exilio al Magrib o a Castilla de una serie de personajes ilustres y notables que, según las fuentes nazaríes oficiales, rechazaban al nuevo Emir, aunque realmente muchos de ellos se vieron forzados a huir por temor a su implicación con el destronado o porque fueron perseguidos.

Una de las primeras medidas que adoptó fue un giro radical en la política exterior andalusí seguida hasta ese momento por sus dos inmediatos predecesores: rompió el pacto con Castilla, a la que dejó de pagar las parias, y estableció amistosas y estrechas relaciones con Pedro IV de Aragón desde ramaḍān de 761/julio de 1360, hasta el punto de que parece haber existido una cierta “conexión catalana” para facilitar el derrocamiento de Ismācīl II. Téngase en cuenta que el cambio de política exterior andalusí suponía inclinar la balanza en la guerra que enfrentaba a Castilla y Aragón originada por el apoyo del monarca aragonés Pedro IV a las pretensiones al Trono castellano de Enrique de Trastámara (futuro Enrique II).

De hecho, Muḥammad VI firmó un tratado de paz con Aragón el 9 de octubre de 1360 (confirmado por Pedro IV el 16 de febrero de 1361) que incluía una alianza contra Castilla y era bastante ventajoso para Granada, pues era amplio (seis años) y aceptaba la cláusula de libertad de emigración para los mudéjares de la Corona de Aragón pagando solo los derechos acostumbrados, cláusula que ya introdujera su tío abuelo Ismācīl I por primera vez en 1321, aunque luego Pedro IV puso todos los obstáculos posibles —extraoficialmente— para impedir la emigración. Además, el sultán de Fez Abū Sālim también entró en el tratado por las ciudades que poseía en al-Andalus (Ronda y Gibraltar, entre otras).

Ello obligó a Pedro I a aceptar la paz con Aragón mediante el tratado de Terrer del 13 de mayo de 1361 y devolver a Pedro IV los dieciséis castillos que le había tomado. De esta manera, el Rey castellano podía luchar en un solo frente y concentrar sus fuerzas contra Muḥammad VI el Bermejo. Además y con el mismo objetivo, comenzó, desde finales de 1361, a apoyar al exiliado Muḥammad V con la ayuda de los Benimerines. Así, naves cristianas y meriníes realizaron varios ataques a las costas nazaríes; para responder a este ataque coordinado no bastaba la flota andalusí y Muḥammad VI pidió diez naves de guerra a Pedro IV de Aragón para combatir a la flota meriní mientras él hacía frente a la flota castellana.

Con el fin de acabar cuanto antes con el Emir de la Alhambra, Pedro I presionó a los Benimerines para que permitieran a Muḥammad V regresar a al-Andalus. El emir de Fez, Abū Sālim, se negaba a ello porque había llegado a un acuerdo con Muḥammad VI el Bermejo para que éste arrestara a los príncipes meriníes refugiados en Granada, mientras que él, Abū Sālim, prohibiría a Muḥammad V que cruzara a al-Andalus. Ante la negativa del Sultán meriní, Pedro I lo amenazó con la ruptura de la paz y con apoderarse de las plazas que aún conservaban los benimerines en la Península (Gibraltar, Ronda y sus zonas dependientes). La advertencia surtió efecto y Muḥammad V partió de Fez el 17 de šawwāl de 762/21 de agosto de 1361 y se instaló en Ronda, donde empezó a gobernar la comarca y nombró un gobierno provisional.

A continuación y en unión con Pedro I, el derrocado empezó a atacar los territorios del emirato nazarí para debilitar a Muḥammad VI y recuperar el Trono ganando partidarios. Ese mismo año de 1361 los dos aliados derrotaron a las tropas de Muḥammad VI en Belillos y las persiguieron hasta Pinos Puente, aunque ningún nuevo partidario se sumó a la causa del Emir destronado. En cambio, meses más tarde, fue Muḥammad VI el que obtuvo una victoria: sus tropas infligieron una severa derrota a las fuerzas de Pedro I el sábado 19 de rabīc I de 763/15 de enero de 1362 en las cercanías de Guadix, donde capturaron más de mil doscientos cautivos, entre los que se hallaban importantes caballeros y nobles muy destacados. Uno de estos, Diego García de Padilla, maestre de Calatrava y hermano de la mujer de Pedro I, fue devuelto al Soberano castellano, junto con otros caballeros cautivos y algunas joyas, por Muḥammad VI, que intentaba congraciarse con él y recomponer las buenas relaciones para restar apoyo a Muḥammad V, aunque sin resultado.

A primeros [1] de ŷumādà I de 763/[26] de febrero de 1362, los coaligados se reunieron en Casares para atacar Iznájar y entrar en Coria, pero la ambición del Rey castellano por quedarse con las plazas conquistadas provocó el desacuerdo del Emir nazarí destronado, que se retiró a Ronda el 8 de ese mes/5 de marzo para seguir la lucha en solitario. A pesar de ello, Pedro I continuó la guerra y en solo dos campañas en ese mismo año de 1362, se apoderó, además de Iznájar, de Cesna (Fuentes de Cesna), Sagra (recuperada enseguida por los nazaríes) y Benamejí en la primera campaña, El Burgo, Ardales, Cañete (la Real), Turón y Cuevas (del Becerro) en la segunda campaña, además de Iznájar y otras fortalezas.

Por su parte, Muḥammad V se dirigió desde Ronda a Málaga para tomarla y hacerse con el control de la región oriental del emirato nazarí. En su camino hacia dicha ciudad tomó diversos lugares y, tras la entrada en la capital malagueña, se le entregaron otras poblaciones de la región.

El descontento que estas conquistas produjeron en la población, que veía cómo el enfrentamiento entre los dos Emires causaba la pérdida del territorio, unido al incontenible avance del Emir derrocado hizo comprender a Muḥammad VI que no podría resistir mucho tiempo y decidió huir de Granada el 17 de ŷumādà II de 763/13 de abril de 1362 tras llevarse lo mejor del tesoro real. Aconsejado por Idrīs b. cUṯmān b. Abī l-cUlà, su šayj al-guzāt (jeque o jefe del cuerpo de los combatientes de la fe magribíes), fue a refugiarse con el Rey castellano pensando que podría ganarlo para su causa o ser admitido como vasallo.

Mientras Muḥammad V entraba en la Alhambra antes de que pasaran tres días de la huida de Muḥammad VI el Bermejo, este llegó a Sevilla, donde se hallaba Pedro I. El Monarca castellano lo recibió bien en principio, pero después lo apresó a él y a sus compañeros. A los dos días lo llevó montado sobre un asno y con su ropaje rojo al campo de Tablada, situado en la zona de los alcázares de Sevilla, y lo mató de una lanzada el propio rey Pedro I, a 2 de raŷab de 763/27 de abril de 1362, dos semanas después de que el Emir huido saliera de Granada. Luego el Rey cristiano envió su cabeza y la de treinta y siete de sus seguidores —el resto fueron encarcelados en las atarazanas de Sevilla— que también fueron ejecutados allí, a Muḥammad V. El nuevo Emir colgó las cabezas en la brecha de la muralla de la Alhambra por la que Muḥammad VI y sus partidarios habían escalado para destronarlo hacía menos de tres años. Allí permanecieron un tiempo y luego fueron retiradas y enterradas.

El asesinato de Muḥammad VI era una atrocidad y traición tan graves que Pedro I intentó justificar su acción ante la Corte, sus consejeros y el pueblo —que se opusieron y lamentaron la ejecución— presentándola como una pena en justicia por haberse sublevado contra el emir legítimo Muḥammad V y haber asesinado a su hermanastro y sucesor Ismācīl II, aduciendo también para exonerarse de responsabilidad que el Bermejo entró en Sevilla sin haber obtenido la autorización o el salvoconducto real, por lo que si no había garantía de inmunidad, no podía haber traición por parte del Rey.

Los mismos argumentos sostienen también las fuentes árabes, sobre todo las crónicas nazaríes oficiales, completamente afines a Muḥammad V —gran amigo y aliado de Pedro I— y profundamente hostiles hacia Muḥammad VI el Bermejo. Paradójicamente, su propia Crónica de don Pedro Primero, bastante tendenciosa en su contra, señala dos móviles: la codicia de las joyas que llevaba Muḥammad VI del tesoro nazarí y la venganza por la alianza de este Emir con Aragón, que había forzado a Pedro I a firmar la paz con Pedro IV y devolverle diversos castillos.

Bibliografía

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Autor/es

  • Francisco Vidal Castro

 

BOABDIL Y MORAIMA

 

Boabdil y Moraima.

Abû ʿAbd Al·lâh «az-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan ʿAlî (أبو عبد الله محمد ابن علي) (Granada, 1459 – Fez, 1533) fue el último rey de Granada, conocido como Muhámmad XII (quizás fue el undécimo sultán que llevaba el nombre de Muhámmad, y no el duodécimo, como gracias a la Yunna de Ibn ʿĀṣim podemos deducir ahora), miembro de la dinastía nazarí, llamado por los cristianos Boabdil o Boabdil el Chico y conocido popularmente en su tiempo con el sobrenombre الزغابي Al-Zugabi, "el Desdichado". Fue llamado por los castellanos y aragoneses "el Chico" no por su tamaño sino por su menor edad comparado con su padre y tío. Abú Abdil·lah en dialecto árabe granadino.
Quitó el trono a su padre, Muley Hacén y durante un tiempo estuvo en disputa por éste tanto con él, como con su tío, el Zagal. Abu 'Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah, y de ahí el nombre castellano Boabdil, a quien se añadió el epíteto de "el Chico" para distinguirlo de su tío Abu 'Abd Allāh "el Viejo".
Biografía



Nacido en la Alhambra, hijo de Muley Hacén y la sultana Aixa, se sublevó en Guadix contra su padre en 1482 y accedió al trono gracias al apoyo de los Abencerrajes y de su propia madre. Combatió a su padre y su tío, quienes también se consideraban legítimos reyes de Granada.
Durante la batalla de Martín González, en el término municipal de Lucena, fue apresado por los Reyes Católicos. Su liberación implicó dar a Castilla la parte del reino que gobernaba el Zagal, lo que favoreció la penetración castellana y la finalización de la guerra el 2 de enero de 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos. Boabdil se aseguró la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez en 1493 ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto.
En 1492, los Reyes Católicos entran en Granada como castigo por la negativa de este reino a pagar los tributos que le exigen. En la Capitulación de Granada se establece que Boabdil ostentará el señorío de las Alpujarras y parte a Laujar de Andarax, donde establecerá su residencia.
Según una extendida leyenda española cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba un collado, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa:
«Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre»
Sultana Aixa, madre de Boabdil.

Debido a esto ese monte recibe el nombre del Suspiro del moro. Esta leyenda parte de la imaginación del padre Echevarría que en el siglo XVIII publica el libro Los Paseos de Granada en los que pretende denigrar la figura de Boabdil.
En su exilio alpujarreño, se instaló en la población almeriense de Laujar de Andarax siendo ésta su última residencia en la península ibérica. En Laujar, en 1493 falleció la última sultana de Granada, Morayma, esposa de Boabdil. En 1493 abandona la península con destino a Fez tras vender a los Reyes Católicos los derechos de su señorío y recoger los restos de sus antepasados en Mondújar, junto a Talará (Granada).



Semblanza

Julio Quesada-Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, en su Tesis Doctoral sobre Boabdil, lo describe así:
Boabdil era rubio, de mediana estatura, más bien alto y esbelto, de ojos claros de luz, tez pálida y semblante tranquilo. Su porte era majestuoso, y en los momentos más difíciles, demostró siempre su valeroso corazón y su arrogancia de raza. Fue bravo en las batallas, y aunque herido su cuerpo, como en la batalla de Loja, siempre conservó su dignidad de rey, su dignidad de raza y su dignidad de hombre de corazón, a pesar de tantas y tantas amarguras como tuvo que sufrir constantemente su espíritu y su voluntad.
La tradición en cambio le ha conferido un aspecto moreno de piel y pelo, tanto en la pintura como en el cine, como en la obra La rendición de Granada de Francisco Pradilla. Sin embargo, el caso más llamativo se da en la serie televisiva Requiem por Granada, en la que un Boabdil niño le comenta a su abuelo su impresión sobre Isabel la Católica: "demasiado blanca, y esos ojos tan azules, y el pelo amarillo... aquí haría raro, allí queda bien".

Morayma (Loja, 1467- Laujar de Andarax, 1493), última reina de Granada, esposa de Boabdil.
Familia
Fue la hija de Aliatar, señor de Xagra, alcaide de Loja, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del Reino de Granada.
Descripción física
Los cronistas de la época la describían de la siguiente manera:
...la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, lástima, porque sus facciones son muy lindas y seductoras.
Un poeta musulmán asegura que Morayma tenía: Ojos grandes y expresivos en un rostro admirable, a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos.



Matrimonio
A los 15 años de edad contrajo matrimonio con Abū ʿAbd Allāh Muḥammad b. ʿAlī, conocido como Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí que gobernó Granada.
Pocos días después de la boda, Muley Hacén, su suegro, encarceló a su hijo Boabdil y a ella la confinó en un carmen (en Granada una casa con huerto y jardín), cerca de Cuesta del Chapiz.
Después de la batalla de Lucena, donde murió su padre y Boabdil cayó prisionero y fue mantenido en cautiverio en Porcuna, se retiró de la vida pública con sus hijos. Fernando II de Aragón liberó a Boabdil, que tuvo bien ganado el mote de الزغابي Al-Zugabi, "el Desdichado", con la condición de que sus hijos fueran entregados en custodia.
Ella no volvió a ver a sus hijos hasta 1492 después de la conquista de Granada. Ellos eran:
-Aixa después conocida como Sor Isabel de Granada.
-Ahmed
-Yusef
Tesoro de Morayma
«El tesoro de la casa o palacio Nazarita era copioso en toda suerte de preciosos rubíes, perlas de gran tamaño, zomordas singularísimas, turquesas de gran valor, toda suerte de adargas preservativas, equipos militares defensivos, instrumentos primorosos, utensilios peregrinos, collares de perlas en pedazos, sartales de aljófares para los cabellos, arracadas que aventajaban a las alcordes o pendientes de María (la Copta, concubina de Mahoma) en claridad, brillantez y hermosura, corazas holgadas de vestir, adornadas de oro, casco con orlas doradas, incrustadas de perlas intercaladas de esmeraldas con rubíes en el centro; cinturones plateados, anchos de formas y esmaltados en su superficie; adargas de ante, sólidas, sin poros, dulces al tacto y renombradas por su impermeabilidad; almimbares de abalorio; atailores de Damasco, cuentas de cristal, zafas de la China, copas grandes del Irac, vasos de Tabaxis y otras».
Destierro
A la caída de Granada, le fue ofrecido a su esposo un refugio en Laujar de Andarax, como rey de Alpujarra, allí residieron hasta su marcha hacia Fez, a finales del verano de 1493.
Muerte
Falleció poco antes de que el resto de su familia partiera hacia Fez y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, a la que ya habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef III y Abu Saad.
Cuando murió Morayma, según la costumbre musulmana, sus sirvientes lavaron su cuerpo y lo perfumaron con almizcle, alcanfor y otras sustancias aromáticas. Inmediatamente después, el cadáver fue envuelto en un sudario de color blanco sin coser ni en la cabeza ni en los pies. Tras este rito, Morayma fue colocada sobre unas parihuelas, cubierta con su hhaik (vestido). Un grupo de cuatro o cinco hombres, los de más confianza de Boabdil, portaron el cadáver junto a otro numeroso grupo de personas, se trataba del entierro de la reina, la última reina de Granada y única reina de la Alpujarra.
Llegados al cementerio y después de una breve oración, el cadáver fue colocado en la huesa sin ataúd. La inhumación de Morayma se realizó en una fosa estrecha donde el cadáver se colocó sobre la tierra mirando hacia La Meca. De esta forma, quedaba cumplido el deseo de Morayma de ser enterrada en Mondújar y con un estricto rito musulmán, ya que en vida y en su testamento dejó clara su profunda religiosidad.


Una vez depositado el cuerpo en su tumba, se colocó una laja de piedra y se construyó un túmulo de tierra formada por gradas de mortero o sillares de arenisca sobre la que reposaba una lápida.
Se supone que los restos de Morayma, así como los de algunos reyes y otros miembros de la familia real nazarita, fueron removidos y desperdigados al construir una variante de la carretera N-323, bajo la cual habrían quedado sepultados.
Testamento
Morayma dejó parte de sus tierras a Hamet Aziguy, Helil Açogayar y Mahomat Almeyres para que la cuidaran y labraran. También dejó dicho que la mitad de lo obtenido por el cultivo de las tierras lo entregaran a la mezquita, al alfaquí y a sus mayordomos.
Pidió que se rezara dos veces por semana sobre su tumba.

Publicado por al-Andalus 

 

viernes, 21 de noviembre de 2025

CIGARROS RUSOS

 

CIGARROS RUSOS

Ingredientes

2 claras de huevo

40 gr de harina

50 gr de azúcar

50 gr de mantequilla derretida

1 pizca de vainilla liquida (extracto)

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 180º.

En un bol, ponemos las claras con el azúcar y batimos con una varilla hasta que estén a punto de nieve.

Agregamos la mantequilla derretida y el extracto de vainilla, batimos muy bien para que se integran los ingredientes.

Agregamos la harina tamizada y mezclamos muy bien con una espátula hasta que estén integrados todos los ingredientes y formen una masa homogénea.

En una bandeja de horno forrada con papel de horno, colocamos una cucharadita de masa, extendemos con el dorso de una cuchara para obtener un disco de 8 centímetros de diámetro , tratando de tener el mismo espesor en los bordes que en el centro.

Espaciamos los discos y colocamos 6 en cada bandeja.

Preparamos un tubo, o el mago redondo de una cuchara de madera.

Metemos la bandeja del horno a la mediación, y horneamos por 5 minutos. Los discos deben ser dorados en los bordes y aun blancos en el centro.

¡De ahora en adelante debemos actuar rápidamente!

No retiramos la bandeja del horno, retiramos delicadamente el disco más cocido con una espátula y envolvemos rápidamente en el tubo. No apretamos demasiado para poder quitarlo sin romperlo.

Colocamos el cigarro resultante en una rejilla para pasteles si es posible, para que se enfríen.

Procedemos de la misma manera para los demás discos, uno por uno, cerrando el horno cada vez.

Tan pronto como los cigarrillos se enfríen, los colocamos sobre una fuente.

Se pueden rellenar de lo que mas os guste. Crema pastelera, mermeladas, etc.,

¡Buen provecho!

ESTOFADO DE MARISCOS PARA NAVIDAD

 

ESTOFADO DE MARISCOS PARA NAVIDAD

Si buscas un plato de mariscos sabrosos y fácil de elaborar, mi versión de mariscos es justo lo que necesitas. además, es fácil de personalizar para sorprender a la familia en estos días festivos de navidad, utilizando el marisco que mas te guste o el que tengas a mano.

 

Ingredientes

12 mejillones frescos crudos

12 almejas frescas crudas

8 gambas jumbo crudas, peladas y desvenadas

150 gr de lomo de bacalao desalado, u otro pescado blanco s/gusto

2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra

½ cebolla pequeña picada

2 dientes de ajos picados

1 bulbo pequeño e hinojo cortado en rodajas finas

1 cucharadita de pimentón dulce ahumado

½ cucharadita de tomillo seco

½ vaso de vino blanco

Tomate triturado o tomate natural en daditos

1 taza de caldo de pollo

½ cucharadita de pimienta cayena en polvo (según gusto)

Hebras de azafrán

Una pizca de sal

Pimienta negra recién molida

1 cucharada de perejil fresco picado

Elaboración

Enjuagamos las almejas y los mejillones con agua fría corriente para eliminar toda la arena y la suciedad de los mariscos, A los mejillones les quitamos las barbas,

Secamos los lomos de bacalao con papel absorbente de cocina, salpimentamos.

En una sartén grande a fuego medio-alto. Añadimos el aceite de oliva, y cuando este caliente, agregamos la cebolla `picada el ajo, el hinojo en rodajas. sofreímos durante unos 3 minutos aproximadamente, removiéndolos ocasionalmente.

Añadimos a la sartén el pimentón dulce ahumado, el tomillo seco, la cayena en polvo a nuestro gusto. Agregaos el vino blanco, removemos bien para desglasar la sartén,

Añadimos el tomate, el caldo de pollo, el azafrán y salpimentamos al gusto. Mezclamos bien y llevamos la mezcla a ebullición y reducimos el fuego para que hierva a fuego lento.

Añadimos el bacalao troceado, las gambas jumbo, las almejas y los mejillones a la sartén. Removemos bien y tapamos la sartén y seguimos cocinando durante 4-5 minutos o hasta que las almejas y los mejillones se hayan abierto-.

Adornamos la sartén con el estofado de marisco con perejil muy picado-

Servimos caliente, con tostadas de pan

¡Buen provecho!

 


POLLO EN PEPITORIA

 

POLLO EN PEPITORIA

Ingredientes

1/ de taza de aceite de oliva

4-6 muslos de pollo grandes con piel

Sal al gusto

Pimienta negra recién molida al gusto

1 cebolla grande picada

2 tazas de caldo de pollo

1 taza de vino blanco seco o Jerez

2 hojas de laurel

½ cucharadita de canela en polvo

4 huevos duros

½ taza de almendras crudas sin piel

6 dientes de ajos

Unas hebras de azafrán

Elaboración

En una sartén grande, cubrimos de aceite de oliva y ponemos al fuego medio.

Salpimentamos los muslos de pollo por todos lados, y doramos brevemente por todos lados los muslos. Retiramos los muslos de la sartén y bajamos el fuego.

Añadimos la cebolla picada a la sartén y sofreímos hasta que esta dorada, unos 5 minutos, luego   añadimos el vino blanco.

Devolvemos los muslos de pollo a la sartén y cubrimos con el caldo de pollo, añadimos las hojas de laurel y la canela, removemos suavemente. Tapamos y cocinamos a fuego lento durante 25 minutos, dándoles la vuelta al pollo a la mitad de la cocción.

Mientras tanto, separamos las yemas de las claras de los huevos duros. Reservamos las yemas para la salsa y picamos las claras para decorar más tarde.

En otra sartén, calentamos un par de cucharadas de aceite de oliva. Añadimos el ajo y las almendras, y junas rebanadas de pan duro. freímos hasta que todos los ingredientes Esteban dorado , sacamos de la sartén y colocamos sobre papel absorbente de cocina para eliminar el exceso de aceite.

En un mortero grande (o en el vaso de la batidora) majamos el ajo, las almendras , las yemas de huevo duro y las rebanadas de pan frito, hasta que obtener una pasta espesa. Si es necesario añadimos un poco del líquido del pollo para facilitar el majado o triturado.

Incorporamos la pasta al guiso de los muslos de pollo y añadimos unas hebras de azafrán. Cocinas a fuego lento sin tapar, removiendo con frecuencia hasta que la salsa espese y el pollo este bien cocido.

Salpimentamos al gusto, removemos suavemente.

Servir caliente.

Podemos acompañar con arroz cocido, pure de patatas o pan para mojar en la salsa.

Decoramos con las claras de huevos picadas.

¡Buen provecho!



ismail ii

 

ISMAIL II

Ismācīl II: Abū l-Walīd Ismācīl b. Yūsuf b. Ismācīl b. Faraŷ. Granada, 28.III.740 H./ 4.X.1339 C. – 27.VIII.761 H./13.VII.1360 C. Emir de al-Andalus (1359-1360), noveno sultán de la dinastía nazarí de Granada (precedido por Muḥammad V y sucedido por Muḥammad VI).

Sultán nazarí

Biografía

Fue hijo de uno de los más importantes emires de la dinastía nazarí, Yūsuf I, que desposó a dos mujeres, ambas esclavas suyas, Butayna (de la que nacieron Muḥammad y cĀ’iša) y Maryam, de la que nació Ismācīl además de su hermano menor Qays y varias hijas más.

Aunque su hermanastro Muḥammad (futuro sultán Muḥammad V, el mayor de la dinastía) era nueve meses mayor y por tanto era el primogénito, Ismācīl fue designado heredero del trono por el afecto que Yūsuf I, su padre, sentía hacia él y su madre Maryam. Desafortunadamente para Ismācīl, su padre cambió de idea días antes de morir y designó heredero al primogénito, Muḥammad.

Dos semanas después de que Ismācīl cumpliera quince años, su padre, el sultán Yūsuf I, fue brutalmente asesinado en la mezquita de la Alhambra durante la solemne oración de la fiesta de ruptura del ayuno de ramadán (1 de šawwāl de 755/19 de octubre de 1354). Su primogénito, ya Muḥammad V, fue entronizado con quince años bajo la tutela del visir Riḍwān, que tomó las riendas del gobierno. Inmediatamente, Muḥammad V ordenó que Ismācīl fuera recluido, junto con su madre y hermanas, en uno de los alcázares de su padre, un suntuoso y confortable palacio que se hallaba cerca de la Casa Real y donde fueron tratados con generosidad.

Sin embargo, la madre de Ismācīl y viuda de Yūsuf I, Maryam, no se resignó a esta situación e instigó a su yerno el arráez Muḥammad a que urdiera un complot para derrocar al joven emir y entronizar a su hijo. Este arráez (futuro sultán Muḥammad VI el Bermejo), era primo segundo de Muḥammad V y de Ismācīl y se había casado hacía años con una de las hermanas de este último, hija de Yūsuf I y de la mencionada Maryam. Por tanto, estrechos lazos familiares lo vinculaban a la madre de Ismācīl, la cual aprovechó este parentesco para menudear las visitas a su hija casada con dicho arráez; además, utilizó las cuantiosas riquezas de las que se había apoderado tomándolas del tesoro real el día de la muerte de su esposo Yūsuf I para financiar la operación y entregó una elevada cantidad de dinero al arráez Muḥammad, cuya ambición de poder era lo bastante fuerte como para empujarlo a tal empresa.

La sublevación tuvo lugar una noche de verano, el 28 de ramaḍān de 760/23 de agosto de 1359. Aprovechando la oscuridad, un centenar de conjurados reunidos entre los descontentos y codiciosos de poder, escalaron los muros y redujeron a la guardia. Una vez en el interior de la fortaleza, se dirigieron con antorchas y gritería a la casa del visir Riḍwān, derribaron sus puertas, lo mataron en su lecho y se apoderaron de sus riquezas. En el acto liberaron a Ismācīl II, lo proclamaron y lo subieron a caballo para llevarlo al palacio real.

En el momento de su entronización, el nuevo emir apenas alcanzaba los veinte años de edad. Según el visir Ibn al-Jaṭīb, coetáneo suyo, era un muchacho guapo y corpulento, con apariencia afeminada y débil por la reclusión que le había impuesto su hermanastro Muḥammad V y por la convivencia con las mujeres, dominado por los placeres y poco enérgico. Entre sus extravagancias se cita la forma de arreglarse el cabello, pues llevaba una abundante cabellera entretejida con hilos de seda que le colgaban hasta la cintura y de la que sobresalía una exuberante trenza llena de nudos dorados o plateados.

En cuanto a Muḥammad V, en el momento de los hechos no se encontraba casualmente en la Alhambra sino que se hallaba con su hijo de camino al Generalife, lo que le permitió huir y refugiarse en Guadix.

Una vez en el trono, Ismācīl II, dirigido por el arráez Muḥammad el Bermejo, lanzó varios ataques contra su hermano el derrocado Muḥammad V, pero la población de Guadix le prestó su ayuda y pudo rechazar estos ataques temporalmente. Sin embargo, ese apoyo no era suficiente; por otro lado, no consiguió la obediencia del gobernador de Almería, el cual reconoció a Ismācīl II. De Castilla, envuelta en luchas internas y externas, no pudo obtener tampoco ayuda, de forma que dos meses y medio después de su destronamiento se vio obligado a emprender el exilio hacia Fez (12 de ḏū l-ḥiŷŷa de 760/4 de noviembre de 1359), cuyo sultán Abū Sālim le concedió asilo y solicitó a Ismācīl II autorización para el traslado y la liberación del visir de Muḥammad V, Ibn al-Jaṭīb, para que lo acompañase en el exilio, a todo lo cual accedió el nuevo emir de la Alhambra.

De esta manera, con la partida del emir derrocado, Ismācīl II podía gozar de una situación interior estabilizada y pacífica.

Por lo que respecta a la política exterior, renovó el tratado de paz con Castilla, cuyo rey Pedro I tuvo que aceptar el tratado y reconocer al nuevo emir dada su delicada situación: envuelto en la guerra contra Aragón y en las luchas internas con sus hermanos bastardos, necesitaba mantener la paz en su frontera con al-Andalus.

Ello provocó la reacción del rey de Aragón, Pedro IV el Ceremonioso, que intentó contrarrestar la alianza castellano-granadina y la hostilidad bélica nazarí. Además de aproximarse al reino de Tremecén, autorizó a los caballeros granadinos que estaban a su servicio para que regresaran a Granada en 1359 y 1360, quizá con el objetivo intervencionista de facilitar el derrocamiento de Ismācīl II y reorientar la política exterior granadina en favor de Aragón, cosa que, efectivamente, conseguiría con el sultán sucesor, Muhammad VI el Bermejo.

Sin embargo, más que la posible conexión catalana, lo que provocó la caída y muerte de Ismācīl II fue la gran ambición de poder del mismo hombre que lo había elevado al trono, su primo segundo y cuñado Muhammad, conocido como Abū Sacīd el Bermejo. Este arráez, que desde el principio había ejercido el poder efectivo y gobernado realmente en nombre del poco enérgico Ismācīl, fue favoreciendo y permitiendo desmanes a sus propios seguidores. Al poco tiempo, su poder era tal que se permitía molestar a Ismācīl II y abusar de su confianza, hasta el punto de que a los pocos meses decidió suplantarlo definitivamente.

Así, organizó una nueva conspiración para derrocarlo y autoproclamarse como Muḥammad VI el Bermejo. La noche del 27 de šacbān de 761/13 de julio de 1360, rodeó a Ismācīl II en uno de sus palacios. Aunque el emir pudo refugiarse en una torre que daba a la ciudad, desde la que pidió ayuda pues los servidores que tenía consigo no podían defenderlo, finalmente debió rendirse y descender de la torre. Aunque ofreció su disposición a volver a su antigua reclusión, el usurpador ordenó encarcelarlo en una mazmorra para delincuentes, adonde fue llevado descalzo y sin cubrir la cabeza. Una vez allí, fue ejecutado y cabeza fue cortada y arrojada a la gente, entre la que un individuo la cogió y la paseó llevándola de una trenza de su espesa melena.

De esta manera, su breve reinado, que no alcanzó siquiera el año (nueve meses y veinte días), finalizó como había comenzado: violentamente.

No satisfecho el usurpador Muḥammad VI con la ejecución del emir, ordenó que también su hermano Qays, un niño pequeño, fuera ejecutado. Los cadáveres de ambos hermanos fueron arrojados desnudos y cubiertos solo con unos harapos, aunque al día siguiente fueron enterrados en el panteón del cementerio familiar, la conocida rauda de la Alhambra.

Leer menos

Bibliografía

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Ibn Haŷar Al-cAsqalānī, al-Durar al-kāmina fī acyān al-mi’a al-ṯāmina, vol. IV, ed. de M. S. cAbd al-Ḥaqq, El Cairo, Umm al-Qurrà, s. f. (reimp. Cairo, 1966), pág. 10-1, n.º 3549

Ibn al-Jaṭīb, Acmāl al-aclām, ed. de E. Lévi-Provençal, Beirut, 1956 (2.ª ed.), pág. 307

Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb, vol. V, ed. de I. cAbbās, Beirut, Dār Ṣādir, 1968, págs. 84-85

R. Arié, L’Espagne musulmane au temps des narides (1232-1492), París, De Boccard, 1973 (reimpr. 1990), 110

A. M. al-cAbbādī, El Reino de Granada en la época de Muhammad V, Madrid, Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, 1973, págs. 30-33

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Ibn Jaldūn, Kitāb al-cibar, vol. IV, Beirut, Dār al-Fikr, 1979, págs. 174-175

Ibn al-Jaṭṭīb, al-Lamḥa al-badriyya fī l-dawla al-naṣriyya, ed. de A. cĀṣī y M. D. al-Jaṭīb, Beirut, Dār al-Āfāq al-Ŷadīda, 1980, págs. 126-129 (trad. J. M.ª Casciaro, Historia de los reyes de la Alhambra. El resplandor de la luna llena [al-Lamḥa al-badriyya], est. prelim. de E. Molina López, Granada, Universidad, El Legado Andalusí, 1998, págs. 143-146)

Ibn al-Jaṭīb, Nufāḍat al-ŷirāb fī culālat al-igtirāb, ed. de A. M. al-cAbbādī, Casablanca, Dār al-Našr al-Magribiyya, 1985, págs. 103-106

M. Becerra Hormigo, “La conexión catalana en el derrocamiento de Ismail II”, en Miscelània de Textos Medievals, 4: La frontera terrestre i marìtima amb l'Islam, Barcelona, 1988, págs. 301-31

F. Vidal Castro, “Esplendor y apogeo” (“Historia política”, cap. II), en M.ª J. Viguera Molins, (coord.), El Reino Nazarí de Granada (1232-1492). Política, instituciones. Espacio y economía, Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-III, Madrid, Espasa Calpe, 2000, págs. 135-6

F. Vidal Castro, “El asesinato político en al-Andalus: la muerte violenta del emir en la dinastía nazarí (s. XIV)”, en M. Fierro (ed.), De muerte violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, págs. 352-353 (Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, 14)

Autor/es

  • Francisco Vidal Castro