viernes, 12 de diciembre de 2025

MUSICA - 2

 

MUSICA - 2 -

Desde el Oriente, donde se desarrolló, la música entró en al-Andalus. Según Averroes fue cultivada en Sevilla con mucha pasión. Los filósofos discutían la estética musical, los efectos de los sonidos sobre el alma humana y su poder de expresión.

La historia ha conservado la memoria de una pléyade entera de cantantes y músicos famosos. Mencionemos, sólo como ejemplo, a Abulhasán Ali ben Nafi conocido por Ziryab o también Pájaro Negro (por su tez morena, fluidez de palabra y dulce carácter). Fue discípulo de Isaq al-Mawsili (767-850) y se trasladó a Kairuán y Córdoba durante el califato de Abd al-Rahman II (822-852).



Fundador de las distintas tradiciones musicales de la España musulmana, conoció de memoria más de diez mil canciones e introdujo numerosas reformas que modificaron profundamente el arte musical de la época. "Demostró ser un genio innovador en la música", dice Levi- Provencal. "Creó un Conservatorio dónde la música andalusí, al principio fue muy similar a la de la Escuela Oriental, desarrolló su propia originalidad cuya tradición todavía sigue viva en todos los lugares del Occidente musulmán". (E. Levi-Provencal: La civilización árabe en España, París, 1948). Podemos afirmar que creó en Córdoba lo que se puede considerar el primer Conservatorio de Música del mundo islámico.

Ziryab realizó importantes modificaciones en el laúd, al añadirle una quinta cuerda. El laúd antiguo sólo tenía cuatro cuerdas, las cuales según el simbolismo de los teóricos, correspondían a los humores del cuerpo humano, y son, según Julián Ribera, los siguientes: "La primera era amarilla, y simbolizaba la bilis; la segunda, teñida de rojo, simbolizaba la sangre; la tercera, blanca sin teñir, simbolizaba la flema, y el bordón estaba teñido de negro, color simbólico de la melancolía".

La quinta cuerda añadida por Ziryab, representaba el alma, hasta entonces ausente en el laúd; estaba teñida de rojo, y colocada en el centro, entre la segunda y tercera. De este modo el instrumento adquirió grandes posibilidades y mayor delicadeza en la expresión. Julián Ribera narra también que dicho músico inventó el plectro de pluma de águila -costumbre que persiste en la actualidad-, en lugar del acostumbrado de madera.


Ziryab fue también un gran pedagogo. El arabista Ribera, extrae del historiador Ibn Hayyán el siguiente párrafo: "Aún es práctica constante en España que todo aquel que empieza a aprender el canto, comienza por el anejir (recitado en verso), como primer ejercicio, acompañándose de cualquier instrumento de percusión; inmediatamente después, el canto simple o llano para seguir luego su instrucción y llegar al fin a géneros movidos, hasta los hezeches, según los métodos de enseñanza que introdujo Ziryab".



fue un innovador en la enseñanza del canto. Su método lo dividía en tres partes o tiempos: "Primero la enseñanza del ritmo puro, haciendo que el discípulo recitase la letra acompañado por un instrumento de percusión, un tambor o un pandero que señalara el compás; segundo, la enseñanza de la melodía en toda su sencillez, sin añadidos de ninguna clase; y tercero, los trémulos, gorjeos, etc., con que se solía adornar el canto, dándole expresión, movimiento y gracia, en lo cual se echaba de ver la habilidad del artista" . Este método se hizo muy popular en España, postergando a los anteriores a él.

Los diversos ritmos y melodías surgidos de la escuela andalusí forjada por Ziryab, como las zambras, pasarían a América con los moriscos y se transformarían en danzas como la zamba, el gato, el escondido, el pericón, la milonga y la chacarera en la Argentina y el Uruguay, la cueca y la tonada de Chile, las llaneras de Colombia y Venezuela, el jarabe de México o la guajira y el danzón de Cuba (cfr. Tony Evora: Orígenes de la música cubana, Alianza, Madrid, 1997, pág. 38). El mismo tango tiene origen flamenco, voz que según el eminente andalucista Blas Infante (1885-1936) proviene del árabe fellahmenghu: «campesino errante». La mayoría de los flamencólogos, incluso un intérprete y compositor de la talla de Paco de Lucía (nacido Francisco Sánchez Gómez, en 1947, en el puerto de Algeciras), y un cantaor de los quilates de Camarón de la Isla (nacido José Monge Cruz, 1950-1992), afirman el origen andalusí-morisco de su especialidad (cfr. Félix Grande Lara: Memoria del flamenco, 2 vols., Espasa Calpe, Madrid, 1987). La música del Islam igualmente tuvo una influencia evidente en la música culta y religiosa de España, Francia e Italia.

Grandes poetas como Ibn Hazm  y el régulo de la taifa de Sevilla al-Mutamid (1040-1095) adoptan en sus obras una concepción platónica del amor , el que se ha denominado amor espiritual, en árabe hubb udhrí; de la tribu mítica de los Bani Udhra, llamados los «Hijos de la Virginidad», que cita Ibn Qutaibah.

Asimismo, en al-Andalus el canto mozárabe había suplantado en las iglesias al visigodo. Donde es muy grande la influencia de la música andalusí es en las famosas Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (1221-1284), rey de Castilla y León. Este repertorio de más de 400 canciones tiene textos en galaico-portugués y presentan la forma de «zéjel». La mayoría de aquéllas narran milagros de María, la Paz sea con ella.

Los textos se conservan con melodías en tres manuscritos del siglo XIII junto con una rica colección de miniaturas que representan intérpretes con instrumentos musicales. Las miniaturas proporcionan un material inestimable para evaluar los alcances de la mencionada influencia: hay laúdes, rabeles, panderos, etc.

Musica islámica.


"La música es sin duda una de las artes más hermosas que nos lleva a conocer el sentir de un pueblo, y en la cultura árabe-islámica constituye junto con la poesía una de las formas de expresión más importantes de su civilización. El artista árabe encontró en la música y la poesía esa evasión que le permitiría plasmar el genio que encerraba en su interior, de ahí que su patrimonio musical sea una de las más bellas huellas que ha ido dejando a través de su andadura histórica como un auténtico museo oral. Dentro de este patrimonio, la música andalusí, dadas sus características, es un hecho cultural imprescindible para el conocimiento de la civilización árabo-islámica en su rama hispano-árabe” (CORTES GARCIA, 1996).

El Islam fue el crisol de un arte musical que se plasmó como fruto de una permanente interacción entre árabes, persas, turcos e hindúes.
La ortodoxia islámica es, en principio, muy reservada en su actitud hacia la música. La liturgia islámica la ignora. La mayoría de los teólogos estuvieron francamente contra ella. Solo fue importante para las órdenes místicas.
Sin embargo, la música forma parte de la práctica islámica.



La primera práctica musical del Islam fue y es el adan «llamada a la oración» a cargo del muecín, al que puede juzgarse por el impacto emocional de voz y su fraseología musical, la realiza en la mezquita antes de cada oración.

La segunda música fundamental del Islam en la mezquita es la lectura o salmodia del Sagrado Corán, labor encomendada a un solista, el almocrí (del árabe muqri’) que emplea una profusa ornamentación. Esta desarrolló la ‘ilm al-qira’a, «ciencia de la recitación».

Otra muy característica del misticismo islámico, es el dhikr (recuerdo, memoria, invocación, alabanzas a Dios). El dhikr es la repetición de alguna palabra laudatoria en exaltación de Dios acompañada o no de movimientos rítmicos, música y danza. Rumí dijo: "El samá’ es el adorno del alma que ayuda a ésta a descubrir el amor, a experimentar el escalofrío del encuentro, a despojarse de los velos y a sentirse en presencia de Dios" (cfr. Eva de Vitray-Meyerovitch: Mystique et poésie en Islam, Djalal Uddin Rumi et l’ordre des derviches tourneurs, Desclée De Brouwer, París, 1972).

El polígrafo granadino Ibn al-Jatib en una de sus últimas obras la Nufadat al-ÿirab fi ‘ulalat al-igtirab «Sacudida de alforjas para entretener el exilio», Manuscrito de El Escorial Nº 1750, nos relata una recepción en la Alhambra, ofrecida por el sultán nazarí Muhammad V en 1362, durante la fiesta de inauguración de varias salas de la «fortaleza roja»: "Al acabarse las recitaciones subió de tono el tumultuoso ruido del dhikr, que rebotaba en unas y otras paredes, duplicado por el eco de la nueva construcción".

Algunas órdenes místicas, como la de los Mawiawi (conocidos como la Orden de los Derviches Giradores), los Derkawas (extendidos por todo el Norte de África muy particularmente) y otras órdenes sufíes, dan mucha importancia a la música.

El canto de los poemas místicos y el baile acompañado por instrumentos musicales es una de las bases de sus métodos de realización espiritual. Los sufíes creían que podían encontrar en la música el eco eterno de la primera palabra.

Deseaban que la música fuese una ayuda en su vocación de armonizarse con el ritmo cósmico y alcanzar la contemplación de la Realidad Divina.


Los teólogos y los doctores de la ley temían la fuerza emotiva de la música. Veían en ella una magia incontrolable, capaz de templar muy sutilmente el corazón del hombre, pero al mismo tiempo suficientemente poderosa para liberar las pasiones más confusas y conducir al hombre a una turbulencia mortal.

Sin embargo, el rechazo de los defensores de la teología no impidió, el desarrollo de la música en la sociedad musulmana.


En los primeros tiempos del Islam, la música se consideraba como una rama de la filosofía y de las matemáticas. En este campo los creadores y teóricos eran los filósofos. La música desempeñó un importante papel en la corte de los Omeyas, en Damasco, así como en la de los Abásidas, en Bagdad. El Califa Harun Al-Rachid y sus sucesores la protegieron con la misma dedicación que a las ciencias y a las artes.

Gracias a las traducciones al árabe de textos griegos, siríacos, persas y sánscritos, realizadas en la Casa de la Sabiduría de Bagdad, se dan a conocer las teorías musicales de Pitágoras de Samos (580-500 a.C. ), Aristóteles (384-322 a.C.), Aristóxeno de Tarento (350-? a.C.), Nicómaco de Gerasa —Gerasa o Ÿerasa era una de la ciudades de la Decápolis, cuyas ruinas se localizan en el norte de Jordania— (fl. 100 d.C.), y Claudio Ptolomeo (90-128). La concepción griega de la música como como «ciencia de la fabricación de melodías», manifiesta ya en Ishaq al-Mausilí (m. 849), se difunde por todo el mundo islámico y abre el camino a un panorama totalizador de los fenómenos vocales e instrumentales, fundamentando en los principios científicos de la Antigüedad clásica.

Publicado por al-Andalus 

 

jueves, 11 de diciembre de 2025

TRONCO DE NAVIDAD DE NARANJA Y ÁRANDANOS

 

TRONCO DE NAVIDAD DE NARANJA Y ÁRANDANOS

Ingredientes

6 huevos

260 gr de azúcar

3 cucharadas de leche

100 gr de melaza

130b gr de harina

60 gr de polvo de hornear

60 gr de almendras en polvo

3 gr de canela molida

3 gr de jengibre molido

3 gr de cardamomo molido

3 gr de nuez moscada

 

Para la crema de naranja

500 ml de jugo de naranja con pulpa

La ralladura de 2 naranjas

60 gr de maicena

150 gr de azúcar

3 huevos

150 ml de nata batida al 35%

75 ml de licor de naranja

arándanos secos

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 180º.

En un bol, tamizamos junto la harina, la harina de almendra, la canela, el jengibre, el cardamomo y la nuez moscada, removemos muy bien para su integración.

En otro bol, batimos manualmente con una varilla, los huevos con el azúcar, hasta obtener una mezcla .pálida y cremosa, y que su volumen se haya duplicado. Reducimos la velocidad y agregamos la leche y la melaza, hasta que estén todos los ingredientes bien integrados.

Incorporamos suavemente los ingredientes secos a la mezcla de huevo., removiendo suavemente para su integración de los ingredientes y que formen una masa homogénea.

Cubrimos una bandeja de horno con papel sulfurizado y, con una espátula extendemos la masa anterior uniformemente.

Metemos en el horno y horneamos durante 13-15 minutos.

Sacamos del horno, atemperamos un poco, y con un   cuchillo pequeño, recortamos los bordes del bizcocho. Volteamos la bandeja del horno sobre una nueva hoja de papel sulfurizado. Retiramos el papel sulfurizado del bizcocho y enrollamos a lo largo en el nuevo papel sulfurizado. Dejamos enfriar.

Para la crema de naranja. En una cacerola, hervimos el jugo de naranja y la ralladura de las 2 naranjas.

En otro recipiente, utilizando una varilla manual o eléctrica, mezclamos la maicena, el azúcar y los huevos.

Vertemos 1/3 del jugo de naranja en la mezcla de huevo y batimos hasta su integración.

Vierta esta mezcla en la cacerola con el jugo de naranja restante y removemos constátenme a fuego lento hasta que espese. Retiramos del fuego, cubrimos con papel film pegado a la crema para que no forme costra. Y dejamos enfriar.

Mientras tanto, batimos la nata hasta que esta formen picos firmes y refrigeramos.

Incorporamos la nata montada a la crema de naranja enfriada, removemos suavemente para su integración.

Para armar: desenrollamos el bizcocho o plantilla enfriada y mojamos ligeramente con licor de naranja.

Untamos 2/3 de la crema sobre la plantilla de bizcocho, añadimos los arándanos y enrollamos el bizcocho. Refrigerados durante 45 minutos.

Antes de servir, cubrimos con la crema restante y espolvoreamos en arándanos ara decorar,

¡Buen provecho!



 

MELANZANE ALLA PARMIGIANA (BERENGENAS GRATINADAS)

 

MELANZANE ALLA PARMIGIANA

(BERENGENAS GRATINADAS)

Ingredientes

1 berenjena grande, cortada en rodajas finas

Sal gruesa

Harina

Aceite de oliva

4 tomates, cortados en rodajas finas

120 gr de mozzarella rallada

100 gr de parmesano rallado

Salsa de tomate

Aceite de oliva

½ cebolla picada

6 tazas de tomate triturado

2 cucharadas de pasta de tomate

Sal

Pimienta negra recién molida

3-4 tallos de albahaca picada

 

Elaboración

Colocamos las rodajas de berenjenas en un escurridor de verduras . Espolvoreamos con sal gruesa y la dejamos escurrir durante una hora.

Precalentamos el horno a 180º.

Para la salsa de tomate: en una cacerola, sofreímos la cebolla con un poco de aceite de oliva. Agregamos el tomate triturado una vez que vamos las cebollas que estén transparentes, removemos bien, y añadimos la pasta de tomate, la mitad de la albahaca, sal y pimienta negra recién molida al gusto. Cocinamos todo a fuego lento removiendo ocasionalmente unos minutos. Comprobamos la sazón.

Enjuagamos las berenjenas con agua fría,  las secamos con papel absorbente de cocina y enharinamos por ambos lados.

En una sartén, calentamos el aceite de oliva. Freíoslas rodajas de berenjenas hasta que estén doradas y crujientes. Sacamos y escurrimos sobre papel absorbente de cocina.

En una fuente de horno, extendemos la salsa de tomate sobre el fondo de la misma, cubrimos con las berenjenas y las rodajas de tomate y añadimos mozzarella, parmesano y albahaca. Repetimos hasta usar todos los ingredientes, y terminamos con parmesano rallado.

Metemos en el horno y horneamos durante 25 minutos.

Servir caliente.

¡Buen provecho!



ABU L-WAHLID MUHAMMAD B.YAHWAR, AL-RASID


ABU L-WAHLID MUHAMMAD B. YAHWAR, AL-RASID

Abū l-Walīd Muḥammad b. Ŷahwar al-Rašīd. Córdoba, 1000 – Córdoba, 1065. Segundo gobernante de la taifa de Córdoba (1043-1063).

Rey de Taifa

Biografía

Los Banū l-Ŷahwar asumieron el poder, que no el título soberano, en Córdoba tras la caída de los omeyas. Se trataba de una familia relevante en la administración omeya durante siglos, una rama de los Banū Abī ‘Abda, y gracias al apoyo de otros notables de la región consiguieron estabilizar la situación tras largos años de guerras internas, aboliendo el califato de Córdoba.

Abū l-Walīd tuvo una educación muy esmerada con algunos de los principales maestros de la capital de al-Andalus y secundó la actividad de su padre, Abū l-Ḥazm b. Ŷahwar, cuando éste accedió al poder en Córdoba.

Durante su gobierno no adoptó título soberano alguno, siguiendo en esto a su padre y mantuvo su condición de ḥāŷib y su residencia particular, sin tomar posesión del alcázar omeya. También mantuvo los esfuerzos iniciados por su padre para mediar en las disputas de los con los reyes de taifas, especialmente entre al-Mu‘taḍid de Sevilla y al-Muẓaffar de Badajoz; finalmente consiguió establecer la paz entre ellos, aunque tras una larga guerra.

Al-Rašīd acogió en Córdoba a distintos reyes destronados de al-Andalus, generalmente víctimas del expansivo reino de Sevilla: los régulos Ibn Yaḥyà de Niebla, ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī de Huelva-Saltés y al-Qāsim b. Ḥammūd de Algeciras, aunque en algún caso también a los descendientes de Sābūr, el primer rey de la taifa de Badajoz. Todos ellos recibieron asilo en Córdoba tras perder sus reinos.

Abū l-Walīd levantó la confiscación de los bienes de los personajes huidos de la guerra civil, devolviéndoselos a sus dueños; también redujo el poder de los jefes de policía.

La seguridad interior y exterior de Córdoba fueron las principales preocupaciones de Abū l-Walīd, que hubo de enfrentarse a intentos de partidarios de los omeyas de restaurar el califato, a las apetencias expansivas de los reinos de Sevilla y del de Toledo. Sin embargo, un delicado equilibrio, en el que enfrentaba a unos con otros, le permitió mantener la independencia durante unas décadas más, hasta que la descuidada actuación de su hijo y sucesor ‘Abd al-Malik dieron al traste con su política.

Al-Rašīd protegió a algunas de las figuras intelectuales más destacadas de su tiempo, en especial debemos agradecerle el nombramiento del historiador Ibn ­Ḥayyān para un puesto en la cancillería, con lo que éste no sólo dispuso de medios económicos para vivir sino también de acceso a los documentos con los que redactó gran parte de sus obras, fundamentales para el conocimiento de la historia de al-Andalus.

La quebradiza salud de al-Rašīd le condujo a delegar buena parte de sus funciones en un primer ministro, Ibn al-Saqqā’, y tras la caída en desgracia y el asesinato de éste a manos del hijo de Muḥammad al-Rašīd, ‘Abd al-Malik (1062), éste asumió la mayoría de las funciones hasta que su padre delegó en él el gobierno de Córdoba. No conocemos la fecha exacta de su defunción, en la que hay diferencias en las distintas fuentes, pero debió producirse hacia el año 1065.


Bibliografía

Al-Marrākušī, Al-Mu‘ŷib fī taljīṣ ajbār al-Magrib, ed. Dozy, Leiden, Brill, 1881, 42-43

Ibn ‘Iḏārī, Al-Bayān al-Mugrib, ed. E. Lévi-Provençal, Paris, 1930, III, 232, 244-248 (est., trad. y notas de F. Maíllo, La caída del Califato omeya y los reyes de taifas, Salamanca, Universidad, 1993)

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb a‘māl al-a‘lām, Beirut, Dār al-Makchouf, 1956

Kh. Soufi, Los Banū Ŷahwar en Córdoba, Real Academia de Córdoba, 1968, págs. 71-90

Ibn Bassām, Al-Ḏajīra fī maḥāsin ahl al-ŷazīra, ed. I. ‘Abbās, 1979, I, 337-338, 384, 392-3, 604-611, I, 2, 118-120, II, 127, 233-237, III, 251, IV, 191

Al-Maqqārī, Nafḥ al-ṭīb, ed. I. ‘Abbās, Beirut, 1979

‘Abd Allāh al-Buluqqīn, Ṭibyān, trad. E. García Gómez y E. Lèvi-Provençal, Madrid, Alianza, 1980

J. Bosch y W. Hoenerbach, “Las taifas de Andalucía en la obra histórica de Ibn al-Jaṭīb. Los Banū Ŷahwar de Córdoba”, en Andalucía Islámica, I (1980), págs. 65-104

M.ª J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992

M.ª J. Viguera Molins, “Las taifas”, en Historia de España de Menéndez Pidal, VIII. Al-Andalus en el siglo XI., Madrid, Espasa Calpe, 1994

P. Guichard, Al-Andalus frente a la reconquista cristiana, Valencia, Universidad, 2001

Autor/es

  • José Ramírez del Río

 

ABÚ NASR FATH B. JALAF B. YAHYÁ AL-YAHSUBI


ABÚ NASR FATH B. JALAF B. YAHYÀ AL-YAHSUBI

Abū Naṣr Fatḥ b. Jalaf b. Yaḥyà Al-Yaḥṣubī Nāṣir Al-Dawla?, s. XI – Córdoba, s. XI. Tercer y último soberano de la taifa Yaḥṣubí de Niebla.

Rey de Taifa

Biografía

Sobrino paterno de Muḥammad b. Yaḥyà al-Yaḥṣubī, su antecesor al frente del gobierno de la taifa iliplense, y último soberano de la misma. La Crónica anónima, única fuente documental que nos informa con cierto detalle sobre este personaje, ofrece la siguiente caracterización del gobierno del tercer y último soberano del linaje Yaḥṣubí:

“Fue proclamado antes de la partida de su tío paterno de Niebla. Su situación se consolidó y cuando su autoridad fue completa pidió la paz a al-Mutaḍid, que le concedió una tregua e hizo las paces con él por una suma anual. En seguida al-Mutaḍid [violando lo pactado] rompió con él y luego le concedió [nuevamente] una tregua e hizo las paces con él por una suma anual.

Una vez más al-Mutaḍid [violando lo pactado] rompió con él, así pues, lo traicionó, rechazó sus ofertas de paz y le hizo la guerra; como consecuencia hubo combates entre los dos, murieron gentes de ambos [bandos], fueron pilladas riquezas y fue devastado el país.

Al-Mutaḍid enviaba algaras contra las llanuras de Niebla; entonces mataba, hacía prisioneros, devastaba e incendiaba. Mientras, Nāṣir al-dawla enviaba algaras contra el Aljarafe de Sevilla; entonces mataba, asesinaba, saqueaba y hacía prisioneros, hasta que la situación se hizo angustiosa para el señor de Niebla; por lo cual salió de ella (de la ciudad) y se la entregó. Luego fue a reunirse con su tío paterno a Córdoba en el año 445 (1053-1054)”.

Según esta breve narración, el gobierno de Fatḥ b. Jalaf se habría extendido durante sólo dos años, marcados por la declarada hostilidad de al-Mu‘taḍid de Sevilla. Su actuación, por lo tanto, nos remite al momento final de la taifa iliplense, que sucumbió al expansionismo de la taifa ‘Abbādí, al igual que la mayor parte de las establecidas en la Andalucía occidental y el Algarve. Dicho final tuvo dos etapas. La primera supuso el voluntario exilio a Córdoba del antecesor de Fatḥ, su tío Muḥammad b. Yaḥyà, en 443/1051, año en el que al-Mu‘taḍid se apoderó de la taifa Bakrí de Huelva y Saltés, cuyo soberano también buscó refugio en Córdoba.

Aunque algunas fuentes no vuelven a mencionar la presencia de ningún otro soberano Yaḥṣubí, la citada Crónica anónima añade la breve noticia del reinado de Fatḥ, que, antes de la partida de su tío, habría sido proclamado soberano en Niebla. Su gobierno, sin embargo, se sitúa bajo la presión de al-Mu‘taḍid, de quien Fatḥ se habría declarado tributario, comprometiéndose a la entrega de una suma anual a cambio del reconocimiento de su soberanía. Sin embargo, el acuerdo no parece haber sido efectivo, ya que la propia crónica alude al hostigamiento al que Ibn ‘Abbād sometió a la taifa iliplense, algaras a las que Fatḥ habría tratado de dar respuesta hasta que finalmente, se produjo la anexión en el año 445/1053-1054, lo que supuso el fin de la efímera autonomía política de la taifa de Niebla.


Bibliografía

D. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party Kings. Politics and Society in Islamic Spain, 1002-1086, Princeton, Princeton University Press, 1985

F. Maíllo Salgado, Crónica anónima de los reyes de taifas, Madrid, Akal, 1991

M.ª J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992

M.ª J. Viguera Molins (coord.), Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI, Madrid, Espasa Calpe, 1994

A. García Sanjuán, Evolución histórica y poblamiento del territorio onubense durante la época andalusí (siglos VIII-XIII), Huelva, Universidad, 2003

Autor/es

  • Alejandro García Sanjuán

 

miércoles, 10 de diciembre de 2025

CHULETAS DE CORDERO CON MIEL Y VINAGRE BALSÁMICO

 

CHULETAS DE CORDERO CON MIEL Y VINAGRE BALSÁMICO


Esta receta está elaborada para dos, sin embargo, siéntase libre de duplicar o triplicar la receta. Son rápidas de elaborar y la comida perfecta para una cena navideña.

Ingredientes

4 chuletas de cordero

Pimienta negra recién molida

Sal

2 cucharadas de aceite de oliva ligero

¼ de taza de vinagre balsámico

1 cucharada colmada de miel

1 cucharada de mostaza con miel, o granulada si quiere omitir la miel

1 diente de ajo muy picado (o en polvo)

3 ramitas de romero fresco

Elaboración

Secamos las chuletas de cordero con una toalla de papel.

Salpimentamos por ambos lados las chuletas.

En un bol pequeño, mezclamos el vinagre balsámico, la mostaza y el ajo, batimos muy bien.

Calentamos el aceite de oliva, en una sartén a fuego alto con sus ramitas de romero, y colocamos cada chuleta, en ella, doramos por ambos lados.

Vertemos la mezcla de vinagre en la sartén y reducimos a fuego bajo.

Calentamos las chuletas, dándoles vuelta una o dos veces y cubriéndolas con la salsa uniformemente. Una vez que la mezcla de vinagre se haya espesado, las chuletas debemos verlas pegajosas.

Retiramos de la sartén y dejamos reposar durante 5 minutos antes de servir.

Servimos las chuletas adornadas con romero adicional (opcional).

¡Buen provecho!


 


SALSA SATAY

 

SALSA SATAY

Ingredientes

2 cucharadas de aceite vegetal

2 cucharadas de pasta curry rojo

1 cucharada de piel de limón rallada

2 cucharadas de jugo de tamarindo o dátil de la India

375 ml de leche de coco

125 ml de mantequilla de maní

60 gr de azúcar

2 cucharadas de cacahuetes tostados sin sal, finamente picados

 

Elaboración

En una cacerola, calentaos el aceite. Agregamos la pasta curri roja, la ralladura de limón y el jugo de tamarindo, removemos bien. Cocinamos a fuego alto durante 1 minuto.

Agregamos la leche de coco, la mantequilla de cacahuetes y el azúcar, removemos bien, y dejamos hervir.

Cocinamos a fuego lento durante 2-3 minutos.

Cuando este listo para servir, decoramos con el cacahuete picado.

¡Buen provecho!



CREPES GRATINADOS DE JAAMÓN Y QUESO

 

CREPES GRATINADOS DE JAMÓN Y QUESO


Ingredientes

100 gr de harina

2 huevos

250 ml de leche

1 pellizco de sal

50 gr de mantequilla derretida

3 cucharadas de hierbas finamente picadas de su elección

Salsa Mornay:

3 cucharadas de mantequilla

¼ de taza de harina

500 ml de leche

½ cebolla

3-4 clavos de olor

1 taza de queso gruyere rallado

1 yema de huevo

1 cucharada de nata al 35%

Sal

Pimienta negra recién molida

Relleno:

1 taza de jamón cocido cortado en dados pequeños

½ taza de guisantes descongelados

Queso gruyere rallado

 

Elaboración

En el vaso de la batidora: introducimos los ingredientes para los creps, y trituramos hasta obtener una masa suave. Dejamos reposar unos veinte minutos antes de preparar las crepes finas.

En una sartén a fuego medio caliente, derretimos un poco de mantequilla y formamos cuatro crepes muy grandes. Reservamos.

Para la salsa Mornay: preparamos una roux blanca con la mantequilla y la harina. Añadimos la leche poco a poco y llevamos a ebullición, removiendo de vez en cuando, hasta que la salsa espese. Cocinamos a fuego lento durante unos diez minutos con la cebolla picada y los clavos de olor majados (en polvo), o bien una vez la salsa hecha quitamos los clavos de olor.

Una vez cocida la salsa bechamel, añadimos el queso Gruyere rallado y lo dejamos derretir. En un bol, pequeños combinamos la yema de huevo con la nata incorporada e incorporamos gradualmente a la salsa de queso. Sazonamos al gusto y reservamos.

Armamos las crepes colocando un poco de salsa Mornay, jamón en dados y un poco de guisantes dentro de cada una. Enrollamos las crepes y las colocamos en una fuente de horno. Cubrimos con un poco más de salsa Mornay y queso rallado Gruyere. Gratinamos las crepes y cocinamos hasta que el queso empiece a dorarse ligeramente

Servir caliente.

¡Buen provecho!