jueves, 2 de mayo de 2019

EL AJEDREZ Y LA INFLUENCIA DE AL-ANDALUS EN SU EXPANSIÓN


EL AJEDREZ Y LA INFLUENCIA DE AL-ÁNDALUS EN SU EXPANSIÓN


Ya sea considerado juego, arte, ciencia o deporte, el ajedrez lleva muchos siglos cautivando a millones de personas en el mundo. Hay evidencias de múltiples juegos de mesa con tableros y piezas en las antiguas culturas egipcias, griegas y romanas, pero ninguno puede considerarse precursor del ajedrez, sino únicamente la prueba de la existencia de este tipo de juegos en distintas civilizaciones. Para encontrar la forma más similar al ajedrez actual tenemos que remitirnos a un legendario juego aparecido en el norte de la India a principios de nuestra era. Era conocido con el nombre de chaturanga y es el más antiguo ancestro del ajedrez.

El chaturanga se jugaba entre cuatro personas en un tablero de 8 casillas en cada lado, formado 64 casillas todas del mismo color. Los bandos norte y oeste eran aliados y luchaban contra los bandos sur y este. Tenía 6 piezas: el rajá, equivalente al rey; el consejero, equivalente a la reina; el caballo, equivalente a la pieza del mismo nombre; el soldado, equivalente al peón; el elefante; y el carro. Estas cuatro últimas piezas tenían su correspondencia en el ejército indio de la época. No en vano, el término chaturanga se acuño de la combinación de dos palabras en sánscrito, la lengua clásica india: “chatur”, que significa “cuatro”, y “anga”, que significa “sección”, es decir, las cuatro secciones que integraban el ejército indio: caballería, infantería, elefantes y carruajes.
El chatarunga se expandió desde la India hacia el Oriente y Occidente, sobre todo a través de itinerarios comerciales como la llamada Ruta de la Seda. Se fue transformando y adquiriendo ideas de otros distintos hasta llegar al ajedrez. Por ejemplo, tuvo una importante influencia del juego persa denominado shatranj. En la cultura árabe fue donde su desarrollo fue mayor y la que creó la base sobre la cual se asentó el ajedrez moderno. La palabra ajedrez proviene del árabe “al-shatranj”. A su vez, las raíces musulmanas también se conservan en la exclamación victoriosa que se dice cuando se elimina al rey contrario y finaliza la partida: “al-shah-mat”, “el rey ha muerto”, cuya pronunciación “al scacmat” ha derivado en la expresión “jaque mate”.
Durante el siglo IX comenzaron a aparecer varios tratados que giraban en torno a las incógnitas que planteaban el propio juego, los torneos de la época y el nombre de los primeros maestros. Obras como “El libro del ajedrez”, de Al-Adli, “El libro de los problemas del ajedrez”, de Al-Lajlaj, o “Elegancia en el ajedrez”, de Ar-Razi, ponen de manifiesto la importancia que el pueblo árabe dio a este juego. Incluso era considerado como una valiosa ayuda pedagógica para el desarrollo del pensamiento lógico.
Poco después, en el año 934, apareció la célebre leyenda árabe de Al-Masudi, que atribuía la paternidad del juego al sabio Sissa Ben Dahir. Cuenta que éste, deseoso de distraer a su soberano, aquejado de un profundo aburrimiento, concibió el ajedrez. El rey quedó absorto con este sutil ejercicio y se curó de su melancolía. Después, queriendo recompensar al sabio, le prometió darle cuanto pidiera. “Me conformo con un grano de trigo en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta, y así en las siguientes, doblando el número de granos en cada casilla hasta la última”, respondió modestamente Sissa Ben Dahir. El monarca ordenó que así se hiciera, pero jamás pudo cumplir su palabra. Desconocía que la petición seguía una función exponencial y que el número final correspondía a 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo (es decir, casi 18 trillones y medio), una cantidad descomunal que no se podía conseguir ni con todas las cosechas del mundo en muchísimos años.


Al pueblo árabe se debe la gran difusión experimentada por el ajedrez. Al-Ándalus fue su principal vía de entrada en Europa. Lo trajeron consigo para luego transmitirlo a toda la Península Ibérica, y desde aquí llegaría al resto del continente. La versión que existía entonces del juego era, en gran medida, parecida al actual. La diferencia más notoria residía en la escasa movilidad de las piezas, sobre todo de la reina, los alfiles y los peones, que sólo podían avanzar una casilla en el primer movimiento. Por ello, la apertura consistía en una serie de maniobras para llegar a un punto a partir del cual las piezas pudieran comenzar a entrar en liza. Tampoco existía el enroque.
Como consecuencia de la influencia de la cultura árabe en la Península Ibérica, el interés por el ajedrez no tardó en instalarse aquí, donde arraigó especialmente. Con el avance de la Reconquista, este juego de mesa, que no deja de ser un campo de batalla incruento, se practicaba de modo regular por nobles y clérigos cristianos. Durante la Edad Media se escribieron varias obras sobre el juego del ajedrez por parte, sobre todo, de los judíos donde se establecían sus normas y reglas. Hasta finales del siglo XII las casillas del tablero eran de un solo color, normalmente blancas, con las líneas de separación marcadas, pero ya en el siglo XIII la alternancia de casillas negras y blancas estaba totalmente generalizada.
En el año 1283, el rey Alfonso X el Sabio escribió el “Libro de los juegos” o también llamado “Libro del ajedrez, dados y tablas”, la obra más destacada que nos ha llegado de la Edad Media sobre el ajedrez. Consta de 98 folios de pergamino con 150 ilustraciones en color y está dividido en siete partes, la primera de las cuales es la que está dedicada exclusivamente al ajedrez. En ella se incluyen 103 problemas para resolver con diversa dificultad. El libro contiene también la descripción más antigua del juego de los dados o del backgammon, incluyendo algunos otros, como el alquerque, importados de los reinos musulmanes. Se trata de uno de los documentos más valiosos que tenemos para la investigación de los juegos de mesa. El manuscrito original se conserva en la biblioteca del Monasterio de El Escorial, en Madrid.
Es en esa época cuando el ajedrez toma el aspecto medieval que tiene hoy día, con el rey y la reina, los caballeros, las torres y los obispos, éstos luego trasformados en alfiles. Hay que decir que el rey, el caballo, la torre y el peón se movían como en la actualidad. En cuanto al movimiento de la reina y el alfil, las diferencias con nuestro ajedrez eran importantes. La reina era la pieza más débil del ajedrez medieval, pudiéndose mover sólo a una casilla adyacente en diagonal, hacia adelante o hacia atrás. Y el enroque no existía aún.
Italia fue otro importante lugar de propagación del ajedrez por Europa debido a la conquista árabe de Sicilia y Cerdeña. El hechizo del ajedrez se habría extendido por la práctica totalidad del continente europeo hacia el siglo XII. Su dimensión pronto traspasó desde las fronteras lúdicas hacia los dominios del arte y la ciencia, para convertirse en una materia de exploración del intelecto humano. En ese mismo siglo, el escritor, teólogo y astrónomo español Pedro Alfonso de Huesca en su tratado denominado “Disciplina Clericalis”, apuntaba al ajedrez, junto con la equitación, la natación, el arco, la lucha, la cetrería y la poesía, como un arte imprescindible para la formación de todo noble caballero. Para la devota cultura del Medievo, el ajedrez no sería sino una manifestación más del orden del universo, y en diversos escritos de la época llegó a ser considerado, además de metáfora del mundo, como valiosísima lección moral: Dios dispone y los hombres sólo se mueven bajo sus designios, acatando el destino divino y las reglas del juego.
A finales del siglo XV las reglas del ajedrez experimentaron cambios que lo acercarían al juego que conocemos. Las modificaciones pretendían otorgar movilidad a las piezas para agilizar las aperturas y potenciar la importancia de las mismas. Los peones ganaron la oportunidad de avanzar dos casillas desde la posición original, y el alfil pasaba a desplazarse de manera oblicua a lo largo de las casillas del color en que se encontraba. Pero la pieza que más vio modificada su función fue la reina, o la dama, que de escasamente útil pasó a ser la más poderosa del tablero, ya que unía los movimientos de las torres y de ambos alfiles. Debido a estos cambios, en algunos libros y tratados ajedrecísticos de los siglos XV y XVI la renovada versión del juego sería apodada “axedrez de la dama”.
Entre los siglos XVII y XIX, el ajedrez comenzó a perder el sentido otorgado por el dogmatismo medieval y, con la llegada de la ilustración y la emancipación del pensamiento, se consolidó como el juego predilecto de los intelectuales. A principios del siglo XVIII, la escena ajedrecística estaba dominada por Francia e Inglaterra, donde empiezan a surgir grandes jugadores. Es el caso del músico francés François André Danican, conocido como Philidor, considerado primer gran teórico de la materia y autor de “El alma del ajedrez”, obra que reconoce el carácter fundamental de los peones y establece las primeras bases posicionales del juego. El ajedrez se convirtió en una de las distracciones favoritas de la aristocracia en Europa y empezaba a estar muy presente también en las cortes reales, que solían invitar a los jugadores estrellas.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los campeones no solo se enfrentaban en duelo ante el tablero, sino que comenzaron a acudir a los primeros torneos. En el año 1862 se organiza uno en Londres en donde existe por primera vez la limitación de tiempo de juego mediante un reloj de arena que garantizaba que la partida no durase más de dos horas. En este torneo hizo aparición el futuro maestro Wilhelm Steinitz, que aquí acabaría en sexto lugar, pero en el año 1886 se proclamaría primer campeón mundial de la historia del ajedrez al ganar en Estados Unidos al polaco Johannes Zukertort.
El maestro Wilhelm Steinitz está considerado como el primer maestro que entendió la verdadera dimensión del juego y el que abrió el camino hacia su estudio sistemático. Los rasgos distintivos de su juego eran la defensa, el uso del rey como pieza activa y una extraordinaria habilidad para sacar partido de los peones. La discusión sobre la efectividad o no de su método fue el motor que permitió seguir desarrollando el juego a principios del siglo XX. Los siguientes grandes ajedrecistas seguirían la estela de este teórico, que acabaría sus días en un sanatorio mental de Nueva York en el año 1900. El segundo campeón del mundo fue el alemán Emanuel Lasker, luego le seguiría el cubano José Raúl Capablanca, y así una lista de carismáticos campeones como Boris Spassky, Bobby Fischer, Anatoly Karpov y Garry Kasparov.
La riqueza de las formas y estilos en la producción de las piezas, así como los materiales utilizados para su elaboración, refleja una evolución que viene de lejos. En la época medieval, el ajedrez era muchas veces una distracción propia de los señores y las piezas utilizadas constituían a menudo auténticos objetos de lujo. El oro, la plata y el marfil eran los materiales más empleados. La expansión colonial de los siglos XVIII y XIX dio un gran impulso a la producción de marfil y potenció el desarrollo de talleres en Europa e India. Pero los artesanos también han elaborado piezas con materiales tan variados como el ámbar, la porcelana, el esmalte, el hierro, el vidrio o la madera
Este juego se podría considerar como una metáfora de la guerra, con armas cerebrales y agresiones psicológicas. Pero a nadie se le escapa el poder simbólico de muchas de esas batallas libradas frente a un tablero. El último paso realizado ha sido la incorporación de la tecnología informática. En el año 1997, el superordenador “Deep Blue”, construido por IBM, derrotaba al entonces campeón mundial Garry Kasparov. Sin embargo, los misterios de este juego ancestral y sus vínculos con la humanidad permiten que la utilización de toda la potencia de la que puede hacer uso el cálculo computacional, muchas veces todavía no sea suficiente para vencer a los grandes maestros. Aún así, parece que no está lejos el día en que la máquina consiga imponerse al ser humano por sistema.


Ilustraciones del “Libro de los juegos” de Alfonso X. Año 1283

viernes, 26 de abril de 2019

BIZCOCHO ESPONJOSO DE CHOCOLATE


BIZCOCHO ESPONJOSO DE CHOCOLATE




Ingredientes
5 Huevos
200 gr de azúcar
150 gr de harina leudante
100 gr de chocolate negro
100 gr de mantequilla
Azúcar glas para decorar

Elaboración
En un bol, batimos los huevos con el azúcar, hasta lograr una crema esponjosa y de color blanquecino..

Derretimos al baño maría el chocolate troceado con la mantequilla, removiendo para integra los dos ingredientes. Unidos al preparado anterior, mezclamos bien, y vamos incorporando la harina tamizada poco a poco a la vez que lo vamos mezclando.

Precalentamos el horno a 180º.

En un molde desmoldable,  enmantequillado, vertimos la masa, movemos un poco para que quede bien extendida, e introducimos ene l horno durante 45 minutos. Igualmente controlamos la cocción con una aguja, y sacamos cuando notemos una ligera costra en su superficie.

Dejamos enfriar, desmoldamos y colocamos sobre plato amplio, espolvoreamos con  azúcar glas.

Listo para dar cuenta del mismo con un buen café o una infusión, a gusto de cada uno.

¡Buen provecho!

ENSALADA DE PASCUA


ENSALADA DE PASCUA



Ingredientes
1 Bolsa de brotes de espinacas
2 Remolachas cortadas en cubitos
1 Remolacha grande, cocida y cortada en cubitos
1 Naranja, pelada y cortada en trozos
1 Manzana, pelada y cortada en cubitos
Para sazonar:
1 Cucharada de zumo de limón natural
2 Cucharaditas de azúcar
3 Cucharadas de aceite de oliva virgen extra, “Cosecha temprana” LA SAMIAJA (Archidona – Málaga) (www.lasamiaja.com).
Una pizca de sal
50 gr de almendra machacadas
Pipas de girasol o de calabaza

Elaboración
Con la mitad de los brotes de espinacas, hacemos una cama en cada plato en la que la vamos a servir.

En un bol, colocamos la otra mitad de brotes de espinacas cortados en tiras, con la fruta ya cortada, removemos bien, y colocamos sobre la cama de brotes de espinacas de cada plato.

En un bol, ponemos, el aceite, de oliva virgen extra “Cosecha temprana” LA SAMIAJA, el zumo de limón, el azúcar y la pizca de sal, batimos muy bien hasta que todo esté bien integrado. Rociamos con esta salsa sobre cada plato.

Con las almendras machacadas, las pipas de girasol y las pipas de calabaza, espolvoreamos cada plato.

Ya está lista para comer.

¡Buen provecho!


ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA. COSECHA TEMPRANA

LA SAMIAJA

GUISO DE BACALAO DEL VIERNES SANTO


GUISO DE BACALAO DEL VIERNES SANTO


Es una de las muchas maneras de hacer este guiso de bacalao tan popular en Semana Santa.

Ingredientes
1 K de bacalao desalado  de  EDERPESCA (www.ederpesca.com)
Aceite de oliva virgen extra
2 Cebollas
2 Pencas de apio
4 tomates peras sin piel  troceados
1 Pimiento verde en tiras  troceado
1 K de patatas peladas y troceadas
1 Cucharadita de pimiento chile en polvo
Pimentón dulce
½ K de garbanzos con 12 horas de remojo hervidos lentamente con una hoja de laurel
Caldo de cocer los garbanzos
Perejil picado

Elaboración
En una cacerola amplia, rehogamos las cebollas con 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, añadimos los tomates troceados y el apio troceado, el pimiento troceado, el pimiento chile en polvo, el pimentón,  removemos bien y dejamos cocer lentamente. Una vez pochados agregamos un cucharon de caldo de cocción de los garbanzos, a los 10 minutos, agregamos las patatas, los trozos de bacalao y los garbanzos cocidos. Cubrimos de caldo de los garbanzos y dejamos cocer hasta que las patatas y el bacalao estén tiernos. El resultado debe ser un  guiso caldoso.

Servir en platos con perejil picado y un chorreón de aceite de oliva virgen extra por encima del guiso.

¡Buen provecho!

EL CASO DE LA HERENCIA DE IBN ANTUNYAN


EL CASO DE LA HERENCIA DE IBN ANTUNYĀN

El visir Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz recogió testimonios según los cuales Qūmis b. Antunyān no había muerto como musulmán, sino como cristiano, y presionó para que se iniciara una investigación. Estaba en juego una gran herencia

MARIBEL FIERRO
ILC-CSIC (MADRID)
La narrativa
«Muḥammad [b. Ḥāriṯ al-Jušanī] dijo: Me mencionaron que Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz trató de hacer caer en una trampa [al juez] Sulaymān b. Aswad e intentó embaucarlo en el asunto de la herencia dejada por Qūmis b. Antunyān, aunque ello no le salió como habría querido.
»Lo que sucedió fue que el rango de Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz con el emir – ¡Dios tenga misericordia de él! – era elevado, pues era él quien llevaba las cargas del califato, administrando los asuntos más serios y estando al frente de la gestión del estado, sin que ninguna transacción tuviese lugar sin él y sin que el emir decidiese algo excepto mediante su intervención. Hāšim no encontraba oposición alguna ni se imaginaba que alguien se pudiese oponer a él. Entonces Qūmis b. Antunyān empezó a elevarse, los méritos de su adab [conocimiento propio de la gente cultivada] se hicieron manifiestos, se le nombró para la cancillería, tomó a su cargo pesadas tareas y se hizo indispensable, alcanzando fama, siendo muy competitivo y haciendo muchos esfuerzos para elevarse aún más (1). [A Hāšim] no le agradaba depender de nadie ni someterse a ningún semejante y empezó a preocuparse de que la posición de Qūmis pudiese oscurecer la suya, por lo que se puso a maquinar cómo dañar a Qūmis y hacerle caer.
»Cuando Qūmis se dio cuenta de esto, se llenó de precauciones y se volvió prudente. Su cautela y prudencia llegaron al punto de que [ocurrió lo siguiente]. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ – quien era su amigo y tenía una estrecha relación con él– llamó una noche a su puerta. Qūmis fue a ver quién llamaba y habló con él desde detrás de la puerta. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ le dijo: ‘Abre la puerta’. Él dijo: “Por Dios, no la abriré a menos de que me digas qué te ha traído hasta aquí”. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ contestó: “Asuntos de los que no es apropiado hablar desde detrás de una puerta”. Qūmis le dijo: “Entonces trataremos de ellos mañana por la mañana”. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ se marchó molesto de que le hubiese dejado allí [sin permitirle entrar]. Muḥammad b. Yūsuf no durmió en lo que quedaba de noche. Después de haber rezado la oración de la mañana fue a ver a Qūmis temprano. Qūmis le recibió con muy buen trato, mostrándole el debido respeto y honrándole. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ le dijo: “Ahora me muestras respeto, pero cuando ayer por la noche vine a verte no me consideraste lo suficientemente respetable como para abrirme la puerta”. Qūmis replicó: “Perdóname, soy un hombre al que le están queriendo perjudicar y tú sabes quien está detrás de ello, por lo que no te extrañará que me haya vuelto tan precavido como tú mismo has podido constatar. He considerado que era apropiado mostrarme precavido incluso contigo, de manera que esta conducta mía justifique que actúe de la misma manera con otros. No me censures por ello”. A continuación Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ trató con él el asunto que se traía entre manos.
»Cuando Qūmis b. Antunyān murió, Hāšim puso una demanda contra sus herederos y su herencia, consiguiendo testimonios por doquier y haciendo que un muḥtasib llevase el caso ante el juez Sulaymān b. Aswad, diciendo que Qūmis b. Antunyān había muerto como cristiano y que su fortuna por tanto pertenecía al Tesoro Público (bayt al-māl). Hāšim también elevó el caso al emir, diciéndole: “Tú tienes más derecho a su fortuna que sus herederos. Ordena al juez que lo investigue”. El emir Muḥammad ordenó a Sulaymān b. Aswad que investigase el asunto. El juez recibió numerosos y serios testimonios de personas importantes (wuŷūh al-nās) y de testigos notables (aʽlām al-ʽudūl) que aseguraban que Qūmis había muerto siendo cristiano. Pocos de entre los notables y los juristas (bayāḍ al-nās wa-fuqahāʼi-him) se abstuvieron de testificar en este caso. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ fue uno de ellos. Cuando se sentaba en la mezquita aljama, no dejaba de decir a esos principales (ruʼūs al-nās) [que habían declarado en contra de Qūmis]: “¡Que de un hombre como Qūmis que siempre estaba rezando y haciendo devociones, la paloma de esta mezquita, digáis ahora que murió siendo cristiano!”. Y lo repetía varias veces. El pueblo (al-nās) estaba atónito ante los testimonios que se habían hecho contra Qūmis. Todo esto llegó a conocimiento del emir, quien encargó a sus visires que llamaran al juez Sulaymān b. Aswad y le preguntasen cuál era en su opinión lo que se había podido establecer contra Qūmis b. Antunyān. Sulaymān b. Aswad compareció y los visires le dijeron: “El emir —¡que Dios le de larga vida!— ha ordenado que te hiciésemos comparecer para que podamos saber por tí qué se ha establecido en tu tribunal en relación al caso de Qūmis”. Sulaymān sacó un rollo (ṭūmār) de su manga y dijo: “Aquí está lo que se ha testimoniado en mi tribunal sobre su caso. Hay que hacérselo llegar al emir de manera que pueda examinarlo y en función de las conclusiones que saque que actúe en consecuencia”.
»Hāšim quiso pararle y le dijo: “Oh, juez, el rollo es largo y los testimonios muchos, sin que el emir conozca a todos los que han declarado. Limítate a aquellos testigos que has considerado aceptables, dinos quiénes son y escoge sus testimonios”. Sulaymān se dio cuenta de lo que pretendía Hāšim y le dijo: “No haré tal cosa, es indispensable que el emir lea todos los testimonios por sí mismo”. El juez envió el rollo con la totalidad de lo que había sido registrado. Muy poco después, un paje salió del lugar donde estaba el emir y dijo al juez: “El emir te pide que extractes los testimonios dado su volumen y me informes de lo que en tu opinión ha quedado establecido gracias a ellos”. Sulaymān b. Aswad dijo al paje: “Informa al emir de que en mi opinión nada reprehensible ha podido ser establecido contra Qūmis, sobre todo teniendo en cuenta que es bien sabido que Dios no tomaría en cuenta nada de ninguno de los testimonios que han sido recogidos en este rollo”. Hāšim le dijo entonces: “¡Dios sea exaltado, oh, juez! Ibn Qulzum y otros tales como él se cuentan entre los que prestaron testimonio en tu tribunal”. El juez replicó: “He informado al emir de lo que creo es lo correcto”. Un edicto (tawqīʽ) [del emir] fue enviado al juez diciendo: “Divide la fortuna de Qūmis entre sus herederos”. Así lo hizo el juez. La fortuna era considerable.»
La fuente
La fuente es un diccionario biográfico dedicado a los jueces de Córdoba que estuvieron activos en un periodo comprendido entre la conquista islámica (iniciada en 92/711) y el reinado del primer califa omeya cordobés ʽAbd al-Raḥmān III (r. 300/912-350/961). El autor es Ibn Ḥāriṯ al-Jušanī (m. 361/971) (2). La obra de la que está tomada la historia es su Ta’rīj al-quḍāt bi-Qurṭuba o Historia de los jueces de Córdoba en la entrada dedicada al juez Sulaymān b. Aswad. La fuente de Ibn Ḥāriṯ al-Jušanī no se especifica.
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El contexto
Cuando empezó a gobernar, el emir omeya cordobés Muḥammad (r. 238/852-273/886) confirmó a los visires que habían servido a su padre. Su secretario, ʽAbd Allāh b. Umayya b. Yazīd, era un miembro de una de las familias de mawālī(clientes) omeyas a las que habitualmente se recurría para ocupar puestos en la administración omeya. ʽAbd Allāh b. Umayya b. Yazīd cayó enfermo al cabo de dos años. El emir nombró entonces al cristiano (al-naṣrānī) Qūmis b. Antunyān b. Yulyāna (así se llamaba su abuela) para que ayudase al secretario durante su enfermedad. Cuando ʽAbd Allāh b. Umayya b. Yazīd falleció, el emir dio a entender que si Qūmis b. Antunyān se convirtiese al islam, lo nombraría para ocupar el puesto. Qūmis se convirtió entonces al islam y fue nombrado secretario. Se destaca su excelente conocimiento de la lengua árabe y sus habilidades para desempeñar el cargo. Sin embargo, el poderoso visir y comandante militar Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz, miembro de uno de los linajes de mawālī omeyas más poderosos e influyentes, estaba en contra de Qūmis. También lo estaban los miembros de otras influyentes familias de árabes y  clientes de la corte omeya, resentidos porque un converso reciente hubiese sido nombrado para una posición tan elevada en la administración (jidma). Ese resentimiento llevó a Hāšim a intrigar contra Qūmis, aunque no tuvo éxito mientras el secretario vivió. Tras la muerte de Qūmis, Hāšim sugirió que el secretario había muerto como cristiano (es decir, le acusó de haber apostatado del islam) y por ello afirmó que sus herederos no estaban legitimados para recibir la herencia de Qūmis de acuerdo con la normativa legal de que la herencia de quienes abandonan el islam revierte al Tesoro Público.
El caso
Cuando murió el secretario Qūmis b. Antunyān, dejó una gran herencia. El visir Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz recogió testimonios según los cuales Qūmis no había muerto como musulmán, sino como cristiano e incitó a un muḥtasib a que llevase el caso ante el juez de Córdoba Sulaymān b. Aswad al-Gāfiqī. El término muḥtasib significa la persona que lleva a cabo el precepto islámico de ordenar el bien y prohibir el mal (ḥisba), es decir, que reprueba a quien se aparta de la normativa islámica, reprobación que puede limitarse a ser interna (‘en el corazón’), de palabra (‘con la boca’) o conllevar una acción coercitiva (‘con la mano’). El muḥtasib puede ser un individuo que actúa por su cuenta bien de palabra o bien de obra, pero también se refiere a un cargo urbano encargado de vigilar que en el ámbito público y en especial en el mercado se sigue una conducta moral adecuada. El muḥtasib que actúa por encargo de Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz parece ser un individuo sin posición oficial alguna que lleva un caso ante el juez escudándose en el cumplimiento del precepto de la ḥisba para que el juez inicie un proceso contra aquél a quien acusa de haber hecho algo reprobable. En este caso, ese muḥtasib declaró que Qūmis b. Antunyān había fallecido como cristiano y que su fortuna – al ser la de un apóstata – pertenecía no a sus herederos sino al Tesoro Público (bayt al-māl).
Al mismo tiempo, Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz llevó el caso ante el emir, informándole de que si Qūmis b. Antunyān había muerto siendo cristiano, entonces el emir podía reclamar su herencia y por tanto debía ordenar el juez que iniciase el proceso correspondiente. Las palabras puestas en boca de Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz sugieren que para él el Tesoro Público y la fortuna del emir eran lo mismo, lo cual refleja el concepto patrimonial del estado que se tenía entonces. El emir Muḥammad siguió el consejo de Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz y ordenó a Sulaymān b. Aswad que se ocupase del asunto.
Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz, por tanto, actuó a través de dos canales para que se iniciase un proceso judicial: un canal fue incitar a un individuo a que se erigiese en muḥtasib y llevase ante el juez su acusación de que Qūmis b. Antunyān había muerto siendo cristiano; el otro canal fue sugerir al emir que ordenase al juez investigar el asunto.
Lo que el juez hizo fue reunir los testimonios versados contra Qūmis. Muchos notables cordobeses (es decir, aquellos que trabajaban en la administración omeya y en el mundo del conocimiento legal y religioso) declararon que Qūmis había muerto como cristiano, siendo pocos los que se abstuvieron de declarar en ese sentido. Entre ellos estaba Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ, conocido por su amistad con Qūmis b. Antunyān, quien publicamente se quejó de las acusaciones lanzadas contra el fallecido y proclamó que Qūmis había sido un musulmán convencido, señalando su piedad y su frecuente presencia en la mezquita cordobesa para rezar. Muḥammad b. Yūsuf b. Maṭrūḥ estaba así subrayando la importancia de las acciones externas a la hora de decidir sobre la fe interna de las personas.
El asunto de Qūmis no se limitó a los círculos de la corte y de los notables, también se convirtió en objeto de atención por parte del pueblo llano, sorprendido por las declaraciones hechas contra Qūmis. Esto preocupó al emir quien ordenó a sus visires que le informasen sobre qué tipo de evidencia había recogido el juez Sulaymān b. Aswad en relación a este caso. El juez entonces mostró a los visires un rollo que llevaba en la manga de su vestimenta (la anchura de las mangas permitía que estas fuesen usadas como bolsillos) y les dijo que se lo llevasen al emir, pues en él había registrado los testimonios. Leyéndolos, el emir podría sacar sus propias conclusiones y tomar una decisión. Dado que la acusación contra Qūmis era de apostasía, Sulaymān b. Aswad remitía la decisión al emir de quién él en tanto que juez era solo un delegado.
Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz sugirió que el juez debía seleccionar previamente aquellas declaraciones que considerase aceptables por estar hechas por testigos fiables. Lo que parece haber querido Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz con esta sugerencia es que el juez sólo diese a leer al emir aquellos testimonios que no eran favorables a Qūmis hechos por gentes de peso a quién él había previamente indicado lo que tenían que decir.
El juez Sulaymān b. al-Aswad rechazó la sugerencia, insistiendo en que el emir debía leer todos los testimonios. Un paje del emir le informó que Muḥammad I deseaba saber cuál era la conclusión que el cadí había sacado de aquellas declaraciones. El juez Sulaymān b. Aswad informó entonces al emir a través del paje que no se había probado la acusación hecha contra Qūmis y que quienes habían dado testimonio no eran fiables como testigos. Hāšim b. ʽAbd al-ʽAzīz replicó que entre ellos había gente importante y dio el nombre de algunos. Pero el juez insistió en que había informado al emir de lo que él consideraba era lo correcto. El emir entonces promulgó un edicto (tawqīʽ) que ordenaba al juez que dividiese la fortuna de Qūmis entre sus herederos como así se hizo.
Durante todo este proceso, el juez nunca tuvo un encuentro directo con el emir. Ibn Ḥāriṯ al-Jušanī retrata al cadí como alguien que no ‘visita’ al sultán, que es lo que los encargados del ‘poder legislativo’ (los ulemas) no deben hacer, es decir, deben mantener las distancias con el gobernante.
Dada la forma en que nos ha llegado el asunto de Qūmis (una fuente literaria), aunque no hay motivo para suponer que no tuvo lugar, los detalles han estado sujetos a un proceso de redacción cuya posible intencionalidad ha de ser tenida en cuenta.

NOTAS:
1.   La traducción es provisional. Ya Reinhart Dozy señaló los problemas que presenta el texto en su Supplément aux dictionnaires arabes. La frase puede entenderse como una velada crítica a Qumis, sugiriendo que  se esforzaba en hacer sólo su trabajo, pero que en realidad lo que pretendía era medrar (agradezco a Luis Molina su ayuda con este texto).
FUENTES:
  • Ibn Ḥāriṯ al-Jušanī, Kitab al-qudat bi-Qurtuba, ed. y trad. J. Ribera, Historia de los jueces de Córdoba, Madrid, 1914, pp. 130-133 (texto árabe) y pp.  159-164 (traducción).
  • Ibn al-Qūṭiyya al-Qurṭubī (m. 367/977), Taʼrīj iftitāḥ al-Andalus, ed. P. de Gayangos (con la colaboración de E. Saavedra y F. Codera); trad. J. Ribera, Historia de la conquista de España de Aben al-Cotia el cordobés, seguida de fragmentos históricos de Abencotaiba (y la noble carta dirigida a las comarcas españolas  del wazīr al-Gassānī), Madrid, 1926, pp. 83-84/68-69. Trad. inglesa David James, Early Islamic Spain: the History of Ibn al-Qūṭīya, Routledge, 2009, pp. 115-116.
PARA AMPLIAR:
  • Borrut, Antoine y Fred M. Donner, Christians and others in the Umayyad state, Chicago, 2016 (se incluyen estudios sobre el empleo de no musulmanes en la administración omeya de Damasco).
  • Chalmeta, Pedro, El señor del zoco en España: edades media y moderna, Madrid, 1973.
  • Fierro, Maribel, La heterodoxia en al-Andalus durante el periodo omeya, Madrid, 1987, pp. 77-80.
  • Fierro, Maribel, “The judge, the vizier and the ruler”, Sharia Source at Harvard Law School, en https://beta.shariasource.com/documents/3365.

EL ORIGEN DEL FLAMENCO


EL ORIGEN DEL FLAMENCO

El origen del flamenco se remonta a bastantes siglos atrás, durante los cuales profundos mestizajes entre distintas culturas transmitidos de generación a generación han dado lugar al arte que conocemos en la actualidad.
De los musulmanes de Al-Ándalus y sus cantos monocordes islámicos se basan los elementos fundamentales que definen a este género. En su desarrollo tiene bastante influencia el resto de pueblos que habitan Al-Ándalus: la música de los judíos, 
las canciones populares de los cristianos mozárabes y el folclore de los gitanos que llegan a España en el siglo XV. Al principio de su evolución solo está compuesto por cante, pero con el transcurso del tiempo se van añadiendo el compás, el baile y la guitarra.
En cuanto a su localización, durante los siglos XVIII y XIX se asienta sobre todo en los barrios gitanos de las ciudades del sur de Andalucía, destacándose las zonas de Sevilla, Cádiz y Jerez de la Frontera. Pronto, los que no son gitanos, los payos, también empiezan a interesarse por el flamenco, extendiéndose su notoriedad más allá de los límites geográficos andaluces.
La palabra “flamenco” aparece a mediados del siglo XIX para hacer referencia a los cantes y bailes de Andalucía. El término no se sabe con seguridad de donde proviene, aunque la hipótesis más aceptada indica que es una derivación de la palabra musulmana “fellah min gueir ard”, que significa “campesino errante”.
El flamenco es una de las manifestaciones artísticas más populares de Andalucía. Son alegrías, soleas, seguidillas y tantos otros palos que sirven como manera de expresarse para mucha gente de esta tierra. Es una música que hace sentir a propios y ajenos cuando arranca la guitarra, el cante suena a quejido, a sentimiento íntimo, con acompañamiento de taconeo, palmas y castañuelas, que forman una armonía, una magia, hasta que aparece el ángel, el duende, que se adueña del momento. La Unesco lo ha declarado en el año 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Alfred Dehodencq. Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar, delante del pabellón de Carlos V. 1851. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

jueves, 25 de abril de 2019

ENSALADA DE GARBANZOS, BROCOLI Y PECANAS CON MIEL


ENSALADA DE GARBANZOS, BROCOLI Y PECANAS CON MIEL



Ingredientes
125 gr de pecanas miel gourmet (www.fincalarosala.es)
2 cucharadas de jarabe de arce
1 bolsa de flores de brócoli
2 Cucharadas de aceite de oliva virgen extra
2 Cucharadas de vinagre de sidra
1 Cucharada de mostaza Dijon
1 Cucharada de jarabe de arce
1 bote de garbanzos de 500 gr, escurridos y enjuagados
1 Manzana pelada y cortada en cubitos
3 Cebolletas picadas
¼ de taza de perejil picado
Sal
Pimienta negra recién molida

Elaboración
En una sartén a fuego medio, calentamos las pecanas, revolviendo frecuentemente durante 6ª 10 minutos, para tostar.

Agregamos 2 cucharadas de jarabe de arce y continuamos cocinando durante 5 minutos aproximadamente, para que el jarabe se adhiera a las pecanas y se caramelice. Las pasamos a un plato cubierto con papel sulfurizado, enfriamos y aplastamos con un cuchillo.

En una cacerola grande, hervimos agua con sal y cocinamos el brócoli durante 3 o 4 minutos... Escurrimos con un colador y enjuagar en agua fría. Reservamos.

En un tazón grande, mezclamos el aceite, el vinagre, la mostaza y el jarabe de arce (1 cucharada).

En una ensaladera o bol grande, agregamos los garbanzos, los dados de manzanas, la cebolleta, el perejil, el brócoli enfriado, salpimentamos al gusto. Removemos bien con movimiento envolvente,

Servir acompañado con las pecanas caramelizadas.

¡Buen provecho!

CROQUETAS CON JAMÓN SERRANO


CROQUETAS CON JAMÓN SERRANO


Ingredientes
200 gr de harina
80 gr de mantequilla
1 Cebolla mediana
1 Diente de ajo
1 Manojo de perejil
260 gr de jamón serrano
Sal
Pimienta
Nuez moscada
½ L de leche
Aceite para freír

Para empanar:
5 huevos
Harina
250 gr de “empanado para croquetas” Habrat  (www.habrat-lay.com)

Elaboración
Picamos la cebolla y el ajo finamente y reservamos. Picamos el jamón serrano en dados pequeños. El perejil solo las hojas picamos muy menudito y reservamos.

En una cacerola grande, preparamos la bechamel. Añadimos la mantequilla a fuego medio, una vez derretida, agregamos la cebolla y el ajo, y doramos brevemente. Añadimos la harina, removemos bien con una espátula de madera, hasta que coja la mantequilla y  tenga una masa homogénea, luego vamos añadiendo la leche poco a poco, agregamos la sal y la pimienta al gusto y la nuez moscada, mezclamos bien. Añadimos el jamón serrano, removemos muy bien bajando el fuego, y no dejamos de batir hasta que la bechamel espese, añadimos el perejil, seguimos removiendo, probamos de sal y si fuese necesario le añadimos la que creamos.

En una fuente de cristal, vaciamos la bechamel, y la extendemos, procurando formar una capa de 2 o 3 centímetros, y la dejamos enfriar, tapamos con papel de aluminio o papel film, y la metemos en el  frigorífico para que quede totalmente fría, unas 3 o 4 horas. (Si se desea hasta el día siguiente).

Pasado el tiempo, batimos los huevos en un plato hondo, en otro plato ponemos la harina y por último en  otro plato hondo ponemos el empanado para croquetas “habrat-lay”, Este empanado os dará un resultado excelente en su vistosidad y crujiente y buen sabor.

Con las manos vamos cogiendo porciones y vamos haciendo croquetas, las pasamos por harina, luego por huevo y después por el empanado de croquetas Habrat.

Congele las croquetas en varias porciones (para las que coma otro día), separe las capas de croquetas con papel sulfurizado, así será más fácil despegarlas a la hora de freírlas.

Cuando las vaya a Frei las sacamos del congelador, y las zambullimos en aceite bien caliente y abundante, bien en freidora o en sartén, durante 6 o 7 minutos, sacarlas y dejar escurrir sobre papel absorbente de cocina.

 Servirlas caliente.

Hmmmm, deliciosas ¡

Buen provecho.