viernes, 21 de noviembre de 2025

ESTOFADO DE MARISCOS PARA NAVIDAD

 

ESTOFADO DE MARISCOS PARA NAVIDAD

Si buscas un plato de mariscos sabrosos y fácil de elaborar, mi versión de mariscos es justo lo que necesitas. además, es fácil de personalizar para sorprender a la familia en estos días festivos de navidad, utilizando el marisco que mas te guste o el que tengas a mano.

 

Ingredientes

12 mejillones frescos crudos

12 almejas frescas crudas

8 gambas jumbo crudas, peladas y desvenadas

150 gr de lomo de bacalao desalado, u otro pescado blanco s/gusto

2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra

½ cebolla pequeña picada

2 dientes de ajos picados

1 bulbo pequeño e hinojo cortado en rodajas finas

1 cucharadita de pimentón dulce ahumado

½ cucharadita de tomillo seco

½ vaso de vino blanco

Tomate triturado o tomate natural en daditos

1 taza de caldo de pollo

½ cucharadita de pimienta cayena en polvo (según gusto)

Hebras de azafrán

Una pizca de sal

Pimienta negra recién molida

1 cucharada de perejil fresco picado

 

Elaboración

Enjuagamos las almejas y los mejillones con agua fría corriente para eliminar toda la arena y la suciedad de los mariscos, A los mejillones les quitamos las barbas,

Secamos los lomos de bacalao con papel absorbente de cocina, salpimentamos.

En una sartén grande a fuego medio-alto. Añadimos el aceite de oliva, y cuando este caliente, agregamos la cebolla `picada el ajo, el hinojo en rodajas. sofreímos durante unos 3 minutos aproximadamente, removiéndolos ocasionalmente.

Añadimos a la sartén el pimentón dulce ahumado, el tomillo seco, la cayena en polvo a nuestro gusto. Agregaos el vino blanco, removemos bien para desglasar la sartén,

Añadimos el tomate, el caldo de pollo, el azafrán y salpimentamos al gusto. Mezclamos bien y llevamos la mezcla a ebullición y reducimos el fuego para que hierva a fuego lento.

Añadimos el bacalao troceado, las gambas jumbo, las almejas y los mejillones a la sartén. Removemos bien y tapamos la sartén y seguimos cocinando durante 4-5 minutos o hasta que las almejas y los mejillones se hayan abierto-.

Adornamos la sartén con el estofado de marisco con perejil muy picado-

Servimos caliente, con tostadas de pan

¡Buen provecho!

 

POLLO EN PEPITORIA

 

POLLO EN PEPITORIA

Ingredientes

1/ de taza de aceite de oliva

4-6 muslos de pollo grandes con piel

Sal al gusto

Pimienta negra recién molida al gusto

1 cebolla grande picada

2 tazas de caldo de pollo

1 taza de vino blanco seco o Jerez

2 hojas de laurel

½ cucharadita de canela en polvo

4 huevos duros

½ taza de almendras crudas sin piel

6 dientes de ajos

Unas hebras de azafrán

 

Elaboración

En una sartén grande, cubrimos de aceite de oliva y ponemos al fuego medio.

Salpimentamos los muslos de pollo por todos lados, y doramos brevemente por todos lados los muslos. Retiramos los muslos de la sartén y bajamos el fuego.

Añadimos la cebolla picada a la sartén y sofreímos hasta que esta dorada, unos 5 minutos, luego   añadimos el vino blanco.

Devolvemos los muslos de pollo a la sartén y cubrimos con el caldo de pollo, añadimos las hojas de laurel y la canela, removemos suavemente. Tapamos y cocinamos a fuego lento durante 25 minutos, dándoles la vuelta al pollo a la mitad de la cocción.

Mientras tanto, separamos las yemas de las claras de los huevos duros. Reservamos las yemas para la salsa y picamos las claras para decorar más tarde.

En otra sartén, calentamos un par de cucharadas de aceite de oliva. Añadimos el ajo y las almendras, y junas rebanadas de pan duro. freímos hasta que todos los ingredientes Esteban dorado , sacamos de la sartén y colocamos sobre papel absorbente de cocina para eliminar el exceso de aceite.

En un mortero grande (o en el vaso de la batidora) majamos el ajo, las almendras , las yemas de huevo duro y las rebanadas de pan frito, hasta que obtener una pasta espesa. Si es necesario añadimos un poco del líquido del pollo para facilitar el majado o triturado.

Incorporamos la pasta al guiso de los muslos de pollo y añadimos unas hebras de azafrán. Cocinas a fuego lento sin tapar, removiendo con frecuencia hasta que la salsa espese y el pollo este bien cocido.

Salpimentamos al gusto, removemos suavemente.

Servir caliente.

Podemos acompañar con arroz cocido, pure de patatas o pan para mojar en la salsa.

Decoramos con las claras de huevos picadas.

¡Buen provecho!

ismail ii

 

ISMAIL II

Ismācīl II: Abū l-Walīd Ismācīl b. Yūsuf b. Ismācīl b. Faraŷ. Granada, 28.III.740 H./ 4.X.1339 C. – 27.VIII.761 H./13.VII.1360 C. Emir de al-Andalus (1359-1360), noveno sultán de la dinastía nazarí de Granada (precedido por Muḥammad V y sucedido por Muḥammad VI).

Sultán nazarí

Biografía

Fue hijo de uno de los más importantes emires de la dinastía nazarí, Yūsuf I, que desposó a dos mujeres, ambas esclavas suyas, Butayna (de la que nacieron Muḥammad y cĀ’iša) y Maryam, de la que nació Ismācīl además de su hermano menor Qays y varias hijas más.

Aunque su hermanastro Muḥammad (futuro sultán Muḥammad V, el mayor de la dinastía) era nueve meses mayor y por tanto era el primogénito, Ismācīl fue designado heredero del trono por el afecto que Yūsuf I, su padre, sentía hacia él y su madre Maryam. Desafortunadamente para Ismācīl, su padre cambió de idea días antes de morir y designó heredero al primogénito, Muḥammad.

Dos semanas después de que Ismācīl cumpliera quince años, su padre, el sultán Yūsuf I, fue brutalmente asesinado en la mezquita de la Alhambra durante la solemne oración de la fiesta de ruptura del ayuno de ramadán (1 de šawwāl de 755/19 de octubre de 1354). Su primogénito, ya Muḥammad V, fue entronizado con quince años bajo la tutela del visir Riḍwān, que tomó las riendas del gobierno. Inmediatamente, Muḥammad V ordenó que Ismācīl fuera recluido, junto con su madre y hermanas, en uno de los alcázares de su padre, un suntuoso y confortable palacio que se hallaba cerca de la Casa Real y donde fueron tratados con generosidad.

Sin embargo, la madre de Ismācīl y viuda de Yūsuf I, Maryam, no se resignó a esta situación e instigó a su yerno el arráez Muḥammad a que urdiera un complot para derrocar al joven emir y entronizar a su hijo. Este arráez (futuro sultán Muḥammad VI el Bermejo), era primo segundo de Muḥammad V y de Ismācīl y se había casado hacía años con una de las hermanas de este último, hija de Yūsuf I y de la mencionada Maryam. Por tanto, estrechos lazos familiares lo vinculaban a la madre de Ismācīl, la cual aprovechó este parentesco para menudear las visitas a su hija casada con dicho arráez; además, utilizó las cuantiosas riquezas de las que se había apoderado tomándolas del tesoro real el día de la muerte de su esposo Yūsuf I para financiar la operación y entregó una elevada cantidad de dinero al arráez Muḥammad, cuya ambición de poder era lo bastante fuerte como para empujarlo a tal empresa.

La sublevación tuvo lugar una noche de verano, el 28 de ramaḍān de 760/23 de agosto de 1359. Aprovechando la oscuridad, un centenar de conjurados reunidos entre los descontentos y codiciosos de poder, escalaron los muros y redujeron a la guardia. Una vez en el interior de la fortaleza, se dirigieron con antorchas y gritería a la casa del visir Riḍwān, derribaron sus puertas, lo mataron en su lecho y se apoderaron de sus riquezas. En el acto liberaron a Ismācīl II, lo proclamaron y lo subieron a caballo para llevarlo al palacio real.

En el momento de su entronización, el nuevo emir apenas alcanzaba los veinte años de edad. Según el visir Ibn al-Jaṭīb, coetáneo suyo, era un muchacho guapo y corpulento, con apariencia afeminada y débil por la reclusión que le había impuesto su hermanastro Muḥammad V y por la convivencia con las mujeres, dominado por los placeres y poco enérgico. Entre sus extravagancias se cita la forma de arreglarse el cabello, pues llevaba una abundante cabellera entretejida con hilos de seda que le colgaban hasta la cintura y de la que sobresalía una exuberante trenza llena de nudos dorados o plateados.

En cuanto a Muḥammad V, en el momento de los hechos no se encontraba casualmente en la Alhambra sino que se hallaba con su hijo de camino al Generalife, lo que le permitió huir y refugiarse en Guadix.

Una vez en el trono, Ismācīl II, dirigido por el arráez Muḥammad el Bermejo, lanzó varios ataques contra su hermano el derrocado Muḥammad V, pero la población de Guadix le prestó su ayuda y pudo rechazar estos ataques temporalmente. Sin embargo, ese apoyo no era suficiente; por otro lado, no consiguió la obediencia del gobernador de Almería, el cual reconoció a Ismācīl II. De Castilla, envuelta en luchas internas y externas, no pudo obtener tampoco ayuda, de forma que dos meses y medio después de su destronamiento se vio obligado a emprender el exilio hacia Fez (12 de ḏū l-ḥiŷŷa de 760/4 de noviembre de 1359), cuyo sultán Abū Sālim le concedió asilo y solicitó a Ismācīl II autorización para el traslado y la liberación del visir de Muḥammad V, Ibn al-Jaṭīb, para que lo acompañase en el exilio, a todo lo cual accedió el nuevo emir de la Alhambra.

De esta manera, con la partida del emir derrocado, Ismācīl II podía gozar de una situación interior estabilizada y pacífica.

Por lo que respecta a la política exterior, renovó el tratado de paz con Castilla, cuyo rey Pedro I tuvo que aceptar el tratado y reconocer al nuevo emir dada su delicada situación: envuelto en la guerra contra Aragón y en las luchas internas con sus hermanos bastardos, necesitaba mantener la paz en su frontera con al-Andalus.

Ello provocó la reacción del rey de Aragón, Pedro IV el Ceremonioso, que intentó contrarrestar la alianza castellano-granadina y la hostilidad bélica nazarí. Además de aproximarse al reino de Tremecén, autorizó a los caballeros granadinos que estaban a su servicio para que regresaran a Granada en 1359 y 1360, quizá con el objetivo intervencionista de facilitar el derrocamiento de Ismācīl II y reorientar la política exterior granadina en favor de Aragón, cosa que, efectivamente, conseguiría con el sultán sucesor, Muhammad VI el Bermejo.

Sin embargo, más que la posible conexión catalana, lo que provocó la caída y muerte de Ismācīl II fue la gran ambición de poder del mismo hombre que lo había elevado al trono, su primo segundo y cuñado Muhammad, conocido como Abū Sacīd el Bermejo. Este arráez, que desde el principio había ejercido el poder efectivo y gobernado realmente en nombre del poco enérgico Ismācīl, fue favoreciendo y permitiendo desmanes a sus propios seguidores. Al poco tiempo, su poder era tal que se permitía molestar a Ismācīl II y abusar de su confianza, hasta el punto de que a los pocos meses decidió suplantarlo definitivamente.

Así, organizó una nueva conspiración para derrocarlo y autoproclamarse como Muḥammad VI el Bermejo. La noche del 27 de šacbān de 761/13 de julio de 1360, rodeó a Ismācīl II en uno de sus palacios. Aunque el emir pudo refugiarse en una torre que daba a la ciudad, desde la que pidió ayuda pues los servidores que tenía consigo no podían defenderlo, finalmente debió rendirse y descender de la torre. Aunque ofreció su disposición a volver a su antigua reclusión, el usurpador ordenó encarcelarlo en una mazmorra para delincuentes, adonde fue llevado descalzo y sin cubrir la cabeza. Una vez allí, fue ejecutado y cabeza fue cortada y arrojada a la gente, entre la que un individuo la cogió y la paseó llevándola de una trenza de su espesa melena.

De esta manera, su breve reinado, que no alcanzó siquiera el año (nueve meses y veinte días), finalizó como había comenzado: violentamente.

No satisfecho el usurpador Muḥammad VI con la ejecución del emir, ordenó que también su hermano Qays, un niño pequeño, fuera ejecutado. Los cadáveres de ambos hermanos fueron arrojados desnudos y cubiertos solo con unos harapos, aunque al día siguiente fueron enterrados en el panteón del cementerio familiar, la conocida rauda de la Alhambra.

Leer menos

Bibliografía

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Ibn Haŷar Al-cAsqalānī, al-Durar al-kāmina fī acyān al-mi’a al-ṯāmina, vol. IV, ed. de M. S. cAbd al-Ḥaqq, El Cairo, Umm al-Qurrà, s. f. (reimp. Cairo, 1966), pág. 10-1, n.º 3549

Ibn al-Jaṭīb, Acmāl al-aclām, ed. de E. Lévi-Provençal, Beirut, 1956 (2.ª ed.), pág. 307

Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb, vol. V, ed. de I. cAbbās, Beirut, Dār Ṣādir, 1968, págs. 84-85

R. Arié, L’Espagne musulmane au temps des narides (1232-1492), París, De Boccard, 1973 (reimpr. 1990), 110

A. M. al-cAbbādī, El Reino de Granada en la época de Muhammad V, Madrid, Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, 1973, págs. 30-33

Ibn Al-Jaṭīb, al-Iḥāṭa fī ajbār Garnāṭa, vol. I, ed. de cA. A. cInān, El Cairo, Dār al-Macārif bi-Miṣr, 1973-1977, págs. 398-404

Ibn Jaldūn, Kitāb al-cibar, vol. IV, Beirut, Dār al-Fikr, 1979, págs. 174-175

Ibn al-Jaṭṭīb, al-Lamḥa al-badriyya fī l-dawla al-naṣriyya, ed. de A. cĀṣī y M. D. al-Jaṭīb, Beirut, Dār al-Āfāq al-Ŷadīda, 1980, págs. 126-129 (trad. J. M.ª Casciaro, Historia de los reyes de la Alhambra. El resplandor de la luna llena [al-Lamḥa al-badriyya], est. prelim. de E. Molina López, Granada, Universidad, El Legado Andalusí, 1998, págs. 143-146)

Ibn al-Jaṭīb, Nufāḍat al-ŷirāb fī culālat al-igtirāb, ed. de A. M. al-cAbbādī, Casablanca, Dār al-Našr al-Magribiyya, 1985, págs. 103-106

M. Becerra Hormigo, “La conexión catalana en el derrocamiento de Ismail II”, en Miscelània de Textos Medievals, 4: La frontera terrestre i marìtima amb l'Islam, Barcelona, 1988, págs. 301-31

F. Vidal Castro, “Esplendor y apogeo” (“Historia política”, cap. II), en M.ª J. Viguera Molins, (coord.), El Reino Nazarí de Granada (1232-1492). Política, instituciones. Espacio y economía, Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-III, Madrid, Espasa Calpe, 2000, págs. 135-6

F. Vidal Castro, “El asesinato político en al-Andalus: la muerte violenta del emir en la dinastía nazarí (s. XIV)”, en M. Fierro (ed.), De muerte violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, págs. 352-353 (Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, 14)

Autor/es

  • Francisco Vidal Castro

 

V. AL-MUTAMID (1040-1095)


V. AL-MUTAMID (1040-1095).


Si los andalusíes hubiesen compuesto cantares de gesta, su héroe indiscutible hubiese sido el rey al-Mu`tamid de Sevilla. Al–Mutamid, ocupa un distinguidísimo lugar entre los poetas árabes y por su extraño destino, y por la trágica caída en que arrastró a todos los suyos, aparece como un héroe digno de la poesía. A pesar de su índole malvada, este tirano cruel, no sólo fue amante y favorecedor de las letras, sino también poeta y autor de muchas composiciones. Sirva de ejemplo la siguiente a la ciudad de Ronda:

La perla de mis dominios, mi fortaleza te llano,

desde el punto en que mi ejercito,  a vencer

acostumbrado, con lazas y con alfanjes,

te puso al fin en mi mano. Hasta que llega

a la cumbre de la gloria peleando, mi ejercito

valeroso no se reposa en el campo. Yo soy

tu señor ahora, tu mi defensa y amparo.

Dure mi vida, y la muerte no evitaran

mis contrarios. Sus huestes cubrí de oprobio.

En ellas sembré el estrago, y de cortadas

cabezas. Hice magnífico ornato, que ciñe,

cual gargantilla. Las puertas de mi palacio .


V. 1.  LA POESÍA DE AL-MU`TAMID.



La poesía de Al-Mu`tamid de Sevilla está, en gran parte, libre del lenguaje hermético para los no iniciados que emplea con profusión la poesía árabe medieval. La clave de su claridad se encuentra, tal vez, en un hecho extraliterario: su condición real, que le permitió servirse de la poesía y no ser el sirviente de ésta.
Su poesía no está libre de retórica, pues utiliza diversos juegos de palabras típicos de la poesía árabe: Tagnís o paranomasia, tadmín o intercalación, e incluso un acróstico, pero siempre con un refinado equilibrio. Su léxico, por otra parte, es sencillo, sin arcaísmos ni palabras rebuscadas.
Su lenguaje poético parece centrarse en la antítesís, especialmente en la contraposición luz/oscuridad, por lo que su poesía se convierte, en su primera época, en nocturna y astral: la noche iluminada por los astros es la única descripción de la naturaleza que se encuentra en sus poemas. Los otros elementos naturales (jardín, flores, animales, agua) sólo aparecen como comparaciones antropológicas. El léon será el guerrero; la gacela, la mujer; el agua será metáfora de la generosidad como rocío o como nube y en sus poemas del exilio, será llanto, hiperbólicamente transformado en lluvia y océano; los pájaros serán, también en Agmat, metáforas de la libertad. La mujer será jardín perfumado, rama por su cintura y  rosa por sus mejillas, pero sobre todo astro:


La amada


¡Oh mi elegida entre todos los seres humanos!

¡Oh Estrella! ¡Oh luna!

¡Oh rama cuando camina,

oh gacela cuando mira!

¡Oh aliento del jardín, cuando

le agita la brisa de la aurora!

¡Oh dueña de una mirada lánguida,

que me encadena!

¿Cuándo me curaré? ¡Por ti daría la vista y el oído!

Tu frescor aliviaría

la oscuridad de mi corazón .


Y él mismo se describe como un astro, la luna, rodeado de los antitéticos doncellas/estrellas y caballeros/tinieblas. La oposición tinieblas/luz se convierte en tropos de los sentimientos:


La noche de tu ausencia es larga

¡Que nuestro abrazo de amor sea como el alba !


Sin el contraste de las tinieblas, al-Mu`tamid no gusta demasiado del sol diurno, símbolo de la gloria:
Nuestra gloria es como el sol, en altura y brillo .

Por eso lo prefiere velado, por la luna o las nubes:

Se levantó y veló de mis ojos con su figura,

el disco solar ¡Ojala se velase igual la desgracia!

Ella sabe sin duda que es una luna.

¿Qué puede ocultar el sol sino la faz de la luna?


Cuando te lanzaste al combate, enlorigado,

velado el rostro con el almófar,

creímos que tu rostro era el sol de la mañana,

velado por una nube de ámbar .


La noche tiene otro significado para el poeta: el sueño, lleno de visiones eróticas. Sus poemas oníricos son los más sensuales, como vemos en este poema:

Amor onírico

Te he visto en sueños en mi lecho

y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,

era como si me abrazases y sintieses

el amor y el desvelo que yo siento,

es como si te besase los labios, la nuca,

las mejillas, y lograse mi deseo.

¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen

en sueños, a intervalos, no dormiría más .


El vehículo normal de su poesía es la casída (es una forma poética propia de la Arabia preislámica; se trataba de un género poético extenso, de más de 50 versos e incluso más de 100. ) y la métrica clásica árabe. En los siguientes ejemplos presentamos una antología de poemas del poeta, donde creemos que podrá observarse su calidad poética:


TRES COSAS

Tres cosas impidieron que me visitara

por miedo al espía y temor del irritado envidioso;

la luz de su frente, el tintineo de sus joyas

y el fragante ámbar que envolvía sus vestidos.

Supón que se tapa la frente con la amplia bocamanga,

y se despoja de las joyas, más ¿Qué hará con su aroma?


EL COPERO, LA COPA Y EL VINO

Apareció, exhalando aromas de sándalo,

al doblar la cintura por el esbelto talle,

¡Cuántas veces me sirvió, aquella oscura noche,

en agua cristalizada, rosas líquidas!


DESPEDIDA

Cuando nos encontramos para despedirnos, de mañanita,

ya tremolaban las banderas en el patio del alcázar;

eran acercados los corceles, redoblaban los atabales:

eran las señales de partida.

Lloramos sangre, hasta que nuestros ojos eran como heridas

al fluir aquel líquido rojo.

Y esperábamos volver a vernos a los tres días...

¿Qué habría sucedido si hubiesen sido más?


EL RELÁMPAGO

El relámpago le asustó, cuando en su mano

el relámpago del vino resplandecía.

¡Ojalá supiera cómo, si ella es el sol de la mañana,

se asusta de la luz!

CARTA

Te escribo consciente de que estás lejos de mí, 

y en mi corazón, la congoja de la tristeza; 

no escriben los cálamos sino mis lágrimas 

que trazan un escrito de amor sobre la página de la mejilla; 

si no lo impidiera la gloria, te visitaría apasionado 

y a escondidas, como visita el rocío los pétalos de la rosa; 

Te besaría los labios rojos bajo el velo 

y te abrazaría del cinturón al collar; 

¡Ausente de mi lado, estás junto a mí!

Si de mis ojos estás ausente, no de mi corazón.

¡Cumple la promesa que nos hicimos, pues yo, 

tú lo sabes, cumplo mi parte!


LA AURORA LADRONA

Disfrazó la pasión que quería ocultar, 

más la lengua de las lágrimas se negó a callar;

Partieron, y ocultó su dolor, más lo divulgó 

el llanto de la pena, tan evidente y balbuceante; 

les acompañé mientras la noche descuidaba su vestidura, 

hasta que apareció ante sus ojos una señal evidente:

Me detuve allí perplejo: la mano de la aurora 

me había robado las estrellas.


EL CORAZÓN

El corazón persiste y yo no cesa; 

la pasión es grande y no se oculta; 

las lágrimas corren como las gotas de lluvia, 

el cuerpo se agosta con su color amarillo; 

y esto sucede cuando la que amo, a mí está unida: 

¿Qué sería, si de mí se apartase?


la casida clásica estaba formada por una única rima que se mantenía a lo largo de todo el poema, en su forma más extendida suele componerse de pareados, aunque en la versión persa posterior sólo hay un pareado al comienzo, mientras que a partir de ahí sólo el segundo verso de cada par rima con dicho pareado inicial

En el siglo IX, el escritor de ascendencia irania ibn Qutayba dice en su obra Kitāb aš-šiʿr wa-š-šuʿarāʾ (Libro de la poesía y los poetas) que la casida se compone de tres partes: comienza con una apertura nostálgica, denominada naṣīb, en la que el poeta reflexiona sobre el pasado. Un tópico usual es el del poeta persiguiendo la caravana de su amor; cuando logra alcanzar el campamento, la caravana ya lo ha abandonado. Tras el naṣīb suele venir el tajalluṣ, una especie de alivio de la nostalgia, que sirve de transición a la siguiente parte del poema, el raḥīl, en que el poeta contempla la dureza de la naturaleza y de la vida alejado de la tribu. Finalmente, el último apartado está dedicado al mensaje central del poema, que puede dedicarse a alabar a la tribu (fajr); a bromear sobre otras tribus (hiŷāʾ); o a presentar máximas morales (ḥikam).

Aunque muchas de las casidas posteriores se apartan de este esquema, en muchas de ellas sigue siendo reconocible, al menos como referencia. Una de las casidas más famosas, especialmente entre los musulmanes suníes, es la Qaṣīdat al-Burda («Casida del Manto») de Muhammad al-Busiri, que la escribió por atribuir la sanación de su parálisis a un sueño donde el profeta Mahoma lo había cubierto con su manto.



Publicado por al-Andalus