sábado, 19 de abril de 2025

"ANEDOCTAS DE HASDAY". MECENAS DE LA CULTURA SEFARDÍ ANDALUSÍ

 

“ANECDOTAS DE HASDAY”

Mecenas de la cultura sefardí andalusí

Elisa Simón


En este artículo, quiero recordar con Ustedes la importancia e influencia que tuvo Hasday ibn Shaprut en el origen de la cultura sefardí de al-Andalus. Gracias a su mecenazgo, su tenacidad y su cargo como na´sí o príncipe de las comunidades judías andalusíes, convirtió la ciudad de Córdoba en el centro del saber para los judíos de dentro y fuera de al-Andalus. 

Hasday atrajo a sabios y eruditos sefardíes, del Magreb y de Oriente, para que desarrollaran en Córdoba los estudios del Talmud, la poesía, la ciencia, la medicina y las artes. Bajo su patrocinio trajo libros de Oriente y de todos los rincones del mundo conocido, para ser traducidos y ampliar el saber en al-Andalus. Hasday sentó las bases para alcanzar el esplendor de la cultura sefardí andalusí en todos los campos del saber en los siglos siguientes.

Personajes que florecieron bajo Hasday 

Tres personajes que florecieron gracias al mecenazgo de Hasday. Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat y Moshe ben Hanok.


Menahem ben Saruq

Recordarán de los artículos anteriores a su secretario, Menahem ben Saruq. Hasday le encargó un trabajo muy especial: la redacción de un diccionario-hebreo de las raíces bíblicas, llamado “Mahberet”.

En dicho diccionario Menahem incluyó:

“con claridad la lengua hebrea de acuerdo con el contenido esencial de sus fundamentos y la esencia de sus raíces, aplicando la plomada de la razón y el cordel de medir de la instrucción para explicar los sentidos de sus especies según leyes regulares, exponer las clases de significados de acuerdo con sus divisiones, mostrar las acepciones de la palabra según su significado, enseñar las letras que forman parte de la raíz y las que tienen función servil en medio de la palabra y en sus dos extremos, hasta llegar a abarcar plenamente la lengua hebrea y hacerla inteligible en toda su extensión. “ 

Menahem se tomó muy en serio su tarea. Fue agrupando las palabras hebreas según sus raíces biconsonanticas, uniconsonanticas y triconsonanticas. Explicó y ofreció su interpretación, en hebreo, del significado de la raíz de cada palabra en lengua hebrea. Así surgió una literatura hebrea andalusí unido a estudios lingüísticos.  Cuando este diccionario se dio a conocer, comenzó una gran discusión de tipo gramatical, semántica, filológica y hasta religiosa. Esto afectó, en parte, a la vida diaria de los judíos de al-Andalus.

Las interpretaciones del diccionario llegaron a confundir al pueblo en sus quehaceres diarios. Los defensores y detractores del diccionario de Menahem dividieron a los sefardíes. Sin embargo, dejando aparte lo que se formó, es relevante la importancia de que se trata del primer diccionario en hebreo, que daría lugar al desarrollo de la lengua hebrea en al-Andalus. Además, este diccionario sería de máxima ayuda para los judíos que desconocían el árabe, así fueron favorecidos los judíos europeos. Aquellos que no sabían árabe, desconocían el origen de la raíz de las palabras hebreas, similar a las árabes. 


Dunash ben Labrat ha Leví 

Uno de los principales detractores del diccionario de Menahem fue el poeta Dunash ben Labrat ha Levi. Este poeta había llegado a Córdoba gracias a la invitación de Hasday. Dunash ben Labrat, “ …originario de Bagdad y educado en Fez…”, como nos indica Moseh ibn Ezra. Nació hacia 920-925, estudió en Sura, Babilonia, donde aprendió no solo la lengua y cultura árabe sino la gramática y jurisprudencia rabínica.
Uno de sus maestros fue Se´adyah Ga´on, impulsor de la renovación y apertura de la cultura judía. Estas enseñanzas hicieron que Labrat contribuyera de forma destacada al florecimiento de la poesía sefardí. La relevancia de Dunash y su gran aportación a la poesía fue adoptar el sistema métrico árabe en poesía y a las características de la lengua hebrea. Lo importante es que Dunash adoptó la temática de la poesía en árabe, tales como descripciones de la naturaleza, temas amorosos, poesía dedicada a los pájaros, el agua, el vino, las fiestas, la amistad, etc.

“Me dice: no
duermas, bebe vino viejo.

Hay alheñas y
lirios, mirra y áloes,

En el jardín con
granados, palmeras y parras,

Plantas agradables
y muchos tamariscos,

Ruidos de acequias
y sones de laúdes,

Acompañados de la
voz de cantores con cítaras y adufes. ….”


Según parece fue el hazzan o cantor de sinagoga de Córdoba. Compuso poemas litúrgicos que son hoy conocidos en todo el mundo judío.

Las  desavenencias y controversias gramaticales y filológicas entre Dunash y Menahem, pronto se convirtieron en discusiones, que se extendía más allá de los salones de las Academias. Dunash escribió una serie de artículos y libros criticando la postura de Menahem en su diccionario. Sin embargo, fueron los discípulos de ambos filólogos, los que más crudamente se enfrentaron en sendas cartas, poemas, artículos, defendiendo a sus maestros. De ahí que Menahem no se defendiera personalmente de ninguno de los ataques de Dunash. Con el paso del tiempo, estas discusiones dieron lugar a dos posturas enfrentadas dentro de la comunidad sefardí. Mientras unos defendían las viejas tradiciones de Menahem,  la otra hacía lo propio con las ideas innovadoras de Dunash. Hasday ibn Shaprut se vio, sin querer, entre ambas facciones. Intentó mantenerse neutral, sin embargo, parece que se vio forzado a decantarse por una de ellas. Optó por las ideas innovadoras introducidas por los sabios de Oriente. De esta manera, su secretario Menahem, perdió el favor de su mecenas.  

Menahem se lamenta en este poema:


“… tendrías que
honrarme por haber trabajado en casa de mi señor, tu padre…..

Sirviéndote agua
en las manos… el me tenía aprecio y me atraía con los lazos de la amistad…

Y mientras me tuvo
bajo su sombra, no me hizo daño el sol.

En la medida de
las pocas fuerzas de mi inteligencia proclamé yo sus alabanzas.

Grabadas están en
el Arca del Testimonio en la Sinagoga que él construyó en honor del Señor,

Y la inscripción
es obra de mi mano… “




Moshe ben Hanok 

El tercer personaje relacionado con Hasday. El rabi Moshe ben Hanok. Mientras en al-Andalus los sefardíes fueron adquiriendo importancia gracias a los patrocinios y esfuerzos de Hasday, en Oriente las grandes Academias Talmúdicas estaban ya en decadencia, y eran regidas por directores o gaonim (singl. Gaon). Dos de estos centros talmúdicos se situaban en las ciudades de Sura y Pumbeditha respectivamente. En ellas se estudiaba la interpretación del Talmúd y se velaba por los intereses de las comunidades judías. En estas Academias se estudiaba no solo el saber religioso, sino el profano también, como la medicina o la poesía, por ejemplo. Lo que se dictaba como enseñanza servía de guía o apoyo a todas las comunidades judías esparcidas por el mundo conocido de aquella época. Hacia mediados del siglo X, estas Academias iniciaron una imparable decadencia. La precaria situación de las Academias de Babilonia forzó su cierre y la migración de sus directores o gaonim hacia otros países.  



Fue así como cuatro de los sabios de estas Academias embarcaron hacia Occidente con la idea de crear nuevas Academias. En una de estas naves viajaba el gaon rabi Moshe ben Hanok con su esposa y su hijo. Una tempestad  empujó su embarcación hacia las costas italianas. Allí el corsario Ibn Rumahis, asaltó la nave y apresó a sus pasajeros. La esposa de Hanok, temerosa de lo que le pudiera ocurrir, decidió arrojarse al mar, dejando desolado a su esposo e hijo pequeño. Como Ibn Rumahis estaba subvencionado por el califa abd ar-Rahman III, los prisioneros convertidos en esclavos arribaron al puerto de Córdoba, donde fueron ofrecidos al mejor postor en el mercado de esclavos. A todo esto,  Hasday sabiendo que entre los esclavos se encontraban judíos, éste los redimió y pasaron a formar parte de la comunidad cordobesa. Moseh y su hijo, cansados, humillados y tristes por la muerte de su esposa y madre, llevaban una vida anónima en la capital del califato. No habían dicho a nadie que Moseh había sido gaón de Babilonia.

Moseh solía asistir regularmente a las sesiones de la escuela talmúdica en la sinagoga. Se sentaba en un rincón para escuchar al dayyan o juez, rabí Nathan. Un día estando rabí Nathan explicando un pasaje del Talmud, dio una interpretación que no compartía Moseh.
Sin embargo, guardó silencio y esperó hasta que los asistentes expusieran sus preguntas y que el rabí respondiera. Fue entonces, cuando Moseh hizo su comentario, dejando tanto al dayyan como a los allí presentes atónitos por su forma de expresarse y de exponer su argumento. Su modestia y humildad con la que demostró su sabiduría, hizo que se ganara la simpatía de los asistentes y la admiración del dayyan Nathan. En aquella misma sesión, rabí Nathan terminó invitando a Moseh a subir a su cátedra para que continuara sus explicaciones e interpretaciones de los pasajes del Talmud. Una vez finalizada la sesión, rabí Nathan declaró solemnemente que a partir de ahora el cargo de juez y maestro lo ostentaría Moseh ben Hannoch. Hasta ese momento no se descubrió su identidad.
De esta forma Córdoba se convirtió en uno de los centros del saber más sobresalientes del judaísmo. La herencia de la gran Academia de Babilonia acababa de establecerse en la capital de al-Andalus, lo cual atrajo a un sinfín de judíos que se asentaron en Córdoba.

BIBLIOGRAFÍA

– Judíos Españoles de la Edad de Oro. Antonio Antelo Iglesias. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991 
–  Literatura Hebrea en la España Medieval. Ángel Sáenz-Badillos. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991 

 

miércoles, 16 de abril de 2025

COQUINAS

 

COQUINAS

Estas exquisitas y sabrosas almejitas, propias de las costas de Huelva, Cádiz y Málaga, se cocinan con ajo, perejil y vino blanco.

Este plato es un clásico que destaca el sabor natural de las coquinas, realzando con el toque aromático del ajo y el perejil.

Ingredientes

750 gr de coquinas

4 Dientes de ajos

1 Chorreón de vino blanco o  manzanilla

Perejil fresco picado

Aceite de oliva virgen extra

Sal

Elaboración

En un bol con agua fría y sal, dejamos reposar durante 1-2 horas para que suelten la arena.

En una sartén grande calentamos el aceite de oliva, añadimos los ajos pelados y picados, sofreímos a fuego medio alto hasta que estén dorados.

En ese momento incorporamos las coquinas el vino blanco de nuestra elección. Tapamos la sartén y cocinamos hasta que las coquinas se abran, moviendo la sartén de vez en cuando.

Retiramos el fuego una vez las coquinas estén  abiertas, espolvoreamos con perejil fresco y añadimos una pizca de sal. Movemos bien la sartén.

Servir caliente en un plato o fuente hondo, con su caldito.

No olvidéis el pan para mojar en la salsa de la cocción de las coquinas, es una delicia para el paladar más exigente.

¡Buen provecho!

 

 

GAMBAS PICANTES SOBRE CAMA DE AGUACATES

 

GAMBAS PICANTES SOBRE CAMA DE AGUACATES


Ingredientes

250 gr de gambas  frescas peladas (o congeladas)

1 Lima grande, o un limón

1 Cebolla morada

1 Guindilla

Un poco de cilantro

1 Pepino

50 ml de tomate triturado

1 Aguacate

1 Cucharada de vinagre de vino tinto

3 Cucharadas de yogur

Sal

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Enjuagamos brevemente las gambas.

Exprimimos la lima sobre un cazo, y añadimos 1 litro de agua con un poco de sal, ponemos al fuego y llevamos a ebullición brevemente.

Hervimos brevemente las gambas, e inmediatamente las enjuagamos con agua fría y marinama en un bol con el jugo de la lima restante y dejamos reposar en el frigorífico una hora aproximadamente.

Mientras se marinan las gambas en el frigorífico, cortamos la cebolla y la guindilla.

Arrancamos unas hojas de cilantro, pelamos y picamos el pepino.

Sacamos del frigorífico el bol con las gambas que estaban marinando, agregamos todo junto con el tomate a las gambas y mezclamos bien.

Cortamos el aguacate por la mitad, descorazonamos, quitamos la piel y con la pulpa lo trituramos en la batidora con el vinagre de vino tinto, el yogur, la sal y la pimienta negra recién molida al gusto.

Vertemos sobre molde redondo la crema de aguacate y decoramos con la ensalada de gambas.

¡Buen provecho!

jueves, 10 de abril de 2025

ARROZ CON BACALAO Y ALCACHOFAS

 

ARROZ CON BACALAO Y ALCACHOFAS

Esta receta que mi madre la solía hacer en Cuaresma. Es importante revisar el estado del arroz durante la cocción, ya que si se pasa, el plato no quedara tan rico. También recomiendo usar caldo casero (fumet). Sin embargo, muchas veces suelo usar tetabrik de caldo de pescado del supermercado.

Ingredientes

300 gr de bacalao desalado

2 Alcachofas frescas, o congeladas (o de bote) partidas en  cuartos

300 gr de arroz bomba

1 Cebolla

2 Dientes de ajos

1 Pimiento rojo

1 Pimiento verde

1,5 L de caldo de pescado o fumet

½ Taza de tomate triturado

1 Cucharadita de pimentón dulce

Azafrán molido, una pizca

Aceite de oliva

Sal al gusto

Pimienta negra recién molida, al gusto

 

Elaboración

Retiramos las espinas del bacalao desalado y la piel. Lo desmenuzamos con las manos o con un tenedor para cortarlos en trozos pequeños. Reservamos.

Cortamos la cebolla en brunoise.

Lavamos los pimientos, los abrimos para retirar las semillas, los rociamos con agua y los cortamos en tiras.

Las alcachofas si son frescas, las pelamos hasta llegar a las hojas más tiernas. Las cortamos en cuartos y las ponemos en un bol con agua y unas gotas de limón para evitar que se oxiden. Las reservamos.

En una paellera a fuego medio, calentamos el aceite de oliva a fuego medio. Añadimos la cebolla picada en brunoise y los pimientos cortados en tiras. Los rehogamos hasta que la cebolla este transparente y tierna, removemos bien, y añadimos el tomate triturado, removemos bien y dejamos rehogar unos minutos.

Picamos el ajo muy menudito y lo añadimos a la paellera, removemos un momento hasta que desaparezca su aroma.

A continuación añadimos el arroz, la cebolla y el pimiento, las alcachofas y el tomate (es decir el sofrito para el arroz). Removemos bien con cuidado para que el arroz se impregne del sabor  de todos los ingredientes.

A continuación añadimos una vez que todos los ingredientes estén en la paellera, el bacalao desmenuzado, una pizca de azafrán en polvo y el pimentón. Mezclamos  con cuidado para que los ingredientes estén bien integrados y cojan todos sus sabores.

Vertemos el caldo de pescado o fumet. Removemos suavemente y seguimos cocinando a fuego medio durante unos 20-25 minutos removiendo de vez en cuando, hasta que el arroz se haya cocido y absorbido todo el caldo de pescado o fumet.

Retiramos pasado el tiempo  estimado la paellera del fuego y la dejamos reposar unos minutos antes de servir.
Para su presentación podemos decorarla con tiras de pimiento rojo (a gusto de cada uno).

Servir caliente.

¡Buen provecho!

 

LA VID EN AL-ANDALUS: MITOS Y REALIDADES

 

LA VID EN AL-ANDALUS: MITOS Y REALIDADES

Las plantaciones de la vid Durante el periodo de al-Andalus el estado musulmán aportó un importante desarrollo de las técnicas agrícolas,...

Las plantaciones de la vid

Durante el periodo de al-Andalus el estado musulmán aportó un importante desarrollo de las técnicas agrícolas, con la inserción de nuevas especias en la agricultura y un destacado desarrollo del  comercio. El caso de la vid tiene importantes peculiaridades, ya que la plantación de la vid en el al-Andalus estaba estrechamente asociada a la producción de las uvas pacificadas, que era el producto de lujo más demandado del comercio exterior andalusí. Era  uno de los cultivos más importantes del  mediterráneo, conocido como la "trilogía mediterránea".

Por lo tanto en muchas ocasiones se asocia de forma errónea la producción y el consumo del vino con la agricultura de la vid,  y como consecuencia se asume que al ser prohibido el consumo del alcohol por el Corán, la plantación de la vid era escasa. Podemos ver que muchos artículos que tratan la historia del vino, describen la producción del vino y las técnicas de la vid en la época romana o visigoda, y luego pasan directamente al siglo XV, describiendo la época después de la conquista cristiana, omitiendo 800 años de historia de la vid en la Península Ibérica.

En el congreso "La Vid en al –Andalus" organizado en 2019 por la Universidad de Granada  se presentaron datos sobre el volumen de las plantaciones de la vid antes de la llegada de los reyes católicos y después, pudiéndose observar una drástica reducción de las plantaciones de vides en los territorios que ocupan actualmente las provincias de Granada y de Málaga (sobre todo la zona de Axarquía)   después de la llegada de los Reyes Católicos.

Los tratados andalusíes y el comercio del vino

 La copia manuscrita en 1348 del Tratado de Agricultura de Ibn Luyūn , obra que conserva la Biblioteca de la Escuela de Estudios Árabes de Granada.

Las referencias en los tratados andalusíes sobre la elaboración, conservación y comercio del vino, o incluso del vinagre, son muy escasas y la mayoría de los autores insiste que las uvas de los  viñedos se destinaban para el consumo en fresco o para la pacificación.  Por lo tanto cabe mencionar las principales esclarecimientos sobre porque esto ocurre:

  • teniendo en cuenta que la producción del vino se permitía solo a los judíos y cristianos, autores musulmanes  no se atrevían a dejar por escrito testimonios sobre la producción o el consumo por el miedo de la ley coránica.
  • según Claude Cahen su breve artículo «Unas palabras sobre el declive comercial del mundo musulmán a finales de la Edad Media», se expresa una hipótesis que esto ocurre porque era un producto que no merecía la pena ser comerciado fuera del ámbito local.

Esta hipótesis es bastante interesante, el investigador Eduardo Escartin Gonzales cree que esto podría haber ocurrido por la razón de que "el  principal objetivo del comercio para los árabes era el comercio de larga distancia", para poder especular con los precios y así de esta manera poder obtener mayores beneficios, y debido a las restricciones islámicas sobre el alcohol, no es sorprendente la escasez de referencias a la exportación y al consumo abierto de vinos andalusíes, como el ejemplo tenemos referencias a que el cadí de Algeciras, Abū-l-asan al-Jazīrī, en un manuscrito inédito resalta que las prohibiciones coránicas no lograron poner fin a la cultura del vino en Al-Andalus, ni en otros países islámicos.

El consumo de vino en al-Andalus y los castigos de Ibn Abdún.

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El hecho de que la única descripción de la elaboración del vino dulce de Ibn Al-Awwam, esta fechada en la época de los almohades es un dato muy interesante, ya que la vida cotidiana en esta época sobrellevo importantes cambios  de las normas religiosas que produjo después de su desembarque en la Península  Ibérica en 1145  y la instauración de la dinastía almohade. Podemos encontrar referencias sobre los castigos de acuerdo con los preceptos contenidos en el Corán,  en la obra de  Išbīlī Ibn Abdūn quien deseando preservar las buenas costumbres propone una cierta regulación sobre el vino,  como por ejemplo sobre la embriaguez:

Ibn Abdún dice "No se vendan muchas uvas a quien se sospeche que las va a exprimir para hacer vino".

Ibn Abdun hace grandes esfuerzos para poder erradicar el consumo del vino, incluso sugiere que  para evitar  la elaboración del vino casera y erradicar su consumo,  "sugiere que el vinagrero vaya por las casas poco a poco elaborando el vinagre para asegurarse de que el mosto no se convierta en vino de una manera natural".

A pesar de que no se pueden considerar los datos obtenidos de las fuentes literarias como 100% fiables, pero en su conjunto, con los escasos datos sobre vinicultura en la fuentes arqueológicas y jurídicas, sobre los impuestos o castigos por el consumo, venta o producción,  y debido a la gran cantidad de viñas que existían podríamos deducir que el vino se elaboraba y se consumía.

Un artículo de Maria Demidovich

 

 

HUERTOS DE AL-ANDALUS. EL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA DOMESTICA

 

Huertos de al-Andalus.

El desarrollo de la agricultura doméstica

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El legado cultural de al-Andalus es, sin duda, una constante en los pueblos y ciudades que integran las Rutas de El legado andalusí. En la Ruta del Califato, concretamente, alcazabas, recintos amurallados o ingenios hidráulicos forman parte de un importante patrimonio que atestigua la herencia musulmana entre Córdoba y Granada.

La presencia de huertos y jardines que jalonan el curso de los riachuelos y coronan las cumbres de las antiguas medinas, es la que aún podrá transportar al viajero en el tiempo para recrear la estampa romántica que describiese Washington lrving: “[…] bellos jardines colgantes, bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, elevados cedros y altivas palmeras, mezclábanse con las firmes y almenadas murallas y torres, que permitían adivinar la opulencia y el lujo que reinaban dentro”.

Muy similar debió ser la imagen percibida por los monarcas castellanos cuando el estandarte de la cruz acababa coronando los más elevados baluartes de las poblaciones andalusíes. El paisaje urbano entremezclaba el adobe de los tapiales con la exuberancia de los espacios ajardinados cuyos máximos exponentes comenzaron en la almunia de la Arruzafa y terminaron en la Alhambra. Las innovaciones en la actividad agrícola, unida a los grandes avances en botánica que se experimentaron durante esta época, acabarían finalmente en una transformación artística de la propia naturaleza.

En este sentido, la diferenciación entre huerto y jardín durante el periodo islámico sería prácticamente inapreciable. Sería ya a partir de la Baja Edad Media y de forma más sistemática a medida que se consolidaba el avance cristiano, cuando ambas definiciones acabarían refiriéndose en la práctica a conceptos distintos. El protagonismo que los espacios ajardinados tuvieron en los palacios de al-Andalus se irá diluyendo en beneficio de los cultivos hortofrutícolas donde primará más el sentido de autoabastecimiento que el puramente estético. El aprovechamiento de los recursos hídricos configuró los espacios periurbanos andalusíes dando lugar a las características vegas en las que una continua sucesión de huertas presentaba un espacio agrícola caracterizado por su diversidad y riqueza.

 

Vista desde los huertos del Generalife, con la Alhambra al fondo.


El clima mediterráneo marcaría en buena medida el tipo de plantaciones que habrían de darse en los medios rurales propiciando, gracias a una intensa actividad comercial, el contacto entre las zonas de producción de las grandes villae y la ciudad o civitas. Organizado en varios sectores, el espacio agrario aparecía diferenciado según el grado de aprovechamiento humano del que fuera objeto. De este modo encontraríamos el huerto (hortus) o el monte (silva) y entre ambos la tierra cultivada (ager) y la inculta próxima a ella (saltus).


 

Vista aérea de Moclín (Granada). Localidad de la Ruta del Califato.

Una de las grandes aportaciones de la cultura islámica a la agricultura en al-Andalus fue la organización espacial del territorio. Sin embargo, aunque los árabes fueron los principales agentes en este proceso de evolución en los cultivos, sería conveniente remontarnos hasta la época romana para conocer el origen del sistema agrario que durante siglos se dio en la península.


Tal y como se ha indicado con anterioridad, la agricultura romana ya se encontraba plenamente adaptada al ecosistema mediterráneo, por lo que los cultivos que se llevaban a cabo en la zona que nos ocupa procederían de la domesticación de especies autóctonas y de otras aclimatadas al territorio desde hacía mucho tiempo. La necesidad de aprovechar las estaciones más húmedas marcaba tanto el tipo de plantación como las fechas en las que habría de llevarse a cabo. Será ese el motivo de aparición en la Bética de la característica trilogía mediterránea (cereal, olivo y vid) que desde la antigüedad tuvieron grandes centros productores en los pueblos que hoy integran la Ruta del Califato. Los silos romanos de Espejo, las villae de Cabra, Alcaudete o las situadas en la propia vega de Granada y la numismática descubierta en los términos de Castro del Río, Baena o Alcalá la Real, por citar algunos ejemplos, demuestran la existencia de unos cultivos de secano procedentes del monte mediterráneo a cuya climatología se encontraban perfectamente adaptados.


 

 

Los cítricos fueron otras de las muchas aportaciones que los árabes introdujeron en la agricultura de al-Andalus, que ya reflejaban los tratados agrícolas de época andalusí.  

La irrigación artificial de los campos se llevaba a cabo de forma muy ocasional y a menudo se circunscribía tan sólo al ámbito de los huertos, cuya ubicación, ya desde época romana, habría de situarse próxima a las viviendas tal y como aparece indicado en los escritos de Columela: “Los huertos de frutales y hortalizas que estén cerrados con un seto, cerca del  caserío, en un lugar donde pueda desembocar toda la porquería del corral y de los baños, como también el alpechín que resulta de exprimir las aceitunas, pues con semejantes residuos se fertiliza también la hortaliza y el árbol”. Este sistema agrario no implicaba, por tanto, una modificación notable del entorno, ya que al depender directamente de la pluviosidad, las zonas de cultivo no se veían condicionadas por la existencia de recursos hídricos permanentes.

Los jardines, por su parte, estaban también muy relacionados con esas grandes villae, aunque su presencia no se daba tan solo en las fincas de recreo de las zonas agrarias. En el ámbito urbano se han constatado igualmente en importantes testimonios tales como los aparecidos recientemente en unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Córdoba. En este caso no sólo se ha podido apreciar la exquisitez en el diseño del jardín, sino también la importancia que se le dio al agua como elemento ornamental que abastecía surtidores y fuentes. Aun así, la presencia de zonas ajardinadas en la Ruta del Califato no tendrá una verdadera significación hasta la configuración de al-Andalus. Durante este periodo se dará, sobre todo, una mayor proliferación de las producciones hortofrutícolas, que junto con las provenientes del resto de cultivos desarrollados en las zonas rurales, servirán para el abastecimiento de la civitas y para el importante comercio que se desarrollaría por todo el imperio hasta el siglo V.

En las cercanías de casi todos los núcleos de población de al-Andalus, el paisaje aparecía moteado con fincas de cultivo o recreo, de mayor o menor dimensión, donde las cosechas eran utilizadas en el consumo doméstico, tradición que perdura hasta nuestros días en muchos lugares de nuestra geografía.  


 

La caída del mundo romano se traduciría en un decrecimiento en importancia de la ciudad como centro de control administrativo y en una mayor ruralización social que llevó añadida, en la mayoría de los casos, una economía de subsistencia en la que el comercio reduciría de manera sensible su radio de acción y el cultivo del huerto familiar se iría extendiendo paulatinamente. El proceso de involución desarrollado durante la Alta Edad Media conllevará un cierto retroceso en la agricultura, utilizándose un sistema de explotación extensivo que habrá de perdurar hasta la aparición de una clase social dominante a la que acabarán vinculándose los derechos sobre las tierras incultas y los hombres libres. En este momento tendrá lugar una expansión agrícola cuya principal característica será la de introducir un sistema de explotación más intensivo que el anterior, aunque continuasen siendo predominantes los cultivos de secano.

La interacción cultural que se dio en al-Andalus propició la llegada de nuevos cultivos y especies que, aunque no eran propias del bosque mediterráneo, acabarían aclimatándose. El arroz, la naranja agria, el limón y la lima, la caña de azúcar, la berenjena, el plátano y el árbol del mango, entre otros, procedían de orígenes tan lejanos como Birmania, el sureste asiático o el archipiélago malayo.


 

 

La llegada de los árabes a la Península Ibérica supondrá una aportación innovadora a la agricultura existente hasta ese momento. Las diferentes conquistas que a lo largo de la historia habían protagonizado hicieron que, pese a haber tenido un origen como pastores nómadas, terminaran asimilando las costumbres y economía de los pueblos sedentarios de tradición agrícola con los que entraban en contacto. También de distintas zonas del continente africano acabarían domesticándose cultivos como el mijo, el panizo y la judía de vara, que llegarían a la India durante el segundo y el primer milenio a.C. y desde allí hacia el imperio sasánida entre los siglos V y VII de nuestra era. El periplo de estas especies supuso que algunas zonas conquistadas por los árabes conociesen ya determinados cultivos que, más tarde serían también experimentados en las tierras andalusíes. La agricultura de secano imperante hasta el momento acabará modificándose para acoger árboles y plantas procedentes de climas tropicales y semitropicales caracterizados, entre otras cuestiones, por la abundancia de unas lluvias estivales inexistentes en el clima mediterráneo.


 

La irrigación se va a hacer imprescindible para desarrollar determinados cultivos, y a partir de ese momento, comenzarán a aparecer con profusión referencias como las de los inventarios de recursos hídricos o kurals en las que se describen los distintos sistemas hidráulicos de Córdoba, entre los que destacaban sus aceñas sobre el río.

 

Las distintas obras escritas por los geógrafos árabes nos dan una visión más o menos exacta de las transformaciones que desde su llegada se llevaron a cabo en la agricultura peninsular. Mientras Ibn al-Faqih afirmaba en el siglo IX que el territorio hispánico era pobre en palmeras de dátiles, pero muy abundante en “aceite, algodón y lino”, las descripciones que algún tiempo después se hagan de la cora de Ilbira ya incluirán cítricos y caña de azúcar. El desarrollo del regadío habría de permitir una agricultura intensiva con abundancia de cosechas, cuyas referencias aparecerán de continuo en tratados como los de al-Razi, reflejando fielmente el paisaje agrario de la zona que nos ocupa:

E la su tierra es abondosa de muy buenas aguas e ríos e de arboles muy espesos, e los mas son naranjales, avellanares e granados dulces, e maduran mas ayna que las que son agras. E ay munchas cañas de que fazen el açucar.

Otros geógrafos testimoniaban igualmente los distintos cultivos que se daban en la Ruta del Califato durante la etapa andalusí. Sería el caso de la descripción que Ibn Galib hace sobre el castillo de Baena, del que indica está “situado sobre una colina cuya tierra es de buena calidad, plantada con árboles, viñedos y toda clase de árboles frutales”.

José Manuel Cano de Mauvesin Fabergè

Historiador

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sábado, 5 de abril de 2025

PASTIERRA SALADA PARA SEMANA SANTA

 

PASTIERRA SALADA

PARA SEMANA SANTA

Ingredientes

300 gr de harina

170 gr de mantequilla

3 Huevos

2 Cucharadas de agua

500 gr de queso ricotta

150 gr de queso provola en dados

50 gr de salami

50 gr de jamón cocido

50 gr de beicon

250 gr de maíz cocido

100 ml de leche

Sal al gusto

Pimienta negra recién molida al gusto

Elaboración

Preparamos la masa: mezclamos rápidamente la harina a mano o con una batidora con 150 gr de mantequilla en trozos pequeños, una pizca de sal, un huevo y agua. Formamos una esfera y dejamos reposar en el frigorífico envuelta en papel film.

Mientras tanto, vierte el trigo en una cacerola junto con la leche y la mantequilla.

Cocinamos a fuego medio hasta que se haya absorbido toda la leche, dejamos enfriar...

En un bol grande, mezclamos la ricotta con el trigo frio, los huevos, la sal, y la  pimienta negra recién molida al gusto, los embutidos seleccionados y el queso. Amasamos todo muy bien para que se integren bien todos los ingredientes.

Estiramos la masa quebrada que teníamos guardada en el frigorífico y forramos con ella un molde desmoldable de 24-26 centímetros de diámetro, dejando reservado un poco de masa para las tiras decorativas. Distribuimos bien el relleno y nivelamos.

Cruzamos las tiras en la superficie sobre el relleno, como si formáramos una rejilla. Metemos en horno previamente calentado a 180º, y lo horneamos durante una hora aproximadamente.

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Sacamos, dejamos atemperar, y desmoldamos con cuidado.

¡Buen provecho!

Variante de la pastierra salada

Puedes personalizar el relleno de la pastierra salada, sustituyendo las carnes y quesos por los ingredientes que más te gusten, intentando respetar las cantidades indicadas. Puedes elegir aceitunas, verduras como el calabacín, zanahorias o guisantes y los embutidos y quesos sobrantes en el frigorífico, como siempre digo la “cocina es un mundo libre”

viernes, 4 de abril de 2025

cheesecake de salmón con dos perejiles

 

CHEESECAKE DE SALMÓN CON DOS PEREJILES

Ingredientes

100 gr de galletas normales

50 gr de mantequilla

200 gr de salmón ahumado

700 gr de requesón

3 Hojas de gelatina

½ manojo de perejil de hoja plana

½ manojo de perejil rizado

1 Cucharada de zumo de limón

Sal

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Forramos el interior de un molde redondo para tartas desmoldable con papel film.

En un bol, trituramos las galletas finamente, agregamos la mantequilla ablandada, amasamos con los dedos, hasta que estén bien integrados los dos ingredientes.

Cubrimos el fondo del molde con la masa  de galletas y metemos en el frigorífico.

Ponemos una hoja de gelatina en un recipiente con agua fría.

Mezclamos el salmón, el jugo de limón y 250 gr de requesón, añadimos sal si fuese necesario.

Vertemos en una cacerola y calentamos suavemente, incorporamos la hoja de gelatina mientras batimos, manualmente.

Cuando la crema de salmón este tibia, vertemos en el molde y guardamos en la nevera.

Colocamos las otras 2 hojas de gelatina en un recipiente con agua fría.

Picamos finamente los dos perejiles y mezclamos con el resto del requesón, condimentamos con sal y pimienta negra recién molida, mezclamos bien para integrar los ingredientes en la masa.

Vertemos en una cacerola y calentamos suavemente.

Incorporamos la gelatina bien escurrida con una varilla.

Dejamos enfriar y vertemos sobre la crema de salmón y luego metemos en el frigorífico por la noche.

Al día siguiente desmoldamos y quitamos el papel film.

¡Buen provecho!

jueves, 3 de abril de 2025

ALBONDIGAS DE BONITO EN SALSA DE TOMATE

 

ALBONDIGAS DE BONITO EN SALSA DE TOMATE

Esta exquisita receta de albóndigas de bonito es ideal y sobre todo el mojete con pan de la salsa de tomate. Si no podéis conseguir bonito, podéis utilizar atún rojo. El Secreto es no hervir la salsa al cocinar las albóndigas de bonito o se secaran. Mi consejo para un buen resultado de la salsa es añadir un pimiento rojo recién asado a la salsa de tomate, bien triturado con la salsa de tomate, lo que hace resaltar el color y el sabor de la salsa de tomate.

 

Ingredientes

1 K de bonito fresco, limpio, sin piel ni espinas

1 Cebolla, picada finamente y rehogada 5 minutos en una sartén con un chorrito de aceite.

2 Cucharadas de perejil, finamente picado

1 Trozo de pan (migas) remojado en leche

1Huevo

Sal al gusto

Harina para rebozar las albóndigas

Aceite de oliva para freír

Para la salsa de tomate:

4 Cucharadas de aceite de oliva

1 Cebolla grande, muy picada

1 Diente de ajo pelado y picado finamente

1 Pimiento verde, bien limpio de semillas y pedúnculo, rotado en rodajas finas.

1 Pimiento rojo grande, cortado a lo largo por las mitas, sin semillas

100 ml de vino blanco seco

1 K de tomates maduros, picados en trozos grandes

Una pizca de azúcar glas

Sal al gusto

 

Elaboración:

Comenzamos haciendo las albóndigas de bonito: En  el vaso de la trituradora, agregamos el bonito cortado en trozos pequeños y trituramos hasta obtener una masa de pescado picado.

Colocamos en un bol grande y mezclamos con la cebolla rehogada, el perejil picado, el huevo, la masa de pan remojada en leche, el ajo picado y sazonamos con sal. Mezclamos muy bien con nuestras manos o con una cuchara hasta que todos los ingredientes estén bien integrados y formen una masa homogénea.

Formamos albóndigas del tamaño de una pelota de golf. Dejamos reposar en el frigorífico sobre un plato humedecido con aceite, por unos 30 minutos.

Para la salsa de tomate: ponemos una sartén mediana a fuego lento, con el aceite y añadimos la cebolla, el ajo y el pimiento verde picado y dejamos rehogar unos 10 minutos hasta que estén tiernos. Añadimos el vino blanco seco y dejamos reducir a la mitad. Incorporamos los tomates picados y dejamos cocer a fuego lento durante 30 minutos, removiendo de vez en cuando. Añadimos una pizca de azúcar glas para equilibrar la acidez de los tomates y rectificamos de sal.

Mientras  se cocina la salsa, precalentamos la parrilla del horno. Untamos con una cucharada de aceite de oliva las mitades del pimiento rojo y colocamos en el horno, hasta que la piel este completamente negra por todos lados. Retiramos del horno, cubrimos con papel de aluminio, y dejamos reposar unos 10 minutos pelamos los pimientos una vez atemperados, pelamos los pimientos, cortamos en tiras largas y finas y los añadimos a la salsa junto con el aceite y los jugos de la cocción del pimiento rojo.

Cocinamos la salsa durante 10 minutos más a fuego lento y pasamos por un molinillo o la trituradora, Pasamos la salsa a una cazuela baja, comprobamos el condimento y la mantenemos caliente.

Calentamos un poco de aceite en una sartén grande y freímos las albóndigas previamente enharinadas, hasta que estén ligeramente doradas por todos lados.

Agregamos las albóndigas de bonito a la rica salsa de tomate y cocinamos a fuego lento sin que hierva la salsa durante 2 minutos por cada lado.

Servimos caliente acompañados de la guarnición que más os guste.

¡Buen provecho!